Escrito por el maestro Samael Aun Weor
Narración por Parsifal Flores Aguila
https://www.facebook.com/audiolibrosgnosticosLa dialéctica lógica resulta condicionada y calificada, además, por las proposiciones
"en" y "acerca" que jamás nos llevan a la experiencia directa de lo real.
Los fenómenos de la naturaleza distan mucho de ser como los científicos los ven.
Ciertamente tan pronto un fenómeno cualquiera es descubierto, de inmediato se le
califica o rotula con tal o cual terminacho difícil de la jerga científica.
Obviamente esos dificilísimos términos del cientifismo moderno solo sirven de parche
para tapar la ignorancia.
Los fenómenos naturales en modo alguno son como los cientifistas los ven.
La vida con todos sus procesos y fenómenos se desenvuelve de momento en
momento, de instante en instante, y cuando la mente cientifista la detiene para analizarla, de
hecho la mata.
Cualquier inferencia extraída de un fenómeno natural cualquiera, de ninguna manera
es igual a la realidad concreta del fenómeno, desgraciadamente la mente del científico
alucinada por sus propias teorías cree firmemente en el realismo de sus inferencias.
El intelecto alucinado no solamente ve en los fenómenos reflejo de sus propios
conceptos, sino, además, y lo que es peor quiere en forma dictatorial hacer que los
fenómenos resulten exactos y absolutamente iguales a todos esos conceptos que se llevan
en el intelecto.
El fenómeno de la alucinación intelectual es fascinante, ninguno de esos tontos
científicos ultramodernos admitiría la realidad de su propia alucinación.
Ciertamente los sabihondos de estos tiempos en modo alguno admitirían que se les
calificase de alucinados.
La fuerza de la auto-sugestión les ha hecho creer en la realidad de todos esos
conceptos de la jerga cientifista.
Obviamente la mente alucinada presume de omnisciente y en forma dictatorial quiere
que todos los procesos de la naturaleza marchen por los carriles de sus sabihondeces.
No bien ha aparecido un fenómeno nuevo, se le clasifica, se le rotula y se le pone en
tal o cual lugar, como si en verdad se le hubiese comprendido.
Son millares los términos que se han inventado para rotular fenómenos, mas nada
saben los seudo-sapientes sobre la realidad de aquellos.
Como ejemplo vivido de todo lo que en este capítulo estamos afirmando, citaremos el
cuerpo humano
En nombre de la verdad podemos afirmar en forma enfática que este cuerpo físico es
absolutamente desconocido para los científicos modernos.
Una afirmación de esta clase podría aparecer como muy insolente ante los pontífices
del cientifismo moderno, incuestionablemente merecemos de ellos la excomunión.
Sin embargo, tenemos bases muy sólidas para hacer tan tremenda afirmación;
desgraciadamente las mentes alucinadas están convencidas de su seudo-sapiencia, que ni
remotamente podrían aceptar el crudo realismo de su ignorancia.
Si les dijésemos a los jerarcas del cientifismo moderno, que el Conde de Cagliostro,
interesantísimo personaje de los siglos XVI, XVII, XVIII todavía vive en pleno siglo XX, si les
dijésemos que el insigne Paracelso, insigne facultativo de la edad media, aún existe todavía,
podéis estar seguros de que los jerarcas del cientifismo actual se reirían de nosotros y jamás
aceptarían nuestras afirmaciones.
Sin embargo, es así: Viven actualmente sobre la faz de la tierra los auténticos
mutantes, hombres inmortales con cuerpos que datan de miles y de millones de años hacia
atrás.
El autor de esta obra conoce a los mutantes, empero no ignora el escepticismo
moderno, la alucinación de los cientifistas y el estado de la ignorancia de los sabihondos.
Por