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June 14, 2025 49 mins

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Speaker 1 (00:01):
Durante más de una semana, todos dijeron lo mismo
Esto huele raro, lo dijo uncliente, lo dijo una cajera, lo
dijo un vecino Y cada vez quellamaron les respondieron igual
No hay peligro, todo está bajocontrol.
Pero esa mañana la tierratembló, los pisos colapsaron y

(00:23):
33 vidas quedaron sepultadasentre concreto humo y
negligencia.
Hoy vamos a conocer cómo unafuga invisible cambió a Puerto
Rico para siempre.
Esta es la historia de laexplosión en Humberto Vidal.
Just the emergency All unitsrespond, be advised.

(00:44):
Suspect is armed.
Injustice, extreme dangerProceed with caution Officers on
the scene, suspect is incustody.
Hola, mi gente, bienvenidos asu canal.
Delitos de Sangre.
Yo soy Magaly.
Gracias por estar conmigodurante este nuevo episodio,
como siempre.
Los invito a que sean parte deesta familia, se suscriban al

(01:07):
canal, me dejen un comentario,un like o me compartan, para que
este video de delitos de sangrellegue a donde más personas.
Río Piedras, puerto Rico, nosiempre fue solo un barrio
dentro de San Juan.
Hubo un tiempo en que fue unpueblo aparte, con su propio
alcalde, su plaza, su gente y sucomercio.
Un municipio vibrante, lleno demovimiento, de cultura y de

(01:29):
historia.
En 1951, cuando se integróoficialmente como parte del
municipio de San Juan, eso nodesapareció, río Piedras siguió
siendo un corazón latiendodentro de la capital.
La vida en el área era intensaEstudiantes de la Universidad de
Puerto Rico caminando conlibros en la mano, ancianos

(01:51):
sentados en la plaza, madres consus hijos saliendo del Colegio
La Milagrosa, vecinos comprandoen los puestos del Paseo de
Diego.
Ese era el Río Piedras del 96.
Cálido, ruidoso, lleno demovimiento, un espacio donde
todos se conocían, donde elbullicio tenía nombre y rostro.
A mediados de los 90, era uncentro comercial urbano.

(02:15):
El casco de Río Piedras era unlaberinto de calles estrechas
llenas de kioscos, de tiendas,de ferreterías, vendedores
ambulantes, panaderías, deópticas y de farmacias.
Y entre todas esas tiendashabía una que destacaba Humberto
Vidal.
La empresa había sido fundadapor el empresario puertorriqueño

(02:37):
del mismo nombre, humbertoVidal, décadas atrás.
Décadas atrás, era una tiendadedicada a la venta del calzado,
perfumes, carteras, accesoriosy artículos escolares, entre
otras cosas.
Sus promociones atraían tanto aresidentes de Río Piedras como
a otras personas de otrospueblos.
Si vivías en Puerto Rico en esaépoca, lo más probable es que

(03:00):
por lo menos una vez en tu vidapisaste una tienda Humberto
Vidal.
Que por lo menos una vez en tuvida pisaste una tienda Humberto
Vidal.
Con el tiempo, humberto Vidal seconvirtió en una cadena sólida
y respetada, en un símbolo decomercio local exitoso.
Tenía presencia en centroscomerciales importantes como
Plaza Las Américas y PlazaCarolina, pero el edificio de

(03:21):
Río Piedras era especial.
Ese local, ubicado en laesquina de la calle González con
la Paseo de Diego, no era soloun punto de ventas.
Era la sede central.
Era un edificio de seis pisosimponente con fachada moderna.
En los primeros dos nivelesestaba la tienda principal, en

(03:42):
el segundo piso también sealbergaba una joyería.
En el tercer piso operaba unatienda de música llamada Disco
Feria y en los pisos superioresestaban las oficinas
administrativas de la empresa.
El sótano era prácticamente elalmacén donde se guardaban las
cajas, inventarios, mercancía ymaquinaria.
Quienes trabajaban allí lodescribían como un lugar

(04:06):
dinámico y exigente, perofamiliar.
La empresa contaba con unequipo leal, muchos de ellos
empleados de años.
La tienda abría temprano, semantenía limpia y organizada,
siempre tenían buena música yvitrinas llamativas.
Cada diciembre el local setransformaba con decoraciones
navideñas que iluminaban laesquina completa.

(04:28):
Era imposible pasar por allí yno mirar.
En ese edificio tambiéntrabajaban empleados de
confianza, como Elsa CruzSantiago, quien era vendedora de
joyería, irma Rivera, laempleada de la tienda de discos,
y Félix Torres, quien formabaparte del personal de
mantenimiento, personas comunes,padres, madres, estudiantes,

(04:51):
gente trabajadora.
Durante décadas ese edificiofue testigo de miles de vidas
cotidianas Trabajadores buscandozapatos escolares para sus
hijos, jóvenes bajando aescuchar música en los pasillos
de discoferia Empleados cargandocajas por las escaleras
traseras.
A diario, decenas de personasentraban y salían del edificio

(05:15):
sin pensar en el riesgo ocultoque se acumulaba bajo sus pies.
A mediados de octubre de 1996,empleados de la tienda
comenzaron a notar un olorextraño.
No era constante, a vecesestaba, a veces no, pero cuando
aparecía era fuerte.

(05:36):
Un dolor que algunosdescribieron como olor a huevo
podrido, el clásico signo delmercaptano, el químico que se
añade al gas para que seadetectable.
En las dos semanas previas a laexplosión, algo realmente andaba
mal.
Dentro del edificio HumbertoVidal.
Ese olor ya era persistente.

(05:57):
No era sutil, no eraintermitente.
Era constante, penetrante einconfundible.
Olía a gas, un gas que picabaen la garganta, que irritaba los
ojos, que se quedaba pegado enla ropa Y lo peor era que venía
de abajo del sótano.

(06:18):
Los primeros en notarlo fueronlos empleados del almacén, luego
lo sintieron los que trabajabanen la tienda y luego subió
hasta los pisos más altos.
El olor era tan fuerte queincluso los vecinos del área lo
detectaban al pasar frente aledificio.
Ahora, la gerencia de la tiendano ignoró los reportes.

(06:38):
Hicieron lo que lescorrespondía.
Llamaron a San Juan Gas Company,la empresa encargada del
servicio de gas licuado en esaárea, y técnicos fueron al
edificio Una, dos, tres veces Yen cada visita realizaron
inspecciones superficiales.
Llegaron a perforar la acerafrente al local buscando si

(07:08):
había alguna fuga en el sistemasubterráneo, pero no encontraron
nada.
Los informes de San Juan Gasindicaban que no había peligro.
La tienda en sí no teníaservicio de gas contratado¿.
De dónde provenía entonces eseolor?
Posiblemente pensaban que setrataba de un escape cercano
pero externo, que también eraposible que ese olor era causado

(07:31):
por el cuero o el pegamento delos zapatos.
Pero los empleados sabían quealgo estaba mal.
Pedro Luis Cruz, el supervisorde mantenimiento, los reportó
varias veces.
Luis Enrique Vázquez, gerentede seguridad, insistía que el
olor era normal.
Incluso algunos de los técnicosque fueron al lugar comentaron

(07:53):
entre ellos que el olor no erausual, pero oficialmente no se
emitió ninguna alerta.
El día 20 de noviembre serealizó una tercera inspección,
otra vez sin hallazgos críticos.
No se recomendó evacuar eledificio, nadie pidió cerrar la
tienda y la operación continuócomo si nada.

(08:15):
En realidad, nada parecía fuerade lugar.
Todo parecía fluir como siempre, pero lo que no sabían o no
vieron fue que el gas ya habíaencontrado su camino Por debajo
de la tierra a través depequeñas grietas en la tubería,
se había ido acumulando en elsótano del edificio, día tras

(08:36):
día, litros y litros de gaspropano comprimido, encerrado en
un espacio donde no habíaventilación adecuada, donde la
más mínima chispa podría desataruna tragedia.
Puerto Rico estaba solo horas dedespertar, con una herida que
nunca cerraría.
El jueves 21 de noviembre de1996, río Piedras amaneció como

(09:03):
siempre.
Ese jueves amaneció claro, uncielo azul sin promesas de
lluvia, típico de noviembre enSan Juan.
Eran días previos a la Navidady las tiendas estaban
preparándose para la época demayor movimiento.
El tráfico era habitual, losestudiantes caminaban rumbo a

(09:24):
clase y en el aire había eseajetreo cotidiano de un pueblo
que vivía acelerado.
En el Colegio La Milagrosa,justo al frente del edificio
Humberto Vidal, los maestrospasaban lista, niños uniformados
tomaban asiento en sus pupitres, mientras las religiosas que
dirigían el plantel organizabanel día.

(09:44):
En la tienda Humberto Vidal,los empleados acomodaban
vitrinas, subían mercancía desdeel sótano y se preparaban para
abrir sus puertas oficialmentepara los clientes.
El edificio estaba lleno devida.
Algunos trabajadores de lasoficinas administrativas ya
estaban en sus escritorios, losde Discoferia, en el tercer piso

(10:06):
, hablaban sobre el nuevocargamento de discos que había
llegado esa semana.
Era una mañana común, casiperfecta, pero a las 8 y 35 de

(10:37):
la mañana del 21 de noviembre de1996, todo cambió.
Sin aviso, sin tiempo parareaccionar, una explosión
sacudió el casco urbano de RíoPiedras.
Una tremenda explosión de gas,silenciosa en su origen, pero
devastadora en consecuencia.
La detonación fue tan violentaque, en segundos, cuatro de los

(10:57):
seis pisos del edificiocolapsaron sobre sí mismo.
Una tras otra, las losas deconcreto cayeron como fichas de
dominó.
El estallido partió el corazóndel edificio desde el sótano y
la onda expansiva fue tan brutaly tan violenta que los
cristales de las vitrinassalieron disparados hacia la

(11:17):
calle como proyectiles.
Los autos estacionados alfrente quedaron aplastados por
los escombros.
Pedazos de concreto volaronhasta el otro lado de la Paseo
de Diego.
Las ventanas del Colegio LaMilagrosa se rompieron.
Era como si las ventanas sehubieran convertido en cuchillos
voladores.
Los niños gritaron Tras laexplosión.

(11:38):
Por unos segundos hubo silencioabsoluto, desde que te revienta
los oídos.
Luego llegó el sonido máshumano que existe el grito de
alguien pidiendo auxilio.
Y en esos segundosinmediatamente posteriores reinó
el caos.
Algunos pensaron que era unterremoto, otros que era una

(12:00):
bomba.
Minutos después del estruendo,el aire en Río Piedras era
irrespirable Olor a gas, humogris, gente caminando como
zombies, con sangre en el rostro, con la ropa rasgada.
Algunos gritaban por susfamiliares, otros simplemente no
podían hablar.
Las monjas actuaron deinmediato, sacando a los

(12:22):
estudiantes del edificio, sinsaber si algo más podría
explotar.
En la calle todo era confusiónAlarmas sonando, gente corriendo
sin dirección, gritos pidiendoayuda.
Algunos salían de entre losescombros cubiertos de sangre,
otros estaban atrapados.
Se escuchaban voces gritandodesde abajo ayuda, estoy vivo.
Todo sucedió en cuestión desegundos.

(12:45):
La zona que minutos antes eraun centro de actividad, ahora
era un campo de ruinas.
Puerto Rico estaba a punto deenfrentar una de las tragedias
civiles más dolorosas de suhistoria moderna.
La calle quedó cubierta por unanube espesa de polvo gris.
El concreto pulverizado cubríatodo las aceras, carros,

(13:08):
vitrinas, señales, zapatosperdidos, un pie asomándose
entre dos bloques, una carteraabierta, una mano inmóvil.
Los primeros en reaccionarfueron los propios vecinos y
comerciantes.
La gente no esperó por lasautoridades.
Comenzaron a levantar pedazosde concreto con sus propias
manos.
Uno de ellos era Rubén delValle, vendedor de la tienda,

(13:32):
que sobrevivió porque aún nohabía entrado al edificio.
Fue uno de los primeros enmeterse entre los escombros
buscando a sus compañeros.
Él no era rescatista, no teníacasco, solo tenía coraje y
necesidad desesperada de sacar aalguien con vida.
Ese acto de valentía salvó unavida.
Maestras del Colegio LaMilagrosa también actuaron al

(13:55):
instante.
Sacaron a los niños, losllevaron al patio, los contaron
uno por uno y abrieron laspuertas para que los rescatistas
usaran las instalaciones comocentro de triage.
La Policía de Puerto Rico, elCuerpo de Bomberos, el Negociado
de Manejo de Emergencias yUnidades de Rescate Urbano, la
Guardia Nacional llegaron a laescena en cuestión de minutos y

(14:15):
más tarde equipos especializadosde la FEMA y rescatistas de
Nueva York y Florida.
Pero los primeros que realmentemarcaron la diferencia fueron
los ciudadanos comunes.
Formaron cadenas humanas pararemover los escombros.
Más livianos Se usaron cubos,palas, barras de metal y los que
no podían mover concreto, lesdieron agua, ayudaban a calmar a

(14:37):
los heridos o simplemente sequedaron a orar.
Los bomberos entraban conrespiradores, algunos con
cámaras térmicas, otros conperros entrenados para detectar
vida bajo tierra.
Cada señal, cada ladrido, cadaleve sonido era una esperanza.
El cardenal Luis AponteMartínez llegó al lugar antes

(15:00):
del mediodía, caminó entre losescombros, se quitó la sotana y
comenzó a dar la extrema uncióna los cuerpos, que iban sacando
uno por uno y colocaban,cubierto con sábanas, frente al
Colegio La Milagrosa.
Ese colegio se convirtió enmorgue, se convirtió en hospital
, en el refugio y en altarimprovisado al mismo tiempo.

(15:24):
Las primeras 24 horas fueronextremas porque se temía una
segunda explosión.
La estructura estaba inestable,pero nadie se detuvo, nadie
dijo.
Hasta aquí, día y noche, bajolluvia, calor y polvo, los
rescatistas siguieron canes y ala lucha.

(15:50):
Se detuvo en seco, viendo latelevisión, escuchando la radio,
preguntándose si lo que estabapasando, si lo que estaban
viendo era real.
Pero era real, era más real quenunca.
Ese día, puerto Rico entero sedetuvo.
Las emisoras interrumpieron suprogramación.
Las noticias no hablaban deotra cosa.
Nadie entendía aún qué habíapasado, pero todo el mundo
sentía que algo muy grande, muygrave acababa de romper el

(16:15):
corazón de una comunidad.
Entre los rescatados estabaJosé Santiago, un joven que
trabajaba en la tienda y estuvoatrapado por casi 70 horas bajo
una montaña de concreto.
Lo encontraron gracias a unmicrófono sísmico que captó
golpes débiles.
Cuando lograron sacarlo, medio,puerto Rico lloró frente a la

(16:36):
pantalla del televisor.
Las primeras cifras comenzarona filtrarse con el pasar de las
horas Al principio decían quehabían cinco muertos, después
diez y al anochecer ya eran másde 20.
Fueron 33 personas las queperdieron la vida ese 21 de

(16:58):
noviembre de 1996.
33 vidas, no números, noestadísticas.
Gente.
Gente con familia, con sueños,con vidas plenas.
Algunos fallecieron al instante, otros murieron atrapados entre
los escombros, otras en elhospital y muchas más
sobrevivieron, pero jamásvolvieron a ser las mismas.

(17:23):
Entre las víctimas estaba NitsaBaez, una empleada de la
discoferia que llevaba más deocho años trabajando en el
tercer piso.
Aquella mañana llegó mástemprano del usual porque tenía
que organizar un pedido.
Su madre la vio salir de lacasa con una sonrisa.
Nitza fue una de las primerasen ser identificadas.

(17:45):
Juan García López, de 24 añosapenas, comenzaba su primer día
de trabajo en la tienda HumbertoVidal.
Ese día estaba en el sótanopreparando cajas de mercancía.
Juan García López nunca logrósalir.
Su hermano, empleado también dela empresa, fue quien tuvo que
identificar su cuerpo por elreloj que llevaba en la muñeca.

(18:08):
También perdió la vida CristinaDelgado, una clienta habitual
que había entrado esa mañanabuscando zapatos escolares para
su hija.
Estaba con su niña en la tiendacuando todo colapsó.
La niña sobrevivió, cristina no.
Otra víctima fue Carlos RiveraColón, un mensajero que se

(18:29):
encontraba en el segundo pisohaciendo una entrega a la
joyería.
Su cuerpo fue uno de los másdifíciles de recuperar por la
posición en la que quedó,atrapado entre columnas rotas y
acero retorcido.
Los nombres se multiplican,multiplican Luis Rosario, carmen
Ortiz, víctor Manuel Quiles,judith López, héctor Andújar,

(19:01):
wilma Ramos, jorge Lebrón, ramónGonzález, y así hasta llenar 33
espacios.
Algunos eran trabajadores, otrosvisitantes, algunos estaban de
paso.
Hubo historias de hermanos quemurieron juntos, de empleados
que estaban ese día cubriendo unturno para otro compañero, de
clientes que solo iban a haceruna compra rápida.
Mientras tanto, en losescombros se vivió una operación
de rescate lenta y dolorosa.

(19:23):
Los cuerpos eran encontradosaplastados, calcinados,
atrapados entre vigas y concreto.
Algunos no eran reconocibles.
Se necesitaron días paraidentificarlos.
Otros fueron encontrados porqueuna mano salía entre los
bloques o porque un perroladraba con insistencia en un
punto.

(19:43):
A todos los unió ese instantebrutal.
Entre todos esos nombres queempezaron a sonar en las
noticias, hubo una queestremeció a Puerto Rico la de
Maritza Ramos y sus dos hijaspequeñas.
Maritza tenía 31 años y fue unade las primeras víctimas en ser

(20:04):
reconocidas.
Aquella mañana había salido consus niñas de 4 y 3 años para
hacer una diligencia rápida.
Algunas versiones dicen queentró a la tienda Humberto Vidal
a comprar zapatos, otras queiban simplemente de paso.
Pero lo cierto es que las tresestaban dentro del edificio

(20:28):
cuando ocurrió la explosión,cuando el sótano estalló y los
pisos comenzaron a colapsar.
Nadie tuvo tiempo de reaccionar.
Maritza quedó atrapada entre losescombros.
Murió en el acto mientrassostenía a sus hijas de la mano.
Increíblemente, sus hijassobrevivieron.
Los rescatistas las encontraronentre los restos, cubiertas de

(20:52):
polvo, confundidas y llorando.
No se sabe con exactitud cómoescaparon a la muerte.
Algunos dicen que una de ellasestaba debajo de una estructura
que la protegió.
Otros creen que cayeron justoun espacio donde no colapsó el
concreto.
Pero lo que sí se sabe es quesalieron vivas, aunque no

(21:14):
intactas, porque el cuerpo salió, sí, pero la mente se quedó
allí Con el tiempo.
Su abuela, justina Rivera,hablaría del estado de sus
nietas.
Una de ellas decía que parecíauna zombi sin emociones, sin
energía.
Ambas quedaron con traumasseveros.
En una entrevista años después,justina decía que la muerte de

(21:37):
su hija las habría destruido pordentro.
Dijo y cito no estoy vendiendola muerte de mi hija, pero mis
otras dos niñas quedarondestrozadas.
Y todavía estamos aquíesperando justicia.
El padre también presentó unademanda por el daño emocional
que vivían las niñas.
Mi gente, el dolor a veces nose grita, se guarda, se arrastra

(22:02):
, y eso fue lo que pasó conestas dos niñas.
Salieron vivas, pero nuncavolvieron a ser las mismas.
Los familiares vivieron uncalvario de días.
Algunos iban a hospitales,otros a la morgue, otros se
quedaban frente al cordón deseguridad esperando escuchar un
nombre, una pista, un milagro.
En muchos casos laidentificación se hizo por

(22:25):
objetos personales, fragmentosde ropa, una cadena o una prenda
.
El gobierno ofreció apoyopsicológico, pero era evidente
que el país entero estaba enduelo.
El luto fue nacional, no solopor las víctimas, sino por el
trauma colectivo de haberpresenciado cómo, en plena

(22:45):
rutina, una tragedia podíaarrancar a tantos de golpe.
El 23 de noviembre se celebróuna misa colectiva en la Plaza
de Convalescencia, cientos depersonas encendieron velas, se
leyeron los nombres, uno por uno, y cada nombre fue respondido
con un presente porque, aunquesus cuerpos se hayan ido, esas

(23:07):
vidas seguían presentes en lamemoria de quienes los amaron y
en la historia de un país quejamás debe olvidar lo que pasó.
Apenas comenzaron a remover losescombros, la pregunta era
inevitable Qué pasó?
Pasó?

(23:44):
Desde el primer momento lasautoridades sabían que esto no
había sido un simple accidenteestructural.
La manera en que explotóelciado de Ciencias Forenses.
Comenzaron a trabajar coninvestigadores del National
Transportation Safety Board, elNTSimas líneas eléctricas
destruidas, pero había queencontrar la causa.

(24:16):
Tras la devastadora explosión enla tienda de Humberto Vidal,
los investigadores comenzaron abuscar respuestas entre los
escombros.
Dos hallazgos físicos fueroncruciales para entender la
magnitud y el origen de latragedia.
Una de ellas fue una viga deacero completamente torcida, no

(24:37):
por el peso o por un colapsolento, sino por el calor y la
presión de una explosión.
El metal literalmente se habíadoblado como si fuera plasticina
, algo que solo sucede con unadeflagración masiva.
Ese detalle fue significativo,ya que las explosiones que
ocurren en los nivelessuperiores tienden a empujar

(24:58):
estructuras hacia abajo.
Pero una viga doblada haciaarriba sugiere que la fuerza
provino desde abajo.
Pero quizás lo más impactantefue lo que encontraron en el
techo del edificio Zapatos,huellas de decenas de zapatos
que, al momento del estallido,volaron desde el piso más bajo,

(25:20):
la tienda, hasta aterrizar en eltecho del sexto piso.
Imagínatelo, el poder de esaexplosión fue tan fuerte, tan
brutal que proyectó objetos ycuerpos hacia arriba, no hacia
los lados.
Eso no ocurre con una explosiónnormal de gas en cocina.
Eso es una acumulación masiva,lenta y silenciosa de gas

(25:41):
propano en un espacio encerrado.
Mi gente, el sótano.
Estos elementos físicos, juntocon otros hallazgos, ayudaron a
los investigadores a concluirque la explosión se originó en
el sótano.
Otro hallazgo sumamenteimportante fue una acumulación
de gas propano en el sótano, loque confirmó la sospecha que ya

(26:04):
estaba en boca de todos Eso nofue una bomba ni un acto
terrorista.
Eso fue una fuga.
Los funerales comenzaron casi deinmediato.
Algunas familias velaron a susseres queridos en sus
comunidades, otros lo hicieronen Río Piedras, cerca del lugar
donde todo ocurrió.
El gobierno de Puerto Ricodeclaró tres días de duelo.

(26:28):
Las banderas ondearon a mediahasta En las escuelas, se guardó
un minuto de silencio y losmedios detuvieron la
programación habitual para darespacio a la cobertura en vivo.
El Colegio La Milagrosa, quetambién sufrió daño, se
convirtió por semanas en unsímbolo de fe de resistencia.

(26:49):
Las religiosas que dirigían elcolegio recibieron cartas de
todo Puerto Rico.
Los niños fueron transferidostemporalmente a otras escuelas.
Algunos no volvieron nunca más.
Otros tardaron años en superarel trauma.
Hubo casos de estréspostraumático severo.
Psicólogos y trabajadoressociales fueron asignados a la

(27:12):
comunidad durante meses.

Speaker 2 (27:15):
Qué es lo que espera?
Yo creo que hasta ahora va muybien y yo sé que lo que ustedes
que están viendo esto saben queno es tan sencillo como
aparentaría mover esas vigas yponerla en posición sin que haya
ningún golpe fuerte, pero hastaahora la operación va muy bien.

(27:36):
¿a este momento, cuántacolaboración federal se ha
recibido en este caso?
Bueno, la colaboración federalha sido excelente Desde el
momento que solicitamos alpresidente Clinton que nos diera
el apoyo para esta crisis, queinmediatamente respondió declaró
esto una emergencia, undesastre, liberando así la

(28:01):
posibilidad de que vinieran unosequipos, equipos que están ya
aquí a varias horas delincidente, laborando en Puerto
Rico Primero, un equipo que estáevaluando las causas, el origen
de este suceso, y otros queestán laborando conjuntamente
con nuestro personal de lasdiferentes agencias.

(28:22):
En todas estas gestiones que seestán haciendo ahora, ya sea en
la de búsqueda, ya sea en laparte de asegurar la estructura,
En todo eso hemos tenido unacolaboración federal excelente.
Una última pregunta por favor.
Familiares de las víctimas, ¿quéservicios se les está
ofreciendo?
Ustedes han visto que hay unaserie de equipos también que se

(28:46):
han activado paraindividualmente a todos los
familiares darle primeroinformación y segundo, darle
apoyo psicológico para quepuedan movilizar los recursos
familiares, las redes familiaresy de amistad que tenga cada
familia En esta situación.
Son equipos de profesionales.
Está envuelto el departamentode la familia, está envuelto el

(29:10):
AMSCA.
De hecho también se han hechoacercamientos para la población
en general, Se han ofrecidopsicólogos para que puedan
responder Y creo que se hanofrecido esos servicios a los
medios de comunicación quequieran así utilizarlo.

Speaker 1 (29:27):
La zona alrededor del edificio fue clausurada.
Nadie quería pasar por allí yse evitaba Porque era como
caminar por un cementerio sinlápidas.
Los investigadores comenzaron arevisar los informes previos y
ahí es donde todo comenzó atomar forma.
Durante las siete semanasanteriores a la tragedia, los

(29:49):
empleados, vecinos ycomerciantes de la zona habían
reportado aquel olor a gas.
Varios reportes fueron enviadosa la San Juan Gas Company,
filial de Enron.
Los técnicos fueron aquellastres veces a revisar.
Las últimas inspecciones sehicieron un día antes y la misma
mañana de la explosión.

(30:10):
Y el diagnóstico no se encontrófuga, pero el gas estaba ahí.
Diagnóstico no se encontró fuga, pero el gas estaba ahí.
El gas provenía de una línea dedistribución subterránea
conectada a la San Juan GasCompany.
En teoría, esa línea debíaestar cerrada y fuera de
servicio desde hacía meses, peroen la práctica la tubería tenía

(30:31):
un escape en una sección debajodel pavimento frente al
edificio.
El gas había estado filtrándosedurante semanas o días,
desplazándose por la tierra yacumulándose en el sótano de la
tienda sin que nadie lo notaravisualmente.
Técnicos de San Juan GasCompany perforaron la acera,

(30:51):
midieron niveles deconcentración de gas e incluso
caminaron con detectoresportátiles dentro del local,
pero todas las visitasconcluyeron que no había fuga
activa.
Incluso la misma mañana del 21de noviembre, pocas horas antes
de la explosión, hubo unainspección final.
El veredicto fue el mismo quetodo estaba bien.

(31:14):
Obviamente no estaba bien.
Lo que se acumuló en el sótanofue una bomba invisible,
alimentada por negligencia.
Al ser más pesado que el aire,el gas se mantuvo abajo,
invisible, acumulándose sin quenadie lo notara del todo.
Solo hacía falta una chispa Yllegó.
Falta una chispa y llegó.
Puede haber sido un interruptorde luz, un motor, una chispa

(31:37):
eléctrica, nadie lo sabe concerteza.
Pero cuando ocurrió esa chispa,el sótano se convirtió en una
bomba y explotó hacia arriba.
En mayo de 1997, tras meses deperitaje, entrevista y
reconstrucción de los hechos, elNational Transportation Safety
Board, el NTSB, emitió suinforme final.

(31:59):
El documento fue contundente Lacausa probable del accidente
fue la acumulación de gaspropano como resultado de una
fuga no detectada de una líneade servicio cerrada
incorrectamente y la falta demedidas adecuadas por parte de
San Juan Gas Company y paraverificar y asegurar dicha línea

(32:20):
.
Pero ahí no terminó la historia.
Ese informe desnudó una seriede fallas sistemáticas que
indignaron al país.
No se usaron equiposultrasensibles disponibles para
detectar concentraciones de gasmínimas.
No se evacuó el edificio, apesar de las quejas reiteradas,

(32:41):
no se documentaron adecuadamentetodas las inspecciones previas.
Se ignoraron señales visibles ypersistentes.
La detección falló porque losagujeros de inspección eran
demasiado superficiales Eran de46 centímetros versus los 120
centímetros requeridos y eltécnico no probó el detector en

(33:05):
aire fresco, al aire libre.
Los técnicos fueron enviados alárea, sí, pero no
inspeccionaron el sótano, nodetectaron la fuga Y lo más

(33:30):
grave es que tampoco sabíanoperar.
Famosa por uno de losescándalos financieros más
grandes en la historia de losEstados Unidos, resulta que
Enron era la dueña de San JuanGas Company y el informe del
NTCB fue claro Enron nosupervisó adecuadamente las
operaciones de su filial.

(33:50):
Sabían desde hacía más de 10años que el sistema de tuberías
de gas en San Juan no cumplíacon los estándares de seguridad.
Sabían que había deficiencias,sabían que había riesgos Y no
hicieron nada.
O, mejor dicho, lo intentaron,pero tarde y mal.
Según el informe, enron habíacomenzado a corregir algunos

(34:12):
problemas justo antes de laexplosión, pero ya era muy tarde
.
33 personas ya habían perdidola vida y un país entero estaba
exigiendo justicia.
Pero no solo Enron fue señalado.
El informe tambiénresponsabilizó a la Comisión de
Servicio Público de Puerto Ricopor no fiscalizar de forma

(34:34):
rigurosa y al Departamento deTransporte de Estados Unidos por
no monitorear adecuadamente lossistemas de distribución de gas
en la isla.
Una cadena de negligencias, unsistema roto desde lo más alto y
una tragedia que pudo haberseevitado con una sola inspección
hecha correctamente.

(34:54):
Así de simple y así de doloroso.
La empresa San Juan Gas Companyfue señalada como responsable
directa.
Se enfrentó a múltiplesdemandas civiles, así como
investigaciones federales pornegligencia grave.
También se abrió unainvestigación contra el Colegio
de Ingenieros y las autoridadesmunicipales por falta de

(35:15):
fiscalización de estructuras consistema de gas industrial.
Nadie fue encarcelado, pero lasconsecuencias sociales y
legales fueron severas.
Se pagaron millones enindemnizaciones, la compañía
cambió de administración y sereformaron protocolos de
seguridad en instalaciones degas a nivel nacional.

(35:36):
O sea que la lección fue clarauna tragedia que pudo evitarse,
un crimen sin intención pero conculpables.
Cuando terminaron de removerlos escombros, ya no quedaba
nada en pie, solo un vacío, unterreno plano donde antes había
un edificio lleno de voces.

(35:57):
El espacio donde estaba latienda Humberto Vidal se
convirtió en una herida abiertaen el corazón de Río Piedras.
La tragedia no solo dejó 33muertos y 69 heridos, dejó
padres sin hijos, hijos sinpadres, empleados sin compañeros
y un país entero con una marcaimborrable, pero poco a poco

(36:21):
comenzó la reconstrucción, nodel edificio sino de la
comunidad.
Se organizaron vigilias, misasconversatorios, un grupo de
familiares, amigos de víctimas yciudadanos comunes se movilizó
para que no se olvidara loocurrido.
Así nació la idea de crear unespacio conmemorativo, el Parque

(36:43):
Conmemorativo Humberto Vidal,inaugurado en el lugar exacto
donde ocurrió la explosión.
No es grande, no tiene adornosostentos, pero en el centro una
escultura metálica representauna espiral de concreto roto
como las losas que colapsaronuna sobre otra aquel día.
Cada 21 de noviembre, familias,rescatistas, bomberos,

(37:05):
sobrevivientes y ciudadanos sereúnen allí para leer los
nombres de las víctimas, sindiscursos políticos, sin cámaras
de televisión, solo silencio,velas y memoria.
Porque si ellos no lo hacen,¿quién lo hará?
Y no es que la gente hayaquerido olvidar.
Es que Puerto Rico ha tenidotantas crisis desde ese entonces

(37:26):
huracanes, apagones, terremotos, pandemias, corrupción que lo
urgente muchas veces tapa loimportante.
Pero este caso, este caso fueun par de aguas De esta tragedia
.
También surgieron iniciativaseducativas En la Universidad de
Puerto Rico.
Algunos profesores deingeniería civil comenzaron a
incluir el caso como estudioobligatorio sobre fallas humanas

(37:49):
y negligencia eninfraestructura urbana.
En las escuelas públicas se usael evento como ejemplo de
conciencia cívica yresponsabilidad profesional.
Y aunque el edificio ya no está, el recuerdo permanece.
Está en quienes vivieron elestruendo, en quienes perdieron
a alguien, en los que salieronvivos pero con cicatrices, en

(38:12):
los que caminan aún por el Paseode Diego y al llegar a la
esquina con la calle González,sienten un nudo en la garganta,
porque hay tragedias que eltiempo no borra, solo enseña a
cargar.
Tras el impacto emocional ysocial que dejó la explosión de
la tienda Humberto Vidal, eraimposible seguir la vida como si

(38:34):
nada.
Puerto Rico necesitabarespuestas, pero también
necesitaba cambios reales,cambios que evitaran que una
tragedia así volviera arepetirse.
La primera reacción fueinstitucional.
Apenas meses después delaccidente, se presentaron varias
medidas legislativas enfocadasen la regulación y fiscalización
de sistemas de distribución degas propano.

(38:56):
Estas incluyeron auditoríasobligatorias a todas las
empresas que ofrecieranservicios de gas en estructuras
comerciales y residenciales,revisión completa del protocolo
de cierre de líneas de gasinactivas, capacitación
adicional para técnicos deinspección, la creación de un
registro de fugas reportadas conseguimiento obligatorio hasta

(39:19):
su resolución Y, lo másimportante, una legislación que
obligaba o obliga a actuar yevacuar automáticamente
cualquier estructura donde sedetectara olor a gas, hasta
tener una certificación escritade que no existía peligro.
También se reformaronprotocolos de emergencias

(39:41):
urbanas.
Las agencias como bomberos,manejo de emergencias, la
policía y la Guardia Nacionaldesarrollaron guías comunes de
respuesta para casos de colapsosestructurales y explosiones en
zonas densamente pobladas.
La tragedia también llevó arevisar los códigos de
construcción.
Se endurecieron requisitos paraque el manejo de gases

(40:04):
combustibles, ventilación desótanos y planes de escape Todo
edificio comercial debía tenerplanos actualizados, extintores
certificados y planes deemergencia visibles.
Después del dolor vino la furiay con ella los abogados,
familiares de las víctimas,empleados, sobrevivientes,

(40:26):
comerciantes, transeúntes.
Más de 1,400 personaspresentaron alrededor de 500
demandas en cortes federales ylocales Y el objetivo era claro
responsabilizar a San Juan GasCompany, a su matriz, enron y a
otros actores por negligencia,homicidio culposo, lesiones

(40:47):
físicas y trauma emocional.
Y entonces, mi gente, ocurrióalgo inesperado Esa compañía,
enron, colapsó Apenas cinco añosdespués de la explosión en Río
Piedras.
Enron se declaró en bancarrota.
El gigante energético, envueltoen un escándalo de fraude

(41:09):
corporativo, cayóestrepitosamente Y con él se
congelaron los procesosjudiciales, así de brutal.
Los juicios que estaban porcomenzar en 2001 se suspendieron
.
Las familias que llevaban añosesperando por justicia tuvieron
que seguir esperando y muchas nisiquiera pudieron obtener

(41:31):
compensación alguna.
Los que sí lo lograron.
Alrededor de 800 demandantesrecibieron acuerdos cubiertos
por seguros de responsabilidad.
Se estima que esos acuerdostotalizaron unos 60 millones de
dólares, pero aún quedaban másde 700 personas con casos
pendientes, muchas de ellas conlesiones permanentes, traumas

(41:53):
psicológicos o pérdidasfamiliares devastadoras.
Decenas de familiaresrecibieron indemnizaciones por
daños, pérdidas y gastos médicos, pero para muchos el dinero no
era suficiente.
Lo que querían era justicia,una admisión pública de culpa,
algo que durante años nuncallegó de forma clara.

(42:13):
El caso también provocó larevisión de licencias
profesionales de técnicos queparticiparon en las inspecciones
previas.
Algunos fueron suspendidos,otros fueron removidos, y se
cuestionó con fuerza el rol delas agencias reguladoras que,
por omisión o por negligencia,no actuaron cuando pudieron
hacerlo, en una lecciónmultidisciplinaria sobre cómo

(42:37):
fallan los sistemas, pero sobretodo cómo fallan las personas
cuando se pierde el sentido deresponsabilidad.
Y aunque todo eso parezca mucho, todavía hay quienes creen que
no fue suficiente, porquepasaron los años, se pagaron las
demandas, se mejoraron algunascosas, pero la memoria colectiva
se ha ido diluyendo.

(42:57):
Por eso familiares,sobrevivientes y voluntarios
insisten que hay que seguirhablando del tema, contarlo,
recordarlo, porque la memoria noes venganza, es prevención y
porque si olvidamos lo que pasóen la tienda de Humberto Vidal,
podría pasar otra vez.
El 21 de noviembre de 1996 nofue simplemente un trágico día.

(43:20):
Fue una llamada de alerta quenadie quiso contestar a tiempo.
Fue el momento en que quedóclaro que la vida cotidiana, la
más simple, puede desaparecer enun segundo por culpa de la
negligencia, la burocracia y eldesprecio por la seguridad de
otros.
Los 33 de la tienda HumbertoVidal no murieron por azar.

(43:40):
Murieron porque hubo personasque no hicieron su trabajo,
porque ignoraron señales, porquese minimizó el peligro, porque
en algún momento alguien dijoeso no es nada, pero sí era.
Era una línea de gas activacuando no debía estarlo, era un
olor que no se investigó como sedebía.

(44:01):
Era una comunidad entera quefue silenciada por una explosión
.
Años después, la ciudad de RíoPiedras sigue de pie, el Paseo
de Diego sigue lleno de gente,el Colegio La Milagrosa sigue
dando clases Y donde antes habíaruinas, hoy hay un parque

(44:22):
sencillo, silencioso, donde latierra todavía guarda el eco de
aquel estallido.
Pero la pregunta que nos quedaes esta De verdad aprendimos
algo?
¿De verdad estamos seguros deque no volverá a pasar?
Las tragedias no solo debendoler, deben dejar huella, deben

(44:42):
cambiar sistemas, cambiarmentes, cambiar prioridades.
Y lo ocurrido en Humberto Vidaldebe seguir contándose, no como
anécdota, no como historia,sino como advertencia, porque
olvidar sería repetlo, y PuertoRico no puede darse el lujo de
otra explosión como esa.
El 21 de noviembre de 1996, unniño de apenas dos años y diez

(45:04):
meses, llamado Brian MedinaNazario, se convirtió en símbolo
de esperanza tras sobrevivir ala devastadora explosión de la
tienda Humberto Vidal en RíoPiedras, puerto Rico.
A pesar de su corta edad,sobrevivió, pero con lesiones
físicas y emocionales profundas.
Años después seguía teniendopesadillas, le temía el gas a

(45:28):
los ruidos fuertes, a entrar auna tienda cerrada.
Pero su supervivencia fue vistacomo un milagro en medio del
desastre y su historia fueampliamente difundida por los
medios de comunicación.
Años después, brian hacontinuado su vida y su historia
sigue siendo un recordatoriodel impacto humano de aquella

(45:51):
tragedia.
Su experiencia representa nosolo la resiliencia individual,
sino también la necesidad derecordar y aprender de los
errores que llevaron a aquelfatídico día.
No todo el dolor se ve, notodos los daños sangran.
A veces lo que más duele es loque queda por dentro, lo que

(46:12):
nadie puede curar con unaoperación ni con un yeso.
La explosión de la tiendaHumberto Vidal no solo se llevó
33 vidas, sino que dejó cientos,quizás miles de personas vivas,
rotas sobrevivientes,rescatistas, niños, empleados,
vecinos.
Todos con algo en común eltrauma.

(46:33):
El caso más simbólico fue sinduda el de Rubén del Valle.
Aquel vendedor que trabajabajusto allí en la tienda Perdió a
su jefe y a sus compañeros enun instante.
Años después seguía sin poderdormir, luchando contra la
depresión.
Un día simplemente no aguantómás.

(46:55):
Se encerró en su garaje con unrevólver y fue por intervención
de su familia que no seconvirtió en otra víctima de la
tragedia.
Y también está el caso deJustina Rivera, cuya hija
Maritza murió junto a las dosniñas pequeñas que sobrevivieron
.
Las niñas hoy adultas crecieroncon cicatrices que no se ven

(47:19):
Pesadillas, ansiedad, episodiosde mutismo emocional, una
infancia marcada por el sonidode una explosión que nunca
vivieron conscientemente, peroque su cuerpo no olvida.
Incluso algunos técnicos de laSan Juan Gas Company, como José
Santiago, quedaron tan marcadosque no pudieron volver a sus

(47:39):
funciones.
Santiago confesó que hoy día nopuede soportar el sonido del
gas saliendo de una estufa.
Renunció y terminó manejando uncarro para un programa de Head
Start, ganando la mitad de loque ganaba antes.
¿y qué decir de los niños delcolegio La Milagrosa?
Estaban a pocos metros, losvidrios estallaron, el estruendo

(48:01):
los tiró al piso.
Muchos pensaron que era unterremoto, otros que era el fin
del mundo.
Años después, varios de esosniños y adultos recuerdan con
exactitud lo que sintieron elpolvo, los gritos, el miedo, el
trauma.
Porque sí, la salud mentalcolectiva de Puerto Rico cambió

(48:22):
ese día, y es que una explosiónasí no solo rompe concreto,
rompe la confianza, rompe laidea de que tu ciudad es segura
Y también rompen el alma.
Que en paz descansen todas lasvíctimas de esta tragedia Y
oremos porque los quesobrevivieron puedan seguir
adelante con sus vidas.

(48:43):
Y esta mi gente fue la tristehistoria de la explosión de
Humberto Vidal en 1996.
Yo todavía estaba en PuertoRico para este tiempo Y
realmente les puedo decir, siles soy sincera, yo no recuerdo
nada de esto.
Yo siempre he tenido unacapacidad para borrar cosas de

(49:06):
mi mente que hasta miedo me da,pero hasta aquí les llegó hoy mi
gente.
Nos vemos en el próximoepisodio.
Los quiero mucho.
Gracias por acompañarme.
Hagan bien Sin mirar a quién.
Delitos de sangre.
Bye.
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