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October 24, 2025 38 mins

Tres testimonios reales sobre brujería y maleficios: trabajos, amarres y “presencias” que se meten donde menos lo esperas. No hablamos de brujas de cuento, sino de consecuencias que dejan marcas en la vida diaria: salud, sueños, relaciones… y decisiones que se tuercen sin explicación.

En este episodio escuchamos a quienes aseguran haber sido alcanzados por algo que no pidieron, y a las personas que buscaron frenarlo con limpias, desentierros y rituales de protección.

No vas a encontrar respuestas absolutas; sí vas a escuchar voces que cuentan, con calma, lo que vivieron y lo que aún les cuesta nombrar.

Si te sugestionas fácil, respira: aquí solo contamos historias… y, como siempre, tú decides qué creer. Estás escuchando Relatos de la Noche.

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Episode Transcript

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Speaker 1 (00:03):
Si algo debes aprender de este episodio es que, creas
o no en la brujería, la gente que la practica existe,
está muy cerca de ti y puede hacerte daño. Muy
buenas noches comunidad, bienvenidos y bienvenidas a otra edición de

(00:26):
este octubre de relatos. Seguimos llevando a ustedes las historias
más aterradoras que nos han estado llegando y hoy vamos
a tocar nuevamente el tema de la brujería. no de brujas,
sino de esos maleficios, esos hechizos y hasta amarres que
pueden resultar tan tan peligrosos, incluso si no crees en ellos.

(00:50):
Las historias de hoy son muy fuertes, sobre todo la
tercera y última, por lo que antes de iniciarla habrá
un recordatorio para que no la escuchen niños o personas sensibles.
Si estos temas les ponen especialmente nerviosos o susceptibles a sugestionarse,
recuerden que nada que se narre aquí puede afectarles. Escuchar

(01:11):
estas historias no debe ser la razón de que sean
protagonistas del siguiente episodio. Es hora de comenzar con este
especial de brujería. Estás escuchando Relatos de la Noche. Hola Uriel,

(01:32):
hola comunidad de RDLN. Escuchando hace un par de días
la historia de las gemelas, en la que una ofrece
a la otra como ofrenda a una secta, me dio
valor para contar lo mío. Me gustaría que no se
revelara mi identidad, ni la ciudad en la que ocurrió.
Es un lugar pequeño donde todos se enteran de todo.
Pero sí puedo decir que crecí en un pueblito de Jalisco.

(01:55):
Ahí pasé seis años de mi vida. Por motivos personales
tuvimos que mudarnos lejos. Para un niño, un cambio así pega.
Mi mamá me inscribió en una escuela pública y todo
era nuevo. Maestros, compañeros, formas de ser, de jugar. Me
costó relacionarme los primeros años, pero con el tiempo hice

(02:16):
vínculo con un compañero, Raúl. Jugábamos en los recreos con
los míticos Tazos y siempre nos metíamos en problemas por
entrar tarde al salón después del timbre. Además, le agarré
mucho cariño cuando supimos que mi mamá y su mamá
eran primas segundas. Nos emocionaba sentirnos como primos lejanos. Salimos

(02:36):
de la primaria y como pasa, nos fuimos distanciando. Hasta
que un día de 2019, poco antes de la pandemia, nos
encontramos en un club nocturno. Yo iba con mi novia
de entonces y unas amigas. Él iba con amigos en común. Platicamos,
intercambiamos números y nos prometimos vernos de nuevo. Y ese
día tardó en llegar, pero llegó. Alrededor de 2022 emprendí un

(03:01):
negocio y gracias a Dios pude comprarme un carro deportivo negro,
muy bonito. Le decía el batimóvil. Un año después quise
un ingreso extra y apliqué a un trabajo. Quedé y,
para mi sorpresa, ahí trabajaba Raúl. El día de ingreso
me lo encontré en el comedor. Platicamos de la vida.
Entusiasmado y sin afán de presumir, se los juro, le

(03:24):
conté que me había comprado un carro parecido a los
Hot Wheels que él coleccionaba, que tenía que enseñárselo. Así fue.
Para mi mala fortuna, su expresión no fue de emoción,
sino de disgusto. Le ofrecí aventón, pero me dio una
excusa tonta para irse solo. No lo cuestioné. Cada quien
tomó su rumbo. Ese día era viernes, lo recuerdo perfecto.

(03:47):
Saliendo de bañarme, Raúl me escribió para invitarme a una fiesta.
Acepté sin dudar porque quería seguir platicando. Yo solía llevar
el carro a todos lados, aunque fuera a tomar. Y
eso está mal, lo sé. La noche transcurrió normal, pero
no veía a Raúl. Casi al irme me lo encontré.
Me ofreció una bebida rara. Casi no sabía alcohol. Aclaro,

(04:09):
yo casi no tomé porque prácticamente no conocía a nadie
y me sentía cohibido. Al beberla me empecé a sentir
muy mal. Perdía la vista como borracho, cosa que jamás
me había pasado con una sola copa. Así que decidí irme.
Me subí al carro y conduje, hasta que choqué contra
una jardinera en una avenida principal. Curiosamente Raúl venía siguiéndome

(04:32):
de cerca con otro amigo. Yo estaba medio inconsciente. Recuerdo
que se subió a mi carro, me pasó al asiento
del ecopiloto y me llevó a mi casa. Gracias a
Dios no hubo lesionados, solo daños materiales. Le conté a
mi mamá y en lugar de enojarse me habló con preocupación.
Dijo que tuviera cuidado con él porque en ese lado

(04:53):
de la familia les gustaba la brujería y cosas malas.
No supe qué pensar. Le dije a mi mamá que sí,
que me alejaría como lo pidió. Pasaron casi tres meses.
Raúl me invitaba a salir cada fin de semana y
yo aceptaba como si fuera una necesidad que tenía que cumplir.
Era un sentimiento raro. Si no salía con él me

(05:16):
sentía muy triste, al grado de necesitarlo. Con el tiempo
noté que siempre pasaba algo extraño. Casi chocábamos o había
pleitos fuertes con gente del grupo. Por salir tanto a tomar,
mi relación con mi mamá se fracturó y con mi
novia también. Y entonces llegó el 24 de enero de 2024. Regresaba

(05:38):
del trabajo deprimido porque mi novia había terminado conmigo. No
pensaba salir. Me sentía fatal. A las nueve de la noche,
como de costumbre, Raúl me escribió para invitarme a una reunión.
Dejé pasar la hora para decirle que no, que prefería
descansar y bajar ese ritmo de salidas, pero no tardó
en convencerme. Comunidad,¿ han escuchado ese dicho de las abuelitas?

(06:02):
Que si ya estás en pijama o acostado y te
invitan a salir, es la invitación de la muerte o
del diablo.¿ Que algo malo va a pasar? Pues a
mí me tocó comprobarlo. Llegué a la reunión con la
esperanza de distraerme. Platicamos, pero esta vez decidí no tomar,
solo un refresco y ya. Llegó un punto en el

(06:23):
que me harté y me paré sin decir nada. Antes
de irme, con tono burlón, Raúl me dijo que tuviera cuidado,
que el mal andaba suelto, y más a esas horas.
Escuchar eso me puso mal. Le dije que llegaría bien
a casa, pero no fue así. En una curva, de regreso,

(06:45):
aceleré como de costumbre. Luego quise frenar, pero no respondieron.
Uno pensaría en una falla normal, pero les juro que
sentí como si debajo del pedal hubiera un cubo. Algo
invisible que me lo obstruía, que no me dejaba presionarlo.
Choqué muy fuerte contra otro carro. Me desmayé. En el

(07:07):
sueño que tuve en ese desmayo, estaba en un lugar oscuro,
con niebla y silencio, y sentí una presencia imponente. No
veía nada, pero sentía una mirada fija. Cuando mis ojos
se adaptaron, vi una sombra hecha de humo gris, con
cuernos largos, ojos rojos, manos con uñas afiladas, torso humano

(07:30):
y piernas cubiertas de pelo áspero, largo como de cerdo,
que terminaba en pezuñas de cabra. Con una voz muy
ronca soltó una larga carcajada. De pronto se me abalanzó
y empezó a ahorcarme, y yo me quedaba sin aire.
Un frío extraño me recorrió desde los pies, pero les
puedo decir que no era un frío normal, que parecía

(07:53):
el frío de la muerte. Llorando alcancé a susurrar, por
la sangre de Cristo, déjame en paz. Sé que muchos
podrán pensar que esto es inventado o fruto de la imaginación,
pero justo así fue como lo recuerdo. Gracias a Dios
pude despertar. Después de lo que fue la peor experiencia

(08:16):
de mi vida. Y para colmo había chocado. Ya había
policías y una ambulancia. Me llevaron detenido por el choque.
Hubo lesionados, aunque no de gravedad. Pasé la noche y
partes del día en una celda especial, aislado. No me
permitieron ni hacer mi llamada. Mi mamá no sabía nada.

(08:37):
Ni siquiera tenían registro claro de que yo estuviera ahí.
Todo fue muy raro, como si algo no quisiera que
me encontraran. Conforme el paso del día, mi mamá dio
conmigo y me sacó. Mi accidente se hizo viral en Facebook,
en una de esas páginas amarillistas que viven de chisme.
Ese choque me dejó en quiebra. Mi mamá tuvo que

(08:59):
apoyarme con una cifra muy alta para multas, corralón, la
reparación y obtener el perdón de los afectados. Pasó un mes.
Yo estaba hundido en una depresión intensa. Perdí a mi novia,
rompí con mi familia, me corrieron del trabajo y mi
negocio se vino abajo. Un día salí a caminar para despejarme.

(09:22):
Mala idea. Me perdí en mis pensamientos y caminé sin rumbo.
Al oscurecer di la vuelta para regresar y unos maleantes
intentaron asaltarme. Me encajaron un picayelos en el costado izquierdo.
Perdí mucha sangre. Pasaron unas personas que me ayudaron y
me llevaron al hospital donde por fin me atendieron. Aunque

(09:45):
suene increíble, esto sigue siendo parte de mi historia. No
me estoy inventando nada porque pasaron más cosas. Me caí
de la azotea, me luxé el hombro, me golpearon sin
razón afuera de un bar. Era demasiado y seguía soñando
con la misma entidad demoníaca que vi en el choque.

(10:05):
Decidí contárselo a mi mamá. Nos puso en contacto con
una persona con don y sensibilidad para estas cosas y
fuimos a verlo. Lo que me sorprendió fue que no
sabía nada de mí, pero me miró a los ojos
y me dijo que yo había sido entregado a un
demonio de mucha jerarquía, por un varón cercano, un conocido

(10:26):
con el que me había reencontrado. Ahí sentí un balde
de agua fría, y es que desde que me reencontré
con Raúl solo pasaban cosas malas. Recordé lo que me
dijo mi mamá, que por ese lado de la familia
les gustaba la brujería. Esta persona también dijo que todo
empezó cuando él me dio algo de comer o de beber,

(10:47):
que desde ahí había comenzado el ritual. Lo hizo para
tener mejor posicionamiento social y económico. Tenía envidia de mí
y quería verme perder todo. Dijo que haría varios rituales
porque uno no bastaba. El trabajo ya estaba avanzado, aunque
no era imposible de quitar. De inmediato eliminé a Raúl

(11:08):
y a los amigos en común de todos lados. No
quería que supieran nada de mí. Pasaron las semanas y
poco a poco empecé a sentirme mejor. Gracias a Dios
hoy estoy saliendo de las deudas que dejó ese accidente.
No sé qué fue Raúl y no me interesa. Solo
me importa no volver a encontrármelo. Ritero, quizá esto suene

(11:28):
a cuento inventado, pero Uriel, te compartiré fotos que comprueban
lo que me ha pasado. Gracias por leerme. Escribirlo me ayuda.
No todos entienden este tipo de situaciones tan extrañas que
uno no elige vivir, ni tampoco que a veces no
puedes confiar en la envidia de tu misma familia. Quizás

(11:52):
la envidia de la familia es la peor. De nuevo,
muchas gracias por escucharme. Hola comunidad, espero que se encuentren bien.
Me llamo María y llevo años siendo fan del programa.

(12:13):
Mi hermana lo escuchaba mientras íbamos juntas a la secundaria
y todavía recuerdo aquellos trayectos en los que casi sin
darme cuenta fui entrando en contacto con este tipo de relatos,
hasta encariñarme con ellos. Siempre me he preguntado cómo es
posible que a varios nos lleguen a suceder situaciones bastante
similares o incluso exactamente iguales. Antes de saber de la

(12:36):
existencia del programa tuve una experiencia igual a como comienza
la historia más aterradora de Relatos en la Noche. Afortunadamente
tuve la suerte de que no pasara lo demás que
ellos vivieron. Todavía recuerdo cuando mi hermana puso ese relato
y cómo reaccioné al escucharlo. En ese momento le dije
que así fue como a mí me había sucedido, que

(12:57):
comencé a escuchar el tarareo de una canción en la casa,
cuando no había absolutamente nadie. Semanas después de esa primera
experiencia tuve otra, bastante similar a un relato que se
publicó por febrero de 2023, de un chico que trabajaba en
una morgue durante la pandemia, al que le advirtieron al
oído sobre la salud de su tío. Ahora les voy

(13:21):
a compartir cómo pienso que comienza mi siguiente experiencia. Era
julio cuando me sucedió, una noche en la que estaba
a punto de dormir. Empecé a sentir un miedo inexplicable
y de pronto me di cuenta de que no podía moverme,
de que se me había subido el muerto. En ese

(13:41):
momento intenté rezar, pero de inmediato sentí una respiración en
mi oído y después una risa. Lo que estaba ahí
era como si se estuviera burlando de mí y repetía
mi oración. Seguí rezando hasta que el sonido desapareció. Me
costó mucho trabajo volver a dormir, pero decidí no darle

(14:04):
importancia en ese momento, ya que algo similar me había
sucedido años atrás y no había pasado nada. Dos semanas después,
un viernes por la noche, caminando por la colonia Juárez
de camino a mi casa, noté que una señora me
observaba fijamente a la distancia. No quise prestarle atención, pero
se acercó y me dijo,« Tú, hace tiempo perdiste un cepillo».

(14:31):
Me quedé desconcertada, sin saber qué contestar, y ella continuó,« Sí,
lo perdiste hace meses. Quizás hasta ahorita te estás acordando
que te falta». Y con el cabello que había ahí
te hicieron un trabajo. Te amarraron un muerto. Por eso
desde hace tiempo se te cae mucho el cabello y

(14:53):
no te has sentido bien, a pesar de que te esfuerzas.
Comenzó a hacer sentido lo que decía en mí, porque
en efecto había perdido un cepillo tiempo atrás y los
últimos meses había estado durmiendo bien, comiendo bien y aún
así me sentía mal. Además, meses antes había tenido un
accidente en el cual terminé esguinzándome el tobillo y tiempo

(15:16):
después estuve yendo al doctor seguido, tomando medicamentos pero sin
sentirme mejor. Incluso estuve en el hospital por lo mismo.
A pesar de seguir las indicaciones, no lograba recuperarme. Mis
sueños cada vez eran más raros. Veía sombras y me
despertaba en la madrugada. Mis planes por algún motivo desconocido

(15:38):
se habían estado salando. Cosas en las que pensé, coinciden
las personas cuando les realizan un trabajo de estos. Luego
empezó a darme más detalles sobre mi vida personal, cosa
que nunca había compartido con nadie. No había manera de
que lo supiera, y fue eso lo que más me sorprendió.

(15:59):
Después me dijo que ella me podía hacer una limpia,
que era importante que me la hiciera, y que descubriera
quién era la persona responsable para saber de quién protegerme.
Todavía confundida le conté lo sucedido a dos amigos. Una
me dijo que había que creerle a este tipo de personas,
porque en su experiencia le había pasado dos veces algo
parecido y se cumplió lo que le advirtieron. Eso me

(16:21):
hizo pensar que no perdía nada con intentar hacerme la limpia.
Al día siguiente le hablé a mi hermana para contarle
las cosas también. Ella coincidió conmigo en que me la hiciera.
Pasó el fin de semana y el lunes por la
mañana después de clases fui con mi amiga al mercado
de Sonora. Desde que entramos al lugar se sentía una
vibra muy pesada, sobre todo en la zona de animales

(16:44):
y en la desantería. Una señora mayor se nos acercó
y sin que yo le dijera nada me repitió exactamente
lo mismo.« Tienes un muerto amarrado». Me quedé extrañada, pero
seguimos caminando hasta que llegamos al puesto donde decidí hacerme
la limpia. A la señora que la realizó no le
comenté nada. Simplemente comenzó a hacerme la limpia. Me pasó

(17:08):
el huevo y unas hierbas. Al romper el huevo me
confirmó lo mismo que ya había escuchado. Que me habían
echado un muerto. Que lo tenía amarrado y que debía quitármelo.
Que lo que yo tenía no era algo médico. Me
recomendó hablar con mis padres y contarles lo que estaba
pasando para después decidir cómo proceder. Al salir del mercado

(17:31):
me sentía muy confundida y sin saber cómo reaccionar. Con
mi amiga decidimos entonces contactar a la primera señora, la
que me había advertido desde el inicio que ya me
había dado su número el día que la conocí. Camino
a verla íbamos hablando de las posibles personas y de
por qué me tenía que suceder a mí esto que
estaba pasando. Ella me había ido a ver a mi

(17:52):
lugar de trabajo y dijo que se había dado cuenta
de cómo muchas personas se me quedaban viendo de forma particular,
que lo hacían con envidia, que eran muy chismosos respecto
a las cosas que sucedían en mi vida. Que aunque
yo sintiera que mi vida era un desastre, al exterior
no se notaba así. Que ella me percibía como una
chica muy bonita, inteligente, talentosa, amable, trabajadora, responsable. Que a

(18:18):
pesar de tener 20 años era independiente. Que todo mundo sabía
que yo contaba con el apoyo de mi familia si
sucedía algo. Que a la gente le gusta que te
vaya bien, pero no mejor que a ellos. Que no
hay nada peor que la envidia. Cuando llegamos era apenas
la segunda vez que me encontraba la señora. Sin embargo,

(18:39):
en esta ocasión su presencia me pareció más pesada, incluso
más que la del propio mercado de Sonora. Esa sensación
nos generó desconfianza. Mi amiga me acompañó, pero la señora
no permitió que ella entrara conmigo. La situación fue rara
desde el principio. La señora empezó a hacerme preguntas como

(18:59):
dónde vivía y a qué me dedicaba, a lo que
respondí de la forma más ambigua posible. Yo llevaba un
huevo porque ella misma me lo había pedido. Al entrar
a su casa para la limpia me dijo varias veces
que debía confiar en ella, que todo dependía de la
fe que le tuviera y que el pago por la
limpia que le estaba entregando era de corazón. Primero me

(19:22):
pasé el huevo por el cuerpo y después ella lo
guardó en una bolsa transparente. Sin tocarlo directamente, me lo
volvió a pasar por el cuerpo mientras repetía una especie
de oración. Mientras realizaba el ritual, repetía que era necesario
saber qué estaba sucediendo para poder quitar el mal. Cuando
finalmente abrió el huevo, me impresionó que el contenido estaba negro,

(19:46):
igual que en la limpia del mercado ese mismo día.
Pero además, apareció un hueso pequeño, parecido al de un dedo,
al que está unido al torso de la mano. Eso
me sacó mucho de onda. La señora entonces me preguntó directamente,¿
qué hacemos con este mal?¿ Lo regresamos?¿ Lo enterramos o

(20:10):
lo dejamos así? Noté que estaba impaciente, lo cual me
dio aún más desconfianza. Insistía en que había que regresarlo.
Hablaba de que el trabajo que me habían echado había
costado 30 mil pesos y empezó a hacerme preguntas sobre si
yo llevaba más dinero en mi mochila o si traía perfume.
Esa insistencia y la manera en que presionaba fue lo

(20:31):
que más miedo me dio en todo el proceso. Comenzó
a insistirme más con el dinero, diciendo que si la
otra persona había pagado por hacerme mal, yo también debía
pagar algo similar para poder quitarlo. Incluso me preguntó si
tenía ahorros, y de forma muy extraña mencionó que yo
le había contado todo a mi amiga, cosa que sí hice,

(20:53):
pero a nadie más le había dicho. Para mi sorpresa
también supo que yo llevaba más dinero en la mochila,
aunque lo traía guardado en diferentes bolsillos. Ella insistía en
que yo traía más. Yo seguía diciéndole que no llevaba
tanto dinero y que no podía darle lo que pedía,

(21:13):
porque últimamente había tenido problemas económicos. Le dije que necesitaba
hablar con mi familia para ver si podía pedir dinero prestado,
y solo así me dejó ir. Pero no habían pasado
ni 15 minutos de haber salido cuando ya me estaba llamando
y enviando mensajes. En ese momento decidí no contestar más
y dejar de dar importancia. Aún así estaba decidida a

(21:38):
hablarlo con mis padres porque quería encontrar a alguien más
de confianza. Además, recordaba que en 2019 mi abuelo había fallecido
y siempre se dijo en la familia que había sido
víctima de brujería, lo cual me hizo aún más pensar
en buscar apoyo cercano. Después de salirme quedé un rato
más con mi amiga para platicar lo sucedido. Mi idea

(22:01):
era hablar con mi papá, descansar y pensar bien qué hacer. Finalmente,
en lugar de ir a mi casa, decidí ver a
mi mamá y contarle todo. Ella es escéptica respecto a
la brujería, pero sí cree en la energía. Me explicó
que toda energía responde a reglas, que uno puede llamar

(22:21):
algo sin querer, o que alguien puede enviarte energía, pero
que también se puede poner un límite. Me dijo que
debía hablar con lo que estuviera presente y dejar en claro.
Aquí no eres bienvenido. Yo no te llamé. Regresa y
cumple tu misión con la persona que te envió. Además

(22:43):
me dio oraciones, hierbas, incienso y gotas, junto con otras
formas de protección, lo cual me hizo sentir más tranquila
esa noche. Ya cansada regresé a mi casa. Algo raro
que sucedió esa noche fue que me costó demasiado poder
encender un incienso, Fácil me llevé más de media caja

(23:03):
de cerillos en hacerlo. Al final me quedé dormida y
se me pasó llamarle a mi papá. Al día siguiente, martes,
al despertar, encontré mensajes de mi hermana. Yo solo le
había contado cosas superficiales de lo que me había pasado,
pero me dijo que mi papá y su pareja habían
tenido un sueño extraño conmigo. Soñaron que yo estaba enferma,

(23:27):
que me llevaban al doctor... Para llegar tenían que pasar
por una iglesia y un panteón. Allí había mucha gente
y tenían que bajarse del auto para pasar. En el
sueño una sombra salía del panteón y me jalaba hacia adentro.
Mi papá quería ir por mí, pero la gente le
decía que si quería recuperarme tenía que entrar al panteón, escarbar.

(23:50):
Finalmente lograba hacerlo, pero el sueño los había dejado muy inquietos.
Más aún cuando supieron que los dos lo tuvieron. Ella
pensó que tal vez era al revés, que yo era
el mensaje en el sueño. Debo agregar que cuando la
pareja de mi papá sueña con algo, es porque está
sucediendo o va a suceder algo malo. En su familia

(24:13):
tienen como un don. Yo llevaba meses sin hablar con
ellos desde que regresé a vivir a la Ciudad de México.
No sabía cómo decirles, pero decidí ponerme en contacto con
la pareja de mi papá. Le conté absolutamente todo lo
que había estado pasando los últimos meses. Me dijo que
estaba mal que me hubiera alejado tanto de ellos, que

(24:35):
siempre iban a estar para mí y que cualquier cosa
que sucediera o que necesitara, les avisara. También me pasó
el contacto de una señora en Hidalgo que es famosa
por su habilidad en estos temas. A esa señora, con
solo decirle tu nombre, fecha de nacimiento y ver una
foto tuya, es capaz de decirte si algo te está pasando.

(24:55):
Pero justamente por esto tenía muchísimo trabajo. Era tardado. La contacté,
me respondió unas dudas, pero ya después no me respondió.
Supongo que porque tenía muchos clientes más. Al final, unas
semanas después, decidí ya no prestarle atención, y justo cuando
estaba dándome por vencida, se lo conté a una amiga.

(25:17):
Había olvidado por completo que meses antes habíamos hablado justamente
del tema de la brujería. Me había contado que ella
sabía algunas cosas, que su tío era un caballo, un
hombre al que se le suben los muertos y trabaja
con ellos. Ella accedió a ayudarme. Me explicó que la
limpia estaba bien para saber qué sucedía, pero que se

(25:38):
necesitaba realizar un trabajo para deshacer el otro, que este
se llamaba desentierro. Me explicó cómo se realizaba este desentierro
y cómo a la persona que te mandó el trabajo
se le regresaba. Tenía que pagar el precio del mismo. Además,
me dijo que las personas que cobran no son lo mejor,

(25:59):
aunque tengan el don, porque se supone que esto es
algo que se hace de corazón, por querer ayudar a alguien.
Mi amiga solo me pidió que usaran la muñeca por
un día completo, un listón rojo y que se lo entregara.
Yo le di la pulsera que me había regalado mi
mejor amiga, la que me había acompañado al mercado. Llevaba

(26:19):
semanas usándola. En ningún momento me la había quitado desde
que me la dio. Era pues, algo que iba impregnado
con mi energía. En los días siguientes, a mi alrededor
hubo alguien que se enfermó gravemente de la noche a
la mañana. No sé si realmente él haya tenido algo
que ver. No sé si es casualidad. En realidad sigo

(26:43):
sin saber quién fue la persona que realizó el trabajo.
Pero prefiero no saberlo. Las cosas han estado mejorando. Me
encuentro mucho mejor y estoy enfocada en protegerme física y energéticamente.
Quiero aprovechar la oportunidad para enviarle un saludo a Javier
y Haciel Holguín, amigos que hice hace tiempo, con los
cuales comparto el gusto por relatos de la noche. Espero

(27:07):
te encuentres bien, Haciel. Hace tiempo había intentado ponerme en
contacto contigo para contarte las cosas en premisa. Sé que
cuando escuches esto sabrás quién soy. Por último, quiero agradecer
a la comunidad por haberme dado el espacio para contar
mi historia y realmente deseo que nadie tenga que pasar
por una situación similar a la mía. Gracias por llegar

(27:36):
hasta este punto comunidad, gracias por seguir escuchando, voy a
suponer que están suscritos, pero si no es así, recuerden
que seguirnos y dejarnos un comentario, un pulgar arriba, una
buena calificación, es la mejor forma de ayudarnos a seguir
con este espacio. Les recuerdo que aunque ya casi está
agotado en México, mi libro Relatos de la Noche ya

(27:58):
está disponible en España y en Chile. Ya nos han
estado mandando mensajes con esa edición que es diferente, con
una portada más minimalista. Y agradecemos que se lleven a
casa ese pequeño pedacito de México y de Relatos de
la Noche. De verdad, muchas, muchas, muchas gracias. La siguiente

(28:21):
historia es muy fuerte y de hecho tuvimos que editar
partes que nos iban a bloquear sí o sí la
historia y el episodio en cualquier plataforma, pero definitivamente la
teníamos que compartir. Intentamos hacer esas ediciones con todo el
respeto del mundo y sin cambiar la esencia de la
historia original. Aún así, recomendamos que no sea escuchada por

(28:45):
menores de edad o personas sensibles. ¿Listos? ¿Listas? Continuamos con
la última historia de esta noche. Hola comunidad, por razones

(29:05):
que se volverán obvias prefiero mantener mi nombre en el anonimato.
En mi familia desde siempre ha habido cosas que podríamos
llamar paranormales, pero de todas mis experiencias esta es la
que más me marcó. Todo comenzó a mediados del año 2017.
Acabábamos de mudarnos a una nueva casa, mi esposo, mi

(29:25):
hijo y yo. Llevábamos apenas unos días allí cuando me
escribió alguien en quien no había pensado en mucho tiempo.
Era el hermano de un amigo que tuve en la preparatoria.
Mi amigo había fallecido a los 18 años por una sobredosis.
Su hermano, dos años mayor, era alguien que había estado
muy presente conmigo durante esa época, aunque yo no lo buscaba.

(29:48):
Aún así me dio gusto saludarlo. Platicamos algunas veces por Facebook,
nada fuera de lo común. Incluso lo invité a la
casa para que conociera a mi esposo y a mi
hijo y ese... ese fue un gran error. Porque reencontrarme
con esa persona convirtió mi vida en la peor historia
de terror. Desde que supo dónde vivíamos, empezó a visitarnos

(30:13):
con frecuencia. Quiso hacerse amigo de mi esposo. Y sí,
hasta ese punto no había nada malo, pero... Pronto comenzaron
las pesadillas. Literalmente. No eran sueños normales. Yo... Tenía pesadillas
que me dejaban destrozada. Despertaba cada noche gritando, bañada en sudor.

(30:34):
Una de esas noches soñé que llegaba a mi casa, pero...
La veía como si hubiera pasado décadas abandonada. Subí las
escaleras y encontré un altar extraño. En el centro había
un plato con la cabeza de mi esposo, con los
juguetes de mi hijo. Estaban rotos y llenos de sangre,
pero eso no fue lo peor. En la parte más

(30:57):
alta del altar había un Cristo deforme, grotesco, con un
solo ojo. Y cuando lo miré, ese ojo se movió
y comenzó a gritar algo que yo no entendía. Corrí
escaleras abajo y esa cosa estaba ahí, en la entrada.
Levantó su mano con un dedo larguísimo y huesudo y
señaló a la mesa del comedor. Giré y me vi

(31:21):
a mí misma, muerta sobre la mesa, con mi propio
corazón en las manos. Desperté varias veces dentro del mismo sueño,
pero realmente no podía despertar. Y cuando por fin lo
hice estaba temblando. Quise pensar que solo había sido un
mal sueño. El peor sueño de mi vida. Días después

(31:44):
mi esposo tuvo que salir por trabajo. Agradezco que ese
día mi hijo se quedara con sus abuelos. Eran casi
las siete de la tarde cuando regresé a casa. Dejé
mis cosas y fui por pan. Al volver vi un
carro estacionado afuera, el de aquel hombre. Le dije que
no era buen momento para visitarme, que mi esposo no

(32:06):
estaba y me respondió,« Lo sé, y sé que no
va a regresar hoy». Me desconcertó. Mi esposo y yo
nunca decimos a nadie cuando alguno no va a estar.
Estaba abriendo la puerta cuando escuché eso. Me giré y
ya no lo vi. Solo sentí que alguien me puso
un trapo en la cara. Es lo último que recuerdo.

(32:31):
Desperté tirada en la alfombra de mi sala. Llamé a
mi hermano. Llegó lo más rápido que pudo. Intenté no
tocar nada. Fui a denunciar, pero ya saben cómo es eso.
Esa noche la pasamos en el ministerio público. Después desarrollé ansiedad,
terrores nocturnos, y pensé que todo lo que empezó a

(32:54):
pasar era parte de mi trauma, pero no lo era.
Comenzamos a recibir llamadas de acoso. De él, a mí
me decía que iba a regresar, que yo rogaría por
estar con él. Si le contestaba a mi esposo, le
decía lo mucho que había disfrutado que me dejara sola.
Después vinieron los ruidos en casa, cosas que se caían,

(33:17):
pasos en las escaleras, objetos cambiando de lugar. Y luego
empezó mi hijo. Tenía cuatro años y lloraba cada noche.
Me decía que había una mujer afuera de su ventana,
que llevaba niños con correas como si fueran perros, y
que esos niños no tenían ojos ni boca. También decía

(33:39):
que un hombre le hablaba, que decía que lo lastimaría,
y a nosotros también. Yo ya no dormía. Mi esposo
y yo peleábamos todo el tiempo. Para abril de 2018 todo empeoró.
Yo tenía un mes de embarazo y lo perdí. No
supe que estaba embarazada hasta que dejé de estarlo. Por

(34:03):
las noches escuchábamos el llanto de un bebé, una zonaja.
No teníamos vecinos cercanos y los pocos que había no
tenían hijos pequeños, pero cada noche lo escuchábamos los tres.
Yo comencé a llenarme de moretones, a perder el cabello.
Un día una amiga me dijo que me veía mal.

(34:25):
Me llevó a desayunar al mercado. Ahí se nos acercó
una señora que leía la mano. Mi amiga se rió
y me animó a hacerlo, pero la mujer tomó mi mano,
la vio un par de segundos y la soltó. No,
a ti no, dijo y se fue. Yo me asusté,

(34:45):
pero unos minutos después regresó. Dijo que no quería cargar
con eso en la conciencia, que me habían hecho un trabajo,
uno muy pesado. que yo traía conmigo un demonio, algo
que se alimentaba del dolor, que se unía a las
personas a través de una experiencia traumática. Me preguntó si

(35:08):
le había hecho daño a alguien, si había rechazado a
alguien enamorado. Le dije que no, pero pensé en ese hombre.
La señora me explicó que para unir al demonio necesitaban
algo mío, y que debía haber dejado un objeto o
un amarro escondido en mi casa. Me pidió buscarlo, y

(35:30):
lo hice, pero no encontré nada, hasta dos semanas después.
Mi hijo despertó una noche con fiebre, gritando que no
quería que se lo llevaran. Decía,«¡ Ahí está, mamá!¡ Ahí está!¡
Viene por ti!» Yo la abracé y le aseguré que

(35:50):
nada nos haría daño, pero por dentro yo también estaba aterrada.
Esa noche los cargadores de nuestros teléfonos salieron volando del buró.
La puerta se cerró con fuerza. Y cuando salí del cuarto, comunidad,
vi algo en la oscuridad. Juro, juro que ahí estaba

(36:12):
en las escaleras, el Cristo del sueño, subiendo muy despacio.
Sin ropa, con las piernas torcidas, flacas, y ese único
ojo mirándome con odio. Vi, a pesar de lo oscuro
que alzó su mano, con el dedo huesudo, con ese

(36:33):
dedo largo y me señaló. Yo no podía moverme, solo
sentí lágrimas corriendo por mi cara, solo sentí terror puro.
Mi esposo me sacudió para que reaccionara. Corrimos al cuarto
de mi hijo. Yo estaba temblando y ya no volvimos
a dormir. Al amanecer pedimos a sus abuelos que lo

(36:57):
cuidaran y decidimos irnos a esa casa. Comenzamos a empacar
lo esencial y cuando movimos el ropero cayó una botellita
de aceite de almendras. Detrás había una tela roja. Era
un pequeño bulto tieso con muchos alfileres clavados. Mi esposo
lo abrió. Adentro había un pedazo de mi ropa, manchado

(37:20):
de sangre, y una bola de listón rojo con dos fotos,
una mía y otra de ese maldito hombre. Tenía un
pequeño hueso y mechones de cabello. Mi esposo me miró
y solo dijo,«¿ Será esto, no? Lo que te dijo
la señora del mercado». Por suerte la mujer me había

(37:42):
dicho qué hacer si encontraba el amarre, quemarlo con alcohol
y sal gruesa, envolver las cenizas en un lienzo blanco,
tirarlas a un río y repetir tres veces el Padre
Nuestro y el Ave María. Luego pedir a las ánimas
benditas que regresaran el mal al lugar de donde vino.

(38:02):
Eso hicimos. Después rociamos la casa con agua bendita y
pasamos incienso por cada rincón. Nos fuimos ese mismo día.
Aunque tomamos todas las precauciones, yo ya nunca volví a
sentirme segura. Gracias a Dios, no hemos vuelto a vivir
nada así. Aunque aún me da escalofrío recordar esa figura

(38:25):
subiendo las escaleras. En este momento.
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