Escrito por el maestro Samael Aun Weor
Narración por Parsifal Flores Aguila
https://www.facebook.com/audiolibrosgnosticosEn el terreno de la vida práctica cada persona tiene su criterio, su
forma más o menos rancia de pensar, y nunca se abre a lo nuevo;
esto es irrefutable, irrebatible, incontrovertible.
La mente del humanoide intelectual está degenerada, deteriorada,
en franco estado de involución.
Realmente el entendimiento de la humanidad actual es similar a
una vieja estructura mecánica inerte y absurda, incapaz por sí
misma de cualquier fenómeno de elasticidad auténtica.
Falta ductibilidad en la mente, se encuentra enfrascada en
múltiples normas rígidas y extemporáneas.
Cada cual tiene su criterio y determinadas normas rígidas dentro
de las cuales acciona y reacciona incesantemente.
Lo más grave de toda esta cuestión es que las millonadas de
criterios equivalen a millonadas de normas putrefactas y absurdas.
En todo caso las gentes nunca se sienten equivocadas, cada
cabeza es un mundo y no hay duda que entre tantos recovecos
mentales existen muchos sofismas de distracción y estupideces
insoportables.
Mas el criterio estrecho de las multitudes ni remotamente
sospecha el embotellamiento intelectivo en que se encuentra.
Estas gentes modernas con cerebro de cucaracha piensan de sí
mismas lo mejor, presumen de liberales, de súper-genios, creen
que tienen muy amplio criterio.
Los ignorantes ilustrados resultan ser los más difíciles, pues en
realidad, hablando esta vez en sentido socrático diremos: "no
solamente no saben, sino que, además, ignoran que no saben".
Los bribones del intelecto aferrados a esas normas anticuadas del
pasado se procesan violentamente en virtud de su propio
embotellamiento y se niegan en forma enfática a aceptar algo que
en modo alguno puede encajar dentro de sus normas de acero.
Piensan los sabihondos ilustrados que todo aquello que por una o
otra causa se salga del camino rígido de sus procedimientos
oxidados es absurdo en un ciento por ciento. Así de este modo
esas pobres gentes de criterio tan difícil se auto-engañan
miserablemente.
Presumen de geniales los seudo-sapientes de esta época, ven con
desdén a quienes tienen valor de apartarse de sus normas
carcomidas por el tiempo, lo peor de todo es que ni remotamente
sospechan la cruda realidad de su propia torpeza.
La mezquindad intelectual de las mentes rancias es tal que hasta
se da el lujo de exigir demostraciones sobre eso que es lo real,
sobre eso que no es de la mente.
No quieren entender las gentes del entendimiento raquítico e
intolerante que la experiencia de lo real sólo adviene en ausencia
del ego.
Incuestionablemente en modo alguno sería posible reconocer
directamente los misterios de la vida y de la muerte en tanto no
se haya abierto dentro de nosotros mismos la mente interior.
No está de más repetir en este capítulo que sólo la conciencia
superlativa del Ser puede conocer la verdad.
La mente interior sólo puede funcionar con los datos que aporta
la conciencia Cósmica del SER.
El intelecto subjetivo, con su dialéctica razonativa, nada puede
saber sobre eso que escapa a su jurisdicción.
Ya sabemos que los conceptos de contenido de la dialéctica
razonativa se elaboran con los datos aportados por los sentidos de
percepción externa.
Quienes se encuentran embotellados dentro de sus
procedimientos intelectuales y normas fijas, presentan siempre
resistencia a estas ideas revolucionarias.
Sólo disolviendo el EGO en forma radical y definitiva es posible
despertar la conciencia y abrir realmente la mente interi