Pastor José Luis Cinalli
1/6/2025
El poder del acuerdo
“... Si dos… se ponen de acuerdo en pedir algo... Mi Padre… se lo dará…”, Mateo 18:19 (PDT).
El acuerdo garantiza la respuesta a las oraciones. Cuando a Israel le declararon la guerra, Ezequías e Isaías “clamaron al cielo en oración”* (2º Crónicas 32:20, BAD) y “El Señor… salvó… a… Jerusalén… de todos sus enemigos”, 2º Crónicas 32:21-22 (BAD). Ante la llegada del ejército enemigo Josafat y el pueblo se pusieron de acuerdo para orar y Dios peleó por ellos, 2º Crónicas 20:4-17. Cuando los filisteos atacaron, los israelitas oraron y “Dios escuchó… y… salieron corriendo”, 1º Samuel 7:10 (TLA). Antes de que los desterrados emprendieran el viaje de regreso a Jerusalén Esdras ordenó que todos se reunieran para orar y “Dios oyó la oración” , Esdras 8:23 (NTV). Cuando los benjaminitas se pervirtieron, Israel recurrió a la oración colectiva y el “El Señor les dio… la victoria”, Jueces 20:35 (DHH). ¡Hay poder en el acuerdo; las batallas imposibles se ganan con oración colectiva! Ahora bien, el acuerdo entre dos personas no es un cheque en blanco que obliga a Dios a conceder peticiones insensatas o pecaminosas. ¡Nuestras oraciones no controlan a Dios! ¡Una oración egoísta nunca recibe una respuesta satisfactoria! En cambio, una oración sin intereses mezquinos recibe respuesta, aunque no siempre recibimos lo que deseamos sino lo que es mejor para nosotros. Elías pidió morir y Dios lo llevó vivo al cielo, 2º Reyes 2:11. A través de la oración Dios nos permite aceptar lo que humanamente no podemos entender o soportar lo que sin Él nos sería insoportable. Jesús pidió ser librado del sufrimiento de la cruz y no se libró de ella, pero recibió el poder para enfrentarla con éxito.
Los primeros creyentes practicaban la oración colectiva “todos los días”_, Hechos 2:46 (BL95). “Todos se reunían…para… perseverar unánimes en la oración”, Hechos 2:42 (BPD, CST). “Todos se reunían y estaban constantemente unidos en oración”, Hechos 1:14 (NTV); 2:44. Los líderes también estaban consagrados a la oración de común acuerdo: “Nosotros nos dedicaremos… a servir a Dios por medio de la oración…”, Hechos 6:4 (TLA); Hechos 3:1 (CST). El resultado de creyentes puestos de acuerdo para orar fue el derramamiento del Espíritu Santo (Hechos 2:1-4) y el crecimiento de la iglesia: “Todos los días se reunían… y… todos los días el Señor incorporaba a los que habían de salvarse”, Hechos 2:46 (BL95) y 47 (NT Navarra). La clave de aquella primitiva y poderosa iglesia era el acuerdo. Seis veces se dice que la iglesia y sus líderes estaban unidos: 1) Unidos en oración: “Todos se reunían y estaban constantemente unidos en oración”, Hechos 1:14 (NTV). 2) Unidos esperando el derramamiento del Espíritu: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos”, Hechos 2:1. 3) Unidos en congregarse: “Y perseverando unánimes cada día en el Templo… acudían fielmente e íntimamente unidos al templo…”, Hechos 2:46 (OSO, BNP). 4) Unidos pidiendo denuedo para predicar: “Alzaron unánimes la voz a Dios y dijeron… ayúdanos a… anunciar tu mensaje con valentía”, Hechos 4:24, 29 (RV60, PDT). 5) Unidos sirviendo a Dios: “Estaban todos unánimes… de común acuerd