Episode Transcript
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(00:00):
Compare a mi novio con los de mis amigas.
Ahora él me quiere terminar. Me llamo Laura y siempre me
consideré una mujer que buscaba estabilidad, aunque a veces esa
estabilidad me parecía un sueño demasiado lejano.
Nací en una familia trabajadora de esas en donde se valoraba más
el esfuerzo que el resultado. Mi madre era costurera y mi
(00:21):
padre albañil, y desde pequeña aprendí que nada caía del cielo.
Si quería tener algo, debía ganármelo.
Mi infancia fue bastante sencilla.
Crecí entre telas y los y máquinas de coser y muchas
tardes ayudaba a mi madre a cortar patrones mientras soñaba
con un futuro distinto. Uno donde yo no tuviera que
(00:41):
pasar mis días encerrada en una habitación pequeña, llenando
pedidos que nunca parecían terminar.
Quizás por eso desarrollé desde temprano una especie de ambición
disfrazada de inconformismo. No quería conformarme con lo
suficiente. Quería algo más, un amor grande,
un hogar donde no faltará nada yla seguridad de que todo
esfuerzo tendría una recompensa.Mis amigas siempre me describían
(01:05):
como alguien detallista y exigente.
No me gustaba la mediocridad ni en mí ni en quienes me rodeaban.
Y aunque yo intentaba verlo comouna virtud, con el tiempo
comprendí que esa exigencia podía transformarse en un arma
de doble FILO, porque en el fondo, yo no era perfecta.
Y sin embargo. Esperaba que los demás sí lo
(01:26):
fueran académicamente. Nunca fui brillante, pero me
defendía. Terminé la universidad con
sacrificio, pagando cuotas atrasadas y tomando trabajos
eventuales. Me enfoqué en el área de
administración de empresas, aunque la realidad es que muchas
veces los empleos eran más frustrantes que satisfactorios.
Eso sí, cada vez que me iba mal tenía a mis amigas para
(01:50):
animarme. Éramos un grupo unido, siempre
comparando nuestras vidas. Nuestros avances, nuestros
sueños y más adelante, nuestras parejas en el amor.
Sin embargo, la historia era otra.
Me costaba encontrar a alguien que realmente me llenara.
Tuve varios novios en mi juventud, pero casi todos se
(02:11):
desmoronaban por lo mismo. Yo exigía demasiado, sentía que
debía haber un estándar y que simi pareja no alcanzaba ese
nivel, entonces no valía la penacontinuar.
Eso me trajo decepciones y soledad hasta que apareció
Leonel, el hombre que parecía cumplir con mucho de lo que
había deseado. Aunque nunca pensé que esa
relación también terminaría tambaleando por mi tendencia a
(02:33):
comparar, por ese hábito que arrastraba desde siempre.
Conocí a Leonel en una época en la que ya estaba cansada de
intentarlo. Yo trabajaba en una pequeña
oficina de logística, lidiando con proveedores, correos
electrónicos interminables y clientes exigentes.
Él era nuevo en el área de contabilidad y su oficina
(02:54):
quedaba justo frente a la mía. La primera vez que lo vi me
pareció un hombre tranquilo, casi invisible, serio, de esos
que hacen su trabajo sin llamar la atención.
Nada que ver con los hombres extrovertidos que solían
atraerme en otros tiempos. Recuerdo un día en particular.
Había un problema con unos pagosy yo estaba perdiendo la
(03:15):
paciencia. Salí de mi cubículo con papeles
en la mano, murmurando maldiciones.
¿Y él, con toda la calma del mundo, se acercó y me dijo,
Quieres que lo revise? Yo quizás haya un error de cruce
en el sistema. Me sorprendió su disposición, ni
siquiera me conocía y ya estaba ofreciendo ayuda.
(03:37):
Me quedé mirándolo, intentando descifrar si hablaba en serio y
cuando lo vi inclinarse sobre los documentos con una
concentración genuina, algo en mí se suavizó.
En menos de 10 minutos había encontrado el error.
Sonrió tímidamente, como si no hubiera hecho gran cosa, y
volvió a su escritorio. Ese gesto me marcó.
(03:58):
No era un hombre de palabras bonitas, pero tenía una manera
de resolver problemas que transmitía seguridad.
Con el tiempo empezamos a coincidir en la cafetería, a
intercambiar comentarios sobre lo mal que estaba la impresora o
lo largos que eran los reportes.Poco a poco esas conversaciones
se volvieron más personales. Hablábamos de música, de libros.
(04:20):
De nuestras familias. Él tenía una forma de escuchar
que me desarmaba. No era como otros hombres que
parecían esperar su turno para hablar.
Leonel realmente prestaba atención.
Me miraba con esos ojos serenos,asentía en y cuando respondía,
sus palabras eran tan acertadas que parecía que me conociera de
(04:40):
toda la vida. No pasó mucho tiempo antes de
que me invitara a salir. Fue directo, sin rodeos.
Aunque con ese tono suave que locaracterizaba, me llevó a un
café sencillo, sin lujos. Pero pasamos horas conversando
como si no existiera el tiempo. En ese momento entendí que lo
que me atraía de él no era la intensidad ni la emoción
(05:02):
desbordada, sino es estabilidad que siempre había dicho querer
en mi vida. Leonel no era perfecto, no tenía
grandes lujos, ni un coche último modelo, ni un
departamento propio, pero tenía algo que me hacía sentir
tranquila, coherencia. Era un hombre que decía poco,
pero cumplía mucho y yo, que había pasado tanto tiempo
(05:24):
decepcionada de amores pasajeros, encontré en él un
tipo diferente de amor, uno más sereno, más profundo, más real.
Lo que nunca imaginé es que, a pesar de todo eso, mi viejo
hábito de comparar y de querer más terminaría poniendo en
riesgo lo que construimos. Cuando leonel y yo empezamos a
salir de manera más formal, notéque nuestra relación no era como
(05:45):
las que yo había tenido antes. Con mis exparejas todo se sentía
como un fuego que ardía fuerte al inicio y luego se apagaba
rápido. Con él, en cambio, el fuego no
era un incendio, era una hogueraconstante que daba calor sin
consumirme. Al principio esa calma me
desconcertaba, pero con el tiempo aprendí a valorarla.
(06:06):
Me encantaba la forma en que congeniamos en las cosas más
simples. Por ejemplo, yo siempre había
sido de desayunar fuerte con jugo, pan, huevos y café.
Y resulta que él también lo era cuando empezamos a quedarnos en
casa del otro esas mañanas compartidas se volvieron
rituales que parecían insignificantes, pero que en mi
(06:26):
memoria aún siento como tesoros.Cocinar juntos se volvió nuestra
costumbre. Yo me encargaba de los huevos
revueltos, el del café. A veces discutíamos sobre si
ponerle más o menos azúcar y luego terminábamos riéndonos de
la tontería. Leonel era reservado.
Pero conmigo se permitía soltar bromas, comentarios ligeros,
(06:48):
gestos que me hacían sentir especial.
Nunca fue del tipo romántico de flores y cartas, pero era
detallista de una manera práctica.
Si sabía que había tenido un maldía, aparecía en mi puerta con
mi helado favorito. Si notaba que estaba cansada, me
daba un masaje en la espalda sinque yo se lo pidiera.
Esa clase de detalles lo distinguían en los primeros
(07:11):
meses. Me sorprendió descubrir lo mucho
que coincidíamos en gustos. Ambos amábamos las películas
viejas, esas en blanco y negro que la mayoría de nuestros
amigos consideraban aburridas. Nos encantaba perdernos en
librerías de segunda mano, buscando ediciones raras o
títulos olvidados. También compartíamos un sentido
(07:31):
de humor sarcástico que poco se entendían, así que pasábamos
tardes enteras riéndonos de cosas que para otros no tenían
gracia. Había algo más que me unía
profundamente a él. Su forma de darme paz yo era
inquieta, ansiosa, siempre pensando en lo que seguía, en lo
que faltaba. Lionel, en cambio, me frenaba
(07:53):
cuando me veía corriendo por todo.
Me decía a Laura, respira, no tienes que resolverlo todo hoy.
Y era increíble porque esas palabras tan simples me
devolvían la calma. Por Primera Vez en mucho tiempo
sentí que podía descansar en alguien.
Que no tenía que estar demostrando nada.
(08:13):
Pero al mismo tiempo, esa misma calma a veces despertaba en mí
un deseo de algo más. Veía a parejas de mis amigas
viviendo experiencias grandiosas, viajes, cenas,
caras, propuestas románticas. Y sentía una punzada de envidia,
aunque leonel me daba lo esencial, aunque me daba
estabilidad y ternura. ¿En el fondo había una vocecita
(08:35):
que me decía, y si esto no es suficiente?
Esa semilla de comparación estaba ahí silenciosa, esperando
el momento de crecer. Después de casi 2 años de
relación, la convivencia se volvió un tema recurrente entre
nosotros. Yo vivía todavía en el pequeño
departamento que había alquiladocon una amiga de la universidad,
(08:55):
pero ella estaba por casarse y pronto se iría.
Leonel, por su parte, vivía en un apartamento modesto, bien
ubicado, pero bastante sencillo.¿Una noche, mientras cenábamos
pizza en su sofá gastado, surgióla conversación, y si te vienes
a vivir conmigo? Me dijo de repente, con esa
(09:15):
naturalidad que lo caracterizaba, me tomó por
sorpresa, no porque no lo hubiera pensado, sino porque
esperaba una especie de gran momento para hablar de eso.
El, en cambio, lo soltó como si fuera lo más lógico.
Lo miré con la boca llena de queso derretido y me reí.
Así, sin más, pregunté. Pues sí, tiene sentido.
(09:42):
No estamos juntos casi todos losdías.
Se encogió de hombros. Al menos ahorraríamos en
transporte. Me dio risa su forma práctica de
ver las cosas, pero luego, cuando lo pensé en serio,
comprendí que tenía razón. Así que semanas después empecé a
llevar mis cosas poco a poco. Primero ropa, luego libros.
(10:05):
Hasta que un día, sin darme cuenta, ya todo mi mundo estaba
en su departamento. La mudanza no fue un cuento de
hadas. Debo admitirlo, compartir
espacio reveló manías que antes no se notaban.
Yo era obsesiva con el orden, mientras que él tenía esa
costumbre de dejar los calcetines tirados en cualquier
lado. Yo necesitaba silencio absoluto
(10:28):
para dormir y él roncaba, pero apesar de esos roces.
Aprendimos a encontrar un punto medio.
Yo toleraba los calcetines, él intentaba dormir de lado para no
roncar tanto. Lo que más me gustaba de vivir
juntos era la sensación de construir algo en equipo.
Decoramos el lugar con cuadros sencillos, plantas que yo
(10:49):
cuidaba con esmero y algunos muebles reciclados que
conseguimos. No era un apartamento de
revista, pero era nuestro las noches juntos.
Cocinando, viendo películas o simplemente charlando sobre el
día, se volvieron una rutina queme hacía sentir que estábamos
formando un hogar. Sin embargo, también empecé a
notar ciertas comparaciones, inevitables cuando visitábamos a
(11:13):
alguna amiga que vivía con su pareja.
Veía departamentos más grandes, más modernos, con muebles
costosos. Escuchaba historias de novios
que compraban autos nuevos o quehacían planes para viajar al
extranjero. Y aunque sabía que Leonel me
daba todo lo que podía, había una parte de mí que empezaba a
sentir que nuestro todo era menos que el de los demás.
(11:34):
Nunca se lo decía abiertamente porque tenía sonar
malagradecida. Pero estas comparaciones se
acumulaban en mi mente como un veneno silencioso.
Por ahora nuestra vida juntos parecía estable, llena de cariño
y complicidad. Pero yo ya estaba empezando a
mirar hacia afuera, a dejarme contaminar por lo que mis amigas
tenían y yo no. Y lo peor de todo era que no me
(11:56):
daba cuenta del daño que eso podía causarle a alguien como
Lionel, que lo único que quería era construir conmigo algo real.
Aunque sencillo. Cuando leonel y yo comenzamos a
vivir juntos, nuestra rutina parecía estar hecha a nuestra
medida. Trabajo, cena sencillas, fines
de semana de películas y algún paseo por el parque.
Yo estaba cómoda, pero con el tiempo empecé a necesitar un
(12:19):
poco más de vida social y eso mellevo a retomar con fuerza mi
círculo de amigas. Ellas ya tenían sus propias
dinámicas de pareja muy establecidas.
Cada vez que nos reuníamos los temas giraban alrededor de los
viajes que planeaban, los regalos que recibían y las metas
compartidas que construían con sus novios o esposos.
(12:39):
Yo, aunque intentaba aportar a la conversación, me encontraba
casi siempre en silencio, escuchando como una hablaba de
que su pareja le había regalado un reloj de lujo o como otra
comentaba que estaban remodelando su casa con muebles
importados. La primera vez que llevé a
Leonel a una de esas cenas me sentí orgullosa de presentarlo.
(13:00):
Llegamos a casa de Mariana, una de mis mejores amigas, y allí
estaban, todas sonrientes, con vestidos impecables, acompañadas
de hombres que irradiaban seguridad, algunos en trajes
caros, incluso en una reunión informal.
Leonel, en cambio, fue con su camisa de cuadros favorita, un
pantalón Beige y sencillo y sus zapatos gastados.
(13:22):
Él estaba cómodo, tranquilo. Pero yo, al mirarlo entre los
demás, empecé a sentir un calor extraño en el pecho.
Vergüenza no porque él hiciera nada malo, sino porque me
parecía que no encajaba en ese escenario.
Durante la cena, los hombres conversaban de negocios,
inversiones, autos. Leonel intentó participar
(13:43):
hablando de su trabajo en la oficina y de sus planes de
ahorrar para un pequeño viaje a la playa.
Conmigo nadie fue grosero. Pero noté como sus comentarios
quedaban flotando en el aire sinmucho eco, mientras los otros
seguían hablando de sus planes en el extranjero o de sus
apartamentos recién comprados. Al volver a casa esa noche,
Leonel me preguntó si lo había pasado bien.
(14:06):
Yo le sonreí, le dije que sí, pero dentro de mi hervía, una
mezcla de incomodidad y resentimiento que no sabía cómo
procesar. Las semanas siguientes.
Hubo más reuniones, almuerzos, cumpleaños.
Salidas dobles o triples con varias parejas.
Cada una de esas ocasiones se convirtió en un espejo en el que
yo veía las diferencias entre loque mis amigas recibían de sus
(14:28):
novios y lo que yo tenía con Lionel.
Ellas presumían cenas en restaurantes caros, escapadas de
fin de semana a ciudades nuevas,sorpresas románticas.
Yo pensaba en nuestros viernes de pizza casera y Netflix y
aunque me gustaban, empezaban a saberme a poco.
Lo peor era que al compararlo. Empecé a restarle valor a lo que
(14:50):
él sí hacía por mí, cuidarme cuando estaba enferma, ayudarme
con la casa, escucharme. En mis días difíciles.
Empecé a ver esos gestos como mínimos, como cosas normales en
lugar de detalles de amor. Y ahí nació mi error más grande.
En vez de sentir orgullo por el hombre que tenía, me empecé a
enfocar en todo lo que no era. Al principio.
(15:12):
Las comparaciones eran silenciosas internas.
Cuando veía que Mariana mostrabaen redes la pulsera que su novio
le había regalado, yo pensaba, Leonel nunca me da nada así.
Cuando Sofía contaba que su pareja le había comprado
entradas para un concierto sorpresa, yo pensaba, Leonel
jamás se fija en esas cosas, no decía nada en voz alta, pero la
(15:34):
insatisfacción crecía como una sombra.
Leonel notaba mi incomodidad en esas reuniones.
¿A veces me preguntaba, y estás bien, Laura?
Te veo distraída. Yo sonreía y respondía, sí, solo
estoy cansada, pero no era cansancio, era decepción
(15:55):
disfrazada. La primera vez que dejé salir
una comparación en voz alta fue casi sin darme cuenta.
Estábamos en casa una tarde tranquila.
Yo había visto fotos de un viajeque hicieron Sofía y su novio a
París. Leonel estaba hablando de
ahorrar para ir a una playa cercana y yo.
Con un tono más ácido del que pretendía, le solté, ojalá
(16:18):
fueras como el novio de Sofía. Él sí piensa en viajes de
verdad, no sólo en playas. Aquí cerca el silencio que cayó
fue espeso. Leonel me miró incrédulo, como
si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.
Me estás comparando con él y pregunto con una calma que en
realidad ocultaba dolor. Yo me puse nerviosa y traté de
(16:42):
suavizarlo. No, no es eso.
Sólo digo que a veces me gustaría que pensaras en cosas
más grandes, más emocionantes. Leonel no me respondió de
inmediato. Se levantó del sillón y se fue a
la cocina. Lo vi de espaldas, apoyado en el
fregadero y supe que le había dolido, pero no me disculpe.
(17:05):
En ese momento el orgullo me ganó.
A partir de ese día las comparaciones empezaron a
aparecer más seguido. No siempre tan directas, pero sí
en forma de comentarios sutiles del novio de Mariana, la llevó a
cenar a ese restaurante nuevo. Debe ser increíble.
A Sofía le regalaron flores, québonito gesto.
(17:27):
Leonel escuchaba en silencio, nunca me reclamaba en ese
instante, pero sus ojos hablabanpoco a poco.
Se fue volviendo más distante, más callado y aunque en el fondo
sabía que lo estaba hiriendo. Yo seguía dejando salir esos
comentarios como si buscara empujarlo a ser alguien que no
era. No entendía entonces que lo
(17:48):
único que estaba logrando era romper algo en él y con ello
destruir lo que habíamos construido juntos.
Una noche de viernes después de cenar en casa, lo noté extraño.
Había puesto la mesa en me habíaservido la pasta sin siquiera
mirarme y comimos sin apenas hablar yo en un intento torpe de
(18:08):
romper la incomodidad. Le conté que Mariana y su novio
se habían comprado un auto nuevo.
Imagínate un auto de lujo y nosotros aquí todavía con el
tuyo, que ya ni aire acondicionado tiene, dije
riendo, como si fuera un comentario inocente.
El tenedor de Lionel golpeó contra el plato con fuerza.
(18:29):
Me miró de una manera que jamás le había visto, una mezcla de
rabia contenida y tristeza profunda.
Tú sabes que Laura ya estoy harto, soltó.
Con la voz firme pero quebrada al mismo tiempo, me quedé
helada. Apenas pude balbucear, darto de
que de ser comparado con todos los novios de tus amigas, de que
(18:54):
nada de lo que hago sea suficiente para ti, de que no me
veas a mí, a Leonel, el hombre que está aquí contigo, sino a un
catálogo de lo que los demás tienen o hacen.
Me mordí el labio incómoda. Intenté defenderme.
Y no es que te compare, solo quiero que te esfuerces más, que
pienses en cosas grandes que no me interrumpió golpeando la mesa
(19:19):
con la palma abierta. ¿No quieres que me esfuerce más,
quieres que sea otra persona? Quieres que yo sea como ellos y
sabes que, Laura, yo no lo soy, nunca lo voy a hacer.
Sentí que me ardían los ojos. Quise decir algo.
(19:39):
Pero la voz no me salía. Leonel respiraba agitado, con
las manos apretadas en puños sobre la mesa, yo te he dado lo
que soy, todo lo que tengo continuo, te cuidé cuando
estabas enferma, te apoyé cuandodudabas de TI, me esforcé por
construir algo real contigo y tútú solo me comparas con otros,
(20:00):
como si todo eso no valiera nada.
El silencio que siguió me desgarró más que sus palabras,
quise acercarme, tocarlo. Pero él se levantó y se encerró
en la habitación. Yo me quedé sola en la mesa,
mirando la pasta fría, sintiendoque Por Primera Vez en nuestra
relación no había empujado al límite.
Y lo peor era que, aunque intentaba convencerme de que no
(20:23):
había sido para tanto, en el fondo sabía que lo estaba
perdiendo. La tensión entre nosotros no se
disipó después de esa noche, al contrario, se volvió
insoportable. Leonel ya no intentaba ocultar
lo que sentía, indiferencia. Cansancio, una especie de
distancia emocional que me dejaba helada.
Yo trataba de arreglarlo, pero siempre con torpeza.
(20:46):
Una mañana le preparé desayuno yle dije que lo admiraba por lo
trabajador que era, como si estas palabras pudieran borrar
meses de comentarios hirientes. Él apenas asintió sin mirarme.
Era domingo por la tarde. Estábamos en la sala, él leyendo
un libro y yo mirando el celularsin levantar la vista, leonel
(21:07):
dijo. Laura, tenemos que hablar.
El tono de su voz me paralizó. Dejó el libro a un lado y me
miró con seriedad, esa misma mirada que tantas veces había
evitado porque sabía lo que implicaba un final.
Y yo no puedo más. Con esto empezó, he intentado
ser paciente. He tragado tus comparaciones,
(21:28):
tus insinuaciones de que no soy suficiente, pero ya me cansé.
No soy como los novios de tus amigas, ni quiero serlo.
Y si eso es lo que buscas, entonces no soy el hombre para
TI. Leonel susurré con lágrimas
escurriendo, no quería hacerte sentir así, solo solo quería que
(21:49):
me valorarás más. Él negó con la cabeza, no,
Laura, lo que querías era alguien distinto a mí, y si no
puedes amarme como soy, mejor aquí lo dejamos.
Sentí que el corazón me caía a pedazos.
Lo abracé de repente, desesperada, suplicando, y no me
(22:10):
dejes. Por favor, te prometo que voy a
cambiar, que no voy a comparartemás, que voy a valorar lo que
haces. Leonel me sostuvo apenas 1
segundo y luego me apartó con suavidad, como si ya no pudiera
con mi contacto. Es tarde, dijo con la voz
quebrada. Ya no confío en tus palabras.
(22:31):
Recogió sus cosas en silencio los días siguientes.
Hasta que un martes por la mañana salió por la puerta con
una maleta en la mano. Yo me quedé en la sala
temblando, viendo como la persona con la que había soñado
una vida entera se alejaba para siempre.
Y ahí entendí lo cruel que habíasido.
Yo lo había perdido, no porque no me amara, sino porque no supe
(22:53):
valorarlo, porque lo comparé hasta desgastarlo.