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November 28, 2025 • 36 mins

Esta noche nos vamos a meter de lleno en uno de los temas que más inquieta a la comunidad: las brujas… pero no las de cuento, sino las que parecen vivir pared con pared con nosotros.

Escucharemos la historia de alguien que descubre, casi por accidente, que su vecina hace cosas extrañas en el jardín trasero, cosas que poco a poco empiezan a sentirse también del otro lado de la barda. 

Desde ahí, las noches ya no vuelven a ser silenciosas. Viajaremos también hasta una finca en Costa Rica donde, en medio de fogatas familiares y juegos nocturnos, algo que no debería existir se acerca demasiado a uno de los primos; conoceremos a una oyente marcada por la brujería desde antes de nacer, que intenta proteger a su hijo de una presencia pegada a su sangre; y, por último, seguiremos a un joven que lleva años soñando con la misma mujer vestida de negro… hasta que un día la ve caminando frente a él en la vida real.

Si están listos para historias de brujas, rituales y presencias que vuelven una y otra vez, apaguen la luz, pónganse cómodos… Ya comienza Relatos de la Noche.

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Episode Transcript

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Speaker 1 (00:03):
Escuché algo y me asomé al patio de la vecina,
por una rendija. No fue curiosidad, sino reflejo. Vi que
mi vecina estaba descalza con un vestido largo, levantado hasta
las rodillas para no ensuciarlo, rodeada de velas negras que
parecían clavadas en el pasto. Frente a ella vi una
figura hecha de ramas, como una pequeña estatua con algo.

(00:24):
Aparecían cuernos. Bienvenidos, bienvenidas comunidad. Espero que estén del mejor
humor para escuchar historias de terror, de brujas, demonios y fantasmas.
Y si no, de verdad espero que estas historias al

(00:46):
menos les acompañen. Recuerda que este espacio, esta comunidad, va
a acompañarte siempre que lo necesites. Estás escuchando Relatos de
la Noche. Buenas noches. Quiero contarles algo que todavía me

(01:09):
cuesta confesar que estoy viviendo.¿ Por qué nos dará pena
aceptar que vivimos algo paranormal? Inicia el año pasado, cuando
me mudé por fin a una casita que pude rentar barato. Pequeña, vieja,
pero tenía su propio patio, y para mí eso ya
era mucho. La primera semana no pasó nada raro. Lo

(01:31):
único que me llamaba la atención era mi vecina. Vivía
en la casa de al lado, pero... Siempre tenía las
cortinas cerradas y casi nunca encendía las luces. No hablaba
con nadie. Apenas salía a sacar la basura y volvía
a meterse sin levantar la vista. No era mala onda,
simplemente era de esas personas que viven hacia adentro. Una

(01:52):
noche como a las diez, salí al patio a sacar
unas cajas que había usado para la mudanza. Cuando abrí
la puerta escuché algo que no supe identificar. Como un canto,
pero bajo, grave, repetitivo. Pensé que venía de alguna televisión
o de un radio encendido, pero cuando me acerqué al
fondo del patio entendí que venía del otro lado de

(02:13):
la barda, de su jardín. Lo siguiente no fue por curiosidad, Uriel.
Fue un reflejo. Di dos pasos y me asomé por
un hueco de la madera. Vi que mi vecina estaba
descalza con un vestido largo, levantado hasta las rodillas para
no ensuciarlo, rodeada de velas negras que parecían clavadas en

(02:34):
el pasto. Frente a ella vi una figura hecha de ramas,
como una pequeña estatua con algo parecido a cuernos. Tenía
las manos extendidas hacia esa figura mientras murmuraba algo. Definitivamente
no era en español. Y había algo más. El olor.
Un olor a establo, fuerte, que se sentía dentro de

(02:56):
la nariz, como si hubiera animales encerrados ahí, respirando justo
debajo de nosotros. Yo solo la vi unos segundos. Ella
no volteó, no dejó de murmurar, pero levantó ligeramente la cabeza,
como si supiera que alguien estaba ahí. No se giró,
no hizo ningún movimiento, nada, pero yo sentí clarito que

(03:20):
sabía que la estaba viendo. Esa noche fue terrible, incluso
cuando me fue a intentar dormir, a olvidar lo que
había visto, pero luego fue todavía peor. Al día siguiente
la vecina apareció en mi puerta. No tocó fuerte, solo
dos golpecitos. Cuando abrí tenía una canasta con pan. Me sonrió,

(03:44):
pero no era una sonrisa normal. Era una sonrisa falsa,
como si lo hubiera estado ensayando. Me dijo, para que descanse.
A veces uno necesita silencio y una mente tranquila. Me
lo dijo así, tal cual. Y yo solo le di

(04:04):
las gracias porque no supe qué otra cosa hacer. Esa
misma noche comenzaron los ruidos. Primero pensé que era la
casa porque era vieja, pero no eran ruidos de madera.
Eran pasos. Pasos que parecían descalzos, lentos, justo detrás de
la pared que compartíamos. También escuchaba risitas bajitas, como si

(04:28):
hubiera niños jugando del otro lado, pero ella vivía sola.
eso sí lo sabía y empezó lo del olor en
mi cuarto de repente a mitad de la noche entraba
ese mismo olor a establo y no es una metáfora
era un olor real me despertaba y sentía como si
hubiera tierra húmeda bajo la cama suciedad como si hubiera

(04:50):
respiración de animales dentro del closet lo busqué revisé moví
muebles nada la primera vez que la vi a la
otra mujer Pensé que estaba soñando. Fue una madrugada pasando
las tres. Yo estaba acostado sin poder dormir por el
olor cuando vi que alguien cruzó frente a la puerta

(05:12):
de mi cuarto. Una silueta delgada, encorvada, con un camisón largo.
El cabello blanco, larguísimo, arrastrándose casi por el suelo. No caminé.
No se acercó, solo pasó y desapareció en la pared
de la sala. Yo me quedé quieto sin saber ni

(05:32):
cómo reaccionar. Entendí que correr, que salirme no iba a ayudarme.
Al día siguiente de nuevo moví la cama, revisé las ventanas,
cualquier señal de que alguien pudiera haber entrado, pero no
había nada. Todo estaba bien cerrado. La segunda vez que
la vi ya no lo pude negar. No pude negar

(05:54):
que era algo paranormal. Desperté cuando escuché mi nombre, suave.
como si me lo hubieran dicho desde dentro de la almohada.
Abrí los ojos y ahí estaba, parada en la esquina
del cuarto, de frente a mí, una viejita flaquísima de
piel gris con el mismo camisón. No me veía directamente,

(06:15):
tenía la cabeza inclinada hacia un lado como si tratara
de oír algo que estaba dentro de la pared. Y
el olor, ese maldito olor, era tan fuerte que me
ardían los ojos. pronto vi que se metió a la
pared nada más que se metió en ella y dejé
de verla esa misma mañana fui a tocar la puerta

(06:37):
de la vecina para preguntarle si tenía animales si había
visto algo raro por ahí en realidad iba a preguntarle
lo que fuera solo quería un pretexto para hablar con
ella para caerle bien o algo para que me dejara
en paz para que viera que yo no era ninguna
amenaza pero no abrió aunque sé que estaba ahí Porque

(06:58):
escuché su respiración pegadita al otro lado de la puerta.
Y no respiraba normal. Respiraba como si se estuviera riendo.
Desde entonces no me habla. Pero aparece de casualidad cuando
estoy afuera. Siempre me dice cosas que no son amenazas
pero que suenan como si lo fueran. Durmió bien. A

(07:20):
veces se meten en estas casas. Si escucha ruidos, no
vaya a salir. Y así... Lo peor es que las
apariciones de la viejita no han terminado. Varias veces al
mes se aparece un poco más cerca. Ya no en
la esquina, ya no fuera del cuarto. Las últimas veces

(07:40):
las he visto muy cerca. La noche estuvo sentada al
pie de mi cama, con ese camisón blanco que parece
mojar el piso cuando se mueve, aunque no deja rastro.
Y el olor a establo se queda cada vez más tiempo,
más fuerte. A veces siento que me lo llevo yo
cuando salgo de la casa. No sé qué está haciendo

(08:02):
mi vecina, ni qué cosa le pertenece a ella y
qué cosa está entrando a mi casa por mi miedo.
Pero de que algo cruza la barda por las noches,
eso no lo puedo negar. Y cada vez está más
claro que no fue accidente verla aquella noche. Y siento
que ella sabía que algo tenía que brincar de su

(08:22):
lado al mío. Y ya lo hizo. Y no sé
cómo deshacerme de eso. Hola, Uriel. Hola, comunidad. Quisiera contarles
una de las experiencias que más me han marcado. Una
que de verdad todavía me hace dudar si en serio

(08:44):
pasó así como la recuerdo. Esto fue en el 2018, en Alajuela,
Costa Rica. Era 30 de diciembre. Mi familia suele pasar el
fin de año en la finca de mi abuelo. Esas
fechas son cuando todos nos juntamos, comemos, hacemos relajo. Y también, bueno,
han pasado cosas ahí que podría contarles en otro momento.

(09:04):
Algunas bien pesadas y otras simplemente raras. Pero ya tenía
años sin que pasara nada o eso creíamos. Ese domingo 30
todos estaban jugando y bailando en el rancho con música.
Mis primos y yo estábamos en la plaza jugando fútbol
en la oscuridad. Eran como las once y media. o
ya casi en la medianoche y pues para nosotros ya

(09:25):
era tarde. En una de esas se nos ocurrió jugar
a escondidas. Ya nos habían dicho muchas veces que no
lo hiciéramos de noche, que eso era malo, que podía
salir un espíritu, o que te podían asustar o que
te jalaran las patas, ya saben. Cuando una tía vio
que queríamos jugar a eso, decidieron mejor hacer una fogata
y dormir en tiendas de campaña, para que no anduviéramos

(09:46):
metidos entre los pastos. Como a la una de la
mañana estábamos ahí, asando malvaviscos y una carne asada, y
yo le pedí permiso a mis papás para usar el cuadriciclo,
la cuatrimoto como también le dicen. Era chiquito y ya
estaba medio descompuesto, pero mi papá y yo teníamos un
truco para encenderlo manipulando el carburador, a veces encendía empujándolo también.

(10:09):
Lo saqué de la bodega donde lo guardábamos, y cuando
lo logré arrancar me dio un montón de gusto porque
casi siempre me costaba. Me subí y empecé a subir
por las manzanas de la finca, En ese entonces el
encargado de cuidarla la tenía muy bien trabajada. Había divisiones
por manzana y por hectárea, llenas de pasto para las vacas.

(10:30):
La hierba era tan alta que, sin exagerar, podía estar
más alta que yo en muchas partes. Con los varos
halógenos de la moto se alcanzaban a ver los árboles
del camino, pero fuera de eso no había nada de luz.
Si apagabas la moto no veías absolutamente nada. Cuando iba
llegando al otro rancho donde se mete el ganado, La

(10:50):
cuatrimoto se apagó de golpe, y sí, estaba dañada, pero
no era normal que se apagara así nada más. Más bien,
lo malo era prenderla. Cerca había vacas hachadas en el pasto, durmiendo.
Encendí la luz del celular para ver qué pasaba y
de repente, escuché murmullos entre los pastos, murmullos fuertes y

(11:13):
algo moviéndose ahí dentro. Se escuchaba como... Me quedé tratando
de entender qué era, pero seguí intentando conectar un tubo
pequeño que se había soltado del carburador, el que llevaba
la gasolina al motor. Fue entonces cuando, con la luz
de la luna, vi algo al fondo, entre los árboles

(11:37):
más grandes, unos de 15 o 20 metros. Algo estaba brincando de
un árbol a otro, y los árboles se movían raro.
como si algo pesado los empujara. Ahí sí sentí como
se me erizó la piel, pero por completo. Intenté arrancar
la moto de nuevo y justo en ese momento escuché
algo desde donde estaban las vacas. Una voz. Una voz

(12:02):
que dijo, Ya es muy noche para que esté solo.
Iluminé con el celular hacia donde lo escuché y alcancé
a ver unos ojos brillando en la oscuridad. Parecían mirarme directamente.
Levanté la mirada hacia el rancho donde comen las vacas
y vi que la puerta se abría lentamente y entre

(12:23):
la oscuridad salió algo negro, encorvado, caminando despacio. Les juro
que se estaba riendo. Escuché una risa muy fea, muy rara,
mientras esta cosa subía entre los pastizales. quedé quieto quise
acercarme un poco no sé ni por qué pero mientras

(12:45):
lo hacía todas las vacas se levantaron de golpe y
empezaron a alejarse todo lo que pasó ahí arriba desde
que se apagó la moto hasta eso que vi habrá
sucedido en cuatro minutos pero para mí fue eterno después
escuché un grito horrible como un lamento ahí sí me
terminó de agarrar el miedo empujé la cuatrimoto con todas

(13:08):
mis fuerzas para arrancarla normalmente costaba un montón encenderla así,
pero siento que el miedo me dio fuerza, cuando por
fin encendió me subí y aceleré con todo, y ahí,
creo que ahí cometí la peor tontería de mi vida,
volví a ver hacia atrás, y arriba sobre el rancho

(13:31):
estaba ese bicho, observándome, señalándome con el dedo, en el
camino de los nervios terminé quebrando uno de los halógenos,
pero no me importó nada, solo quería regresar donde estaban todos.
Iba con miedo, pánico, ansiedad, un montón de emociones mezcladas.

(13:51):
Cuando llegué mi papá me regañó porque ya me había
advertido que no corriera con el cuadriciclo, y cuando vio
el faro de halógeno quebrado se enojó más. Me dijo
que subiera con él, caminando, para ir a encontrarlo y
arreglarlo al día siguiente. Mientras íbamos subiendo le conté lo
que había visto. Me dijo que de seguro yo estaba inventando,

(14:11):
que no me creía nada. Pero más arriba, cuando recogimos
el faro, le dije, pa, mira allá. En el fondo,
un punto negro estaba moviendo uno de los árboles. Él
no dijo nada ni me contestó. Solo vio hacia otro lado.

(14:32):
Al bajar, cuando llegamos al rancho donde estaba la familia,
mi papá no me comentó nada, pero sí vi que
habló con mi mamá Cuando le pregunté qué le había dicho,
ella me dijo que lo que yo había visto era
la mona. En Costa Rica las monas son brujas que
se transforman en animales para atormentar o robarse a los niños,
o a los hombres. Tiempo después supe que esa figura,

(14:55):
esa cosa que vi, no era la primera vez que
se aparecía en la finca de mi abuelo. Antes de
que yo naciera ya había salido tres veces más. Algo
busca esa mujer ahí, esa mona, algo que no ha
logrado encontrar. La última vez que apareció fue también durante
una fogata, con la familia reunida contando historias. Muchas gracias

(15:18):
por escuchar, comunidad. En esa finca, como les digo, pasan
muchas cosas. Y si ustedes gustan, la próxima vez les
cuento lo que me contó mi tío. Esas tres noches
de infierno que vivió mi abuelo cuando compró ese terreno.
Esta historia sí pasó. Les prometo que lamentablemente sí ocurrió.

(15:49):
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a este punto... Y aún no estás suscrito o suscrita...
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(16:10):
el episodio... Una calificación de 5 estrellas... Si escuchas en Spotify...
Donde escuches... Califícanos bien... Interactúa con nosotros... Eso nos ayuda
muchísimo a seguir trabajando en este proyecto. Continuamos. Hola Uriel,

(16:32):
soy Sofía, seguidora tuya desde que empezaste en YouTube. Literal
crecí escuchando tus historias y creo que por fin llegó
el día de contar la mía. Ojalá puedas leerla, me
gustaría saber qué opina la gente. Les saludo desde Colombia,
soy de un pueblo pequeño que casi nadie conoce. Mi abuela, Lala,
era bruja, aunque a mi familia no le guste hablar

(16:53):
del tema. Ella murió antes de que yo naciera, pero
crecí escuchando las historias de mi papá. Leía las cartas,
el cigarro, hacía rituales. Mi abuela Lala hacía muchas cosas así.
Mi historia empieza en 2020, en plena pandemia. Yo acababa de
terminar con mi pareja y después me enteré de que
estaba embarazada. En ese tiempo yo vivía en España y

(17:15):
él en Estados Unidos. Él se quedó allá un buen
rato hasta que pudo viajar. Aún así seguimos viviendo separados
hasta que mi hijo nació. Mi hijo que ahora tiene
cinco años. Yo no me considero bruja, pero sí practico
brujería y santería. Hago lecturas y rituales para gente cercana.

(17:35):
Lo que te quiero contar es lo que pasó durante
mi embarazo y los tres primeros años de vida de
mi hijo. En España nos fuimos a vivir a una
cabaña lejos de todo, como a 40 minutos del pueblo. Ahí
vivimos hasta que mi hijo cumplió tres años. En esa
casa pasaron muchas cosas, algunas aún no quiero creerlas, pero

(17:57):
sé bien lo que vi. Lo primero que puedo contar
fue la manera en la que me enteré del embarazo.
Yo vivía solo en Mallorca y un día de la
nada empezaron a aparecer gusanos blancos, de esos pequeñitos de basura.
Yo supe de inmediato que eso era un trabajo, porque
no había forma de que hubieran aparecido de la noche
a la mañana. No tenía basura en la casa y

(18:19):
aún así los gusanos estaban trepando por las paredes. Hice
una limpieza profunda y un ritual de volteo. Durante ese
ritual vi sombras, escuché voces. Todo se sentía como estar
en una película de terror, pero curiosamente ahí no tenía miedo.
Hice mis oraciones fuertes en latín hasta que las velas

(18:42):
se apagaron solas. Después vino un silencio que me dejó
los oídos zumbando. Me dieron náuseas y terminé vomitando hasta desmayarme.
Mi mamá fue a verme tres días después. Según ella
yo parecía muerta, pálida, delgada, inconsciente. Me llevó al médico
y ahí me enteré de que estaba embarazada. Yo estaba

(19:04):
en la universidad y sentí que se me venía el
mundo encima. Los días siguientes soñé mucho con la muerte.
La veía sentada mientras yo estaba como en una piscina
cargando un bebé. Y siempre era lo mismo. Cuando me
daba cuenta el bebé estaba ahogado y ahí me despertaba,
siempre un poco después de las 3 de la mañana. Yo

(19:27):
seguía trabajando, haciendo lecturas para la gente de la universidad
y uno que otro ritual también. Sentía como el bebé
se movía todo el tiempo, como inquieto. Cuando ya iba
por los 8 meses mi pareja logró venir a vivir conmigo
y ahí fue cuando realmente empezó lo fuerte. Empecé a
tener sueños repetidos con una mujer, cabello negro, mojado, como

(19:49):
si acabara de salir del agua, flaca, casi en los huesos.
Ella cargaba a mi bebé y yo estaba tirada en
el piso, sintiendo que era mío, y siempre pasaba lo mismo.
Lo dejaba caer y lo soltaba con un grito horrible.
Mi pareja amanecía con aroñazos, mordidas, rasguños, cosas que no

(20:09):
sabíamos explicar. Decidí contactar a mi maestra en lo espiritual.
Ella me dijo que tenía algo pegado. que alguien me
estaba trabajando desde hacía tiempo, un trabajo de cementerio. Me
explicó qué hacer y me ayudó a limpiar el apartamento.
Y sí, todo se calmó un poco. Apenas pudimos nos

(20:30):
fuimos de ahí. Nos mudamos a una cabaña a 40 minutos
del pueblo, como les digo. Yo pensé que ahí por
fin íbamos a estar tranquilos. Quería creer que al dejar
Mallorca también dejaba atrás los gusanos, las voces, esa brujería.
Pero fue ingenuidad mía. Mi hijo nació, era hermoso, pero

(20:50):
desde el primer día noté que esa oscuridad no se
había ido, solo cambió de objetivo. Poco después de mudarnos,
mientras mi pareja estaba en el pueblo comprando cosas, hice
la primera limpieza de la casa. La cabaña era antigua,
con humedad, madera vieja, ese olor que se apega. Empecé
a quemar ruda y romero. Desde el inicio noté que

(21:12):
el humo no subía normal, en lugar de disiparse se
iba directo a una dirección. el dormitorio principal, donde estaba
la cuna del niño. Entré. El cuarto estaba frío, como
si no hubiera calefacción. El humo se remolinaba justo sobre
la cuna, formando una figura alta, vaga. De pronto escuché

(21:32):
un ruido metálico de abajo de la cuna. Me agaché
y encontré pegada en la parte baja de la madera
una moneda de cobre oxidada, antigua. No era moneda de euros.
Tenía tierra seca y algo que parecía cera negra. No
me dio miedo por superstición. Fue la confirmación de que
alguien había metido un amarre de cementerio justo bajo la

(21:55):
cuna de mi bebé. Desde esa noche su sueño cambió.
No lloraba normal. Gritaba de pánico. Como si despertara de
una pesadilla adulta. Siempre entre medianoche y las tres de
la mañana. Y lo peor era antes del grito. Yo
sentía cuando eso entraba al cuarto. No lo veía pero

(22:17):
el silencio era tan profundo que me dolían los oídos.
Iba a la cuna y mi bebé estaba despierto pero
no me miraba a mí. Sus ojitos enormes estaban clavados
en una esquina oscura del techo y tenía un miedo
que no era de un bebé. Empezaba a sollozar como
si le doliera el alma. Una madrugada finalmente me cansé.

(22:39):
Prendí la linterna y seguí su mirada. La luz llegó
a la esquina donde veía. No había nada. Solo madera,
pero en medio del rincón la madera se veía húmeda,
como si algo mojado se hubiera apoyado ahí. Recordé a
la mujer de cabello mojado de mis sueños. Mi pareja

(23:00):
trataba de ser racional, pero era difícil amaneciendo con esas
marcas que tenía que curarle. Una mañana, mientras él estaba
con el niño, fui a mi mesa de rituales. Sobre
mi libro de santería había una trenza de cabello seco.
amarrada con un hilo negro. Al desenrollarla, el olor tabaco
sin quemar llenó el cuarto. El mismo olor que yo

(23:24):
había sentido en mi ritual del embarazo. El mismo del
que mi papá hablaba cuando mencionaba a Lala. No quería
creer que fuera mi abuela. Ella murió el mismo año
en que yo nací. Nunca tuve contacto con ella, pero
esa trenza, el tabaco, parecía una advertencia y no una linda.
Era una advertencia desesperada. Los ataques empezaron a volverse más directos.

(23:50):
Mi hijo tenía poco más de un año cuando la
entidad comenzó a manifestarse de una forma que mi pareja
ya no pudo negar. Todas las noches, entre la una
y las tres, se escuchaba un sonido muy claro en
el pasillo. Algo pequeño arrastrando un objeto de metal por
el suelo, como cuando un juguete se te cae y
lo arrastras con un dedo. El sonido siempre paraba justo

(24:14):
frente a la puerta del cuarto del bebé. Y antes
de detenerse, se alcanzaba a escuchar una risita seca, muy,
muy a lo lejos, y uñas, como si rasparan algo.
Una noche, cuando el sonido llegó a la puerta y
sonó esa risita detrás de la madera, mi pareja encendió
la luz y abrió de golpe. No había nadie, el

(24:37):
pasillo estaba vacío. pero justo en el umbral había una
fila de pequeños círculos de ceniza, como dibujados, y en
medio una pieza del rompecabezas de madera del niño. Era
la cara de un animal. Al día siguiente él me
confesó temblando que cuando abrió la puerta sintió algo húmedo,
algo frío que le pegó en la cara, como si

(24:59):
hubiera chocado con algo que estaba justo ahí, frente a
la puerta. Yo quise tomar el asunto en mis manos,
la moneda, la trenza, las marcas, Todo apuntaba a lo mismo.
Preparé un ritual fuerte, muy fuerte. Uno de protección, pero
muy agresivo. Usé un hueso de res purificado. Le marqué

(25:21):
el nombre de la entidad y el de mi hijo.
La idea era enterrar ese trabajo. Mientras hacía la ofrenda,
la vela se elevó demasiado alto y el humo negro
no subió. Se fue hacia la sala. Minutos después, escuché
a mi hijo gritar,« Pero no desde la cuna, sino
desde la sala». Corrí, él estaba en la alfombra gateando,

(25:42):
pero con una expresión de terror mirando la ventana, y
en el reflejo del vidrio vi la silueta de la
mujer mojada, la misma de mis sueños, detrás de mí,
solo que esta vez alcancé a ver sus manos moviendo
algo que colgaba de un hilo. Cuando me di la
vuelta no había nadie, pero mi hijo señalaba a Figo

(26:04):
un punto y decía, con una voz muy diferente a
la suya, ¡Mu! En el punto que señalaba estaba otra
pieza del rompecabezas. Esta mostraba la cara de una cabra negra.
Ahí entendí que la entidad no se iba a ir.

(26:25):
No solo estaba en la cabaña. Estaba jugando con mi hijo.
La noche en que finalmente decidimos huir, empacamos lo necesario.
Yo hice un último ritual sencillo para poder salir. Mi
pareja guardaba las maletas en el coche y yo fui
por mi hijo a la cuna. La habitación estaba completamente oscura,

(26:45):
pero había una luz fría dentro de la cuna. Mi
bebé estaba despierto, tranquilo, con una sonrisa que no parecía
ser la suya, y miraba a la esquina. Lo levanté,
su piel estaba fría y un poco húmeda, y cuando
le toqué la parte baja de la espalda sentí una
cicatriz redonda, pequeña. Del tamaño de la moneda que había

(27:09):
encontrado antes Era una marca nueva Salimos de ahí sin
mirar atrás Abandonamos cosas, muebles, todo Solo queríamos salvar a
nuestro hijo Regresamos a Colombia Yo pensé que cruzar el
océano cortaría todo Mi hijo creció sano pero siempre tuvo

(27:30):
algo raro Jugaba a enterrar muñecos y a sacarlos para
que hablaran con él La cicatriz nunca desapareció Hace unos meses,
mientras hacía una limpieza, sentí de nuevo ese ambiente raro, turbio.
Y al día siguiente, al revisarme el brazo, vi una
mancha oscura en mi piel. Gráspera como tierra seca, en

(27:53):
forma de una letra L mayúscula. La firma del ala.
Una marca para contrarrestar lo otro. Todavía no lo sé.
A veces, cuando mi hijo está en el jardín, lo
veo hablando solo. Me acerco y le pregunto con quién habla.
Él levanta la cabeza, sonríe igual que aquella noche en

(28:13):
la cuna y dice, con la señora mojada. La cabaña
quedó atrás, pero la entidad del cementerio y la bruja
Lala que no conocí siguen aquí, luchando por algo que
está pegado a la sangre de mi hijo. Y sé perfectamente, Uriel,
que tal vez suene a una historia muy fantástica. Yo

(28:34):
también lo creería así si no lo estuviera viviendo. Y
sé que hasta que no encuentre la raíz de esta historia,
nunca va a tener un final. Hola Uriel, me llamo
Danerio Hernández. Es la primera vez que te escribo y
me haría muy feliz que llegaras a leer esto, aunque

(28:55):
no se publique. Soy de Guatemala, aunque lo que te
voy a contar no pasó en mi país. Antes de comenzar,
quiero darte las gracias. Te escucho desde el 2021 y todavía
recuerdo el primer relato que oí, La Casa de la Bruja.
Desde ahí me puse al corriente y llegué a escucharte
casi las 24 horas del día. Tus relatos y tú han

(29:16):
estado conmigo en días en los que me he sentido
muy solo. Pero bueno, esta historia empieza el 31 de octubre del 2022.
Ese año yo me graduaba de tercero básico y en
lugar de hacerme fiesta mis papás me regalaron un viaje
a Estados Unidos, que era mi primer viaje a ese país.
Recuerdo que el día 30 me dormí temprano, escuchando precisamente relatos

(29:38):
de la noche, y es que siempre duermo con audífonos.
Pero el teléfono que usaba en ese entonces no permitía
usar audífonos alémbricos mientras estaba cargando, porque solo tenía una
entrada para todo y yo tenía audífonos de cable. Por
eso cuando desperté el día 31, no me pareció raro escuchar
ruidos en mis audífonos. Estaba somnoliento y emocionado por el viaje.

(30:03):
Así que se me olvidó ese detalle. Me los puse
para ver si era algún relato tuyo porque sonaba como
si fueras tú narrando. Pero cuando me los puse, solo
escuché algo parecido a ti hablando en un idioma que
definitivamente no era español ni inglés. Era una lengua totalmente
desconocida para mí.¿ Qué es eso? y apenas saqué el

(30:33):
celular de debajo de la almohada, el ruido en los
audífonos se apagó. Ahí caí en cuenta de que el
teléfono se estaba cargando, de que los audífonos no estaban conectados.
No le di importancia porque tenía el viaje encima. Llegué
a Estados Unidos ese mismo día, en Halloween. A mi
hermana y a mí nos encanta esa fecha, y en Salem, Massachusetts,

(30:57):
todavía más porque lo celebran en serio. Mi hermana vivía
cerca de ahí en ese entonces, Así que ese día
fuimos a Salem a festejar, y cuando regresamos me quedé
dormido en un sillón. Y ahí empezó todo. Esa misma
noche empecé a soñar algo muy específico. Una mujer vestida
de negro que llegaba a tocar la ventana donde yo dormía.

(31:18):
Y así se repitió muchas veces durante mi estadía. Era
una mujer completamente de negro, de pies a cabeza. Nunca
le vi la cara, pero por alguna razón yo sabía
que era mujer. Noche tras noche era lo mismo. Mi
viaje terminó y regresé a Guatemala Seguí con mi vida
En 2024 me gradué de bachillerato Y mis papás otra vez

(31:40):
me regalaron un viaje a Estados Unidos Para ir con
mi hermana Para ese entonces ella ya se había cambiado
de casa Y ahora vivía incluso más cerca de Salem
Y otra vez estuve ahí para Halloween Nos disfrazamos y
disfrutamos como siempre Pero al pasar los días empecé a
soñar nuevamente con la misma mujer La diferencia era que

(32:01):
ahora la soñaba en la calle la que llevaba a
la entrada del departamento de mi hermana, y cada vez
que la soñaba empezaba a verle más y más el rostro.
Al principio la imagen era borrosa, pero con los días
yo podía verla más clara, hasta que un día la
vi nítida por completo. Para que entiendas mejor, el departamento

(32:24):
tenía tres puertas, una trasera que daba directo a la
cocina y adelante otras dos, La primera daba a la
calle y la segunda después de esa ya entraba al departamento.
Entre esas dos puertas había otro espacio donde estaba la
bodega de las personas que vivían arriba. Ya dejando eso claro,
volveré a la historia. Un día íbamos caminando de regreso

(32:47):
al apartamento. Yo iba viendo el suelo cuando escuché una
voz de mujer que me susurraba al oído.« Levanta la
cara y mírame. Mírame de frente». Lo hice sin pensarlo.
Y ahí estaba. La mujer con la que llevaba soñando
desde el 2022. Venía caminando directamente hacia nosotros. Me quedé completamente paralizado.

(33:14):
Le pregunté a mi hermana quién era y me dijo
que sí la conocía. Que era una hija de los
del departamento de arriba, pero que casi nunca la veía.
Yo no le dije nada a mi hermana. Y es
importante mencionar que los primeros sueños, los del 2022, solo lo
sabía mi mamá. Nunca se lo contamos a nadie. Esa
noche me costó muchísimo dormirme, pero cuando lo logré volví

(33:38):
a soñarla. Esta vez sí le veía muy bien el rostro,
y en el sueño se dirigía a la primera puerta,
la de la calle, y luego caminaba hacia la segunda,
a la entrada del departamento. Empezaba a tocar la puerta.
Y aunque su boca no se movía, yo sabía que
era su voz diciéndome que la abriera, que la dejara entrar.

(34:02):
Ese sueño se repitió durante todos los días. Cada vez
que soñaba eso me levantaba y revisaba la puerta. Abría
para ver si había alguien en ese espacio entre las
tres puertas. A veces incluso revisaba si tenían seguro y
siempre estaban cerradas la de la calle, la bodega y
la del departamento. Con el tiempo dejé de soñarla en

(34:24):
esas puertas y empezó a aparecer en la puerta de
la cocina. Cada vez insistía más en entrar y aunque
su boca nunca se movía, su voz sonaba cada vez
más fuerte en mi cabeza, como distorsionada. No sé cómo explicarlo,
pero se escuchaba dentro de mí. Al final no pasó

(34:46):
nada más. Volví a Guatemala. Mi hermana se volvió a
cambiar de casa. Mi papá acaba de regresar de visitarla
y últimamente hemos hablado con mi mamá sobre ir también.
Y desde antes de que mi papá volviera, desde que
empezamos a hablar de ese viaje, empecé otra vez a
soñar con esa mujer. Ahora su rostro está cubierto y

(35:10):
aparece en una calle que yo no reconozco. Aún. Aunque
por lo que ha contado mi papá, tal vez queda
muy cerca de donde vive ahora mi hermana. Tal vez
es su cuestión o tal vez tiene una explicación, pero
les juro, comunidad, que esto me pasa desde 2022. No sé
cómo explicar que soñé con alguien años antes de conocerla,

(35:32):
ni todo lo que ha pasado alrededor de esos sueños.
No sé si me crean, pero les prometo que es verdad.
Si viajo otra vez y vuelve a pasar algo parecido,
les escribiré para contarles cómo sigue todo. Quiero despedirme mandándole
un saludo grande a mi hermana. que también escucha relatos
de la noche a veces y que además me regaló

(35:53):
mi primer libro tuyo en Navidad. Me encantó, aunque no
soy tan lector, ese me lo leí en una sola noche.
Gracias Uriel y gracias comunidad por tanto cariño. No sé
si este relato se llegue a publicar, pero sí, sí,
gracias por escucharme y que pasen muy buenas noches.
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