Amparo la fallera

La niña fallera

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Episode Transcript

Speaker 2 (00:01):
Amparito la fallera Autora y narradora Coral Bravo Había una
vez en Valencia una niña llamada Amparo, pero todos sus
amiguitos y seres queridos la llamaban cariñosamente Amparito. Amparito era
una niña llena de alegría y entusiasmo. Desde muy pequeña
soñaba con ser fallera y participar en las coloridas y

(00:23):
emocionantes fiestas de las fallas. Cuando se imaginaba vestida con
el traje tradicional, sus ojitos brillaban de emoción y soñaba
con formar parte de la magia que envolvía la ciudad
durante los días de las fallas. A medida que crecía,
Amparito se sumergía en la tradición fallera. Aprendía los pasos

(00:44):
de la danza, la danza típica de Valencia. Quedaba maravillada
cuando iba descubriendo el proceso de elaboración de los monumentos
y quedaba fascinada con los ricos bordados de las telas
con las que se confeccionaban los preciosos trajes. La risa
de Amparito resonaba en las calles mientras jugaba con los
niños del barrio, contagiándolos con su alegría y su energía.

(01:07):
Los años de la infancia de Amparito fueron pasando y
fue al cumplir los siete añitos cuando empezó su propia
aventura fallera. El día de su cumpleaños recibió por parte
de sus padres el mayor y más valioso regalo que
podía recibir, su primer y flamante traje de fallera. El
maravilloso traje era un espolín tejido a mano de color blanco,

(01:30):
llamado por los fabricantes de los telares Madre Perla. Un
tono atemporal con infinitos matices, que junto con la combinación
de colores suaves y tonos pastel para sus motivos florales,
hacían del traje de Amparito el sueño que cualquier niña
valenciana deseaba cumplir. Al recibir tan preciado regalo, lo primero
que hizo Amparito fue unirse a la comisión fallera de

(01:52):
su barrio. Algo que anhelaba desde muy pequeña, para poder
desfilar en todos sus pasacalles al ritmo de la música
de la banda, a la exaltación, a las meriendas y
a los playbacks, pero sobre todo para poder realizar el
acto más emotivo y deseado por todos los falleros y valencianos,
la ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados,
la Cheperudeta, patrona de Valencia. Y después de esperar que

(02:17):
llegasen los días grandes, al fin llegó la semana fallera.
Las calles de Valencia se llenaron de música, bullicio y alegría.
Amparito lucía radiante con su traje, disfrutando de cada día
y de cada acto. Y cuando llegó la tan esperada
y deseada ofrenda de flores, su corazón latió con más
fuerza que nunca al depositar su ramo con respeto y devoción.

(02:42):
En aquel recorrido mágico de su primera ofrenda, por la
preciosa calle de la Paz, Amparito no podía sentirse más
emocionada y feliz, al sentir el amor y el cariño
de los miles de valencianos y gente de todo el
mundo que asistían como público y que constantemente le aplaudían
a su paso, diciéndole preciosos piropos como ¡Guapa! ¡Bonita! ¡Simpática!¡

(03:06):
Viva la fallera! Amparito también participó con entusiasmo en la mascletá,
maravillándose con la potente sinfonía de la pólvora y de
los fuegos artificiales que pintaban el cielo de colores. Pólvora que,
como buena valenciana, amaba por encima de todo. Amparito disfrutaba
tanto de las noches falleras que el brillo de sus

(03:27):
ojos iluminaba por completo el cielo de la hermosa ciudad
del Turia. Pero los días pasaron rápido, más de lo
que ella hubiese querido, y llegó la noche de la crema.
Amparito sintió una mezcla de alegría y melancolía, al ver
como las monumentales fallas ardían en llamas, marcando el final

(03:47):
de las maravillosas fiestas josefinas. Pero la vida fallera de
Amparito no terminó ahí. Cada año que pasaba, crecía su dedicación,
alegría y amor por las fallas. Llegó un momento en
el que Amparito se convirtió en un pilar fundamental e
imprescindible de su comisión, organizando y ayudando todo el año

(04:07):
en los eventos y, sobre todo, transmitiendo el amor a
las fallas a las nuevas generaciones. Pasaron los años y
la pequeña Amparito se convirtió en una hermosa mujer que
llevaba la esencia de las fallas en lo más profundo
de su corazón. Aunque los días más intensos duraban solo
una semana al año, Amparito mantenía viva la chispa fallera

(04:29):
todos los días y no se cansaba de recordar a
todo su entorno que es importantísimo conservar las tradiciones y
transmitir la felicidad que dichas tradiciones te dan con todos
los que te rodean.