Pr. José Luis Cinalli
16/3/2025
La verdad inventada
“Tener fe… es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera…”, Hebreos 11:1 (DHH, TLA).
Pocas cosas glorifican tanto a Dios como la confianza en medio de la prueba. Job era un diez en todo; sin embargo, su nota más sobresaliente la obtuvo después de rendir la materia más difícil de todas: ¡la fe en Dios en medio de las pruebas! Job nunca acusó a Dios de haberlo abandonado; al contrario, siempre se sometió a su voluntad, incluso en aquel penoso tiempo en que se sentaba sobre las ruinas de su felicidad. Job fue fiel aunque de esa fidelidad no se desprendían bendiciones aparentes: “Y a pesar de todo lo que le había sucedido, Job no ofendió a Dios ni le echó la culpa”, Job 1:22 (TLA). La Biblia dice que “la confianza… en Dios se pone a prueba con los problemas”, 1ª Pedro 1:7 (TLA). Y “si… pasan la prueba… Jesucristo… hablará bien de… ustedes… porque una confianza que ha pasado por tantas pruebas merece ser alabada”, 1ª Pedro 1:7 (TLA). Y alabada fue la fe de Job. Por haber “resistido la prueba hasta el final” (Santiago 1:4, TLA) recibió buen testimonio del cielo; incluso ante Satanás: “En toda la tierra nadie es tan bueno como él”, Job 1:8 (TLA). Confiar en Dios aún en los tormentosos días de la vida no solo lo honra sino que atrae bendiciones eternas: “Al que soporta las dificultades, Dios lo bendice y cuando las supera, le da el premio y el honor más grande que puede recibir: la vida eterna…”, Santiago 1:12 (TLA). Es cierto que atravesamos pruebas, pero existe una gracia divina para cada dificultad. Y si resistimos permaneciendo firmes en la fe, cuando regrese Jesucristo seremos honrados. Y la mayor recompensa será ver la luz en sus ojos y escuchar de sus labios las palabras más gloriosas: “Bien, buen siervo y fiel… entra en el gozo de tu Señor”, Mateo 25:21. Recuérdalo: ¡el camino hacia el círculo íntimo de Jesús es permanecer fiel a él aún bajo presión!
Además de mantener nuestra confianza en Dios en los oscuros días de la vida, existe otra manera en la que podemos darle un ‘alegrón’ a Dios: ¡creer y esperar el cumplimiento de sus promesas aun cuando éstas sucedan en la vida venidera! La Biblia habla de algunos hombres de fe como Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob de quienes el Señor no se avergonzó de ser su Dios. Recibieron una mención especial. La Biblia dice que “se destacaban por la fe que tenían”, Hebreos 11:2 (NT-BAD). ¿Qué los hacía diferentes? ¿Por qué fueron dignos de tal distinción en la Biblia? En primer lugar porque confiaron en Dios y en su Palabra. Y esto no es poca cosa. Adán y Eva fallaron precisamente en esta cualidad de la fe, no creyeron en Dios ni en su Palabra sino en el Mentiroso y en su verdad inventada de que serían iguales al Creador si comían del fruto prohibido. El punto inicial de la fe es creer en el carácter de Dios, creer que Dios es quien dice que es y, el punto final, es tener la certeza de que Dios hará lo que dice que hará. Abraham era portador de estas dos cualidades. “Contra toda esperanza… creyó y esperó… Aunque Abraham tenía casi cien años… nunca dejó de confiar en Dios… nunca dudó de que Dios cumpliría su promesa… estaba completamente seguro de que Dios tenía poder para cumplir su promesa…”, Romanos 4:18-21 (BAD, TLA). Abraham no ignoraba ni negaba la realidad. Era viejo y su esposa estéril. Sin embargo,