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September 21, 2025 61 mins
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Hay ciertos Gobiernos en Occidente que no pueden evitar la tentación de limitar la libertad de expresión cuando ésta les resulta incómoda. Son curiosamente los mismos que, cuando están en la oposición, defienden a ultranza la libertad de expresarse y, sobre todo, la que asiste a los periodistas para trabajar con tranquilidad sin miedo a que lo que publiquen moleste al Gobierno. Pero es pasar a ocupar el poder y se convierten en auténticos flagelos de todo aquel que pretenda decir lo que piensa, especialmente cuando quien lo hace tiene audiencia y posibilidad de influir en la opinión pública. Dos Gobiernos que se caracterizan por esto son el de Estados Unidos y el de España que, diciéndose en extremos opuestos del espectro ideológico, viven igualmente obsesionados por lo que se publica de ellos. El caso, muy reciente, de Jimmy Kimmel ilustra bien esta dinámica. Kimmel, presentador de ABC, criticó a los republicanos por intentar politizar el asesinato de Charlie Kirk. En un monólogo que no tuvo demasiada audiencia pero si mucho recorrido político, les acusó de oportunismo. Kimmel condenó el crimen y transmitió sus condolencias a la familia, pero sus comentarios sentaron muy mal al Gobierno de Donald Trump. Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, amenazó a la cadena ABC y a su propietaria, el Disney Television Group, con revisar sus licencias al tiempo que exigía el despido de Kimmel. Poco después el presentador se vio de patitas en la calle. Trump justificó la decisión atribuyéndola a la baja audiencia del programa. Es cierto que el Jimmy Kimmel Live no atravesaba su mejor momento de audiencia, pero aún retenía más de millón de espectadores por emisión. Trump se limitó a aprovechar su debilidad para silenciarle y acabar con una voz que siempre había sido crítica con él. La relación de Donald Trump con la prensa nunca ha sido buena. Acusa constantemente a los grandes medios de difundir noticias falsas contra él. Con ciertas cabeceras como el New York Times, el Washington Post o la CNN la tiene tomada desde hace tiempo. Al New York Times le ha interpuesto una demanda en la que pide a a la casa editora y a la editorial Penguin Random House la respetable cifra de 15.000 millones de dólares por difamación. Contra el Wall Street Journal y su empresa matriz, News Corp., ya se querelló en junio de este año tras la publicación de una carta de felicitación que Trump dedicó a Jeffrey Epstein en 2003 con motivo de su 50 cumpleaños. Al Wall Street Journal le pide una indemnización de 10.000 millones de dólares. Sin llegar a querellas de esas características (algo que en España sería improbable ya que nuestro marco legal es muy diferente en lo relativo a la difamación), el Gobierno de Pedro Sánchez lleva desde hace año y medio señalando a la prensa de forma concienzuda. Conforme los casos de corrupción y el desgaste político hacen mella en el Gobierno, Sánchez ha redoblado sus ataques contra la prensa crítica. Acusa a los periódicos que le son hostiles como “pseudo-medios” y les acusa de fabricar bulos en su contra. En la célebre carta a la ciudadanía de abril del año pasado denunció una supuesta persecución mediática y judicial contra él. De aquello nació el Plan de Acción por la Democracia, presentado como una medida para combatir la desinformación, pero que incluye reformas legales que penalizan con hasta 2,5 millones de euros publicaciones consideradas una amenaza para la seguridad nacional. Estas medidas, junto la manipulación irrestricta de medios estatales como RTVE y la presión sistemática sobre periodistas, han generado innumerables críticas. Tanto Trump como Sánchez, aunque con estilos diferentes, comparten una inclinación a restringir la libertad de expresión mediante amenazas, demandas o reformas legales. Mientras Trump actúa con una postura más directa y beligerante, Sánchez adopta una posición victimista, pero ambos tratan de imponer autocensura. Donald Sánchez y Pedro Trump son en este aspecto la misma persona. De eso vamos a hablar hoy con Rubén Arranz, que vuelve por La ContraCrónica y lo hace con más energía que nunca. · Canal de Telegram: https://t.me/lacontracronica · “Contra el pesimismo”… https://amzn.to/4m1RX2R &m
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