Pastor José Luis Cinalli
09/03/25
¿Por qué Dios no contesta mis oraciones?
“Ustedes deben orar así... “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Danos cada día el pan para nuestras necesidades. Perdona nuestros pecados… Y no nos hagas entrar… en tentación, más líbranos del malo… del maligno”, Mateo 6:9 (TLA) y Lucas 11:2-4 (NT Peshitta; RV 1909; NT-NV).
En la oración modelo del Padre nuestro Jesús nos enseñó a pedir primero por los intereses de Dios y luego, por nuestro bienestar espiritual. Las oraciones enfocadas solo en nuestras necesidades físicas, terrenales y pasajeras no agradan a Dios y generalmente no reciben respuestas: “… Piden y no reciben, porque piden mal… piden con la… intención de malgastarlo en sus propios caprichos”, Santiago 4:3 (BDA2010 y BLPH). La Biblia registra muchas oraciones, algunas dignas de ser imitadas y otras no tanto. Por ejemplo, la oración que Abraham hizo en favor de su sobrino Lot no merece ser imitada. Le pidió a Dios que lo preservara de la destrucción de Sodoma, Génesis 19. A simple vista la oración no tiene nada de malo, pero el tiempo demostró lo contrario. Es cierto que Lot fue preservado del castigo a Sodoma, pero su futuro y el de su familia fue una maldición para el pueblo de Dios. Lot terminó sus días en una cueva, borracho y en una relación incestuosa con sus hijas. Y los hijos que nacieron de esa relación prohibida se convirtieron en los fundadores de las naciones enemigas de los descendientes de Abraham: los moabitas y amonitas. Al igual que nosotros, Abraham pensó que el problema de Lot eran las adversidades de esta vida cuando, en realidad, su mayor problema era vivir lejos de Dios. Si el padre de la fe hubiera incluido en su oración el bienestar espiritual de Lot, todo Israel se lo hubiera agradecido. Como verás, orar es importante pero ‘cómo orar’ lo es aún más.
Abraham se preocupó solo por el bienestar temporal de Lot. Esa tendencia de pedir o estar cerca de Dios por los beneficios pasajeros de esta vida es una debilidad en el hombre de todas las épocas. La Biblia dice: “Todos buscan su propio interés, y no el interés de Jesucristo…”, Filipenses 2:21 (DHH). Jesús sabía que el interés de muchos de sus seguidores no era espiritual sino temporal. No buscaban la salvación que les ofrecía, lo seguían por los panes y los peces: “… Ustedes me buscan… porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna...”, Juan 6:26-27 (BLA). Jesús nos ordenó procurar el alimento que no perece. ¿Cómo? Escudriñando las Escrituras así como el viajero examina los mapas, pues cada día viajamos en tierras desconocidas. Además: asistiendo a las reuniones de la iglesia para adorar a Dios y edificarnos en la fe; meditando día y noche los preceptos sagrados, las advertencias, prohibiciones y promesas de la Biblia.
Recuerda siempre este principio espiritual: ¡la oración que se hace para el beneficio de Dios recibe respuesta! El único interés de Elías cuando desafió a los profetas de Baal en el monte Carmelo fue que Israel reconociera a Jehová como su único Dios: “… Elías… dijo: –Señor… Respóndeme… para que sepa este pueblo que tú eres el Señor, el verdadero Dios… Entonces bajó el fuego del Señor…”, 1º Reyes 18:36-38 (BDA2010). El apóstol Santiago dijo que nuestras oraciones pueden ser tan efectivas como la del profeta Elías (Santiago 5) siempre que se hagan