Episode Transcript
Available transcripts are automatically generated. Complete accuracy is not guaranteed.
Speaker 1 (00:01):
Música
Speaker 2 (00:23):
Los músicos, un relato de Ray Bradbury. En las voces
de Rebeca Guijarro, Maricarmen Briones y Nieves Guijarro. Los niños
daban largos paseos por el campo marciano. De cuando en
(00:48):
cuando abrían las olorosas bolsas de papel y metían allí
las narices, y respiraban el penetrante aroma del jabón y
de los encurtidos con mayonesa, y escuchaban el gorgoteo de
la naranjada gaseosa en las botellas tibias. Balanceaban las bolsas
(01:10):
de comestibles, repletas de cebollas verdes, acuosas y limpias. de
olorosas salchichas, de roja salsa de tomate y de pan blanco,
y se desafiaban mutuamente a desobedecer las órdenes severas de
las madres. Corrían gritando. El primero se lleva todo. Paseaban
(01:36):
en verano, en otoño o en invierno. En otoño era
más divertido. pues imaginaban entonces que arrastraban los pies entre
las hojas otoñales de la tierra. Los niños de ojos
de ágata azul, con las mejillas hinchadas de caramelos, lanzándose
(01:57):
órdenes teñidas de cebolla, se desparramaban como canicas sobre las
calzadas de mármol a orillas de los canales. Cuando llegaban
a la ciudad muerta, a la ciudad prohibida, ya no
era hora de gritar.
Speaker 3 (02:16):
El último que llega es una mujer. ¡Oh!
Speaker 2 (02:22):
El primero que llega hace de músico. Las puertas de
la ciudad abandonada estaban abiertas para ellos y creían oír
unos tenues crujidos en el interior de las casas, como
hojas de otoño. Avanzaban imponiéndose silencio, unidos codo con codo,
(02:45):
agitando sus palos, recordando que sus
Speaker 3 (02:49):
padres les habían dicho« Allá no, a ninguna de las
ciudades viejas. Cuidado donde vas, recibirás la paliza más grande
de tu vida cuando vuelvas a casa. Te miraremos los zapatos».
Speaker 2 (03:02):
Allí, en la ciudad muerta, un montón de niños, con
sus meriendas a medio devorar, se desafiaban los unos a
los otros con agudos cuchicheos.
Speaker 3 (03:13):
Aquí no hay nada
Speaker 2 (03:18):
Y de pronto uno de ellos se echaba a correr
y entraba en la casa de piedra más próxima, cruzaba
la sala y entraba en el dormitorio sin mirar alrededor.
Comenzaba a dar puntapiés y a moverse con pasos arrastrados,
y las hojas negras y quebradizas, finas como jirones de
(03:42):
un cielo de medianoche, volaban por el aire. Detrás de
ese niño corrían otros seis, y el primero hacía de músico,
tocando los blancos huesos xilofónicos que yacían bajo los copos cenicientos.
Una enorme calavera aparecía a veces rodando con una bola
(04:05):
de nieve, y los niños gritaban. Las costillas parecían patas
de araña y lloraban como un arpa de sonidos apagados,
y los negros copos de la mortalidad volaban alrededor de
la arrastrada danza de los niños. Se empujaban unos a
(04:29):
otros y caían entre las hojas. En la muerte que
había transformado a los muertos en copos y sequedad, en
un juego de niños con estómagos donde goteaba la naranjada gaseosa.
Y salían de una casa para entrar en otra. Y
(04:49):
así visitaban 17 casas, recordando que los horrores de todas las
ciudades negras serían eliminados por los bomberos. Guerreros antisépticos, armados
de palas y cajones, apartando con las palas los andrajos
de ébano y las barras de menta de los huesos,
(05:12):
separando lenta y eficazmente lo terrible de lo normal. de
modo que los niños tenían que jugar deprisa, pues muy
pronto llegarían los bomberos. Luego los niños de rostros luminosos
de sudor mordisqueaban el último emparedado. Y después de un
(05:35):
puntapié final, de un último concierto de marimba, de una
última remetida al montón de hojas otoñales, volvían a sus casas.
Las madres les examinaban los zapatos en busca de copos
negros y una vez descubiertos venían los baños calientes y
(05:58):
las palizas paternas. A fines de ese año los bomberos
habían rastrillado las hojas secas y los blancos xilófonos y
se había acabado la diversión. Gracias.