Episode Transcript
Available transcripts are automatically generated. Complete accuracy is not guaranteed.
(00:00):
Hola, bienvenido a este podcast. En esta ocasión quiero hablar acerca de cuando
(00:04):
nos volvemos inmunes a la presencia de Dios. Esta semana estaba pensando en
cuántos campamentos, en cuántas reuniones. He visto gente que cuando la
gloria de Dios toma un lugar, cuando de repente Dios se está moviendo, de
repente vemos sanidades, gente llorando ante la presencia de Dios,
(00:27):
gente siendo conmovida. También podemos ver otra gente que parece como que
realmente está inmune a lo que está sucediendo.
Yo recuerdo allí en los primeros capítulos de hecho, cuando el Espíritu
Santo desciende sobre la Iglesia Primitiva, cómo de repente comenzó a
(00:51):
ver milagros, señales, prodigios y había gente que se maravillaba, gente que estaba
atónita, pero también había un grupo que dice que se burlaban. Decían, esto
están todos borrachos. El día de hoy también lo podemos ver, como aún en
reuniones donde la presencia de Dios se manifiesta, donde hay un mover hermoso de
Dios, hay gente que parece que está inmune, que no recibe, que no puede
(01:18):
disfrutar de la presencia de Dios. Ahora lo que más tristeza me da es cuando
veo gente que está en el ministerio, sean músicos, sean pastores, sean
ugières, gente que trabaja en la Iglesia, gente que prepara las reuniones. Me da
mucha tristeza ver que a veces somos nosotros los que parecemos que estamos
(01:40):
inmunes a la presencia de Dios. El Señor me estuvo recordando esta semana
en el primer libro de Samuel, la historia de los hijos de Elí. Elí era el
sumo sacerdote de Israel, aquel que consultaba a Dios por el pueblo, aquel que
juzgaba al pueblo. Sus hijos se criaron en el templo. Sus hijos veían como su
(02:03):
padre buscaba a Dios, sus hijos veían cómo Dios se movía a favor de
Israel, pero sin embargo ellos tenían un corazón que era inmune a la presencia de
Dios, al punto de que se robaban lo mejor de la ofrenda, se acostaban con las
mujeres del pueblo. Vivían absolutamente en pecado y su fama se empezó a
(02:27):
extender por el pueblo diciendo, mira los hijos del sumo sacerdote, son un
desastre, mira estos tipos, no tienen temor de Dios.
Y ellos fueron juzgados por eso. Pero no quiero enfocarme en el castigo que ellos
recibieron por las cosas que hicieron, sino que en esta hora quiero hablar
acerca del peligro de enfriarnos, de ponernos apáticos a la presencia de Dios.
(02:52):
Yo creo que ese es el mayor castigo de todos, el no poder sentir su presencia, el
estar en una reunión y de repente trabajando para que toda la gente
disfrute una reunión un domingo y ser nosotros los que no podemos disfrutar su
presencia. En esta hora especialmente quiero hablarle a aquellos que están en
(03:13):
el ministerio, que son pastores, que son predicadores, que son músicos, que son
aquellos que preparan las sillas, aquellos que
trabajan de ulleres con los niños. Cuidemos nuestro corazón. Lo más
importante no es nuestro servicio a Dios, sino nuestro conocimiento de él, el
buscarlo, el amarlo, el conocerlo, el estar con él. El servicio tiene que ser un
(03:39):
producto de nuestro amor y nuestro conocimiento de su presencia. No tiene que
ser nuestro servicio lo que aparentemente nos da comunión con Dios,
porque el servicio no te da comunión con Dios. El servicio te hace sentir bien,
porque te hace sentir útil, es bendición a otros, a los que están recibiendo ese
(03:59):
servicio. Es una ofrenda agradable a Dios, por supuesto, tu servicio Dios lo ve con
agrado, pero lo más importante es que pases tiempo con él. Lo más importante es
su presencia. Si tú estás en un momento donde de repente te sientes apático, de
repente te sientes que no estás sintiendo su presencia, que no estás
(04:20):
sintiendo que Dios está tocando tu corazón, yo lo que te recomendaría es que
dejes todo y te metas a buscarlo, que empieces a buscar su presencia, que
empieces a orar, que empieces a clamar para que Dios te toque, para que tu
corazón sea tocado por su presencia, porque sabes, no hay nada más terrible
que estar ministrando, que estar sirviendo en la iglesia, y de repente
(04:45):
mirar y decir ¿por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué estoy? ¿Qué hago acá? ¿Cuál
es la razón por la que estoy haciendo esto que estoy haciendo?
No hay nada más triste que de repente darse cuenta que la razón por la que
empezamos a hacer algo ya no está ahí. Es muy importante para nosotros que nos
(05:07):
reenfoquemos en buscar su presencia, que nos reenfoquemos en dejar que Dios toque
nuestro corazón, que Dios nos toque. Sabes, tú puedes ser un excelente músico, un
excelente predicador, una excelente maestra de niños, un excelente pastor,
pero lo más importante sigue siendo su presencia. Lo que necesitamos es su
(05:32):
presencia. Todo lo demás es bueno, todo lo demás es necesario, pero lo esencial es
su presencia. No nos vulvamos apáticos a la presencia de Dios, no
endurezcamos nuestro corazón hacia Dios. Busquémole, digámosle Señor te necesito
y comencemos a buscarle hasta que Dios nos visite, hasta que nuestro corazón se
(05:56):
encienda nuevamente. Yo creo lo que dice el profeta, que el pábilo humiante no se
va a apagar y la caña cascada no se va a quebrar. Yo creo que esa pasión que una
vez hubo en tu corazón, esa llama que una vez ardía dentro tuyo, Dios va a volver
a soplar sobre tu vida y esa llama se va a volver a prender. Yo me niego, me niego
(06:19):
a aceptar una vida apática, una vida donde la presencia de Dios parece un
recuerdo distante. No, yo necesito a Dios cada día, sus misericordias son nuevas
cada día, yo necesito su presencia cada día. Cada día yo necesito la gloria de
Dios en mi vida. ¿Sabes de qué te sirven las bendiciones?
(06:40):
Si el que te bendijo no está contigo. ¿De qué te sirve tener una casa linda, un
carro lindo? ¿De qué te sirven todas las cosas que podés llegar a adquirir si
Dios no está contigo? ¿De qué te sirve un ministerio que esté creciendo o
un lugar de prominencia dentro de una iglesia si Dios no está contigo? Lo más
(07:03):
importante es que podamos conocerle, lo más importante es que podamos
acercarnos a él, que podamos disfrutar de su presencia. Termino con esto, uno de
los versículos que más hiela mi sangre y esto lo comento muchas veces es cuando
Jesús habla de cuando van a venir muchos que le van a decir Señor, Señor, en tu
(07:24):
nombre echamos fuera demonios, en tu nombre sanamos enfermos, en tu nombre
profetizamos y que él les va a decir apartados de mí, hacedores de maldad, yo
nunca os conocí. Que es duro, ¿verdad? Que Dios le diga que Jesucristo mismo le
diga apartados de mí, hacedores de maldad, a aquellos que supuestamente estaban
(07:45):
haciendo bien. Pero fíjate qué importante es conocerle, qué importante es pasar
tiempo con él y buscarle. Muchos nos secamos, nos enfriamos porque en vez de
estar buscando comunión con él, estamos buscando servir y servir y servir
pensamos que a través del servicio nos acercamos más a Dios. En realidad Dios
(08:10):
no está preocupado en usarte sino en amarte.
Muchos de nosotros preferimos ser usados que ser amados y tenemos que cambiar ese
paradigma en nuestra mente. En vez de buscar el ser usados tenemos que buscar
el ser amado para poder amarle a él también. Porque cuando él nos ama y
(08:36):
nosotros podemos recibir su amor diariamente es cuando nosotros podemos
amarle a él porque nosotros le amamos porque él nos amó primero.
Quiero terminar diciéndote que este es un buen momento para que miremos nuestros
corazones y para que veamos cómo estamos, en qué estamos preocupados.
(08:56):
¿Estamos preocupados nada más en hacer iglesia, en tener una linda reunión o
realmente estamos preocupados en que su presencia tome lugar, en que su presencia
tome nuestras vidas, en conocerle, en ser bendecidos por él? Yo ahora en el nombre
de Jesús declaro que toda apatía se va. Declaro en el nombre de Jesús que
(09:19):
aquellos corazones que se habían enfriado y que se habían secado en esta
hora vuelven a vivir, vuelven a reverdecer. Yo declaro la gloria de Dios
sobre tu vida. Yo declaro la presencia de Dios sobre nuestra ciudad. Yo declaro la
presencia de Dios sobre tu familia. Padre en el nombre de Jesús te pido que
rompa, Señor, todo aquello que había venido sobre la vida de mis hermanos, que
(09:44):
había traído apatía, que había traído cansancio espiritual y te pido que tú
nos renueves, Señor, y que pongas nuestro corazón en el lugar correcto que es el
buscarte a ti. Padre en el nombre de Cristo Jesús yo te pido tu bendición y
qué bendición más grande que la de conocerte. En el nombre de Jesús amén y
(10:08):
amén. Gracias por escuchar este podcast. Ha sido una bendición pasar este tiempo
contigo. Si quieres comunicarte con el ministerio puedes hacerlo a través de
nuestra página web fuegoalasnaciones.com. Allí están los links a nuestras redes
sociales y también un formulario para que puedas escribirnos directamente. Que
Dios te bendiga.