Episode Transcript
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Speaker 2 (00:04):
Muy buenas noches a toda la comunidad, esperando se encuentre
húridamente bien del otro lado de su dispositivo móvil. En
todas las comunidades mexicanas se cuentan terroríficas historias de personajes que...
alguna vez habrían viajado a su lado en algún autobús
(00:26):
choferes han tenido también este tipo de acontecimientos mientras manejan
o se detienen porque el autobús se descompuso dejándolos en
medio de la nada aunque también debo decirles que los
pasajeros viajan con objetos muy peculiares en sus maletas Lo
(00:50):
cierto es que hay anécdotas que erizan la piel por
el misticismo que rodean los autobuses donde habrían ocurrido los
hechos que a continuación escucharán. Sin más, los invito a
ponerse cómodos y apagar la pequeña luz de su habitación.
Aquí comenzamos. soy conductor de autobús desde hace más de 20
(01:26):
años y he vivido experiencias de todo tipo en la
carretera sin embargo hubo un viaje en particular que nunca
olvidaré un recorrido de apenas una hora y media que
se convirtió en una pesadilla para mí y para los
pasajeros mi nombre es giovanni gaspe actualmente ya no trabajo
(01:47):
para esa línea de autobuses pero me reservo el nombre
pues tengo amistades con los conductores Y uno nunca sabe si,
por cosas del destino, tendré que volver a trabajar con ellos.
Esa noche, el autobús estaba casi lleno. Los pasajeros subían
con sus maletas y bolsas, buscando sus asientos, mientras yo
(02:08):
revisaba los boletos y saludaba a cada uno. Era un
viaje rutinario, uno que había realizado incontables veces. Todo era
habitual en las conversaciones de los pasajeros. Cuando ya estaban
todos a bordo, me dispuse a retirarme, pero en el
último momento me hicieron señas de que esperara, pues subiría
(02:30):
un último pasajero. era un tipo extraño con una mirada
que evitaba encontrarse con la mía y una maleta grande
y desgastada que parecía haber visto mejores días no quiso
que la metiéramos en el maletero se sujetó a ella
y dijo que la llevaría consigo no le di mucha
importancia en ese momento los pasajeros peculiares no eran nada
(02:54):
nuevo para mí sin embargo Pronto me daría cuenta de
que este hombre era diferente. Nos pusimos en marcha y
el autobús avanzaba con suavidad. Los pasajeros se acomodaban en
sus asientos, algunos conversando, otros mirando por la ventana y
unos cuantos ya dormidos. Pasaron unos 20 minutos cuando noté que
(03:16):
el hombre de la maleta no estaba en su asiento.
Lo vi moverse nerviosamente en el pasillo antes de desaparecer
en el pequeño baño al fondo del autobús. No le
presté demasiada atención hasta que después de un rato noté
que no había regresado a su asiento. Decidí no preocuparme
demasiado y me fui. y continué concentrado en la carretera
(03:39):
poco después un pasajero se levantó y caminó hacia mí
con una expresión de preocupación señaló hacia la parte trasera
del autobús y al girar la cabeza me di cuenta
de que el hombre extraño había dejado su maleta en
el pasillo una inquietud comenzó a formarse en mi mente
(04:00):
la atmósfera en el autobús empezó a cambiar los pasajeros
murmuraban entre ellos susurrando sobre la maleta abandonada al principio
pensé que era una simple curiosidad pero pronto noté que
había algo en esa maleta que no estaba bien comenzaron
a quejarse de que un mal olor salía de esta
(04:22):
finalmente Me vi obligado a detener el autobús en una
parada segura al lado de la carretera. Anuncié que necesitábamos
verificar la maleta, mientras unos hombres llamaban a la puerta
del sanitario. Me acerqué con cautela y, al abrirla, mi
corazón dio un vuelco. La maleta estaba llena de artículos
(04:43):
que nunca habría esperado ver. Velas negras, huesos, frascos con
líquidos extraños y figuras talladas que parecían tener siglos de antigüedad.
La mezcla de olores era nauseabunda, una combinación de hierbas
secas y algo que no pude identificar. Un escalofrío recorrió
mi espalda cuando vi un libro de aspecto antiguo, con
(05:07):
símbolos que nunca había visto. algunos se alejaron de la maleta,
sus rostros mostrando una mezcla de miedo y repulsión. Había
algo innegablemente siniestro en esos objetos. Una señora me dijo
que arrojara esa maleta fuera del autobús, ya que solo
nos traería desgracias. Intenté mantener la calma y asegurar a
(05:29):
todos que todo estaba bajo control, pero internamente el pánico
comenzaba a apoderarse de mí. Tuve que ir a sacar
del baño a aquel hombre, quien se miraba tranquilamente. Le
hablé sobre su equipaje y el hombre no comentó nada.
Se acercó y lo cerró como si nada hubiese sucedido.
(05:51):
Las personas pedían que lo dejara ahí, pero mi responsabilidad
era que llegara a su destino. De mala gana, los
pasajeros se tuvieron que hacer a la idea de que
tendría que llevarlo. El hombre me dijo que esa era
la maleta de un brujo y que él tenía que entregarla,
que era mejor no deshacerse de ella. pues el brujo
(06:13):
la estaba esperando y ya sabía en qué autobús iba
su maleta retomé la marcha con la esperanza de llegar
al destino lo más pronto posible pero el viaje se
volvió interminable cada kilómetro recorrido se sentía como si fuera
un viaje a la nada los pasajeros se movían inquietos
(06:34):
en sus asientos algunos rezando en voz baja otros abrazándose
a sí mismos en busca de consuelo el miedo en
sus ojos reflejaba el mío propio y el hombre aferrado
a la maleta cuando llegamos las personas no se movían
de sus asientos lo hicieron hasta que el hombre bajó
(06:54):
sin mirar atrás en el andén de la central camionera
El hombre le entregó la maleta a un señor que
no parecía tener más de 60 años. Este me lanzó una
mirada penetrante, una advertencia silenciosa de que nunca debía haberla abierto.
Me arrepentí al instante de lo que había hecho. Los
pasajeros bajaban dándome las gracias y yo no podía emitir
(07:17):
sonido alguno. Sabía que de regreso tendría que buscar a
doña Marcela para que me quitara el mal de ojo
que ese brujo me acababa de lanzar. Uno no es
responsable de lo que los pasajeros llevan consigo, pues cuando
pasó por inspección, nadie notó lo que el sujeto llevaba
en aquella maleta. Muchas gracias por relatar esta anécdota. Espero
(07:41):
poder contarles otras que me han sucedido. Desde que me
subí en la terminal de Hermosillo, Sonora, sentía una extraña sensación.
(08:01):
En esa ocasión viajé sola. Mi nombre es Eloisa Jacome,
y lo que les voy a contar ocurrió en el
trayecto Hermosillo-Santa Ana. Es un tramo carretero muy largo y cansado,
ya que ningún autobús hace parada alguna, salvo en el
retén de Kerobabi. Fue ahí donde se subió esta mujer.
(08:21):
Había pocas personas a bordo, lo cual no era inusual
para esa ruta a esas horas. Me senté en un
asiento cerca de la ventana, observando cómo las luces iban
quedándose atrás. El sonido de la película y el balanceo
del autobús me adormecían. Pero me mantuve despierta por unos momentos.
(08:42):
Sentí que me llamaban. Era la voz suave de una
mujer de unos 25 años, de piel extremadamente pálida, como si
hubiera pasado mucho tiempo sin ver la luz del sol.
Parecía enferma, pero a pesar de su apariencia, su presencia
no me inquietaba. Había algo en ella que me atraía,
(09:04):
quizás su mirada triste y melancólica. Pronto empezamos a conversar
y su voz suave y calmada me envolvía como una
manta cálida. El autobús avanzaba por la carretera sinuosa y
nuestra conversación fluía con naturalidad. Al principio hablamos de cosas
triviales como el clima y nuestros destinos. ella me contó
(09:26):
que viajaba a santa ana para visitar a unos familiares
y yo le relaté sobre mi viaje por trabajo sus
respuestas eran cortas pero había una profundidad en sus palabras
que me hacía sentir que había mucho más detrás de
su historia su mirada se perdía de vez en cuando
en la oscuridad fuera de la ventana como si buscara
(09:50):
algo o a alguien. El conductor del autobús, un hombre
mayor con una expresión seria, miraba con frecuencia en nuestra
dirección a través del espejo retrovisor. Al principio pensé que
solo estaba vigilando a los pasajeros, pero pronto me di
cuenta de que su mirada estaba fijada en mi compañera
(10:10):
de asiento. había algo en su expresión que me inquietaba
una mezcla de curiosidad y preocupación no le di mucha
importancia y seguí conversando con la mujer el tiempo pasó
rápidamente y antes de darme cuenta estábamos cerca de nuestro
destino mi compañera de viaje se levantó de repente diciendo
(10:34):
que necesitaba ir al baño la vi caminar hacia la
parte trasera del autobús tambaleándose ligeramente con el movimiento del
vehículo me quedé esperando su regreso pero los minutos pasaban
y ella no volvía pensé que quizás se había quedado
en otro asiento o que había decidido descansar un poco
(10:54):
antes de llegar sin embargo mi curiosidad creció cuando el
autobús finalmente se detuvo en la estación de Santa Ana
Y ella aún no había regresado. Me levanté y busqué
en los otros asientos, pero no había rastro de ella.
Me quería despedir, pero no la encontré. Decidí preguntar al
(11:14):
conductor si había visto a la mujer bajar del autobús.
El conductor me miró con una expresión extraña, como si
no supiera cómo responderme. Me dijo que no me asustara,
pero que durante todo el viaje había estado sola. No
entendía lo que decía. Le expliqué con detalle sobre la mujer,
(11:35):
y el conductor, con un tono tranquilo, me contó que
la mujer que describía era un fantasma que, según él,
se aparecía de vez en cuando en esa ruta. Se
subía en el retén de Kerobabi. Yo no era la
única que había tenido alguna charla con esa aparición. No
podía creer lo que estaba escuchando. Intenté recordar cada detalle
(11:58):
de nuestra conversación, cada gesto, cada mirada. Todo parecía tan real.
Pero las palabras del conductor resonaban en mi mente. Me
dijo que otros pasajeros habían reportado encuentros similares, y que
la mujer siempre desaparecía de la misma manera, y que
la mujer siempre desaparecía de la misma manera. dejando a
sus interlocutores con una sensación de desconcierto y temor. Le
(12:21):
di las gracias y bajé del autobús con una sensación extraña.
una mezcla de tristeza y miedo caminé hacia la salida
de la estación tratando de racionalizar lo que había ocurrido
pero por más que intentaba no podía sacudirme la sensación
de que había compartido un momento con alguien que no
(12:42):
pertenecía a este mundo mientras esperaba al taxi que me
llevaría al hotel Recordé la palidez de la piel de
la mujer, su tristeza y su insistencia en mirar hacia
el exterior durante el viaje. Quizás había fallecido donde se
encontraba el retén, y se subía a cualquier autobús intentando
(13:03):
llegar a su destino. Aún sigo viajando por cuestiones de trabajo,
pero nunca más he vuelto a ver aquella aparición. Mi
(13:24):
nombre es Edwin Millán. Soy conductor de autobús desde hace
más de 22 años. Mis rutas no son largas, solo dentro
del estado de Oaxaca. Nos contratan turistas, así que los
llevamos a lugares específicos, como pueblos mágicos y zonas turísticas.
recuerdo aquella noche en que conducía el autobús los pasajeros
(13:49):
en su mayoría venían dormidos pues habíamos tenido que movernos
constantemente por el itinerario que ellos tenían nos encontrábamos en
medio de un trayecto largo y solitario rodeados por campos
y montañas, cuando nos acercamos a un pequeño pueblo del
que había oído historias sobre brujas. Los aldeanos decían que
(14:11):
estaba habitado por ellas y que aquellos que osaban pasar
por allí de noche, especialmente con un recién nacido a bordo,
corrían un grave peligro. Entre nosotros viajaba una joven madre
con su bebé. el pequeño dormía plácidamente en su regazo
ajeno a la inquietud que comenzaba a apoderarse de mí
(14:32):
mientras nos acercábamos al pueblo la madre exhausta parecía agradecida
por el descanso sin saber del peligro que nos acechaba
entre los pasajeros también había un anciano se había sentado
en la parte trasera del autobús y había observado todo
el viaje con una calma imperturbable Su rostro arrugado mostraba
(14:55):
la serenidad de alguien que ha visto y vivido mucho
y había algo en sus ojos que transmitía sabiduría. Mientras
nos acercábamos al pueblo, sentí una tensión en el aire,
como si una presencia invisible nos estuviera observando. El autobús
avanzaba lentamente por la carretera y la luz de los
(15:16):
faros apenas penetraba la espesura de la noche. recordé las
historias que contaba mi abuelo sobre las brujas de los
pueblos y cómo cazaban a los recién nacidos para realizar
sus oscuros rituales otras decían que devoraban a las pobres
criaturas comencé a sentir como mi corazón latía con fuerza
al pensar en el bebé a bordo y un sudor
(15:39):
frío comenzó a recorrer mi espalda mire por el espejo
retrovisor y vi al anciano levantarse y caminar hacia la
madre y su hijo en silencio tomó al bebé en
sus brazos y volvió a su asiento mientras los demás
pasajeros lo observaban con curiosidad y cierto recelo el anciano
(15:59):
sacó una pequeña bolsa de su bolsillo y con manos
firmes extrajo un poco de sal que colocó suavemente sobre
la cabecita del bebé luego sacó una medalla de san
benito y se la puso alrededor del cuello la medalla
brillaba débilmente en la penumbra y una sensación de calma
(16:19):
comenzó a inundar el autobús el anciano parecía saber exactamente
qué hacer para proteger al pequeño su sola presencia y
sus acciones infundieron un poco de coraje en mi corazón
y me dispuse a continuar el trayecto con más determinación
mientras avanzábamos los pasajeros miraban por las ventanas con rostros
(16:41):
pálidos y ojos muy abiertos de repente las vi a
la orilla del camino apenas visibles en la penumbra estaban
las brujas sus figuras oscuras y encorvadas se recortaban contra
la noche con ojos que brillaban como brasas encendidas podía
sentir su hambre su deseo de obtener al pequeño bebé
(17:03):
pero extrañamente no se acercaban permanecían a una distancia prudente
observando con una mezcla de frustración y cautela el anciano
sostenía al bebé con una ternura que contrastaba con la
sombría amenaza exterior la medalla de san benito y las
al parecían formar un escudo invisible alrededor del pequeño y
(17:28):
tal vez también alrededor de los pasajeros pues las brujas
no se atrevían a cruzarlo podía ver la ira y
la impotencia en sus ojos pero no hacía ningún intento
por detener el autobús a cada kilómetro que avanzábamos la
presión disminuía un poco pero no del todo las brujas
(17:48):
seguían allí moviéndose entre las sombras El anciano murmuraba algo,
como una oración.« Finalmente, dejamos atrás el pueblo». El alivio
fue palpable y los pasajeros comenzaron a relajarse, aunque todavía
con el miedo reflejado en sus rostros. El anciano devolvió
al bebé a su madre, quien lo recibió con lágrimas
(18:11):
de gratitud. La medalla de San Benito seguía colgando del
cuello del niño y la sal se había disuelto en
su cabello. Con el peligro ya lejos, el anciano volvió
a su asiento y cerró los ojos, como si nada
extraordinario hubiera ocurrido. El resto del viaje transcurrió en un
silencio pesado, pero con una sensación de alivio flotando en
(18:35):
el aire. sabíamos que habíamos escapado de algo terrible y
que el anciano había jugado un papel crucial en nuestra
supervivencia llegamos a nuestro destino sin más incidentes y los
pasajeros bajaron uno por uno agradeciendo al anciano con miradas
silenciosas la joven madre fue la última en salir cargando
(18:58):
a su bebé con más cuidado y amor que nunca
el anciano se quedó unos minutos más observando como todos
caminaban hacia la salida para ocupar los cuartos disponibles del
hotel y descansar para proseguir con el recorrido cuando finalmente
me acerqué a él para agradecerle personalmente simplemente me dio
(19:18):
una sonrisa tranquila y asintió con la cabeza Sin decir
una palabra, bajó del autobús y desapareció en la oscuridad.
A partir de aquella experiencia, siempre traigo una bolsa de
sal conmigo al lado del asiento, y obviamente medallas de
San Benito bendecidas. No sé qué oración dijo aquel anciano,
(19:41):
pero sé que el Salmo 91 es, sin duda, una de
las oraciones más poderosas. soy conductor de autobús desde hace
(20:05):
más de 15 años me llamo samuel cardona y he escuchado
muchas historias en la carretera pero hay una que me
contó un compañero que me dejó una profunda impresión se
trataba de su amistad con otro conductor un hombre al
que consideraba su hermano compartían rutas y aventuras en el
(20:27):
camino y se cuidaban mutuamente lamentablemente su amigo falleció en
un trágico accidente dejando un vacío enorme en su vida
el relato comenzó cuando mi compañero me pidió que lo
acompañara en un viaje a guaymas sonora no era un
viaje ordinario la esposa de su difunto amigo le había
(20:51):
pedido que la llevara para cumplir el último deseo de
su esposo arrojar sus cenizas al mar me dijo que
había sentido una mezcla de tristeza y honor al recibir
la petición sabía que debía hacerlo por su amigo a
quien tanto extrañaba nos encontramos con la esposa de su
amigo en la terminal una mujer que llevaba consigo una
(21:13):
urna de madera tallada con las cenizas de su esposo
el viaje comenzó tranquilamente Y mientras avanzábamos por la carretera,
mi compañero me relataba anécdotas de su tiempo juntos. A
medida que avanzábamos, algo extraño comenzó a suceder. Mi compañero
me confesó que sentía la presencia de su amigo en
(21:34):
el autobús. Aunque no podía verlo, estaba seguro de que
estaba allí, acompañándolo. Sentía una especie de calor y una
sensación de tranquilidad que no podía explicar. El aire dentro
del autobús yo lo sentía igual, pero solo él tenía
esa extraña sensación. Cuando llegamos a Guaymas, ayudamos a la
(21:58):
viuda a llegar al lugar donde su esposo quería descansar eternamente.
La observamos desde la distancia mientras arrojaba las cenizas al mar.
Un momento solemne y lleno de emociones. Después de que
ella se despidió de nosotros, mi compañero me dijo que
sentía que su amigo le había pedido algo más, que
(22:21):
lo ayudara a proteger los caminos, que estuviera presente en
sus viajes y lo cuidara de los peligros que acechaban
en la carretera. regresamos al autobús y continuamos con el
viaje aunque estaba solo en el asiento del conductor mi
compañero me decía que seguía sintiendo la presencia de su
amigo a su lado como si lo acompañara en cada
(22:44):
kilómetro recorrido pasaron varios meses y mi compañero seguía relatando
cómo sentía la presencia de su amigo en momentos cruciales
un día mientras conducía por una carretera desolada Se encontró
con una situación que puso a prueba esa conexión. Era
de noche, y el camino estaba oscuro, apenas iluminado por
(23:08):
los faros del autobús. De repente, una camioneta apareció de
la nada y le cerró el paso. eran asaltantes y
su intención era clara el miedo se apoderó de él
pero en ese momento recordó a su amigo con el
corazón acelerado le pidió ayuda mentalmente invocando la protección que
(23:28):
siempre había sentido desde el día del viaje a guaymas
lo que ocurrió después fue increíblemente extraño la camioneta que
intentaba detener el autobús empezó a tambalearse sin razón aparente
y en cuestión de segundos perdió el control La camioneta
dio varias vueltas en la carretera antes de detenerse, dejando
(23:50):
libre el camino para el autobús. Mi compañero estaba convencido
de que su amigo le había ayudado. La sensación de
protección y la presencia reconfortante se hicieron más fuertes después
de ese incidente. Siguió conduciendo con más confianza, sabiendo que
no estaba solo en la carretera. los peligros seguían existiendo
(24:14):
pero la compañía de su amigo aunque invisible le daba
una fuerza y seguridad que nunca antes había experimentado en
otra ocasión mientras atravesaba un tramo particularmente peligroso conocido por
los asaltos volvió a sentir esa extraña sensación el autobús
estaba casi vacío y la noche era especialmente oscura vio
(24:39):
luces de un vehículo acercándose rápidamente por detrás y su
corazón se aceleró los asaltantes eran una amenaza constante en
esa ruta y sabía que debía estar preparado para cualquier
cosa pero justo cuando el vehículo estaba a punto de
alcanzarlo se desvió bruscamente y salió de la carretera una
(25:01):
vez más su amigo lo había protegido este tipo de
experiencias se volvieron más comunes y cada vez que se
encontraba en peligro sentía a su amigo actuando como su
ángel guardián el tiempo pasó y mi compañero seguía compartiendo
estas historias conmigo aunque al principio era escéptico no podía
(25:21):
negar la sinceridad en sus palabras y las coincidencias inexplicables
que narraba Empecé a creer que, de alguna manera, su
amigo realmente estaba cuidándolo desde el más allá. En la carretera,
con todos sus peligros constantes, él manejaba muy seguro de
que tenía una buena protección, tanto para él como para
(25:44):
los pasajeros. es bueno saber que uno tiene un guardián
pues los asaltos se van convirtiendo en algo ya común
en las carreteras y no sólo para los que manejamos
autobús sino para los transportistas de cargas y vehículos particulares
(26:06):
Espero que estos relatos de autobús hayan sido de su
total agrado. Si es así, me ayudarían compartiendo el video
con sus allegados. No olviden dejar su comentario. Los leo.
Sin más, me despido no sin antes desearles dulces pesadillas,
(26:27):
buenas noches y hasta la próxima.