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October 6, 2025 24 mins

Historias de Reddit

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(00:00):
Plané serle infiel a mi novio sólo porque me gustaba verlo
molesto conmigo, pero no creí que fuera para tanto.
Me llamo Irina, tengo 27 años. Si alguien me pidiera que me
definiera en una palabra, diría contradicción.
Siempre he tenido esa sensación de ser un torbellino en un mundo
que pide calma, de ser un fuego encendido en una habitación

(00:21):
donde todos prefieren la tibieza.
Desde niña fui así, inquieta, curiosa, con la manía de
cuestionarlo todo. Mientras mis compañeras se
contentaban con aceptar lo que los adultos decían, yo era la
que levantaba la mano para preguntar el por qué en casa.
Mi madre me decía que parecía tener el espíritu de la
contradicción y mi padre me miraba con esa paciencia que

(00:43):
sólo él podía tener, como si dijera Déjala.
Así es ella. Crecí sintiendo que la calma era
aburrida, que el silencio me ahogaba, que los días sin
discusiones eran días desperdiciados.
No hablo de peleas grandes ni derencores.
Sino de esos pequeños choques deideas, de opiniones, de
actitudes. Para mí discutir un poco era

(01:05):
como un juego, un recordatorio de que el otro estaba presente,
vivo, reaccionando esta peculiaridad, me acompaño
siempre, incluso en mis primerasrelaciones amorosas, mientras
mis amigas soñaban con novios, atentos, dulces y pacientes, yo
buscaba lo contrario, alguien que se irritará cuando yo
llegaba tarde, que se pusiera celoso si un chico me miraba.

(01:28):
Que me dijera en tono firme que no le gustaba algo.
Era un extraño placer ver cómo se crispaban sus gestos, como la
voz les cambiaba de tono. Y no, no es que fuera cruel, yo
también amaba. También daba detalles, también
me entregaba, pero lo mío era laintensidad, no la calma.

(01:48):
Quería sentir que la relación estaba en movimiento, que algo
pasaba y si no pasaba yo misma lo provocaba con el tiempo.
Me di cuenta de que esa manera de ser no era fácil de
sobrellevar. Varias parejas se cansaron.
Me llamaban dramática, caprichosa, insoportable y

(02:09):
quizás tenían razón, pero yo no sabía hacer de otra forma.
Me considero una mujer atractiva, aunque nunca me gustó
presumirlo demasiado. Soy de cabello castaño oscuro
ondulado hasta la cintura, ojos verdes que suelen delatar mis
estados de ánimo antes que mis palabras.
Y una sonrisa que, según dicen, mezcla dulzura y malicia.

(02:30):
Al mismo tiempo, esta combinación me ha servido para
salir de problemas y para meterme en otros.
En la vida profesional soy responsable, trabajadora,
incluso meticulosa. Pero en el amor, en el amor, soy
un torbellino, una mezcla de entrega y caos, de dulzura y
provocación. Así llegué a mis veintitantos

(02:52):
con un historial de relaciones rotas.
Con una personalidad que muchos no comprendían y con un vacío
que, aunque yo me empeñaba en disfrazar de independencia, no
dejaba de estar ahí hasta que conocí a Juan.
Y ahí empezó todo. La primera vez que vi a Juan no
fue nada romántico. No hubo chispas instantáneas ni

(03:13):
música de fondo como en las películas.
Fue de hecho un encuentro bastante normal, pero que
terminó cambiándolo todo. Yo estaba en mi último año de
universidad estudiando comunicación social.
Era una tarde de esas pesadas, con el calor colándose por las
ventanas del campus. Había ido a la biblioteca a

(03:34):
buscar un libro que necesitaba para un ensayo.
Pero como siempre me distraje enel camino, terminé sentada en
una de las mesas comunes ojeandoun texto que no tenía nada que
ver con mi tarea. Fue entonces cuando apareció
Pablo, un compañero con el que tenía una relación amistosa.
Venía acompañado de un chico queno había visto nunca.

(03:55):
Alto de hombros anchos, cabello oscuro y ligeramente
desordenado, con una mirada que,aunque tranquila, parecía
observarlo todo con detalle. Ese era Juan Pablo lo presentó
de manera casual. Irina el es Juan, un amigo de
ingeniería. Juan, ella es irina de

(04:15):
comunicación. Nos dimos la mano y lo primero
que noté fue la firmeza de su apretón.
Segura pero no invasiva. Lo segundo fue su expresión
seria, casi indiferente. ¿Yo, que estaba acostumbrada a
recibir sonrisas inmediatas o miradas curiosas, me encontré
con alguien que parecía poco impresionado y fue entonces

(04:37):
cuando, sin rodeos, me dijo, siempre hablas tanto o es sólo
porque estoy aquí? Me quedé helada.
Yo ni siquiera había dicho gran cosa.
Pero su comentario sonaba como una mezcla de broma y
observación directa. Me reí, claro, porque esa
insolencia me sorprendió y fue en ese instante cuando algo se

(04:58):
movió dentro de mí. No era el típico chico que
buscaba agrabar. Ese día no hablamos mucho más.
Ellos se fueron y yo seguí con mis cosas, pero me quedó grabada
su manera de mirarme como si no necesitara palabras para decir
lo que pensaba. Con el tiempo coincidimos en más
actividades. Siempre gracias a Pablo y cada

(05:20):
vez que hablaba con Juan sentía que me enfrentaba a un muro
tranquilo. Yo intentaba provocarlo con
comentarios sarcásticos y él respondía con calma, con lógica,
con esa firmeza que no se dejabaarrastrar por mis juegos.
Una noche, en una reunión con varios amigos, nos quedamos
conversando aparte. Yo estaba contándole una

(05:41):
anécdota absurda, exagerando como siempre, y él me miraba con
una mezcla de paciencia y diversión.
Entonces me soltó, y eres un torbellino.
Irina me da la impresión de que disfrutas desordenando la calma
de los demás. Me quedé en silencio.
Era la primera vez que alguien me describía de manera tan

(06:02):
precisa y en lugar de sentirme atacada, sentí un extraño
cosquilleo de emoción. Y eso es algo malo.
Y le pregunté desafiante, no necesariamente me respondió.
Pero sí, puede ser agotador. Esa sinceridad me desarmó, nadie
me había hablado así antes y poralguna razón, en lugar de

(06:26):
alejarme, me atrajó aún más. Desde ese momento empezamos a
pasar más tiempo juntos, primeroen Grupo, luego a solas.
Descubrí que Juan era lo opuestoa mí en casi todo, donde yo era
caos, él era orden, donde yo buscaba provocar, él buscaba
razonar. Y, sin embargo, entre los 2

(06:48):
había una tensión extraña, una atracción que se alimentaba
precisamente de nuestras diferencias.
Lo recuerdo bien. La primera vez que me acompañó
hasta mi casa, ya de noche, se detuvo antes de despedirse y me
dijo con esa seriedad suya que nunca sabía si era broma o no.
Tienes un carácter difícil, perome gusta.

(07:08):
Y ahí, en ese instante sencillo,sin flores ni declaraciones
grandiosas, empezó nuestra historia.
Si alguien me hubiera dicho que terminaría enamorada de alguien
tan distinto a mí, no lo habría creído.
Juan y yo éramos como 2 polos opuestos que por alguna razón
misteriosa se atraían con una fuerza casi magnética.

(07:29):
Yo era un torbellino, ya lo dije, Habladora, inquieta,
buscadora de conflictos pequeños, como quien busca un
condimento que de sabor a una comida insípida.
Juan, en cambio, era calma y firmeza, no era de los que
explotan. Sino de los que respiran
profundo y analizan antes de responder.
A mí eso me irritaba, pero también me fascinaba cuando

(07:52):
empezamos a salir nuestras primeras semanas fueron un campo
de pruebas. Yo probaba hasta donde podía
empujarlo, hasta donde toleraba mis comentarios ácidos, mis
ironías, mis llegadas tarde a propósito y él resistía.
Con una paciencia que a veces parecía infinita, con esa mirada
fija que me desarmaba y me hacíasentir como si estuviera bajo un

(08:14):
microscopio. Pero no todo era atención, había
momentos en los que nos entendíamos de una manera
sorprendente. Juan tenía un sentido del humor
sutil, casi escondido, que me hacía reír cuando menos lo
esperaba. Yo, con mi energía explosiva, lo
sacaba de su rutina y lo obligaba a improvisar.

(08:35):
Entre los 2 se formó un equilibrio raro.
Yo era la chispa, él era la contención.
Recuerdo una tarde en particular, estábamos en un café
después de clases. Yo hablaba sin parar de una
discusión absurda que había tenido con un profesor y Juan me
escuchaba con esa calma suya. Cuando terminé mi relato
exaltado, él se inclinó hacia mí, dijo, Eres como una tormenta

(08:59):
de verano, Irina, llegas, haces ruido, refrescas todo y luego
dejas a la gente mirando al cielo.
Sin saber qué pasó, me quedé mirándolo en silencio.
Pocas veces alguien me había descrito también, y Por Primera
Vez en mucho tiempo sentí que alguien me entendía no para
cambiarme, sino para aceptarme tal como era.

(09:22):
Claro, eso no significaba que todo fuera fácil, teníamos roces
frecuentes. Yo detestaba cuando él se
quedaba en silencio en medio de una discusión, como si no
mereciera gastar energía en enojarse conmigo.
Eso me volvía loca. Yo quería verlo alterado,
molesto con la voz subida, y él simplemente no caía en mis

(09:45):
trampas, pero de vez en cuando lo lograba una palabra.
Además, una provocación bien puesta y Juan alzaba la ceja
fruncía el ceño me decía en voz firme que ya bastaba y entonces
yo me sentía viva. No porque quisiera dañarlo, sino
porque ver esa reacción me confirmaba que me importaba lo
suficiente como para sacarlo de su calma habitual.

(10:08):
Éramos Incompatibles en muchos aspectos y, sin embargo, nos
elegíamos todos los días. Había algo en esa tensión que
nos mantenía unidos, una especiede juego peligroso pero
adictivo. Y aunque yo a veces me
preguntaba cuánto resistiría el mi manera de ser, también sabía
que no podía imaginarme con alguien diferente.

(10:30):
Después de más de un año saliendo, la idea de mudarnos
juntos empezó a flotar en nuestras conversaciones.
No fue algo que yo propusiera con seriedad, al menos no al
principio. Era más bien una broma mía.
Si ya aguantas mis locuras a distancia, imagínate lo que
sería vivir conmigo. Y le dije un día el sonrió, como

(10:52):
si la idea no le pareciera tan descabellada con el tiempo.
El tema dejó de ser una broma y empezó a convertirse en un plan
real. Mudarnos juntos fue un paso
grande, sobre todo. Por qué significaba poner a
prueba nuestra compatibilidad más allá de las citas, las
salidas y los ratos de ocio. Era enfrentarnos a la
convivencia diaria, los despertares, las rutinas, los

(11:15):
hábitos, las manías y yo tenía muchas manías.
Recuerdo el primer día en el departamento, era un espacio
pequeño. Con paredes blancas y un balcón
diminuto desde donde se veía un pedacito de la ciudad.
Yo estaba emocionada, recorriendo cada rincón como si
fuera un castillo, imaginando cómo lo decoraríamos donde

(11:37):
pondría mis libros, cómo se verían mis plantas en las
ventanas. Juan, en cambio, estaba
concentrado en lo práctico, armar los muebles, revisar que
todo funcionará, organizar lo esencial.
La primera noche fue un caos, cajas por todos lados.
Discusiones sobre dónde debía irla cama yo, que insistía en
colgar luces de colores, el que prefería algo más sobrio.

(12:01):
Terminamos exhaustos, pero también riendo en el suelo,
rodeados de cajas y comiendo pizza fría.
Y ahí, entre el cansancio y las risas, entendí que la
convivencia sería complicada, pero también llena de momentos
únicos. Claro que los choques no
tardaron en llegar. Yo era desordenada, dejaba ropa
tirada, olvidaba lavar los platos.

(12:23):
Juan era meticuloso, necesitaba que todo estuviera en su lugar.
Discutíamos seguido por cosas mínimas, la basura, el baño, la
comida. Pero al mismo tiempo esos
pequeños conflictos se convertían en nuestro
combustible. Yo seguía buscando provocarlo.
Si me decía que llegara a 1 hora, yo llegaba más tarde, si

(12:46):
me pedía que no gastara tanto entonterías, yo aparecía con
bolsas llenas de compras innecesarias.
Y aunque él trataba de mantener la calma, había momentos en los
que su paciencia se agotaba. Y ahí estaba yo, disfrutando de
verlo enojado, aunque al final siempre lo calmaba con caricias
o con un chiste que lo desarmaba.
Hubo también momentos dulces, cocinar juntos los fines de

(13:09):
semana, ver series hasta la madrugada, compartir silencios
que, aunque yo los odiaba, al principio aprendí a valorar.
Juan tenía esa capacidad de hacerme sentir segura.
Incluso cuando yo misma me saboteaba con mis juegos, vivir
juntos fue como poner un espejo frente a mí.
Veía reflejadas todas mis manías, mis contradicciones, mis

(13:31):
ganas de provocar y veía tambiénlo mucho que Juan me aguantaba,
lo mucho que me quería a pesar de todo.
Pero lo que no sabía en ese momento era que esa misma
necesidad mía de verlo reaccionar, de sentir que lo
sacaba de su eje, sería lo que más tarde me llevaría a cruzar
una línea que no debía. Lo que empezó como un juego
tonto en mi cabeza, poco a poco fue tomando forma en la

(13:53):
realidad. Yo siempre había sido esa clase
de chica a la que le gustaba poner a prueba los límites de
una relación. No porque no quisiera a Juan, al
contrario, lo amaba, sino porqueme fascinaba esa chispa que se
encendía cuando él se enojaba conmigo.
Había algo en su mirada cuando fruncía el ceño, cuando apretaba
la mandíbula y sus manos temblaban un poco de impotencia

(14:15):
que me hacía sentir viva. Como si necesitara ese
contraste, el dulce y atento Juan, que me consentía en todo,
y el Juan molesto reclamandome con voz firme.
Al principio sólo lo provocaba con cosas simples, llegar tarde
a las citas, no contestarle el celular a propósito, hablar
demasiado tiempo con algún chicoconocido.

(14:36):
Y si él se enojaba. Pero también después de esas
peleas venían reconciliaciones intensas, abrazos más largos.
Besos con más hambre, noches donde él me buscaba con
desesperación. Era como si molestarle sacara
una parte de él que en la rutinase dormía.
El problema fue cuando mis juegos ya no me bastaron.

(14:58):
Una noche charlando con una amiga en un bar, ella me dijo en
tono burlón, si tanto te gusta que se ponga celoso porque no
vas más allá, invéntate un amante o al menos hazle creer
que tienes a alguien más, yo reí.
Pero esa idea se quedó en mi cabeza durante días.
Pensé en cómo sería. Me decía, no tengo que llegar a

(15:22):
nada físico, sólo insinuar lo suficiente para que Juan se
vuelva loco y lo empecé a hacer.Me cuidaba de dejar mensajes en
mi celular, me reía demasiado con los chicos del trabajo
cuando él pasaba a recogerme. Incluso dejaba escapar frases
ambiguas como hay hoy alguien medijo algo lindo.
Juan lo notaba. Y se enojaba.

(15:45):
Yo veía en sus ojos esa mezcla de dolor y rabia que tanto me
atraía, pero al mismo tiempo sentía una punzada de culpa.
El confiaba en mí, confiaba ciegamente y aún así yo seguía
apretando esa cuerda para ver hasta dónde llegaba.
Una tarde de sábado decidí dar un paso más.
Fui a una reunión con antiguos compañeros de secundaria y allí

(16:08):
estaba Diego, un chico con el que alguna vez tuve coqueteos
inocentes. Nada serio, solo esas tonterías
adolescentes. Cuando lo vi, recordé
automáticamente las palabras de mi amiga Diego seguía siendo
atractivo, más maduro, con esa sonrisa confiada que parecía
querer derribarme en segundos. Conversamos, reímos y en un

(16:31):
momento él me dijo, Nunca pensé que acabarías con alguien tan
tranquilo. Siempre creí que ibas a terminar
con un loco como yo. Esa frase fue la chispa.
Era perfecta para mi juego. Esa misma noche, cuando volví a
casa, mencioné casualmente a Diego frente a Juan.

(16:51):
Le conté que había estado en la reunión y exageré un poco la
manera en que nos reímos juntos.Bastó con decir su nombre 3
veces para que Juan Endureciera el gesto.
Yo por dentro sonreía. Lo había conseguido otra vez,
verlo molesto, desconfiado, tenso.
Pero lo que no preví fue que Juan no se quedaría solo en un

(17:12):
enojo pasajero esa noche despuésde una pelea en la que me gritó,
ya no sé si de verdad quieres estar conmigo o no.
Irina se fue de la casa. Yo me quedé helada, nunca lo
había visto marcharse. Siempre volvía a calmarse,
siempre terminaba abrazándome alfinal, pero esta vez la puerta

(17:35):
se cerró y yo quedé sola con un nudo en la garganta.
¿Me miré al espejo y me pregunté, Qué estás haciendo?
Pero al mismo tiempo mi ego me decía, sólo está jugando
contigo. Mañana volverá.
Como siempre. No imaginaba que mi plan de
hacerlo enojar para encender la pasión estaba a punto de
arrastrarme, mucho más lejos de lo que jamás pensé.

(17:58):
Los días siguientes fueron un infierno silencioso.
Juan no me hablaba como antes, sus mensajes eran cortos, secos.
Ya no me buscaba con esa desesperación que yo disfrutaba
tanto y lo peor era que yo cercadecidí escalar todavía más.
No sé qué parte de mí se empeñaba en pensar que si lo

(18:18):
empujaba al límite, él reaccionaría con más fuerza y lo
tendría de vuelta a mis pies. Comencé a responder a Diego.
Primero fueron charlas inocentes, un par de bromas en
WhatsApp, pero poco a poco me deje llevar.
No había beso, no había cariciastodavía.
Pero sí insinuaciones. Él me decía cosas como, no

(18:41):
entiendo cómo Juan no te cuida más.
Si yo tuviera la suerte de tenerte, no te dejaría ni 1.
Segundo. Y yo respondía con esas frases
ambiguas que eran casi una invitación.
Cada palabra que escribía me hacía sentir un cosquilleo en el
estómago, una adrenalina que se mezclaba con miedo.
Porque si Juan se enteraba, no sería sólo un enojo, podría

(19:03):
significar el final. Un viernes por la noche salí con
unas amigas y en realidad terminé encontrándome con Diego.
Fue la primera vez que lo hice escondidas y aunque juraba que
sólo sería un café inocente, terminé riéndome tanto con él,
tocándole la mano al despedirnosy quedándome con una sensación
peligrosa. ¿Cuando volví a casa, Juan me

(19:26):
estaba esperando, no gritó, no me reclamó, solo me miró
fijamente y dijo, cuál es distinto?
Como si alguien más hubiera Estado cerca.
Ese comentario me atravesó el pecho.
Me puse a la defensiva fingí indignación.
Le dije que estaba paranoico y aunque me creyó a medias, su

(19:47):
mirada dejó en claro que algo ensu confianza se estaba
rompiendo. Esa noche, mientras me acostaba
junto a él, mi corazón latía desbocado.
Tenía a Juan a mi lado, el hombre que de verdad amaba, el
que me conocía mejor que nadie yal mismo tiempo.
Mi mente revoloteaba con la ideade Diego de lo fácil que era
jugar con fuego. Me prometí 1000 veces que no iba

(20:11):
a cruzar la línea, pero la verdad era que ya la había
cruzado en mi corazón. No había contacto físico aún,
pero la traición ya se había sembrado.
Y lo más irónico de todo era queel plano original provocara a
Juan para verlo molesto. Había dejado de ser un simple
juego. Ahora era un laberinto del que
no sabía cómo salir. Porque lo que empezó como un

(20:33):
capricho mío se estaba convirtiendo en una traición que
podía destrozar mi relación. Yo no lo sabía en ese momento,
pero esa obsesión por ver a Juanenojado iba a terminar
costándome mucho más de lo que yo jamás hubiera estado
dispuesta a pagar. Todo se me fue de las manos más
rápido de lo que imagine. Yo seguía jugando con fuego,
convencida de que podía mantenerlo bajo control, que

(20:56):
Juan me perdonaría todo porque me amaba demasiado, pero estaba
equivocada. La realidad me golpeó una noche
que todavía puedo sentir en la piel.
Era martes, había quedado con Diego en un bar solo para
conversar y aunque repetía en mimente que no iba a pasar nada,
cada palabra, cada risa, cada roce mínimo con él me hundía más

(21:17):
en esa trampa. Al volver a casa, con el corazón
acelerado, encontré a Juan sentado en el sillón, la mirada
fija en el suelo, los ojos enrojecidos.
No tuve tiempo de inventar excusas.
Él no necesitaba pruebas, ya lo sabía.
¿Por qué lo haces, Irina? Me preguntó con una calma que me

(21:38):
heló más que cualquier grito, noestoy haciendo nada.
Mentí con la voz temblorosa, claro que sí, no necesitas
decírmelo, tus ojos lo dicen, tumanera de hablar hasta la forma
en que te alejas de mí. Me quedé en silencio, incapaz de
sostenerle la mirada. Lo que yo había visto como un

(22:00):
simple juego para él era una daga en el pecho.
¿Sabes qué es lo peor? Continuó, que yo me habría
quedado contigo a pesar de todo.Si me hubieras dicho que estabas
aburrida, que necesitabas algo más, yo habría hecho lo
imposible por complacerte, pero jugaste conmigo y dina, me

(22:20):
convertiste en un experimento, sus palabras me rompieron por
dentro. Quise abrazarlo, pedirle perdón.
Jurarle que nada había pasado con Diego más allá de unas
conversaciones tontas, pero Juanya no era el mismo.
Su mirada no tenía rabia, tenía cansancio, un cansancio que me

(22:40):
asustó más que cualquier pelea. Ya no puedo más, dijo finalmente
poniéndose de pie. No quiero a una mujer que me vea
como un juguete para encender sus emociones.
Yo te ame de verdad, pero me cansé de ser el único que lucha
por esto. Sentí que el suelo desaparecía
bajo mis pies, corrí hacia él, le tomé la mano, lloré como una

(23:03):
niña y no Juan, por favor, no lodejes así, yo te amo, yo solo.
Yo solo quería sentir algo distinto, no pensé que sería
para tanto. Él apartó mi mano con delicadeza
como si aún le doliera lastimarme.
Me miró por última vez y dijo, amar no debería doler de esta

(23:24):
forma y se fue. Esa puerta que se cerró detrás
de él fue como único que retumbóen todo mi cuerpo.
Me quedé sola, rodeada de mi propio desastre, entendiendo al
fin lo que había hecho. Yo creí que controlaba El juego,
que podía mover las piezas a mi antojo y que al final él
seguiría allí inquebrantable. Pero no, Juan se fue y con él se

(23:49):
fue esa parte de mí que de verdad sabía amar.
Me quedé de pie en silencio. Con la garganta seca y el
corazón hecho pedazos. Y Por Primera Vez comprendí que
las personas no son juguetes, que mi necesidad absurda de ver
lo molesto me había costado el único amor verdadero que había
tenido.
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