Episode Transcript
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Speaker 2 (00:01):
Hola a todos y bienvenidos a Ideas para Vivir Mejor.
Soy Eugenio Paya Ruiz, lector empedernido, escritor y experto en
desarrollo personal. Y hoy te traigo las ideas principales del
Factor Late, que es un libro precioso escrito por David Bach.
Pero antes vamos a saludar como siempre al Instituto Valenciano Digestivo, iBody,
(00:24):
que ha creado un programa intensivo 100% online para ayudarte
a mejorar tu bienestar de una manera integral. Ellos son médicos.
Son profesionales de la salud que te pueden ayudar y
te pueden acompañar en temas como alimentación consciente, ejercicio, gestión
(00:44):
del estrés, todo a tu ritmo y desde tu casa.
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(01:06):
enlace que te dejo en la descripciĂłn de este episodio.
Y ahora sĂ, vamos con las ideas principales del factor LATE.
Hoy vamos a hablar de una persona que se llama Zoe.
Tiene 27 años, vive en Brooklyn, trabaja en una revista de
viajes y si lo dejamos ahĂ cualquiera dirĂa, oye, muy bien, Âżno?
(01:26):
Lo ha conseguido. Es una chica que vive en Nueva York,
con un buen sueldo, con un buen trabajo, una vida
que sobre el papel parece prácticamente como las de las pelĂculas, Âżno?
Pero la realidad es otra, porque vivir en Nueva York
es como jugar una partida donde las reglas están trucadas
(01:46):
prácticamente desde el principio. Todo cuesta muchĂsimo allĂ, el alquiler,
las facturas, los préstamos que se arrastran desde la universidad,
las tarjetas de crédito... Bueno, los que viváis en Estados
Unidos sabéis cómo va esto. Todo eso en realidad son
cadenas invisibles para ella. El dinero entra y en cuestiĂłn
de unos pocos dĂas desaparece. Y siempre le pasaba lo
(02:08):
mismo a esta persona, siempre, cada mes, cada año, etc.
Zoe no es derrochadora, no se compra bolsos. de grandes marcas.
No llena Instagram con cenas de 200 dĂłlares. Tiene un estilo
de vida que podrĂamos decir que es bastante austero y
aĂşn asĂ siempre acaba igual. Sin margen, sin colchĂłn, sin
(02:29):
libertad en definitiva. Y esa falta de dinero no es
solamente un agujero en su cuenta bancaria, también es un
freno emocional. Cada vez que Zoe sueña con hacer un
curso de fotografĂa, que es lo que le gusta, o
con viajar, o con comprarse algo que realmente le inspire,
la respuesta interna que recibe siempre es la misma. No, no,
(02:51):
esto yo no puedo permitĂrmelo. Y con cada no, una
parte de ella se apaga un poquito más. Hasta que
llega un lunes en concreto. El libro nos cuenta que
un lunes cualquiera, Zoe entra en su cafeterĂa habitual, que
se llama Elena's, por cierto. Es un lugar tĂpico de Brooklyn,
con paredes cubiertas de fotos, de grafitis, con ese aire caĂłtico,
(03:16):
pero a la vez acogedor. Zoe se pide su café,
el de siempre, como siempre, y entonces ocurre. En la pared,
entre decenas de imágenes, hay una en particular que la atrapa.
Es la imagen de un pueblecito costero al amanecer. Se
ven casitas pequeñas, se ve el mar en calma, unos
tonos dorados... Y un poquito de azul también. No es
(03:39):
nada espectacular, no es una postal de lujo, pero para
ella tiene algo, tiene un magnetismo extraño. Es como si
le estuviera hablando a ella y solo a ella. El
camarero le da el café, ella paga, se da media
vuelta y sin embargo esa foto ya la acompaña el
resto del dĂa. De alguna forma se le ha quedado dentro.
(04:01):
Unos minutos despuĂ©s, ese mismo dĂa, llega a la oficina,
World Trade Center, etc. Y allĂ sucede lo que muchos
llamarĂamos casualidad y otros llamarĂan señal. En una pantalla publicitaria
del World Trade Center o de un edificio cercano aparece
otra foto, muy parecida, pero es el mismo tipo de foto,
(04:23):
con una foto que inspira calma y unas letras que
acompañan a esa imagen que pone« Si no sabes a
dónde vas, puede que no te guste donde acabes».« Si
no sabes a dĂłnde vas, puede que no te guste
donde acabes». Ella, en medio de la calle, rodeada por
cientos de personas que corren, pues siente que esas palabras
(04:45):
son para ella, que están hechas ahĂ, están puestas ahĂ
para ella. Y por primera vez en mucho tiempo se para,
se para de verdad. Y se hace las preguntas que
habĂa evitado durante años.Âż Hacia dĂłnde voy?Âż Estoy viviendo mi
vida o simplemente estoy sobreviviendo?¿ Qué quiero de verdad yo
(05:06):
en la vida? Zoe no tiene tiempo de responderse a
esas preguntas. El tren llega, su mĂłvil vibra, el reloj
le dice que tiene que llegar a la oficina cuanto antes.
La vida, su vida, la está arrastrando de nuevo hacia adelante,
como siempre, como todos los dĂas. Unos minutos más tarde
(05:28):
entra en esa torre, en ese rascacielos donde ella trabaja,
que desde fuera es un sĂmbolo de poder, pero que
por dentro, como sabemos, no es más que pasillos y
oficinas y moquetas y demás. Allà es donde ella escribe
artĂculos sobre esos viajes increĂbles para su revista, viajes que
ella nunca hace, sobre lugares que probablemente nunca va a
(05:51):
ver en su vida. Ese mismo dĂa, a la hora
de comer, Zoe está sentada en su mesa, frente al ordenador,
con el mismo tupper de siempre, nada especial, y Bárbara,
su jefa, la está mirando. Bárbara es de esas personas
que saben leer emociones, esas personas que parece que tengan
un radar. Y se acerca a ella y le pregunta
(06:14):
qué es lo que le pasa. Lo sorprendente es que Zoe,
casi sin pensarlo, se abre y habla de la fotografĂa
que ha visto en ese pub, en el Elena's, de
la calma que le transmitiĂł, le habla del anuncio que
ha visto en la estaciĂłn de tren, de cĂłmo estas
imágenes se le han quedado grabadas y confiesa algo con
(06:36):
un poco hasta de vergĂĽenza. Dice, me habrĂa encantado tener
una foto asĂ en mi salĂłn, pero claro, no puedo permitĂrmela.
No puedo permitĂrmela. Otra vez la misma frase, ese mantra
silencioso que esta persona llevaba años repitiendo. No puedo permitirme esto,
(06:57):
no puedo permitirme lo otro. Bárbara, su jefa... no se rĂe,
no le dice que se concentre en el trabajo, no
intenta cambiar de tema y empieza a hablar de plazos,
de reuniones, de entregas. En lugar de eso, la mira
a los ojos y le dice algo que parece fuera
de lugar en ese contexto. Le dice, oye, vete a
(07:18):
hablar con Henry. Henry,¿ quién es Henry? Henry es el
camarero de esa cafeterĂa donde ha estado esa mañana. Es
el camarero del Helenas. Y le dice, vete a verlo,
pregĂşntale por la foto y a ver lo que te dice.
Zoe no lo sabe todavĂa, pero en ese consejo realmente
está empezando algo. Aquà la lección es que a veces
(07:41):
lo que abre la puerta a una transformaciĂłn no es
un gran gesto, no es un ascenso, no es un viaje,
no es una herencia. Es algo mucho más simple. A
lo mejor es una frase casual la que te abre
los ojos de repente o la que inicia el cambio
o una sugerencia que te pueda hacer alguien. Bueno, el
caso es que al dĂa siguiente Zoe entra en esa cafeterĂa,
(08:02):
está la fotografĂa en la pared, se acerca a la fotografĂa,
está mirándola y se da cuenta de que tiene una etiqueta.
Esa fotografĂa está a la venta y vale 1.200 dĂłlares. Para
ella eso es un mes entero de alquiler por un
trozo de papel colgado en la pared. Un mes entero
de alquiler. Y se queda ahà mirándola, embobada, hipnotizada por
esa calma que parece salir del marco y querer envolverla.
(08:27):
Hasta que de repente oye una voz a su espalda
y esa voz rompe el silencio. Y dice un nombre. Mikonos.
La isla griega, Âżverdad? Mikonos. Casi se le cae el
cafĂ© de las manos. Se da la vuelta y ahĂ
está Henry, el famoso Henry, el camarero del que le
habĂa hablado su jefa el dĂa anterior. Es un hombre
mayor que tiene esa calma que solamente dan los años
(08:51):
y este Henry sonrĂe como si supiera algo que Zoe
aĂşn no sabe. Y suelta la pregunta que nadie se
atreve a hacer nunca. Y si te gusta tanto esta fotografĂa,Âż
por qué no la compras? Zoe, ante esta pregunta, baja
la mirada y responde algo que puede sonar muy obvio. Mira,
no puedo gastarme tanto dinero en una fotografĂa. No tengo
(09:14):
tanto dinero como para gastarlo en esto. Y entonces Henry
le contesta algo que la deja fuera de lugar. Dice,
si puedes pagar este café con leche que tienes en
la mano, puedes pagar la foto que ves en la pared.
Nada más. Henry sonrĂe, se da la vuelta y la
deja allà con esa frase tan extraña zumbando en su cabeza. Bueno,
(09:35):
Zoe sale de la cafeterĂa y se va al trabajo
como un dĂa normal, fingiendo normalidad, atiende llamadas, responde correos,
sonrĂe en reuniones, pero todo el dĂa, en cada segundo
de aburrimiento, le vuelve la voz de Henry. Si puedes
pagar el café, puedes pagar esta foto. Si puedes pagar
(09:57):
el cafĂ©, puedes pagar esta foto. Dos dĂas despuĂ©s, Zoe
vuelve a la misma cafeterĂa, oficialmente a por un cafĂ©,
pero en realidad vuelve para entender qué demonios le ha
querido decir Henry con eso que le ha dicho, con
esa frase. Y como si lo hubiera estado esperando, ahĂ
está Henry, de pie, delante de la foto, parecĂa que
(10:19):
esperándole a ella, ¿no? Ella no se anda con rodeos. Henry,
explĂcame quĂ© quisiste decir el otro dĂa con eso que
me dijiste. Y Henry le revela que él tiene tres
secretos para la libertad financiera. Tres secretos. El primero es
brutalmente sencillo. Págate a ti misma primero. No después, no
(10:41):
con lo que te sobra. Primero, antes que nadie, incluso
antes que al Estado. Reserva tu parte, aunque sea un poco,
cada dĂa, sin excusas. Págate primero. DespuĂ©s, Henry hace un
cálculo rápido, prácticamente sin calculadora, y dice 5 dĂłlares al dĂa, 5 dĂłlares, Âżvale?
(11:03):
Invertidos con un interés compuesto del 10%, te dan 1.885 dólares
en un año. Pero espera, que eres muy joven, Zoe.
En 40 años, esos son 948.611 dólares, casi un millón de dólares.
(11:25):
Zoe se queda helada, Henry sonrĂe y le dice, asĂ
que por el precio del café que tienes en la mano,
podrĂas llegar a ser millonaria. Y de pronto su cabeza
empieza a correr. Vale, y esto es el café.¿ Y
si me llevo la comida de casa?Âż Y si recorto 25
dólares semanales en pequeños gastos invisibles que tengo también? Henry
(11:48):
ya habĂa calculado todo esto, porque no es la primera
vez que le preguntan algo asĂ. Y le dice, sĂ, sĂ, tendrĂas 3,4
millones en los prĂłximos 40 años. SĂ, 40 años. Esos son 3.400.000 dĂłlares
por renunciar a caprichos que no te vas a acordar
de ellos ni una semana después de haber hecho el gasto.
(12:11):
AsĂ que esto no se trata de la foto, no
se trata de la isla de Miconos, no se trata
del marco de madera, no se trata de los acantilados azules.
Esto es otra cosa, es la posibilidad de comprar tu libertad.
A la mañana siguiente, otro café con leche, ahà está
Zoe removiendo la espuma con la cucharilla, mirando cĂłmo las
(12:34):
burbujitas van desapareciendo una a una, mientras en su cabeza
hay una duda que no se puede disolver ni con
todas las cucharillas del mundo. Ella habĂa escuchado siempre un
consejo sencillo, un consejo obvio, Âżno? Hay que apartar un
poco de tu dinero antes de gastarlo en todo lo demás,
(12:56):
que es básicamente lo que le ha dicho Henry. Pero claro,
hay un problema. Zoe no tiene disciplina, no confĂa en
ella misma.¿ Cuántos de nosotros podemos confiar en nuestra propia disciplina?¿
Cuántos habéis intentado seguir un presupuesto y lo habéis hecho
con rigor militar?¿ Y habéis ido apuntando cada gasto, cada euro,
cada céntimo? A lo mejor lo habéis hecho, pero quizás
(13:19):
lo habéis abandonado relativamente pronto.¿ Por qué? Porque la vida
se mete en medio, Âżverdad? Trabajos, hijos, facturas, cenas, proyectos...
Y en ese caos del dĂa a dĂa lo Ăşltimo
que queremos es pasar horas cuadrando nĂşmeros En el Excel.
Es decir, la disciplina no es infinita. Es algo que
se nos gasta. Y cuando se nos gasta, abandonamos lo
(13:40):
que sea que estemos haciendo. Pero eso ya lo sabĂa Henry.
Y por eso, ese dĂa siguiente le revelĂł el segundo
secreto de la libertad financiera. No planifiques tu presupuesto. Hazte
pagos automáticos. Vamos a repetir esta idea. No planifiques tu presupuesto.
(14:01):
Hazte pagos automáticos.¿ Quién controla cada gasto de su vida?
Seguramente nadie.¿ Pero quién paga todos los meses sin fallar? Internet,
el gimnasio, el seguro del coche, prácticamente todo el mundo.¿
Por qué? Porque son cargos automáticos. Es decir, nadie los discute,
(14:23):
nadie los pospone, simplemente ocurren porque son automáticos. Ahora, imaginaos
que aplicamos la misma lĂłgica con nosotros mismos, que el
dĂa uno de cada mes, en el mismo instante en
el que entra tu nĂłmina o lo que sea que
tengas de ingresos, un poquito de ese dinero desaparezca de
(14:45):
una manera invisible y se haga intocable y vaya directo
a un plan de ahorros o a una inversiĂłn o
a una cuenta remunerada, etc. Va directo a vuestro futuro,
porque no podemos gastar un dinero al que no tenemos acceso.
Y lo mágico de este sistema es que en realidad
no depende de que tengas disciplina, no depende de que
tengas fuerza de voluntad, no depende de los recordatorios que
(15:08):
te hayas puesto en el mĂłvil o en la agenda.
Funciona solo y funciona como un reloj. Pero Zowie tenĂa
otra duda. Oye, Henry, eso del 10% anual de rentabilidad,
si yo invierto ese dinero,Âż no es un mito del pasado?
Henry sonrĂe y le explica que desde 1926, 100 años, la bolsa
(15:33):
ha crecido más de un 10% al año de media. SĂ,
hubo crisis. En 2008 sabemos que el mundo se tambaleó. En 2000 también.
Pero incluso entonces la tendencia a largo plazo se mantuvo.
Le dice que hoy una cartera conservadora puede darte un 5%.
Una moderada, un 8%. Y una más arriesgada, un 10%.
(15:56):
Pero da igual el nĂşmero exacto. Lo que importa no
es el porcentaje, 5, 8, 10. Lo que importa es el tiempo. Porque
un 5% hoy, multiplicado durante 20 años, no es un 5%.
Es una bola de nieve que va rodando colina abajo, creciendo,
(16:16):
acelerando y convirtiĂ©ndose en algo muchĂsimo más grande de lo
que te puedes imaginar.¿ Cómo se llama esto? El interés compuesto.
El interés compuesto es la octava maravilla del mundo, como
lo llamĂł Albert Einstein. Y esa maravilla solamente ocurre si
el dinero sale automáticamente de tu cuenta cada mes. AsĂ
(16:39):
que vamos a intentar convertirnos en nuestra propia compañĂa de internet,
en nuestro propio gimnasio, en nuestro propio lo que sea
que mande una factura automática. Y asegúrate de pagar cada
mes a la persona más importante que tienes en la vida,
que eres tú, siempre eres tú la persona más importante
(17:00):
que tienes en tu vida. Bueno, siguiente dĂa, Zoe vuelve
a la misma cafeterĂa, pide lo de siempre y allĂ
se cruza con Bayron. Este es un tipo alto, tranquilo,
con esa sonrisa que solamente tienen las personas que ya
se han caĂdo muchas veces y han aprendido a levantarse.
Está hablando con él y en dos minutos de charla,
(17:21):
Zoe descubre dos cosas que le hacen tambalear la visiĂłn
que tenĂa de todo. Primera cosa que descubre... Henry habĂa
ayudado ya antes a este Bayron a darle la vuelta
a su vida y a poner en orden todas sus finanzas.
No solamente le habĂa enseñado a ahorrar, sino que le
habĂa enseñado a llegar a fin de mes sin ningĂşn miedo.
(17:43):
Y segundo, Henry no era simplemente el camarero del bar
o de la cafeterĂa. Henry era el dueño de la cafeterĂa.
Zoe se va a la oficina con la cabeza llena
de preguntas. Allà aparece otra vez Bárbara, su jefa, y
le dice,Âż has vuelto a hablar con Henry?Âż Volviste a
(18:05):
hablar con Ă©l? Y obviamente Zoe dice que sĂ, pero
por dentro sigue llena de dudas, porque... Ella cree que
nunca se le ha dado bien el dinero, que esto
es una creencia que tenemos muchos, que esto no es
para nosotros, yo no he nacido con ese chip, hay
gente de nĂşmeros y gente como yo que no sabemos
(18:27):
de dinero ni de nĂşmeros. Bien, y es entonces cuando
Bárbara le dice, mira Zoe, te voy a contar los
tres mitos del dinero, los tres mitos. El primer mito es,
ganar más dinero te hace más rico. Error. La mayorĂa
de personas, cuando gana más, gasta más. Llamamos a eso
(18:50):
mejorar nuestra vida, pero muchas veces no es mejorarla, es
complicar la vida inflando la rueda del hámster. Y Bárbara
se lo explica con un ejemplo muy simple. Ella se
lleva la comida de casa. Ella no se gasta 15 dĂłlares
al dĂa en un restaurante. Eso, al cabo del año,
son más de 4.000 dólares de ahorro. Y esos 4.000 no desaparecen. Esos 4.000
(19:15):
se convierten en futuro, se convierten en oportunidades y se
convierten en libertad. Segundo mito que le descubre Bárbara. Necesitas
mucho dinero para ganar dinero. Error. Esto Henry ya se
lo habĂa explicado, pero Bárbara se lo repite. No hacen
falta grandes cantidades de dinero para empezar. Bastan 5 dĂłlares al dĂa. 5.
(19:39):
Y no necesitas ser un genio de Wall Street. Porque
tenemos a nuestro aliado, el interés compuesto. Y el interés
compuesto no distingue entre si llevas traje caro o llevas vaqueros.
El dinero bien colocado trabaja solo. Y tu trabajo no
es estarlo controlando cada minuto. Es dejarlo trabajar, dejarlo ahĂ
(19:59):
y dejarlo trabajar. Y tercer mito que le descubre Bárbara
es este de que alguien vendrá a rescatarte. Mira, nos
pasamos la vida pensando que siempre habrá alguien que venga
a rescatarnos. El gobierno, la familia, la pareja perfecta. Y no.
Todo eso es un cuento. Y los cuentos sirven para dormir,
(20:20):
pero no sirven para vivir. La verdad es que tenemos
que ser nuestro propio prĂncipe azul. Tenemos que ser nuestro
propio salvador. Nadie va a venir a salvarnos. Nadie. Y claro...
La cara de Zoe en ese instante es como si
una campana hubiera sonado dentro de su cabeza. Como si
(20:42):
realmente por primera vez entendiera que no estaba condenada a
repetir los mismos errores que habĂan cometido sus padres o
que ya habĂa empezado a cometer. Que habĂa un mapa
nuevo y que ese mapa nuevo tiene una brĂşjula muy clara.
Todo depende de ella. Todo depende de ti. AsĂ que
el viernes por la mañana, cuando va otra vez de
(21:03):
camino al trabajo, Zoe se da cuenta de que, oye,
Henry me dijo que habĂa tres secretos, pero solamente me
ha contado dos, me falta uno. AsĂ que en lugar
de seguir recto hacia su oficina, se desvĂa y entra
en la cafeterĂa Elena's otra vez. AllĂ está Henry, como siempre,
(21:23):
está con esa calma de la persona que parece tener
todo el tiempo del mundo para atenderla. Y la recibe
con una sonrisa tranquila.¿ Por qué? Porque sabe perfectamente a
lo que ha venido. Sabe por qué ha vuelto a
su cafeterĂa. Nada más verla, le lanza una pregunta que
(21:43):
va a ser una pregunta que le va a cambiar
la vida. Zoe, dime,¿ qué es lo más importante para ti?
No mañana, no dentro de 10 años, ahora mismo.¿ Qué es
lo más importante para ti? Entonces Zoe se queda pensando,
siente un nudo en la garganta y al final le dice,
a mĂ me encantarĂa aprender a hacer fotos increĂbles y
(22:07):
a largo plazo me encantarĂa viajar por el mundo. Acordaos
que Zoe trabaja en una revista de viajes, pero jamás
ha hecho un viaje como los que cuenta en la revista.
Entonces Henry asiente y le comparte el tercer secreto. Pagarte
a ti misma primero está bien, vale. Hacerlo de forma automática,
(22:31):
primer y segundo secreto, también está muy bien. Eso está genial,
pero te falta el tercer secreto. Aprender a vivir sin
dinero en el presente. Aprender a vivir sin dinero en
el presente. Porque no se trata solo de ahorrar. Se
trata de soñar con método. Dime,¿ cuánto cuesta un buen
curso de fotografĂa? Como que tĂş necesitas, Âżno? Y le
(22:53):
dice Zoe unos 600 dĂłlares. Vale, dice Henry, perfecto, ya tienes
tu cifra. Ahora lo que tienes que hacer es abrir
una cuenta de sueños. Si apartas 5 dĂłlares al dĂa durante 6 meses,
ya tienes ahĂ tu curso de fotografĂa. En ese instante
algo hizo clic en la cabeza de Zoe. Su sueño
(23:14):
dejĂł de ser un deseo difuso, ese algĂşn dĂa harĂ© esto,
algĂşn dĂa harĂ© lo otro, y se convirtiĂł en un
plan concreto, alcanzable, real. Y los viajes, se atreviĂł a
preguntar Zoe.¿ Qué pasa con los viajes? Ya tengo el curso,¿
qué pasa con los viajes? Henry bajó la voz y
le habló de lo que él llama el año sabático radical,
(23:36):
que no son dos semanas de vacaciones de estas que
robamos al calendario de vez en cuando, sino un paréntesis
intencionado para recorrer el mundo, un paréntesis intencionado para vivir
experiencias que realmente te transformen, un tiempo que está fuera
del guiĂłn. La famosa foto de Mykonos que colgaba en
la pared de su cafeterĂa, aquella que habĂa encendido todo
(23:59):
este cambio que te estoy contando, esa foto la hizo él,
la hizo Henry y fue el inicio de su propio viaje.
Y quizás alguno de vosotros ahora mismo esté pensando, vale, Eugenio,
todo esto está fenomenal, suena muy bien, pero es que
yo no soy Zoe, yo no vivo en Nueva York,
yo no tengo a Henry que me sirve cafés cada
(24:20):
mañana y me da estos consejos tan maravillosos. Y tienes razón,
no somos Zoe ninguno y... Yo no sé, yo no
vivo en Brooklyn, no sé vosotros, pero sà que tenemos
todos algo en comĂşn con esta persona. Todos pedimos nuestro
cafĂ© con leche cada dĂa. Todos. Ese gasto pequeño, ese
gesto automático que todos tenemos, esa rutina que nos parece inocente...
(24:43):
en realidad está escondiendo una decisión mucho más grande y
mucho más importante. La pregunta no es si podéis permitiros
el café. La pregunta es si podéis permitiros no invertir
en vosotros mismos desde ya. Esa es la verdadera pregunta.
Porque al final no se trata de dinero, se trata
(25:04):
de libertad, se trata de sueños, se trata de recuperar
el poder de decidir hacia dĂłnde vais y no de
despertarte un dĂa en un sitio que nunca has elegido
y que no te gusta. AsĂ que la prĂłxima vez
que tengas un café en la mano o lo que sea,
no lo mires como si fuera una bebida cualquiera sin importancia,
(25:25):
mĂralo como un recordatorio, como un sĂmbolo si quieres, como
la prueba de que con lo que ahora te parece pequeño,
en realidad puedes empezar a construir algo enorme para tu futuro.
Porque si un café con leche, que estamos hablando de 5 dólares,
puede comprar la libertad de Zoe a largo plazo, imagĂnate
(25:47):
lo que puedes hacer con la tuya. Bueno, espero que
este episodio te haya inspirado y que te lleves al
menos una idea que puedas poner en marcha hoy mismo.
Y si quieres seguir profundizando, pues déjame contarte que hace
unos dĂas lancĂ© el volumen 1 de mi nueva colecciĂłn de libros.
Se llama Secretos para vivir mejor y es un compendio
de ideas y de herramientas prácticas para que puedas aplicarlas
(26:11):
en tu dĂa a dĂa y puedas dar pasos reales
hacia esa vida que deseas lo tienes ya disponible en
Amazon y te voy a dejar el enlace directo en
la descripciĂłn de este episodio del podcast para que puedas
entrar en Amazon y echarle un vistazo sin compromiso Gracias
como siempre por estar al otro lado. Si este episodio
(26:32):
te ha aportado valor, compártelo por favor con alguien a
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sigue a este podcast en Instagram. Y oye, si alguna
vez te apetece apoyar este proyecto con un café virtual,
puedes hacerlo fácilmente a través de PayPal o a través
de transferencia. También encontrarás todos los detalles en la descripción
(26:54):
del episodio. Y ahora sĂ, me despido. Un fuerte abrazo
y hasta la prĂłxima.