Episode Transcript
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Speaker 2 (00:00):
no olvides seguirme en mi canal alterno oscuro inframundo donde
te narraré las mejores historias de terror frente a cámara
a manera de podcast te dejo el enlace para que
nos visites en la descripción y en el comentario fijado
(00:35):
El Chillido, relato de taxistas en Halloween. Muy buenas noches, inframundo.
Mi nombre es Rogelio Salgado, taxista en la ciudad de Morelia, Michoacán.
Desde hace más de doce años, mi turno favorito siempre
(00:57):
fue el nocturno. Pero lo que sucedió la noche de
Halloween cambió mi perspectiva para siempre. Desde entonces, cada vez
que manejo después de medianoche, siento que algo me observa
desde el asiento de atrás. eran cerca de las 2 40 de
la madrugada cuando me encontraba circulando por la avenida camelinas
(01:23):
había poco tráfico la mayoría de las calles estaban casi
desiertas y las luces anaranjadas de los postes parecían parpadear
como si estuvieran al borde de apagarse en el aire
se percibía un olor húmedo mezclado con humo de fogatas
(01:44):
Esta noche había más movimiento de lo normal por las celebraciones,
pero mi última corrida había terminado hacía casi una hora
y pensaba irme a casa. en el cruce frente al
panteón municipal la vi una mujer joven con el rostro
(02:04):
pálido vestida de negro cargando lo que parecía ser una
manta envuelta con algo en su interior levantó la mano
con suavidad pidiendo el servicio dudé un instante pero terminé
frenando subió lentamente al asiento trasero sin pronunciar palabra alguna
abrazando con fuerza que el bulto note que respiraba con
(02:29):
dificultad su piel estaba tan blanca que pensé que podía
desvanecerse en cualquier momento el ambiente dentro del taxi se
tornó pesado de inmediato como si faltara el aire apenas
avance unos metros un olor extraño comenzó a invadir la
cabina era una mezcla de humedad y carne podrida intenté
(02:54):
abrir un poco la ventana para ventilar pero el frío
que entró me hizo la piel mire por el retrovisor
y la mujer mantenía la vista baja inmóvil como si
ni siquiera respirara sus manos sujetaban aquel paquete con fuerza
y juraría que vi manchas oscuras sobre la tela como
(03:17):
si estuviera húmeda Algo en mi interior me decía que
no debía seguir, pero mis manos parecían no obedecer. Tomé
la avenida rumbo al sur, tratando de concentrarme en el camino.
Fue entonces cuando, en medio del silencio absoluto, escuché un
(03:38):
sonido débil, casi imperceptible. proveniente del bulto que llevaba entre
los brazos. Sonaba como un lamento apagado, un gemido infantil
que no tenía sentido. Mi respiración se aceleró y sentí
como la piel se me erizaba. Intenté no pensar en ello,
(04:00):
pero el sonido se hizo más claro, más constante, hasta
que dejó de ser un susurro y se convirtió en
un sollozo ahogado. El olor se intensificó. Era un hedor insoportable, espeso,
que parecía impregnarse en mi piel y en mi ropa.
(04:22):
Intenté disimular mi incomodidad, pero en ese momento vi hacia atrás,
por el retrovisor, que algo se movía bajo la manta.
La tela se levantaba y caía como si algo respirara dentro.
No era posible. la mujer con ojos cerrados parecía no
(04:43):
notar nada como si estuviera en trance la garganta se
me cerró y sentí un peso en el pecho que
apenas me dejaba respirar al llegar a un tramo de
carretera oscura las luces de los postes desaparecieron por completo
La mujer comenzó a balancearse lentamente de un lado a otro,
(05:07):
como meciéndose, y en ese instante escuché un chillido agudo
proveniente del paquete. Fue tan fuerte que frené de golpe.
Mi corazón latea tan rápido que pensé que iba a desmayarme.
Giré el resto hacia atrás, pero no había nada, ni
paquete ni mujer. El asiento trasero estaba vacío. El taxi
(05:32):
olía a tierra húmeda y a sangre. Me invadió un
escalofrío tan profundo que las manos me temblaban sobre el volante.
Aceleré con fuerza, intentando dejar atrás aquella carretera, pero cada
espejo del vehículo mostraba algo imposible. La mujer seguía ahí,
(05:54):
en el asiento trasero, observándome fijamente con unos ojos completamente negros,
brillantes y vacíos. No movía los labios, pero en mi
mente escuché un susurro gélido que me atravesó el cráneo
como un cuchillo. No debía estar aquí. de nueva cuenta
(06:19):
las luces de la ciudad aparecieron frente a mí y
por un momento pensé que todo terminaría pero cuando me
detuve en un semáforo y giré hacia el retrovisor su
rostro seguía y ahora más cerca con la piel cubierta
de manchas grises sus labios abiertos mostrando dientes rotos y
(06:43):
un líquido oscuro cayendo por su barbilla cerré los ojos
con fuerza esperando que todo desapareciera al abrirlos estaba solo
llegué a casa poco después pero esa noche no pude
dormir el hedor seguía impregnando mi ropa y sentía que
(07:04):
algo invisible me seguía cada rincón Al amanecer, intenté convencerme
de que todo había sido un desvarío, producto del cansancio
y del estrés. Hasta que escuché la noticia en la radio.
La policía había encontrado, cerca del mismo panteón donde la recogí,
a una mujer sin vida junto a un pequeño ataúd roto.
(07:30):
Decían que alguien había robado el cuerpo de un bebé
de su sepultura. El escalofrío que me recorrió el cuerpo
en ese instante, no puedo describirlo. Cerré mi taxi por
varias semanas. Desde entonces, cada noche de Halloween, conduzco con
(07:52):
las ventanas cerradas. Evito pasar por el panteón. A veces,
sin embargo, creo verla, de pie, junto a la entrada.
cargando esa misma manta manchada. Y sé, en lo más
profundo de mí, que tarde o temprano volverá a subir
a mi taxi. No lo sé, a lo mejor es
(08:13):
imaginación mía.¿ Qué opinan ustedes? El pasajero de noche de brujas.
Relatos de Halloween. La ciudad se vestía de una oscuridad densa,
(08:38):
más fuera de lo normal aquella noche del 31 de octubre.
Mientras muchos se preparaban para fiestas de disfraces o reuniones familiares,
yo manejaba mi taxi por las calles húmedas de Guadalajara.
No podía darme el lujo de descansar. Los recibos se
(09:00):
acumulaban y las cuentas no perdonan. Conocía bien las calles,
pero esa noche todo parecía distinto, como si una neblina
invisible se hubiera colado en cada esquina. las luces naranjas
de las calabazas decoraban los negocios y algunas casas pero
no daban alegría parecían burbujas de fuego flotando en la
(09:24):
penumbra los grupos de niños disfrazados corrían de un lado
a otro y cada vez que los veía desde el
parabrisas me parecía que sus risas se deformaban como ecos
que no correspondían a la realidad algo bastante extraño Pasada
la medianoche, la ciudad comenzó a apagarse poco a poco.
(09:48):
Los festejos se diluían y la gente desaparecía de las calles.
Fue entonces cuando recibí una solicitud en la aplicación. El
punto de recogida era en las afueras, cerca del antiguo
panteón de Mesquitán. Dudé unos segundos por qué. Esa zona
no era la más segura y además la hora no ayudaba.
(10:13):
Pero el reloj avanzaba y el dinero siempre pesa más
que la prudencia. conduje por avenidas solitarias donde las lámparas
apenas iluminaban manchas intermitentes en el pavimento al llegar el
aire se volvió más frío y sentí una presión en
(10:33):
mi pecho como si el lugar me negara la entrada
me estacioné frente a la reja del panteón El sitio
parecía abandonado, pero del interior emergía un resplandor tenue, como
si velas encendidas resistieran al viento. El pasajero apareció de pronto,
(10:54):
un hombre alto, vestido de negro con un sombrero antiguo que...
Apenas dejaba ver su rostro. Caminó lentamente hacia el coche
y se sentó en el asiento trasero sin hacer ruido.
Cerró la puerta con una suavidad extraña, como si el
metal no existiera. No pronunció palabra alguna, pero de alguna
(11:16):
forma supe hacia dónde debía llevarlo. La colonia América. Una
zona llena de casas antiguas y algunas ya en ruinas.
Arranqué el motor y la sensación de vacío me acompañó
durante el trayecto. El retrovisor me mostraba apenas una silueta estática, inmóvil,
(11:40):
sin respirar. El camino se me hacía eterno. las calles
parecían doblarse sobre sí mismas y volver a empezar reconocía
esquinas que ya había pasado antes pero el marcador del
kilometraje seguía aumentando sentía que avanzaba en círculos dentro de
(12:01):
una ciudad que ya no era mía el silencio se
volvió insoportable encendí la radio buscando compañía pero solo encontraba
estática La interferencia era áspera, como cuchillas en los oídos,
hasta que de pronto emergió una voz femenina, distorsionada, no
(12:24):
entendía muy bien qué era lo que decía. En fin,
giré el dial con rapidez, pero todas las estaciones transmitían
lo mismo, como si la señal hubiera sido devorada por
un eco que nadie controlaba. Al voltear de nuevo el retrovisor,
noté algo que meló la sangre. El pasajero no estaba solo.
(12:47):
A su lado, pegados a la ventana, se alineaban tres
rostros pálidos, como calaveras cubiertas por piel seca. Sus ojos
brillaban como carbones apagados, y sus bocas estaban abiertas en
un gesto de hambre insaciable. No había escuchado ninguna puerta abrirse.
(13:10):
Nadie más había subido, y sin embargo, ahí estaban, observándome
en un silencio absoluto. Mi instinto me gritaba que detuviera
el coche, pero algo más fuerte me obligaba a seguir conduciendo.
Era como si el volante se moviera por sí solo,
(13:31):
como si la ruta estuviera marcada desde antes de nacer.
Llegamos finalmente a la colonia. La calle estaba desierta, salvo
por una vieja casona de dos pisos con balcones oxidados
y ventanas tapeadas. El hombre señaló con un leve movimiento
de cabeza hacia la entrada. Frené el taxi, temblando, esperando
(13:56):
que saliera y me dejara continuar. Pero no bajó. Al contrario,
las figuras a su lado comenzaron a desaparecer una por una,
deshaciéndose como humo que vuelve al aire. El hombre inclinó
su rostro y por primera vez vi sus ojos. Eran
(14:16):
huecos vacíos. Dos cavidades negras que absorbían la luz. Una
fuerza helada recorrió mi cuerpo, inmovilizándome. La puerta trasera nunca
se abrió. Y sin embargo, el asiento quedó vacío. Pensé
(14:36):
en huir, acelerar y dejar todo atrás, pero... Mis manos
estaban clavadas al volante. Fue entonces cuando noté que no
estaba solo dentro del taxi. Desde el asiento del copiloto
alguien me observaba. Era una mujer con un vestido desgarrado,
(14:56):
el cabello largo cubriéndole el rostro y la piel ceniza,
como tierra húmeda recién removida. El hedor a tierra y
flores marchitas llenó el coche, y un murmullo brotó de
su garganta, aunque no podía entender las palabras. La mujer
(15:17):
se inclinó hacia mí y el aire se congeló. Mis
ojos querían cerrarse pero no podía apartar la mirada. Fue
entonces cuando comprendí lo que repetía. No era un murmullo
lo que escuchaba en la estática, sino algo parecido a
una oración invertida. Una plegaria arrancada del mismo infierno. Cada
(15:41):
silbada se clavaba en mi cabeza como agujas candentes, y
simplemente caí desmayado. Cuando desperté, estaba estacionado otra vez frente
al panteón de Mesquitán. El motor apagado, el reloj marcaba
las tres de la madrugada y el taxímetro seguía corriendo
(16:04):
como si jamás se hubiera detenido. No había rastro de
ningún pasajero, pero el asiento trasero estaba húmedo, manchado con
tierra fresca y pétalos negros. Desde entonces, cada que se
llega la noche de Halloween, evito conducir. No importa cuánto
(16:25):
dinero pueda ganar, nunca más volveré a recoger a nadie
cerca de un panteón, porque aprendí que hay viajes que
no pertenecen a este mundo. Cosas inexplicables pasan en la
noche de brujas. Muchas gracias por escucharme. El Taxista del
(16:52):
Panteón Relatos de Halloween muy buenas noches comunidad de inframundo
me llamo manuel herrera y llevo más de 15 años trabajando
como taxista en la ciudad de puebla recuerdo que era
(17:14):
la madrugada del 31 de octubre del 2019 lo recuerdo como si
hubiera sucedido ayer las noches de halloween siempre han sido
pesadas pero esa en particular cambió mi vida para siempre
había terminado un par de servicios cuando decidí tomar la
(17:36):
avenida que bordea el viejo panteón san joaquín un lugar
donde muchos taxistas evitamos por superstición el aire estaba húmedo
y una ligera neblina cubría el camino dándole un aspecto
casi fantasmal a esa hora la ciudad parecía dormida mientras
(17:59):
manejaba noté que la temperatura descendió de golpe el aire
acondicionado estaba apagado pero el aliento salía en pequeñas nubes
el taxímetro marcaba en cero y aunque sabía que debía
regresar al centro para buscar otro cliente algo me impulsó
(18:20):
a seguir por esa avenida silenciosa De pronto, vi una
parada junto a la banqueta, justo frente a la reja
oxidada del panteón. Era una mujer de cabello largo y
vestido oscuro, inmóvil, como si me estuviera esperando. Reduje la velocidad,
(18:43):
pero cuando volteé para mirarla de frente, ya no estaba.
Un escalofrío me recorrió la espalda y aceleré. El silencio
dentro del taxi se volvió tan pesado que podía escuchar
los latidos de mi propio corazón. Encendí la radio para
romper la tensión, pero solo salía estática. Un sonido seco
(19:09):
y distorsionado que empeoraba la sensación de estar atrapado. Seguí conduciendo,
tratando de ignorar lo que acababa de ver, pero algo
llamó mi atención por el espejo retrovisor. Sentí que alguien
iba sentado justo detrás de mí. Giré de golpe, pero
(19:33):
el asiento estaba vacío en ese instante. Un olor nauseabundo
invadió el interior. Una mezcla de tierra húmeda, flores marchitas
y carne podrida. Apreté el volante con fuerza. No quise detenerme,
pero mis manos temblaban tanto que apenas podía mantener el control.
(19:58):
Tomé la primera curva para alejarme del panteón y fue
entonces cuando lo vi. Una figura blanca atravesando la calle
a pocos metros. Frené en seco. El cuerpo era traslúcido, humanoide,
pero no caminaba, sino que flotaba. Los huesos sobresalían bajo
(20:20):
la piel casi transparente y, aunque no tenía ojos... podía
sentir como esa cosa me observaba cerré los ojos un
segundo para recobrar el aliento y cuando lo sabré ya
no estaba ahí creí que mi mente me estaba jugando
una mala pasada pero la verdadera pesadilla apenas comenzaba Apenas
(20:48):
dos calles más adelante, el taxímetro comenzó a marcar por
sí solo. Las luces rojas parpadeaban como si alguien hubiera
ingresado una tarifa automática. No había tomado ningún pasajero, pero
la máquina mostraba la dirección de destino. Panteón San Juan, cripta 47.
(21:14):
El olor putrefacto regresó con más fuerza, como si la
muerte estuviera dentro del vehículo. Quise apagar el auto, pero
el motor seguía rugiendo por cuenta propia. Sentía que algo
me obligaba a seguir esa ruta, como si alguien invisible
manejara mis manos. Llegué a la entrada del panteón. Las
(21:40):
rejas corroídas por el óxido. estaban abiertas de par en
par aunque sabía que a esas horas siempre permanecían cerradas
las sombras de los cipreses parecían retorcerse proyectando figuras extrañas
sobre el suelo húmedo a veces lentamente por el sendero
(22:04):
principal los faroles antiguos apenas iluminaban la neblina que lo
cubría todo podía escuchar pasos detrás de mí aunque no
había nadie cada vez que volteaba las sombras parecían acercarse
el taxímetro comenzó a emitir un pitido agudo la pantalla
(22:26):
brillaba con intensidad y mostraba algo imposible Giré la cabeza
con terror y en ese momento sentí un golpe helado
en el hombro. Una presión inhumana, como si una mano
huesuda se aferrara a mi piel. El asiento trasero estaba
(22:46):
completamente hundido, como si alguien invisible se hubiera sentado. La
puerta se abrió sola. lentamente con un chirrido que se
perdió en la broma sentí el impulso de huir pero
no podía moverme mis músculos estaban rígidos mi mente bloqueada
(23:09):
de pronto escuché un murmullo grave que parecía salir de
debajo de la tierra No eran palabras, era un sonido gutural, profundo,
casi animal. La niebla se espesó tanto que apenas podía
ver el volante. Cuando logré reaccionar, miré de reojo por
(23:32):
el espejo. Un rostro desfigurado se reflejaba detrás de mí.
Piel grisácea, cuencas vacías y una sonrisa abierta imposible de describir.
Mis manos soltaron el volante y el auto se estrelló
contra una lápida enorme. Desperté horas después, cubierto de sangre,
(23:53):
con el parabrisas hecho trizas y el motor apagado. No
había nadie, ninguna figura, ningún pasajero. El taxímetro marcaba en ceros.
Días después me enteré por otros taxistas que varios colegas
habían desaparecido en esa misma zona durante la madrugada de Halloween.
(24:15):
Algunos encontraron sus taxis abandonados junto al panteón. Puertas abiertas,
luces encendidas, pero sin rastro de los conductores. Desde aquella
noche dejé de trabajar turnos nocturnos. Cada vez que paso
por esa avenida evito mirar por los espejos retrovisores. Hay
(24:39):
cosas que es mejor no ver y evitar. Es por
eso que en las noches de Halloween prefiero no volver
a conducir de noche. Saludos y gracias por escucharme. El
(25:00):
Puente de Halloween Relato de Taxistas Buenas noches comunidad de
Inframundo Me presento, mi nombre es Eduardo Morales Y lo
que voy a compartirle sucedió un 31 de octubre en la
(25:21):
ciudad de Puebla Cuando todavía trabajaba como taxista en la
zona metropolitana Muchos me juzgarán de loco, pero no me importa.
Llevo demasiado tiempo guardando este secreto, y cada año, cuando
se llega la temporada de brujas, los recuerdos me consumen
(25:42):
como brasas. Ese día había trabajado desde temprano, trasladando pasajeros
que iban a comprar disfraces o a preparar ofrendas para
el Día de Muertos. El ambiente festivo contrastaba con mi
estado de ánimo. No había logrado dejar atrás ciertas adicciones
(26:03):
que en el pasado casi me destruyen, y a pesar
de que ya me mantenía limpio, mis demonios aún me rondaban.
Sin embargo, lo que viví aquella noche no tuvo nada
que ver con los estupefacientes, ni con mi mente. Fue
algo real, se los puedo asegurar. El último viaje lo
(26:26):
pacté con un cliente regular que necesitaba ir a un
poblado cercano. El trayecto fue tranquilo y al regreso decidí
tomar un atajo para llegar más rápido a la ciudad.
el cielo comenzaba a teñirse de un tono rojizo y
el aire olía a humo de incienso mezclado con pólvora
(26:50):
de cohetes cuando pase bajo un puente en medio de
la carretera sentía algo extraño como si hubiera atravesado una
burbuja de aire helado el ambiente cambió en un segundo
los colores se apagaron y la música de las calles
desapareció y hasta el ruido del motor parecía ahogado. No
(27:15):
le di mayor importancia. Estaba cansado y solo pensaba en
llegar a casa. Pero conforme me adentraba en Puebla, notaba
pequeños detalles que no encajaban. Edificios que yo recordaba abandonados,
aparecían restaurados. Las calles tenían nombres ligeramente distintos y los
(27:38):
anuncios mostraban marcas que nunca había visto. Al principio pensé
que eran errores de mi memoria, pero poco a poco
la inquietud creció. Me detuve frente a mi casa, ansioso
por descansar, pero algo me heló la sangre. No era
mi hogar. Las paredes estaban pintadas de otro color. Las
(28:03):
ventanas tenían cortinas que no reconocía, y cuando intenté abrir
la puerta, la llave no encajó. Una mujer salió al
escuchar el ruido. Me miró con sorpresa y desconfianza. Le
dije que yo vivía ahí, pero ella con voz temblorosa
aseguró que llevaba más de diez años ocupando la casa
(28:25):
con sus familiares. el miedo me obligó a retroceder murmurando
una disculpa y me fui para el taxi en una
esquina para consultar el gps pero el teléfono no tenía
señal ninguna aplicación funcionaba era como si estuviera atrapado en
(28:46):
una ciudad que se parecía a la mía pero no
lo era sentí que algo me observaba Un hombre que
caminaba por la acera se detuvo y me miró fijamente.
Pensé que me había reconocido, así que bajé el cristal
y hablé. Su reacción fue espantosa. Abrió los ojos con
(29:10):
horror y comenzó a gritar como si hubiera visto a
un monstruo. En segundos, varias personas se reunieron, apuntándome con
dedos temblorosos y gritando con furia y miedo. No entendía
nada hasta que vi mi reflejo en la ventana de
una tienda. Mi rostro estaba deformado, cubierto de llagas, como
(29:33):
si la piel estuviera pudriéndose y goteaba pus. El pánico
me devoró. Arranqué el taxi y huí mientras la multitud
me perseguía. Dos patrullas aparecieron detrás de mí con las
sirenas encendidas. Sus luces rojas bañaban las calles vacías, y
(29:57):
sentía que todo el mundo quería atraparme. Aceleré con todas
mis fuerzas, pero las calles no llevaban a donde yo conocía.
Era como un laberinto que me arrastraba hacia la desesperación.
Recordé el puente en el que había sentido aquel cambio
y decidí regresar. Quizá ahí encontraría la salida de esa pesadilla.
(30:23):
Las patrullas no daban tregua, incluso uno de los policías
comenzó a dispararle a mis llantas. Sentí el impacto en
el neumático trasero y el coche comenzó a tambalearse. Para
no volcar, giré con fuerza y pasé de nuevo bajo
el puente. Todo ocurrió en un segundo. El estruendo de
(30:44):
las patrullas desapareció. La ciudad volvió a teñirse con las
luces habituales. El aire se llenó otra vez de olores
conocidos y el ruido del motor recuperó su fuerza. Me
orillé jadeando, con las manos entumidas por el terror. El
taxi estaba en el mismo lugar, pero la llanta había
(31:07):
quedado destrozada por la bala. El seguro llegó poco después.
Inventé una excusa diciendo que había reventado al pasar sobre
un objeto en la carretera. Nadie cuestionó mi versión. Al
llegar finalmente a mi verdadero hogar, mi familia salió a recibirme.
Me abrazaron sin comprender la razón de mi nerviosismo, creyendo
(31:31):
que había sido solo un accidente más. Creo que eso
era como un tipo de burbuja oscura que me arrojó
a un mundo paralelo donde no existía mi vida, ni
mi casa, ni mi rostro humano. Estoy convencido de que
en esa noche crucé un límite prohibido y que el 31
(31:54):
de octubre no es solo una fecha para disfraces y calaveras.
Es una frontera entre nuestro mundo y otros donde nada
es como debería ser. Lo único que me queda de
prueba es la llanta perforada de mi taxi, que aún
conservo como recordatorio de que la realidad puede quebrarse en
(32:15):
cualquier instante. Muy buenas noches comunidad, gracias por escucharme. querida
comunidad espero que esta entrega les haya gustado es un
honor para mí pasar un buen rato con ustedes muchas
gracias por abrirme la puerta de su hogar por favor
(32:38):
no olviden dejarme sus comentarios esto nos ayuda a seguir
trayendo mejor contenido me encanta leer sus experiencias y conocernos
un poco más Si el video les gustó, por favor
no duden en compartirlo con sus amigos. Esto nos ayuda
a llegar a más personas y que la comunidad siga creciendo.
(33:01):
Un abrazo muy fuerte. Nos vemos en una próxima entrega.
Esto fue Inframundo Relatos.