Pastor José Luis Cinalli
6/7/2025
El secreto del poder en la oración
“… Dios escucha nuestras oraciones cuando le pedimos conforme a su voluntad… y cualquier cosa que le pidiéremos conforme a su… voluntad, nos la otorga”, 1ª Juan 5:14 (PDT, ORO).
“Dios escucha… Dios otorga”. Cuando Dios escucha una oración concede la petición. “… Sabemos que él nos oye… también sabemos que nos dará lo que le pedimos”, 1ª Juan 5:15 (NTV). Decir que el Señor escucha y responde una oración es redundante. Eso sí, ¡la oración que Dios atiende es aquella que se hace conforme a su voluntad! “… Si pedimos algo conforme a su voluntad, él nos oye”, 1ª Juan 5:14 (RVA). “Dios… escucha a quienes hacen su voluntad”, Juan 9:31 (BAD). Y hacemos su voluntad cuando obedecemos: “Recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos… y hacemos lo que le agrada”, 1ª Juan 3:22 (BAD). “Si… obedecen todo lo que les he enseñado, recibirán… todo lo que pidan”, Juan 15:7 (TLA); Santiago 5:16. ¡La obediencia es la condición indispensable de la oración contestada! Sería una verdadera hipocresía aferrarnos a algún pecado y, al mismo tiempo, acercarnos a Dios para pedirle una bendición. David dijo: “Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me habría escuchado”, Salmo 66:18 (NTV). Jesús expresó: “Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran… y se les concederá”, Juan 15:7 (NBLH, NVI). Recordemos que para Jesús la palabra ‘permanecer’ es sinónimo de obedecer. “Cuando obedecen mis mandamientos permanecen en mí… así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”, Juan 15:10 (NTV). Jesús espera que tengamos con Él la clase de relación que Él tenía con el Padre. La intimidad siempre creciente con Jesús nos permitirá vivir sumisos a su voluntad y, como consecuencia, nuestras oraciones serán cada vez más efectivas.
“Si pedimos algo según su voluntad, él nos oye”, 1ª Juan 5:14 (RVC). “Según su voluntad”. La voluntad de Dios es la única limitación a nuestras oraciones y siempre es para nuestro bien. Un padre juicioso y bondadoso no da a su hijo lo que pide, si eso resulta perjudicial para él. En nuestra ignorancia podríamos estar pidiendo mal, en cuyo caso es una bendición que Dios nos niegue la petición. Pablo constituye un ejemplo bíblico muy claro, pues tenía una espina en su carne, “un mensajero de Satanás” (2ª Corintios 12:7, NTV) para atormentarlo. Pablo dijo: “En tres ocasiones… le supliqué al Señor que me la quitara. Cada vez él me dijo: “Mi gracia es todo lo que necesitas, mi poder actúa mejor en la debilidad”, 2ª Corintios 12:8-9 (NTV). Cuando Pablo supo cuál era la voluntad de Dios la aceptó de buena gana: “Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí”, 2ª Corintios 12:9 (NTV). Por otro lado, cuidado con obstinarnos en pedir algo que sabemos que no es la voluntad de Dios. El clamor de los israelitas incrédulos por carne fue concedido, pero para su doloroso perjuicio: “… Israel… comenzó a quejarse: “¡oh, si tuviéramos un poco de carne!... Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto y teníamos todos los pepinos… los puerros, las cebollas y los ajos que queríamos. ¡Pero ahora lo único que vemos es este maná!... hemos perdido el apetito”, Nú