Pastor José Luis Cinalli
13/4/2025
Ojo con el enojo
“… Moisés… vio que un egipcio maltrataba a un israelita; miró a todos lados, y como no vio a nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena”, Éxodo 2:11-12 (TLA).
Los pecados del espíritu suelen ser los más tolerados pese a ser potencialmente letales. No somos tan recios con ellos como con los pecados de la carne. Sin embargo, suelen ser muy perjudiciales. Moisés perdió su bendición a causa de su enojo. Murió sin cumplir el sueño de entrar a la tierra prometida. Arruinó la misión divina y su vida fue acortada el día que golpeó la roca, en el último año del peregrinaje en el desierto. Moisés le dijo a Dios: “Te ruego que me dejes cruzar… pero el Señor… no quiso concederme mi deseo y me dijo: “¡Ya basta! No insistas más sobre este asunto… no podrás cruzar el río Jordán”, Deuteronomio 3:25-27 (PDT). ¿Qué hizo Moisés para ser descalificado del ministerio y merecer semejante castigo? Enojado habló imprudentemente (Salmo 106:33) y golpeó la roca atribuyéndose el milagro de sacar agua, Números 20:10. Moisés fracasó en lo que había sido su fortaleza: la mansedumbre. Fue descalificado porque nunca resolvió el asunto de la ira. Todo comenzó cuando enojado mató a un egipcio (Éxodo 2:11-14) y quedó incapacitado para servir a Dios. Cuando dependemos de nosotros, sin tener en cuenta la guía del Señor, el fracaso es seguro. La Biblia dice que Moisés “miró a todas partes y viendo que no parecía nadie mató al egipcio y lo escondió en la arena”, Éxodo 2:12. Las palabras “miró y vio” revelan la verdad de que Moisés caminaba por vista. No se dice nada acerca de recibir guía de Dios en ese momento de su vida. El pueblo tenía un libertador, pero éste en su arrogancia e independencia intentó hacer la obra de Dios a su manera; es decir, en la carne. Cuando una persona no está segura de la voluntad de Dios o de sus acciones suele temer las opiniones de los demás. Al que conoce la voluntad de Dios le es indiferente las opiniones de los hombres porque el Señor lo guía. En ese momento, Moisés tenía la mirada puesta en los hombres, no en Dios. Qué seria advertencia es todo esto para nosotros. Un celo fuera de control conduce a acciones apresuradas; si tenemos que mirar a un lado y a otro antes de hacer algo, ¡mejor no lo hagamos!
Enterrar al egipcio no le sirvió de nada a Moisés. Esconder el error no lo borra. El que oculta el pecado con el tiempo será descubierto. Es la tendencia natural del hombre ocultar sus malas acciones. Adán y Eva intentaron cubrirse con hojas de higuera y esconderse de Dios, Génesis 3:7. ¿Pudieron? Por supuesto que no. Caín intentó enterrar a Abel, pero su sangre clamó al cielo desde la tierra, Génesis 4:10. Tarde o temprano “el pecado nos alcanzará”, Números 32:23 (NTV). “Dios nos juzgará por cada cosa que hagamos, incluso lo que hayamos hecho en secreto…”, Eclesiastés 12:14 (NTV). “Llegará el tiempo en que todo lo que está encubierto será revelado y todo lo secreto se dará a conocer a todos”, Lucas 12:2 (NTV). “Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los abandonan, recibirán misericordia”, Proverbios 28:13 (NTV). Moisés no prosperó porque trató de encubrir su pecado. Dios permitió que fuera descubierto porque tenía planes de llevarlo al desierto para que tomara el “curso de posgrado en pastoreo de ovejas” durante 40 años. Cuántas lecciones: 1) ¡La ira sin control retrasa las bendiciones en lugar de promover los propósitos de Dios! Causa un desastre. 2) ¡Los fines espirituales no se alcanzan por medios carnales! “El plan de Moisés condujo al pecado, no a la liberación. Nunca es correcto hacer el m