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October 6, 2025 • 55 mins
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Episode Transcript

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Speaker 2 (00:01):
Hola a todos y bienvenidos a Ideas para Vivir Mejor.
Soy Eugenio Paya Ruiz, lector empedernido, escritor y experto en
desarrollo personal. Y hoy te traigo las ideas principales de
un libro famosísimo que seguro que conoces que se llama Sapiens.
Está escrito por Yuval Noah Harari. Hace unos dos millones

(00:25):
y medio de años, aproximadamente, los primeros seres humanos pusieron
sus pies en la Tierra. Y en esa época no
éramos tan especiales como creemos hoy. Éramos animales. Éramos un
animal más en medio del caos de la naturaleza. Éramos frágiles, vulnerables,
teníamos unos huesos que se rompían con facilidad, como ahora...

(00:47):
Y una piel que no nos protegía ni del frío
ni de las fauces de los depredadores. Es decir, podíamos
morir de hambre, podíamos morir de infecciones, podíamos morir por
una simple mordedura. Nada nos garantizaba la supervivencia. Eso sí,
teníamos cerebros grandes, caminábamos erguidos, usábamos herramientas. Y también nos

(01:12):
gustaba juntarnos alrededor del fuego para sentirnos menos solos. Pero
no éramos únicos, no éramos la joya de la creación
como muchas veces nos creemos, no éramos los protagonistas de
la historia. Éramos simplemente uno más, una especie más en
el mundo. Y además nos dice el libro que no

(01:35):
estábamos solos. Durante miles de años nuestro planeta fue un
auténtico laboratorio humano. Una especie de experimento evolutivo con varias
versiones de lo que significaba ser un ser humano. Porque
no existíamos solamente nosotros. Había al menos otras seis especies

(01:56):
de humanos caminando a nuestro lado. Imagínatelo, un mundo en
el que diferentes tipos de seres humanos comparten el mismo escenario.
Uno de ellos, por ejemplo, era el Homo floresiensis, al
que hoy llamamos el hobbit de la evolución. Era una
criatura que medía apenas un metro de altura, pero que

(02:19):
era capaz de cazar elefantes enanos en algunas islas de Indonesia.
También estaba el enigmático Homo denisova, que se ha descubierto
hace apenas unos años en una cueva en Siberia. Y
de esta especie ni siquiera tenemos el esqueleto completo, solamente

(02:40):
tenemos rastros de ADN que nos aseguran que esa especie existió.
Y luego estaban los neardentales, nuestros primos. Eran robustos, superfuertes,
muy inteligentes, tenían cerebros incluso más grandes que los nuestros.
Y estos eran los que cazaban mamuts, encendían hogueras, tallaban
herramientas y empezaron a hacer cosas como, por ejemplo, asar

(03:04):
carne mucho antes de que nosotros ni siquiera apareciéramos. Así
que cuando hoy decimos con orgullo que somos homo sapiens,
que significa hombre sabio, deberíamos ponerlo entre comillas. Porque no
éramos los únicos sabios. Ni siquiera éramos probablemente los mejores

(03:25):
de nuestra especie. Y sin embargo, aquí estamos. Solos. y
ellos desaparecieron, nosotros no. La pregunta es inevitable, entonces,¿ qué
pasó con todos nuestros primos, con todas estas especies de
humanos que también vivían en la Tierra? La ciencia nos
da dos teorías. Hay una que es más amable y

(03:45):
otra que es más brutal. La primera es la teoría
del entrecruzamiento. Según esta visión, Los sapiens y los neandertales
no se extinguieron a golpes, sino que se mezclaron entre ellos.
Compartieron cuevas, compartieron hogueras y compartieron algo más que eso.

(04:06):
Y de ese encuentro nació una descendencia que todavía vive
en nosotros. Porque... Nos dice el libro que entre un 1
y un 4% de nuestro ADN es neandertal. Eso significa
que los que estamos aquí somos híbridos entre sapiens y neandertales.

(04:26):
Caminamos con la huella genética de otra especie en nuestras células.
Somos un recordatorio viviente de que ese mestizaje pudo suceder.
La segunda teoría es un poco más oscura, es la
teoría del reemplazo, que nos dice que no hubo paz
entre esas especies, que los Homo sapiens no compartieron, sino

(04:47):
que lo que hicieron fue conquistar a esas otras especies,
que fueron avanzando con armas un poquito mejores, con más organización,
con más hambre de conquista, y terminaron desplazando a las
otras especies hasta que se extinguieron, robándoles comida, arrebatándoles territorios,

(05:08):
Y cuando hizo falta, matándolos, por supuesto. Claro,¿ cuál es
la teoría verdadera?¿ Nos mezclamos hasta convertirnos en una gran
familia o nos dedicamos a borrar a los demás de
la faz de la Tierra? La ciencia a día de
hoy todavía no tiene una respuesta definitiva a esta pregunta.

(05:30):
Cada fósil, cada fragmento de ADN, cada uno de los
hallazgos arqueológicos que van surgiendo, pues abre más preguntas que
respuestas sobre esto. Pero nos dice el libro que lo
más probable es que ambas teorías, ambas cosas sean ciertas.
Es decir, que nuestra historia sea una mezcla de las dos.

(05:51):
Un relato de amor y de guerra, de unión y
de exterminio, de ternura y de violencia. Avancemos en la historia.
Hace unos 70.000 años pasó algo, un giro inesperado, una revolución.
Hoy en día los científicos lo llaman la revolución cognitiva.
Fue el momento en el que, de alguna manera, encendimos

(06:14):
la luz. Y de pronto, los humanos empezamos a hacer
cosas que nadie había hecho antes. Cosas como qué, pues bueno,
construimos barcos para atravesar aguas desconocidas, inventamos flechas, arcos, armas
que nos hacían mortales incluso a distancia, y sobre todo

(06:34):
empezamos a imaginar. Y cuando una especie empieza a imaginar,
ya no hay vuelta atrás. Las comunidades de Homo sapiens crecieron,
creamos redes de comercio que unieron lugares remotos, en zonas
sin mar aparecían conchas marinas, pigmentos rojos viajaban cientos de

(06:57):
kilómetros para decorar cuerpos y para decorar paredes.¿ Por qué?
Porque algo había cambiado en nuestro cerebro. Hubo una mutación,
un accidente genético, no sé, una actualización imprevista de nuestro software.
Y eso hizo que de repente empezásemos a recordar mejor,

(07:21):
empezásemos a aprender más rápido, empezásemos a imaginar esas cosas
que todavía no existían. Fue como si de pronto la
mente humana hubiera dejado de ser una linterna que iluminaba
lo inmediato para convertirse en un reflector que podía alumbrar
lo invisible también. Y esto es hace 70.000 años. Pero lo

(07:46):
más importante no fue el cómo, lo más importante fue
el qué. Ese accidente nos dio un poder que lo
va a cambiar todo, el lenguaje. Y no me refiero
solamente a emitir sonidos, me refiero a la capacidad que
tenemos de contar historias. Aquí está la clave. Cuando empezamos
a narrar, empezamos a dominar. la importancia del lenguaje. Con

(08:12):
el lenguaje inventamos mitos, inventamos religiones, inventamos reglas, inventamos ficciones
compartidas que unían a cientos, que unían a miles de
personas que nunca se habían visto cara a cara personalmente.
Porque una tribu de 50 personas se puede organizar con gestos

(08:33):
y con gritos y con agresiones, pero una comunidad de
mil necesita algo más grande. Necesita ya una historia común,
necesita un mito compartido, necesita una bandera, necesita una canción.
Eso fue lo que nos hizo imparables. El lenguaje nos
convirtió en narradores. Y cuando eres narrador, no solamente cuentas

(08:58):
lo que pasa, también decides lo que pasa. Ese fue
uno de los secretos de nuestra especie, la capacidad de
inventar ficciones que todos aceptamos como realidad. Y gracias a
esas ficciones, los sapiens conquistamos el planeta. El lenguaje humano

(09:20):
no es solamente un mecanismo que nos sirve para decir
aquí hay comida o cuidado con ese depredador, que también
y es muy útil. Nuestro lenguaje es tan complejo, es
tan flexible, que nos permitió hacer algo que ninguna otra
especie había conseguido jamás. Nos permitió cooperar en grupos enormes

(09:42):
y hacerlo además con cierta flexibilidad. Los humanos somos los
únicos capaces de inventar ficciones colectivas. Somos los únicos capaces
de inventar cosas que no existen físicamente, pero en las
que todos decidimos creer. Y cuando muchos creemos lo mismo,
entonces surge la cooperación. Un ejemplo clarísimo, el dinero. Ninguna moneda,

(10:09):
ningún billete, tiene un valor real. Es algo que no
te puedes comer, no te puedes calentar con él, bueno,
si quemas los billetes a lo mejor un poco, pero
su valor depende de que todos creamos que tiene ese valor.
Y lo creemos tanto que estamos dispuestos a trabajar, a
sufrir y a luchar por el dinero. Otro ejemplo muy claro,

(10:31):
las naciones. Ningún satélite puede fotografiar España, México, Argentina. Lo
que vería sería tierra, montañas, ríos. El país existe solamente
en nuestras cabezas. Y sin embargo, millones de personas están
dispuestas a dar su vida incluso por esa ficción compartida.

(10:55):
Y sin esas fricciones no tendríamos nada de lo que
hoy damos por sentado. No tendríamos ciudades, no tendríamos ciencia,
no tendríamos internet. Porque tú imagínate que nuestra cooperación se
limitara solamente a las cosas tangibles. Olvídate de impuestos, olvídate

(11:17):
de gobiernos, olvídate de empresas multinacionales. Nada de todo eso
sería posible. lo que nos hizo humanos, lo que nos
dio la ventaja definitiva fue nuestra capacidad para inventar y
para compartir relatos que existen solamente en nuestra cabeza y

(11:38):
creer en ellos, empezar a creer en ellos de una
manera colectiva. Claro, esto tiene un precio. Porque esas ficciones, obviamente,
también han servido para justificar guerras, para justificar esclavitud, persecuciones,
atrocidades en general. Pero, ojo, también son las que nos
han permitido levantar universidades, hospitales, democracias... Esas ficciones son, al

(12:05):
mismo tiempo, nuestro mayor peligro y nuestra mayor esperanza también.
Seguimos avanzando en la historia. Hace unos 12.000 años pasó otra
cosa muy importante, otro giro inesperado en esta historia que
nos cuenta el libro. Se llama Revolución Agrícola. Fue el
momento en el que por primera vez el ser humano

(12:27):
decidió quedarse quieto, quedarse parado, quedarse tranquilo en el mismo sitio.
Y entonces llegamos y clavamos estacas en la tierra, construimos cercas,
empezamos a arar en un suelo que nunca antes habíamos
intentado domesticar. Y allí, en este gesto tan aparentemente simple,

(12:47):
empezó todo lo que hoy conocemos. Empezaron a surgir las aldeas,
las ciudades, los países, las civilizaciones, solamente por quedarnos quietos.
Si lo piensas bien, fue un cambio un poco desconcertante,
porque vamos a ponernos en su lugar. un cazador-recolector podía

(13:09):
asegurarse lo necesario para sobrevivir solamente con cuatro horas de
trabajo al día. Y el resto del tiempo era para
pintar en las paredes de las cuevas, era para contar
historias alrededor del fuego, era para descansar o simplemente para
tumbarse a mirar las estrellas. Pero el agricultor, en cambio,

(13:30):
se convirtió en un esclavo del sol. Desde el amanecer
hasta el anochecer estaba allí inclinado sobre la tierra, agotado,
encadenado al campo, etc. Y además, para colmo, la dieta empeoró.
Los cazadores comían carne, comían pescado, frutas, nueces, raíces... Una

(13:52):
dieta más variada, más llena de nutrientes y una dieta mejor.
En cambio, los primeros agricultores vivían de comer gachas, pan duro, trigo,
más trigo... Una comida monótona, una comida pobre y una
comida que a lo mejor hasta les enfermaba más de
lo que les podía alimentar. Artritis, problemas dentales, malnutrición... Fíjate,

(14:17):
la paradoja es brutal. Trabajábamos más y comíamos peor.¿ Por
qué hicimos esto?¿ Por qué dimos ese salto? Pues la
primera razón tiene que ver con la costumbre. Ese cambio
de cazador-recolector-agricultor no fue de un día para otro. De hecho,
fue algo tan lento que nadie lo notó. Había una

(14:40):
generación que cultivaba un poquito más que la anterior, una
aldea que dependía un poco menos de la caza y
un poco más de los campos, y cuando quisimos darnos cuenta,
pues ya era tarde. Habíamos cruzado una puerta que no
tenía retorno posible. Esa es la primera razón. La segunda
razón es que La agricultura siempre tiene un truco bajo

(15:03):
la manga y es que permite alimentar a mucha más
gente que la caza. Una parcela cultivada produce mucho más
que cualquier grupo de cazadores en el monte. Y eso
es una ventaja que lo cambia todo. De repente la
población empezó a crecer sin freno. donde antes había clanes pequeños, dispersos,

(15:25):
aparecen las aldeas. De las aldeas nacen los pueblos. De
los pueblos nacen las ciudades. Y de las ciudades que nacen,
los imperios. Los países y los imperios. Claro, eso trajo
otro problema. Ya no éramos 20 personas en una tribu. Éramos
cientos o éramos miles y después millones de personas viviendo juntas. Claro,

(15:49):
surge una pregunta, una pregunta que a lo mejor todavía
hoy seguimos intentando responder.¿ Cómo se puede gobernar a tanta gente?
Imagínate por un momento cómo era la vida antes de
la agricultura. Era una vida dura, pero también era una
vida más sencilla. Si tenías hambre y no había carne

(16:10):
en tu choza, ibas a la del vecino y le
pedías un trozo y él te lo daba. No porque
fuera un santo, sino porque sabía que mañana podría ser
él quien necesitará tu ayuda. Ese era todo el sistema
económico que existía entonces. Una palabra, una mirada, una confianza

(16:30):
invisible que mantenía unido a un grupo entero de personas.
Así funcionaba. Pero cuando llegó la agricultura... todo eso cambia.
De pronto la Tierra, como te decía antes, empieza a
dar más de lo que te puedes comer en un
día y entonces sobra cereal, sobran frutas y sobra tiempo.

(16:52):
Y cuando sobra tiempo, el ser humano inventa cosas. Herreros, tejedores, alfareros,
cada uno, además de la Tierra, tuvo su oficio. Y claro,
había que intercambiar. Yo te doy un cuchillo, tú me
das un saco de cebada, tú me das una manta,
yo te doy leche. Y durante un tiempo, muy largo,

(17:14):
ese trueque funcionó. Hasta que dejó de funcionar. Porque el
trueque parece un sistema justo, pero no lo es tanto.
Imagínate que yo quiero carne de cerdo y el granjero
me dice, mira, lo siento, pero es que yo no
quiero más cuchillo, ya tengo cuchillos de sobra. Yo cuchillero,¿

(17:35):
qué hago?¿ Cómo consigo ese cerdo?¿ O qué pasa si
el granjero quiere un cuchillo pero todavía no ha matado
al cerdo y ese cerdo con esa carne me iba
a pagar?¿ Le espero?¿ Me fío de su promesa de
que va a matar al cerdo y me va a
dar la carne? Claro, el trueque tenía el problema de
la desconfianza. Y de esa desconfianza nació uno de los

(18:00):
conceptos más importantes y más poderosos que hemos creado como especie.
El dinero. El dinero. El dinero. De hecho, alrededor del
año 3000 a.C., en Mesopotamia, aparecieron dos inventos que son los
que lo cambian absolutamente todo. Por un lado, el dinero,
que ya te he dicho, y por otro lado, la escritura.

(18:22):
Esas dos cosas transforman para siempre el destino de la humanidad.
La escritura,¿ por qué? Pues porque hasta entonces recordar era
un acto frágil, es decir, dependía de la memoria, dependía
de la palabra dada, dependía de la promesa de alguien que, bueno,
pues podía olvidarse, podía estar mintiendo o podía morir. Pero

(18:44):
de repente alguien cogió un trozo de barro y empezó
a grabar símbolos en ese trozo de barro. Y aquello
lo cambió todo. Porque la deuda ya no estaba en
la cabeza de esa persona. Estaba en la arcilla. Estaba
escrita en la arcilla. Es una promesa que queda inmortalizada.
Una memoria que no se va a corromper y que
no va a desaparecer con el tiempo. Así que la

(19:08):
escritura fue el primer gran servidor externo de la mente humana.
Y como te decía, el segundo invento que lo cambia
todo es el del dinero. en su caso cebada al principio.
Montones de cebada aceptados como una medida común de valor.
Si no quieres mi cuchillo, aceptas mi cebada. Si no

(19:31):
puedes darme el cerdo hoy, pues lo dejamos escrito en
una tablilla y me lo entregas mañana o cuando mates
al cerdo. Ya no dependíamos de la confianza personal, ya
no dependíamos de nuestra memoria, de nuestros recuerdos. Dependíamos de
símbolos y granos. Ese fue el instante exacto en el

(19:52):
que la humanidad firmó un pacto con el futuro. El
momento en el que dejamos atrás la confianza espontánea en
nuestro vecino y entramos en un mundo de deudas más
o menos organizadas y de memorias escritas. Ese gesto, esas
marcas en el barro, ese saco de semillas, es el

(20:14):
origen de todo lo que tenemos hoy. Es el origen
de los bancos, de los estados, de las leyes, de
los mercados. Lo que empezaron siendo favores terminaron en instituciones.
Lo que nació de la confianza se transformó en un
sistema diseñado para gestionar precisamente la desconfianza. Claro, esto... Dificultó

(20:40):
mucho el fraude. Pero no significa esto que las economías
empezasen a funcionar como relojes suizos. Ni muchísimo menos. Obviamente, ¿no?
Porque cuanto más grandes se hacen las sociedades, más difícil
es gestionar esas sociedades. Imagínate que organizas una cena con 10 amigos.

(21:04):
Ya es un caos, ¿verdad? Imagínate que tuvieras que invitar
a esa cena a un millón de personas, cada una
con sus intereses, cada una con sus costumbres, cada una
con sus lenguas. Sería un caos absoluto. La respuesta para
solucionar este problema fueron las leyes, que es el siguiente

(21:24):
gran invento de la humanidad. Unas reglas claras que dijeran
esto sí y esto no. Y, por supuesto, alguien que
hiciera cumplir esas leyes. Así nacieron los primeros sistemas jerárquicos. Reinos, imperios, emperadores,
hombres que decían yo mando y vosotros obedecéis. Claro, vistos

(21:47):
con la perspectiva de hoy, nos parece una visión cruel, autoritaria, brutal,
pero también hay que reconocer una cosa y es que
aportaron una estabilidad que jamás había existido antes en la
historia de la humanidad. Por primera vez, enormes territorios compartían

(22:07):
las mismas normas, compartían los mismos impuestos en muchos casos,
las mismas costumbres también. Esa homogeneidad permitió que florecieran las ciudades,
que floreciera el comercio, que floreciera la cultura... Un ejemplo,

(22:27):
año 1776 a.C., Babilonia, una de las grandes ciudades del mundo antiguo.
Tenía más de un millón de habitantes, según cuentan las crónicas.
Y tenía un rey, se llamaba Hammurabi, un gobernante... que
había comprendido que sin un orden común aquello era ingobernable.¿
Y qué hizo? Pues creó el famoso código de Hammurabi,

(22:50):
que es un conjunto de leyes que están escritas en piedra,
literalmente en piedra. Por eso decimos eso de está escrito
en piedra. Y lo hizo para que nadie pudiera decir, no,
yo no sabía esta norma. En esas piedras se hablaba
de todo, del robo, del asesinato, de los impuestos, del matrimonio,
de la herencia. Y lo mejor es que fueses donde

(23:12):
fueses dentro de su imperio, las reglas eran las mismas.
Imagínate un comerciante que viaja cientos de kilómetros con sus caravanas.
Pues al llegar a su destino sabía exactamente qué podía
hacer y qué no podía hacer. Eso es estabilidad. Claro,

(23:35):
había un problema. Saber las leyes no significa que obedezcas
las leyes. Esto pasa ahora también, ¿verdad? Y esto Hammurabi
lo sabía bien. Así que buscó un refuerzo. Un refuerzo
muy poderoso. La religión. La religión. Hammurabi no decía yo
soy rey porque soy más listo que tú. Decía yo

(23:56):
soy rey porque los dioses me han elegido. Y cuando
convences a la gente de que tu poder viene directamente
del cielo, entonces la obediencia ya no es una opción.
Es un deber sagrado. Desobedecerte a ti ya no es
solamente romper la ley. Es desafiar a los mismísimos dioses.

(24:18):
Ese fue el gran golpe maestro de los imperios. Unir
ley y religión. Unir miedo y fe. Dos fuerzas invisibles
que juntas sostuvieron civilizaciones enteras durante siglos. Y cada vez
que los imperios crecían, las religiones crecían con ellos también.
A veces a golpe de espada, arrasando otros templos o

(24:41):
lo que hiciera falta. Y a veces lentamente, como una
semillita que fue germinando hasta que lo terminó ocupando todo.
El resultado fue siempre el mismo. Cientos de tribus distintas
convertidas en unas pocas megaculturas. Esto que empezó con tablillas
de barro acabó en imperios. Lo que nació de la

(25:05):
confianza terminó en sistemas de poder. Y ese es, en
el fondo, el relato de toda nuestra historia. La invención
constante de determinados mecanismos para que millones de personas desconocidas
entre ellos puedan vivir bajo un mismo techo sin matarse

(25:25):
entre ellos. Pero sigamos avanzando en la historia. Vamos a
hace 500 años. Hace 500 años obviamente Europa era un lugar muy
distinto al que conocemos hoy. Era un mundo donde casi
todo lo podíamos explicar con rezos, con supersticiones y con
pasajes de la Biblia. Si alguien se ponía enfermo, era

(25:48):
un castigo divino. Si llovía mucho, era porque Dios estaba enfadado.
Si no llovía lo suficiente, también estaba enfadado. El ser
humano vivía atrapado en una visión mágica, en una visión
religiosa de nuestro mundo. Pero en ese siglo, siglo XVI,

(26:09):
pasó algo que lo cambia todo. Pasó un terremoto intelectual.
Un grupo de personas se atrevió a hacerse una pregunta
prácticamente herética.¿ Y si en lugar de esperar a que
los dioses nos expliquen el mundo, intentamos nosotros entenderlo? Esa

(26:30):
pregunta fue la chispa de lo que hoy llamamos la
revolución científica. Observar, experimentar, explorar palabras que se convirtieron en
dinamita contra siglos de dogmas religiosos. Copérnico, por ejemplo, se

(26:51):
atrevió a decir que la Tierra no era el centro
del universo. Galileo, con su telescopio, descubrió cosas como que
Júpiter tenía lunas girando a su alrededor y esto destrozaba
la vieja idea de que todo orbitaba en torno a nosotros. Newton,
sentado bajo un manzano, fue capaz de comprender que la

(27:14):
misma fuerza que hacía caer la fruta al suelo era
la misma fuerza que mantenía a los planetas girando en
el cielo. Por primera vez el universo dejó de ser
un misterio indescifrable y se convirtió en un lugar en
el que había leyes comprensibles, leyes científicas, leyes físicas. Durante

(27:37):
siglos el cuerpo humano había sido intocable, estaba rodeado de
tabúes y de prohibiciones. Pero los médicos en esa época
empezaron a estudiarlo de verdad. Y descubrieron cómo funcionaban los órganos,
descubrieron cómo circulaba la sangre, descubrieron cómo se podían prevenir,

(27:57):
cómo se podían curar diferentes enfermedades. Y poco a poco,
uno de los mayores horrores de la historia, la mortalidad infantil,
comenzó a retroceder. Este es uno de los ejemplos. Ya
sabes que durante siglos, incluso las familias más ricas perdían
dos o tres hijos antes de que esos hijos llegaran
a su adolescencia. Hoy, en gran parte del mundo, la

(28:21):
mortalidad infantil es de apenas uno por cada mil nacimientos.
Uno de cada mil. Lo que nosotros damos por sentado
para ellos, gente del siglo XVI, habría sido un auténtico milagro.
Y claro, los reyes y los emperadores lo entendieron muy rápido.
La ciencia no solamente podía salvar vidas, la ciencia también

(28:45):
era un negocio. Cada nuevo mapa, cada nueva ruta, cada
nuevo descubrimiento científico significaba más comercio, más recursos y más
poder para ellos. Por eso empezaron a financiar exploradores, científicos,
cartógrafos y lo hicieron con el mismo entusiasmo con el

(29:07):
que antes levantaban catedrales. El viaje de Cristóbal Colón es
el ejemplo más conocido de esto. Tres barcos relativamente pequeños,
un océano inmenso y al otro lado un imperio de
dimensiones jamás vistas y oro y plata y especias y
tierras fértiles. Claro, la recompensa fue tan grande que toda

(29:30):
Europa se lanzó en la misma carrera de llenar los
espacios en blanco de los mapas. Claro, también se dieron
cuenta de algo, ¿no? ni los rezos ni las escrituras
sagradas servían de mucho para gobernar un nuevo continente. Si
querían mantener esos imperios, necesitaban otra cosa, necesitaban información concreta,

(29:57):
necesitaban geografía, idiomas, flora, fauna... La ciencia se convirtió entonces
en la brújula imprescindible del poder. La ciencia. La revolución
científica no fue solamente un cambio en cómo miramos al
cielo o cómo miramos a la Tierra. Fue un cambio

(30:18):
radical en cómo nos mirábamos también a nosotros mismos como especie.
Nos enseñó que no éramos simples espectadores en un drama divino.
Nos enseñó que podemos ser autores de nuestra propia obra. Enseñó,
en definitiva, que tenemos en nuestras manos la llave que
nos permite descifrar los misterios de la realidad. Y esa

(30:42):
llave abrió la puerta a todo lo que vino después.
A la revolución industrial, por ejemplo, a la medicina moderna,
a la tecnología, a internet, que hoy nos conecta a todos...
Todo nació allí, todo nació en ese momento de revolución
científica en el que alguien hace 500 años se atrevió a

(31:03):
preguntarse¿ y si intentamos entender el mundo por nosotros mismos
en lugar de esperar a que los dioses nos lo expliquen?
Muchos gobiernos europeos tomaron el método científico y lo pusieron
al servicio de lo que más les importaba en ese momento,
que era conquistar más, ganar más, expandirse más... Y lo

(31:27):
sorprendente es que funcionó. Y de hecho funcionó tan bien
que en el siglo XIX el Imperio Británico controlaba más
de una cuarta parte del planeta. Uno de cada cuatro
seres humanos... respiraba leyes, costumbres, creencias que no eran suyas.

(31:48):
Uno de cada cuatro vivía bajo una bandera extranjera, en
un mundo diseñado por otras personas, otras culturas. Y los
europeos no nos limitamos a ocupar tierras. También esos europeos
llevaron sus ideas, ideas que sustituyeron a otras que habían
sobrevivido durante siglos en esas tierras. Así se apagaron lenguas enteras,

(32:13):
los dioses locales fueron muchas veces desterrados, los ritos tribales
se convirtieron en nada y en su lugar se levantó
una especie de megacultura global construida con ladrillos europeos. religión occidental, democracia, ciencia.

(32:36):
Con el tiempo esos imperios cayeron, ya lo sabemos, las
banderas se retiraron, los ejércitos regresaron a su casa. pero
ese eco nunca ha desaparecido del todo. Es algo que
todavía incluso hoy late en las leyes que estudias, en
las universidades donde aprendes, en las plazas que recorres. La

(32:57):
huella colonial se transformó en el esqueleto invisible de nuestra
vida cotidiana. Y entre todas esas herencias hay una que
es la más importante y la más evidente. Una que
todavía hoy marca tu vida y la mía. Y esa
es el capitalismo. El capitalismo fue la semilla más fértil

(33:20):
que dejaron esos imperios. y se convirtió en mucho más
que un sistema económico. El capitalismo se convirtió en una
especie de fe universal, una creencia que todos compartimos de
una u otra manera, aunque nunca lo hayamos votado y
nunca lo hayamos firmado. Da igual el lugar donde vivas, Brasil, Bután, Canadá, Camboya,

(33:43):
más o menos todos creemos que el dinero importa y
es algo que vemos cada día. Todos queremos ganar más,
tener más, mostrar más, ese coche que nos da estatus,
ese teléfono móvil que nos hace sentir conectados, esa ropa
que parece definir nuestra personalidad, porque ya no compramos solamente cosas,

(34:05):
compramos identidad, compramos un reflejo de quiénes queremos ser. La ciencia,
que al principio nació para desmontar supersticiones y para liberar
al hombre de los dogmas, como hemos visto antes, lejos
de frenar esto, lo impulsó. Piensa en Darwin, con su

(34:29):
teoría de la evolución, de pronto ya no hacía falta
un dios para explicar la vida. Lo que antes llenaba
la religión, lo empezó a llenar el mercado. Antes la
promesa era sé bueno ahora, aguanta el dolor y tendrás
una recompensa en el más allá. Hoy la promesa es otra.

(34:49):
Compra más, disfruta ahora. El cielo dejó de estar en
otro mundo. El cielo se mudó a esta tierra y
ese cielo muchas veces lo medimos en objetos, en experiencias,
en viajes que por supuesto puedes pagar en cómodas cuotas mensuales, etcétera, etcétera.
Mira a tu alrededor. Los templos ya no son esas

(35:11):
catedrales de piedra que por supuesto se conservan en muchos sitios.
Los nuevos templos son centros comerciales de luces brillantes. Las
tarjetas de crédito son las velas que encendemos hoy en día.
Y cada notificación que recibimos en el teléfono es una
campana que te llama a rezar. Solo que aquí ese
rezo se llama transacción. El capitalismo es el credo más

(35:37):
universal que existe a día de hoy. Un Dios sin nombre,
pero omnipresente. Un Dios que no te va a pedir rezos,
sino que te va a pedir que compres. que no
te va a prometer la eternidad, pero sí que te
va a prometer la última versión de la felicidad. Una
felicidad que nunca es definitiva, siempre provisional, siempre está a

(36:00):
la espera del siguiente modelo, siempre está a la espera
del siguiente upgrade, como se dice ahora, de la siguiente
cosa que puedes añadir a ese carrito virtual. Y ahí
está el dilema, precisamente. Hemos creado un sistema tan poderoso
que nos dio abundancia, que nos dio progreso, que nos
dio comodidades. Un sistema que nuestros antepasados habrían considerado milagroso.

(36:29):
Pero también a la vez nos atrapa en una rueda
que nunca deja de girar. Esa es la globalización también.
No es un concepto abstracto, ya lo sabes, está en
cada objeto que tocas y en cada gesto que haces.
Si miras tu camiseta, probablemente vas a ver que ese
algodón se cultivó en un país, el hilo se hiló

(36:51):
en otro, el tinte se fabricó en un tercer país
y el cosido final se hizo donde la mano de
obra probablemente era más barata. Cruza más fronteras esa camiseta
que muchos de nosotros. Piensa en tu móvil también. Ese
rectángulo guarda dentro cobre de una mina de no sé dónde,

(37:12):
silicio de otra, tierras raras extraídas de no sé dónde,
una batería que está ensamblada en otro país, un sistema
operativo que está escrito en una oficina por gente que
nunca va a pisar una fábrica y aún así ese
móvil funciona en tu bolsillo como si el mundo fuese
una sola mesa de trabajo. No se nota que vienen

(37:33):
de diferentes sitios. Ese milagro cotidiano lo hace posible una
maquinaria silenciosa que está compuesta por estándares invisibles, por contenedores
del mismo tamaño, por códigos de barras, por protocolos de internet,
por rutas aéreas, por compañías de seguros, por bancos que

(37:54):
son los que liquidan pagos entre países que ni se hablan.
En fin, una coreografía global que cuando funciona parece magia.
Hasta aquí la parte buena. Claro, para muchas personas esa
globalización tiene un precio a pagar que es demasiado alto.

(38:15):
Y se escuchan cosas como esa globalización nos roba la diversidad,
nos vuelve a todos una copia gigante, todas las ciudades
a las que vas se parecen unas a otras... Y
tienes razón, en todas partes del mundo ves las mismas marcas,
los mismos menús, cada vez más los mismos escaparates, eso

(38:36):
es así. Ahora, la globalización también nos ha dado algo
que la humanidad llevaba anhelando milenios y casi nunca consiguió, paz.
No porque nos hayamos vuelto santos ni mejores personas o
seamos más buenos ahora. Simplemente por interés. Porque en un
mundo interconectado, en un mundo global, si a ti te

(39:00):
va mal, a mí me va mal. Si te hago
la guerra, me estoy disparando en el pie.¿ Por qué?
Porque se rompen mis cadenas de suministro o mi crédito
o mis ventas o mis puertos. Un corte en Asia
sacude las bolsas en Europa. Un conflicto en Oriente Medio
encarece tu gasolina en Estados Unidos. Un virus en un

(39:22):
mercado lejano para fábricas en todo el planeta. Estamos tan
conectados hoy en día que ya no existe un allí.
Hoy todo es aquí. Y eso cambia las reglas del juego, obviamente.
Y los líderes mundiales lo saben. Una guerra total hoy

(39:42):
significaría pérdidas para todos. Por eso, aunque ha habido invasiones
y guerras y pasan atrocidades, la conquista total y absorbente
de países enteros se ha vuelto extraordinariamente rara. El mapa
ya no se dibuja de nuevo cada década con sangre

(40:03):
como se hacía antes. Las fronteras son mucho más estables
que en cualquier época anterior. No es una paz perfecta,
es una paz por defecto, es una paz por intereses
cruzados entre países. Bueno, ahora más o menos entendemos cómo
se ha movido la historia de la humanidad. Ha habido guerras,

(40:26):
ha habido revoluciones, pandemias, inventos que lo han cambiado todo.
Vamos a poder dibujar las grandes líneas que nos han
traído hasta el momento presente, hasta donde estamos ahora. Pero
el libro también habla de nosotros. Porque nosotros vivimos más,
enfermamos menos, tenemos más conocimiento que nunca, llevamos en el

(40:47):
bolsillo más información de la que había en toda una
biblioteca hace apenas unas décadas, eso es así. Todo eso
está muy bien, pero aquí viene la gran pregunta.¿ Somos
más felices que nuestros antepasados? La respuesta, aunque duela, suele
ser que no. Los psicólogos llevan décadas estudiando por qué

(41:13):
y han descubierto que nuestra felicidad como seres humanos tiene
memoria corta. Es decir, a corto plazo sube y va
bajando con los golpes de la vida, pero a largo
plazo siempre vuelve a un punto medio. Piensa en lo
que sucede cuando pierdes tu trabajo. Sientes que el mundo
se hunde, estás convencido de que ese dolor no se

(41:36):
va a ir jamás, que es lo más grave que
ha pasado nunca, y sin embargo unos meses después te
descubres riéndote otra vez con tus amigos. O al revés,
te enamoras, te ascienden, te toca la lotería, yo qué sé.
Estás seguro de que esa alegría será eterna. Pero la rutina,

(41:57):
como esa marea implacable, lo termina cubriendo absolutamente todo y
vuelves al punto medio de felicidad. Y esto no es
un capricho, es biología. Los científicos lo llaman adaptación hedónica.
Hemos hablado de ella en el podcast. La misma capacidad
que permitió a nuestros antepasados sobrevivir a sequías, sobrevivir a

(42:17):
hambrunas o a guerras, hoy nos impide sostener esa euforia
durante mucho tiempo. Nos acostumbramos a lo malo y también
nos acostumbramos a lo bueno. Esa cinta de correr emocional
nos mantiene siempre más o menos en el mismo punto.

(42:38):
Y hay otro factor, la comparación. Un campesino en la
edad media,¿ con quién se comparaba? Pues con las 20 personas
que vivían en su aldea. tú hoy te estás comparando con 7.000
millones de personas en tiempo real y en alta definición.
Porque la pantalla de tu móvil convierte el escaparate en

(42:59):
un espejo. Y siempre va a haber alguien más joven,
más guapo, más rico, más listo, con más viajes. Y
aunque lo sepas y aunque intentes resistirlo, tu cerebro mide
tu vida con las reglas de otro. Otra cosa que
nos pasa también, la atención. Nuestra experiencia sigue a lo

(43:21):
que miramos. Entonces, si tu atención está secuestrada por notificaciones,
por algoritmos y por urgencias, tu experiencia será fragmentada, será
ansiosa y será reactiva. Si no decides tú dónde pones
el foco, alguien más lo hará por ti. Y su
objetivo no va a ser tu bienestar seguramente, va a
ser tu tiempo. Con estas tres leyes en juego... adaptación,

(43:47):
comparación y atención secuestrada, la paradoja se entiende, ¿verdad? Como
individuos no podemos ser mucho más felices de lo que
eran nuestros bisabuelos o nuestros tatarabuelos. Simplemente hemos cambiado los problemas.
Ellos tenían hambre, tú tienes wifi lento. Pero la sensación

(44:09):
de fondo, la insatisfacción que nos acompaña en la vida,
sigue siendo la misma. Y quizá, aunque suene raro, eso
no es un error de diseño en el ser humano,
porque es precisamente esa incomodidad también la que nos empuja
a buscar, a explorar, a crear cosas, a no conformarnos

(44:30):
con lo que hay. Claro, que existan estas leyes no
significa que no tengamos margen de maniobra. Podemos elegir cómo
vamos a jugar con esas leyes. Podemos ajustar nuestras expectativas
para que no nos saboteen esas mismas expectativas. Podemos dejar

(44:50):
de medirnos siempre con la vara del vecino y empezar
a conectar de verdad con esas personas que nos rodean.
Podemos decidir¿ Qué regamos con nuestra atención y qué ignoramos?
Porque estar vivo no significa estar eufórico. No necesitas estar
eufórico para ser feliz. Lo que sí que tienes que

(45:12):
estar es presente, conectado y coherente. Presente en lo que haces,
conectado con los tuyos y coherente entre lo que dices
y lo que haces. Vale, hemos aprendido creo que mucho
sobre nuestro pasado. Sabemos de dónde venimos, sabemos qué batallas

(45:32):
hemos librado, qué inventos nos han cambiado como humanidad para
siempre y el libro también nos se plantea qué vamos
a ser, a dónde nos va a llevar la ciencia
como seres humanos adelante. en las próximas décadas hacia dónde
nos conduce este torbellino de tecnología que va avanzando más
rápido muchas veces de lo que somos capaces de comprender

(45:54):
y de procesar Porque lo que se está jugando ahora
mismo en laboratorios repartidos por todo el planeta no es
algo menor. Ojo, es la partida definitiva, dice el libro.
Y su resultado puede cambiar nuestra especie para siempre. No
es una exageración. Lo que está en juego es si

(46:17):
dentro de unas cuantas generaciones... vamos a seguir siendo humanos
o si nos vamos a convertir en otra cosa, si
nos habremos convertido en algo completamente distinto a un ser humano.
Pensemos en la biónica, por ejemplo. Hace apenas unas décadas,

(46:37):
la frontera entre carne y metal estaba clara, era nítida,
inquebrantable y muy clara. Hoy esa frontera se ha vuelto
un poco más difusa. Hay un ejemplo, un electricista en
Estados Unidos que perdió los dos brazos en un accidente.
Durante la mayor parte de la historia... Eso habría significado

(46:59):
que esa persona ya no tiene brazos y no puede
trabajar de electricista. Pero hoy esa persona tiene brazos biónicos,
que no se manejan con botones ni con palancas, que
las maneja con la mente. Él piensa en cerrar la
mano y la mano se cierra. Él piensa en levantar
un objeto y el brazo obedece. Eso no es ciencia ficción,

(47:22):
esto ya está pasando. Y cada una de las mejoras
tecnológicas nos acerca más al día en que esas prótesis
no solamente reemplacen lo que se ha perdido, sino que
superen aquello que nunca tuvimos. Imagínate que alguien quiere tener
más fuerza, más precisión, más resistencia.¿ Qué va a pasar

(47:43):
cuando la prótesis deje de ser una necesidad y se
convierta en una elección libre?¿ Qué va a pasar cuando
no sea un enfermo quien quiere un brazo biónico, sino
que lo quiere un atleta o un soldado o un
adolescente caprichoso? Pero en paralelo hay otro frente. La ciencia

(48:05):
hoy en día se está atreviendo a desafiar al mismísimo tiempo.
No sé si has oído hablar de unos gusanos que
se llaman Caernorhaptidis elegans. Unos investigadores ya han logrado duplicar
su esperanza de vida haciéndoles un pequeño ajuste genético. Duplicar
significa el ser humano irse a 160-170 años. Esto se

(48:28):
ha probado con ratones ya y los resultados son cada
vez más prometedores.¿ Cuánto falta para que podamos hacerlo con
nosotros mismos?¿ Cuánto falta para que el envejecimiento deje de
ser una especie de condena biológica y se convierta en
una opción, en una variable que elegimos o no elegimos?

(48:51):
A esta búsqueda la han bautizado con un nombre que
está cargado de simbolismo, de hecho. Es el proyecto Gilgamesh.
Gilgamesh era un rey sumerio que hace ya más de 4.000
años emprendió la búsqueda a la desesperada de la vida eterna. Fracasó.

(49:13):
Fracasó como todos los héroes condenados por su soberbia. Pero ahora...
por primera vez en la historia, el sueño de este
rey sumerio no parece tan imposible. Quizá la inmortalidad absoluta
todavía sea un poco un espejismo, pero la longevidad radical,
es decir, vivir no 80 sino 200 años, ya no es un delirio,

(49:37):
es una hipótesis que digamos que está en fase de pruebas.¿
Qué nos frena, entonces? Por ahora, por lo visto, no
los límites técnicos. Lo que nos frenan son Las leyes,
los comités de bioética, los parlamentos, las declaraciones internacionales, que
llega un punto en el que dicen hasta aquí. Pero

(49:59):
seamos sinceros,¿ de verdad pensamos que esas barreras van a
resistir para siempre? Porque la historia humana es precisamente la
historia de romper límites. Lo hicimos cuando aprendimos a volar.
Lo hicimos cuando pisamos la luna. Lo hicimos cuando desciframos
el genoma humano. Lo volveremos a hacer, seguro. Porque si

(50:24):
existe una mínima oportunidad de vencer a la muerte, aunque
sea parcialmente, aunque sea algo temporal, alguien va a aprovechar
esa oportunidad, seguro. Y ese alguien arrastrará con él al
resto de la humanidad. Seguro también. El día que eso suceda,

(50:45):
ya no seremos homo sapiens, dice el libro. Seremos algo distinto.
Seremos una nueva especie que no habrá sido diseñada por
la evolución. Habrá sido diseñada por nuestras propias manos. Y
entonces seremos mitad carne, mitad máquina, mitad emoción, mitad algoritmo.
Una mezcla que va a poner en cuestión todo lo

(51:08):
que hasta hoy entendíamos como humano. Y ya no será
solo una cuestión de vivir más tiempo, ya no solamente
será una cuestión de curar enfermedades o de mejorar nuestras capacidades,
será cuestión de redefinir lo que somos. Cuando demos ese
paso decisivo, cuando crucemos esa línea que nos espera en

(51:31):
el horizonte, la pregunta que nos deja el libro es¿
seguiremos siendo humanos?¿ O estaremos sin darnos cuenta escribiendo el
primer capítulo de una especie totalmente nueva que ya no
se parecerá a nosotros? Del mismo modo que nosotros ya
no nos parecemos a esos neandertales de los que hablábamos

(51:52):
al principio. Así que ya lo sabes, hace dos millones
y medio de años éramos unos animales vulnerables que apenas
lograban sobrevivir a cada una de las noches hoy somos
capaces de reescribir nuestra biología somos capaces de desafiar a
la muerte y somos capaces de redibujar lo que significa

(52:16):
ser humano hemos recorrido un camino imposible hemos pasado del
barro a las estrellas hemos pasado del fuego en una
cueva a escribir código en un ordenador sin embargo hay
una pregunta que ninguna máquina va a poder responder por
nosotros¿ Para qué? Y quizá el verdadero salto de nuestra

(52:39):
especie no sea la biónica, ni la genética, ni la
inteligencia artificial. Quizá el verdadero salto sea recordar aquello que
siempre nos salvó desde el principio de la humanidad. Nuestra
capacidad de cooperar, nuestra capacidad de contar historias juntos y
nuestra capacidad de reconocernos en la mirada del otro. Empatía.

(53:02):
El futuro está en nuestras manos, literalmente en nuestras manos.
Podemos usar la ciencia para convertirnos en dioses o para
destruirnos como nunca lo hemos hecho antes. Y la diferencia,
la única diferencia entre una cosa y otra va a
estar en nuestras elecciones. Así que no olvidemos que somos

(53:23):
la única especie que puede decidir qué quiere ser. Ese
es nuestro privilegio y también es nuestra responsabilidad. Bueno, espero
que este episodio te haya inspirado y que te lleves
al menos una idea que puedas poner en marcha hoy mismo.
Y si quieres seguir profundizando en todo esto, pues quiero
contarte que hace unos días lancé el volumen 1 de mi

(53:45):
nueva colección de libros. Se llama Secretos para Vivir Mejor.
Es un compendio de ideas y de herramientas prácticas para
que puedas aplicarlas en tu día a día y puedas
dar pasos reales hacia esa vida mejor. que deseas lo
tienes ya disponible en amazon y te dejo el enlace
directo en la descripción de este episodio para que le
puedas echar un vistazo sin ningún compromiso mil gracias de

(54:09):
verdad como siempre por estar al otro lado si este
episodio te ha aportado valor compártelo por favor con alguien
a quien también pueda ayudar suscríbete al canal por supuesto
y sigue al podcast en instagram Y si alguna vez
te apetece apoyar este proyecto con un café virtual, puedes
hacerlo muy fácilmente a través de PayPal o de transferencia.

(54:29):
También vas a encontrar todos los detalles en la descripción.
Y ahora sí, me despido. Un fuerte abrazo y hasta
la próxima.
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