¿Me amas?

En este episodio de La Biblia en un año con el pastor Jack Graham, vemos cómo Jesús restaura a dos discípulos después de su resurrección. Tomás, que dudaba y necesitaba ver para creer, toca las heridas de Jesús y renueva su fe. Pedro, cargado de culpa por haber negado a Jesús tres veces, recibe el perdón del Señor y es llamado a pastorear y liderar con un nuevo propósito. Un recordatorio de que Jesús usa a los quebrantados para hacer cosas poderosas, que la duda puede convertirse en fe y que nunca es tarde para comenzar de nuevo con Cristo.

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Episode Transcript

Speaker 1 (00:02):
En la historia anterior, Jesús se manifestó en el camino
a Emaús. Habló sobre toda la palabra de Dios y
cómo cada historia y profecía señalaban su muerte, sepultura y resurrección.
En nuestra historia de hoy, Jesús restaurará la fe de
Tomás y los fracasos de Pedro. A medida que estos

(00:23):
hombres entren en contacto con el Señor resucitado, sus vidas
se renovarán y hallarán un propósito, inspirado en los evangelios.
Lo vimos, gritó Andrés. Lo vimos con nuestros propios ojos.
Tomás sacudió su cabeza, incapaz de creer que Jesús había
resucitado de entre los muertos. Como ni él ni Pedro

(00:44):
estaban en la casa con los otros discípulos, tenían sus
dudas y no podía aceptar la verdad. Si yo no
lo veo con mis propios ojos, no creeré. La duda
de Tomás revelaba un dolor profundo en su interior. Él
había huido cuando los soldados del templo aprehendieron a Jesús.
Tenía vergüenza y estaba quebrantado.« A menos que yo meta

(01:06):
mis manos en el lugar de los clavos en sus manos,
no aceptaré que es Jesús». Después de ocho días, Jesús
estaba a punto de manifestarse ante los habitantes de toda
la región. Tomás siguió firme en su incredulidad. Sin embargo,
eso fue hasta que los discípulos se reunieron nuevamente a
puerta cerrada.« La paz sea con ustedes», dijo Jesús. Como

(01:29):
lo había hecho anteriormente, Jesús entró a la habitación sin
cruzar ninguna puerta. Se sentó en un rincón de la
habitación y le sonrió a sus amigos. Los discípulos estallaron
de alegría y rodearon a Jesús para abrazarlo. Tomás estaba
paralizado en su asiento. Vio a Jesús con lágrimas que
caían de sus ojos.« Hola, Tomás», le dijo Jesús con

(01:52):
una sonrisa. El Señor se puso de pie, caminó hacia
él y le dijo,« Ven, siente las heridas de mis manos».
Tomás pasó sus manos sobre las cicatrices de las manos
del Señor. Su labio inferior temblaba mientras corría más lágrimas
por su mejilla. Tomás miró a Jesús directo a los ojos.«¡

(02:13):
Señor mío!» sollozaba.«¡ Dios mío!» exclamaba. Tomás abrazó a Jesús
como un niño herido abraza a su padre. Jesús lo
recibió en sus brazos y lo llenó de tranquilidad.« Bienaventurado eres, Tomás,
porque me has visto y has creído», le dijo Jesús.«
Pero más bienaventurado es aquel que no ha visto y creyó».

(02:33):
Con estas palabras, Jesús desapareció de nuevo. Tomás se limpió
los ojos y su propósito y su visión se renovaron
una vez más. Pedro se sentó junto al lago de Tiberias.
Aún no había visto al Señor. Los demás le habían contado,
pero aún no había tenido la oportunidad de verlo.« Se
avergüenza de mí», pensó Pedro.«¿ Será porque lo negué?». Pedro

(02:57):
miró a los demás discípulos quienes se relajaban junto al muelle.
Pedro se levantó y dijo,« Voy a pescar». Los otros
decidieron ir con él. Tomás, Natanael, Jacobo y Juan entraron
a la barca con él. La noche había caído sobre
el mar mientras Pedro y los discípulos descansaban en la
barca aún con sus redes echadas en el agua. Pedro

(03:20):
sintió la suave brisa del mar acariciar su rostro. Normalmente,
el mar lo llenaba de paz, pero esta vez nada
podía calmar su alma llena de culpa. Estaba lleno de
remordimiento y no podía perdonarse por abandonar a Jesús en
sus últimas horas. Trabajaron duro toda la noche, pero sus

(03:41):
redes estaban vacías, tal y como se sentía Pedro en
su interior. Al amanecer, el sol iluminó las tranquilas aguas
a unos cuantos kilómetros de la costa. Pedro despertó para
apreciar el sol que lumbraba desde el oriente. Tras una
larga noche entera en vela y sin haber atrapado ni
un solo pescado, Pedro estaba irritado. Para él, simplemente era

(04:03):
otro fracaso más para agregar a su lista. De pronto,
mientras Pedro y los demás empezaban a meter las redes,
escucharon unos gritos que venían de la costa que decían,¡
Echen las redes a la derecha de la barca! Entonces,
echaron las redes y de inmediato se llenaron hasta el tope.
Los discípulos rieron, y Juan miró hacia la costa. Gritó,¡

(04:26):
Es él!¡ Es el Señor! Pedro corrió al frente de
la barca y vio a Jesús caminando en la costa
junto a ellos. Y sin esperar más, se quitó la
capa y se lanzó al agua. Pedro nadó lo más
rápido que pudo para ver a Jesús. Se desplazó por
el agua hasta que finalmente sus pies tocaron la arena. Empapado,
Pedro vio a Jesús ocupándose de unas brasas donde cocinaba pescado. Tembloroso,

(04:50):
Pedro se calentó junto a las brasas mientras observaba a Jesús.
Las brasas eran iguales a las de aquella fogata junto
a la que Pedro negó a Jesús en Jerusalén. El
olor del carbón le trajo recuerdos de su fracaso.« Simón,
hijo de Jonás,¿ me amas?», le preguntó Jesús. Pedro elevó
su cabeza y vio a Jesús fijamente a los ojos.« Sí, Señor,

(05:14):
tú sabes que te quiero», respondió Pedro.« Apacienta mis corderos»,
Jesús le preguntó por segunda vez.« Simón, hijo de Jonás,¿
me amas?». Esta vez, Pedro guardó silencio por un momento
mientras analizaba la pregunta. Pero su respuesta seguía siendo la misma.« Sí,
tú sabes que te quiero».« Bastorea mis ovejas», le dijo Jesús.

(05:37):
El fuego crujía y las brasas ardían intensamente. Jesús le
hizo la pregunta por tercera vez.« Simón,¿ me quieres?». Pedro
se entristeció de que esta tercera vez le dijera,« Me quieres».
Los recuerdos de haber negado a Jesús tres veces lo atormentaban. Pedro,
un hombre rudo que creció junto al mar, lloró a

(05:58):
los pies de Jesús. Se cubrió la cara mientras sus
ojos se llenaban de lágrimas.« Señor, tú lo sabes todo.
Tú sabes que te quiero», le contestó. Jesús se levantó
de su lugar y se sentó junto a Pedro. Lo
abrazó y le dijo,« Apacienta mis ovejas. Cuando eras más joven,
hiciste lo que querías, pero ahora que has madurado, no

(06:19):
serás dueño de tus propias acciones. Te llevarán a donde
no quieras ir. Este es tu llamado». Jesús restauró a
Pedro esa mañana junto a las brasas. El perdón de
Jesús borró todas sus cargas pasadas. Lo único que tenía
era un futuro por delante. Pronto, Pedro se levantaría para
guiar a miles hacia los pies de Jesús. La misma

(06:42):
voz que negó a Jesús tres veces declararía sus verdades
por todas las naciones. Esta era la voluntad de Dios,
usar a los quebrantados para realizar cosas poderosas.