Pastor José Luis Cinalli
25/5/2025
Oraciones sin respuesta
“… Piden y no reciben… piden y Dios no les contesta (NT-BAD) …, porque piden mal… con malos propósitos, para gastarlo en sus placeres”, Santiago 4:3 (BDA2010, NBLH).
La indigencia espiritual es una elección ya que Dios promete provisión para todo aquel que se lo pida: “No tienen… porque no se lo piden a Dios”, Santiago 4:2 (NTV). El primer requisito de la oración eficaz es pedir, ¡pedir a Dios en oración! ¡Dios no da a menos que se lo pidamos! ¿Recuerdas lo que Dios le dijo a su propio hijo? “Pídeme y te daré por herencia las naciones”, Salmo 2:8. Si el mismísimo hijo de Dios no pudo ser eximido de la regla de pedir para tener, ¿podemos nosotros esperar que semejante principio espiritual se relaje a nuestro favor? Entonces, si se puede tener todo pidiéndole a Dios y nada sin pedir, ¿por qué descuidamos tanto la oración?
Existen varias razones para una oración sin respuesta: A) El pecado no confesado: “Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me habría escuchado”, Salmo 66:18 (NTV). “Sus pecados han hecho que Dios se tape los oídos y no quiera escucharlos”, Isaías 59:2 (TLA), Job 27:9, 35:12; Proverbios 1:28; Jeremías 11:11,14; Miqueas 3:4; Zacarías 7:13. ¡Cuando hay pecado la oración no funciona! Mientras Saúl no quería arrepentirse sus oraciones no eran escuchadas: “Saúl… oró al Señor, pero el Señor no le respondió…’”, 1º Samuel 28:5-6 (PDT). B) La falta de fe. “Deben pedirle a Dios con fe… porque quien duda… no… va a recibir cosa alguna del Señor…”, Santiago 1:6-7 (PDT, NVI). C) No pedir: “No tienen… porque no… piden a Dios”, Santiago 4:2 (NTV). D) Pedir cosas equivocadas: “Piden y Dios no les contesta… porque piden mal” (Santiago 4:3, NT-BAD, BDA2010) E) Pedir por motivos equivocados: “Para… gastar en sus propios placeres”, Santiago 4:3 (PDT). Ya que “el Señor juzga los motivos” (Proverbios 16:2, NVI) y escudriña “las intenciones del corazón…” (Jeremías 17:10, PDT), ¡las oraciones egoístas no reciben respuesta! “¿Estás buscando grandes cosas para ti? No lo hagas…” (Jeremías 45:5, PDT, NTV) nos exhorta Dios. Al igual que el profeta Baruc solemos ser tentados a desviar nuestra mirada de Dios y fijarla en nosotros y, cuando eso sucede, perdemos el gozo del servicio. Cuanto más consideremos los sacrificios que hicimos o hacemos por seguir y servir a Dios en lugar de ocuparnos de Su obra y Sus intereses, más frustrados nos sentiremos. No busquemos la grandeza personal, ¡la gloria de Dios es el único objetivo legítimo!
Sometamos nuestras ambiciones personales a la voluntad de Dios como nos enseñó Jesús: “Primero busquen el reino de Dios… y se les dará todo lo que necesitan”, Mateo 6:33 (PDT). ¡Quién ofrece a Dios el segundo lugar no le ofrece ningún lugar! Jesús no sugiere, sino que ordena a todo ciudadano del cielo que aún vive en la tierra que haga de Jesucristo el centro de su vida. La búsqueda permanente del creyente no son las cosas materiales sino la persona de Jesucristo, nuestro Señor y Rey. Podemos ser egocéntricos o teocráticos, por lo tanto podemos ambicionar para nosotros mismos o para Dios. No existe una tercera alternativa. Es hora de ser sinceros: ¿h