Episode Transcript
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Speaker 2 (00:02):
me gustaría que mi nombre no se mencionara, porque lo
que voy a compartir con ustedes es muy delicado y
podría herir la sensibilidad de algunas personas. comienzo diciéndoles que
desde muy pequeña conocí al demonio o al diablo como
lo quieran llamar no lo veía pero al menos lo
(00:23):
escuchaba cuando por las noches andaba caminando pesadamente por toda
la casa hasta llegar a mi cuarto sin necesidad de
abrir la puerta se metía y se ocultaba en el
armario o bajo mi cama donde por horas se la
pasaba respirando fuertemente Aún sin verlo, sabía que era él.
(00:46):
Lo podía adivinar. No recuerdo la primera vez, pero en
ocasiones entraba en mí. Así lo digo literalmente. Aunque me
encontraba despierta, no abría los ojos por el miedo a verlo.
Sentía todo su peso sobre mi cuerpo. Y poco a
poco me iba invadiendo un calor diferente que me hacía
(01:06):
sentir que yo era suya y que no podía escapar.
Además de eso, me sucedían algunas otras cosas. Por las
noches me tocaban muchas manos, no eran dos ni cuatro.
eran muchas más las que recorrían mi piel por eso
me imaginaba al demonio como un insecto de muchas patas
(01:29):
pero eso ya no me asustaba al contrario todo aquello
me hacía sentir sensaciones extrañas que casi siempre me ponían
toda chinita y deseaba que nunca terminarán cuando me sucedía
lo que les cuento tendría apenas algunos siete años por
lo mismo no comprendía muchas cosas De lo que sí
(01:51):
estaba segura era que el demonio siempre estaba hambriento de
mí y parecía que eso nunca iba a terminar. Así
se pasó el tiempo. Cuando tenía nueve años se me
ocurrió contarle a mi mamá de lo que me hacían
en la noche. Al enterarse me dio la regañada de
mi vida por no haberle dicho antes. Me dijo que
(02:15):
estaba siendo abusada y no sé qué tantas cosas que
no supe entender. discutió fuertemente con mi padrastro y lo
corrió de la casa. Yo me quedé sin comprender lo
que había sucedido. No entendía qué tenía que ver mi
padrastro con lo que me hacía el diablo. A pesar
(02:37):
de todas las insinuaciones de mi mamá y a pesar
de que ya no estaba mi padrastro, el diablo siguió rondándome.
Debo admitir que muchas veces desee que se llegara la
noche para que el demonio me hiciera sentir poco a
poco su mujer. Todo aquello ya se estaba convirtiendo en
(02:59):
un delicioso vicio. De todas maneras, de nueva cuenta hablé
con mi mamá para decirle que el diablo me seguía tocando,
pero ella se enfureció. Me gritó que como era posible que,
después de lo que me había hecho mi padrastro, todavía
lo defendiera contándole mentiras. No la hice entender que lo
(03:22):
que sucedía en mi cuarto sí era cosa del demonio.
Después de ahí, ante su actitud negativa preferí mejor callar
ya un poco más grandecita como de 12 años miraba sombras
deambular por todas partes especialmente había una que tenía enormes
(03:43):
cuernos no sé si era ella pero alguien que tenía
las manos frías así como decían que las tenían los
muertos me agarraba las piernas por las noches y me
hacía sentir escalofríos Había veces que alguien muy fuerte me
levantaba entre sus brazos como si fuera una muñeca y
(04:06):
me paseaba por toda la casa. Me arrullaba con una
melodía que nunca he podido olvidar. En una ocasión escuché
que me dijo que no importara donde fuera, él estaría
conmigo de una o de otra forma. Pero eso sí,
nunca se separaría de mi cuerpo que tanto le gustaba,
(04:29):
o al menos hasta el día que yo lo despreciara.
Cuando cumplí mis quince años el diablo seguía subiéndose sobre mí.
Como ya estaba más grande sentía que cada vez me
hacía cosas más indecentes. Pero yo no me oponía. me
quitaba las prendas de encima y tocaba cada parte de
(04:49):
mi cuerpo cuando me besaba entre las piernas era tan
extasiante que hasta me quedaba dormida una noche ocurrió algo
que no me esperaba ese demonio o lo que fuera
me dio una experiencia tan placentera que dejé salir mis
ansias y experimente espasmos desconocidos como nunca pude imaginar A
(05:15):
partir de ahí, la que estaba hambrienta de ese placer
era yo. Llegó un momento que el diablo por alguna
razón intentaba manifestarse. Tumbaba las cosas de la cocina y
abría los cajones. Algo quería decir, pero yo no le entendía.
Luego fue un poco más allá. Le tocaba la puerta
(05:38):
a mi mamá, ella pensando que le estaba jugando una broma.
Me regañaba, hasta que un día también lo vio. O
al menos miró la sombra con cuernos. Como las manifestaciones
se intensificaron, mi mamá me pidió que le contara lo
(05:58):
que estaba pasando. Cuando lo hice se asustó tanto que
según ella para salvar mi alma comenzó a buscar por
todos los medios de meterme a un convento de monjas,
donde ese demonio no me podía alcanzar. Habló varias veces
con el párroco de la iglesia, hasta que algunos días
(06:19):
después consiguió que me aceptaran. Yo no estaba de acuerdo.
Esa noche le pedí al demonio que ya se calmara
para que mi mamá desistiera de encerrarme. Pero parecía que
lo hacía adrede, movía los muebles e incluso los más pesados.
Era como si él deseara que me mandaran a ese lugar,
(06:43):
pero yo no sabía para qué. una mañana nos paramos
frente al pórtico de acceso del convento después de hablar
con la madre superiora me dejó ahí entre todas esas
mujeres vestidas de negro muy parecidas a las sombras que
se aparecían en mi casa cuando mi mamá se marchó
(07:05):
yo sentí que se estaba deshaciendo de mí A mis 16
años me miré con un hábito blanco. Recluida en un
silencioso convento, por primera vez en mi vida tuve ganas
de llorar. La Madre Superiora me dijo de manera altanera
(07:26):
que no me preocupara porque ahí no podía entrar ni
ese ni ningún demonio. Me explicó que si volvía a
suceder lo que me pasaba, tenía que informarle para hacerme
algunas oraciones, o si era necesario mandar traer a un
exorcista y así poderme liberar de una vez por todas
(07:46):
de ese maligno que me acosaba. Yo, demostrando su misión,
moví la cabeza de manera positiva. Luego dio una orden
y me llevaron a un pequeño cuarto al que le
llamaban celda, del cual sólo salía para rezar o comer.
(08:08):
Los primeros días me sentí vigilada. Pero desde la primera
vez que se hizo de noche y todo el convento
quedó a oscuras, sentí esa presencia. Ahí estaba ese demonio.
No podría ser otro. Yo sabía que nada lo iba
a detener. Me lo había prometido. De hecho, fue la
(08:30):
primera vez que lo vi. A pesar de que no
había luz, sabía que no tenía ropa. Me dijo que
no tuviera miedo porque él me acompañaría el tiempo que
estuviera ahí recluida. Con un tono burlón me aseguró al
oído que conocía a todas esas monjas, pero además era
(08:53):
consejero de muchas de ellas e incluso de la madre superiora.
poco le ponía atención a sus palabras yo estaba sorprendida
por lo fuerte que era con grandes músculos y macizos
pectorales pero sobre todo me enfoqué en su parte de
hombre que era lo que más necesitaba de él entonces
(09:17):
cerré los ojos esperé que me tocara como siempre lo
hacía tenía esa necesidad me quité la ropa interior y
abrí las piernas pero nada ocurrió lo escuché decir que
había unas mujeres que se resistían a obedecerlo pero que
yo lo podía ayudar cuando abrí los ojos ya no
(09:38):
estaba yo me quedé desconcertada por dos noches lo estuve
llamando porque lo necesitaba como mujer no entendía por qué
me negaba el placer de sentirme suya tres días después
aunque parezca mentira ya me encontraba desesperada Casi a punto
(10:00):
de volverme loca, era una adicta necesitada de sus caricias.
Por lo mismo, comencé a incitarme yo sola a hacerlo indebido.
Aunque no era lo mismo, pero sí calmaba un poco
mi necesidad. Siempre que teníamos un descanso corría al baño
(10:21):
o a mi celda para hacerme caricias pensando en él.
Una noche escuché su voz en medio de toda aquella obscuridad.
Me dijo en un tono lleno de perversidad que pronto
estaría cerca de mí para amarme como tanto deseaba. sedienta
de él esa noche no pude conciliar el sueño mientras
(10:44):
ese día llegaba yo me seguí tocando dándome auto placer
días después ya no pude hacerlo porque me pasaron a
los dormitorios con todas las demás en uno de ellos
donde me tocó dormir había diez camastros todos ocupados por
mujeres jóvenes que al igual que yo eran novicias y
(11:07):
no tenían mucho tiempo en el convento. Llegué a soñar
que el demonio me decía que él se encontraba entre
todas esas hermanas. Lo único que tenía que hacer era encontrarlo,
entonces me volvería a tocar como yo deseaba. Por eso
(11:27):
las comencé a ver más detenidamente sin que ellas lo notaran.
una mañana me ocurrió algo extraño a través de los
hábitos de las monjas empecé a distinguir sus cuerpos algunas
de ellas eran perfectas podía ver sus pechos y sus
piernas me empecé a imaginar cosas que no debían ser
(11:51):
cuando me di cuenta de lo que me estaba sucediendo
me asusté corrí a encerrarme a mi antigua celda para
dejar de verlas A plena luz del día se me
apareció ese demonio. Me dijo que casi lo encontraba, que
no me diera por vencida. Por una o dos horas
me resistí, pero no podía quedarme ahí para siempre. A
(12:13):
fuerza tenía que salir y enfrentar aquello tan raro que
me estaba pasando. Me espanté al ver a las monjas
de nuevo porque me di cuenta que muchas de ellas
de verdad me gustaban. Lo bueno era que ninguna sospechaba nada,
pero hubo una en especial, que despertaba mis instintos carnales.
(12:37):
Tendría algunos veinte años, era muy bonita, sobre todo cuando
se quitaba el hábito y dejaba caer su hermosa cabellera.
No la perdía de vista cuando se cambiaba, tenía unas
piernas maravillosas, y hasta mi lugar me llegaba el delicioso
aroma que despedía su cuerpo, con el cual me deleitaba
(13:01):
hasta embriagarme. Por las noches soñaba que nos revolcábamos en
una cama suave y blanca. Nos besábamos apasionadamente y acariciábamos
nuestros candentes cuerpos. Cuando despertaba y me miraba sola, anhelaba
con todas mis fuerzas que mis sueños algún día se
(13:23):
volvieran realidad. Ya no sabía cómo ocultar lo que sentía
y que me estaba torturando. Miles de cosquilleos recorrían las
partes más sensibles de mi cuerpo. Deseaba a esa novicia.
Por muchos días luché contra todo eso porque no lo
podía aceptar. Yo era mujer. Se suponía que algún día
(13:48):
me gustarían los hombres. Pero, al parecer, yo no estaba
destinada para eso. Sin poder contenerme, primero comencé a espiar
a aquella preciosa monja cuando se metía a bañar. Se
me aceleraba tanto el corazón al verla, que parecía que
me iba a explotar. Me excitaba verla como Dios la
(14:12):
había traído al mundo. Era perfecta, con unos pechos firmes
y sus bien torneadas piernas. Eso ayudó un poco a satisfacerme,
pero a los pocos días ya no fue suficiente. Lo
peor fue cuando sentí la necesidad de tocarla, entonces sí
(14:32):
me desesperé. ella en cambio estaba muy entregada a dios
rezaba mucho antes de dormir y al levantarse trate de
ganarme su confianza hasta que poco a poco lo fui
logrando solo que al verme cerca de ella irremediablemente me
(14:52):
fui enamorando más y más cada día que pasaba pero
no veía ninguna posibilidad de tenerla como una monja se
iba a prestar a lo que yo ansiaba como ya
no podía más una noche me arrastré entre todos los
camastros hasta llegar donde estaba ella dormida me acuerdo que
(15:14):
estaba temblando no sé si de nervios o de emoción
con mucho cuidado comencé a acariciarle las piernas por debajo
de la bata de dormir sabía que ese momento nunca
lo iba a olvidar ella no dijo nada simplemente se
movía un poco cuando se despertó yo me tiré al
(15:36):
suelo me fui por debajo de todos los camastros hasta
llegar a mi lugar esa noche me dormí muy prendida
Por un tiempo la estuve espiando. Sin poder aguantar más,
en la primera oportunidad que tuve, la seguí cuando se
iba a bañar. Extasiada miré cómo se iba quitando las prendas.
(16:01):
En un arrebato de locura, me despojé de mis prendas
también y me metí con ella. Así de pronto se sorprendió.
Esperaba que gritara o me rechazara. Ya no me importaba.
Quería tocarla y lo hice. para mi sorpresa me miró
de arriba abajo y comenzó a acariciar me se entrelazaron
(16:24):
nuestros ardientes cuerpos y nos besamos de una forma apasionada
como nunca me imaginé que me podía besar una mujer
me empezó a tocar como lo hacía el demonio de
hecho por eso supe que era el metido en el
cuerpo de la hermana por suerte lo había encontrado En
(16:45):
esa ocasión, y quizá como un premio por haberlo logrado,
me hizo sentir muchas explosiones y alcancé el clímax. Descansé
como no tenía una idea. A partir de ese día,
nuestros encuentros amorosos fueron plenos. Aprovechábamos cualquier descanso para escondernos
(17:06):
y acariciarnos hasta saciarnos. Nos llegamos a revolcar en la
biblioteca y en los jardines. Ni siquiera teníamos precaución o
miedo de ser descubiertas. Así lo hacíamos aún con los
hábitos puestos, sin importar que le estuviéramos faltando el respeto
a ese recinto sagrado. Nos dábamos nuestras mañas para de
(17:32):
vez en cuando bañarnos juntas. Ni el agua fría era
capaz de bajar nuestra calentura. Nuestros cuerpos cada día se
encendían más. Así, amándonos a más no poder, pasó un
poco más de una semana. Esas noches de placer no
extrañaba al demonio. La hermana me estaba dando lo que
(17:54):
yo necesitaba. pensé que ya no era necesario verlo o
que me visitara por las noches pero nada es para
siempre un día no supe por qué pero perdí todo
el interés en ella entendí entonces que el demonio había
salido de su cuerpo También esa monja actuaba como si
(18:19):
nunca hubiera sucedido nada entre nosotras. El problema era que
lo tenía que encontrar de nuevo entre todas aquellas monjas
si quería seguir teniendo intimidad. Comprendí también que lo seguía necesitando.
Esa noche atando cabos, supe que con mi ayuda el
demonio había logrado pervertir a una de las monjas que
(18:43):
se le habían puesto difíciles. Pero eso no me importó.
Primero estaban mis necesidades, después la salvación de las demás.
Al paso de unos cuantos días, lo hice de nuevo.
Comencé a ver a las monjas con ojos de lujuria.
(19:04):
Además de eso, las comencé a espiar. Por suerte pronto
tuve una nueva amante. En esta ocasión el demonio estaba
dentro del cuerpo de una mujer de algunos 30 años, con
mucha más experiencia que yo. No solo eso, tenía más necesidades.
(19:26):
Como ya tenía tiempo en el convento, no compartía dormitorio.
Me acuerdo la primera vez que me invitó a acompañarla
a su cubículo. Sin decir una palabra, empezó a despojarme
de las prendas. Y yo pronto le correspondí. Ahí conocí
su lujuria. Además, le gustaba hacer otras cosas más atrevidas
(19:47):
que poco a poco fui conociendo. Ella no era una primeriza,
ya era todo una experta en temas del amor. En
medio de todos aquellos libros religiosos me hizo gritar de placer.
me tocó otra parte de mi cuerpo que aún era
pulcra y me dejó muchas marcas en el cuerpo que
(20:11):
tape como pude con el hábito era tanto nuestro amor
que llegamos a planear escaparnos del convento para llevar una
vida de placer en esos momentos no me importaba el
diablo estaba enamorada perdidamente de esa mujer y no pensaba
dejarla esta vez e incluso lucharía en contra de él
(20:35):
de ser necesario Así entre encuentros desenfrenados se pasó el tiempo.
Semanas después, para mi desconcierto, y una noche antes que
intentáramos escaparnos del convento, volvió a suceder. La hermana que
me había parecido maravillosa, aquella que me había enseñado tantas
(20:56):
cosas me dejó de gustar. Así, de un segundo para otro.
Sentí que el diablo estaba jugando conmigo y nunca me
dejaría ser feliz. Pero eso sí, había pervertido a una
mujer más. Todo pasó igual que la primera. La monja
(21:16):
actuó naturalmente como si nada hubiera pasado y yo me
quedé de nuevo sola. Así me sucedió con una y
con otra. Cuando más enamorada estaba de una de ellas,
la pasión desaparecía inexplicablemente y tenía que conseguir otra hermana.
Había en el convento como 30 o 35 mujeres. Pareciera que me
(21:39):
iba a acostar con todas en menos de un año,
pero al final seguramente el diablo me dejaría sin nadie.
Por lo menos trataría de vivir el momento. Después de
todo eso, estaba genial. Porque, de una forma u otra,
lo estaba disfrutando como nunca. Brinqué de amante en amante,
(22:02):
y así hubiera sido para siempre. Pero un día se
enteró la Madre Superiora. Entonces me mandó llamar. quizá tuve
el error de confesar que en sí el que era
mi amante era el demonio y no las monjas me
juzgaron de loca de poseída por eso me mandaron encerrar
(22:23):
a una celda de castigo estuve aislada dos días con
sus noches cuando alguna hermana conocida me llevaba de comer
me informaba de lo que iban a hacer conmigo En
unos días llegaría el señor obispo para hacerme un ritual
y liberarme así del demonio. La verdad yo no quería eso.
(22:46):
Si pudiera me escaparía del convento. Pero algo extraño sucedió.
Le llamé, le grité, le rogué al demonio que se
hiciera presente, pero por alguna razón que no entendía, nunca
me escuchó. Parecía que me había abandonado a mi suerte.
(23:10):
Una mañana llegó el obispo y me mandaron llamar. Custodiada
por varias monjas como si fuera un reo peligroso, me
llevaron a la presencia de los altos mandos religiosos, quienes
sintiéndose los dueños de mi vida cuestionaron todo mi proceder.
(23:30):
Bajo la mirada de dos sacerdotes y la Madre Superiora
tuve que contar en varias ocasiones lo que ese demonio
me hacía desde que tenía uso de razón. Me hicieron
explicar con lujo de detalles cuándo y dónde me tocaba
el demonio. Yo podía ver en sus ojos pervertidos que
(23:51):
lo estaban disfrutando. Después tuve que contar todo lo que
había sucedido bajo el techo del convento. Me obligaron a
decir sus nombres y cuánto tiempo habíamos durado de amantes.
Por supuesto que se escandalizaron. De pronto murmuraron entre ellos,
(24:13):
y luego su actitud cambió. Me insultaron hasta el cansancio.
Me dijeron que no había ningún demonio, que yo no
era más que una pecaminosa, sucia y pervertida, que había
contaminado a las puras y castas hermanas, y manchado el
prestigio del convento con mis deseos carnales. Como para ellos
(24:35):
solo era una novicia pecadora, optaron por expulsarme del convento,
para no hacer un escándalo. Minutos después me retiré de
su presencia, sintiendo sus miradas morbosas sobre mí. Me encerraron
de nuevo y mandaron traer a mi mamá. Toda la
(24:58):
noche esperé que el demonio se hiciera presente. Le pedí
que me poseyera por última vez. Me deshice de mis prendas.
Le prometí darle la mejor noche de mi vida. Pero
se pasaron las horas y nunca apareció. Entendí que ya
había perdido interés en mí. Al regresar a mi casa
(25:21):
estaba muy desconsolada. Ni siquiera escuchaba a mi mamá, que
estaba furiosa, así como llena de vergüenza, diciendo lo mal
que la había hecho quedar con el padre. Yo solo
pensaba que iba a ser sin las caricias del demonio.
(25:41):
La primera noche me acosté con la esperanza de que
iba a aparecer y me iba a poseer con furia,
por la alegría de verme de nuevo en casa, o
por el enfado de haberlo querido cambiar por una monja.
Pero nunca fue así. Amaneció ese y todos los días siguientes.
(26:01):
Nunca jamás apareció. Creo que el demonio se quedó en
aquel convento. Tal vez le gustó otra mujer, una monja
que lo llevaría a otros límites, o de mayor rango
como la madre superiora. Por mi parte me casé con
un hombre maravilloso a los 28 años, con el cual he
(26:25):
formado una familia. Nunca más he necesitado de ese demonio
para ser feliz.