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October 15, 2025 31 mins
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Speaker 2 (00:03):
Día de Muertos, una celebración a la memoria y un
ritual que recuerda a aquellos seres queridos que ya no
están con nosotros, aquellos que se adelantaron en el camino.
En la visión indígena, el Día de Muertos marca el
regreso temporal de las almas al mundo de los vivos.

(00:28):
los difuntos visitan a sus seres queridos atraídos por las
ofrendas dispuestas en altares ahí se alimentan de la esencia
de lo que degustaban en vida compartiendo un momento fugaz
entre ambos mundos en un acto de memoria y reverencia

(00:49):
donde lo terrenal con lo espiritual coexiste en un delicado
equilibrio querido espectador espero que estos relatos de día de
muertos sean de su agrado los invito a ponerse audífonos
y acomodarse en sus asientos para escuchar estos relatos de

(01:12):
terror aquí comenzamos Siempre supe que la muerte era algo inevitable.

(01:35):
pero nunca la había sentido tan cerca como ahora. Mi
nombre es Darío Peña. Quizás mi historia no es de miedo,
pero mientras se las cuente, quizás sí les dé cierto temor.
Mi vida es frágil. Lo supe el día que me
dijeron que mi enfermedad no tenía cura, pero extrañamente esa

(02:00):
noticia no me llenó de miedo. había pasado tanto tiempo
en hospitales tanto tiempo tratando de luchar que cuando finalmente
acepté mi destino sentí paz ahora este 2023 mientras preparó el
altar de muertos siento una gran conexión con los que

(02:22):
ya no están he puesto altares en otras ocasiones pero
esta vez es diferente Sé que es la última vez
que lo haré, la última vez que podré honrar a
mis seres queridos antes de unirme con ellos. El próximo año,
cuando este altar vuelva a ser colocado, una nueva foto

(02:46):
se añadirá. La mía. Y aunque la idea de la
muerte solía ser aterradora, ahora solo me parece una extensión
de la vida misma. Un ciclo que yo ya estoy
listo para cerrar. Los cempasúchil que he colocado en el
altar parecen más coloridos que de costumbre. Su color ilumina

(03:09):
la pequeña mesa que he puesto. una mesa que pronto
será visitada por aquellos que ya han cruzado al otro
lado recuerdo a mi abuela a mi padre a los
amigos que partieron antes de tiempo y me pregunto cómo
será verlos de nueva cuenta la tradición dice que en
la noche del 2 de noviembre los muertos caminan entre nosotros

(03:34):
guiados por el aroma de las flores y la luz
de las velas. En el 2022, mi salud hizo estragos en
mi cuerpo. Análisis, todo tipo de estudios y la espera
por saber los resultados, hizo que adelgazara bastante. Aparte que
los resultados no llegaron en su momento. Esto por la pandemia.

(03:59):
Perdí varios amigos y familiares. Ese año puse el altar.
No tan elaborado como en otras ocasiones. Con el tiempo,
había aprendido a convivir con mi enfermedad. No había otra opción.
Después de todo, los días eran más cortos para mí,

(04:20):
y los dolores más intensos. Pero me aferraba a la
idea de que la muerte no era algo que debía temer.
La muerte era simplemente el siguiente paso, una transición que
todos enfrentaríamos tarde o temprano. Y en ese año, al

(04:40):
preparar el altar, tuve la certeza de que esa transición
estaba más cerca de lo que nunca antes había sentido.
ese noviembre del 2023 no fue diferente al principio compré las
flores de cempasúchil y lo colorido del altar contrastando con
todo mi estado de ánimo el aroma del incienso llenaba

(05:04):
el vestíbulo donde coloque el altar así que cualquiera que
llegara las veía pero algo se sentía distinto en el
ambiente comencé a sentir mucho sueño y por el agotamiento
me quedé dormido en ese sueño vi a mis familiares
y amigos fallecidos todos se veían contentos un extraño sentimiento

(05:30):
me hizo darme cuenta que era como si me estuvieran
recibiendo fue en ese instante en que desperté muy asustado
al ver el altar me di cuenta que aún no
estaba terminado Así que encendí la primera vela y coloqué
las ofrendas. La presencia de mis familiares fallecidos se sentía

(05:52):
más que en otras ocasiones. Tuve que serenarme, pues si
me exaltaba no era bueno para mí, ya que me
tenían que medicar y no estaría en todos mis sentidos
para el día de los fieles difuntos. El 2 de noviembre
llegó mi hermana Eva. Ella traía el pan de muerto

(06:16):
y los dulces que le encantaban al abuelo. Ella me
preguntó si me sucedía algo. Le conté lo que había soñado.
Su hija Mónica me escuchaba atenta, pero en ese momento
dijo algo que tenía lógica para lo que yo había
soñado y lo que sentía que estaba en casa. A

(06:39):
finales de septiembre falleció uno de mis cuñados en un accidente.
Una de mis tías, la más anciana de todos los
hermanos de mi padre, también había fallecido. Mónica dijo que
siempre se van tres. Eva le dijo que se callara,
que no le hiciera caso a esas cosas, que eran supersticiones.

(07:02):
Así quedó por unos momentos, pero el ambiente se sentía extraño.
El altar también se veía raro. No era para menos,
pues mi cuñado dejó muchos asuntos pendientes. A pesar de
la edad de mi tía, ella falleció sola en su casa,

(07:22):
sin la compañía de alguno de sus hijos o de
algún familiar. Eva lo sentía, Mónica y yo también. Mi
hermana nerviosa quitó las fotos de las dos últimas personas
que habían fallecido. Las colocó dentro de una caja. Pensarán
que no deberíamos de haber hecho eso, pues ellos también

(07:44):
como fallecidos deberían tener sus fotos en el altar, pero...
Todo el ambiente en la casa se sintió diferente. Ya
no había esa pesadez. Al contrario, las llamas de las
veladoras tomaron fuerza y brillaban con más luz. El altar
se veía diferente, no opaco como hacía unos momentos. ninguno

(08:10):
de los tres dijo algo pero lo pensamos el morir
en la forma que lo hicieron era como negarse ir
a la luz todo el resto del día y parte
de la noche en que velamos a nuestros muertos nos
llenó de tranquilidad al saber que estaban con nosotros para
mí esa fue la última visita de un día de

(08:33):
muertos les dije que me gustaría que me pusieran en
el altar qué fotografía colocaran para que me recordaran era
como si me preparara para mi partida que está próxima
ambas lloraron pues se niegan a ello pero como les
comenté yo no tengo miedo cuando ella se retiraron coloque

(08:58):
mi foto entre todos mis familiares Se siente extraño verla,
pero ese fue mi último altar de Día de Muertos.
Quizás para cuando estén escuchando esta anécdota, yo ya no
esté en este mundo. Muchas gracias. Los saludo desde el
más allá. crecí en una casa vieja de esas que

(09:37):
parecen haber resistido a todo tipo de inclemencias por los
años los muros son gruesos y fríos y por las
noches de viento y lluvia los árboles viejos del patio
se mecen en un vaivén el crujir de las ramas
siempre me ha ocasionado cierto miedo pues es como si

(10:00):
esos ruidos trajeran malas noticias Mi nombre es Dolores Rivera.
Soy del estado de Guerrero. Actualmente tengo 55 años y, hasta
hoy en día, sigo poniendo el altar a los fieles difuntos,
puesto que crecí al lado de mi abuela Maribel. Mis

(10:22):
padres se fueron a los Estados Unidos en busca del
sueño americano, pero jamás volvimos a saber de ellos, ni
noticias buenas o malas. mi abuela era la mujer más
sabia que jamás conocí pero también la más supersticiosa para
ella el día de muertos no era sólo una tradición

(10:44):
era negarse a que sus seres queridos quedaran en el
olvido cada año a medida que se acercaba el 2 de
noviembre la casa se llenaba de un aire distinto más
pesado como si algo o alguien estuviera esperando pacientemente a
ser recibido era mi abuela quien siempre me recordaba la

(11:07):
importancia de poner el altar la veía ir y venir
por la casa buscando las fotografías antiguas de los familiares
que ya no estaban encendiendo las velas casi de una
manera religiosa colocando las flores de cempasúchil el camino perfecto

(11:28):
y dejando pan dulces y otras ofrendas cuidadosamente seleccionadas pero
lo que más me inquietaba eran sus silencios especialmente cuando
hablaba de las otras almas las que No tenían un
lugar en ningún altar. Nunca hizo falta que lo dijera

(11:51):
con palabras claras. Lo entendía en su mirada. A veces
sentía que cada vez que colocábamos el altar antes del 2
de noviembre... Era como si los vivos tuviéramos una responsabilidad
para con nuestros difuntos. Desde que era una niña, observé

(12:12):
que cada vez que ella hablaba de las almas en penitencia,
su tono cambiaba, a veces con tristeza, en otras como
si a lo largo de su vida hubiesen fallecido muchas
personas que conoció. Y no hubo quienes hicieran una oración
por ellos. Otra de sus conversaciones era que,« Gente como

(12:35):
mis padres que fallecen quién sabe dónde, y no había
una cruz o una tumba donde llorarles». Había algo en
ese término que me perturbaba profundamente. Eran almas que no
encontraban descanso, decía, atrapadas en el limbo, entre el mundo

(12:57):
de los vivos y los muertos. Pero no era algo
que se discutiera abiertamente. era un tema del que sólo
ella se permitía hablar y sólo en momentos muy específicos
como si temiera que invocar las demasiado fuera peligroso una
noche justo antes del día de muertos algo cambió mi

(13:21):
abuela estaba en el proceso habitual de montar el altar
recuerdo que el viento que normalmente movía los árboles del
patio era muy frío yo estaba sentada en la mesa
observando sus movimientos cuando algo en su rostro me hizo
sentir miedo parecía más preocupada que de costumbre esa noche

(13:46):
sin que nadie me lo pidiera comencé a ayudarla colocamos
las velas las flores y al final algo nuevo un
rincón de altar dedicado a las almas en penitencia me
estremecí cuando me di cuenta que era la primera vez
que mi abuela hacía algo así no había fotos no

(14:10):
había nombres sólo una ofrenda general un espacio vacío destinado
a aquellos que habían sido olvidados aquellos que no tenían
quien rezara por ellos por unos instantes me estremecí pues
de por sí tener tantas almas en casa y aún
la abuela maribel invitaba a más ella se quedó en

(14:34):
silencio y en ese momento sentí una presencia no puedo
explicarlo de otra manera pero no era visible el sonido
de las ramas de los árboles también se escuchaba diferente
Me di cuenta de que las almas en penitencia no
eran como las demás. No eran familiares que venían a

(14:56):
visitarnos con cariño, sino seres atrapados, algunos por sus propios pecados,
otros por el olvido, otros que buscaban respuestas a sus muertes.
Y lo que más temía mi abuela era que, si
no rezábamos por ellos, podrían encontrar otra forma de manifestarse.

(15:19):
Pues también decía que las almas que no se iban
el día en que retornaban a su lugar, éstas se
quedaban a torturar a los seres vivos, tomando la forma
de aquellos que amábamos. Para ella, no era raro. Que
estas almas buscaran desesperadamente a alguien que las recordara, y

(15:41):
en su desespero, podían volverse peligrosas. El altar se terminó
esa noche. Aquella extraña sensación en el ambiente no desapareció.
Durante los días que siguieron, noté cosas que antes no
me habían parecido importantes. Velas que se apagaban sin razón aparente.

(16:03):
Sombras que parecían moverse más rápido de lo normal. Susurros
que creí escuchar. No me atreví a hablar con nadie,
pues sabía que mi abuela estaba al tanto de lo
que estaba sucediendo en casa. El 2 de noviembre llegó, y

(16:23):
con él una sensación extraña, como si el mundo entre
los vivos y los muertos se unieran. Mi abuela, sin embargo,
estaba tranquila, no se veía desesperada ni nada, como los
días anteriores. Esa mañana se levantó temprano, vistió de negro

(16:44):
y encendió las velas en el altar. Luego me llamó
para que la acompañara con el rosario. El día transcurrió
con normalidad. Fuimos al panteón a llevar flores al abuelo
y a sus padres, a mi tío Juan que tenía
poco de haber fallecido, y antes de retirarnos dejó un

(17:06):
ramo de flores en la cruz del perdón. Esa noche
fui incapaz de conciliar el sueño. El silencio en la
casa era como si las velas encendidas no hubiesen calmado
a aquellas almas en penitencia. Me levanté discretamente y fui
hacia el altar. Las velas aún estaban encendidas y el

(17:30):
olor de las flores llenaba la sala. Todo parecía normal,
hasta que sentí una corriente de aire frío, tan intenso
que me hizo estremecer. lo siguiente que vi fue una
sombra al pie del altar era una figura alta más

(17:50):
oscura que la noche misma no se movía pero su
presencia era opresora sentí un miedo de esos que te
paralizan y no pude apartar la vista Esa era una
de ellas. Una de esas almas atrapadas entre el mundo
de los vivos y los muertos. Mi abuela tenía razón.

(18:14):
No todas las almas encontraban descanso y algunas eran incapaces
de aceptar su destino. Permanecí inmóvil, sintiendo como el aire
a mi alrededor se volvía cada vez más pesado. La
figura no se acercó, pero tampoco desapareció. No sé cuánto

(18:34):
tiempo pasó, pero, de alguna forma, el rezo de mi
abuela resonó en mi mente, y con un esfuerzo sobrenatural,
murmuré las palabras que ella me había enseñado. Sentí como
el frío comenzaba a retirarse, lentamente hasta que la figura
se desvaneció. Al día siguiente le conté a la abuela

(18:56):
lo sucedido. Ella me comentó que el altar había cumplido
su propósito, al igual que el ramo de flores que
dejó en el cementerio junto a la cruz del perdón.
mi abuela maribel tiene muchos años que falleció aún pongo
el altar de muertos cada día 2 de noviembre espero la

(19:16):
venida de mis seres queridos y las almas en penitencia
que cada vez que pasa el tiempo son más que
la primera vez que mi abuela maribel colocaba el altar
de muertos desde que yo era pequeña El Día de
Muertos no solo se trata de honrar a nuestros seres queridos,

(19:38):
sino también de recordar a aquellos que no tienen quien
los recuerde. Porque, al final, todos necesitamos ser recordados para
encontrar la paz. Siempre he sentido que en mi familia

(20:05):
la muerte nunca está lejos, porque mi madre siempre tiene
una veladora encendida en el altar de la Virgen de Guadalupe.
Esto porque desde la muerte de mi padre, ella siempre
le pone esa veladora para que no le falte luz
en su camino. Mi nombre es Edna Preciado. El Día

(20:30):
de Muertos para nosotros los mexicanos es sagrado. Desde pequeña
mi madre me enseñó a ayudarle a colocar el altar
con devoción, a recordar con aquel amor a aquellos que
ya no están. pero que cada año nos visitan sin
embargo ese año del 2021 cuando empecé a prepararlo unos días

(20:54):
antes del 2 de noviembre algo extraño se hizo presente en
casa al principio todo fue normal hice lo que cada
año hago para preparar todo para el altar compré las
flores de cempasúchil las velas y el incienso y desempolvé
las fotografías de mis abuelos mis tíos amigos cercanos todas

(21:20):
aquellas personas que de una forma u otra dejaron una
huella en mi vida antes de partir colocar sus fotos
en el altar siempre había sido un consuelo para mí
una manera de sentir que aún estaban cerca como si
nunca se hubiesen ido observándonos desde el otro lado la

(21:44):
primera noche encendí una vela para ellos una ofrenda temprana
un llamado para que supieran que pronto serían bienvenidos esa
misma noche escuché el primer susurro era un murmullo suave
apenas perceptible esa noche estaba sola en casa y pensé

(22:07):
que tal vez se trataba solo de mi imaginación pero
la sensación que algo estaba cerca del altar me dejó
un poco intranquila pues nunca había experimentado algo así No
era miedo lo que sentí en ese momento, pero hasta
cierto punto me sentí nerviosa, quizás porque estaba sola en casa,

(22:31):
pero no quise sugestionarme, así que me puse a preparar
lo que llevaría al cementerio en unos días. Las tres
noches siguientes, los susurros se hicieron más claros. Sabía que
venían del altar, de las velas que permanecían encendidas toda

(22:52):
la noche, pues es luz para ellos en su camino
hacia el altar. Empecé a reconocer algunas voces, una risa
suave que me recordó a mi abuelo, la voz dulce
de mi tía Edelmira, que siempre decía mi nombre con cariño.

(23:13):
Eran ellos, estaba completamente segura. sin embargo junto a esos
murmullos familiares había uno más uno que no reconocía desde
el principio supe que no pertenecía a ninguno de mis
seres queridos aquel susurro era más grave más insistente que

(23:35):
los demás no decía mi nombre como los otros pero
cada vez que lo escuchaba una sensación de frío me
recorría a la espalda al principio traté de ignorarlo pensando
que tal vez era mi mente jugándome una broma sin
embargo a medida que se acercaba el 2 de noviembre ese

(23:58):
susurro se volvía más fuerte opacando a los demás No
podía entender las palabras exactas, pero su tono era lo
suficientemente claro. No era bienvenido. No pertenecía al mundo de
los muertos queridos. ese susurro no solamente yo lo escuchaba

(24:22):
sino que mi hija de tan solo seis años me
dijo que alguien le llamaba desde el altar yo le
pedí que me señalara hacia las fotografías para ver si
alguien de allí era ella negó con la cabeza y
me señaló que le llamaban debajo del altar le dije
que no hiciera caso que no se acercara al altar

(24:44):
si no había alguien más con ella A partir de
ese día me comencé a sentir inquieta. En ocasiones, mientras
caminaba por la casa o pasaba cerca del altar, lo
escuchaba en el fondo. no importaba cuánto intentara distraerme la
presencia detrás de esa voz se volvía más intensa pero

(25:07):
lo peor fue la noche en que sus palabras finalmente
se aclararon aquella noche me quedé en la sala y
me acosté en el sillón la luz de las velas
aún titilando me adormecía el susurro se volvió nítido tan
claro como si alguien estuviera junto a mí Ya no

(25:27):
era solo un murmullo. No había palabras agradables ni afecto
en esa voz. Comenzó a recordarme cosas que yo creía
enterradas y que a nadie le había contado. Cosas que
nadie más conocía. Con una frialdad aterradora, esa voz empezó

(25:48):
a hablar de mis pecados, de los errores que había
cometido durante mi vida. Sentí como la sangre me helaba.
Era imposible que alguien, ni siquiera mis familiares muertos supieran
esas cosas. no eran eventos agradables o públicos sino aquellos
que había guardado en el rincón más oscuro de mi

(26:10):
mente pecados que me atormentaban en los momentos de mayor
vulnerabilidad aquel susurro comenzó a desenterrar los uno a uno
secretos decisiones egoístas las veces que había lastimado a otros
por conveniencia cada palabra era una daga clavándose en mi

(26:33):
pecho conforme continuaba la voz se volvía más cruel burlona
como si disfrutara recordarme mis errores el peso de mi
pecho creció tanto que apenas podía respirar comencé a temer
que lo que había traído a mi casa no era

(26:55):
un alma en paz sino algo mucho peor ese cero
lo que fuera no estaba ahí para visitarme ni buscar
la luz sino para arrastrarme hacia la oscuridad por un
momento comencé a dudar de mí misma de mis recuerdos
por esos momentos el miedo se convirtió en mi única

(27:16):
compañía comencé a rezar y eso pareció tranquilizarme y no
escuchaba ese susurro que tanto me atormentaba ya quería que
llegara el día de los fieles difuntos para quitar el
altar no lo estaba disfrutando como otros años cuando terminé
de hacer oración los susurros se callaron y comencé a

(27:39):
llorar fue en esos momentos que mi esposo y los
niños llegaron ellos pensaron que era porque extrañaba a mis
familiares fallecidos me sentía muy mal emocionalmente eso que estaba
en el altar de muertos me estaba haciendo mucho daño
tanto que dejé de encender las velas por la noche

(28:03):
pero eso no detuvo los susurros incluso cuando no había
luz en el altar cuando todo estaba en silencio la
noche del primero de noviembre la presencia detrás de aquellos
susurros se materializó estaba frente al altar antes del día
de muertos sentí un frío helado detrás de mí no

(28:27):
me atreví a girar la cabeza el susurro esta vez
no fue suave ni lejano Lo escuché directamente en mi
oído y las palabras me hicieron sentir más miedo. Aquel
ser tenía el tamaño de un niño. De hecho fue
tomando la forma de este. Recordé que los demonios toman

(28:51):
la forma de la inocencia para confundirnos. Recordé las palabras
de mi madre. Una oración para protegernos de los espíritus
malignos que se disfrazan para engañarnos. con todo el coraje
que pude reunir me alejé del altar dejando las velas

(29:12):
encendidas no era un alma que venía a buscar consuelo
era algo más oscuro algo que se alimenta del arrepentimiento
y del miedo en mi recámara siempre tengo agua bendita
y comencé a rociar toda la casa y terminando con
el altar echando el agua Abrí la puerta y con

(29:35):
voz autoritaria le ordené que se fuera, que esa luz
era para los que la necesitaran, pero que él no
era bienvenido. Los susurros por ese momento ya no se escucharon.
Pero déjenme decirles que aunque decreté e hice lo que
para mí estaba en mi derecho de echar eso que

(29:56):
estaba en mi casa, aún así tuve que buscar ayuda,
porque no siempre uno tiene la autoridad de sacar ese
tipo de seres que entran a nuestro hogar sin ser invitados.
Al año siguiente ya no hubo susurros en mi altar
de muertos, pues eso que había entrado a mi hogar

(30:17):
se hizo pasar por mi abuelo y mi tía, pues
hasta hoy no se han vuelto a escuchar. Y bien,
querido Infraescucha, querida comunidad,¿ qué le parecieron los relatos del
Día de Muertos? Que, aunque no sabemos a ciencia cierta,

(30:38):
si es verdad que los muertos nos visitan el día 2
de noviembre. Pero es una creencia que todos los mexicanos
tenemos bien arraigada. Muchas gracias por escucharnos. Los leo en
la caja de comentarios. Me despido no sin antes desearles
dulces pesadillas. Buenas noches y hasta la próxima.
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