Hay algunos salmos curiosos en que el salmista se justifica delante de Dios. Me recuerda a la oración de Job cuando sufría y no entendía por qué le había venido el mal cuando él con todo su corazón procuraba agradar a Dios. Estos salmos pueden llegar a incomodarnos, ya que entendemos que no hay nadie que pueda, por su justicia, merecer ningún favor de Dios. Entendemos que los favores de Dios son siempre inmerecidos. Entendemos por la enseñanza de la Palabra que el ser humano es incapaz de impresionar a Dios por sus acciones. Hay de todos modos personas que se sacrifican de un modo o de otro para alcanzar el favor de Dios. Esto puede resultar en una actitud de orgullo o en una frustración constante. Pero nunca sirve para merecer los dones de Dios.
En otros salmos, como en el 51, vemos al salmista rogando a Dios que tenga de él misericordia, reconociendo su maldad y su incapacidad de agradar a un ser sumamente santo. En estos, el salmista ruega a Dios que mire su condición, que reconozca su arrepentimiento y deseo de rectificación, y que supla sus necesidades.
El salmo 41 también es una oración pidiendo misericordia; suena como una de las oraciones de lamento de Job:
“Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí;
Sana mi alma, porque contra ti he pecado.
Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:
¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?
Y si vienen a verme, hablan mentira;
Su corazón recoge para sí iniquidad,
Y al salir fuera la divulgan.
Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
Contra mí piensan mal, diciendo de mí:
Cosa pestilencial se ha apoderado de él;
Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.
Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
Alzó contra mí el calcañar.”
¿Verdad que es similar a la situación de Job cuando en su enfermedad fue acusado por sus propios amigos?
En este salmo, David pide misericordia; en el versículo 10: “Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar” David le dice a Dios que pueda mejorar para que los que le atormentan no se alegren en su padecimiento. Vemos esta petición de misericordia en muchos otros salmos, basada en la relación personal del salmista con Dios.
Salmo 85:10“Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia, Y danos tu salvación.” o
Salmo 86:3 Ten misericordia de mí, oh Jehová; Porque a ti clamo todo el día.
Sin embargo hay muchas ocasiones en las que el salmista, en lugar de misericordia, pide justicia. Muchas veces, la petición de misericordia va acompañada de la petición de justicia: misericordia para aquel que está siendo afligido, y justicia para el que está afligiendo a otro. En el salmo 41, el cual acabamos de leer, hay un lamento y un deseo de que los que hacen mal sean refrenados, reprendidos y castigados. Esto lo podemos ver en otros salmos también:
Salmo 31: 16-18 “Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
Sálvame por tu misericordia.
No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado;”
Mas para el malo en el 17-18 pide:
“Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol. Enmudezcan los labios mentirosos,
Que hablan contra el justo cosas duras Con soberbia y menosprecio.”
En el salmo 79, Asaf pide misericordia para el pueblo de Israel en el versículo 9:
“Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre;
Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre. “(9)
Y al mismo tiempo pide juicio sobre los que no reconocen a Dios en el versículo 6: “Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen, Y sobre los reinos que no invocan tu nombre.” (6)
David en el salmo 59 pide rotundamente en el 5:
“No tengas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad. (5) y en el 11: “Dispérsalos con tu poder, y abátelos”
Mas cuenta con la misericordia de Dios en el versículo 10: “El