Episode Transcript
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Speaker 2 (00:00):
La música clásica en el Ártico En Chukotka, aquel invierno de 1985,
el mar se cerró como una herida que no quiere sanar.
Miles de belugas quedaron atrapadas entre témpanos, respirando apenas en
huecos de agua oscura. El hielo la rodeaba como un
muro implacable y cada amanecer era más estrecho el cerco.
(00:22):
La gente del pueblo acudía todos los días. Viejos y niños,
pescadores y maestros, todos miraban las sombras blancas moverse bajo
el agua. Algunos golpeaban el hielo con hachas, otros arrojaban peces,
pero el hielo respondía con silencio y el silencio era
más fuerte. Fue entonces cuando se anunció que el rompehielos
(00:43):
Mosca llegaría, y llegó avanzando como un animal herido, rojo
y negro, contra la vastedad blanca. El capitán, un hombre
de frente amplia y ojos cansados, observó el panorama.« Esto
no es un rescate», dijo en voz baja.« Es un entierro».
Un marinero, joven aún, respondió.¿ Y no somos acaso nosotros
(01:06):
también prisioneros del hielo? Si los dejamos morir,¿ qué nos
diferencia de él? No contestó. Pero al día siguiente ordenó
abrir camino. El barco se lanzó contra el hielo, abriendo
corredores que crujían como huesos. Helicópteros lanzaban pescado. Y sin embargo,
las belugas permanecían quietas, desconfiadas, agotadas. Fue un ingeniero de
(01:31):
radio quien habló primero.« Quizá necesiten otra cosa». Algo que
no entendimos. Y encendió los altavoces. El aire helado se
llenó de música. Tchaikovsky, tal vez. O Beethoven.¿ Qué importa?
Eran notas que venían de un mundo sin hielo. De
un mundo donde aún se cree en la esperanza. El
(01:52):
capitán murmuró. Música en el Ártico. Ridículo. Pero entonces vio
cómo las belugas levantaban la cabeza, cómo se acercaban al
barco y cómo seguían la música como si fuese una promesa.
Durante días aquella procesión absurda continuó. Un barco de hierro avanzado,
un coro de animales siguiéndolo, hombres exhaustos vigilando, música flotando
(02:16):
sobre el silencio blanco. En la cubierta un anciano del
pueblo dijo« Ellas no se escuchan». porque aún no han
perdido la fe. Nosotros hace tiempo que la perdimos». El
joven marinero replicó« Tal vez la fe no está en nosotros,
sino en la música». El capitán no habló, pero cuando
(02:40):
las belugas alcanzaron el mar abierto y saltaron como flechas
de plata sobre el horizonte, bajó la mirada. Nadie celebró,
nadie gritó. Había en todos la certeza de haber tocado
algo más grande que la vida y la muerte. Esa noche,
mirando el hielo que volvía a cerrarse tras el barco,
el capitán escribió en su cuaderno. El hombre no vence
(03:00):
al invierno, el hombre no vence al hielo, pero a veces,
por un instante, la música vence al silencio. Y ese
instante basta para que todo tenga sentido. Autor José Pardal.
Narración Coral Bravo.