Proverbios trata diferentes defectos de carácter que hacen que una persona actúe necia e insensatamente, y comparte los resultados negativos que estos defectos tienen en la vida de uno mismo y en la de los que lo rodean. Específicamente habla de la ira, y cómo la persona que tiende a enojarse con facilidad provoca conflictos personales y sociales.
El enojo continuo o desproporcionado hace que nuestro cuerpo se tense, causando altos niveles de estrés y tensión muscular y cardiovascular, causando estos a su vez daños a nuestro propio ser. Así también, el daño afecta a aquellos que nos rodean, ya que la ira suele ir acompañada de conversaciones duras y acciones agresivas.
Los Proverbios nos recuerdan en múltiples textos el daño que la ira ocasiona.
Proverbios 15:18 “El hombre iracundo promueve contiendas; Mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.” Y Proverbios 29:22 dice “El hombre iracundo levanta contiendas, Y el furioso muchas veces peca.”
Proverbios 21:19 “Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda”.
Ninguno se libra, hombre o mujer; los iracundos son personas infelices y peligrosas. Por lo que Proverbios 22:24-25 advierte:
“No te entremetas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos, No sea que aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma.”
Cuidado con los iracundos. Proverbios 21:9 nos dice que “Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa.”
Y el 13 dice: “Dolor es para su padre el hijo necio, Y gotera continua las contiendas de la mujer.”
Estos dos proverbios hablan de un hijo y una esposa, pero sabemos que cualquier persona que se pasa el día contendiendo con otros y provocando o siendo provocada fácilmente, hace difícil la convivencia.
Y si a esa actitud iracunda se le añade violencia, entonces los resultado son horribles.
Proverbios 19:19: “El de grande ira llevará la pena; Y si usa de violencias, añadirá nuevos males.”
Nos angustiamos al ver tantos incidentes de violencia entre personas que conviven o han convivido juntos. En algún momento dijeron que se amaban, y ahora se odian y se maltratan en muchos sentidos. La ira, cuando se le da rienda suelta y se le anima con actitudes, palabras y acciones, puede llegar muy lejos, causando males irreparables. Y es que como dice Santiago 1:20 “la ira del hombre no obra la justicia de Dios”.
Dios denuncia la ira y la violencia, relacionándolas con la necedad:
Proverbios 29:11 “El necio da rienda suelta a toda su ira, Mas el sabio al fin la sosiega.”
Proverbios 12:16 “El necio al punto da a conocer su ira; Mas el que no hace caso de la injuria es prudente.”
Proverbios 29:8 dice que “los hombres escarnecedores ponen la ciudad en llamas; mas los sabios apartan la ira.”
El sabio no deja que su ira salga para que todo el mundo la vea, sino que es capaz de controlarse, sosegándola y no dándole rienda suelta. El sabio está dispuesto a no hacer caso a la injuria, y a apagar las llamas de la ira. Esto es difícil, porque a nadie le resulta sencillo pasar por alto ofensas. Y seamos sinceras; hay ofensas que pasan el límite de la legalidad y han de ser llevadas a la justicia. Debemos saber qué ofensas se pueden pasar por alto y qué ofensas se deben tratar por los cauces adecuados, y debemos hacerlo siempre con prudencia y sensatez.
Proverbios contrasta al iracundo con el cuerdo:
“La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa.” El que tiene cordura, es capaz de detener su enojo y su ira. Proverbios 19:11 da valor a la persona que es capaz de pasar por alto una ofensa sin responder con ira.
Y es que habrá muchas situaciones en las que seremos tentados a responder con ira. Y puede que en otras ocasiones seamos nosotros los que