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Speaker 2 (00:00):
La exportación se estimulaba unas veces con reembolsos, otras con primas,
otras con ventajosos tratados de comercio con estados extranjeros, y
otras mediante el establecimiento de colonias en países lejanos. Los
dos clases de restricciones a la importación antes mencionadas y
los cuatro estímulos a la exportación son los seis principales
medios mediante los cuales el sistema mercantil propone incrementar la
(00:24):
cantidad de oro y plata en cualquier país, al inclinar
en su favor a la balanza comercial. Abordaré a cada
uno en un capítulo, y sin preocuparme demasiado de su
supuesta tendencia a introducir dinero en el país, estudiaré esencialmente
cuáles son los efectos probables de cada uno sobre el
producto anual de la actividad nacional. En la medida en
(00:45):
que tiendan a aumentar o disminuir el valor de ese
producto anual, es evidente que tenderán a aumentar o disminuir
la riqueza y el ingreso real del país. 2. Al restringir
la importación de bienes extranjeros que podrían ser producidos en
el país, sea mediante aranceles elevados o prohibiciones, se asegura
en cierto grado un monopolio para la industria nacional que
(01:08):
los produce. Es indudable que este monopolio del mercado local
frecuentemente estimula mucho a aquella actividad concreta que lo disfruta,
y a menudo desplaza hacia esa actividad una cuota mayor
del trabajo y el capital de la sociedad que lo
que sucedería en otro caso. Lo que no es tan
evidente es que tienda a aumentar el nivel de actividad
de la sociedad ni a orientarlo en la dirección más conveniente.
(01:33):
La actividad de una sociedad nunca puede superar lo que
el capital de la sociedad es capaz de poner en movimiento.
Así como el número de trabajadores que puede emplear una
persona debe guardar una cierta proporción con su capital, el
número de los que pueden estar continuamente empleados por todos
los miembros de una sociedad debe estar en proporción al
capital total de la sociedad. Ninguna reglamentación del comercio es
(01:56):
capaz de elevar la actividad de ninguna sociedad más allá
de lo que permita su capital. Sólo puede desviar una
parte del mismo en una dirección que en otro caso
no habría tomado, y no está nada claro que esta
dirección artificial vaya a ser más provechosa para la sociedad
que aquella que habría seguido espontáneamente. Cada individuo está siempre
(02:17):
esforzándose para encontrar la inversión más beneficiosa para cualquier capital
que tenga. Es evidente que lo mueve su propio beneficio
y no el de la sociedad. Sin embargo, la persecución
de su propio interés lo conduce natural o mejor dicho
necesariamente a preferir la inversión que resulta más beneficiosa para
la sociedad. En primer lugar, cada individuo procura emplear su
(02:40):
capital lo más cerca de casa que sea posible, y
por ello en la medida de lo posible apoya a
la actividad nacional, siempre que así pueda obtener el beneficio
corriente del capital, o al menos uno que no esté
muy por debajo del corriente. Así, si los beneficios son
aproximadamente iguales, todo comerciante mayorista prefiere naturalmente el comercio local
(03:01):
al comercio exterior y el comercio exterior al comercio de tránsito.
En el comercio local nunca pierde de vista a su capital,
algo que ocurre a menudo en el comercio exterior. Conoce
mejor la personalidad y condiciones de las personas en las
que debe confiar, y si alguien le engaña está más
familiarizado con las leyes del país para resarcirse del daño sufrido.
(03:24):
En el comercio de tránsito el capital del mercader está
por así decirlo dividido entre dos países extranjeros, y ni
una fracción del mismo es remitida necesariamente a su residencia
ni colocada ante su vista y control. De ahí que
el propio país sea, si se me permite decirlo, el
centro en torno al cual giran continuamente los capitales de
los habitantes y hacia el que siempre tienden, aunque sean
(03:47):
por causas particulares algunas veces desviados y repelidos hacia inversiones
más apartadas. Ahora bien, un capital invertido en el comercio interior,
como ya ha sido explicado, necesariamente pone en movimiento una
actividad mayor y proporciona ingreso y empleo a un número
de habitantes mayor que un mismo capital invertido en el
comercio exterior. Y uno invertido en el comercio exterior posee
(04:10):
una ventaja análoga sobre uno invertido en el comercio de tránsito.
En consecuencia, dada una rentabilidad igual o casi igual, todas
las personas se inclinan naturalmente a invertir su capital en
la forma que probablemente da el máximo apoyo a la
actividad nacional y asegura ingreso y empleo al máximo número
de personas de su propio país. En segundo lugar, cada
(04:32):
individuo que invierte su capital en la actividad nacional necesariamente
procura dirigir la actividad para que la producción alcance el
máximo valor posible. El ingreso anual de cualquier sociedad es
siempre exactamente igual al valor de cambio del producto anual
total de su actividad, o más bien es precisamente lo
mismo que ese valor de cambio. En la medida en
(04:54):
que todo individuo procura en lo posible invertir su capital
en la actividad nacional y orientar esa actividad para que
su producción alcance el máximo valor, todo individuo necesariamente trabaja
para hacer que el ingreso anual de la sociedad sea
el máximo posible. Es verdad que por regla general él
ni intenta promover el interés general ni sabe en qué
medida lo está promoviendo. Al preferir dedicarse a la actividad
(05:17):
nacional más que a la extranjera él sólo persigue su
propia seguridad, y al orientar esa actividad de manera de
producir un valor máximo él busca sólo su propio beneficio,
pero en este caso como en otros una mano invisible
lo conduce a promover un objetivo que no entraba en
sus propósitos. El que sea así no es necesariamente malo
para la sociedad. Al perseguir su propio interés frecuentemente fomentará
(05:41):
el de la sociedad mucho más eficazmente que si de
hecho intentase fomentarlo. Nunca he visto muchas cosas buenas hechas
por los que pretenden actuar en bien del pueblo.¿ Cuál
será el tipo de actividad local en donde su capital
se puede invertir y cuya producción pueda ser de un
valor máximo es algo que cada persona, dadas sus circunstancias,
(06:01):
puede evidentemente juzgar mucho mejor que cualquier político o legislador?
El político que pretenda dirigir a las personas privadas sobre
la forma en que deben invertir sus capitales no sólo
se carga a sí mismo con la preocupación más innecesaria
sino que asume una autoridad que no debería ser delegada
con seguridad en ninguna persona, en ningún consejo o senado,
(06:22):
y que en ningún sitio es más peligrosa que cuando
está en las manos de un hombre tan insensato y
presuntuoso como para fantasear que es realmente capaz de ejercerla.
El conceder el monopolio del mercado nacional a la producción nacional,
en cualquier arte o industria, equivale en alguna medida a
dictar a los ciudadanos particulares la manera en que deberían
(06:42):
emplear sus capitales, y en todos los casos resulta una
intervención inútil o perjudicial. Si la producción nacional puede llegar
al mercado tan barata como la extranjera, es evidente que
la intervención es inútil. Si no puede hacerlo, será generalmente perjudicial.
La máxima de cualquier prudente padre de familia es nunca
(07:03):
intentar hacer en casa lo que le costaría más hacer
que comprar. El sastre no fabrica sus zapatos sino que
se los compra al zapatero. El zapatero no se hace
sus vestidos sino que recurre al sastre. El granjero no
intenta hacer ni unos ni otros sino que acude a
esos artesanos. Todos ellos comprenden que les resulta más conveniente
(07:24):
emplear su esfuerzo de forma de tener alguna ventaja sobre
sus vecinos y comprar lo que necesitan con una parte
del producto de su esfuerzo, o lo que es lo mismo,
con el precio de una parte. Lo que es prudente
en la conducta de una familia nunca será una locura
en la de un gran reino. Si un país extranjero
nos puede suministrar una mercancía a un precio menor que
(07:46):
el que nos costaría fabricarla, será mejor comprársela con el
producto de nuestro trabajo, dirigido en la forma que nos
resulte más ventajosa. Ciertamente no es ventajoso cuando se lo
dirige hacia un objeto que es más barato comprar que fabricar.
El valor del producto anual es evidentemente disminuido en un
cierto grado cuando resulta así desviado de la producción de
(08:07):
mercancías que claramente tienen más valor hacia la de mercancías
que tienen menos. Si suponemos que la mercancía podía ser
adquirida en el exterior más barata que si se produjera
en el país, podría ser comprada con sólo una parte
de las mercancías, o lo que es lo mismo, con
sólo una parte del precio de las mercancías que la
actividad puesta en marcha por el mismo capital habría producido
(08:30):
en el país si se la dejara seguir su curso natural.
La actividad nacional, por tanto, es desplazada desde un empleo
ventajoso a uno menos ventajoso, y el valor de cambio
de su producto anual, en vez de aumentar como pretendía
el legislador, necesariamente disminuirá con cualquier intervención de ese tipo.
Es verdad que con esas medidas se puede establecer una
(08:52):
industria en concreto antes de lo que sucedería en otro caso,
y después de un tiempo quizás suceda que su producción
sea tanto o más barata que la extranjera. Pero aunque
la actividad de la sociedad pueda ser así orientada provechosamente
hacia un canal específico antes de lo que ocurriría en
otra circunstancia, ello no quiere decir que el conjunto de
su actividad o de su ingreso resulten incrementados por esa regulación.
(09:16):
La actividad de la sociedad sólo puede aumentar en proporción
a su capital, y su capital sólo puede aumentar en
proporción a lo que pueda ahorrarse de su ingreso. Ahora bien,
el efecto inmediato de cualquier reglamentación de esa clase es
disminuir su ingreso, y todo lo que reduzca su ingreso
no es desde luego muy probable que incremente su capital
más rápido de lo que podría aumentar espontáneamente si tanto
(09:39):
el capital como la actividad fuesen dejados en libertad para
que encontrasen sus empleos naturales. Aunque la ausencia de esas
intervenciones cause que la sociedad nunca tenga esa industria, ello
no significa necesariamente que será más pobre en cualquier periodo
de su existencia. En cada etapa de su desarrollo su
capital total y su actividad serán siempre empleados en la
(10:01):
manera en que resulte más ventajosa en cada momento, aunque
sobre objetos distintos. En cada etapa su ingreso puede ser
el máximo que permita su capital, y tanto el capital
como el ingreso pueden evolucionar a la tasa más rápida posible.
Los comerciantes y los industriales son las personas que obtienen
el mayor beneficio del monopolio del mercado nacional. Los hacendados
(10:25):
y los granjeros son las personas menos sujetas al miserable
espíritu del monopolio, lo que los honra. Los hacendados y granjeros,
dispersos a lo largo del país, no se combinan con
tanta facilidad como los mercaderes y los fabricantes, que al
estar agrupados en ciudades y acostumbrados al espíritu corporativo monopólico
que prevalece entre ellos, procuran naturalmente obtener contra sus compatriotas
(10:48):
los mismos privilegios exclusivos que habitualmente poseen contra los habitantes
de sus ciudades respectivas. Ellos fueron los inventores originales de
esas restricciones a la importación de bienes extranjeros que les
garantizan el monopolio del mercado nacional. Parece haber, sin embargo,
dos casos en los que resultará por regla general beneficioso
(11:09):
imponer alguna carga sobre la actividad extranjera para estimular la nacional.
El primero es cuando una actividad en concreto es necesaria
para la defensa del país. Por ejemplo, la defensa de
Gran Bretaña depende en gran medida del número sus marineros
y sus barcos. Por eso la ley de navegación acertadamente
procura conceder a los marineros y navegantes británicos el monopolio
(11:32):
del comercio con su propio país, en algunos casos mediante
prohibiciones y en otros mediante altos gravámenes sobre los barcos
de bandera extranjera. La ley de navegación no favorece al
comercio exterior ni al crecimiento de la riqueza que puede
derivarse de él. El interés de una nación en sus
relaciones comerciales con otras naciones es igual al del mercader
(11:54):
con respecto a las diversas personas con las que negocia,
comprar lo más barato y vender lo más caro posible.
Pero con toda probabilidad se podrá comprar más barato cuando
la más perfecta libertad de comercio estimula a todas las
naciones a traer al país los bienes que éste pueda comprar,
y por la misma razón se podrá vender caro cuando
sus mercados están así repletos de un vasto número de compradores.
(12:18):
Al contraer el número de vendedores, por tanto, necesariamente disminuimos
el de los compradores, y así es probable no sólo
que compremos los bienes extranjeros más caros sino que vendamos
los nuestros más baratos que si hubiera libertad total de comercio.
Sin embargo, como la defensa es mucho más importante que
la opulencia, la ley de navegación es quizás la reglamentación
(12:39):
comercial más sabia de Inglaterra. El segundo caso en el
que será conveniente imponer carga sobre la actividad extranjera para
incentivarla nacional es cuando se impone una tasa local sobre
esta segunda producción, un caso en el que parece razonable
imponer un gravamen igual sobre la primera. Hay también dos
casos en los que el imponer alguna carga sobre la
(13:01):
actividad exterior para estimular la interior es cuestión discutible. Es
discutible continuar con la libre importación de ciertos bienes extranjeros
cuando en el exterior se restringe la importación de algunas
de nuestras manufacturas mediante aranceles elevados o prohibiciones. La venganza
en este caso dicta naturalmente represalias, es decir, que impongamos
(13:22):
aranceles y prohibiciones similares sobre la importación de algunos o
todos sus productos en nuestro país. Y las naciones casi
siempre toman represalias de ese tipo. Esa reacción puede constituir
una política acertada cuando existe la probabilidad de que contribuya
a eliminar los altos aranceles o las prohibiciones que la originaron.
(13:43):
La recuperación de un vasto mercado extranjero generalmente compensará con
creces el inconveniente transitorio de tener que pagar algunos bienes
más caros durante un breve periodo. El juzgar si las
represalias tendrán o no ese efecto no pertenece quizás tanto
a la ciencia del legislador, cuyas deliberaciones deberían estar gobernadas
por principios generales que se mantienen siempre, como a la
(14:05):
destreza de ese animal insidioso y astuto llamado estadista o político,
cuyas recomendaciones se orientan por las fluctuaciones momentáneas de la realidad.
Cuando no es probable que tenga lugar esa eliminación de
aranceles o prohibiciones, parece un mal método para compensar el
daño causado a algunas clases de nuestro pueblo el que
nos infijamos otro daño, no sólo sobre esas clases sino
(14:27):
sobre virtualmente todas las clases del pueblo. Cuando nuestros vecinos
cierran el paso de alguna de nuestras manufacturas nosotros prohibimos
por lo general no esa manufactura en concreto, puesto que
ello rara vez les afectará mucho, sino alguna otra manufactura suya.
Esto indudablemente incentivará a algún grupo de nuestros trabajadores, y
el excluir a alguno de sus competidores podrá permitirle subir
(14:51):
sus precios en el mercado local. Pero los trabajadores que
sufrieron por la prohibición de nuestros vecinos no saldrán beneficiados
merced a nuestra prohibición. Por el contrario, ellos y casi
todas las demás clases de nuestros ciudadanos se verán obligados
a pagar por algunos bienes más que antes. En consecuencia,
toda medida de ese tipo impone un tributo real sobre
(15:13):
todo el país y no favorece a los trabajadores perjudicados
por la prohibición de nuestros vecinos sino a otros. Un
caso discutible sobre hasta qué punto o de qué manera
resulta correcto restaurar la libre importación de bienes extranjeros, después
de haber sido interrumpida durante algún tiempo, ocurre cuando una
industria específica, gracias a los altos aranceles o a las
(15:35):
prohibiciones que afectan a los bienes extranjeros que compiten con
su producción, se ha desarrollado y emplea a un gran
número de trabajadores. Un sentido de humanidad puede en este
caso exigir que la libertad de comercio sea restaurada sólo
gradualmente y con mucha reserva y circunspección. Si esos elevados
aranceles y prohibiciones fueran suprimidos abruptamente, los bienes extranjeros similares
(15:59):
entrarían tan rápidamente al mercado local que arrebatarían de inmediato
su puesto de trabajo y sus medios de subsistencia a
varios miles de personas. Es claro que ello ocasionaría una
perturbación considerable. Sin embargo, sería probablemente mucho menor de lo
que normalmente se piensa, por las dos razones siguientes. Primero,
(16:21):
todas las manufacturas que en alguna medida se exportan habitualmente
a otros países europeos sin prima alguna casi no se
verían afectadas por la libre importación de bienes extranjeros. Segundo,
aunque el restablecimiento de la libertad de comercio dejaría sin
su trabajo habitual y sin sus medios normales de subsistencia
a un gran número de personas, ello en absoluto quiere
(16:42):
decir que les privaría de todo empleo y toda subsistencia.
Gran parte de las manufacturas tienen industrias colaterales de naturaleza
tan similar que un trabajador puede fácilmente transferir su labor
de una a otra. Como el capital del país será
el mismo, la demanda de trabajo será también la misma
o casi la misma, aunque podrá aplicarse en lugares y
(17:04):
ocupaciones diferentes. si se restaura la libertad natural para ejercitar
su laboriosidad de la forma que deseen todos los súbditos
de su majestad, es decir, si se quiebran los privilegios
exclusivos de las corporaciones y deroga el estatuto de los aprendices,
dos grandes usurpaciones de la libertad natural, y se añade
la abolición de la ley de residencia, para que los
(17:25):
trabajadores que pierdan su empleo en un oficio o en
un lugar lo puedan encontrar en otro oficio o en
otro lugar sin temer ni la persecución ni la Expulsión,
entonces ni la comunidad ni las personas sufrirán mucho cuando
quiebran algunas industrias. Está claro que esperar que algún día
se restaure completamente en gran. Bretaña la libertad de comercio
(17:48):
es tan absurdo como esperar que se establezca en ella
una oceana o utopía. Se oponen a ella de manera
irresistible no sólo los prejuicios del público sino los intereses
privados de numerosos individuos, lo que resulta algo mucho más
difícil de vencer. Si los oficiales del ejército se opusieran
a cualquier reducción en el número de efectivos con el
(18:09):
mismo celo y unanimidad con que los fabricantes se oponen
a cualquier medida que pueda incrementar el número de sus competidores.
En el mercado nacional, intentar disminuir el ejército sería tan
peligroso como se ha convertido hoy intentar reducir en cualquier
aspecto el monopolio que nuestros industriales han conseguido contra nosotros.
Este monopolio ha ampliado de tal forma el número de
(18:31):
algunas de sus tribus que se han vuelto, igual que
un ejército excesivamente numeroso, algo temible para el gobierno, y
en muchas ocasiones intimidan a los legisladores. El miembro del
Parlamento que apoya las propuestas para fortalecer dicho monopolio puede
estar seguro de adquirir no sólo la reputación de ser
un experto en economía política sino también popularidad e influencia
(18:53):
entre una clase de personas cuyo número y riqueza les
proporcionan una enorme importancia. Por el contrario, si se les opone,
y aún más si tiene suficiente poder como para desbaratar
sus planes, entonces ni la honradez más acrisolada, ni el
rango más prominente, ni los más grandes servicios a la
comunidad podrán protegerlo de las agresiones y los ataques más infames,
(19:15):
los insultos a su persona y en ocasiones hasta los
verdaderos peligros derivados de la ira insolente de monopolistas furiosos
y frustrados. El empresario de una gran industria que se
vea forzado a abandonar su negocio por la apertura súbita
de los mercados a la competencia extranjera sufrirá sin duda considerablemente.
La parte de su capital habitualmente invertida en la compra
(19:37):
de materiales y pago de sus trabajadores podrá quizás sin
mucha dificultad ser empleada de otra forma. Pero la parte
que está fija en talleres y medios de trabajo difícilmente
podrá ser liquidada sin una abultada pérdida. Una consideración equitativa
de sus intereses, en consecuencia, requiere que todo cambio de
este tipo nunca sea impuesto de golpe sino de forma
(19:59):
lenta y gradual, y tras un largo plazo de advertencia.
Los legisladores, si fuera concebible que sus deliberaciones estuviesen siempre
guiadas por una amplia visión del bien común y no
por la inoportunidad posinglera de los intereses privados, deberían por
ello ser particularmente cautos y no establecer nuevos monopolios de
este tipo ni extender más lo que ya existen. Cualquier
(20:22):
medida de esa clase genera desórdenes en la Constitución del Estado,
que resultará difícil remediar después sin ocasionar
Speaker 3 (20:29):
un nuevo desorden. 3. En primer lugar, aunque fuera cierto
Speaker 2 (20:37):
que con el libre comercio entre Francia e Inglaterra el
saldo estaría a favor de Francia, ello en ningún caso
significaría que ese comercio sería perjudicial para Inglaterra, o que
su balanza comercial total se inclinaría por ello todavía más
en su contra. Si los vinos y lienzos de Francia
fueran mejores y más baratos que los de Portugal y Alemania,
(20:57):
le convendría a Gran Bretaña comprar todo el vino y
el lienzo que necesita en Francia, y no en Portugal
y Alemania. Aunque el valor de las importaciones anuales desde
Francia aumentaría por esa causa considerablemente, el valor de la
importación total anual disminuiría en la proporción en la que
los bienes franceses de la misma calidad fuesen más baratos
que los de los otros dos países. Tal sería el
(21:20):
caso incluso bajo el supuesto de que todo lo importado
de Francia fuese consumido en Gran Bretaña. Sin embargo, en
segundo lugar, una buena parte de lo que llegue podrá
ser reexportado a otros países, donde será vendido con un beneficio,
y reportará un rendimiento quizás equivalente al coste original de
todos los bienes importados de Francia. En tercer y último lugar,
(21:43):
no existe ningún criterio seguro para determinar hacia qué lado
se inclina la llamada balanza entre dos países, o cuál
de ellos exporta por un valor mayor. En general, los
principios que orientan nuestras opiniones en estos asuntos son el
prejuicio y la rivalidad nacionales, siempre agitados por el interés
privado de los hombres de negocio. En el fondo, no
(22:05):
hay nada más absurdo que toda esta doctrina de la
balanza comercial, sobre la que se basan todas las restricciones
y reglamentaciones que afectan al comercio. Esta doctrina supone que
cuando dos lugares comercian y el saldo está equilibrado, entonces
nadie gana ni pierde, pero si se inclina hacia un
lado entonces uno gana y el otro pierde en proporción
(22:25):
a esa desviación del equilibrio. Los dos supuestos son falsos.
Un comercio estimulado forzadamente mediante primas y monopolios puede ser,
y normalmente es, perjudicial para el país en cuyo beneficio
se establece, como demostraré después. Pero el comercio que se
entabla de forma natural y regular entre dos lugares, sin
(22:46):
coerción ni restricción, es siempre ventajoso para ambos, aunque no
siempre en idéntica proporción. Por ventaja o beneficio entiendo no
el incremento en la cantidad de oro y plata sino
en el valor de cambio del producto anual de la
tierra y el trabajo del país, es decir, el aumento
en el ingreso anual de sus habitantes. Si la balanza
(23:07):
está en equilibrio y si el comercio entre ambos lugares
consiste exclusivamente en el intercambio de mercancías locales, en la
mayoría de los casos no sólo ganarán ambos sino que
lo harán casi en la misma medida. Si su comercio
fuese tal que uno exportase sólo mercancías locales mientras que
el otro exportase sólo mercancías extranjeras, la balanza seguiría estando
(23:28):
en equilibrio, puesto que las mercancías serían pagadas con mercancías.
También en este caso ganarían ambos, pero no en idéntica medida.
Los habitantes del país que exporta sólo mercancías locales derivarían
del comercio la mayor ventaja. Se ha pretendido enseñar a
las naciones que su interés consiste en arruinar a todos
sus vecinos. Se ha intentado que cada nación contemple con
(23:52):
envidia la prosperidad de cualquiera de las naciones con las
que comercia, y que considere a ese beneficio como su
propia pérdida. El comercio, que debería ser entre las naciones
como entre los individuos, es decir, un lazo de unión
y amistad, se ha vuelto un campo fértil para el
desacuerdo y la animosidad. Durante el último siglo, ni la
(24:13):
caprichosa ambición de reyes y ministros ha sido tan devastadora
para la paz de Europa como el recelo impertinente de
los comerciantes y los fabricantes. La violencia e injusticia de
los gobernantes de la humanidad es un mal muy antiguo,
y mucho me temo que apenas tenga remedio en la
naturaleza de los asuntos humanos. Pero la mezquina rapacidad y
(24:33):
el espíritu monopolista de los comerciantes y los industriales, que
no son ni deben ser los gobernantes de la humanidad,
es algo que aunque acaso no pueda corregirse, sí puede
fácilmente conseguirse que no perturbe la tranquilidad de nadie salvo
la de ellos mismos. Esta doctrina fue sin duda originalmente
inventada y propagada por el espíritu monopolista, y quienes la
(24:55):
enseñaron no fueron en absoluto tan insensatos como quienes la creyeron.
En cualquier país, el interés de la mayor parte de
la gente es y debe ser el comprar todo lo
que necesitan a aquellos que lo venden más barato. Esto
es tan evidente que parece ridículo molestarse en demostrarlo, y
jamás habría sido puesto en cuestión si no fuera porque
(25:15):
la sofistería interesada de los mercaderes y fabricantes confundió el
sentido común de las personas. En este sentido, su interés
es directamente opuesto al de la mayoría del pueblo. Así
como interesa a los miembros de un gremio el impedir
al resto de la población que contrate a otros trabajadores
aparte de ellos mismos, el interés de los comerciantes e
(25:36):
industriales de cualquier país es asegurarse el monopolio del mercado nacional.
Ello explica por qué hay en Gran Bretaña, y en
la mayor parte de los otros países europeos, barreras extraordinarias
frente a casi todos los bienes importados por comerciantes extranjeros.
De ahí los altos aranceles y las prohibiciones sobre todas
(25:56):
las manufacturas foráneas que puedan competir con las nuestras. De
ahí también las notables restricciones sobre las importaciones de casi
cualquier tipo de bien procedente de los países con los
que se supone que la balanza comercial está en desventaja,
aquellos contra los que se inflama más violentamente la animosidad nacional.
Sin embargo, la riqueza de una nación vecina, aunque pueda
(26:19):
ser un peligro en la guerra, es ciertamente una ventaja
en el comercio. En un marco de hostilidades puede permitir
a nuestros enemigos mantener flotas y ejércitos mejores que los nuestros,
pero en un marco de paz y comercio les permitirá
intercambiar con nosotros un valor mayor y suministrarnos un mercado
más amplio para el producto inmediato de nuestras actividades o
(26:39):
para lo que se pueda comprar con ese producto. Un
hombre rico será probablemente un cliente mejor que un hombre
pobre para la gente laboriosa de su vecindad, y otro
tanto ocurre con una nación rica. Es cierto que un
hombre rico que además es un industrial resulta un vecino
muy peligroso para todos los que se dedican al mismo ramo.
Pero todos los demás vecinos, y representan sin duda un
(27:02):
número mucho mayor, se benefician del amplio mercado que su
gasto les aporta. Se benefician incluso cuando vende más barato
que los pobres artesanos que fabrican lo mismo que él.
De la misma forma, los fabricantes de una nación rica
pueden ser rivales muy peligrosos para los fabricantes de las
naciones vecinas. No obstante, esta competencia es beneficiosa para la
(27:25):
mayoría de la población, que además se aprovecha del extenso
mercado que en todos los aspectos le proporciona el gasto
de una nación de esa clase. A las personas que
quieren amasar una fortuna ni se les ocurre retirarse a
las provincias más remotas y pobres del país, sino que
acuden a la capital o a alguna de las grandes
ciudades comerciales. Saben que donde circula poca riqueza, poca se
(27:48):
puede obtener, pero donde se pone en marcha un volumen colosal,
bien les puede tocar una parte del mismo. Las mismas
máximas que de esta forma dirigirían el sentido común de uno,
diez o veinte individuos, debería regular el juicio de uno,
diez o veinte millones, y hacer que toda la nación
viese a las riquezas de las vecinas como una causa
(28:08):
y ocasión probable para acumular riquezas ella misma. Una nación
que puede enriquecerse con el comercio exterior es mucho más
probable que lo consiga cuando sus vecinas son naciones comerciales,
ricas y laboriosas. Una gran nación rodeada por todas partes
de salvajes trashumantes y bárbaros paupérrimos podrá evidentemente acumular riquezas
(28:29):
mediante el cultivo de sus propias tierras y su comercio interior,
pero nunca a través del comercio exterior. Fue así como
adquirieron su gran riqueza los antiguos egipcios y los modernos chinos.
Se dice que los antiguos egipcios descuidaban el comercio exterior,
y se sabe que los modernos chinos lo desprecian totalmente
y apenas lo consideran suficientemente digno como para concederle una
(28:52):
razonable protección legal. Al aspirar al empobrecimiento de todos nuestros vecinos,
las máximas actuales del comercio exterior, en tanto consigan ese
objetivo que pretenden, lo que hacen es reducir a dicho
comercio a algo insignificante y despreciable. Como consecuencia de estas
máximas el comercio entre Francia e Inglaterra ha sido desde
(29:14):
ambos lados sometido a numerosas trabas y restricciones. Si esos
países cuidasen sus verdaderos intereses, desprovistos del recelo mercantil o
la animosidad nacional, el comercio de Francia sería más provechoso
para Gran Bretaña que el de cualquier otro país, y
por la misma razón el comercio de Gran Bretaña para Francia.
(29:35):
No hay país comercial en Europa cuya ruina inminente a
causa de una balanza comercial desfavorable no haya sido augurada
por los supuestos expertos en este sistema. Sin embargo, después
de toda la inquietud que ellos han suscitado, después de
todos los vanos intentos de prácticamente la totalidad de las
naciones comerciales para volver esa balanza en su favor y
(29:55):
en contra de sus vecinas, no parece que ni un
solo país europeo se haya empobrecido por esa causa. Al contrario,
cada ciudad y país, en la medida en que abrió
sus puertos a todo el mundo se enriqueció en lugar
de arruinarse por el libre comercio, tal como los principios
del sistema mercantil pronosticaban. 4. Los comerciantes e industriales, no
(30:18):
satisfechos con el monopolio del mercado nacional, también aspiran a
una gran venta exterior de sus bienes. Su país carece
de jurisdicción sobre naciones extranjeras y por ello rara vez
les puede asegurar allí un monopolio. Por ello deben contentarse
generalmente con solicitar algunos incentivos para la exportación. Los más
(30:39):
razonables de esos estímulos son los llamados reembolsos. El permitir
que los comerciantes se reembolsen cuando exportan el total o
parte de los impuestos que graban a la actividad local
nunca ocasionará la exportación de una cantidad mayor de bienes
de la que habría sido exportada, si no hubiese impuestos.
Esos estímulos no desvían hacia una inversión concreta una fracción
(31:01):
mayor del capital del país que la que se habría
dirigido a esa inversión espontáneamente, sino que sólo impiden que
el impuesto desvíe parte alguna de esa fracción a otros empleos.
No tienden a perturbar el equilibrio que naturalmente se establece
entre las diversas actividades de la sociedad, sino a evitar
que sea perturbado por los impuestos. No tienden a destruir
(31:23):
sino a preservar lo que en la mayor parte de
los casos conviene preservar, la división y distribución natural del
trabajo en la sociedad. Lo mismo puede decirse de los
reembolsos sobre la reexportación de bienes extranjeros que han sido importados.
Pero la justificación de los reembolsos sólo vale cuando se
trata de exportar bienes a aquellos países totalmente foráneos e independientes,
(31:45):
no a los lugares donde nuestros mercaderes y fabricantes gozan
de un monopolio, por ejemplo, nuestras colonias americanas. Siempre debe
tenerse en cuenta que los reembolsos son útiles sólo cuando
los bienes por cuya exportación se conceden son efectivamente exportados,
y no cuando son clandestinamente reimportados a nuestro país. Es
(32:06):
bien conocido que algunos reembolsos, en particular los del tabaco,
han sido frecuentemente objeto de abusos de este tipo, dando
lugar a numerosos fraudes perjudiciales tanto para la hacienda pública
como para los comerciantes
Speaker 3 (32:19):
honrados. V. En Gran Bretaña a
Speaker 2 (32:25):
menudo se solicitan, y a veces se otorgan, primas o
subvenciones a la exportación de algunas ramas concretas de la
actividad local. Se supone que mediante estas ayudas nuestros comerciantes
e industriales podrán vender sus bienes en el mercado internacional
tan baratos o más que los de sus competidores, y
que al exportar una cantidad mayor la balanza comercial se
(32:46):
volverá más en nuestro favor. No podemos conceder a nuestros
productores un monopolio en el mercado exterior como hemos hecho
en el interior, y tampoco podemos obligar a los extranjeros
a que compren sus bienes, igual que hemos hecho con
nuestros propios conciudadanos. Se ha pensado por ello que la
siguiente mejor solución es pagarles para que los compren. De
(33:08):
esta forma el sistema mercantil propone enriquecer a todo el
país y llenar de dinero todos los bolsillos mediante la
balanza comercial. Se reconoce que hay que subsidiar sólo a
aquellas actividades que no podrían existir de otro modo. Toda
actividad en la que el empresario vende sus bienes a
un precio que le repone, con los beneficios corrientes, todo
(33:29):
el capital invertido en prepararlos y llevarlos al mercado, puede
desarrollarse sin primas. Es evidente que toda actividad de ese
tipo está en pie de igualdad con cualquier otra actividad
desarrollada sin subvenciones, y no requiere consiguientemente nada más que ellas.
Solo necesitan subsidios aquellos negocios en donde el empresario debe
(33:49):
vender sus bienes a un precio que no le repone
el capital junto con los beneficios ordinarios, o donde se
ve obligado a venderlos por menos de lo que en
realidad le cuesta llevarlos al mercado. La prima es concedida
para cubrir esa pérdida y para animarlo a continuar, o
quizás a comenzar, un negocio cuyos costes se estiman superiores
a sus rendimientos, cada una de cuyas operaciones destruye una
(34:11):
parte del capital invertido, y que es de una naturaleza
tal que si todas las demás actividades se le parecieran,
entonces pronto no habría ni restos de capital en el país.
Debe subrayarse que el comercio desarrollado gracias a las primas
es el único que puede entablarse entre dos naciones durante
un tiempo considerable y de manera que una de ellas
pierda de forma constante y sistemática, o venda sus bienes
(34:34):
por menos de lo que verdaderamente le cuesta llevarlos al mercado.
Pero si el subsidio no le reembolsase al empresario lo
que en otro caso perdería dado el precio de sus bienes,
su propio interés pronto lo forzaría a invertir su capital
de otra forma, o a encontrar un negocio en el
que el precio de los bienes le reponga, con un
beneficio normal, el capital invertido en traerlos al mercado. El
(34:57):
efecto de las subvenciones, como ocurre con todos los demás
arbitrios del sistema mercantil, sólo equivale a forzar la actividad
de un país hacia un canal mucho menos útil que
aquel hacia el que naturalmente fluiría de manera espontánea. El
inteligente y bien informado autor de los breves tratados sobre
el comercio cerealero ha demostrado muy claramente que desde que
(35:18):
se estableció la prima a la exportación de cereales, el
precio de estos, calculado con bastante moderación, ha excedido al
del cereal importado, calculado generosamente, en un monto muy superior
a la suma total de las primas pagadas desde entonces.
De acuerdo con los principios del sistema mercantil, él piensa
que esto constituye una prueba irrefutable de que el comercio
(35:41):
forzado de cereales resulta beneficioso para la nación, dado que
el valor de la exportación supera al de la importación
por mucho más que el gasto extraordinario que la hacienda
pública ha soportado para conseguir dicha exportación. No considera que
la prima, o el gasto extraordinario, es la parte más
pequeña del gasto que la exportación del cereal realmente le
(36:01):
cuesta a la sociedad. Hay que tener en cuenta también
al capital que el granjero invirtió en su cultivo. Salvo
que el precio del cereal al ser vendido en los
mercados exteriores reponga no sólo la prima sino ese capital
junto con los beneficios corrientes, la sociedad sufre una pérdida
igual a la diferencia, y el capital nacional se reduce
(36:22):
en esa proporción. Pero la razón por la cual se
pensó que era necesario conceder la subvención fue precisamente la
supuesta insuficiencia del precio para cubrir esos gastos. Debe observarse
que todo subsidio a la exportación hace pagar al pueblo
dos impuestos distintos. Primero, debe pagar impuestos para sufragar la subvención,
y segundo, debe pagar un gravamen derivado del aumento del
(36:45):
precio de la mercancía en el mercado nacional. Las primas
a la exportación de cualquier mercancía doméstica están expuestas en
primer lugar a la objeción general que puede plantearse ante
todos los diversos métodos del sistema mercantil, la objeción de
que fuerzan a una parte de la actividad del país
a un canal menos útil que aquel al que fluirían
de forma espontánea, pero además, en segundo lugar, a una
(37:08):
objeción particular por forzarla a un canal que no sólo
es menos ventajoso sino a uno que de hecho es desventajoso,
puesto que una Actividad que no puede desarrollarse si no
es con una subvención es una actividad con pérdidas. Si
una industria en concreto fuese realmente necesaria para la defensa
de la sociedad, entonces puede que no sea siempre prudente
(37:30):
que el abastecimiento de sus productos dependa de nuestros vecinos.
Y si una industria de esa clase no puede mantenerse
localmente por sus propios medios, puede que sea razonable el
cobrar impuestos a las demás actividades para sostenerla.¿ Las primas
a la exportación de lona para velas y de pólvora
de fabricación británica acaso puedan ser defendidas según este principio?
(37:52):
Aunque muy pocas veces sea conveniente cobrar impuestos sobre el
trabajo de la mayoría del pueblo para proteger a una
clase particular de manufacturas, sin embargo cuando existe una caudalosa prosperidad,
cuando la hacienda pública tiene más dinero del que sabe
hacer un buen uso, entonces quizás el otorgar primas a
ciertas industrias favorecidas puede resultar tan natural como el incurrir
(38:13):
en cualquier otro gasto ocioso. En el gasto público, igual
que en el privado, una gran riqueza puede con frecuencia
servir de excusa para una gran locura. Pero el persistir
en esa prodigalidad en momentos de dificultad y depresión supera
indudablemente los límites del disparate corriente. No tengo mucha confianza
en la aritmética política. Cito los datos sólo para probar que,
(38:37):
el comercio exterior de cereales es mucho menos importante que
el interior. Si todas las naciones practicasen el sistema liberal
de la exportación e importación sin trabas, los diferentes estados
en los que se divide un gran continente se parecerían
a las provincias de un vasto imperio. Así como en
las provincias de un imperio la razón y la experiencia
(38:58):
demuestran que el comercio interior libre es no sólo el
mejor paliativo de la escasez sino el preventivo más eficaz
contra el hambre, otro tanto sucedería con la libertad de
exportar e importar entre los diversos estados de un continente.
Cuando más grande fuese el continente y más sencilla su
comunicación interior por tierra y por agua, menos estaría cualquier
(39:19):
parte del mismo expuesta a cualquiera de esas calamidades, porque
la escasez de cualquier país podría ser aliviada por la
abundancia de otro. Sin embargo, muy pocos países han adoptado
plenamente ese sistema liberal. En casi todas partes el comercio
de cereales está más o menos restringido, y en muchos
países está encorsetado por reglamentaciones tan absurdas que frecuentemente agravan
(39:42):
la desgracia inevitable de una escasez y la transforman en
la terrible catástrofe del hambre. La demanda de cereales en
esos países puede a menudo volverse tan cuantiosa y tan
urgente que un pequeño estado vecino que también sufre escasez
no se aventurará a abastecerlo sin exponerse él mismo a
una calamidad, igualmente tremenda. La mala política de un país
(40:03):
puede así volver en cierto grado imprudente o arriesgado el
establecer en otro país una política buena. Sin embargo, la
libertad ilimitada de exportación sería mucho menos peligrosa en estados extensos,
como los cultivos son mucho mayores. Su oferta rara vez
se vería muy afectada por la exportación de cualquier cantidad
de cereales. En un cantón suizo o en alguno de
(40:26):
los pequeños estados de Italia puede que algunas veces resulte
necesario el restringir la exportación de granos, pero casi nunca
lo será en países grandes como Francia o Inglaterra. Además,
el impedir que el granjero envíe sus bienes en todo
momento al mejor mercado es evidentemente sacrificar las leyes normales
de la justicia a una idea de utilidad pública, a
(40:47):
una especie de razón de Estado. Y esto es un
acto de autoridad legislativa que sólo puede ejercerse, que sólo
puede perdonarse en casos de la más urgente necesidad. El
precio al que se prohíba la exportación de cereales, si
es que alguna vez ha de prohibirse, debería ser siempre
un precio muy elevado. Las leyes relativas a los granos
(41:09):
pueden compararse en todas partes con las referidas a la religión.
La gente se interesa tanto por lo que concierne a
su subsistencia en esta vida y a su felicidad en
la próxima, que el gobierno cede ante sus prejuicios y,
con objeto de preservar la tranquilidad pública, establece un sistema
que la población aprueba. Quizás sea por esto que rara
(41:29):
vez vemos que se aplica con respecto a ninguno de
esos dos objetivos tan fundamentales un sistema
Speaker 4 (41:34):
razonable. b. Cuando una nación se
Speaker 2 (41:45):
compromete mediante un tratado a permitir que entren de un
país extranjero ciertos bienes que prohíbe cuando los exportan otros,
o a eximir a los bienes de un país de
los aranceles que impone a los de los demás países,
el país o al menos los comerciantes e industriales del
país cuyo comercio resulta así favorecido obtiene necesariamente un gran
beneficio gracias al tratado. Esos mercaderes y fabricantes disfrutan de
(42:09):
una suerte de monopolio en el país que tan indulgente
se muestra con ellos. Dicho país se vuelve un mercado
para sus bienes a la vez más extenso y más provechoso,
más extenso porque absorbe una buena cantidad de sus bienes,
dado que los bienes de las demás naciones están o
bien prohibidos o bien sometidos a elevados aranceles, y más
ventajoso porque los mercaderes de la nación favorecida, al gozar
(42:32):
de una especie de monopolio, venderán sus mercancías más caras
que si estuviesen expuestos a la competencia de todas las
demás naciones. pero aunque esos tratados puedan ser muy convenientes
para los comerciantes e industriales del país favorecido, son necesariamente
inconvenientes para los del país favorecedor. Se concede contra ellos
(42:52):
un monopolio a una nación extranjera, y a menudo deberán
adquirir los bienes extranjeros que necesitan a un precio mayor
que si se permitiera la libre competencia de otras naciones.
La parte de su propia producción con la que ese
país compra bienes extranjeros deberá consecuentemente ser vendida más barata,
puesto que cuando dos cosas se intercambian, la baratura de
(43:13):
una es una consecuencia necesaria, o más bien es la
misma cosa que la carestía de la otra. El valor
de cambio de su producto anual, por lo tanto, será
probablemente disminuido con cualquier tratado de esa clase. Esa disminución,
en pero, difícilmente represente una pérdida efectiva sino sólo una
reducción de la ganancia que podría haber obtenido en otro caso.
(43:37):
Aunque venda sus bienes más barato de lo que podría,
no es probable que los venda por debajo de su coste,
ni tampoco, como sucede con las subvenciones, que el precio
no reponga el capital invertido en traerlos al mercado, junto
con el beneficio normal. Si así ocurriese el comercio no
podría durar mucho. Por lo tanto, incluso el país favorecedor
(43:58):
puede ganar a través del comercio, aunque menos de lo
que sucedería si hubiese libre competencia. 7. Aunque la utilidad
derivada de las colonias europeas en América y las indias
occidentales ha sido muy grande, no resulta nítida ni evidente.
No fue comprendida en el momento de su fundación, no
era el motivo ni de su fundación ni de los
(44:20):
descubrimientos a que dieron lugar, y es probable que ni
siquiera hoy se entiendan correctamente la naturaleza, extensión y límites
de esa utilidad. A partir de las informaciones de Colón,
el Consejo de Castilla decidió tomar posesión de unos países
cuyos habitantes eran manifiestamente incapaces de defenderse. El piadoso propósito
(44:41):
de convertirlos al cristianismo santificó a un proyecto injusto, cuyo
único objetivo era la esperanza de encontrar oro. De todas
las empresas costosas e inciertas que desatan la bancarrota sobre
la mayor parte de las personas que las acometen, quizás
la más absolutamente ruinosa es la búsqueda de nuevas minas
de plata y oro. Es quizás la lotería más desventajosa
(45:03):
del mundo, aquella en la que la ganancia de quienes
obtienen los premios guarda la menor proporción con la pérdida
de quienes no obtienen nada. Los premios son pocos, los
billetes sin premios son muchos, y el precio normal de
un billete es toda la fortuna de un hombre considerablemente rico.
Las empresas mineras, en vez de reponer el capital invertido
(45:24):
en ellas, junto con los beneficios corrientes, generalmente absorben tanto
el capital como los beneficios. En consecuencia, son unas empresas
que el legislador prudente que desea incrementar el capital de
su país nunca seleccionará para concederles ningún estímulo extraordinario o
para desviar hacia ellas una cuota mayor de capital que
la que, naturalmente recibirían de forma espontánea. En realidad, la
(45:49):
absurda confianza que casi todas las personas tienen en su
buena suerte es tal que toda vez que exista la
más mínima probabilidad de éxito es probable que acuda a
ellas espontáneamente un capital de todas formas excesivo. Pero aunque
los juicios fundados en el razonamiento sereno y en la
experiencia han sido siempre extremadamente desfavorables hacia tales empresas, los
(46:10):
basados en la avidez humana han sido por regla general
exactamente opuestos. La misma pasión que ha sugerido a tantas
personas la idea absurda de la piedra filosofal, ha sugerido
a otras la idea igualmente absurda de unas minas de
oro y plata infinitamente ricas. no prestaron atención al hecho
de que el valor de esos metales, en todos los
(46:31):
tiempos y todas las naciones, deriva esencialmente de su escasez,
y que su escasez deriva de las muy pequeñas cantidades
que la naturaleza ha depositado en un solo lugar, de
los cuerpos duros e intratables con que cubrió en casi
todas partes a esas pequeñas cantidades, y consecuentemente del trabajo
y del gasto que en todo lugar resultan indispensables para
(46:51):
penetrar hasta esos metales y extraerlos. Fantasearon con la ilusión
de que los filones de dichos metales podían ser en
muchos lugares tan gruesos y abundantes como los de plomo, cobre,
estaño o hierro. El sueño de Sir Walter Raleigh de
hallar la áurea ciudad y país del dorado demuestra que
ni siquiera los hombres sabios se libran siempre de esos
Speaker 3 (47:12):
extraños espejismos. Toda colonia fundada por
Speaker 2 (47:19):
una nación civilizada, que toma posesión de un país deshabitado
o tan poco habitado que los nativos dejan fácilmente sitio
a los nuevos pobladores, evoluciona hacia la riqueza y el
desarrollo más rápidamente que ninguna otra sociedad humana. Los colonos
llevan consigo unos conocimientos sobre agricultura y otros oficios útiles
superiores a los que espontáneamente tardarían muchos siglos en acumularse
(47:42):
en naciones salvajes y bárbaras. También llevan el hábito de
la subordinación, una idea de gobierno estable como el que
existe en su país de origen, del sistema de leyes
que lo sostiene y de una administración regular de justicia,
y naturalmente establecen algo similar en la nueva colonia. Pero
entre naciones salvajes y bárbaras, el desarrollo natural de la
(48:03):
ley y el gobierno es incluso más lento que el
progreso natural de las artes, después de establecidos la ley
y el gobierno que requieren para su protección. Cada colono
consigue más tierra de la que es capaz de cultivar.
No debe pagar renta, ni apenas impuestos. Ningún terrateniente comparte
con él la producción, y la cuota del Estado es
(48:24):
normalmente insignificante. Como la producción va a ser de esta
manera casi completamente suya, tiene todos los motivos para lograr
que sea la máxima posible. Su tierra, sin embargo, es
habitualmente tan extensa que con todo su trabajo y con
todo el trabajo de las personas que pueda contratar rara
vez podrá hacer que produzca ni la décima parte de
(48:46):
lo que podría producir. Estará por ello muy dispuesto a
emplear a trabajadores de todas partes y a pagarles los
salarios más altos. Pero dichos salarios generosos, junto con la
abundancia y baratura de la tierra, pronto hacen que los
trabajadores lo abandonen y se vuelvan ellos mismos terratenientes, que
remuneren con idéntica amplitud a otros trabajadores, que a su
(49:07):
vez pronto los abandonan por la misma razón que los
llevó a ellos a abandonar a sus primeros patronos. La
alta remuneración del trabajo alienta los matrimonios. Durante los tiernos
años de la infancia, los niños son bien alimentados y
adecuadamente cuidados, y cuando crecen el valor de su trabajo
compensa con creces el coste de su manutención. Cuando llegan
(49:30):
a la madurez, el elevado precio del trabajo y el
reducido precio de la tierra les permiten establecerse de la
misma forma en que lo hicieron antes sus padres. Por
la abundancia de buena tierra, las colonias europeas en América
y las indias occidentales se parecen y aún superan a
las de la antigua Grecia. En su dependencia de la
madre patria se parecen a las de la antigua Roma,
(49:52):
pero la vasta distancia que la separa de Europa ha
aliviado en un cierto grado en todas ellas los efectos
de esta dependencia. Su localización las ha situado lejos de
la vista y el poder de la metrópoli. Su conducta
al perseguir su propio interés no ha sido objeto de
atención en Europa, sea por ignorancia o porque no era entendida,
y en algunas ocasiones fue tolerada porque la distancia hacía
(50:15):
difícil su represión. Incluso el violento y arbitrario gobierno de
España ha debido muchas veces revocar o suavizar las órdenes
que dictaba para la administración de sus colonias, por temor
a una insurrección general. Y por ello el progreso de
todas las colonias europeas en cuanto a riqueza, población y
mejoras ha sido muy intenso. No hay colonias que se
(50:37):
hayan desarrollado más rápido que las inglesas de América del Norte.
Las dos grandes causas de la prosperidad de toda nueva
colonia son la abundancia de buena tierra y la libertad
para administrar sus asuntos a su manera. Aunque la buena
tierra en las colonias inglesas de Norteamérica es sin duda
muy abundante, están en ese aspecto por debajo de los
(50:58):
españoles y portugueses, y no por encima de lo que
poseían los franceses antes de la última guerra. Pero las
instituciones políticas de las colonias inglesas han sido más favorables
a la mejora y cultivo de la tierra que las
de cualquiera de las otras tres naciones. Primero, aunque la
acumulación de tierra sin cultivar no ha sido impedida totalmente
(51:19):
en las colonias inglesas, sí ha sido más restringida allí
que en ninguna otra parte. La legislación colonial que impone
a todo propietario la obligación de roturar y cultivar una
cierta proporción de sus tierras en un periodo determinado, y
que en caso de incumplimiento estipula el traspaso de esas
tierras no cultivadas a cualquier otra persona, aunque quizás no
(51:40):
haya sido aplicada estrictamente, sin duda ha ejercido alguna influencia. Segundo,
en Pensilvania no existe el derecho de mayorazgo, y tanto
las tierras como los bienes muebles se dividen en partes
iguales entre todos los hijos de la familia. En las
colonias inglesas el régimen de tenencia de la tierra, que
se recibe siempre en libre disposición, facilita su venta, y
(52:04):
quien tiene una extensión de tierra muy amplia generalmente comprende
que le resulta más conveniente vender la mayor parte lo
más rápido que pueda, reservándose sólo una pequeña renta. El
trabajo de los colonos ingleses, por lo tanto, al estar
más empleado en la roturación y cultivo de la tierra,
es probable que dé lugar a un producto mayor y
más valioso que el de cualquiera de las otras tres naciones,
(52:27):
donde la acumulación de tierras desvía en cierta medida al
trabajo hacia otros empleos. Tercero, no sólo es probable que
el trabajo de los colonos ingleses proporcione una producción mayor
y más valiosa sino que además, como consecuencia de la
moderación de sus impuestos, les queda para ellos una proporción
mayor de esa producción, que pueden almacenar y emplear para
(52:48):
poner en movimiento a una cantidad de trabajo aún más grande.
Los colonos ingleses no han contribuido nunca a la defensa
de la metrópoli ni al sostenimiento de su gobierno civil.
Y ellos mismos, en cambio, han sido hasta hoy defendidos
a expensas casi totalmente de la madre patria. Pero el
gasto que suponen las flotas y los ejércitos es sin
(53:10):
comparación muy superior al necesario para el gobierno civil, y
el gasto de su propio gobierno civil ha sido siempre
muy moderado. Cuarto, a la hora de dar salida a
su producción excedente, o que supera a su propio consumo,
las colonias inglesas han sido más favorecidas y han contado
con un mercado más extenso que las de cualquier otra
(53:30):
nación europea. Todos los países de Europa han intentado en
mayor o menor grado monopolizar para sí mismos el comercio
con sus colonias, y por ello han prohibido que barcos
de naciones extranjeras comercien con ellas, y les han prohibido
a ellas que importen bienes europeos desde cualquier país extranjero.
pero la forma en que ese monopolio ha sido llevado
(53:51):
a la práctica ha variado mucho según los países. Algunas
naciones han entregado todo su comercio colonial a una compañía exclusiva,
a la que los colonos eran obligados a comprar todos
los bienes europeos que necesitaran y a vender toda su
producción excedente. El interés de la compañía, en consecuencia, era
no sólo vender los primeros al precio más alto y
(54:13):
comprar la segunda al precio más bajo posible, sino comprar
la segunda, incluso a ese precio mínimo, sólo en la
cantidad que pudiesen vender en Europa al máximo precio. Su
interés era no sólo degradar en todos los casos el
valor del producto excedente de la colonia sino en muchos
casos desanimar y reducir el incremento natural en su cantidad.
(54:34):
De cuántos expedientes puedan concebirse para bloquear el desarrollo natural
de una nueva colonia, el más eficaz indudablemente es una
compañía exclusiva. Otras naciones, sin establecer una compañía exclusiva, han
restringido el comercio con sus colonias a un puerto determinado
de la metrópoli, de donde no se permitía zarpar a
ningún barco salvo que estuviese integrado en una flota y
(54:58):
en una estación dada del año. Si zarpaba en solitario,
debía pagar una licencia especial, que casi siempre era muy cara.
Esta política evidentemente abría el comercio colonial a todos los
nativos de la metrópoli, pero siempre que comerciaran en el
puerto debido, en el momento debido y en los barcos debidos.
Pero todos los comerciantes que asociaban sus capitales para fletar
(55:20):
esos barcos autorizados veían que les convenía actuar en concertación,
con lo que el comercio realizado de esta manera confluía
hacia los mismos principios que el de una compañía exclusiva.
El beneficio de esos comerciantes resultaba igualmente exorbitante y opresivo.
Las colonias eran mal abastecidas y obligadas a comprar muy
caro y vender muy barato. Esta ha sido hasta hace
(55:43):
poco la política de España y por eso se dice
que el precio de todos los artículos europeos en las
Indias Occidentales Españolas ha sido enorme. Otras naciones dejan al
comercio con sus colonias libre para todos sus súbditos, que
pueden realizarlo desde todos los distintos puertos de la metrópoli,
sin necesitar otra licencia que los despachos normales de las aduanas.
(56:06):
En este caso el número y dispersión de los comerciantes
hace imposible que entren en concertación y la competencia es
suficiente para impedir que obtengan beneficios demasiado exorbitantes. Con una
política tan liberal las colonias pueden vender su producción y
comprar los artículos europeos a precios razonables. Esta ha sido,
desde la disolución de la Compañía de Plymouth, cuando nuestras
(56:29):
colonias apenas estaban en su infancia, la política de Inglaterra,
también ha sido por regla general la de Francia, y
lo ha sido sistemáticamente desde la disolución de la que
en Inglaterra es habitualmente conocida con el nombre de Compañía
del Mississippi. En consecuencia, el beneficio en el comercio que
Francia e Inglaterra entablan con sus colonias, aunque sin duda
(56:50):
es algo superior al que se obtendría si el mercado
fuese libre para todas las demás naciones, no es en
modo algún exorbitante, y por ello el precio de los
bienes europeos no es extravagantemente alto en casi ningún lugar
de las colonias de ambas naciones. El liberalismo de Inglaterra
con respecto al comercio de sus colonias se ha limitado
al mercado para sus productos en bruto o en una
(57:12):
primera etapa de su elaboración. Pero los comerciantes e industriales
de Gran Bretaña se han reservado para sí mismos el
mercado colonial de las manufacturas más avanzadas y refinadas, y
han presionado sobre los legisladores para impedir que se desarrollen
en las colonias, a veces mediante aranceles y otras veces
mediante prohibiciones absolutas. El prohibir a un pueblo que saque
(57:35):
el máximo partido a su producción, o que invierta su
capital y su trabajo en la forma que juzgue más conveniente,
es una violación manifiesta de los derechos humanos más sagrados.
No obstante, por injustas que sean esas prohibiciones, hasta ahora
no han resultado particularmente dañinas para las colonias. La tierra
es tan barata, y en consecuencia el trabajo tan caro,
(57:58):
que pueden importar de la metrópoli casi todas las manufacturas
más finas y avanzadas más baratas que si las fabricaran allí. Así,
aunque esas industrias no estuviesen prohibidas, la consideración a su
propio interés les habría impedido probablemente acometerlas en la etapa
actual de su desarrollo. Esas prohibiciones en la actualidad no
(58:18):
coartan su actividad ni la restringen de ningún empleo al
que se habría dirigido espontáneamente, son sólo marcas impertinentes de
esclavitud que sin razón suficiente les impone el recelo infundado
de los comerciantes e industriales metropolitanos. Pero en una etapa
más avanzada pueden transformarse realmente en opresivas e insoportables. Debe
(58:39):
observarse que los principales consejeros detrás de casi todas las
reglamentaciones del comercio colonial han sido los comerciantes que lo
llevan a cabo. No debe sorprendernos, por tanto, que en
la mayor parte de ellas se haya prestado más atención
a su interés que al de las colonias o al
de la metrópoli. Pero aunque la política de Gran Bretaña
con relación al comercio de sus colonias ha sido dictada
(59:02):
por el mismo espíritu mercantil que la de otras naciones,
ha resultado en conjunto menos antiliberal y opresiva que la
de ninguna otra. A excepción de su comercio exterior, la
libertad de los colonos ingleses para administrar sus asuntos a
su manera es total. En todo respecto es igual a
la de sus conciudadanos de la madre patria, y está
(59:23):
igualmente garantizada por una asamblea de representantes del pueblo que
reivindican en exclusiva el derecho de establecer impuestos para sostener
al gobierno colonial. Antes de que comenzaran los disturbios actuales,
las asambleas coloniales gozaban de poder legislativo y de parte
del Ejecutivo. En Kenareker y Rhode Island elegían al gobernador.
(59:44):
En las otras colonias designaban a los funcionarios que recaudaban
los impuestos establecidos por las asambleas respectivas, ante las que
esos funcionarios respondían directamente. Existe por tanto más igualdad entre
los colonos ingleses que entre los habitantes de la madre patria.
Sus hábitos son más republicanos y también lo son sus gobiernos,
(01:00:05):
en particular los de tres provincias de Nueva Inglaterra. Los
gobiernos absolutos de España, Portugal y Francia, por el contrario,
rigen también en sus colonias, y el poder discrecional que
esos gobiernos habitualmente delegan en todos sus funcionarios de menor
rango es ejercido naturalmente allí, debido a la enorme distancia,
(01:00:25):
con una violencia extraordinaria. Bajo todo gobierno absoluto hay más
libertad en la capital que en ningún otro lugar del país.
Al propio soberano no le interesa ni prefiere pervertir el
orden de la justicia ni oprimir a la mayoría de
la gente. En la capital su presencia se impone más
o menos sobre sus funcionarios inferiores que, en las provincias
(01:00:46):
más remotas donde es menos probable que las quejas del
pueblo lleguen hasta el monarca, pueden ejercer su tiranía con
mucha más seguridad. Y las colonias europeas en América son
más remotas que las más apartadas provincias de los mayores
imperios conocidos hasta hoy. La política europea tiene poco de
que vanagloriarse en la Fundación O, por lo que respecta
(01:01:08):
a su administración interior, en la subsiguiente prosperidad de las
colonias americanas. La insensatez y la injusticia fueron los principios
que inspiraron y dirigieron el proyecto original de fundar esas colonias,
la insensatez de buscar minas de oro y plata, y
la injusticia de anhelar la posesión de países cuyos inofensivos aborígenes,
(01:01:28):
lejos de hacer daño a las gentes europeas, recibieron a
los primeros conquistadores con toda clase de muestras de amabilidad
y hospitalidad. Es cierto que los aventureros que formaron algunos
de los establecimientos ulteriores tenían otras motivaciones más razonables y loables,
aparte de la quimérica empresa de descubrir minas de oro
y plata, pero incluso esas motivaciones honraban muy poco a
(01:01:51):
la política de Europa. Los puritanos ingleses, sojuzgados en su país,
volaron hacia la libertad en América y establecieron allí las
cuatro administraciones de Nueva Inglaterra. Los católicos ingleses, tratados mucho
más injustamente, formaron la de Maryland, los cuáqueros, la de Pensilvania.
Los judíos portugueses, perseguidos por la Inquisición, despojados de sus
(01:02:16):
fortunas y desterrados al Brasil, introdujeron mediante su ejemplo algo
de orden y laboriosidad entre los criminales y las prostitutas deportados,
que eran la población original de la colonia, y les
enseñaron a cultivar la caña de azúcar. En todos estos
casos lo que pobló y cultivó a América no fue
la sabiduría y el buen hacer sino el desorden y
(01:02:36):
la injusticia de los gobiernos europeos. Las diversas administraciones de
Europa tuvieron tan poco mérito en la ejecución de algunos
de los establecimientos coloniales más importantes como el que habían
tenido al proyectarlos. La conquista de México no provino del
Consejo de España sino de un gobernador de Cuba, y
fue llevada a cabo gracias al tesón del osado aventurero
(01:02:58):
a quien fue confiada, a pesar de todo lo que
dicho gobernador, que pronto se arrepintió de haber confiado en
una persona así, hizo para impedirlo. Los conquistadores de Chile
y Perú, y de casi todos los asentamientos españoles en
el continente americano, no recibieron más estímulo oficial que un
permiso general de colonizar y conquistar en nombre del rey
(01:03:19):
de España. Esas aventuras constituyeron todas un riesgo y gasto
privado de los aventureros. El Estado español apenas contribuyó a
ninguna de ellas. El inglés contribuyó igualmente poco al establecimiento
de algunas de sus más importantes colonias en América del Norte.
Una vez realizados esos asentamientos, y cuando crecieron lo suficiente
(01:03:41):
como para atraer la atención de la metrópoli, las primeras
reglamentaciones que ésta dictó con respecto a aquellos apuntaron a
asegurarse para ella misma el monopolio de su comercio, a
limitar su mercado y a extender el de ella a
su costa, y consecuentemente más bien a frenar y desanimar
el curso de su prosperidad, nunca a acelerarlo y desarrollarlo.
(01:04:02):
Las diversas maneras en las que este monopolio ha sido
ejecutado marcan las diferencias más fundamentales en la política de
las naciones europeas con respecto a sus colonias. La mejor
de ellas, la de Inglaterra, es sólo un poco menos
antiliberal y opresiva que la de cualquiera de las otras.¿
Entonces de qué forma ha contribuido la política de Europa
(01:04:23):
a la fundación o a la grandeza actual de las
colonias de América? de una forma, pero sólo de una forma,
ha contribuido mucho. Magna virum mater. En Europa nacieron y
crecieron los hombres que fueron capaces de tan grandes hazañas
y de sentar las bases de imperios tan vastos, y
no hay rincón del mundo cuya política pueda formar o
(01:04:45):
haya formado de hecho jamás hombres semejantes. Las colonias deben
a la política de Europa la educación y amplios horizontes
de sus activos y emprendedores fundadores, pero en lo que
se refiere a su gobierno interior, algunas de las colonias
más grandes e importantes no le deben a Europa prácticamente
nada más. El comercio exclusivo de las metrópolis tiende a
(01:05:06):
disminuir o al menos a mantener por debajo de lo
que podrían ser en otro caso tanto las comodidades y
la actividad de esas naciones en general como las de
las colonias, americanas en particular. Es un peso muerto sobre
la acción de uno de los principales resortes que pone
en marcha el grueso de los asuntos humanos. Al hacer
que los productos coloniales sean más caros en todos los
(01:05:28):
demás países reduce su consumo, y estorba así la economía
de las colonias y también las comodidades y el trabajo
de todos los demás países, que tienen menos comodidades y
pagan más por ellas, y producen menos cuando obtienen menos
a cambio de su producción. Al hacer que la producción
de todos los otros países sea más cara en las
colonias estorba análogamente el trabajo de todos los demás países
(01:05:51):
y las comodidades y la actividad en las colonias. Es
un obstáculo que limita los disfrutes y dificulta el trabajo
de todos los demás países, pero de las colonias más
que nadie, por el presunto beneficio de algunos países en particular.
No sólo excluyen todo lo que sea posible a los
demás países de un mercado particular, sino que limiten todo
(01:06:13):
lo posible a las colonias a un mercado particular. Y
hay una gran diferencia entre ser excluido de un mercado
cuando todos los demás están abiertos y ser limitado a
un mercado particular cuando todos los demás están cerrados. El
producto excedente de las colonias es la fuente original de
todo el incremento en las comodidades y en la actividad
que derivó Europa del descubrimiento y colonización de América, pero
(01:06:35):
el comercio exclusivo con las metrópolis hace que esta fuente
sea menos abundante de lo que podría ser. Las ventajas
concretas que cada país colonizador obtiene de sus colonias son
de dos tipos distintos. Primero, las ventajas normales que todo
imperio recoge de las provincias sujetas a su dominación, y segundo,
las ventajas especiales que se supone derivan de provincias de
(01:06:57):
naturaleza tan peculiar como las colonias europeas en América. Las
ventajas normales que todo imperio obtiene de las provincias sometidas
a su dominio consisten por un lado en la fuerza
militar que suministran para su defensa, y por otro lado
en el ingreso que proporcionan para sostener su gobierno civil.
Las colonias romanas aportaron ocasionalmente tanto la una como el otro.
(01:07:20):
Las colonias griegas proporcionaron a veces una fuerza militar, pero
rara vez un ingreso. No se reconocían como sujetas a
la dominación de la metrópoli. Eran sus aliadas en la guerra,
pero raramente sus súbditas en la paz. Las colonias europeas
de América no han contribuido hasta hoy con ninguna fuerza
militar para la defensa de la madre patria. Su fuerza
(01:07:44):
militar no ha sido suficiente aún ni para su propia defensa,
y en las diversas guerras que han entablado las metrópolis,
la defensa de sus colonias ha representado una considerable distracción
de efectivos militares. En este aspecto, por lo tanto, todas
las colonias europeas sin excepción han sido causa más de
debilidad que de fortaleza para sus respectivas metrópolis. Sólo las
(01:08:07):
colonias de España y Portugal han contribuido con algún ingreso
a la defensa de la madre patria o al sostenimiento
de su gobierno civil. Los impuestos aplicados sobre las de
otras naciones europeas, en particular sobre las de Inglaterra, muy
pocas veces han cubierto el gasto desembolsado en ellas en
tiempos de paz, y jamás lo han hecho en tiempos
de guerra. Esas colonias, entonces, han sido para sus metrópolis
(01:08:32):
respectivas una fuente de gasto y no de ingreso. Las
ventajas de esas colonias para sus metrópolis estriban sólo en
los beneficios especiales que presuntamente derivan de la peculiar naturaleza
de las colonias europeas en América, y es sabido que
el comercio exclusivo es la única fuente de esos beneficios especiales.
(01:08:52):
Como consecuencia de dicho comercio exclusivo, por ejemplo, toda la
parte del producto excedente de las colonias inglesas que consiste
en las llamadas mercancías enumeradas no puede ser enviada a
ningún otro país que no sea Inglaterra. los demás países
deben comprarle después a inglaterra esas mercancías deben ser por
tanto más baratas en inglaterra que en cualquier otro lugar
(01:09:14):
y deben contribuir a incrementar las comodidades de inglaterra más
que las de cualquier otro país pero es posible que
esta ventaja sea más relativa que absoluta y otorgue al
país que la disfruta una superioridad originada en la depresión
de la actividad y producción de otros, y no en
el aumento de las de ese país por encima de
lo que naturalmente sucedería si el comercio fuese libre. El
(01:09:37):
tabaco de Maryland y Virginia, por ejemplo, merced al monopolio
que Inglaterra tiene sobre él, resulta evidentemente más barato en
Inglaterra que en Francia, donde Inglaterra vende una parte muy considerable.
Pero si Francia y los demás países europeos hubiesen podido
siempre comerciar libremente con Maryland y Virginia, el tabaco de
(01:09:57):
esas colonias podría ser hoy más barato de lo que es,
no sólo en todos esos países sino también en Inglaterra.
La producción de tabaco, como consecuencia de un mercado mucho
más amplio del que ha disfrutado hasta hoy se habría
incrementado probablemente en tal grado como para reducir los beneficios
de una plantación de tabaco hasta su nivel natural como
los de una plantación de cereales. El precio del tabaco
(01:10:21):
probablemente habría caído por debajo de su nivel actual. La
misma cantidad de mercancías de Inglaterra o de esos otros
países compraría en Maryland y Virginia una cantidad mayor de
tabaco que hoy. Es cierto que Inglaterra no tendría en
ese caso ventaja alguna sobre los demás países. Podría comprar
el tabaco de sus colonias algo más barato y por
(01:10:43):
ello vender algunas de sus propias mercancías más caro que ahora.
pero no podría ni comprar el primero más barato ni
vender las segundas más caras que ningún otro país. Podría
ganar una ventaja absoluta pero ciertamente perdería una ventaja relativa.
Hay razones muy fundadas para creer que Inglaterra, con objeto
(01:11:03):
de recoger esa ventaja relativa en el comercio colonial, para
ejecutar el envidioso y maligno proyecto de excluir del mismo
a otras naciones en todo lo posible, no sólo ha
sacrificado una parte de la ventaja absoluta que ella, igual
que cualquier otra nación, podría haber obtenido gracias a ese comercio,
sino que se ha sometido ella misma a una desventaja
(01:11:23):
absoluta y relativa en casi cualquier otra rama del comercio.
cuando a través de la Ley de Navegación Inglaterra asumió
el monopolio del comercio colonial, los capitales extranjeros que antes
se habían invertido en él fueron necesariamente retirados. El capital inglés,
que antes realizaba una parte del mismo, pasó a realizar todo.
(01:11:44):
El capital que antes suministraba a las colonias sólo una
fracción de las mercancías europeas que demandaban pasó a ser
el único invertido en suministrarles todas. pero no pudo abastecerlas
por completo y los bienes que les llevaba se vendieron
necesariamente a un precio mucho más elevado. El capital que
antes compraba una sección del producto excedente de las colonias
(01:12:05):
pasó a ser el único invertido en comprarles todo ese producto,
pero no pudo hacerlo al precio antiguo, así que lo
que les compró debió hacerlo muy barato. Pero en la
inversión de un capital en la que el comerciante vendía
muy caro y compraba muy barato el beneficio debió ser
muy abultado y estar muy por encima del beneficio en
otras ramas del comercio. Esta superioridad del beneficio en el
(01:12:28):
comercio colonial indefectiblemente debía desviar de otras ramas una parte
del capital antes invertido en ellas. Esta revolución del capital,
así como intensificó gradualmente la competencia en el comercio colonial,
atenuó paulatinamente esa competencia en las demás ramas, así como
fue reduciendo los beneficios de aquel. Debió ir aumentándolos de éstas,
(01:12:49):
hasta que todos los beneficios arribaron a un nuevo equilibrio,
distinto y algo más elevado que el que existía antes.
Este doble efecto de desviar capital de otras ramas y
de subir la tasa de beneficio algo por encima del
que habría regido en todas las actividades en otro caso,
no sólo se derivó de ese monopolio cuando fue instaurado
por vez primera sino que ha continuado desde entonces. En
(01:13:13):
primer lugar, dicho monopolio ha estado permanentemente drenando capitales de
todas las demás actividades hacia el comercio colonial. El capital
comercial de Gran Bretaña es muy considerable pero no es infinito.
Ha crecido mucho desde la ley de navegación, pero como
no lo ha hecho tanto como el comercio colonial, ese
comercio no habría podido proseguir sin la retirada de una
(01:13:35):
parte del capital de otras ramas del comercio, ramas que
consiguientemente han sufrido una cierta decadencia. Si el creciente comercio
de las colonias hubiese sido liberado para todas las naciones,
cualquier fracción del mismo que hubiese correspondido a Gran Bretaña,
y probablemente le habría correspondido una fracción muy considerable, habría
(01:13:56):
representado una adición al intenso comercio que desarrollaba con anterioridad.
Pero como resultado del monopolio, el incremento del comercio colonial
no suscitó tanto una adición al comercio anterior de Gran
Bretaña sino más bien un cambio total en su dirección.
En segundo lugar, el monopolio ha contribuido necesariamente a mantener
(01:14:16):
a la tasa de beneficio en todas las ramas del
comercio británico por encima de la que naturalmente habría existido
si se hubiese permitido a todas las naciones comerciar libremente
con las colonias británicas. El monopolio del comercio colonial, así
como desvió hacia esa actividad una proporción mayor del capital
de Gran Bretaña del que habría acudido a ella espontáneamente,
(01:14:38):
también redujo merced a la expulsión de los capitales extranjeros
la cantidad total de capital invertido en esa actividad por
debajo de lo que naturalmente habría sido el caso con
el libre comercio. Pero al reducir la competencia de los
capitales en esa rama, necesariamente elevó la tasa de beneficio.
y al reducir también la competencia de los capitales británicos
(01:14:59):
en las demás ramas, necesariamente aumentó la tasa de beneficio
británica en todas ellas. Ahora bien, todo lo que incremente
en cualquier país la tasa de beneficio normal por encima
que lo que sería en otra circunstancia, necesariamente inflige a
ese país tanto una desventaja absoluta como una relativa en
todas las actividades donde no tiene monopolio. La desventaja absoluta
(01:15:23):
se debe a que en esas ramas sus empresarios no
pueden obtener dicho beneficio extraordinario sin vender los bienes de
países extranjeros que importan y los bienes locales que exportan
al extranjero a un precio mayor que en otro caso.
Su propio país deberá comprar más caro y vender más caro,
comprar menos y vender menos, disfrutar menos y producir menos
(01:15:44):
de lo que podría en otras circunstancias. La desventaja relativa
se debe a que en esas ramas el país sitúa
a otros países no sometidos a la misma desventaja absoluta
en una posición más alta o no tan baja con
respecto a la suya como la que tendrían en otro caso.
Les permite disfrutar más y producir más en proporción a
lo que él disfruta y produce. Vuelve a su superioridad
(01:16:07):
mayor o a su inferioridad menor de lo que podría ser.
Al elevar el precio de su producción por encima del
que sería en otro caso, permite a los empresarios extranjeros
vender más barato en los mercados exteriores, con lo que
el país queda desplazado virtualmente de todas las ramas del
comercio sobre las que no tenga el monopolio. Nuestros empresarios
(01:16:28):
se quejan con frecuencia de los altos salarios de los
trabajadores británicos como causa de que sus manufacturas no sean
competitivas en los mercados exteriores, pero nada dicen de los
beneficios elevados. Lamentan las extravagantes ganancias de otras personas, pero
nada dicen de las propias. En cualquier caso, los altos
beneficios del capital británico pueden contribuir a la elevación del
(01:16:51):
precio de las manufacturas británicas en muchos casos tanto como
los altos salarios de los trabajadores británicos, y en algunos
casos probablemente más. De esta forma puede afirmarse con justicia
que el capital de Gran Bretaña ha sido en parte
retirado y en parte desplazado de todas las diversas ramas
del comercio en donde no tiene monopolio, en particular del
(01:17:12):
comercio de Europa y de las naciones que se ubican
en torno al mar Mediterráneo. Ha sido en parte retirado
de esas ramas por la atracción del beneficio mayor del
comercio colonial, como consecuencia del aumento incesante de ese comercio
y de la constante insuficiencia del capital que lo sostenía
un año para sostenerlo en el siguiente. En parte ha
(01:17:33):
sido desplazado de ellas por la ventaja que la alta
tasa de beneficio de Gran Bretaña otorga a otros países
en todas las ramas donde Gran Bretaña no tiene monopolio.
El monopolio del comercio colonial ha retirado de esas otras
ramas una parte del capital británico que habría sido invertido
en ellas de otro modo, y ha forzado hacia ellas
a muchos capitales extranjeros que jamás habrían acudido de no
(01:17:56):
haber sido expulsados del comercio colonial. En esas ramas ha
disminuido la competencia de los capitales británicos y ha aumentado
así la tasa de beneficio británica por encima de la
que se establecería en otro caso. Por otro lado ha
acentuado la competencia de los capitales extranjeros y deprimido por
ello la tasa de beneficio extranjero por debajo de lo
(01:18:16):
que podría haber sido. Tanto en un caso como en
otro ha infligido a Gran Bretaña una desventaja relativa en
todas esas otras ramas. Se podría argumentar que el comercio
colonial es más ventajoso para Gran Bretaña que cualquier otro,
y que el monopolio, al forzar hacia esa actividad una
mayor proporción del capital de Gran Bretaña de la que
(01:18:37):
habría acudido hacia ella en otro caso, ha desviado ese
capital hacia una inversión mucho más ventajosa para el país
que cualquier otra. La inversión de cualquier capital más conveniente
para el país al que pertenece es la que sostiene
a una cantidad mayor de trabajo productivo e incrementa al
máximo el producto anual de la tierra y el trabajo
del país. Pero la cantidad de trabajo productivo que puede
(01:19:00):
mantener cualquier capital invertido en el comercio exterior de consumo
está en exacta proporción, como fue demostrado en el libro segundo,
con la frecuencia de sus rendimientos. Un capital de mil libras,
por ejemplo, invertido en un comercio exterior de consumo cuyos
rendimientos se generan regularmente una vez por año puede mantener
en empleo constante en el país a una cantidad de
(01:19:22):
trabajo productivo igual a lo que mil libras puedan mantener
allí durante un año. Si los rendimientos se producen dos
o tres veces por año, puede mantener en empleo constante
a una cantidad de trabajo productivo equivalente a lo que
se pueda mantener con dos o tres mil libras anuales.
Un comercio exterior de consumo entablado con un país vecino
(01:19:42):
es por eso más ventajoso que uno entablado con un
país distante, y por la misma razón, como también se
explicó en el libro segundo, un comercio exterior directo de
consumo es más ventajoso por regla general que uno indirecto.
Pero el monopolio del comercio colonial, en la medida en
que ha actuado sobre la inversión del capital de Gran Bretaña,
(01:20:03):
ha forzado en todos los casos a una parte del
mismo desde un comercio exterior de consumo con un país
vecino a uno con un país más lejano, y en
muchos casos de un comercio exterior de consumo directo a
uno indirecto. Asimismo, el monopolio del comercio colonial ha forzado
a una parte del capital de Gran Bretaña desde un
comercio exterior de consumo a uno de tránsito y consecuentemente
(01:20:26):
del mantenimiento en cierto grado de la actividad de Gran
Bretaña al mantenimiento en parte de la actividad de las
colonias y en parte de la de otros países. Al
dirigir hacia el comercio colonial una fracción mayor del capital
de Gran Bretaña de la que habría acudido a él naturalmente,
el monopolio ha quebrado profundamente el equilibrio natural que habría
tenido lugar de otro modo entre las diferentes ramas de
(01:20:49):
la actividad británica. En lugar de ajustarse a un gran
número de mercados pequeños, la actividad de Gran Bretaña se
ha adecuado principalmente a un solo gran mercado. Su comercio,
en vez de fluir a lo largo de numerosos canales,
ha sido obligado a fluir sólo por un gran canal.
De esta forma todo su sistema industrial y comercial se
(01:21:10):
ha vuelto menos seguro y todo el estado de su
cuerpo político menos saludable de lo que habría sido en
otro caso. En su situación actual, Gran Bretaña se parece
a uno de esos cuerpos enfermos, algunas de cuyas partes
vitales han crecido exageradamente, y que por ello están más
expuestos a muchos desórdenes peligrosos que apenas tienen incidencia sobre
(01:21:30):
organismos cuyas partes están más adecuadamente proporcionadas. Una pequeña interrupción
en un gran vaso sanguíneo, que ha sido artificialmente dilatado
por encima de sus dimensiones naturales y hacia el que
ha sido forzada la circulación de una proporción antinatural de
la actividad y el comercio del país, es muy probable
que desencadene las más peligrosas perturbaciones en el conjunto del
(01:21:52):
cuerpo político. De ahí que el temor a un ruptura
con las colonias haya impactado sobre el pueblo de Gran
Bretaña suscitando más terror que el que jamás sintió hacia
una armada española o una invasión francesa. Fue ese terror,
bien o mal fundado, el que hizo que la derogación
de la ley del timbre fuese una medida popular, al
menos entre los comerciantes. Ante la eventual exclusión del comercio colonial,
(01:22:17):
aunque fuese por unos pocos años, el grueso de nuestros
comerciantes creyó ver la completa interrupción de su negocio, el
grueso de nuestros industriales, la ruina total de su negocio,
y el grueso de nuestros trabajadores, la desaparición de sus empleos.
Una posible ruptura con cualquiera de nuestros vecinos, aunque probablemente
también daría lugar a algún freno o interrupción de las
(01:22:40):
actividades de alguna de esas clases de personas o de todas,
jamás es contemplada con una inquietud semejante. Cuando se interrumpe
la circulación en algunas venas pequeñas, la sangre desemboca fácilmente
en una más grande sin ocasionar desorden grave alguno, pero
cuando se bloquea en alguna vena grande, las consecuencias inmediatas
e inevitables son convulsiones, apoplejía o muerte. Ante una pequeña
(01:23:04):
parada o interrupción en una sola de las industrias artificialmente
expandidas gracias a primas o a monopolios en el mercado
nacional o colonial se desatan a menudo motines y perturbaciones
que alarman a los gobiernos y hasta impiden las deliberaciones
de las cámaras legisladoras. ¿Cuál, se pensó, no sería la
zozobra y el desconcierto suscitados necesariamente por una ruptura súbita
(01:23:27):
y completa de la actividad de una proporción tan notable
de nuestros principales industriales? Una moderada y gradual relajación de
las leyes que otorgan a Gran Bretaña el comercio colonial
en exclusiva, hasta que sea en buena medida un comercio libre,
parece ser la única forma de librar a Gran Bretaña
de ese peligro, de permitirle o incluso forzarla a retirar
(01:23:48):
una parte de su capital desde este empleo hipertrofiado e
invertirlo en otras actividades, aunque con un beneficio menor. Al
reducir gradualmente una rama de su actividad e incrementar gradualmente
todas las otras, eso puede paulatinamente restaurar en todas las
ramas ese equilibrio natural, saludable y adecuado que la perfecta
libertad necesariamente establece y que sólo ella puede preservar. El
(01:24:12):
abrir completamente el comercio colonial de un golpe y a
todas las naciones puede descargar no sólo inconvenientes transitorios sino
una pérdida abultada y permanente sobre la mayoría de aquellos
cuyo trabajo y capital están hoy ocupados en él. Así
son de desgraciados los efectos de todas las reglamentaciones del
sistema mercantil. No sólo introducen desórdenes muy peligrosos en el
(01:24:34):
estado del cuerpo político, sino que son desórdenes con frecuencia
difíciles de remediar sin ocasionar, al menos durante un tiempo,
desórdenes todavía mayores. La forma, entonces, en que el comercio
colonial debe ser gradualmente abierto, cuáles deben ser las restricciones
a suprimir antes y cuáles después, o la forma concreta
(01:24:55):
en que el sistema natural de perfecta libertad y justicia
debe ser gradualmente restaurado, es algo que debemos dejar que
determine la sabiduría de los políticos y legisladores del futuro.
Cinco acontecimientos distintos, imprevistos e impensados, han concurrido afortunadamente para
evitar que Gran Bretaña sufriese tanto como se había pronosticado
(01:25:15):
a partir de la exclusión total que ya hace más
de un año. Desde el primero de diciembre de 1774, tuvo
lugar en una rama importante del comercio colonial, la de
las doce provincias asociadas de América del Norte. Primero, esas colonias,
al prepararse para el compromiso de no importar agotaron a
Gran Bretaña por completo de todas las mercancías adecuadas para
(01:25:38):
su mercado. Segundo, la demanda extraordinaria de la flota española
absorbió muchas mercancías de Alemania y del norte, en particular
tejidos de hilo, que solían competir con las manufacturas de
Gran Bretaña incluso en el mercado británico. Tercero, la paz
entre Rusia y Turquía suscitó una demanda notable en el
mercado turco, que había sido Pobremente abastecido durante la depresión
(01:26:01):
del país, cuando la flota rusa surcaba el archipiélago. Cuarto,
la demanda de manufacturas de Gran Bretaña en el norte
de Europa ha venido creciendo en los últimos años. Y quinto,
la reciente partición y consiguiente pacificación de Polonia, al abrir
el mercado de ese gran país, ha supuesto este año
una demanda extraordinaria añadida desde allí a la creciente demanda
(01:26:24):
desde el norte. Salvo el cuarto, todos estos acontecimientos son
por naturaleza transitorios y accidentales, y la exclusión de una
parte tan importante del comercio colonial, si por desgracia se
mantiene durante mucho tiempo más, puede de todas maneras ocasionar
una cierta penuria. No obstante, como esta penuria sobrevendrá gradualmente,
(01:26:46):
será padecida menos severamente que si se hubiera desencadenado de golpe,
y entre tanto la actividad y el capital del país
podrán encontrar un nuevo empleo y una nueva dirección, lo
que podrá impedir que la penuria alcance un nivel considerable.
Debemos distinguir cuidadosamente entre los efectos del comercio colonial y
los del monopolio de dicho comercio. Los primeros son siempre
(01:27:08):
innecesariamente beneficiosos, los segundos son siempre innecesariamente perjudiciales. Ahora bien,
los primeros son tan beneficiosos que el comercio colonial, aunque
esté sometido a un monopolio y a pesar de las
consecuencias dañinas del mismo, es a pesar de todo beneficioso
en su conjunto, aunque mucho menos de lo que podría ser.
(01:27:30):
El efecto del comercio colonial en su estado natural y
libre es abrir un vasto aunque distante mercado para aquellas
partes de la producción británica que puedan exceder a la
demanda de los mercados más cercanos, los de Europa y
los países que se hallan en torno al mar Mediterráneo.
En su estado natural y libre, el comercio colonial, sin
retirar de esos mercados ninguna parte de la producción que
(01:27:52):
antes se les remitía, estimula a Gran Bretaña a incrementar
el excedente sin cesar, al presentarle continuamente nuevos equivalentes para
ser intercambiados por él. En su estado natural y libre
el comercio colonial tiende a incrementar la cantidad de trabajo
productivo en Gran Bretaña pero sin alterar en modo alguno
la dirección que había adoptado el trabajo productivo empleado allí antes.
(01:28:14):
En el estado natural y libre del comercio colonial la
competencia de todas las demás naciones impide que la tasa
de beneficio suba por encima del nivel normal, ni en
el nuevo mercado ni en los nuevos empleos. Sin retirar
nada del antiguo, el mercado nuevo crea, por así decirlo,
una producción nueva para su abastecimiento, y esa nueva producción
(01:28:35):
constituye un nuevo capital para desarrollar los nuevos empleos, que
de la misma forma nada retiran de los antiguos. Por
el contrario, el monopolio del comercio colonial, al excluir la
competencia de otras naciones y aumentar así la tasa de
beneficio tanto en el nuevo mercado como en el nuevo empleo,
desvía la producción desde el mercado viejo y el capital
(01:28:56):
de las inversiones antiguas. El propósito declarado del monopolio es
aumentar nuestra participación en el comercio colonial por encima de
lo que sucedería en otro caso. Si nuestra participación fuese
la misma con o sin el monopolio, no habría razón
alguna para establecerlo. Pero todo lo que fuerce hacia una
rama cuyos rendimientos son más lentos y distantes que los
(01:29:18):
del grueso de las demás a una proporción mayor del
capital de cualquier país de la que acudiría hacia ella espontáneamente,
necesariamente hace que la cantidad total de trabajo productivo mantenida
allí anualmente, que el producto anual total de la tierra
y el trabajo de ese país, sea menor que el
que sería de otro modo. Reduce el ingreso de los
(01:29:38):
habitantes del país por debajo del que podría ser naturalmente,
y disminuye por ello su capacidad de acumulación. No sólo
impide siempre que su capital sostenga a una cantidad de
trabajo productivo mayor, sino que evita también que crezca tan
rápidamente como podría, y consiguientemente que pueda mantener una cantidad
de trabajo productivo aún mayor. Sin embargo, los buenos efectos
(01:30:02):
naturales del comercio colonial compensan con creces a Gran Bretaña
por los malos efectos del monopolio, con lo cual, a
pesar del monopolio, ese comercio en sus condiciones actuales no
sólo resulta ventajoso sino muy ventajoso. Los nuevos mercados y
nuevas inversiones abiertos por el comercio colonial son mucho más
amplios que la porción del viejo mercado y las viejas
(01:30:23):
inversiones que se pierde con el monopolio. La nueva producción
y los nuevos capitales que son, por así decirlo, creados
por el comercio colonial mantienen en Gran Bretaña a una
cantidad mayor de trabajo productivo del que puede haber sido
destruido por la revolución del capital desde otras actividades cuyos
rendimientos son más frecuentes. Pero si el comercio colonial, incluso
(01:30:45):
bajo su forma actual, es ventajoso para Gran Bretaña, no
lo es gracias al monopolio sino a pesar del monopolio.
El comercio colonial abre un nuevo mercado más bien para
la industria que para la producción primaria. La agricultura es
la actividad más adecuada para todas las colonias nuevas, una
actividad que la baratura de la tierra vuelve más ventajosa
(01:31:06):
que cualquier otra. Tienen por eso una abundante producción de
la tierra, y en vez de importarla de otros países
cuentan habitualmente con un copioso excedente para exportar. En las
nuevas colonias la agricultura atrae mano de obra de todas
las demás actividades o impide que se dirija hacia ellas.
Hay poca mano de obra disponible para las industrias necesarias
(01:31:28):
y ninguna para las ornamentales. Es más barato comprar el
grueso de ambas clases de manufacturas en otros países que
fabricarlas localmente. Y es fundamentalmente mediante el estímulo de la
industria europea que el comercio colonial incentiva indirectamente su agricultura.
Los industriales europeos a los que dicho comercio brinda una
(01:31:49):
actividad constituyen un nuevo mercado para los productos de la tierra,
y el mercado más ventajoso de todos, el mercado local
para cereales y ganado, para el pan y la carne
de Europa, es así notablemente extendido gracias al comercio con América.
Los ejemplos de España y Portugal demuestran claramente que el
monopolio del comercio de las colonias pobladas y prósperas no
(01:32:12):
es suficiente ni para crear ni para mantener industrias en
cualquier país. España y Portugal eran países manufactureros antes de
tener colonias importantes, y ambos han dejado de serlo desde
que poseen las más ricas y fértiles del mundo. En
España y Portugal los malos efectos del monopolio, agravados por
otras causas, probablemente han casi compensado los buenos efectos naturales
(01:32:35):
del comercio colonial. Esas causas fueron, otros monopolios de diverso tipo,
la degradación del valor del oro y la plata por
debajo del que rigen la mayoría de los demás países,
la exclusión de mercados extranjeros debido a inadecuados impuestos a
la exportación y la estrechez del mercado local debido a
impuestos incluso más inadecuados sobre el transporte de bienes de
(01:32:57):
una parte del país a otra, pero sobre todo esa
administración de justicia irregular y parcial que con frecuencia protege
al deudor rico y poderoso. frente a la demanda del
acreedor lesionado, y que hace que la sección laboriosa de
la nación tema elaborar bienes para el consumo de personajes
grandes y altaneros, ante quienes no se atreven a rehusar
vender a crédito, y de quienes no tienen la más
(01:33:19):
mínima seguridad de que les paguen. En Inglaterra, por el contrario,
los buenos efectos naturales del comercio colonial, auxiliados por otras causas,
han superado en buena medida a los malos efectos del monopolio.
Estas causas han sido, la libertad general de comercio que
a pesar de algunas restricciones es al menos la misma
(01:33:39):
y probablemente mayor que la de cualquier otro país, la
libertad de exportar sin aranceles a cualquier país extranjero prácticamente
cualquiera de los bienes producidos localmente, y lo que quizás
es más importante, la libertad de transportarlos de una parte
a otra de nuestro país sin la obligación de informar
a ninguna oficina pública y sin estar expuestos a cuestionamiento
(01:34:00):
o investigación alguna, pero sobre todo es administración equitativa e
imparcial de la justicia, que hace que los derechos del
más modesto súbdito británico deban ser respetados por el más
encumbrado y que, al asegurar a cada persona el fruto
de su trabajo, brinda el estímulo mayor y más efectivo
a toda clase de actividades. Pero si la industria de
(01:34:23):
Gran Bretaña se ha desarrollado, y sin duda lo ha hecho,
a través del comercio colonial, no lo ha hecho gracias
al monopolio de dicho comercio sino a pesar del monopolio.
El efecto del monopolio no ha sido aumentar la cantidad
sino cambiar la forma de una parte de la industria
de Gran Bretaña, y ajustar a un mercado cuyos rendimientos
son lentos y distantes lo que de otro modo se
(01:34:45):
habría ajustado a uno cuyos retornos habrían sido más frecuentes
y cercanos. Su efecto ha sido en consecuencia desviar una
parte del capital de Gran Bretaña de una inversión en
la que habría mantenido a una cantidad mayor de trabajo
industrial a uno donde mantiene una cantidad menor, con lo
que no ha incrementado la cantidad total de la industria
manufacturera de Gran Bretaña sino que la ha disminuido. El
(01:35:08):
monopolio del comercio colonial, por lo tanto, igual que todos
los demás expedientes mezquinos y malignos del sistema mercantil, deprime
la actividad de todos los demás países, pero especialmente la
de las colonias, sin aumentar en lo más mínimo, sino
por el contrario disminuyendo la actividad del país en cuyo
beneficio fue impuesto. El monopolio impide que el capital del país,
(01:35:31):
cualquiera sea en cada momento dado el nivel de ese capital,
mantenga a una cantidad de trabajo productivo tan grande como
podría en otro caso, y de suministrar a los habitantes
laboriosos un ingreso tan caudaloso como podría. Pero como el
capital sólo puede crecer mediante ahorros de un ingreso, al
impedir el monopolio que genere un ingreso tan elevado como podría,
(01:35:53):
necesariamente impide que crezca tan velozmente como podría, y por
consiguiente que mantenga una cantidad de trabajo productivo incluso mayor
y que dé lugar a un ingreso todavía mayor para
los habitantes laboriosos del país. Por lo tanto, el monopolio
en todo momento necesariamente hace que una de las grandes
fuentes originales del ingreso, los salarios del trabajo, sea menor
(01:36:15):
de lo que podría ser de otro modo. Al elevar
la tasa de beneficio mercantil, el monopolio desalienta las mejoras
de la tierra. El beneficio de la mejora depende de
la diferencia entre lo que la tierra de hecho produce
y lo que podría producir con la inversión de un
determinado capital. Si esta diferencia da lugar a un beneficio
(01:36:35):
mayor que el que puede obtenerse con un capital igual
en otra inversión mercantil, la roturación de tierras retirará capitales
de todas las inversiones comerciales. Si el beneficio es menor,
las inversiones mercantiles atraerán capitales de la mejora de la tierra.
Todo lo que eleve la tasa de beneficio comercial, entonces,
(01:36:56):
moderá la superioridad o acentúa la inferioridad del beneficio de
la roturación. En un caso impide que el capital acuda
a la tierra y en el otro retira capital de
la misma. Pero al desanimar las mejoras, el monopolio necesariamente
retarda el incremento natural de otra de las grandes fuentes
primitivas del ingreso, la renta de la tierra. Al elevar
(01:37:16):
la tasa de beneficio en monopolio a sí mismo necesariamente
empuja al tipo de interés de mercado por encima de
lo que sería en otra circunstancia. Pero el precio de
la tierra en proporción a la renta que genera, el
número de años de renta que habitualmente se paga por ella,
necesariamente cae cuando el tipo de interés sube, y sube
cuando el tipo de interés cae. El monopolio, por lo tanto,
(01:37:40):
perjudica al terrateniente por dos vías distintas, puesto que retarda
el incremento natural, primero, de su renta, y segundo, del
precio que puede obtener por su tierra en proporción a
la renta que le proporciona. Es cierto que el monopolio
eleva la tasa de beneficio mercantil, y así aumenta las
ganancias de nuestros comerciantes. Pero como obstruye el crecimiento natural
(01:38:03):
del capital, tiende no a aumentar sino a disminuir la
suma total del ingreso que los habitantes del país derivan
de los beneficios del capital, puesto que por regla general
un pequeño beneficio sobre un gran capital genera un ingreso
mayor que un gran beneficio sobre un capital pequeño. El
monopolio incrementa la tasa de beneficio pero impide que el
total del beneficio aumente todo lo que podría. El monopolio
(01:38:27):
vuelve menos abundantes a todas las fuentes primitivas del ingreso,
los salarios del trabajo, la renta de la tierra y
los beneficios del capital. Con objeto de fomentar el pequeño
interés de una pequeña clase de personas en un país
perjudica los intereses de todas las otras clases de personas
en el país y de todas las personas de todos
los demás países. el monopolio se ha mostrado o puede
(01:38:50):
mostrarse ventajoso para una clase particular sólo mediante la elevación
de la tasa normal de beneficios. Pero aparte de todos
los efectos perjudiciales para el país en general, que ya
han sido mencionados como resultante necesaria de una alta tasa
de beneficios, hay uno que acaso sea más desastroso que
todos ellos juntos, y que la experiencia demuestra que se
(01:39:11):
haya inseparablemente conectado con dicha tasa. En todas partes una
tasa de beneficio elevada destruye la parsimonia que en otras
circunstancias es algo natural en la personalidad de los empresarios.
Cuando los beneficios son abultados, esa sobria virtud semeja superflua
y el lujo oneroso más adecuado a la opulencia de
su situación. Pero los propietarios de los grandes capitales mercantiles
(01:39:35):
son necesariamente los líderes y conductores de toda la economía
de cualquier nación, y su ejemplo ejerce una influencia sobre
las costumbres de la parte laboriosa de la misma mucho
más aguda que la de cualquier otra clase de personas.
Si su empleador es vigilante y frugal, el trabajador muy
probablemente lo será también, pero si el patrono es disoluto
y desordenado, el trabajador que orienta su labor según el
(01:39:58):
modelo que su patrono le prescribe también orientará su vida
según el ejemplo que aquel le presta. La acumulación resulta
así obstaculizada en las manos de quienes están naturalmente más
dispuestos a acumular, y los fondos destinados a la manutención
del trabajo productivo no derivan aumento alguno del ingreso de
aquellos que naturalmente más deberían aumentarlo. El capital del país,
(01:40:20):
en vez de aumentar, desaparece gradualmente y la cantidad de
trabajo productivo que mantiene es cada día menor.¿ Es que
los exorbitantes beneficios de los comerciantes de Cádiz o Lisboa
han expandido el capital de España y Portugal?¿ Es que
han aliviado la pobreza o promovido la economía de esos
dos países tan miserables? El tono del gasto mercantil en
(01:40:42):
esas dos ciudades comerciales ha sido tal que esos exorbitantes
beneficios no sólo no han aumentado el capital general del
país sino que apenas han resultado suficientes para mantener los
capitales que los originaron. Todos los días los capitales extranjeros
se entremeten, por así decirlo, más y más en el
comercio de Cádiz y Lisboa. Los españoles y los portugueses
(01:41:05):
procuran tensar cada día los irritantes lazos de su absurdo
monopolio para expulsar a esos capitales extranjeros de un comercio
que sus propios capitales se revelan también cada día más,
incapaces de desarrollar. Si se comparan los usos comerciales de
Cádiz y Lisboa con los de Ámsterdam se observa cuán
diversa es la reacción de la conducta y personalidad de
(01:41:26):
los comerciantes ante los beneficios del capital elevados y reducidos.
Los comerciantes de Londres no se han vuelto ciertamente unos
señores tan magníficos como los de Cádiz o Lisboa, pero
tampoco son burgueses tan cuidadosos y frugales como los de Ámsterdam.
Se supone, no obstante, que son mucho más ricos que
los primeros y no tan ricos como muchos de los segundos.
(01:41:49):
Pero su tasa de beneficio es normalmente mucho más baja
que la de los primeros y bastante más alta que
la de los segundos. Lo que llega con facilidad, con
facilidad se va, reza el proverbio, y el estilo general
del gasto es en todas partes determinado no por la
capacidad efectiva para gastar sino por la supuesta facilidad para
conseguir dinero para gastar. Y así sucede que la única
(01:42:13):
ventaja que el monopolio procura para una clase particular de
personas es de muchas maneras dañina para el interés general
del país. Fundar un vasto imperio con el único objetivo
de crear un pueblo de clientes puede parecer a primera
vista un proyecto acertado sólo para una nación de tenderos.
En realidad, es un proyecto totalmente incorrecto para una nación
(01:42:34):
de tenderos, aunque extremadamente conveniente para una nación cuyo gobierno
está influido por tenderos. Esos políticos, y sólo ellos, son
capaces de fantasear con la idea de emplear la sangre
y la fortuna de sus conciudadanos en fundar y mantener
un imperio de ese tipo. Si usted le asegura a
un tendero,« Cómpreme una buena finca y yo siempre compraré
(01:42:56):
mi ropa en su tienda, aunque deba pagar algo más
que en otras tiendas», no es probable que esté muy
dispuesto a secundar la propuesta. Pero si alguna otra persona
le compra a usted una finca, el tendero quedará muy
agradecido a su benefactor si éste le impone a usted
la condición de comprar toda su vestimenta en su tienda.
Inglaterra compró para algunos de sus súbditos que vivían con
(01:43:18):
dificultad en la madre patria una extensa finca en un
país distante. El precio fue ciertamente muy barato, y en
vez de la renta de 30 años, el precio corriente de
la tierra en la actualidad representó poco más que el
gasto de los diversos grupos que efectuaron el primer descubrimiento,
reconocieron la costa y tomaron ficticia posesión del país. La
(01:43:40):
tierra era buena y muy abundante, y al contar los
cultivadores con mucho y buen suelo para trabajar, y durante
un tiempo con libertad para vender su producción donde quisieran,
llegaron a ser en el curso de poco más de 30
o 40 años, entre 1620 y 1660, un pueblo tan numeroso y próspero
que los tenderos y otros empresarios de Inglaterra pretendieron asegurarse
(01:44:02):
el monopolio de su mercado. sin alegar que habían pagado
parte alguna del precio de compra original ni del gasto
subsiguiente en la roturación, presionaron al Parlamento para que los
cultivadores de América fuesen en el futuro restringidos a su tienda,
primero para comprar los bienes que demandasen de Europa y
segundo para vender aquellas partes de su propia producción que
(01:44:22):
esos empresarios juzgasen conveniente comprar. No juzgaron conveniente comprarla toda,
puesto que la importación de algunas partes habría interferido con
las actividades que ellos desarrollaban en su país. Ellos preferían
entonces que esas partes fuesen vendidas por los colonos donde
ellos pudieran hacerlo, y cuanto más lejos mejor, y por
(01:44:43):
ello propusieron que su mercado estuviese limitado a los países
situados al sur del Cabo Finisterre. Una cláusula de la
famosa ley de navegación otorgó rango legal a esta auténtica
propuesta de tenderos. El mantenimiento del monopolio ha sido hasta
hoy el principal objetivo, o más bien el único objetivo
y fin del dominio de Gran Bretaña sobre sus colonias.
(01:45:05):
Se supone que el comercio exclusivo es la gran ventaja
que proporcionan unas provincias que nunca han aportado ni ingresos
ni fuerza militar para el sostén del gobierno civil ni
para la defensa de la madre patria. El monopolio es
la principal marca de su dependencia y es el único
fruto que ha sido hasta hoy obtenido gracias a esa dependencia.
(01:45:25):
Todo el gasto que Gran Bretaña ha desembolsado para mantener
esa dependencia ha sido en realidad sufragado para mantener ese monopolio.
El gasto para mantener la paz en las colonias representó,
hasta el estallido de los disturbios actuales, la paga de 20
regimientos de infantería, el coste de la artillería, víveres y
provisiones extraordinarias necesarias para abastecerlos, y el coste de una
(01:45:49):
muy considerable fuerza naval que debía ser mantenida permanentemente para
vigilar el contrabando de barcos de otras naciones en la
inmensa costa de América del Norte y de nuestras islas
en las Indias Orientales. Todo el gasto en tiempo de
paz era una carga sobre el ingreso de Gran Bretaña
y era al mismo tiempo la más pequeña fracción del
coste que el dominio sobre las colonias ha representado a
(01:46:10):
la madre patria. Para llegar al total hay que añadir
al gasto anual de tiempos de paz el interés de
las sumas que Gran Bretaña ha desembolsado en diversas ocasiones
en defensa de las colonias, al considerarlas como provincias sujetas
a su soberanía. En particular hay que añadir todo el
coste de la última guerra y de buena parte de
la guerra que la precedió. La última guerra fue un
(01:46:32):
puro conflicto colonial, y todo su coste, en cualquier parte
que haya sido desembolsado, sea en Alemania o en las
Indias Orientales, debería incluirse en la cuenta de las colonias.
Ascendió a más de 90 millones de libras esterlinas, incluyendo no
sólo la nueva deuda contraída sino también el impuesto añadido
sobre la tierra de dos chelines por libra y las
(01:46:54):
sumas tomadas cada año en préstamo del fondo de amortización.
La Guerra Española que comenzó en 1739 fue básicamente una disputa colonial.
Su objetivo principal fue impedir la inspección de barcos coloniales
que realizaban un comercio de contrabando con el territorio español
del continente americano junto al mar Caribe. Todo este gasto
(01:47:16):
en realidad es una subvención concedida para mantener un monopolio.
Su objetivo supuesto fue el incentivo de la industria y
la expansión del comercio de Gran Bretaña. Su efecto real
fue aumentar la tasa de beneficio mercantil y permitir que
nuestros empresarios desviaran hacia una rama cuyos rendimientos eran más
lentos y más lejanos que los del grueso de las
(01:47:37):
otras ramas una proporción de su capital mayor de la
que habrían invertido de otro modo, fueron dos acontecimientos que
de haber podido ser evitados mediante un subsidio, quizás habría
valido la pena concederlo. Por lo tanto, bajo el presente
sistema de administración, Gran Bretaña no obtiene más que pérdidas
del dominio que ejerce sobre sus colonias. Proponer que Gran
(01:48:00):
Bretaña renuncie voluntariamente a la soberanía sobre sus colonias y
deje que elijan a sus propios magistrados, promulguen sus propias
leyes y declaren la paz o la guerra según lo
juzguen conveniente, equivaldría a proponer una clase de medida que
jamás ha sido y jamás será adoptada por ninguna nación
del mundo. Ninguna nación ha renunciado nunca voluntariamente a la
(01:48:21):
soberanía sobre provincia alguna, por más complicado que haya resultado
su gobierno y por más pequeño que resulte el ingreso
que genera en proporción al gasto que ocasiona. Aunque tales
renuncias pueden ser a menudo compatibles con el interés de
cualquier nación, son siempre mortificantes para su orgullo y, lo
que es quizás más importante, siempre contrarían al interés privado
(01:48:42):
de sus gobernantes, que se verían privados de disponer de
muchos puestos de confianza y provecho, de numerosas oportunidades para
adquirir riqueza y distinción, que rara vez deja de suministrar
la posesión de la más turbulenta y, para la mayoría
del pueblo, la menos rentable de las provincias. ni el
más entusiasta visionario sería capaz de sugerir una medida así
(01:49:05):
con alguna fundada esperanza de que alguna vez iba a
ser adoptada. Pero si fuese adoptada Gran Bretaña no sólo
se libraría de inmediato de todo el gasto anual del
mantenimiento de la paz en las colonias sino que podría
firmar con ellas un tratado comercial que le asegurase eficazmente
un comercio libre, más ventajoso para la mayoría del pueblo,
aunque menos para los comerciantes, que el monopolio de que
(01:49:28):
disfruta en la actualidad. Al separarnos así como buenos amigos,
el afecto natural de las colonias hacia la madre patria,
que acaso se haya extinguido por nuestras recientes disensiones, podría
revivir rápidamente. las dispondría no solamente a respetar durante siglos
enteros el tratado comercial acordado con nosotros al separarnos, sino
(01:49:49):
a apoyarnos tanto en la guerra como en el comercio,
y a convertirse en los aliados más fieles, afectuosos y generosos,
en vez de súbditos turbulentos y facciosos, y quizás pueda
renacer entre Gran Bretaña y sus colonias el mismo tipo
de afecto paternal de una parte, y de respeto filial
de la otra, como el que solía existir entre las
de la antigua Grecia y la metrópoli de... la que descendían.
(01:50:13):
Para que una provincia resulte ventajosa para el imperio al
que pertenece debería aportar en tiempos de paz un ingreso
a la hacienda pública suficiente no sólo para sufragar todo
el coste de su gobierno en tiempos de paz, sino
para contribuir proporcionalmente al sostén del gobierno general del imperio.
Cada provincia ocasiona, en mayor o menor medida, un incremento
(01:50:34):
en el gasto de ese gobierno general. Si una provincia
en particular, entonces, no aporta su cuota para hacer frente
a ese gasto, se arroja una carga injusta sobre alguna
otra parte del imperio. Por la misma razón, el ingreso
extraordinario con que toda provincia concurre al erario público en
tiempos de guerra debería guardar la misma proporción con el
(01:50:55):
ingreso extraordinario de todo el imperio como ocurre con su
ingreso normal en tiempos de paz. cualquiera reconocerá que ni
el ingreso ordinario ni el extraordinario que Gran Bretaña deriva
de sus colonias guarda esa proporción con el ingreso total
del Imperio Británico. Es verdad que se ha supuesto que
el monopolio, al incrementar el ingreso privado de los ciudadanos
(01:51:17):
de Gran Bretaña y al permitirles por ello pagar más impuestos,
compensa la deficiencia en los ingresos públicos de las colonias.
Pero este monopolio, como he intentado demostrar, aunque es un
gravoso tributo sobre las colonias y aunque pueda aumentar el
ingreso de una clase particular de personas en Gran Bretaña,
no aumenta sino que disminuye el ingreso de la mayoría
(01:51:39):
de la población, y en consecuencia no aumenta sino que
disminuye la capacidad de la mayoría de los ciudadanos para
pagar impuestos. Además, las personas cuyo ingreso es expandido por
el monopolio son una clase especial, a la que no
se puede grabar en mayor proporción que a otras, y
a las que sería políticamente muy peligroso intentar cobrarles proporcionalmente
(01:52:00):
más impuestos, como procuraré demostrar en el libro siguiente. De
esta clase especial, entonces, no se podrán obtener recursos especiales.
Las colonias pueden ser sometidas al pago de impuestos por
sus propias asambleas o por el Parlamento de Gran Bretaña.
No parece demasiado probable que las asambleas coloniales vayan nunca
(01:52:22):
a imponer a sus electores un ingreso público suficiente no
sólo para mantener en todo momento su gobierno civil y
militar sino para pagar su parte, proporcional en el gasto
del gobierno general del Imperio Británico. Tuvo incluso que pasar
mucho tiempo hasta que el propio parlamento inglés, pese a
estar bajo la mirada directa del soberano, pudo adoptar esas medidas,
(01:52:43):
o llegó a ser suficientemente generoso en sus concesiones en
pro del mantenimiento del gobierno civil y militar de su
propio país. Este sistema administrativo pudo ser llevado a la
práctica por el Parlamento de Inglaterra sólo cuando se distribuyeron
entre los propios parlamentarios una buena parte de los cargos,
o del control sobre los cargos, que surgían en dicho
(01:53:04):
gobierno civil y militar. Pero la distancia entre las asambleas
coloniales y la vista del soberano, su número, dispersión, y
variedad de constituciones hacen muy difícil que puedan ser administradas
de la misma forma, incluso aunque el soberano tuviera, que
no los tiene, os medios para hacerlo. Sería completamente imposible
(01:53:25):
distribuir entre todos los miembros principales de todas las asambleas
coloniales una cuota de los cargos, o del control sobre
los cargos derivados del gobierno general del imperio británico suficientemente
atractiva como para predisponerlos a renunciar a su popularidad en
su país y a obligar a sus electores a pagar impuestos.
Para sostener a ese gobierno general, casi todos de cuyos
(01:53:46):
emolumentos irían a parar a personas totalmente extrañas para ellos.
Por otra parte, la inevitable ignorancia de la administración acerca
de la importancia relativa de los diversos miembros de dichas asambleas,
los agravios que a menudo se cometerían y los desatinos
en que permanentemente se caería al intentar manejarlas de esa forma,
(01:54:06):
hacen que ese sistema administrativo resulte con ellas completamente impracticable. Además,
no puede suponerse que las asambleas coloniales sean jueces adecuados
sobre lo que es necesario para defender y mantener todo
el imperio. La labor de esa defensa y ese mantenimiento
no es responsabilidad suya, no les incumbe ni tienen medios
(01:54:27):
de información sobre ella. Igual que el consejo de una parroquia,
la asamblea de una provincia puede actuar muy correctamente con
relación a los asuntos de su propio y particular distrito,
pero carece de los adecuados elementos de juicio para los
asuntos de todo el imperio. ni siquiera puede juzgar correctamente
sobre la proporción que guarda su propia provincia con el
(01:54:48):
imperio en su conjunto, o sobre el grado relativo de
su riqueza e importancia en comparación con las demás provincias,
porque esas provincias no se hallan bajo la inspección y
supervisión de la Asamblea de ninguna provincia. Lo que sea
necesario para la defensa y preservación de todo el imperio,
y en qué proporción deben contribuir sus diversas partes, es
(01:55:09):
algo que sólo puede ser juzgado por la Asamblea que
inspecciona y supervisa los asuntos de todo el imperio. De
ahí que se haya propuesto que las colonias sean grabadas
por requerimiento, que el Parlamento de Gran Bretaña determine la
suma que cada colonia debe pagar y que la Asamblea
Provincial después la estudie y la recaude de la forma
más adecuada a las circunstancias de la provincia. De esta forma,
(01:55:32):
los asuntos de todo el imperio serían determinados por la
asamblea que los inspecciona y supervisa, mientras que las cuestiones
provinciales de cada colonia podrían seguir siendo reguladas por su
propia asamblea. Aunque en este caso las colonias no tendrían
representantes en el parlamento británico, la experiencia sugiere que no
es probable que la requisitoria parlamentaria fuese irrazonable. El Parlamento
(01:55:56):
de Inglaterra jamás ha mostrado la más mínima inclinación a
grabar en exceso a aquellas partes del imperio que no
están representadas en él. Las islas de Guernsey y Jersey,
que no tienen ningún medio para resistirse a la autoridad
del Parlamento, pagan impuestos más bajos que ninguna otra parte
de Gran Bretaña. Al aplicar su supuesto derecho, sea fundado
(01:56:17):
o infundado, a cobrar impuestos a las colonias, el Parlamento
nunca les ha pedido hasta hoy nada que se parezca
a una justa proporción con lo que pagan en la
metrópoli los otros súbditos de la misma corona. Además, si
la contribución de las colonias aumentase o disminuyese en proporción
a la subida o bajada del impuesto sobre la tierra,
el Parlamento no podría grabada sin al mismo tiempo grabar
(01:56:40):
a sus propios electores, con lo que en este caso
cabría considerar a las colonias como virtualmente representadas en el Parlamento.
No faltan ejemplos de imperios en donde las provincias no
son grabadas, si me permite decirlo, como si fueran una
sola masa, sino donde el soberano determina la suma que
cada provincia debe pagar, y en algunas provincias la evalúa
(01:57:02):
y recauda el mismo, y en otras deja que sea
impuesta y recaudada de la forma en que los gobiernos
respectivos determinen. En algunas provincias de Francia el rey no
sólo estipula los impuestos que cree conveniente sino que los
evalúa y recauda en la forma que cree más adecuada.
De otras provincias el demanda una cierta suma pero deja
a las administraciones provinciales la tarea de imponer y recaudar
(01:57:25):
como ellas juzguen conveniente. Según el proyecto de imposición por requisitoria,
el Parlamento de Gran Bretaña se hallaría frente a las
colonias prácticamente en la misma posición como el Rey de
Francia se halla frente a los gobiernos de aquellas provincias
que aún disfrutan del privilegio de tener estados propios, y
que se supone son las provincias mejor gobernadas de Francia.
(01:57:47):
Pero aunque con este sistema las colonias no tendrían razones
para temer que su cuota en las cargas públicas se
cediese jamás la proporción adecuada con la que soportan sus
conciudadanos en la madre patria, Gran Bretaña sí tendría motivos
para temer que jamás alcanzase esa proporción adecuada. El Parlamento
de Gran Bretaña no ha tenido desde hace algún tiempo
(01:58:07):
la misma autoridad en las colonias que el rey de
Francia ostenta en aquellas provincias que aún disfrutan del privilegio
de contar con estados propios. Las asambleas coloniales, si no
estuviesen dispuestas, y no es probable que lo estén si
no resultan más hábilmente administradas que nunca lo han sido
hasta hoy, siempre podrían encontrar muchas excusas para evadir o
(01:58:28):
rechazar las más razonables requisitorias parlamentarias. Supongamos que estalla una
guerra con Francia. Para defender la sede del imperio habría
que recaudar inmediatamente 10 millones de libras. Esta suma debería ser
tomada en préstamo sobre el crédito hipotecario de algún fondo
del Parlamento que permitiese pagar el interés. Supongamos que el
(01:58:50):
Parlamento propone obtener parte de ese fondo mediante un impuesto
en Gran Bretaña y parte mediante un requerimiento a todas
las asambleas coloniales de América y las Indias Orientales.¿ Adelantaría
de inmediato el pueblo su dinero con la garantía de
un fondo que dependiese en parte de la buena disposición
de dichas asambleas, tan apartadas del teatro de la guerra
(01:59:11):
y que quizás a veces se considerasen poco concernidas acerca
de su desenlace? Contra ese fondo probablemente no se podría
adelantar más dinero que el que se recaudase con el
impuesto de Gran Bretaña. Toda la carga de la deuda
contraída a causa de la guerra recaería así, como ha
sucedido siempre hasta hoy, sobre Gran Bretaña, sobre una parte
(01:59:31):
del imperio, no sobre su totalidad. Desde los comienzos de
la historia, Gran Bretaña es quizás el único estado que,
a medida que fue extendiendo su imperio, sólo aumentó sus gastos,
sin aumentar jamás sus ingresos. En general, los otros estados
han descargado el grueso del gasto de la defensa del
imperio sobre las provincias que son sus súbditas y subordinadas.
(01:59:55):
Hasta hoy Gran Bretaña se ha sacrificado para que sus
provincias súbditas y subordinadas se descargasen de casi todo ese gasto.
con objeto de situar a Gran Bretaña en pie de
igualdad con sus colonias, a quienes la ley ha supuesto
hasta ahora sus súbditas y subordinadas. Sería necesario con el
sistema de imposición mediante requerimiento parlamentario que hubiese medios para
(02:00:16):
que el Parlamento hiciese inmediatamente efectivas a sus requisitorias, en
el caso de que las asambleas coloniales intentaran evadirlas o rechazarlas,
aunque no es fácil concebir qué medios son esos, y
nadie los ha explicado todavía. Si al mismo tiempo el
Parlamento de Gran Bretaña tuviese plenos derechos para agravar a
las colonias, incluso por encima del consentimiento de sus propias asambleas,
(02:00:40):
entonces la importancia de esas asambleas desaparecería, y con ella
también la importancia de todos los líderes de la América Británica.
Los hombres desean participar en la administración de los asuntos
públicos básicamente por la importancia que ello les confiere. La
estabilidad y permanencia de cualquier sistema de gobierno liberal depende
(02:01:00):
de la capacidad del grueso de los dirigentes, la aristocracia
natural de todo país, para preservar y defender su respectiva relevancia.
Todo el juego de las facciones y ambiciones domésticas estriba
en los ataques que esos líderes están continuamente lanzando sobre
la significación de los otros y en la defensa que
realizan de la suya. Los dirigentes de América, igual que
(02:01:23):
los de cualquier otro país, desean preservar su propia importancia.
Sienten o imaginan que si sus asambleas, a las que
gustan denominar parlamentos y considerar con la misma autoridad que
el de Gran Bretaña, son alguna vez tan degradadas como
para que ellos se conviertan en modestos ministros y funcionarios
ejecutivos del parlamento británico, ello significaría la desaparición de la
(02:01:45):
mayor parte de su propia jerarquía. Por eso han rechazado
la propuesta de ser grabados mediante requisitoria parlamentaria y, como
otros hombres ambiciosos y gallardos, han optado por desenvainar la
espada en defensa de su posición. Cuando se aproximaba la
caída del Imperio Romano, los aliados de Roma que habían
soportado el peso principal de la defensa del Estado y
(02:02:07):
la extensión del Imperio exigieron todos los privilegios de los
ciudadanos romanos. Cuando les fueron negados estalló la guerra civil.
En el transcurso de esa guerra Roma confirió esos privilegios
a la mayor parte de ellos, de a uno y
a medida en que se fueron separando de la Confederación General.
El Parlamento de Gran Bretaña insiste en grabar a las
(02:02:28):
colonias y éstas se niegan a ser grabadas por un
parlamento en donde no están representadas. Si a medida que
cada colonia se separase de la Confederación General Gran Bretaña
aceptase un número de representantes suyos en proporción a lo
que contribuyesen a las arcas públicas del imperio, como resultado
de ser grabadas con los mismos impuestos, y en compensación
(02:02:49):
les permitiese el mismo libre comercio que el de sus
conciudadanos en la madre patria, y si el número de
sus representantes pudiese aumentar en proporción a su contribución, entonces
se presentaría a los dirigentes de cada colonia un nuevo
método de adquirir importancia, una nueva y más deslumbrante meta
para sus ambiciones. En vez de disputas triviales por los
(02:03:11):
minúsculos premios que pueden salir en lo que cabría denominar
la modesta lotería del partidismo colonial, ahora podrían confiar, según
la natural presunción de los hombres en sus habilidades y
su fortuna, en obtener algunos de los suculentos premios que
en ocasiones salen del bombo de la gran lotería estatal
de la política británica. Salvo que se encuentre algún medio
(02:03:32):
como este o algún otro, y no parece haber ninguno
más obvio que este, para preservar la importancia y gratificar
la ambición de los dirigentes de América, no es muy
probable que alguna vez se sometan voluntariamente a nosotros. Y
deberíamos tener en cuenta que cada gota de la sangre
que debe ser derramada para forzarlos a hacerlo pertenece a
la sangre de quienes son nuestros conciudadanos o de quienes
(02:03:53):
deseamos que lo sean. Son muy poco perspicaces quienes disfrutan
pensando que en el actual estado de cosas es muy
sencillo conquistar a nuestras colonias sólo mediante la fuerza. Las
personas que gobiernan lo que llaman su congreso continental sienten
en ellas mismas una jerarquía que acaso no sientan los
súbditos más importantes en Europa. Han pasado de ser tenderos,
(02:04:16):
artesanos y procuradores a ser estadistas y legisladores, y se
dedican a concebir una nueva forma de administración de un
vasto imperio que gustan pronosticar que se convertirá, y que
en verdad es muy probable que se convierta en uno
de los más poderosos y formidables que jamás haya existido
en el mundo. Puede haber quizás 500 personas participando de diversas
(02:04:36):
formas en el Congreso Continental y 500.000 que actúan bajo esas 500.
Todas ellas tienen un mismo sentimiento de elevación proporcional de
su importancia. Casi todos los miembros del partido gobernante en
América ocupan, por el momento sólo en su fantasía, una
posición superior no sólo a la que nunca han ocupado
hasta hoy sino a la que nunca soñaron ocupar. Y
(02:04:58):
salvo que se les presente a ellos o sus líderes
un nuevo objetivo para su ambición, morirán en la defensa
de esa posición. Leemos ahora con deleite los relatos sobre
muchas pequeñas negociaciones de la Liga que, como observa el
presidente Enault, cuando tuvieron lugar no fueron probablemente consideradas noticias
muy significativas. pero él sostiene que todo hombre fantaseaba con
(02:05:21):
ser una persona importante, y las innumerables memorias que nos
han llegado de esa época fueron en su mayoría redactadas
por individuos que disfrutaron registrando y magnificando acontecimientos de los
que se enorgullecían de haber sido protagonistas principales. Es bien
conocida la obstinación con que se defendió la ciudad de
París entonces y la terrible hambruna que soportó antes de
(02:05:42):
someterse al mejor y después al más querido de todos
los reyes de Francia. El grueso de los ciudadanos, o
los que gobernaban a la mayor parte de ellos, lucharon
por defender su posición, que preveían perder si el antiguo
gobierno era restablecido. Salvo que se induzca a nuestras colonias
a consentir una unión, es muy probable que se defiendan
(02:06:03):
contra la mejor de todas las metrópolis tan obstinadamente como
la ciudad de París se defendió contra el mejor de
los reyes. En la antigüedad la idea de representación era desconocida.
Cuando se admitía a las personas de un estado como
ciudadanos de otro, no tenían otro medio de ejercer ese
derecho sino era ingresando en un cuerpo para votar y
(02:06:23):
deliberar junto a las personas de ese otro estado. La
concesión a la mayor parte de los habitantes de Italia
de los privilegios reservados a los ciudadanos romanos fue la
ruina completa de la República de Roma. Dejó de ser
posible distinguir entre los que eran y no eran ciudadanos romanos.
Ninguna tribu podía detectar a sus propios miembros. Cualquier gentusa
(02:06:45):
podía irrumpir en las asambleas del pueblo, expulsar a los
verdaderos ciudadanos y decidir sobre los asuntos de la República
como si ellos lo fueran. Pero aunque América enviase 50 o 60
nuevos representantes al Parlamento, el portero de la Cámara de
los Comunes no tendría ninguna dificultad para distinguir entre los
miembros y los que no lo son. Así, aunque la
(02:07:07):
constitución romana fue necesariamente arruinada por la unión de Roma
con los estados aliados de Italia, no existe la más
mínima probabilidad de que la constitución británica resulte dañada por
una unión entre Gran Bretaña y sus colonias. Por el contrario,
esa constitución sería perfeccionada por esa unión, y parece imperfecta
sin ella. para que la asamblea que delibera y decide
(02:07:30):
sobre los asuntos de todas las partes del imperio sea
adecuadamente informada, es evidente que debería contar con representantes de
cada una de esas partes. No quiero decir que esa
unión puede alcanzarse fácilmente, ni que no puedan ocurrir en
su ejecución dificultades, incluso muy agudas. Pero no sé de
ninguna que parezca insuperable. Las principales no surgen acaso de
(02:07:54):
la naturaleza de las cosas sino de los prejuicios y
opiniones de la gente a este y al otro lado
del Atlántico. Nosotros, de este lado, tememos que la multitud
de representantes americanos rompa el equilibrio de la Constitución e
incremente exageradamente la influencia de la corona por un lado,
o la fuerza de la democracia por el otro. Pero
(02:08:14):
si el número de los representantes americanos está en proporción
a la tributación americana, el número de personas a administrar
aumentaría en exactamente la misma proporción que los medios para administrarlas,
y esos medios en la misma proporción que esas personas.
Las partes monárquica y democrática de la Constitución quedarían después
de la Unión con el mismo grado de poder relativo
(02:08:36):
que antes. Las gentes del otro lado del mar temen
que la distancia que las separa de la sede del
gobierno las exponga a muchas opresiones. Pero sus representantes parlamentarios,
que desde el primer momento serían numerosos, podrían fácilmente protegerlas
ante cualquier opresión. La distancia no podría atenuar mucho la
dependencia entre el representante y sus electores, y aquel seguiría
(02:09:00):
siendo consciente de que debe a la buena voluntad de
estos su escaño en el Parlamento, y todo que de
allí se deriva. Sería su interés, en consecuencia, cultivar esa
buena voluntad quejándose, con toda la autoridad de un miembro
de la legislatura, ante cualquier ultraje que cualquier funcionario civil
o militar pudiese perpetrar en esos remotos rincones del imperio. Además,
(02:09:23):
los nativos de América podrán enorgullecerse ante la idea, bastante razonable,
de que su distancia de la sede del gobierno puede
no tener larga vida. El rápido desarrollo de ese país
en riqueza, población y adelantos ha sido tal que es
posible que en el curso de poco más de un
siglo el producto de los impuestos americanos se ceda al
de los impuestos británicos. Entonces la sede del imperio naturalmente
(02:09:47):
se trasladaría a aquella parte del imperio que contribuye más
a la defensa general y mantenimiento del conjunto. El descubrimiento
de América y el del paso a las Indias Orientales
por el Cabo de Buena Esperanza son los dos acontecimientos
más importantes que registra la historia de la humanidad. Sus
consecuencias han sido muy profundas pero en el breve periodo
(02:10:08):
de entre dos y tres siglos que ha transcurrido desde
que esos descubrimientos fueron realizados no es posible que todas
sus consecuencias hayan salido a la luz. Los beneficios o
desdichas que puedan caer sobre la humanidad merced a esos
magnos acontecimientos son algo que ninguna sabiduría humana es capaz
de prever. Al unir en cierta medida las partes más
(02:10:29):
distantes del mundo, al permitirles aliviar sus necesidades recíprocas, incrementar
sus comodidades y estimular sus economías, parece que su tendencia
general es beneficiosa. Pero para los nativos de las Indias
orientales y occidentales, todos los beneficios comerciales que han derivado
de esos acontecimientos se han hundido y perdido en las
(02:10:49):
tremendas desgracias que han ocasionado. Estas desgracias, sin embargo, parecen
haberse producido más por accidente que por nada que radique
en la naturaleza misma de esos acontecimientos. En el momento
en que dichos descubrimientos tuvieron lugar, la superioridad de fuerzas
resultó ser tan grande en el lado de los europeos
que fueron capaces de cometer impunemente en esos remotos parajes
(02:11:12):
toda clase de injusticias. Es posible que de aquí en
adelante los nativos de esos países se fortalezcan y los
de Europa se debiliten, y los habitantes de todo el
mundo arriben a ese equilibrio de fuerza y valor que,
al inspirar el temor recíproco, es lo único que puede
abrumar la injusticia de las naciones independientes y conducirlas a
alguna clase de respeto por los derechos de las demás.
(02:11:36):
Y nada puede lograr ese equilibrio de fuerzas mejor que
la mutua comunicación de conocimientos y de toda clase de
mejoras que naturalmente se genera mediante un intenso comercio entre
todas las naciones. Mientras tanto, uno de los efectos principales
de esos descubrimientos ha sido elevar al sistema mercantil hasta
un grado de esplendor y gloria que jamás habría alcanzado
(02:11:57):
en otro caso. El objetivo de ese sistema es enriquecer
cualquier una gran nación mediante el comercio y la industria,
más que mediante la roturación y cultivo de la tierra,
más mediante la actividad de las ciudades que mediante la
del campo. Sin embargo, como consecuencia de esos descubrimientos, en
lugar de ser las ciudades comerciales de Europa las fabricantes
(02:12:18):
y transportistas de una muy reducida fracción del mundo, la
parte de Europa bañada por el Océano Atlántico y los
países ubicados en torno a los mares Báltico y Mediterráneo,
han pasado a ser fabricantes para los numerosos y prósperos
cultivadores de América, y los transportistas, y en algunos casos
también fabricantes, para casi todas las naciones de Asia, África
(02:12:39):
y América. Ante su actividad se han abierto dos nuevos mundos,
cada uno de ellos mucho más grande y extenso que
el viejo, y el mercado de uno de ellos en
incesante crecimiento. Es evidente que los países que poseen colonias
en América y que comercian directamente con las Indias Orientales
disfrutan la magnificencia y esplendor de este intenso comercio. Pero
(02:13:03):
otros países, a pesar de todas las envidiosas restricciones con
que se los procura excluir, con frecuencia recogen la mayor
parte de sus beneficios reales. Las colonias de España y Portugal,
por ejemplo, estimulan más la actividad de otros países que
la de España y Portugal. Se dice, y no pretendo
(02:13:23):
asegurar que sea cierto, que sólo en el capítulo de
los tejidos de hilo el consumo de esas colonias representa
más de tres millones de libras esterlinas por año. Pero
este amplio consumo es casi completamente abastecido por Francia, Flandes,
Holanda y Alemania. España y Portugal no suministran más que
una pequeña parte. El capital que abastece a las colonias
(02:13:46):
con esta gran cantidad de tejido se distribuye anualmente entre
los habitantes de esos otros países y le suministra un ingreso.
En España y Portugal se gastan sólo los beneficios que
ayudan a sostener el derroche suntuoso de los mercaderes de
Cádiz y Lisboa. Las reglamentaciones mediante las que cada nación
procura asegurarse el comercio exclusivo con sus colonias son con
(02:14:09):
frecuencia más dañinas para los países en cuyo favor se
aplican que para aquellos que pretenden perjudicar. La injusta opresión
del trabajo de otros países rebota, si se me permite
la expresión, contra la cabeza de los opresores y destroza
su propia economía más que la de esos otros países.
Debido a esas reglamentaciones, por ejemplo, el comerciante de Hamburgo
(02:14:31):
debe remitir los tejidos de hilo que destina al mercado
americano a Londres y debe traer desde allí el tabaco
que destina al mercado alemán, porque no puede ni llevar
directamente a América los primeros ni traer directamente de allí
el segundo. Esa restricción hace probablemente que tenga que vender
los tejidos más baratos y comprar el tabaco más caro
(02:14:51):
que de otro modo, y sus beneficios son por ello
probablemente reducidos. Pero en el comercio entre Hamburgo y Londres
él ciertamente recibe los rendimientos de su capital mucho más
rápido que si comerciara directamente con América incluso aunque supusiésemos
que los pagos de América son tan puntuales como los
de Londres, lo que es mucho suponer. Por tanto, en
(02:15:13):
el comercio al que esas reglamentaciones constriñen al comerciante de
Hamburgo su capital puede mantener en constante empleo a una
cantidad de actividad alemana mucho mayor que la que podría
mantener en el comercio del que queda excluido. Así, aunque
una inversión le resulte al menos rentable que la otra,
no puede ser menos ventajosa para su país. Lo contrario
(02:15:34):
sucede con la inversión hacia la cual el monopolio naturalmente,
si puedo expresarme así, atrae al capital del comerciante de Londres.
Esa inversión puede quizás ser más rentable para el que
la mayor parte de las otras inversiones, pero debido a
la lentitud de sus rendimientos no podrá ser más ventajosa
para su país. Después de todos los injustos intentos de
(02:15:56):
todos los países de Europa para encerrar en sí mismos
todo el beneficio del comercio con sus colonias ningún país
ha sido hasta ahora capaz de reservar para sí más
que el gasto de mantener en la paz y defender
en la guerra la tiránica autoridad que ejercen sobre ellas.
Cada país ha acaparado en exclusiva los inconvenientes derivados de
la posesión de sus colonias pero ha sido forzado a
(02:16:18):
compartir con muchos otros países las ventajas derivadas del comercio colonial.
Es evidente que a primera vista el monopolio del enorme
comercio de América parece naturalmente una conquista del máximo valor.
Ante los ojos miopes de la necia ambición parece un
objetivo deslumbrante por el cual luchar entre la confusa arrebatiña
de la política y la guerra. Pero precisamente el rutilante
(02:16:41):
esplendor del objetivo, la inmensa grandeza del comercio, es lo
que hace que su monopolio resulte perjudicial, lo que hace
que una inversión, por naturaleza necesariamente menos ventajosa para el
país que el grueso de las demás, absorba una proporción
del capital del país mucho mayor de lo que sucedería
en otra circunstancia. Se ha demostrado en el segundo libro
(02:17:03):
que el capital mercantil de cualquier país busca naturalmente, por
así decirlo, la inversión más conveniente para ese país. Si
es invertido en el comercio de tránsito el país al
que pertenece se vuelve el emporio de los bienes de
todos los países cuyo comercio es desarrollado por ese capital.
Pero el propietario de dicho capital aspira a vender la
(02:17:24):
mayor parte de esos bienes en su país. Se ahorra
así la dificultad, el riesgo y el coste de la
exportación y estará por ello encantado de venderlos en su
país no sólo por un precio mucho menor sino a
cambio de un beneficio menor que el que podría esperar
conseguir si los remitiese al extranjero. Por eso procura naturalmente
reorientar su comercio de tránsito hacia un comercio exterior de consumo.
(02:17:47):
Si su capital está invertido en un comercio exterior de consumo,
estará por la misma razón feliz de vender en su
país la mayor parte de los bienes que recoge para
exportar a mercados extranjeros, y por ello procurará cambiar su
comercio exterior de consumo en comercio interior. El capital mercantil
de cualquier país prefiere así la inversión cercana y se
(02:18:07):
aparta de la inversión lejana, prefiere la inversión donde los
rendimientos son frecuentes a aquella donde son distantes y lentos,
prefiere la inversión en donde puede mantener una cantidad mayor
de trabajo productivo del país al que pertenece, o donde
reside el propietario, y se aparta de aquella donde puede
mantener una cantidad menor. Prefiere naturalmente la inversión que en
(02:18:29):
circunstancias normales es más ventajosa para el país y se
aparta de la que en condiciones normales es la menos ventajosa.
Pero si en cualquiera de esas inversiones distantes, que en
una situación normal son menos convenientes para el país, el
beneficio aumenta lo suficiente como para compensar la preferencia natural
hacia inversiones más cercanas. Esta superioridad en el beneficio desviará
(02:18:51):
capital de estos empleos cercanos hasta que todos los beneficios
recuperen el equilibrio adecuado. Pero esa superioridad en el beneficio
es una prueba de que en tales condiciones sociales esas
inversiones distantes tienen relativamente poco capital en proporción a las otras,
y de que el capital de la sociedad no está
distribuido entre las diversas inversiones de la forma más adecuada.
(02:19:14):
Es una prueba de que algo está siendo o bien
comprado más barato o bien vendido más caro de lo
que debería, y que una clase particular de ciudadanos está
más o menos oprimida, sea porque paga más o porque
obtiene menos de lo que correspondería al equilibrio que debe
existir y que naturalmente existe entre todas las clases. Aunque
un mismo capital nunca empleará la misma cantidad de trabajo
(02:19:35):
productivo en una inversión distante que en una cercana, sin
embargo una inversión distante puede ser tan necesaria para el
bienestar de la sociedad como una cercana, puesto que probablemente
los bienes negociados en la inversión distante sean necesarios para
el desarrollo de muchas de las inversiones más cercanas. Pero
si el beneficio de los que negocian con dichos bienes
(02:19:56):
supera su nivel adecuado, esos bienes serán vendidos más caros
de lo que deberían, o por más de su precio natural,
y todos aquellos ocupados en las inversiones más cercanas se
verán más o menos oprimidos por ese precio elevado. Su interés, entonces,
requerirá en este caso que algún capital sea retirado de
las inversiones cercanas y destinado a las lejanas para reducir
(02:20:18):
sus beneficios al nivel adecuado, y el precio de los
bienes negociados a su nivel natural. En este caso extraordinario,
el interés público requiere que algún capital sea retirado de
las inversiones que en circunstancias normales son más ventajosas y
dirigido hacia las que en circunstancias normales son menos ventajosas
para el público, y en este caso extraordinario los intereses
(02:20:40):
e inclinaciones naturales de los hombres coinciden con el interés
público tan exactamente como en todos los demás casos ordinarios,
y los conducen a retirar capital del empleo cercano y
desviarlo hacia él. Empleo distante. Así sucede que los intereses
y las pasiones de los individuos naturalmente los disponen a
orientar su capital hacia las inversiones que en circunstancias ordinarias
(02:21:03):
resultan más ventajosas para la sociedad. Pero si por esta
preferencia natural desvían demasiado hacia esas inversiones, la caída del
beneficio en ellas y el aumento en otras inmediatamente los
disponen a corregir esa distribución defectuosa. En consecuencia, y sin
ninguna intervención de la ley, los intereses y pasiones privados
(02:21:23):
de los hombres naturalmente los inducen a dividir y distribuir
el capital de cualquier sociedad entre sus diversas inversiones de
la forma más ajustada posible a la proporción que resulta
más adecuada al interés de la sociedad en su conjunto.
Todas las reglamentaciones del sistema mercantil necesariamente distorsionan en mayor
o menor medida esta natural y más conveniente asignación del capital.
(02:21:46):
Pero las relativas al comercio con América y las Indias
Orientales acaso la perturban más que ninguna otra, porque el
comercio con esos dos vastos continentes absorbe una cantidad de
capital mayor que otras dos ramas cualesquiera del comercio. Ahora bien,
las reglamentaciones que ocasionan esa perturbación en dichas ramas del
comercio no son iguales. El gran motor de ambas es
(02:22:08):
el monopolio, aunque no el mismo tipo de monopolio. En
cualquier caso, es evidente que el monopolio es el único
motor del sistema mercantil. En el comercio con América cada
nación procura acaparar lo más posible todo el mercado de
sus colonias mediante la exclusión de todas las demás naciones
del comercio directo con ellas. Durante buena parte del siglo
(02:22:31):
XVI los portugueses intentaron manejar el comercio con las indias
orientales de esa forma, reivindicando el derecho exclusivo de navegar
por los mares de la India sobre la base de
haber sido los primeros en descubrir el paso hacia ellos.
Los holandeses aún excluyen a todas las otras naciones europeas
del comercio directo con sus islas de las especias. Los
(02:22:52):
monopolios de esta suerte son evidentemente impuestos contra todas las
demás naciones europeas, que resultan así no sólo excluidas de
un comercio hacia el que les convendría asignar una parte
de su capital, sino también obligadas a comprar los bienes
implicados en ese comercio a un precio algo mayor que
el que pagarían si pudiesen importarlos directamente de los países
que los producen. Pero después de la decadencia del poderío
(02:23:16):
de Portugal ninguna nación europea ha reclamado el derecho exclusivo
a navegar por los mares de la India, cuyos puertos
principales están hoy abiertos a los barcos de todas las
naciones europeas. Sin embargo, salvo en Portugal, y desde hace
algunos años en Francia, el comercio con las Indias Orientales
ha estado en todos los países de Europa en manos
(02:23:37):
de una compañía exclusiva. Los monopolios de este tipo son
verdaderamente establecidos contra la misma nación que los impone. La
mayor parte de esa nación queda excluida de un comercio
al que le convendría asignar una parte de su capital,
y obligada a comprar los bienes que dicho comercio negocia
a un precio superior al que podría comprar si estuviese
(02:23:58):
abierto y libre a todos los ciudadanos. Desde el establecimiento
de la compañía inglesa de las Indias Orientales, por ejemplo,
los habitantes de Inglaterra no sólo han quedado apartados de
ese comercio sino que debieron pagar en el precio de
los bienes de la compañía que consumían no sólo los
beneficios extraordinarios que la empresa cosechaba como consecuencia de su
(02:24:18):
monopolio sino todo el derroche extraordinario que el fraude y
el abuso, inseparables del manejo de los negocios de una
compañía tan grande, debieron necesariamente ocasionar. El absurdo de este
segundo tipo de monopolio es, por lo tanto, todavía más
manifiesto que el del primero. Ambas clases de monopolio distorsionan
(02:24:40):
más o menos la asignación natural del capital de la sociedad,
pero no siempre lo hacen de la misma manera. Los
monopolios del primer tipo siempre atraen hacia la actividad concreta
sobre la que se establece en una proporción del capital
de la sociedad mayor de la que se dirigiría hacia
ella espontáneamente. Los monopolios del segundo tipo pueden a veces
(02:25:01):
atraer capital hacia la actividad sobre la que se imponen,
y según las circunstancias pueden a veces repelerlo. En los
países pobres naturalmente atraen hacia esa actividad más capital del
que se habría dirigido hacia allí en otro caso. En
los países ricos naturalmente repelen de la misma una buena
parte del capital que habría sido asignado a ella en
(02:25:22):
otra circunstancia. Es probable que países pobres como Suecia y Dinamarca,
por ejemplo, nunca hubiesen podido fletar un solo barco hacia
las Indias Orientales si el comercio no hubiese sido reservado
a una compañía exclusiva. El establecimiento de una compañía de
esa clase necesariamente anima a los empresarios. El monopolio los
(02:25:43):
asegura contra todos los competidores en el mercado nacional, y
tienen en los mercados extranjeros las mismas posibilidades que los
comerciantes de otras naciones. El monopolio les otorga la certeza
de un gran beneficio sobre una cantidad considerable de bienes
y la posibilidad de un beneficio amplio sobre una cantidad
apreciable de ellos. Sin este incentivo extraordinario los comerciantes de
(02:26:07):
esos países tan pobres probablemente nunca pensarían siquiera en arriesgar
sus minúsculos capitales en una empresa tan distante y tan
incierta como les resultaría, naturalmente el comercio con las Indias Orientales.
Un país tan rico como Holanda, por el contrario, probablemente
enviaría a las Indias Orientales si el comercio fuese libre
tantos barcos como envía ahora. El capital limitado de la
(02:26:31):
compañía holandesa de las Indias Orientales probablemente repele de ese
comercio a muchos grandes capitales que entrarían en él en
otro caso. El capital mercantil de Holanda es tan copioso
que está, por así decirlo, rebosando sin cesar, a veces
hacia la deuda pública de países extranjeros, a veces hacia
préstamos a comerciantes y empresarios privados del exterior, a veces
(02:26:53):
hacia el comercio exterior de consumo más indirecto, y a
veces hacia el comercio de tránsito. Al estar todas las
inversiones cercanas totalmente cubiertas, e invertido en ellas todo el
capital que puede serlo con un beneficio razonable, el capital
de Holanda necesariamente fluye hacia los empleos más apartados. El
comercio con las Indias Orientales, si fuese absolutamente libre, probablemente
(02:27:17):
absorbería la mayor parte de este capital redundante. Las Indias
Orientales ofrecen a las manufacturas de Europa y para el
oro y la plata y numerosas otras producciones de América
un mercado mucho mayor y más amplio que el de
Europa y América juntas. Toda perturbación en la asignación natural
del capital es necesariamente perjudicial para la sociedad en donde
(02:27:38):
tiene lugar, sea que repela de una actividad particular al
capital que de otro modo se invertiría en ella, sea
que atraiga hacia un negocio concreto al capital que de
otro modo no acudiría al mismo. Si en ausencia de
una compañía monopólica el comercio de Holanda con las Indias
Orientales ceda mayor del que es, ese país debe sufrir
una pérdida considerable al quedar parte de su capital excluido
(02:28:01):
de su empleo más conveniente. De la misma manera, si
en ausencia de una compañía exclusiva el comercio de Suecia
y Dinamarca con las Indias Orientales sería menor del que es,
o lo que resulta más verosímil, no existiría en absoluto.
Esos dos países deben análogamente sufrir una pérdida considerable al
resultar una parte de su capital desviada hacia una inversión
(02:28:23):
que debe ser en cierto grado inadecuada en sus actuales circunstancias.
Es posible que hoy les convenga comprar los bienes de
otras naciones a la compañía inglesa de las Indias Orientales,
aunque deban pagar algo más por ellas, y no desviar
una gran parte de su pequeño capital a un comercio
tan distante, cuyos rendimientos son tan lentos, donde el capital
(02:28:43):
puede mantener una cantidad tan pequeña de trabajo productivo del país.
Un país donde hay tanta falta de trabajo productivo, donde
se hace tan poco y hay tanto por hacer. En consecuencia,
y aunque un país no puede entablar un comercio directo
con las Indias Orientales sin una compañía exclusiva, no se
deriva de ello la necesidad de fundar allí una compañía semejante,
(02:29:06):
sino solamente que ese país no debería en tales circunstancias
comerciar directamente con las Indias Orientales. El que esas compañías
en general no son indispensables para el comercio con las
Indias Orientales queda bien demostrado por la experiencia de los portugueses,
que lo disfrutaron casi en su totalidad durante más de
un siglo sin compañía monopólica alguna. Se ha alegado que
(02:29:29):
ningún comerciante privado podrá tener el capital suficiente para mantener
a comisionistas y a agentes en los distintos puertos de
las Indias Orientales, que puedan proporcionar bienes a los barcos
que ocasionalmente envíe allí, y al no poder hacerlo, la
dificultad de encontrar un cargamento podrá ocasionar a menudo que
esos barcos pierdan la estación del año propicia para el regreso,
(02:29:50):
y el gasto de una demora tan prolongada no sólo
liquidaría todo el beneficio de la empresa. sino que con
frecuencia dará lugar a una pérdida muy considerable. Pero este argumento,
si es que prueba algo, prueba que ninguna rama del
comercio puede ser desarrollada sin una compañía exclusiva, lo que
es contrario a la experiencia de todas las naciones. No
(02:30:12):
existe ninguna gran rama del comercio en donde el capital
de un solo negociante privado sea suficiente para poner en
marcha a todas las ramas subordinadas que deben ser desarrolladas
para que la principal lo haga. Pero cuando una nación
está preparada para cualquier gran rama del comercio, algunos empresarios
naturalmente dirigirán sus capitales hacia la rama principal y otros
(02:30:33):
hacia las subordinadas. Y aunque de esta forma se desarrollarían
todas las ramas al tiempo, rara vez sucederá que todas
serán puestas en marcha por el capital de un solo
empresario privado. En consecuencia, si una nación está madura para
el comercio con las Indias Orientales, una determinada porción de
su capital se dividirá naturalmente entre las diversas ramas de
(02:30:54):
esa actividad. Algunos comerciantes comprobarán que les conviene residir en
las Indias Orientales e invertir allí sus capitales para suministrar
bienes a los barcos fletados por otros comerciantes que residen
en Europa. Si los asentamientos que las naciones europeas han
establecido en las Indias Orientales fuesen retirados de las compañías
monopólicas a las que pertenecen hoy y colocados bajo la
(02:31:17):
inmediata protección de la corona, ello volvería a la residencia
allí segura y sencilla, al menos para los comerciantes de
las naciones a las que esos asentamientos pertenecen. Si en
un momento dado esa parte del capital que en cualquier
país espontáneamente tendería y se inclinaría, si se me permite
la expresión, hacia el comercio con las Indias Orientales, no
(02:31:39):
fuese suficiente para poner en movimiento a todas las ramas
del mismo, ello demostraría que en ese momento el país
no está maduro para ese comercio, y que le convendría
durante algún tiempo comprar los bienes de las Indias Orientales
que necesita a otras naciones europeas, aunque sea a un
precio más elevado. antes que importarlos directamente de las Indias Orientales.
(02:32:01):
Lo que perdería por el elevado precio de esos bienes
casi nunca será igual a la pérdida que experimentaría por
el desvío de una amplia fracción de su capital de
otras inversiones más necesarias o más útiles o más ajustadas,
a sus circunstancias y su situación que el comercio directo
con las Indias Orientales. Aunque los europeos poseen muchos asentamientos
(02:32:22):
importantes en la costa de África y en las Indias Orientales,
todavía no han establecido en esos países unas colonias tan
numerosas y prósperas como las de las islas y el
continente americano. África y varios de los países que caen
bajo la denominación genérica de Indias Orientales están habitados por
naciones bárbaras. Pero esas naciones en absoluto eran tan débiles
(02:32:44):
e indefensas como las miserables y desvalidas naciones americanas, y
en proporción a la fertilidad natural de los países donde
vivían eran además mucho más populosas. Las naciones más bárbaras
de África o las Indias Orientales eran pastores, hasta los
otentotes lo eran. Pero los nativos de toda América, salvo
en México y Perú, eran meros cazadores. Y la diferencia
(02:33:07):
entre el número de pastores y el número de cazadores
que una misma extensión de suelo igualmente fértil puede mantener
es muy grande. En África y las Indias Orientales, así,
resultó más difícil desplazar a los nativos y extender las
plantaciones europeas sobre buena parte de las tierras de los
pobladores originales. Ya ha sido apuntado, además, que el espíritu
(02:33:29):
de las compañías exclusivas no es favorable al desarrollo de
las nuevas colonias y ha sido probablemente la causa principal
del escaso progreso que han registrado en las Indias Orientales.
Los portugueses llevaron adelante el comercio con África y las
Indias Orientales sin ninguna compañía monopólica, y sus asentamientos en
el Congo, Angola y Benguela, en la costa de África,
(02:33:51):
y en Goa en las Indias Orientales, aunque deprimidos por
la superstición y todo tipo de malos gobiernos, guardan algún
parecido con las colonias de América y están parcialmente poblados
por portugueses, que se han establecido allí durante varias generaciones.
Los asentamientos holandeses en el Cabo de Buena Esperanza y
Batavia son actualmente las colonias más importantes creadas por los
(02:34:13):
europeos en África o las indias orientales y ambos asentamientos
gozan de una situación particularmente afortunada. El Cabo de Buena
Esperanza estaba habitado por una raza de personas casi tan
bárbaras e incapaces de defenderse como los nativos de América.
Es además la casa de medio camino, por así decirlo,
entre Europa y las indias. orientales, donde recalan casi todos
(02:34:38):
los barcos europeos tanto a la ida como a la vuelta.
Sólo el suministrar a esos barcos provisiones frescas, frutas y
a veces vino proporciona un amplio mercado para la producción
excedente de los colonos. Lo que el cabo de buena
esperanza es entre Europa y las Indias orientales, Batavia es
entre los principales países de las Indias orientales. Se ubica
(02:35:00):
en la vía más frecuentada entre el Hindustán y China
y Japón, aproximadamente a mitad de camino. Casi todos los
barcos que navegan entre Europa y China entran en Batavia,
y es además el centro y emporio principal de lo
que se denomina comercio local de las Indias Orientales, no
sólo de la parte del mismo que es realizada por
europeos sino de la que llevan a cabo los indios nativos,
(02:35:22):
y es frecuente ver en su puerto a barcos tripulados
por habitantes de China y Japón, de Tonkin, Malacca, Cochinchina
y la isla de Célebes. Su localización tan ventajosa ha
permitido a ambas colonias superar todos los obstáculos que la
naturaleza opresiva de una compañía exclusiva colocó frente a su crecimiento.
Ha permitido a Batavia superar la desventaja adicional de contar
(02:35:44):
con lo que acaso sea el peor clima del mundo.
Aunque las compañías inglesa y holandesa no han fundado colonias importantes,
excepto las dos mencionadas, sí realizaron grandes conquistas en las
Indias Orientales. Y el espíritu natural de las compañías monopólicas
se ha revelado nítidamente en la forma en que han
gobernado a sus súbditos. Se dice que en las islas
(02:36:07):
holandesas de las especias queman todos aquellos frutos que una
estación fértil produce por encima de lo que ellas estiman
poder vender en Europa con un beneficio suficiente. En las
islas donde carecen de asentamientos ofrecen primas para que se
arranquen las flores y hojas verdes de los árboles del
clavo y la nuez moscada, que crecen allí naturalmente pero
que con esta salvaje política se dice que casi han
(02:36:30):
sido totalmente estirpados. Parece que esos árboles se han reducido
mucho incluso en las islas donde poseen asentamientos. Ellas sospechan
que si la producción de sus islas fuese mucho mayor
que lo que su mercado demanda, los nativos encontrarían la
forma de desviar parte de la misma a otras naciones,
y piensan que la mejor forma de asegurar su monopolio
(02:36:51):
es vigilar que no se produzca nada más que lo
que ellas solas son capaces de llevar al mercado. Con
diversas muestras de opresión han reducido la población de varias
de las Molucas prácticamente al número suficiente para proporcionar provisiones
frescas y otros artículos necesarios para sus insignificantes guarniciones, y
para sus barcos que llegan allí a cargar especias. Se dice,
(02:37:13):
sin embargo, que cuando estaban gobernadas por los portugueses esas
islas se hallaban razonablemente bien pobladas. La compañía inglesa todavía
no ha tenido tiempo como para establecer en Bengala un
sistema tan perfectamente destructivo, pero su plan de gobierno presenta
exactamente la misma tendencia. Me han asegurado que no es
extraño que un jefe, es decir, el funcionario principal de
(02:37:37):
una delegación, ordene a un campesino meter el arado en
un rico campo de adormideras y sembrar allí arroz o
algún otro grano. La excusa es prevenir una escasez de alimentos,
pero la razón real es dar al jefe la oportunidad
de vender a mejor precio una gran cantidad de opio
que tiene disponible en ese momento. En otros casos la
(02:37:57):
orden es la opuesta y se hará un rico campo
de arroz o cereales para plantarlo con adormideras. Esto sucede
cuando el jefe prevé que el opio probablemente producirá un
beneficio extraordinario. Los funcionarios de la compañía han intentado en
varias ocasiones imponer en su favor el monopolio de las
ramas más importantes no sólo del comercio exterior sino también
(02:38:18):
del comercio interior del país. Si lo hubiesen conseguido, inevitablemente
habrían en algún momento procurado restringir la producción de los
artículos sobre los que usurparon el monopolio no sólo hasta
la cantidad que ellos mismos podrían comprar sino hasta la
que esperasen vender a un beneficio que juzgasen suficiente. En
el transcurso de un siglo o dos, la política de
(02:38:40):
la compañía inglesa habría resultado probablemente tan completamente devastadora como
la de la holandesa. En realidad, nada es más directamente
contrario a los intereses verdaderos de esas compañías, consideradas como
soberanas de los países que han conquistado, que dicho plan destructivo.
En casi todos los países el ingreso del soberano proviene
(02:39:02):
del ingreso del pueblo. Cuando mayor sea el ingreso del pueblo, entonces,
cuanto mayor sea el producto anual de su tierra y
su trabajo, más podrán entregar al soberano. El interés de éste,
en consecuencia, es incrementar ese producto anual lo más posible.
Pero si tal es el interés del soberano, lo es
todavía más si el soberano obtiene su ingreso fundamentalmente de
(02:39:25):
la renta de la tierra, como el soberano de Bengala.
Dicha renta estará necesariamente en proporción a la cantidad y
valor de la producción, y tanto la una como el
otro dependerán de la extensión del mercado. La cantidad se
ajustará siempre más o menos exactamente al consumo de aquellos
que puedan pagarla, y el precio que pagarán estará siempre
(02:39:47):
en proporción a la intensidad de su competencia. De ahí
que el interés de un soberano en tales condiciones es
abrir el mercado más amplio para la producción de su país,
permitir la más perfecta libertad de comercio, para poder incrementar
en todo lo posible el número y la competencia de
los compradores, y por eso mismo abolir no sólo todos
los monopolios sino todas las restricciones sobre el transporte de
(02:40:09):
la producción local de un sitio a otro, sobre su
exportación a países extranjeros, o sobre la importación de bienes
de cualquier tipo por. los que pueda ser intercambiada. De
esta forma es muy probable que incremente tanto la cantidad
como el valor de la producción y consiguientemente su cuota
de la misma, o su ingreso. Sin embargo, parece que
(02:40:31):
unos comerciantes agrupados en una compañía son incapaces de considerarse soberanos,
ni siquiera después de haberse transformado en tales. Siguen creyendo
que su actividad principal es el comercio, o comprar para vender,
y de forma absurdamente incomprensible conciben que el carácter de
soberano es un mero apéndice al de comerciante, que debe
subordinarse a éste, que es un medio que les permite
(02:40:54):
comprar más barato en la India y conseguir así un
beneficio más suculento en Europa. Procuran con este objetivo marginar
en todo lo posible a los competidores del mercado de
los países sometidos a su gobierno, y reducir así al
menos una parte de la producción excedente de esos países
a lo que es apenas suficiente para abastecer su propia demanda,
o lo que esperan vender en Europa con un beneficio
(02:41:17):
que estiman razonable. Sus hábitos mercantiles los arrastran de esta manera,
casi inevitable aunque quizás imperceptiblemente, a preferir en casi cualquier
circunstancia el beneficio pequeño y transitorio del monopolista al ingreso
copioso y permanente del soberano, y los inducirán gradualmente a
tratar a los países súbditos de su gobierno como los
(02:41:37):
holandeses tratan a las Molucas. El interés de la compañía
inglesa de las Indias Orientales, considerada como soberana, es que
los bienes europeos llevados a sus dominios en la India
sean vendidos allí lo más barato posible, y que los
bienes de la India consigan el precio más elevado posible.
Su interés como empresa es exactamente el contrario. Como soberana,
(02:42:01):
su interés es precisamente el mismo que el del país
que gobierna. Como empresa, su interés es directamente el opuesto
de ese interés. Pero si la índole de un gobierno
de ese tipo, incluso en lo que se refiere a
su dirección en Europa, resulta de esta forma esencial y
acaso incurablemente defectuosa, la de su administración en la India
(02:42:21):
lo es todavía más. Dicha administración se compone necesariamente de
un consejo de comerciantes, una profesión sin duda muy respetable
pero que en ninguna parte del mundo lleva consigo ese
tipo de autoridad que se impone naturalmente a los ciudadanos
y que sin necesidad de fuerza reclama su voluntaria obediencia.
Un consejo de esa clase sólo puede reclamar obediencia mediante
(02:42:44):
la fuerza militar que lo acompaña y por eso su
gobierno es necesariamente militar y despótico. Su actividad más adecuada
es el comercio. Deben vender, por cuenta de sus patronos,
los bienes europeos que tienen en consignación y comprar a
cambio de ellos bienes de la India para el mercado europeo.
Deben vender los primeros al mayor precio y comprar los
(02:43:04):
segundos al menor precio posible, y por eso excluyen en
todo lo que pueden a los posibles competidores de los
mercados donde tienen abiertas sus tiendas. El espíritu de la administración,
por lo tanto, en lo que se refiere al comercio
de la compañía, es el mismo que el de su dirección.
Tiende a subordinar al gobierno a los intereses del monopolio
(02:43:25):
y consiguientemente a atrofiar el crecimiento natural al menos de
algunas partes del producto excedente del país y reducirlo a
lo que apenas es suficiente para hacer frente a las
demandas de la compañía. Todos los miembros de la administración, además,
comercian en cierto grado por su cuenta y es inútil
prohibirles que lo hagan. Nada puede ser tan completamente disparatado
(02:43:47):
como el pretender que los funcionarios de una grandes oficina
situados a diez mil millas de distancia, y por tanto
casi completamente fuera de su vigilancia, ante una simple orden
de sus patronos dejen inmediatamente de realizar cualquier negocio por
su cuenta, abandonen para siempre toda esperanza de acumular una
fortuna cuando tienen a mano los medios para lograrlo, y
(02:44:07):
se contenten con los moderados salarios que les pagan sus
patronos y que, aunque Son moderados, rara vez pueden aumentar
porque normalmente son tan altos como lo permiten los beneficios
reales de la compañía. En tales circunstancias, el prohibir a
los trabajadores de la empresa el comerciar por su cuenta
no puede tener otro efecto que el autorizar a los
(02:44:28):
empleados de mayor categoría para que, con el pretexto de
cumplir las órdenes de la dirección, opriman a aquellos de
las categorías inferiores que hayan tenido la desgracia de incurrir
en su desagrado. Los empleados tratan naturalmente de establecer en
favor de su comercio particular el mismo monopolio que tiene
la compañía en el comercio general. Dejados a su libre albedrío,
(02:44:50):
impondrían este monopolio de forma abierta y directa, y prohibirían
claramente a los demás que comerciaran en los artículos que
ellos eligiesen, y quizás esta sea la forma mejor y
menos opresiva de imponerlo. Pero si por una orden desde
Europa se les prohíbe hacerlo, procurarán de todas maneras establecer
el mismo monopolio secreta e indirectamente, con resultados mucho más
(02:45:12):
destructivos para el país. Emplearán toda la autoridad del gobierno
y pervertirán la administración de la justicia para acosar y
arruinar a los se les interpongan en cualquier rama del
comercio en la que ellos decidan estar mediante agentes ocultos
o al menos no públicamente declarados como tales. Pero el
comercio privado de los empleados se extenderá naturalmente a una
(02:45:33):
variedad de artículos mucho mayor que el comercio público de
la compañía. Este último no se extiende más allá del
comercio con Europa y comprende sólo una parte del comercio
exterior del país. Pero el comercio privado de los empleados
se puede extender a todas las ramas de su comercio
interior y exterior. El monopolio de la compañía sólo puede
(02:45:55):
coartar el desarrollo natural de la parte del producto excedente que,
si hubiese libre comercio, sería exportada a Europa. El monopolio
de los empleados tiende a atrofiar el desarrollo natural de
todas las partes de la producción en donde decidan comerciar,
la destinada al consumo interno y la destinada a la exportación,
con lo que degrada el cultivo en todo el país
(02:46:15):
y reduce el número de sus habitantes. tiende a disminuir
la cantidad producida de todas las cosas, incluso de las
necesarias para la vida si los funcionarios de la compañía
deciden comerciar con ellas, hasta lo que esos funcionarios sean
capaces de comprar y estimen vender con un precio que
juzguen satisfactorio. Asimismo, por la naturaleza de su situación los
(02:46:37):
empleados estarán más propensos que sus patronos a apoyar con
rigurosa severidad sus intereses frente a los del país que gobiernan.
El país pertenece a sus patronos, que inevitablemente brindarán alguna
consideración al interés de lo que poseen. Pero no pertenece
a los empleados. El interés real de sus patronos, si
fueran capaces de percibirlo, coincide con el del país, y
(02:47:01):
si lo oprimen es fundamentalmente por ignorancia y por la
mezquindad de los prejuicios mercantiles. Pero el interés real de
los empleados no es en absoluto el mismo que el
del país, y la información más completa no pondrá necesariamente
fin a su opresión. Las reglamentaciones que han sido dictadas
en Europa, aunque poco eficaces, han sido en general bien intencionadas.
(02:47:23):
Las dictadas por los funcionarios en la India han mostrado
a veces más inteligencia y peores intenciones. Un gobierno en
el que cada miembro de la administración aspira a dejar
el país y consiguientemente a acabar con el gobierno tan
pronto como pueda, y cuyos intereses le resultarán el día
en que lo abandone y se lleve consigo toda su
(02:47:43):
fortuna perfectamente indiferentes aunque todo el país resulte devorado por
un terremoto, es decididamente un gobierno muy singular. No pretendo
con todo lo que he dicho hasta aquí arrojar ninguna
imputación odiosa sobre el carácter general de los funcionarios de
la Compañía de las Indias Orientales, y mucho menos sobre
ninguna persona en concreto. Pretendo censurar el sistema de gobierno,
(02:48:06):
la situación en que se encuentra y no las personas
que allí actúan. Ellas actuaron según las direcciones naturales de
su situación, y aquellos que más aidadamente han protestado en
su contra no habrían actuado mejor. En la guerra y
en la política, los consejos de Madras y Calcuta se
han comportado en varias ocasiones con una resolución y sabiduría
(02:48:27):
de decisión que habrían honrado al Senado de Roma en
los mejores días de esa república. Los integrantes de esos
consejos fueron educados para profesiones muy distintas de la guerra
y la política. Pero sólo a partir de su situación,
sin educación, experiencia ni ejemplos, parece que han surgido en
ellos de pronto capacidades y virtudes que ni ellos mismos
(02:48:48):
soñaban poseer. Si en algunas ocasiones, entonces, han sido animados
a actuar magnánimamente, algo que no podía esperarse de ellos,
no deberíamos asombrarnos si en otras ocasiones resultaron empujados hacia
hazañas de distinta naturaleza. Por lo tanto, esas compañías monopólicas
son nocivas desde todo punto de vista. Son en cierta
(02:49:10):
medida siempre inconvenientes para los países que las establecen y
devastadoras para los que tienen la desgracia de caer bajo
su férula. 8.
Speaker 4 (02:49:25):
Aunque
Speaker 2 (02:49:26):
el estímulo a las exportaciones y el desaliento a las
importaciones son los dos grandes motores mediante los cuales el
sistema mercantil asegura que puede enriquecer a cualquier país, en
algunas mercancías parece seguir una estrategia opuesta, desanimar su exportación
y estimular su importación. Pretende sin embargo que su objetivo
en última instancia es el mismo, enriquecer al país mediante
(02:49:48):
una balanza comercial favorable. Desalienta la exportación de materias primas
para la industria y de instrumentos de trabajo para conceder
a nuestros artesanos una ventaja y permitirles vender en los
mercados extranjeros más barato que los de otras naciones. Al
restringir la exportación de algunas mercancías, cuyo precio no es
muy elevado, aspira a ocasionar una exportación mucho mayor y
(02:50:10):
más valiosa de otras mercancías. Estimula la importación de materiales
para la industria para que nuestro pueblo los pueda elaborar
más baratos e impide así una importación mayor y más
valiosa de productos manufacturados. No he visto, al menos en
nuestros registros legales, ningún estímulo a la importación de herramientas.
(02:50:31):
Una vez que la industria se desarrolla hasta un determinado nivel,
la fabricación de herramientas se vuelve por sí misma el
objeto de una gran cantidad de manufacturas muy importantes. El
brindar un incentivo especial a la importación de esas herramientas
interferiría demasiado con el interés de esas manufacturas y, por
lo tanto, en lugar de ser estimulada, dicha importación ha
(02:50:53):
sido a menudo prohibida. Nuestros empresarios laneros han tenido más
éxito que nadie en persuadir a los legisladores de que
la prosperidad de la nación dependía de la rentabilidad y
extensión de su negocio particular. No sólo obtuvieron un monopolio
contra los consumidores gracias a la prohibición absoluta de importar
tejidos de lana de cualquier país extranjero, sino que además
(02:51:15):
consiguieron otro monopolio contra los granjeros ovejeros y laneros gracias
a una prohibición similar de exportar ovejas y lana. La
severidad de muchas de las leyes que han sido promulgadas
para asegurar los ingresos públicos ha sido justamente condenada porque
impone duras penas sobre acciones que con anterioridad a los
estatutos que las declaraban, delitos habían sido desde siempre consideradas inocentes.
(02:51:39):
Pues bien, me atrevo a afirmar que nuestras leyes tributarias
más crueles son suaves y gentiles en comparación con las
que el clamor de nuestros comerciantes y fabricantes ha arrancado
a los legisladores en defensa de sus propios monopolios absurdos
y opresivos. Igual que las leyes de Dracón, puede decirse
que todas estas leyes están escritas con sangre. En lo
(02:52:01):
relativo a la exportación de herramientas o instrumentos de los
oficios propiamente dichos, lo normal es que esté restringida no
mediante elevados aranceles sino a través de prohibiciones absolutas. Y
cuando se aplican castigos tan elevados ante la exportación de
instrumentos de trabajo muertos, no puede esperarse que el instrumento vivo,
es decir, el artesano, sea dejado en libertad. De ahí
(02:52:25):
que por Estatuto 5 de Jorge I. K. 27, si alguien
fuese culpable de incitar a algún artesano de cualquiera de
las manufacturas de Gran Bretaña a emigrar al extranjero a
practicar o a enseñar su oficio, debe por la primera
ofensa pagar una multa no superior a 100 libras y cumplir
tres meses de prisión o más hasta que pague la multa,
y por la segunda ofensa debe pagar una multa a
(02:52:47):
la discreción del tribunal y cumplir en prisión 12 meses o
más hasta pagar la multa. Si era probado que una
persona había conseguido atraer a un artesano, o que cualquier
artesano se había comprometido a emigrar al extranjero con los
objetivos mencionados, ese artesano debía dar una garantía de que
no marcharía allí en de los mares y podía ser
(02:53:07):
encarcelado hasta que la presentase. Si un artesano parte hacia
ultramar y ejerce o enseña su oficio en algún país extranjero,
tras ser requerido por algún ministro o cónsul de su
majestad en el exterior, o por cualquiera de los secretarios
de estado de su majestad, no regresa en seis meses
al reino y se domicilia y reside continuadamente en el mismo,
(02:53:28):
será declarado incapaz de recibir herencia alguna en este reino,
o de ser representante o administrador de persona alguna, o
de poseer en el reino tierra alguna por sucesión. donación
o compra. Se le embargarán a sí mismo todas sus
tierras y bienes muebles e inmuebles, será declarado extranjero con
todas sus consecuencias y perderá la protección del rey. Supongo
(02:53:51):
que no es necesario subrayar hasta qué punto estas reglamentaciones
son contrarias a la tan pregonada libertad individual de la
que tan celosos guardianes simulamos ser, y que en este
caso es manifiestamente sacrificada ante los fútiles intereses de nuestros
comerciantes e industriales. La encomiable razón de todas estas regulaciones
es extender nuestras propias manufacturas, pero no por su prosperidad
(02:54:15):
sino por la depresión de las de todos nuestros vecinos,
y mediante la liquidación, en todo lo que sea posible,
de la incómoda competencia de esos rivales tan odiosos y desagradables.
Nuestros patronos industriales piensan que es razonable que ellos mismos
tengan el monopolio del ingenio de todos sus compatriotas, aunque
al restringir en algunos oficios el número de aprendices que
(02:54:37):
pueden ser empleados en cualquier momento dado, y al imponer
el requisito de un extenso aprendizaje en todos los oficios,
intentan limitar el conocimiento de los diversos oficios al mínimo
número posible de personas, y se oponen a que ninguna
de ellas se marche a instruir a extranjeros. El consumo
es el único fin y objetivo de toda producción, y
(02:54:57):
el interés del productor merece ser atendido sólo en la
medida en que sea necesario para promover el del consumidor.
Este aforismo es tan evidente que sería absurdo molestarse en demostrarlo.
Sin embargo, en el sistema mercantil el interés del consumidor
es casi constantemente sacrificado frente al del productor, porque parece
considerarse que la finalidad y propósito últimos de cualquier actividad
(02:55:20):
y comercio es la producción y no el consumo. En
las restricciones sobre las importaciones de todas las mercancías extranjeras
que pueden competir con nuestros cultivos o manufacturas es evidente
que el interés del consumidor local se sacrifica ante el
del productor. Es sólo para beneficiar a éste que aquel
es obligado a pagar el sobreprecio a que dicho monopolio
(02:55:41):
da lugar virtualmente siempre. Las subvenciones a la exportación de
algunos productos se conceden sólo para beneficiar al productor. El
consumidor es forzado a pagar, primero, el impuesto necesario para
sufragar el subsidio, y segundo, el gravamen todavía mayor que
deriva necesariamente del aumento del precio de la mercancía en
(02:56:02):
el mercado nacional. Mediante el célebre tratado comercial con Portugal,
se impide al consumidor a través de altos aranceles el
comprar en un país vecino una mercancía que su propio
clima no permite producir, y se lo obliga a adquirirla
en un país más lejano, aunque se sabe que la
mercancía del país lejano es de peor calidad que la
del país más próximo. El consumidor nacional es forzado a
(02:56:25):
someterse a este inconveniente para que el productor pueda exportar
al país distante algunos de sus productos en términos más
ventajosos que los que conseguiría en otro caso. Asimismo, el
consumidor debe pagar cualquier incremento en el precio de esos
productos que dicha exportación forzada suscite en el mercado local.
En el sistema de leyes que ha sido establecido para
(02:56:47):
el gobierno de nuestras colonias americanas y de las indias
occidentales el interés del consumidor ha sido sacrificado al del
productor con una prodigalidad aún más extravagante que en todas
nuestras otras reglamentaciones mercantiles. Se ha fundado un vasto imperio
con el único propósito de crear una nación de clientes
compelidos a comprar en las tiendas de nuestros distintos productores
(02:57:09):
todos los bienes que puedan suministrarles. Para conseguir el pequeño
incremento en el precio que este monopolio pueda asegurar a
nuestros productores, los consumidores han sido grabados con todo el
gasto de mantener y defender dicho imperio. Con este fin,
y sólo con este fin, en las dos últimas guerras
se han gastado más de 200 millones de libras y se
(02:57:30):
ha contraído una deuda nueva superior a los 170 millones, por
encima de lo que ya se había gastado en guerras
anteriores con idéntico propósito. Sólo el interés de esta deuda
resulta no simplemente mayor que el conjunto de los beneficios
extraordinarios que podría pretenderse derivaron del monopolio del comercio colonial,
sino también mayor al valor total de dicho comercio o
(02:57:52):
el valor total de los bienes que como media han
sido exportados anualmente a las colonias. No es muy difícil
señalar a quienes maquinaron todo este sistema mercantil. No fueron
desde luego los consumidores, cuyos intereses han sido completamente olvidados.
Fueron los productores, cuyos intereses siempre han sido cuidadosamente tendidos,
(02:58:13):
y entre ellos los arquitectos principales fueron con diferencia los
comerciantes y los industriales. 9. Los sistemas agrícolas de economía
política no exigirán una explicación tan amplia como la que
he juzgado necesario dedicar al sistema mercantil o comercial. El
sistema que presenta al producto de la tierra como la
(02:58:35):
única fuente de ingreso y riqueza para cualquier país no
ha sido adoptado que yo sepa por nación alguna, y
en la actualidad sólo reside en las especulaciones de un
puñado de hombres en Francia, muy eruditos e inteligentes. Está
claro que no vale la pena examinar con prolijo detalle
los errores de un sistema no ha hecho ni probablemente
hará nunca daño en ninguna parte del mundo. Trataré sin
(02:58:58):
embargo de exponer de la forma más clara que pueda
las líneas generales de este ingeniosísimo sistema. El señor Colbert,
ministro de Luis XIV, fue un hombre honrado, muy trabajador
y minuciosamente informado, de gran experiencia y agudeza en el
examen de las cuentas públicas, y en suma con capacidades
en todo sentido adecuadas para implantar método y orden en
(02:59:20):
la recaudación y gasto de los ingresos públicos. Por desgracia,
este ministro abrazó todos los prejuicios del sistema mercantil, por
naturaleza y esencia un sistema de restricción y regulación, y
que por ello tenía que resultar atractivo para un hombre
laborioso y emprendedor, acostumbrado a manejar los distintos departamentos de
la administración pública y a establecer los controles y comprobaciones
(02:59:43):
necesarios para situar a cada uno en su correspondiente esfera.
Intentó regular la industria y el comercio de un gran
país según el mismo modelo de las secciones de una
oficina pública, y en vez de permitir que cada persona
persiguiera su propio interés a su manera, según la norma
liberal de igualdad, libertad y justicia, otorgó a determinadas ramas
(03:00:04):
de la actividad unos privilegios extraordinarios y sometió a otras
a notables restricciones. No sólo estaba dispuesto, como otros ministros europeos,
a estimular más la actividad de las ciudades que la
del campo, sino que para sostener a la actividad urbana
estaba dispuesto a deprimir y hundir a la rural. Con
objeto de abaratar los alimentos para los habitantes de las
(03:00:26):
ciudades e incentivar así la industria y el comercio exterior,
prohibió totalmente la exportación de cereales, y así excluyó a
los habitantes del campo de todo mercado exterior para la
parte de lejos más importante de su producción. Esta prohibición,
junto con las limitaciones impuestas por las antiguas leyes provinciales
de Francia sobre el transporte de cereales entre provincias, y
(03:00:49):
los arbitrarios y degradantes tributos cobrados a los agricultores en
casi todas las provincias, desanimó y deprimió a la agricultura
del país hasta un nivel muy por debajo del que
naturalmente habría alcanzado dado su suelo tan fértil y su
clima tan bonansible. Esta situación de desaliento y penuria existía
más o menos en todo el país, y numerosas investigaciones
(03:01:10):
fueron llevadas a cabo acerca de sus posibles causas. Una
de esas causas resultó ser la preferencia otorgada por las
instituciones del señor Colbert a la actividad de las ciudades
sobre la del campo. Según reza el proverbio, cuando la
vara se tuerce demasiado hacia un lado, para enderezarla es
menester torcerla también demasiado hacia el otro. Los filósofos franceses
(03:01:33):
que han propuesto el sistema que presenta a la agricultura
como la única fuente de ingreso y riqueza de cualquier
país parecen haber adoptado ese aforismo proverbial, y así como
en el esquema del señor Colbert la actividad urbana era
indudablemente sobrevalorada con relación a la rural, en su sistema
resulta subvalorada de forma igualmente indudable. Dividen a las diversas
(03:01:54):
personas que se supone contribuyen al producto anual de la
tierra y el trabajo del país en tres clases. La
primera es la clase de los propietarios de las tierras.
La segunda es la clase de los cultivadores, granjeros y
trabajadores del campo, a quienes honran con el apelativo peculiar
de clase productiva. La tercera es la clase de los artesanos,
(03:02:16):
industriales y comerciantes, a quienes procuran degradar mediante el humillante
calificativo de clase estéril o improductiva. La clase de los
propietarios contribuye al producto anual a través del gasto que
ocasionalmente realizan en la mejora de la tierra, edificios, drenajes,
cercas y otros adelantos, mediante los cuales los cultivadores pueden
(03:02:36):
con un mismo capital recoger un producto mayor y consecuentemente
pagar una renta mayor. Esta renta incrementada puede ser considerada
como el interés o beneficio correspondiente al propietario por el
gasto o capital que invierte en la mejora de su tierra.
Dicho desembolso recibe en este sistema el nombre de gastos territoriales,
depenses foncieres. Los cultivadores o granjeros contribuyen al producto anual
(03:03:02):
mediante lo que en este sistema se denomina gastos originales
y anuales, depenses primitives et depenses annuelles, realizados en el
cultivo de la tierra. Los gastos originales consisten en instrumentos
de labranza, ganado, semillas y en la manutención de la
familia del granjero, sus sirvientes y su ganado, durante al
menos la mayor parte del primer año de su arrendamiento
(03:03:24):
o hasta que obtenga algún rendimiento de su tierra. Los
gastos anuales consisten en semillas, en reparar el desgaste de
los instrumentos de labranza y en la manutención anual de
los sirvientes y el ganado del granjero, y también de
su familia, en la medida en que cualquier parte de
ella pueda ser considerada como servidores empleados en el cultivo.
(03:03:44):
La parte del producto de la tierra que le queda
después de pagar la renta debe ser suficiente para, primero,
reponerle en un plazo razonable, inferior al plazo de su arrendamiento,
todos sus gastos originales junto con los beneficios ordinarios del capital,
y segundo, reembolsarle anualmente todos sus gastos anuales, también junto
con los beneficios corrientes del capital. Estos dos gastos son
(03:04:08):
dos capitales que el granjero invierte en el cultivo, y
si no le son regularmente repuestos, con un beneficio razonable,
no puede desarrollar su negocio a la par con los demás.
Si atiende a su propio interés, deberá abandonarlo tan pronto
pueda y dedicarse a otra cosa. La parte del producto
de la tierra que es de esta forma necesaria para
permitirle al granjero continuar con su actividad debe ser considerada
(03:04:31):
como un fondo sagrado para el cultivo, y si el
terrateniente lo viola, necesariamente reduce el producto de su propia tierra,
y en pocos años no sólo impide que el granjero
pague esa renta arrancada a la fuerza sino incluso que
pague la renta razonable que en otro caso habría podido
obtener de su tierra. La renta que en justicia corresponde
al terrateniente no es más que el producto neto que
(03:04:53):
queda después de pagar completamente todos los gastos necesarios que
hay que desembolsar previamente para obtener el producto bruto o total.
Debido a que el trabajo de los cultivadores, por encima
y después de pagar totalmente esos gastos necesarios, rinde un
producto neto de ese tipo, dicha clase es específicamente distinguida
(03:05:14):
en este sistema con el honroso apelativo de clase productiva.
Sus gastos originales y anuales son por la guión bajo
misma razón llamados gastos productivos puesto que dan lugar a
la reproducción anual del producto neto, por encima de la
reposición de su propio valor. Los gastos territoriales del propietario,
junto con los gastos originales y anuales del granjero, son
(03:05:36):
los únicos tres gastos que en este sistema son considerados productivos.
Todos los demás gastos de todas las demás personas, incluso
aquellos que la opinión generalizada de las personas califica como
sumamente productivos, son en este modelo presentados como absolutamente estériles
e improductivos. Los artesanos e industriales en particular son una
(03:05:58):
clase improductiva. Se dice que su trabajo repone sólo el
capital que lo sostiene, junto con los beneficios normales. El
capital comercial es tan estéril e improductivo como el capital industrial.
Sólo mantiene la existencia de su propio valor, sin producir
valor nuevo alguno. El trabajo de los artesanos y manufactureros
(03:06:20):
nunca añade nada al valor del producto total anual de
la tierra. Añade evidentemente mucho al valor de algunas de
sus partes. pero el consumo de otras partes que ocasiona
en el ínterin es precisamente igual al valor que incorpora
en aquellas, con lo que el valor de la cantidad
total no aumenta en lo más mínimo. Los artesanos, industriales
(03:06:41):
y comerciantes pueden aumentar el ingreso de la sociedad sólo
a través de la frugalidad o, como se expresa en
este sistema, la privación, es decir, privándose de una parte
de los fondos destinados para su propia subsistencia. Ellos reproducen
anualmente sólo esos fondos. Por lo tanto, si no ahorran
anualmente una parte, si no se privan anualmente del disfrute
(03:07:04):
de una parte, el ingreso y riqueza de la sociedad
nunca podrá aumentar nada gracias a su trabajo. Los granjeros
y trabajadores del campo, por el contrario, pueden disfrutar plenamente
de los fondos destinados a su propia subsistencia y sin
embargo al mismo tiempo incrementar el ingreso y la riqueza
de su sociedad. Por encima de lo que se destina
(03:07:25):
a su propia subsistencia, su trabajo proporciona anualmente un producto neto,
suyo aumento necesariamente eleva el ingreso y la riqueza de
la sociedad. En consecuencia, naciones como Francia e Inglaterra, pobladas
en gran medida por terratenientes y cultivadores, pueden enriquecerse con
trabajo y placer. Pero naciones como Holanda y Hamburgo, habitadas
(03:07:47):
fundamentalmente por comerciantes, artesanos e industriales, sólo pueden enriquecerse mediante
la frugalidad y la
Speaker 4 (03:07:53):
privación. La clase improductiva
Speaker 2 (03:08:01):
es mantenida y empleada totalmente a expensas de las dos
otras clases, los propietarios y los cultivadores. Le suministran tanto
los materiales para su trabajo como el fondo para su subsistencia.
En última instancia los propietarios y cultivadores pagan tanto los
salarios de todos los trabajadores de la clase improductiva como
los beneficios de todos sus empleadores. Estos trabajadores y sus
(03:08:25):
patronos son propiamente servidores de los propietarios y cultivadores, aunque
servidores que trabajan fuera de casa, al revés que los
sirvientes domésticos. Sin embargo, unos y otros son igualmente mantenidos
a expensas de los mismos amos. El trabajo de ambos
es igualmente improductivo. pero la clase improductiva no sólo es
(03:08:46):
útil sino muy útil para las otras dos. Nunca será
el interés de los propietarios y cultivadores el restringir o
desalentar en ningún aspecto el trabajo de los comerciantes, artesanos
e industriales. Cuanta más libertad disfrute esta clase improductiva, mayor
será la competencia de los diversos oficios que la componen
y más baratos los suministros de las otras dos clases,
(03:09:09):
tanto en lo que se refiere a bienes extranjeros como
a los productos manufacturados en su propio país. nunca será
el interés de la clase improductiva el oprimir a las
otras dos. El producto excedente de la tierra es lo
que mantiene y emplea a la clase improductiva. Cuanto más
grande sea dicho excedente, mayor será la manutención y el
(03:09:30):
empleo de esa clase. El establecimiento de la justicia, la
libertad y la igualdad más perfectas es el muy sencillo
secreto que asegura eficazmente la máxima prosperidad para las tres clases.
Los mercaderes, artesanos y manufactureros de esos estados comerciales que
como Holanda y Hamburgo consisten básicamente en esa clase improductiva
(03:09:51):
son análogamente mantenidos y empleados a expensas de los propietarios
y cultivadores de la tierra. La única diferencia estriba en
que esos propietarios y cultivadores se hallan en su mayor
parte situados a una distancia sumamente inconveniente de dichos comerciantes,
artífices y manufactureros a quienes suministran las materias primas para
su labor y el fondo para su subsistencia, son habitantes
(03:10:14):
de otros países y súbditos de otros estados. Esos estados
comerciales no sólo son útiles sino muy útiles para los
habitantes de los otros países. En cierta medida llenan un
vacío muy importante y ocupan el lugar de los mercaderes,
artífices e industriales que los habitantes de esos países deberían
encontrar localmente pero no pueden hacerlo debido a alguna deficiencia
(03:10:37):
en sus políticas. Nunca puede ser el interés de las
naciones terratenientes, si puedo llamarlas así, el desalentar o arruinar
la actividad de los estados comerciales, imponiendo altos aranceles a
su comercio o sobre las mercancías que suministran. Esos aranceles,
al encarecer dichas mercancías, sólo sirven para reducir el valor
(03:10:58):
real del producto excedente de su propia tierra con el cual,
o lo que es lo mismo, con el precio del
cual esas mercancías son compradas. Tales aranceles sólo servirían para
desanimar el incremento de dicho producto excedente, y consiguientemente de
la roturación y cultivo de su propia tierra. Por el contrario,
el expediente más eficaz para elevar el valor de ese
(03:11:20):
producto excedente, para incentivar su incremento, y por ello la
mejora y cultivo de su propia tierra, sería permitir la
más perfecta libertad de comercio con todas esas naciones comerciales.
Tal perfecta libertad de comercio sería incluso la mejor manera
de abastecerlos, a su debido tiempo, con todos los artesanos,
industriales y comerciantes que necesitan localmente, y para llenar de
(03:11:44):
la mejor y más ventajosa manera ese muy importante vacío
que su falta comporta. Cuando una nación terrateniente, por el contrario,
oprime mediante altos aranceles o prohibiciones el comercio de naciones extranjeras,
necesariamente perjudica sus propios intereses por dos vías distintas. Primero,
al aumentar el precio de todos los bienes extranjeros y
(03:12:06):
toda suerte de manufacturas, necesariamente reduce el valor real del
producto excedente de su propia tierra. Segundo, al conceder una
especie de monopolio del mercado nacional a sus propios mercaderes,
artesanos y manufactureros, eleva la tasa de beneficio comercial e
industrial relativamente al beneficio agrícola, lo que o bien desvía
de la agricultura una parte del capital que antes era
(03:12:29):
invertido en ella, o impide que acuda a ella una
parte del que habría acudido en otro caso. La agricultura
se vuelve menos rentable y el comercio y la industria
más rentables de lo que serían en otra circunstancia, y
el interés de toda persona la llevará en todo lo
que pueda a desviar su capital y su trabajo desde
el primer empleo hacia los segundos. Pero aunque una nación
(03:12:51):
terrateniente sea capaz mediante esa política opresiva de crear artesanos,
comerciantes e industriales propios antes de lo que sucedería con
el comercio libre, algo que resulta en cualquier caso bastante dudoso,
lo haría, por así decirlo, prematuramente, antes del momento más adecuado.
Al estimular con excesiva rapidez una actividad, deprimiría otra actividad
(03:13:13):
más valiosa. La forma en que según este sistema el
producto anual total de la tierra se distribuye entre las
tres clases mencionadas, y la forma en que el trabajo
de la clase improductiva meramente repone el valor de su
propio consumo sin incrementar en nada el valor de ese total,
es expresada por el señor Kesnai, el muy ingenioso y
profundo autor de este sistema, mediante unas fórmulas aritméticas. La
(03:13:38):
primera de estas formulaciones, que él destaca de forma especial
con el nombre de cuadro económico, representa la manera en
que él supone que tiene lugar esa distribución en un
estado de la más perfecta libertad y por tanto de
la máxima prosperidad. En fórmulas ulteriores presenta el modo en
que supone que esa distribución se lleva a cabo en
diversos contextos de restricción y regulación. Cada usurpación, cada violación
(03:14:02):
de la distribución natural que establecería la libertad más perfecta
debe según este sistema necesariamente degradar en cierta medida, año
a año, el valor y suma total del producto anual,
y debe inevitablemente ocasionar una depresión paulatina de la riqueza
e ingresos reales de la sociedad. Algunos teóricos de la
medicina han concebido que la salud de cuerpo humano sólo
(03:14:24):
puede ser preservada mediante un régimen preciso de dieta y ejercicio,
y que la más mínima violación del mismo forzosamente desencadena
una cierta enfermedad o perturbación proporcional al grado de la violación.
Sin embargo, la experiencia muestra que el cuerpo humano puede conservar,
al menos en apariencia, el más perfecto estado de salud
(03:14:45):
bajo una amplia variedad de regímenes diferentes, incluso bajo algunos
generalmente considerados como lejos de ser perfectamente saludables. Parece que
el cuerpo humano sano contiene un principio desconocido de preservación,
capaz de prevenir o de corregir en muchos aspectos las
consecuencias perniciosas de un régimen muy deficiente. El Señor Kessnay,
(03:15:08):
el mismo un médico muy estudioso, parece haber abrigado una
noción similar con respecto al cuerpo político, y haber conjeturado
que podría desarrollarse y prosperar sólo bajo un régimen especial,
el régimen preciso de la libertad y justicia perfectas. No
parece haber percibido que en el cuerpo político el esfuerzo
natural que toda persona realiza continuamente para mejorar su propia
(03:15:30):
condición es un principio de preservación capaz de prevenir y
corregir en muchos aspectos las consecuencias dañinas de una economía
política en cierto grado sesgada y opresiva. Una economía política
de esa clase puede sin duda retrasar más o menos
el desarrollo natural de una nación hacia la riqueza y
la prosperidad, pero no lo puede detener, y menos aún
(03:15:51):
hacerlo retroceder. Si ninguna nación pudiese desarrollarse salvo con el
disfrute de una libertad y una justicia perfectas, entonces en
el mundo ninguna nación podría haberse desarrollado jamás. Sin embargo,
la sabiduría de la naturaleza ha hecho amplia provisión en
el cuerpo político para remediar muchos de los efectos perjudiciales
(03:16:12):
derivados de la insensatez e injusticia de los seres humanos,
de la misma forma que lo ha hecho en el
cuerpo natural para remediarlos de su pereza e intemperancia. El
error capital de este sistema, de todos modos, parece estribar
en presentar a la clase de los artesanos, industriales y
comerciantes como absolutamente estériles e improductivos. Primero, se admite que
(03:16:35):
esta clase reproduce anualmente el valor de su consumo anual
y al menos mantiene la existencia del capital que la
mantiene y emplea. Esto sólo basta para refutar la denominación
de estéril o improductiva. No llamamos estéril ni improductivo a
un matrimonio que tiene sólo un hijo y una hija,
que reemplazan al padre y a la madre, aunque no
(03:16:55):
incrementan el número de la especie humana. Segundo, no es
correcto identificar a los artífices, manufactureros y mercaderes con los
sirvientes domésticos. El trabajo de éstos no conserva la existencia
del fondo que los mantiene y emplea. Tercero, desde cualquier
punto de vista es inadecuado afirmar que el trabajo de
(03:17:17):
los artesanos, industriales y comerciantes no expande el ingreso real
de la sociedad. Aunque supongamos, por ejemplo, como parece hacer
este sistema, que el valor del consumo diario, mensual y
anual de esta clase fuese exactamente igual a su producción diaria,
mensual y anual, no se derivaría de ello que su
trabajo nada añade al ingreso real, al valor real del
(03:17:39):
producto anual de la tierra y el trabajo de la sociedad.
Un artesano que en los primeros seis meses después de
la cosecha ejecuta un trabajo por valor de 10 libras, aunque
en el mismo periodo consuma un valor de 10 libras en
cereales u otros bienes, en realidad añade el valor de 10
libras al producto anual de la tierra y el trabajo
de la sociedad. Mientras consumía un ingreso de medio año
(03:18:02):
de 10 libras en cereales y otras cosas necesarias, ha producido
un valor equivalente capaz de comprar, para él o para
otra persona, un ingreso de medio año equivalente. El valor, entonces,
de lo que ha sido consumido y producido durante esos
seis meses no es igual a 10 libras sino a 20. Cuarto,
(03:18:22):
los granjeros y trabajadores del campo no pueden aumentar sin
frugalidad el ingreso real, el producto anual de la tierra
y el trabajo de su sociedad, exactamente igual que los artesanos,
industriales y
Speaker 4 (03:18:33):
comerciantes. Quinto y último,
Speaker 2 (03:18:46):
aunque el ingreso de los habitantes de cualquier país consista
sólo en la cantidad de artículos de subsistencia que su
trabajo puede procurarles, como este sistema supone, incluso bajo este
criterio el ingreso de un país comerciante e industrial deberá
ser siempre, si las demás condiciones no cambian, muy superior
que el que tendría sin comercio ni industria. Mediante el
(03:19:07):
comercio y las manufacturas se puede importar en un país
una cantidad de bienes de subsistencia mayor que la que
podría proporcionar su propia tierra. Los habitantes de una ciudad,
aunque a menudo no poseen tierra alguna, pueden conseguir a
través de su trabajo una cantidad del producto de las
tierras de otras personas para abastecerse no sólo de las
materias primas para sus actividades sino también del fondo para
(03:19:30):
su subsistencia. Y lo que una ciudad es con respecto
a los campos vecinos, un país o estado independiente es
con respecto a otros. Pero con todas sus imperfecciones, este
sistema es probablemente la aproximación más cercana a la verdad
dentro de lo que ha sido publicado sobre economía política.
Al sostener que el trabajo de la tierra es el
(03:19:51):
único productivo sus ideas son demasiado limitadas y estrechas, pero
al afirmar que la riqueza de las naciones no consiste
en las riquezas del dinero que no se pueden consumir
sino en los bienes de consumo que se reproducen anualmente
gracias al trabajo de la sociedad, y al declarar que
la perfecta libertad es el único método eficaz para hacer
que esa reproducción anual resulte la máxima posible, su doctrina
(03:20:14):
es en todo respecto tan acertada como es. Generosa y liberal.
Sus seguidores son numerosos, y como los hombres son aficionados
a las paradojas, y a aparentar que entienden lo que
sobrepasa la comprensión de la gente corriente, es posible que
la paradoja que defiende con relación a la naturaleza improductiva
de la industria haya contribuido bastante a expandir el número
(03:20:35):
de sus admiradores. Durante los últimos años han llegado a
ser una escuela de mucho relieve, distinguida en la República
de las Letras de Francia con el nombre de los economistas.
Sus obras han rendido un evidente servicio a su país,
no sólo por atraer la discusión pública sobre cuestiones que
nunca habían sido bien estudiadas con anterioridad, sino por influir
(03:20:57):
en alguna medida sobre la administración pública en favor de
la agricultura. Como consecuencia de sus estudios, la agricultura francesa
ha sido liberada de bastantes obstáculos que padecía. Ya ha
sido observado que la rama principal y más importante del
comercio de cualquier nación es la que se entabla entre
los habitantes de la ciudad y los del campo. Los
(03:21:19):
habitantes de la ciudad obtienen del campo la producción primaria
que constituye tanto las materias primas para su trabajo como
el fondo para su subsistencia, y pagan por esa producción
primaria enviando al campo una cierta fracción de la misma
ya manufacturada y preparada para su uso inmediato. El comercio
que se desarrolla entre estos dos conjuntos de personas consiste
(03:21:39):
en última instancia en una cierta cantidad de producción primaria
intercambiada por una cierta cantidad de producción manufacturada. En consecuencia,
cuanto más cara sea esta última, más barata será aquella.
Todo lo que tiende en cualquier país a elevar el
precio de la producción manufacturada tiende a disminuir el de
la producción primaria de la tierra, y a desalentar por
(03:22:01):
ello a la agricultura
Speaker 4 (03:22:08):
Por lo tanto,
Speaker 2 (03:22:09):
todos aquellos sistemas que prefieren a la agricultura sobre los
demás sectores y que para promoverla imponen restricciones a la
industria y al comercio exterior, actúan en contra de su
propio objetivo e indirectamente desalientan la actividad que pretenden fomentar.
Son en tal sentido quizás hasta más incoherentes incluso que
el sistema mercantil. Dicho sistema, al incentivar a la industria
(03:22:32):
y el comercio exterior más que a la agricultura, desvía
una cierta porción del capital de la sociedad desde el
apoyo de una actividad más ventajosa hacia el apoyo de
una menos ventajosa. Pero de todas formas y en última
instancia fomenta la actividad que pretende estimular. Esos sistemas agrícolas,
por el contrario, realmente y en última instancia desalientan su
(03:22:54):
actividad favorita. Es así como todo sistema que procure a
través de incentivos extraordinarios dirigir hacia un sector especial una
cuota del capital de la sociedad mayor de la que
naturalmente fluiría hacia él, o a través de restricciones extraordinarias
retirar de un sector especial una sección del capital que
en otro caso se invertiría en él, resulta en realidad
(03:23:15):
subversivo para el propósito principal que desea promover. En lugar
de acelerar retrasa el desarrollo de la sociedad hacia la
riqueza y grandeza verdaderas, y en lugar de aumentar disminuye
el valor real del producto anual de su tierra y
su trabajo. Al quedar en consecuencia descalificados todos los sistemas
de preferencia o restricción, el sencillo y obvio sistema de
(03:23:37):
la libertad natural se impone por sus propios méritos. Toda persona,
en tanto no viole las leyes de la justicia, queda
en perfecta libertad para perseguir su propio interés a su
manera y para conducir a su trabajo y su capital
hacia la competencia con toda otra persona o clase de personas.
El soberano queda absolutamente exento de un deber tal que
(03:23:58):
al intentar cumplirlo se expondría a innumerables confusiones, y para
cuyo correcto cumplimiento ninguna sabiduría o conocimiento humano podrá jamás
ser suficiente. El deber de vigilar la actividad de los
individuos y dirigirla hacia las labores que más convienen al
interés de la sociedad. Según el sistema de la libertad natural,
el soberano sólo tiene tres deberes que cumplir, tres deberes
(03:24:21):
de sobresaliente importancia pero que están al alcance y comprensión
de una inteligencia corriente. Primero, el deber de proteger a
la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes. Segundo,
el deber de proteger, en cuanto sea posible, a cada
miembro de la sociedad frente a la injusticia y opresión
de cualquier otro miembro de la misma, o el deber
(03:24:43):
de establecer una exacta administración de la justicia. Y tercero,
el deber de edificar y mantener ciertas obras públicas y
ciertas instituciones públicas que jamás será del interés de ningún
individuo o pequeño número de individuos el edificar y mantener,
puesto que el beneficio nunca podría reponer el coste que
representarían para una persona o un reducido número de personas,
(03:25:05):
aunque frecuentemente lo reponen con creces para una gran sociedad.
El adecuado cumplimiento de esos deberes del soberano necesariamente supone
un gasto, y este gasto a su vez necesariamente requiere
un ingreso. En consecuencia, en el libro siguiente procuro explicar, primero,
cuáles son los gastos indispensables del soberano o del Estado,
(03:25:27):
cuáles de estos gastos deben ser sufragados por la contribución
general de toda la sociedad y cuáles deben serlo por
sólo una parte o por algunos miembros de la sociedad. Segundo,
cuáles son los diversos métodos a través de los cuales
puede hacerse que toda la sociedad contribuya a sufragar los
gastos imputables a toda la sociedad y cuáles son las principales.
(03:25:47):
Ventajas e inconvenientes de dichos métodos, y tercero,¿ cuáles son
las razones y causas que han inducido a casi todos
los estados modernos a hipotecar una parte de este ingreso,
o a contraer deudas, y cuáles han sido los efectos
de esas deudas sobre la riqueza real, sobre el producto
anual de la tierra y el trabajo de la sociedad?
(03:26:08):
El siguiente libro, por tanto, estará dividido naturalmente en tres
Speaker 3 (03:26:12):
capítulos. Libro V
Speaker 4 (03:26:17):
De los ingresos del soberano o del. Estado. Y. El
primer
Speaker 2 (03:26:26):
deber del soberano, el de proteger a la sociedad de
la violencia e invasión de otras sociedades independientes, sólo puede
ser cumplido mediante una fuerza militar. Pero el gasto que
comporta la preparación de esta fuerza militar en tiempo de
paz y el empleo de la misma en tiempo de
guerra es muy diferente en los diversos estadios de la sociedad,
en las distintas etapas de su desarrollo. En una fase
(03:26:50):
adelantada de la sociedad hay dos causas que coadyuvan a
volver totalmente imposible que quienes marchen a la guerra puedan
mantenerse a sí mismos. Esas causas son el progreso de
la industria y el perfeccionamiento del arte de la guerra.
Aunque un labrador salga en campaña, la interrupción de su
trabajo no siempre ocasionará una disminución apreciable en sus ingresos
(03:27:12):
si la campaña se inicia después de la siembra y
culmina antes de la cosecha. Sin la intervención de la
mano del hombre, la naturaleza hace buena parte del trabajo
que queda por hacer. Pero cuando un artesano, un herrero,
un carpintero o un tejedor deja su taller, se agota
por completo la fuente de sus ingresos. Por lo tanto,
(03:27:33):
cuando acude al campo de batalla en defensa del Estado,
como carece de ingresos para mantenerse, debe ser mantenido por
el Estado. Y en un país en el que el
grueso de los habitantes son artesanos y manufactureros, buena parte
de los reclutados para la guerra provendrán de esas clases
y deberán en consecuencia ser mantenidos por el erario público
mientras dure su servicio al país. Asimismo, cuando el arte
(03:27:57):
de la guerra evoluciona hasta convertirse en una ciencia harto
intrincada y compleja, cuando el desenlace de la guerra deja
de ser determinado, como en los albores de la sociedad,
por una sola escaramuza o batalla aislada, sino que se
va desarrollando a lo largo de varias campañas que duran
cada una buena parte del año, entonces se hace necesario
que el Estado mantenga a quienes lo sirven en la guerra,
(03:28:19):
al menos mientras estén empleados en ese servicio. El número
de los que pueden ir a la guerra, en proporción
al total de la población es inevitablemente mucho menor en
una sociedad civilizada que en una primitiva. Como en una
sociedad civilizada los soldados son mantenidos sólo con el trabajo
de quienes no lo son, el número de aquellos nunca
(03:28:40):
podrá exceder al que puedan mantener éstos, por encima de
su propia manutención y de la de los demás funcionarios
del Estado y la legislatura, a los que deben sostener
en una forma adecuada al nivel de cada uno. En
los reducidos estados agrícolas de la antigua Grecia, una cuarta
o una quinta parte de la población se consideraban soldados,
y se dice que en ocasiones marchaban en campaña. Habitualmente
(03:29:04):
se estima que en las naciones civilizadas de la Europa
moderna no se puede emplear como soldados más que al
1% de la población. Cualquier cifra superior arruinaría al país
que paga el coste de su servicio. Así como es
indudable que el arte de la guerra es el más
noble de todos, también sucede que en la evolución del
desarrollo económico se transforma necesariamente en uno de los más
(03:29:26):
complicados de todos. La situación de las artes mecánicas y
otras con que está vinculado determina el grado de perfección
que puede alcanzar en cada momento dado. pero para llevarlo
a ese grado de perfección es necesario que se convierta
en la ocupación única o principal de una clase particular
de ciudadanos, y la división del trabajo es tan necesaria
(03:29:46):
para el progreso de este oficio como para el de
cualquier otro. En otros campos la división del trabajo es
naturalmente introducida por la prudencia de los individuos, que ven
que promueven su interés privado al limitarse a ese campo
concreto más que abordando un gran número de campos diferentes.
Pero el convertir al oficio de soldado en un oficio
particular y diferente de todos los demás es algo que
(03:30:08):
sólo puede provenir de la sabiduría del Estado. Si un
ciudadano particular en tiempos de paz duradera y sin estímulo
público alguno asigna la mayor parte de su tiempo a
ejercicios militares, es evidente que podrá llegar a ser muy
diestro en ellos y que además se divertirá mucho, pero
ciertamente no fomentará su propio interés. Sólo la sabiduría del
(03:30:29):
Estado podrá hacer que sea de su interés el asignar
el grueso de su tiempo a esa ocupación específica, y
los Estados no siempre han tenido tal sabiduría, ni siquiera
bajo circunstancias en las que su propia supervivencia dependía de
que la tuviesen. Un pastor dispone de mucho tiempo libre,
un labrador, en una etapa primitiva, tiene un poco, un
(03:30:50):
artesano o manufacturero no tiene ninguno. El primero puede emplear
una buena parte de su tiempo en ejercicios marciales sin
pérdida alguna, el segundo puede emplear una parte de su tiempo,
pero el tercero no puede emplear ni una hora en
ello sin pérdida, y la atención a sus propios intereses
lo conduce naturalmente a dejarlos por completo de lado. El
(03:31:12):
progreso en la labranza, además, que necesariamente deriva del desarrollo
de las artes y la industria, va dejando al labrador
con tan poco tiempo libre como el artesano. Los ejercicios
militares llegan a ser tan ajenos a los habitantes del
campo como a los de la ciudad, y la mayoría
de la población llega a carecer por completo de preparación
para la guerra. Al mismo tiempo, la riqueza que siempre
(03:31:35):
sigue al desarrollo de la agricultura y la industria, y
que en realidad no es más que el producto acumulado
de ese desarrollo, provoca la invasión de sus vecinos. Una
nación laboriosa, y por eso rica, es la que tiene
más probabilidades de ser atacada, y salvo que el Estado
adopte algunas medidas novedosas para la defensa pública, los hábitos
(03:31:55):
naturales de la población la tornan absolutamente incapaz de defenderse
a sí misma. En estas circunstancias, hay sólo dos métodos
mediante los cuales el Estado puede suministrar una defensa pública aceptable.
En primer lugar, a través de una política rigurosa que pueda,
a pesar de todo el peso del interés, naturaleza e
(03:32:16):
inclinaciones de la gente, obligar a la práctica de ejercicios militares,
y forzar a todos los ciudadanos en edad militar, o
a un cierto número de ellos, a añadir en cierto
grado el oficio de soldado al oficio o profesión que ejercen.
o en segundo lugar, mediante la manutención y empleo de
un cierto número de ciudadanos en la práctica constante de
(03:32:37):
ejercicios militares, puede hacer que el oficio de soldado sea
un oficio particular, separado y diferente de todos los demás.
Si el Estado recurre al primero de estos expedientes, se
dice que su fuerza militar es una milicia, si recurre
al segundo, se dice que consiste en un ejército permanente.
Antes de la invención de las armas de fuego, la
(03:32:59):
superioridad de un ejército dependía de que los soldados, cada
uno de ellos individualmente, tuvieran la máxima habilidad y destreza
en el manejo de sus armas. Desde la invención de
las armas de fuego la fortaleza o agilidad y hasta
la destreza o habilidad extraordinarias en el uso de las armas,
aunque sin duda tienen alguna importancia, se trata sin embargo
(03:33:21):
de una importancia menor. La naturaleza del arma acerca más
que nunca antes al torpe y al diestro, aunque por
supuesto no los coloca exactamente al mismo nivel. Y se
supone que todos los conocimientos para saber utilizarlas pueden ser
adquiridos mediante prácticas en colectivos numerosos. En los ejércitos modernos
(03:33:41):
la regularidad, el orden y la obediencia rápida a los
mandos son más importantes para determinar la suerte de las
batallas que la destreza y pericia de los soldados en
el manejo de sus armas. El estruendo de las armas
de fuego, sin embargo, el humo y la muerte invisible
a que todo hombre se siente permanentemente expuesto tan pronto
entra en el radio de fuego del cañón, algo que
(03:34:03):
frecuentemente ocurre mucho tiempo antes de entrar propiamente en batalla,
deben volver muy difícil el establecimiento en un grado apreciable
de esa regularidad, ese orden y esa obediencia rápida, ni
siquiera al comienzo de una batalla moderna. En los combates
antiguos no había otro ruido que el que brotaba de
las gargantas humanas, no había humo, no había una causa
(03:34:24):
invisible de heridas o muerte. Hasta que un arma mortal
no se aproximaba efectivamente hacia él, todo hombre sabía perfectamente
que no se estaba aproximando. En esas circunstancias, y entre
tropas que tenían alguna confianza en su propia habilidad y
destreza para manejar sus armas, debe haber sido mucho menos
difícil preservar un grado de regularidad y de orden, no
(03:34:46):
sólo al comienzo sino durante todo el desarrollo de las
batallas antiguas, hasta que uno de los dos ejércitos era
claramente derrotado. Pero los hábitos de regularidad, orden y rápida
obediencia sólo pueden ser adquiridos por tropas que se ejercitan
en grandes grupos. Una milicia, no importa de qué manera
haya sido disciplinada y adiestrada, siempre resultará muy inferior a
(03:35:09):
un ejército permanente bien disciplinado y entrenado. En lo que
se denomina disciplina, o en el hábito de la obediencia inmediata,
una milicia es aún más inferior a un ejército permanente
que en lo que se llama el ejercicio manual o
el manejo y uso de las armas. pero en la
guerra moderna el hábito de la obediencia presta e instantánea
(03:35:30):
es mucho más importante que una amplia superioridad en el
manejo de las armas. Ha de observarse, sin embargo, que
una milicia de cualquier clase que haya pasado por varias
campañas bélicas sucesivas se transforma en todos los aspectos en
un ejército regular. Los soldados se ejercitan cada día en
el uso de sus armas, y al estar constantemente bajo
(03:35:52):
el mando de sus oficiales, se habitúan a la misma
pronta obediencia característica de los ejércitos permanentes. Poca importancia tiene
lo que eran antes de entrar en la milicia, después
de pasar unas pocas campañas en ellas se vuelven necesariamente
como un ejército regular. Si la guerra en América se
prolonga una campaña más, la milicia americana podrá equipararse en
(03:36:14):
cualquier faceta a ese ejército permanente cuyo valor en la
última guerra resultó al menos no inferior al de los
duros veteranos de
Speaker 4 (03:36:21):
Francia y España. Cuando la
Speaker 2 (03:36:29):
defensa de una nación civilizada depende de una milicia, está
permanentemente expuesta a ser conquistada por cualquier nación bárbara vecina.
Las frecuentes conquistas de todos los países civilizados de Asia
por los tártaros demuestra palpablemente la superioridad natural de la
milicia de una nación bárbara sobre la de una nación civilizada.
(03:36:49):
Un ejército permanente bien reglamentado es superior a cualquier milicia.
Un ejército tal, así como puede ser mantenido mejor por
una nación opulenta y civilizada, también es lo único que
puede defender a esa nación contra la invasión de un
vecino pobre y bárbaro. En consecuencia, la civilización de cualquier
país puede ser perpetuada o incluso preservada durante cualquier periodo
(03:37:12):
considerable sólo por medio de un ejército permanente. Y así
como un ejército regular bien administrado es el único medio
de defensa para un país civilizado, también es el único
medio para civilizar de forma veloz y tolerable a un
país bárbaro. Un ejército permanente impone con fuerza irresistible la
ley del soberano hasta las provincias más remotas del imperio,
(03:37:34):
y mantiene un cierto grado de gobierno regular en países
que en otro caso no admitiría ninguno. Todo el que
investigue atentamente los progreso que Pedro el Grande introdujo en
el imperio ruso comprobará que casi todos ellos se resuelven
en el establecimiento de un ejército permanente bien organizado. Es
el instrumento que ejecuta y mantiene todas sus otras reglamentaciones.
(03:37:58):
El orden y la paz interior que ese imperio ha
disfrutado desde entonces se debe totalmente a la influencia de
dicho ejército. Las personas de principios republicanos han mostrado recelo
frente a un ejército regular, en tanto peligroso para la libertad.
Y ciertamente lo es, siempre que el interés del general
y los más altos oficiales no esté íntimamente conectado con
(03:38:20):
el apoyo a la constitución del Estado. El ejército de
César destruyó a la República Romana. El ejército de Cranwell
arrojó a la calle al parlamento largo. Pero cuando el
soberano mismo es el general, y los principales miembros de
la aristocracia y la nobleza campesina los altos oficiales, cuando
la fuerza militar es colocada bajo el mando de aquellos
(03:38:41):
que tienen el máximo interés en apoyar a la autoridad civil,
porque ostentan ellos mismos la cuota más grande de dicha autoridad,
entonces un ejército permanente jamás puede ser un peligro para
la libertad. Por el contrario, en algunos casos puede resultar
hasta muy favorable para ella. La seguridad que confiere al
soberano vuelve innecesaria toda esa molesta suspicacia que en algunas
(03:39:04):
repúblicas modernas parece presidir sobre las acciones más nimias y
que en cualquier momento puede perturbar el sosiego de cualquier ciudadano.
Cuando la seguridad de los magistrados, aunque esté apoyada por
los elementos más destacados del país, corre riesgos ante cualquier
descontento popular. Cuando un pequeño tumulto es capaz de desencadenar
(03:39:24):
en pocas horas una amplia revolución, toda la autoridad del
gobierno debe emplearse en la supresión y castigo de cualquier
murmuración y queja contra ella. Por el contrario, a un
soberano que se siente apoyado no sólo por la aristocracia
natural del país sino por un ejército regular bien organizado,
las quejas más brutales, más infundadas y más desenfrenadas apenas
(03:39:45):
lo perturbarán. La libertad que se aproxima al libertinaje sólo
puede ser tolerada en países donde el soberano está protegido
por un ejército permanente y disciplinado. Sólo en esos países
la seguridad pública no requiere dotar al soberano con poder
discrecional alguno para suprimir la temeridad impertinente de esa licenciosa libertad.
(03:40:07):
El primer deber del soberano, entonces, el de defender a
la sociedad de la violencia y la injusticia de otras
sociedades independientes, se vuelve más y más oneroso a medida
que progresa la civilización de la sociedad. La fuerza militar
de la sociedad, que originalmente podía no costar nada al
soberano ni en la paz ni en la guerra debe
ser en el curso del desarrollo mantenida por él en
(03:40:30):
tiempos de guerra primero, y más tarde incluso en tiempos
de paz. El profundo cambio introducido en el arte de
la guerra por la invención de las armas de fuego
ha incrementado aún más el gasto de entrenar y disciplinar
a cualquier número de soldados en la paz y de
utilizarlos en la guerra. Tanto sus armas como sus municiones
se han vuelto más caras. Un mosquete es más caro
(03:40:52):
que una jabalina o que un arco y unas flechas,
un cañón o mortero es más caro que una ballesta
o una catapulta. La pólvora gastada en unas maniobras modernas
se pierde de forma irrecuperable y ocasiona un gasto muy abultado.
En las maniobras antiguas las jabalinas y las flechas lanzadas
podían ser recogidas después y además eran de muy escaso valor.
(03:41:14):
El cañón y el mortero no sólo son artefactos mucho
más caros que la ballesta o la catapulta, sino que
requieren un gasto mayor para prepararlos para la batalla y
para transportarlos a ella. Así como la superioridad de la
artillería moderna sobre la antigua es muy apreciable, también se
ha vuelto mucho más difícil y consecuentemente mucho más caro
el fortificar una ciudad para resistir incluso unas pocas semanas
(03:41:37):
de ataque por esa artillería superior. Muchas causas diferentes coadyuvan
para hacer que la defensa de la sociedad en los
tiempos modernos resulte más cara. Los efectos inevitables de la
evolución natural del progreso han sido en este aspecto muy
extendidos por la profunda revolución que ha ocasionado en el
arte de la guerra un mero accidente, la invención de
(03:41:58):
la pólvora. En la guerra moderna el alto coste de
las armas de fuego confiere una evidente ventaja a la
nación que esté en mejores condiciones de sufragar ese coste,
y en consecuencia a una nación rica y civilizada frente
a una pobre y bárbara. En la antigüedad las naciones
opulentas y civilizadas se veían en dificultades para defenderse contra
(03:42:19):
las miserables y bárbaras. En los tiempos modernos son estas
últimas las que tienen dificultades para defenderse contra las ricas
y civilizadas. La invención de las armas de fuego, algo
que a primera vista parece tan pernicioso, es claramente favorable
tanto a la permanencia como a la extensión de la civilización.
(03:42:39):
El segundo deber del soberano, el de proteger en cuanto
le sea posible a cada miembro de la sociedad contra
la injusticia y opresión de cualquier otro miembro de la misma,
o el deber de establecer una administración exacta de la justicia,
también requiere un gasto muy distinto en los diversos estadios
de la sociedad. En las naciones de cazadores casi no
(03:42:59):
hay propiedad, o como máximo no hay ninguna que supere
el valor de dos o tres días de trabajo, y
por eso no hay un magistrado permanente ni una administración
regular de la justicia. Las personas que carecen de propiedad
pueden dañar a sus semejantes sólo en sus personas o
sus reputaciones. Pero cuando un hombre mata, hiere, golpea o
difama a otro, aunque el que recibe el daño sufre,
(03:43:22):
el que lo produce no obtiene beneficio alguno. La situación
cambia cuando se trata de daños a la propiedad. El
beneficio de la persona que produce el perjuicio es a
menudo igual a la pérdida de quien lo sufre. Las
únicas pasiones que pueden impulsar a un hombre a dañar
a otro en su persona o su reputación son la envidia,
la malicia o el resentimiento. Pero la mayor parte de
(03:43:45):
las personas no se hallan de forma sistemática bajo el
influjo de esas pasiones, y las peores personas lo están
sólo ocasionalmente. En la medida en que su gratificación, aunque
pueda ser atractiva para ciertas personalidades, no viene acompañada de
ventajas reales y permanentes, resulta en la mayor parte de
las personas restringida por razones de prudencia. Los seres humanos
(03:44:08):
pueden vivir en sociedad con un grado aceptable de seguridad
aunque no haya un magistrado civil que los proteja de
la injusticia derivada de esas pasiones. Pero la avaricia y
la ambición en los ricos, y el odio al trabajo
y el amor a la tranquilidad y los goces del
momento en los pobres, son pasiones que impulsan a invadir
la propiedad, y son pasiones mucho más firmes en su
(03:44:29):
actuación y mucho más universales en su influencia. Cuando hay
grandes propiedades hay grandes desigualdades. Por cada hombre muy rico
debe haber al menos quinientos pobres, y la opulencia de
unos pocos supone la indigencia de muchos. La abundancia de
los ricos aviva la indignación de los pobres, que son
conducidos por la necesidad y alentados por la envidia a
(03:44:51):
atropellar sus posesiones. El dueño de una propiedad valiosa no
puede dormir seguro ni una sola noche si no se
halla bajo la protección de un magistrado civil. Todo el
tiempo se ve rodeado por enemigos desconocidos a quienes nunca
ha provocado pero a quienes tampoco puede apaciguar jamás, y
de cuya injusticia sólo puede ser protegido mediante el brazo
(03:45:12):
poderoso del magistrado civil, siempre en alto para castigarla. La
adquisición de propiedades valiosas y extensas, por lo tanto, inevitablemente
requiere el establecimiento de un gobierno civil. Cuando no hay propiedad,
o al menos ninguna cuyo valor supere el de dos
o tres días de trabajo, el gobierno civil no es
tan necesario. El gobierno civil presupone una cierta subordinación. Pero
(03:45:38):
así como la necesidad del gobierno civil se desarrolla gradualmente
con la adquisición de propiedades valiosas, así una de las
causas principales que naturalmente introducen la subordinación paulatinamente crece a
medida que lo hacen dichas propiedades. Son cuatro las causas
o circunstancias que introduce naturalmente la subordinación o que naturalmente,
(03:45:58):
y antes de cualquier institución civil, confieren a algunas personas
una superioridad sobre la mayor parte de sus semejantes. La
primera de dichas causas o circunstancias es la superioridad de
las cualidades personales, de fuerza, belleza y agilidad en el cuerpo,
de sabiduría, virtud, prudencia, ecuanimidad, fortaleza y templanza en la mente.
(03:46:21):
Las cualidades del cuerpo, si no están apoyadas en las
de la mente, confieren escasa autoridad en cualquier etapa de
la sociedad. Forzudo ha de ser el hombre que pueda
obligar a dos débiles a obedecerle sólo gracias a la
energía de su cuerpo. Una autoridad muy grande sólo puede
derivarse de las cualidades de la mente. Son, sin embargo,
(03:46:42):
cualidades invisibles, siempre discutibles y generalmente discutidas. Ninguna sociedad, bárbara
o civilizada, ha optado nunca por establecer las reglas jerárquicas
de rango y subordinación según esas cualidades invisibles, sino de
acuerdo a otras más claras y palpables. La segunda de
dichas causas o circunstancias es la superioridad en años. Un anciano,
(03:47:06):
siempre que su edad no sea tan avanzada como para
alentar sospechas de senilidad, es en todas partes más respetado
que un hombre joven del mismo rango, fortuna y capacidad.
En las naciones de cazadores, como las tribus indígenas de
América del Norte, la única base del rango y la
jerarquía es la edad. Entre ellas se llama padre a
(03:47:27):
un superior, hermano a un igual, e hijo a un inferior.
En las naciones más desarrolladas y civilizadas la edad determina
el rango entre aquellos que son iguales en todos los
demás aspectos y entre los que no existe, por tanto,
otra forma de determinarlo. Entre hermanos y hermanas el primer
lugar lo ocupa siempre el mayor, y en la herencia
(03:47:48):
del patrimonio del padre, todo lo que no pueda ser
dividido y que deba ir completo a una sola persona,
como un título de nobleza, se entrega en casi todos
los casos al primogénito. La edad es una cualidad nítida
y palpable que no admite discusión. La tercera de dichas
causas o circunstancias es la superioridad de fortuna. La autoridad
(03:48:10):
de las riquezas es siempre grande en cualquier etapa de
la sociedad, pero quizás es más sobresaliente en el estadio
más primitivo de la sociedad que admita desigualdades apreciables de fortuna.
Si el incremento de las manadas y rebaños de un
jefe tártaro puede alimentar a mil hombres, es difícil que
él pueda emplear dicho incremento en otra cosa que no
sea mantener a mil hombres. La etapa primitiva de su
(03:48:33):
sociedad no le suministra manufactura alguna, ni joyas ni chucherías
de ninguna clase, a cambio de las cuales podría entregar
esa parte de su producción primaria que cede a su
propio consumo. Esos mil hombres que mantiene de esa forma,
al depender completamente de él para su sustento, deberán obedecer
sus órdenes en la guerra y someterse a su jurisdicción
(03:48:54):
en la paz. Por necesidad él es su general y
su juez, y su liderazgo es el efecto inevitable de
la superioridad de su fortuna. En una sociedad rica y civilizada,
un hombre puede poseer una fortuna mucho mayor y sin
embargo no controlar ni a doce personas. Aunque el producto
de su finca sea capaz de mantener, y quizás de
(03:49:14):
hecho mantenga, a más de mil personas, como esas personas
pagan por todo lo que obtienen de él, como él
sólo entrega cosas a cambio de un equivalente, nadie se
considera completamente dependiente de él, y su autoridad no se
extiende más allá de un puñado de sirvientes domésticos. Pero
la autoridad de la fortuna es sólida incluso en una
(03:49:35):
sociedad civilizada y rica. En toda la historia de las
sociedades que permitieron desigualdades considerables en las fortunas ha habido
una queja constante porque dicha autoridad resultaba mayor que la
de la edad o las cualidades personales. El primer estadio
de la sociedad, el de los cazadores, no permite esas desigualdades.
(03:49:55):
Allí la pobreza generalizada impone una igualdad universal, y la
superioridad de edad o de cualidades personales es la única
y endeble base para la autoridad y la subordinación. En
este periodo de la sociedad, por tanto, hay muy poca
o ninguna autoridad o subordinación. La segunda etapa de la sociedad,
la de los pastores, permite muy amplias desigualdades de fortuna,
(03:50:18):
y no hay otro periodo en el que la superioridad
de fortuna adjudique tanta autoridad a quienes la poseen, por
eso en ningún otro periodo existe una imposición tan perfecta
de autoridad y subordinación. La autoridad de un jeque árabe
es muy grande, la de un cantártaro es completamente despótica.
La cuarta de dichas causas o circunstancias es la superioridad
(03:50:39):
de cuna. Esta superioridad de nacimiento supone a su vez
una superioridad anterior de fortuna en la familia de la
persona que la reivindica. Todas las familias tienen la misma edad,
y los antepasados del príncipe, aunque puedan ser mejor conocidos,
nunca podrán ser más numerosos que los antepasados del pordiosero.
(03:51:00):
En todas partes la antigüedad de la familia significa antigüedad
de riqueza o de la grandeza que normalmente o se
funda en la riqueza o viene acompañada por ella. La
grandeza reciente es siempre menos respetada que la antigua. El
odio a los usurpadores, el cariño hacia la familia de
un monarca antiguo, se basan en buena medida en el
desprecio que las personas naturalmente sienten hacia los primeros y
(03:51:23):
la veneración que sienten hacia los segundos. Así como un
oficial del ejército se somete sin resistencia al mando de
un superior del que siempre ha recibido órdenes, pero no
puede soportar que un inferior sea elevado por encima de él,
así los hombres se someten fácilmente a la familia a
la que ellos y sus antepasados han estado sometidos siempre,
(03:51:43):
pero arden de indignación si asume un dominio sobre ellos
alguna otra familia, a la que jamás reconocieron una superioridad similar.
La distinción de cuna, al derivar de la desigualdad de fortuna,
no puede existir en una nación de cazadores, porque en
ella todas las personas son iguales en fortuna y por
tanto deben ser también virtualmente iguales en nacimiento. El hijo
(03:52:05):
de un hombre sabio y valiente puede ser respetado entre
ellas quizás algo por encima de un hombre del mismo
mérito pero que haya padecido la desgracia de ser hijo
de un necio o un cobarde. Pero la diferencia nunca
podrá ser muy abultada, y me parece que nunca ha
existido en el mundo una gran familia cuya celebridad haya
provenido exclusivamente de haber heredado sabiduría y virtud. En las
(03:52:29):
naciones de pastores la distinción de cuna no sólo puede
existir sino que de hecho existe. Estas naciones son ajenas
por completo a cualquier clase de lujo, y una gran
riqueza casi nunca puede disiparse entre ellas merced a una
imprudente prodigalidad. Por eso no hay naciones en las que
abunden tanto las familias reverenciadas y honradas por provenir de
(03:52:49):
un extenso linaje de ancestros ilustres, porque no hay naciones
en las que es tan probable que la riqueza continúe
durante tanto tiempo en las mismas familias. Es evidentemente que
la cuna y la fortuna son las dos principales circunstancias
que elevan a unas personas sobre otras. Son las dos
grandes fuentes de distinción y son por ello las causas
(03:53:09):
principales que establecen naturalmente entre las personas autoridad y subordinación.
En las naciones de pastores ambas causas operan con la
máxima plenitud. El gran pastor o ganadero, respetado por su
caudalosa riqueza y por el vasto número de quienes de
él dependen para su sustento, y reverenciado por la nobleza
de su linaje y por la antigüedad inmemorial de su
(03:53:31):
ilustre familia, ejerce una autoridad natural sobre todos los pastores
o ganaderos inferiores de su horda o clan. Puede reunir
bajo su mando a un número mayor de personas que
cualquiera de ellos. Su poder militar es mayor que el
de cualquiera de ellos. En tiempos de guerra todos ellos
están naturalmente dispuestos a agruparse bajo su estandarte más que
(03:53:53):
bajo el de cualquier otra persona, y así su cuna
y su fortuna le confieren naturalmente una suerte de poder ejecutivo.
Al mandar sobre más personas que cualquier otro, él está
además en mejores condiciones de compeler a cualquiera de ellos
que haya dañado a otro a que compense el mal realizado.
Por lo tanto, él es la persona a la que
naturalmente acuden para su protección todos aquellos que son demasiado
(03:54:16):
débiles para defenderse por sí mismos. Ante él se quejan
por cualquier perjuicio que imaginen haber padecido y todos se
someten más fácilmente a él, incluso las personas contra las
que se dirigen las quejas, que a cualquier otro. Así,
su nacimiento y su fortuna le confieren naturalmente una suerte
de poder judicial. En la etapa de los pastores, el
(03:54:39):
segundo periodo de la sociedad, se inicia la desigualdad de fortuna,
que introduce entre las personas un grado de autoridad y
subordinación que no podía existir con anterioridad. Introduce así un
grado de gobierno civil que es indispensable para su propia conservación,
y parecer hacerlo naturalmente e incluso de forma independiente de
la conciencia de dicha necesidad. Indudablemente, la consideración de esa
(03:55:04):
necesidad contribuye después muy considerablemente a mantener y afianzar esa
autoridad y subordinación. En especial los ricos están necesariamente interesados
en conservar un estado de cosas que pueda asegurarles la
posesión de sus propias ventajas. Las personas menos ricas se
combinan para defender a las más ricas en la posesión
de su propiedad con objeto de que las más ricas
(03:55:25):
se combinen para defenderlas a ellas en sus posesiones. Todos
los pastores y ganaderos inferiores sienten que la seguridad de
sus propias manadas y rebaños depende de la seguridad de
las del pastor y ganadero más importante, que la preservación
de su autoridad menor depende de la de su autoridad mayor,
y que de su subordinación a él depende su poder
para subordinar a los que son inferiores a ellos. constituyen
(03:55:49):
una suerte de pequeña nobleza, interesada en la defensa de
la propiedad y en el apoyo a la autoridad de
su pequeño soberano propio, para que él sea capaz de
defender la propiedad de ellos y de apoyar su autoridad.
El gobierno civil, en la medida en que es instituido
en aras de la seguridad de la propiedad, es en
realidad instituido para defender a los ricos contra los pobres,
(03:56:11):
o a aquellos que tienen alguna propiedad contra los que
no tienen ninguna. La autoridad judicial de un soberano de
esa clase, en vez de ser causa de gasto, durante
mucho tiempo fue una fuente de ingreso para él. Las
personas que recurrían a él para obtener justicia estaban siempre
dispuestas a pagar por ello, y toda petición venía siempre
(03:56:32):
acompañada de un regalo. Después que la autoridad del soberano
quedó firmemente afianzada, los culpables, además de la indemnización que
debía pagar a la parte agraviada, era obligado a pagar
una multa al soberano. Había causado problemas, había perturbado o
roto la paz del rey su señor, y por esas
ofensas debía pagar una multa. En los gobiernos tártaros de Asia,
(03:56:55):
en los gobiernos de Europa fundados por las naciones germanas
y escitas que derribaron al Imperio Romano, la administración de
justicia constituyó una copiosa fuente de ingresos tanto para el
soberano como para todos aquellos jefes y señores menores que
ejercían cualquier jurisdicción particular bajo su mando, sea sobre alguna
tribu o clan individual, o sobre algún territorio o distrito específico.
(03:57:19):
Originalmente tanto el soberano como los jefes inferiores solían ejercer
esa jurisdicción de forma personal, pero con el tiempo vieron
que les convenía delegarla en algún sustituto, algo así lo juez.
Pero este sustituto estaba obligado a rendir cuentas ante su
principal o mandatario de los beneficios de su jurisdicción. Quien
lea las instrucciones cursadas a los jueces de circuito en
(03:57:41):
la época de Enrique II comprobará claramente que esos jueces
era una especie de representantes ambulantes que recorrían el país
con objeto de recaudar ciertas ramas de las contribuciones reales.
En aquellos tiempos la administración de justicia no sólo aportaba
un cierto ingreso al soberano sino que uno de los
principales beneficios que él se proponía obtener a través de
(03:58:02):
la administración de justicia era, precisamente el cosechar ese ingreso.
Era inevitable que este sistema de subordinar la administración de
justicia a la obtención de ingresos produjese abundantes y gruesos
abusos
Speaker 4 (03:58:22):
Pero cuando por
Speaker 2 (03:58:23):
diversas circunstancias, en especial el continuo incremento en el gasto
de defensa de la nación contra la invasión de otras naciones,
el patrimonio privado del soberano resultó completamente insuficiente para sufragar
los gastos del Estado, y cuando llegó a ser necesario
que la gente, por su propia seguridad, contribuyese a ese
gasto a través de impuestos de diverso tipo, fue generalmente
(03:58:45):
estipulado que ni el soberano ni sus alguaciles y sustitutos,
los jueces, pudiesen recibir. Regalo alguno en ningún caso a
cambio de la administración de justicia. Se pensó que era
mejor abolir esos regalos por completo antes que regularlos y determinarlos.
Se fijaron unos salarios para los jueces que debían supuestamente
(03:59:05):
compensarlos por la pérdida de lo que hubiese sido su
cuota en los antiguos emolumentos de la justicia, mientras que
los impuestos compensaban con creces la pérdida sufrida por el
soberano por barra diagonal este concepto. Se dijo entonces que
la justicia era administrada gratuitamente. Pero en realidad la justicia
jamás ha sido gratis en ningún país. Las partes deben
(03:59:28):
al menos pagar a los abogados y procuradores, que en
caso contrario harían su trabajo todavía peor que como lo
hacen ahora. Los honorarios que reciben anualmente los abogados y
procuradores son en cualquier tribunal muy superiores a los salarios
de los jueces. El hecho de que esos salarios sean
pagados por la corona en ninguna parte puede reducir apreciablemente
(03:59:49):
los gastos necesarios de un pleito. Pero se prohibió a
los jueces el recibir regalos u honorarios de las partes
no para disminuir los gastos sino para impedir la corrupción
de la justicia. El cargo de juez es por sí
mismo tan honorable que las personas están dispuestas a aceptarlo
aunque comporte monumentos sumamente reducidos. El puesto inferior de juez
(04:00:10):
de paz, aunque comporta numerosos inconvenientes y en muchos casos
no cuenta con emolumento alguno, es algo codiciado por el
grueso de nuestra nobleza del campo. En todo país civilizado,
los salarios de los distintos jueces, de mayor o menor jerarquía,
junto con el coste total de la administración y ejecución
de la justicia, incluso cuando no es gestionada de forma
(04:00:32):
muy eficiente, representan una fracción muy pequeña del gasto público total.
El conjunto del gasto de la justicia podría ser fácilmente
sufragado mediante tasas judiciales, y sin exponer a la administración
de justicia a ningún riesgo real de corrupción se podría
aliviar al erario público totalmente de este gasto cierto, aunque
sea pequeño. Es difícil regular las tasas judiciales eficientemente cuando
(04:00:57):
una persona tan poderosa como el soberano posee una cuota
de las mismas y obtiene de ellas una parte importante
de su ingreso. Pero es fácil cuando el juez es
la principal persona que puede cosechar algún beneficio de ellas.
La ley podría sin dificultad obligar al juez a respetar
la regulación, aunque no siempre podría obligar al soberano a respetarla.
(04:01:19):
Cuando las tasas judiciales son reguladas y determinadas con precisión,
cuando se pagan de una sola vez en un momento
dado del proceso a un cajero, que las distribuye en
ciertas proporciones conocidas a cada juez después del proceso, y
nunca antes que termine, no parece haber más peligro de
corrupción que cuando esas tasas están directamente prohibidas. En tribunales
(04:01:40):
con numerosos jueces, al estar la cuota de cada uno
en proporción al número de horas y días que empleó
en examinar el pleito, esas tasas podrían estimular la diligencia
de cada juez. Los servicios públicos nunca son mejor prestados
que cuando su pago sólo deriva de su prestación y
está en proporción a la diligencia mostrada en su prestación.
(04:02:01):
De la misma forma, un impuesto de timbre sobre los
trámites judiciales de cada tribunal, a ser cobrado por este
mismo tribunal y dirigido a la manutención de sus jueces
y otros funcionarios, podría proporcionar un ingreso suficiente para afrontar
el gasto de la Administración de Justicia sin hacerlo recaer
sobre el ingreso general de la sociedad. Es verdad que
(04:02:22):
en este caso los jueces sentirían la tentación de multiplicar
innecesariamente las diligencias en cada proceso, para incrementar en todo
lo posible el producto de un impuesto de timbre de
esta naturaleza. En la Europa moderna la costumbre ha sido
en la mayoría de los casos regular el pago de
los abogados y empleados de la justicia según el número
de páginas que escribiesen, y el tribunal determinaba que cada
(04:02:45):
página debía contener tantas líneas y cada línea tantas palabras.
Para aumentar su retribución, los abogados y funcionarios judiciales han
procurado multiplicar las palabras por encima de cualquier necesidad, y
han corrompido así el lenguaje legal de todos los tribunales
de justicia de Europa. Una tentación análoga puede haber ocasionado
(04:03:05):
la misma corrupción en los formulismos de los procedimientos judiciales.
Pero sea que la Administración de Justicia se mantenga a
sí misma o sea que los jueces resulten mantenidos gracias
a salarios fijos pagados de algún otro fondo, no parece
necesario que la persona o las personas que ostenten el
poder ejecutivo se encarguen de gestionar ese fondo o pagar
(04:03:26):
esos salarios. El fondo podría derivarse de la renta de propiedades,
que serían cada una de ellas gestionadas por el tribunal
concreto que mantendrían. Cuando el poder judicial está unido al
poder ejecutivo, es casi imposible que la justicia no resulte
sistemáticamente sacrificada en aras de lo que vulgarmente se denomina
la política. Las personas a quienes se confían los más
(04:03:49):
altos intereses del Estado, incluso aunque no tenga una mentalidad corrupta,
podrán en ocasiones imaginar que los derechos de un ciudadano
privado deben ser sacrificados ante esos intereses. La libertad de
cada individuo, la sensación que tiene de su propia seguridad,
depende de una administración imparcial de la justicia. Para que
(04:04:10):
cada persona se sienta plenamente segura de la posesión de
cualquier derecho que le corresponda no sólo es necesario que
el poder judicial esté separado del Ejecutivo, sino que además
debe tener con respecto a este poder la máxima independencia.
El juez no debería estar expuesto a ser destituido según
el capricho del poder Ejecutivo. El pago regular de su
(04:04:31):
salario no debería depender de la buena voluntad y ni
siquiera de la buena gestión económica de ese poder. El
tercer y último deber del soberano o el Estado es
el de construir y mantener esas instituciones y obras públicas
que aunque sean enormemente ventajosas para una gran sociedad son
sin embargo de tal naturaleza que el beneficio jamás reembolsaría
(04:04:51):
el coste en el caso de ningún individuo o número
pequeño de individuos y que, por lo tanto, no puede
esperarse que ningún individuo o grupo reducido de individuos vayan
a construir o mantener. El cumplimiento de este deber también
requiere un gasto muy diferente en las diversas etapas de
la sociedad. Después de las obras e instituciones públicas necesarias
(04:05:13):
para la defensa de la sociedad y la administración de
la justicia, ya mencionadas, las demás obras e instituciones de
esta clase son fundamentalmente las que facilitan el comercio de
la sociedad y las que promueven la instrucción del pueblo.
Las instituciones docentes son de dos clases, las destinadas a
la educación de la juventud y las destinadas a la
instrucción de las personas de todas las edades. Resulta evidente
(04:05:37):
y no necesita prueba alguna el hecho de que la
realización y conservación de las obras públicas que facilitan el
comercio de cualquier país, como caminos, puentes, canales navegables, puertos, etc.,
requieren un gasto muy diverso en las diferentes etapas de
la sociedad. No parece necesario que el coste de esas
obras públicas sea sufragado a partir de los denominados ingresos públicos,
(04:06:00):
cuya recaudación y asignación corresponde en la mayor parte de
los países al poder ejecutivo. El grueso de esas obras
públicas puede ser fácilmente gestionado para que suministren un ingreso
específico suficiente para hacer frente a su propio coste, sin
hacer recaer carga alguna sobre el ingreso general de la sociedad.
Una carretera, un puente, un canal navegable, por ejemplo, pueden
(04:06:25):
ser en la mayoría de los casos construidos y conservados
mediante un pequeño peaje sobre los vehículos que los utilizan,
y un puerto mediante una reducida tasa portuaria sobre el
tonelaje de los barcos que en el cargan o descargan.
La acuñación de moneda, otra institución que facilita el comercio,
en numerosos países no sólo cubre su coste sino que
(04:06:45):
aporta al soberano un pequeño ingreso o señoreaje. El correo,
otra institución con el mismo objetivo, compensa su coste y
suministra en casi todos los países un considerable ingreso al soberano.
Cuando los vehículos que pasan por una carretera o un
puente y las embarcaciones que navegan por un canal pagan
un peaje en proporción a su peso o su tonelaje,
(04:07:07):
pagan la conservación de esas obras públicas exactamente en proporción
al desgaste que les ocasionan. Casi parece imposible concebir una
forma más equitativa para mantener esas obras públicas. Este impuesto
o peaje, aunque es adelantado por el transportista, es finalmente
pagado por el consumidor, al que siempre le es cargado
(04:07:27):
en el precio de los bienes. Pero como el gasto
del transporte es notablemente disminuido gracias a esas obras públicas,
los bienes llegan al consumidor a pesar del peaje más
baratos que en otras circunstancias, puesto que su precio no
es tan incrementado por el peaje como reducido por la
baratura del transporte. La persona que finalmente paga este impuesto,
(04:07:48):
por consiguiente, gana gracias a él más de lo que
pierde al pagarlo. Parece imposible imaginar un método más equitativo
de cobrar un impuesto. Cuando el peaje sobre vehículos de lujo, carruajes,
sillas de posta, etc., es algo más elevado en proporción
a su peso que el aplicado a los vehículos necesarios
como carros, carretas, etc., la indolencia y vanidad de los
(04:08:12):
ricos contribuye por una vía muy sencilla a ayudar a
los pobres al volver más barato el transporte de mercancías
pesadas a todos los rincones del país. Cuando las carreteras,
los puentes, los canales, etc., son de esta forma construidos
y mantenidos por el comercio desarrollado gracias a ellos, sólo
pueden realizarse cuando el comercio lo requiera, y se harán
(04:08:35):
en consecuencia sólo donde haga falta. Además, su coste, su
grandeza y magnificencia deberán ser acordes con lo que ese
comercio sea capaz de pagar. Por eso se harán de
la forma adecuada. No puede construirse una carretera magnífica a
través de un desierto donde hay poco o ningún comercio,
o meramente porque permite llegar a la residencia campestre del
(04:08:57):
intendente de la provincia o de algún gran señor a
quien el intendente desee complacer. No se puede tender un
puente sobre un río en un punto en donde nadie
lo cruce, o sólo para embellecer la vista desde las
ventanas de un palacio vecino. Esto sucede a veces en
países donde las obras de este tipo son financiadas por
otros ingresos y no por lo que ellas mismas son
(04:09:18):
capaces de generar. En diversas partes de Europa el peaje
o derecho de esclusa sobre un canal es propiedad de
personas particulares, cuyo propio interés les obliga a mantener el canal.
Si no lo hacen, la navegación necesariamente se interrumpe por
completo y con ello todo el beneficio que podrían obtener
a través de los peajes. Si dichos peajes fuesen cobrados
(04:09:40):
por comisionados, que no tuviesen interés alguno en ellos, podrían
vigilar menos la conservación de las obras que los producen.
El peaje para mantener una carretera no puede ser sin
riesgo la propiedad de ciudadanos privados. Una carretera, aunque sea
notablemente descuidada, no se vuelve por completo intransitable, pero un
(04:10:01):
canal sí. Los propietarios del peaje de una carretera, entonces,
podrán olvidarse totalmente de repararla y sin embargo seguir recaudando
casi la misma suma por peaje. Por ello es mejor
que los peajes para la conservación de una obra de
ese tipo sean gestionados por comisionados o agentes. En Gran Bretaña,
(04:10:21):
los abusos cometidos por esos agentes en la gestión de
los peajes han sido frecuente y justamente denunciados. Se ha
dicho que en numerosos puestos de peaje el dinero que
se paga es más del doble de lo que sería
necesario para ejecutar un trabajo que a menudo es ejecutado
con enorme negligencia y a veces no se realiza en absoluto.
El sistema de reparación de carreteras mediante peajes de esta clase, nótese,
(04:10:46):
no es de vieja data. no deberíamos asombrarnos, por tanto,
de que todavía no haya alcanzado el grado de perfección
de que es capaz. Si se designan como agentes a
personas ruines o ineptas, y si no se han establecido
todavía los tribunales de inspección y de intervención para controlar
su comportamiento y para reducir los peajes justo a lo
(04:11:06):
suficiente para que realicen su trabajo, entonces lo reciente de
la institución explica y disculpa estas deficiencias, que con el
tiempo y gradualmente la sabiduría del Parlamento podrá remediar en
su mayor parte. Se supone que el dinero recaudado en
los diversos puestos de peaje en Gran Bretaña está tan
por encima de lo necesario para reparar los caminos que
(04:11:27):
se ha considerado, incluso por algunos ministros, que el ahorro
que se podría lograr con una gestión eficiente podría constituir
un recurso muy rico que en alguna circunstancia podría ser
destinado a satisfacer las necesidades del Estado. Se ha sostenido
que si el gobierno se ocupara directamente de la gestión
de los peajes y empleara a los soldados, que trabajarían
(04:11:48):
a cambio de una muy pequeña adición a su paga,
podría mantener a las carreteras en buenas condiciones a un
coste muy inferior al de los agentes, que no contratan
sino a trabajadores que derivan todo su sustento de sus salarios.
Se ha afirmado que se podría ganar así un copioso ingreso,
quizás un millón de libras, sin ningún recargo sobre la población,
(04:12:08):
y las carreteras de peaje podrían contribuir al gasto general
del Estado de la misma forma en que lo hace
el correo. No tengo ninguna duda de que se podría
obtener un ingreso notable de esa manera, aunque quizás no
tan abultado como los elaboradores de este proyecto han supuesto.
Sin embargo, el proyecto mismo es susceptible de varias e
(04:12:29):
importantes críticas. Primero, si los peajes recaudados llegan a ser
considerados alguna vez como recursos para satisfacer las necesidades del Estado,
entonces con toda seguridad serían incrementados en la medida en
que dichas necesidades supuestamente lo requiriesen. Unos peajes continuamente crecientes,
en vez de facilitar el comercio interior del país, como
(04:12:52):
sucede ahora, pronto se volverían una muy pesada carga para
el mismo. Segundo, un impuesto sobre vehículos en proporción a
su peso, aunque es un gravamen muy equitativo cuando es
destinado al único objetivo de reparar los caminos, resulta muy
injusto cuando se destina a otro objetivo, o a satisfacer
las necesidades corrientes del Estado. Como el peaje eleva el
(04:13:15):
precio de los bienes en proporción a su peso, no
a su valor, resulta pagado esencialmente por los consumidores de
las mercancías más rústicas y voluminosas, no ligeras y preciosas. Así,
cualquiera sea la necesidad del Estado que este impuesto deba satisfacer,
lo hará a expensas de los pobres, no de los ricos. Tercero,
(04:13:36):
si en algún momento el gobierno descuida la reparación de
las carreteras, entonces el obligar a que cualquier parte de
la suma recaudada por peaje se dirija hacia su destino
adecuado será todavía más difícil que ahora. Incluso aquellas obras
públicas que por su naturaleza no pueden generar ingreso alguna
para mantenerse por sí mismas y cuya conveniencia se limita
(04:13:57):
prácticamente a un lugar o distrito particular, son siempre mejor
conservadas por un ingreso local o provincial que por el
ingreso general del Estado, cuya administración siempre recae en el
poder ejecutivo. Si las calles de Londres fuesen iluminadas y
pavimentadas con cargo al tesoro habría alguna probabilidad de que
estuviesen tan bien iluminadas y pavimentadas como lo están y
(04:14:19):
a un coste tan reducido. El gasto en ese caso, además,
en vez de ser sufragado por un tributo local sobre
los habitantes de cada calle, parroquia o distrito londinense, provendría
del ingreso global del Estado, y sería por consiguiente recaudado
mediante un impuesto sobre todos los habitantes del reino, que
en su mayor parte no derivan beneficio alguno de la
(04:14:40):
iluminación y pavimentación de las calles de Londres. Los abusos
que en ocasiones se cometen subrepticiamente en la gestión local
y provincial de las rentas locales y provinciales, por enormes
que parezcan, son en realidad insignificantes en comparación con los
que habitualmente tienen lugar en la administración y gasto del
ingreso de un gran imperio. Y además, son mucho más
(04:15:03):
fáciles de corregir. El objeto de las obras e instituciones
públicas mencionadas es facilitar el comercio en general. pero para
facilitar alguna rama concreta se necesitan instituciones específicas que también
requieren un gasto particular y extraordinario. Algunas ramas especiales del comercio,
que se desarrollan con naciones bárbaras e incivilizadas, exigen una
(04:15:27):
protección extraordinaria. Un almacén u oficina corriente daría poca seguridad
a los bienes de los comerciantes que negocian en la
costa occidental de África. Para defenderlos contra los nativos bárbaros,
es necesario que el sitio donde se depositan se halle
en cierta medida fortificado. Los intereses del comercio han hecho
(04:15:48):
a menudo necesario el mantener a ministros en países extranjeros,
donde no habrían sido indispensables por razones de guerra o alianza.
No parece absurdo que el gasto extraordinario que ocasione la
protección de una rama especial del comercio sea sufragado por
un impuesto moderado sobre dicha rama, por un derecho moderado,
por ejemplo, a pagar por los comerciantes cuando entran a
(04:16:10):
la misma o, lo que resulta más equitativo, por un
impuesto especial de un tanto por ciento sobre los bienes
que importan o exportan a los países con los que negocian.
Se dice que la protección del comercio en general frente
a los piratas y filibusteros dio lugar al primer establecimiento
de los aranceles de aduanas. Pero si fue razonable imponer
(04:16:30):
una contribución general sobre el comercio para hacer frente al
gasto de proteger al comercio en general, será igualmente razonable
fijar un impuesto especial sobre una rama especial del comercio
para sufragar el coste extraordinario de proteger a dicha rama.
La protección del comercio en general siempre ha sido considerada
esencial para la defensa de la comunidad y por ello
(04:16:50):
una parte necesaria de la labor del Poder Ejecutivo. Por
eso se ha dejado a dicho poder la recaudación y
asignación de los aranceles generales de aduanas. pero la protección
de una rama especial del comercio es parte de la
protección general al comercio, una parte por consiguiente de la
labor de ese poder, y si las naciones actuaran de
forma coherente, los tributos particulares recaudados con el objetivo de
(04:17:14):
esa protección especial deberían haber sido dejados bajo su administración.
Pero en este aspecto como en tantos otros las naciones
no siempre han actuado de forma coherente, y en la
mayor parte de los estados comerciales de Europa unas compañías
de comerciantes privados han podido persuadir a los legisladores para
que les confíen esa parte de la labor del soberano,
(04:17:35):
junto con todos los poderes necesariamente vinculados a la misma.
Aunque esas empresas pueden haber sido útiles para el primer
establecimiento de algunas ramas del comercio, al abordar por su
cuenta un experimento que el Estado no creía prudente acometer,
han probado ser a largo plazo. Todas ellas, onerosas o inútiles,
y han manejado mal o han restringido el comercio. Cuando
(04:17:58):
esas compañías no operan con un capital conjunto sino que
deben admitir a cualquier persona, con la necesaria calificación, que
pague una suma determinada y acuerde someterse a las reglamentaciones
de la compañía. Cuando cada miembro comercia con su propio
capital y a su propio riesgo, se las denomina compañías reguladas.
Cuando operan con un capital conjunto y cada miembro participa
(04:18:21):
en las ganancias o pérdidas en proporción a la cuota
de su capital, se las denomina compañías por acciones. Estas empresas,
reguladas o por acciones, tienen a veces privilegios exclusivos y
a veces no. Las compañías reguladas se parecen en todos
los gremios, tan comunes en las ciudades y pueblos de
todos los países de Europa, y son una especie de
(04:18:43):
monopolios ampliados del mismo tipo. Así como ningún habitante de
la ciudad puede ejercer un oficio gremial sin haber obtenido
antes licencia del gremio, así en la mayoría de los
casos ningún súbdito del Estado puede dedicarse legalmente a ninguna
rama del comercio exterior en la que exista una compañía
regulada sin convertirse antes en miembro de dicha compañía. El
(04:19:05):
espíritu corporativo prevalece en todas las compañías reguladas siempre que
la ley no lo restrinja. cuando se las ha dejado
actuar según su tendencia natural, han procurado siempre someter al
comercio a toda clase de incómodas reglamentaciones para reducir la
competencia al mínimo número de personas posible. Cuando la ley
les ha impedido hacerlo, se han vuelto absolutamente inútiles e insignificantes.
(04:19:29):
En verdad, el de inútil es quizás el máximo elogio
que puede con justicia hacerse de una compañía regulada. El
objetivo incesante de esas empresas es siempre el de elevar
la tasa de su propio beneficio tanto como puedan, el
de mantener al mercado, tanto de los bienes que exportan
como de los que importan, tan desabastecido como puedan, algo
(04:19:51):
que sólo puede lograrse mediante la restricción de la competencia,
o desalentando a los nuevos empresarios que desearían entrar en
su actividad. En 1750 se estableció una compañía regulada, la actual
Compañía de Comerciantes con África, que en un principio estaba
expresamente obligada a mantener todos los fuertes y guarniciones británicas
(04:20:11):
entre el Cabo Blanco y el Cabo de Buena Esperanza,
y después sólo los situados entre el Cabo Rojo y
el de Buena Esperanza. La ley que instituyó dicha compañía,
en el año 23 de Jorge II, c. 31, tenía dos objetivos. Primero,
restringir eficazmente el espíritu tiránico y monopolizador que es consustancial
(04:20:31):
a los directivos de una compañía regulada, y segundo, forzarlos
en la medida de lo posible a prestar atención a
la conservación de fuertes y guarniciones, algo que no es
natural en ellos. Los fuertes y guarniciones situados al norte
del Cabo Rojo no sólo son mantenidos a expensas del
Estado sino que se haya bajo el control directo del
poder ejecutivo, y no es fácil concebir una buena razón
(04:20:54):
por la cual los que están al sur de dicho cabo,
y que al menos en parte también son mantenidos a
cargo del Estado, deban caer bajo una administración diferente. El
propósito o pretexto original de las guarniciones de Gibraltar y
Menorca fue la protección del comercio en el Mediterráneo, y
el mantenimiento y gobierno de dichas guarniciones ha sido encomendado
(04:21:14):
muy acertadamente al poder ejecutivo, y no a la compañía
de Turquía. El orgullo y la dignidad de ese poder
radican en buena medida en la extensión de sus dominios,
y no es probable que flaquee su atención a lo
que resulta necesario para la defensa de dichos dominios. Por
ello las guarniciones de Gibraltar y Menorca nunca han sido descuidadas,
(04:21:35):
aunque Menorca ha sido conquistada en dos oportunidades, y hoy
es probable que esté perdida para siempre. Este desastre nunca
ha podido ser atribuido a ninguna negligencia del poder ejecutivo.
Con esto dicho, sin embargo, no pretendo insinuar que ninguna
de esas costosas guarniciones fue nunca, ni en lo más mínimo,
necesaria para el objetivo por el cual fueron originalmente separadas
(04:21:58):
de la monarquía española. Es posible que esa separación nunca
haya servido más que para apartar de Inglaterra a su
aliado natural, el rey de España, y para unir a
las dos ramas principales de la Casa de Borbón en
una alianza mucho más estrecha y permanente que la que
jamás habrían podido forjar los lazos de sangre. Las compañías
(04:22:18):
por acciones, establecidas por carta real o ley del Parlamento,
difieren en varios puntos no sólo de las compañías reguladas
sino de las sociedades particulares. Primero, en una empresa particular
ningún socio puede transferir su participación a otra persona ni
introducir un nuevo miembro en la compañía sin el consenso
(04:22:39):
de la misma. Cada socio, no obstante, puede previo aviso
abandonar la empresa y reclamar de los otros socios el
pago de su cuota del capital común. En una compañía
por acciones, por el contrario, ningún socio puede exigirle a
la empresa el pago de su cuota en la misma,
pero cada socio puede sin el consentimiento de la compañía
transferir su participación a otra persona e introducir así un
(04:23:03):
nuevo miembro. El valor de una acción en una empresa
de este tipo siempre es el precio que pueda conseguir
en el mercado, y este precio puede ser en cualquier
proporción mayor o menor que la suma que su propietario
tiene acreditada en el capital de la compañía. Segundo, en
una sociedad particular cada socio responde por las deudas contraídas
(04:23:23):
por la empresa con la totalidad de sus bienes. En
una compañía por acciones, al contrario, cada socio responde exclusivamente
por el importe de su participación. La actividad de una
sociedad por acciones es siempre dirigida por un consejo de administración.
Es verdad que este consejo está a menudo sometido en
(04:23:43):
numerosos aspectos al control de una junta general de accionistas.
Pero la mayor parte de estos accionistas rara vez pretenden
comprender los negocios de la compañía y cuando el espíritu
faccioso no prevalece entre ellos, no se interesan en sus
asuntos y están satisfecho con recibir el dividendo semestral o
anual que los directivos consideran conveniente pagarles. Esta ausencia total
(04:24:06):
de inconvenientes y riesgos, más allá de una suma muy limitada,
anima a muchas personas a volverse empresarios en una sociedad
por acciones, personas que en ningún caso arriesgarían su fortuna
en ninguna sociedad particular. Por eso las compañías por acciones
normalmente reúnen más capital del que podría jactarse de poseer
ninguna empresa particular. El capital comercial de la Compañía de
(04:24:30):
los Mares del Sur llegó a ser en un momento
dado superior a 33.800.000 libras. El capital del Banco de Inglaterra
es hoy de 10.780.000 libras. Ahora bien, no es razonable esperar
que los directivos de estas compañías, al manejar mucho más
dinero de otras personas que de ellos mismos, lo vigilen
(04:24:51):
con el mismo ansioso cuidado con el que frecuentemente vigilan
el suyo los socios de una empresa particular. Igual que
los asistentes de un potentado, esos directivos tienden a pensar
que la atención a los pequeños detalles desmerece el honor
de su señor y fácilmente se consideran dispensados de la
obligación de vigilarlos. En consecuencia, el manejo de los negocios
(04:25:13):
de esas compañías siempre está caracterizado en alguna medida por
la negligencia y la prodigalidad. De ahí que las compañías
por acciones dedicadas al comercio exterior rara vez hayan podido
superar la competencia de empresarios particulares. Y de ahí que
rara vez hayan tenido éxito sin un privilegio exclusivo y
que con frecuencia hayan fracasado incluso teniendo uno. Sin un
(04:25:36):
privilegio exclusivo han gestionado habitualmente mal sus negocios. Con un
privilegio exclusivo los gestionaron mal y además los restringieron. Una
sociedad por acciones que cuente con un reducido número de propietarios,
con un capital moderado, se aproxima bastante a la naturaleza
de una empresa particular, y puede ser capaz casi de
(04:25:57):
su misma vigilancia y atención. La Compañía de los Mares
del Sur nunca debió mantener fuertes ni guarniciones, con lo
que se hallaba totalmente exenta de un copioso gasto al
que están sometidas otras compañías por acciones en el comercio exterior.
pero tenía un inmenso capital dividido entre un inmenso número
de propietarios. Era por lo tanto natural esperar que en
(04:26:19):
todo el manejo de sus negocios prevalecieran la insensatez, la
negligencia y el derroche. La bellaquería y extravagancia de sus
artimañas bursátiles son suficientemente conocidas. En una ocasión, en 1730, cuando
se propuso al Parlamento que el comercio se desarrollase bajo
una compañía regulada, lo que equivalía en cierta medida a
(04:26:41):
una apertura del mismo, la compañía de las Indias Orientales
se opuso y alegó de forma vehemente que la competencia
había tenido efectos deplorables. Afirmó que en la India había
elevado tanto el precio de los bienes que ya no
valía la pena comprarlos, y que en Inglaterra, al sobreabastecer
el mercado, había hundido tanto el precio que ya no
podía obtenerse beneficio alguno. No puede dudarse que una oferta
(04:27:05):
mayor debe haber reducido considerablemente el precio de los artículos
de la India en el mercado inglés, algo sumamente ventajoso
y conveniente para el público. Pero no parece probable que
el precio en el mercado indio subiera mucho, puesto que
la demanda extraordinaria ocasionada por la mayor competencia no debió
ser más que una gota en el inmenso océano del
comercio de la India. Además, el incremento de la demanda,
(04:27:29):
aunque al principio puede aumentar algo el precio de los bienes,
siempre tiende a reducirlo en el largo plazo. Estimula la
producción y aviva la competencia de los productores que, para
vender más barato, recurren a nuevas divisiones del trabajo y
nuevos adelantos en su técnica, que jamás habrían existido en
otro caso. Los tremendos efectos de los que la compañía
(04:27:50):
se lamentaba eran la baratura del consumo y el incentivo
a la producción, es decir, precisamente los dos efectos cuya
promoción constituye el principal objetivo de la economía política. Parece
imposible que ninguna reforma de su consejo de administración pueda
convertirlo en adecuado para gobernar ni para participar en el
gobierno de un gran imperio, porque la mayor parte de
(04:28:12):
sus miembros siempre tendrán muy poco interés en la prosperidad
de ese imperio ni en atender seriamente a la forma
de promoverla. Con frecuencia un hombre de gran fortuna, y
a veces uno de pequeña fortuna, está dispuesto a comprar
una participación de mil libras en el capital de la
compañía de las Indias sólo por la influencia que espera
conseguir mediante su voto en la junta de propietarios. Adquiere
(04:28:35):
no una cuota en el saqueo sino en el nombramiento
de los saqueadores de la India. Si puede disfrutar de
su influencia durante algunos años, y aprovecharla en beneficio de
sus amigos, a menudo le importa muy poco el dividendo
y ni siquiera el valor del capital sobre el que
se basa su voto. Y es muy raro que se
preocupe en lo más mínimo de la prosperidad de ese
(04:28:56):
vasto imperio en cuyo gobierno participa a través de ese voto.
Nunca ha habido soberanos, y no puede haberlos por la
naturaleza de las cosas, tan completamente indiferentes ante la felicidad
o desgracia de sus súbditos, el desarrollo o ruina de
sus dominios, la gloria o vergüenza de su gobierno, como
necesariamente y por causas morales irresistibles deben ser la mayoría
(04:29:18):
de los propietarios de una compañía mercantil de esta clase.
el derecho a poseer fuertes y guarniciones en países lejanos
y bárbaros se haya necesariamente vinculado al derecho de hacer
la guerra y la paz en esos países. Las compañías
que han ostentado un derecho han ejercido sistemáticamente el otro,
y con frecuencia han conseguido que les fuese conferido expresamente.
(04:29:40):
La experiencia reciente ha mostrado claramente la forma tan injusta,
caprichosa y cruel en que lo han ejercido. Cuando un
grupo de comerciantes decide por su cuenta y riesgo abrir
un nuevo comercio con una nación remota y bárbara, puede
ser razonable hacer que se incorporen en una sociedad por acciones,
y si tienen éxito concederles durante un cierto número de
(04:30:02):
años un monopolio sobre ese comercio. Es la forma más
sencilla y natural en que el Estado puede recompensarlos por
arriesgarse a una empresa peligrosa y cara de la que
la población puede beneficiarse después. Un monopolio temporal de esta
guisa puede ser reivindicado sobre los mismos principios a partir
de los cuales se concede un monopolio similar de una
(04:30:23):
nueva máquina a su inventor o de un nuevo libro
a su autor. Pero una vez vencido el plazo el
monopolio debe evidentemente extinguirse, los fuertes y guarniciones, si fue
necesario levantarlos, deben pasar a manos del Estado. Su valor
deberá ser pagado a la compañía y el comercio debe
ser abierto a todos los súbditos de dicho Estado. Si
(04:30:44):
el monopolio se vuelve perpetuo, todos los demás súbditos del
Estado resultan muy absurdamente grabados por dos vías diferentes, primero,
por el alto precio de los bienes, que en el
caso de libre comercio podrían comprar mucho más baratos, y segundo,
por su completa exclusión de una rama de los negocios
en la que podría ser conveniente y rentable que muchos
(04:31:04):
de ellos participaran. Por añadidura, son grabados con el menos
valioso de los objetivos, meramente para permitir que la compañía
sostenga la negligencia, prodigalidad y malversación de sus propios empleados,
cuya conducta desordenada pocas veces permite al dividendo de la
compañía superar la tasa de beneficio corriente en actividades completamente libres,
(04:31:25):
y muy a menudo hace que sea bastante inferior a
dicha tasa. Ahora bien, la experiencia revela que sin un
monopolio una compañía por acciones no puede llevar adelante durante
mucho tiempo ninguna clase de comercio exterior. Comprar en un
mercado para vender con un beneficio en otro cuando hay
otros muchos competidores en ambos. Vigilar no sólo las ocasionales
(04:31:47):
variaciones de la demanda sino las mucho más intensas y
frecuentes variaciones en la competencia o en la oferta de
otras personas que es probable que acudan a satisfacer la demanda.
Y ajustar con destreza y buen criterio tanto la cantidad
como la calidad de cada surtido de artículos a todas
estas circunstancias equivale a una especie de guerra cuyas. Operaciones
(04:32:08):
están cambiando continuamente y que no puede ser conducida con
éxito sino mediante un ejercicio incansable de vigilancia y atención,
algo que no puede esperarse que hagan durante mucho tiempo
los directivos de una sociedad por acciones. Los únicos negocios
que puede llevar a cabo con éxito una compañía por acciones,
sin un privilegio exclusivo, son aquellos cuyos procedimientos son susceptibles
(04:32:31):
de ser reducidos a lo que se llama una rutina,
es decir, a una uniformidad de método tal que admita
pocas variaciones o ninguna. De este tipo son, primero, la banca, segundo,
los seguros contra incendios, riesgos marítimos y capturas en tiempo
de guerra, tercero, la construcción y conservación de una acequia
o canal navegable, y cuarto, la actividad, similar a la anterior,
(04:32:55):
dirigida al suministro de agua para una gran ciudad. No
sería razonable establecer una compañía por acciones, en ninguna actividad
sólo porque dicha compañía podría ser capaz de desarrollarla con éxito,
ni eximir a un grupo especial de empresarios de las
leyes que obligan a todos sus vecinos sólo porque serían
capaces de prosperar si gozasen de dicha exención. Para que
(04:33:18):
dicho establecimiento fuese perfectamente razonable, además de que fuese reducible
a reglas y métodos precisos, deberían concurrir otras dos circunstancias. Primero,
debería ser meridianamente evidente que la empresa es de una
utilidad mayor y más extendida que la de la mayoría
de los negocios corrientes, y segundo, que requiere mayor capital
(04:33:38):
del que podría reunir fácilmente una empresa particular. Si bastase
un capital moderado, la gran utilidad de la empresa no
sería razón suficiente para establecer una compañía por acciones, porque
en tal caso la demanda por lo que podría producir
sería rápida y fácilmente satisfecha por empresarios particulares. Estas dos
circunstancias concurren en los cuatro negocios antes mencionados. Con la
(04:34:03):
excepción de esas cuatro actividades, no he podido encontrar ninguna
otra en la que concurran los tres requisitos necesarios para
volver razonable el establecimiento de una sociedad por acciones. La
compañía inglesa del cobre, en Londres, la compañía de fundición
de plomo, la compañía pulidora de cristales, ni siquiera pueden
alegar ninguna utilidad considerable o especial en su razón social,
(04:34:27):
y la consecución de sus objetivos no exige ningún gasto
desproporcionado para las fortunas de numerosos ciudadanos privados. No pretendo
saber si la actividad de esas compañías es reducible a
las reglas y métodos precisos que las convertirían en adecuadas
para la administración de una sociedad por acciones, ni si
tienen motivo alguno para ofanarse por sus caudalosos beneficios. La
(04:34:50):
compañía de buscadores de minas está en quiebra desde hace
mucho tiempo. Las acciones de la compañía británica de telas
de hilo de Edimburgo se venden hoy muy por debajo
de la par, aunque en menor medida que hace algunos años.
Las sociedades por acciones, fundadas con la patriótica finalidad de
promover alguna industria concreta, no sólo manejan sus negocios mal,
(04:35:11):
con lo que disminuyen el capital global de la sociedad,
sino que en otros aspectos casi nunca fallan en hacer
más mal que bien. A pesar de las más nobles intenciones,
la parcialidad inevitable de sus directivos por algunas ramas de
la industria, hacia las que los propietarios los orientan mal
y los engañan, es un desaliento efectivo para las otras,
y necesariamente perturba en mayor o menor medida la proporción
(04:35:35):
natural que en otro caso se impondría entre los negocios
prudentes y los beneficios, y que es el mayor y
más eficaz estímulo para la economía general del país. Las
instituciones para la educación de los jóvenes pueden, de la
misma forma, proporcionar un ingreso suficiente para sufragar sus gastos.
Las tasas u honorarios que el estudiante paga al maestro
(04:35:57):
constituyen un ingreso de este tipo. El esfuerzo de la
mayor parte de quienes ejercen cualquier profesión está siempre en
proporción a la necesidad que tienen de esforzarse. Esta necesidad
es máxima en el caso de aquellos cuyos emolumentos profesionales
son la única fuente de la que obtienen su fortuna
o su ingreso ordinario y su sustento. Para obtener esa
(04:36:19):
fortuna o ese sustento deben ejecutar en el transcurso de
un año una cierta cantidad de trabajo de un valor determinado,
y cuando la competencia es libre, la rivalidad de los
competidores que se empeñan en desalojarse mutuamente del mercado los
obliga a realizar su trabajo con un cierto grado de precisión.
La altura de los objetivos a alcanzar con el éxito
(04:36:40):
en algunas profesiones indudablemente fomenta a veces el afán de
algunas personas de ambición y ánimo extraordinarios. Pero es evidente
que para dar lugar a los máximos bríos no son
necesarios grandes objetivos. Incluso en las profesiones más modestas sucede
que la rivalidad y la emulación hacen que la excelencia
se vuelva un objeto a ambicionar y dan lugar a
(04:37:00):
menudo a los más infatigables esfuerzos. Por el contrario, si
los grandes objetivos son aislados y no vienen sostenidos por
la necesidad de la dedicación, rara vez bastarán para producir
un ahínco muy considerable. El éxito en la profesión de
las leyes permite alcanzar en Inglaterra objetivos de la máxima
ambición y sin embargo han sido poquísimos los hombres cuya
(04:37:22):
fortuna les vino por nacimiento y que hayan sido capaces
en este país de sobresalir en dicha profesión. Las dotaciones
de las escuelas y colegios han disminuido necesariamente en alguna
medida la necesidad de aplicación de los profesores. En la
medida en que su sustento deriva de su salario, es
evidente que deriva de un fondo por completo independiente de
(04:37:43):
su éxito y reputación en sus respectivas profesiones. En algunas
universidades el salario es una parte, pero con frecuencia una
parte pequeña de los emolumentos del profesor, que obtiene el
grueso de los mismos a partir de los honorarios o
tasas de sus alumnos. En este caso la necesidad de esforzarse,
aunque siempre resulta más o menos reducida, no es completamente eliminada.
(04:38:08):
La reputación en su profesión es todavía de alguna importancia
para él, y aún depende de alguna forma del afecto,
gratitud e informes favorables de quienes han seguido sus enseñanzas.
Y la mejor manera en que puede ganarse esos sentimientos
favorables es sólo siendo merecedor de ellos, es decir, mediante
la capacidad y diligencia con que cumpla todas sus obligaciones.
(04:38:30):
En otras universidades se prohíbe al profesor recibir honorario o
tasa alguna de sus alumnos y el salario constituye el
único ingreso que deriva de su trabajo. En este caso
su interés no puede hallarse más directamente opuesto a su deber.
El interés de cualquier persona es vivir lo más cómodamente
que pueda, y si su remuneración va a ser siempre
(04:38:50):
la misma haga o no haga una tarea particularmente laboriosa,
entonces su interés, al menos en la acepción vulgar del término,
será desatenderla por completo o, si se haya sometido a
una autoridad que nunca le permitirá que lo haga, cumplirla
de la forma más descuidada y negligente que dicha autoridad permita.
Si es por naturaleza una persona activa y amante del trabajo,
(04:39:13):
su interés será el emplear esa actividad de forma de
obtener alguna ventaja y no en cumplir una obligación de
la que no obtendrá ninguna. Si la autoridad de la
que depende el profesor reside en una corporación, colegio o universidad,
de la que él mismo forma parte, y en la
que la mayoría de los miembros son como él, personas
que son profesores o deberían serlo, entonces probablemente harán causa
(04:39:36):
común para ser sumamente indulgentes unos con otros, y cada
hombre consentirá que su vecino descuide sus obligaciones siempre que
se le permita al descuidar las suyas. En la Universidad
de Oxford la mayor parte de los profesores oficiales hace
mucho que han renunciado incluso a simular que enseñan. Si
la autoridad a la que está sometido no reside en
(04:39:57):
una corporación en la que él está integrado sino en
otras personas, por ejemplo el obispo de la diócesis, el
gobernador de la provincia o quizás un ministro, en este
caso no es probable que pueda abandonar por completo sus obligaciones.
Sin embargo, estos superiores no pueden forzarlo más que a
atender a sus alumnos durante un cierto número de horas,
(04:40:17):
es decir, a dar una cierta cantidad de clases a
la semana o al año. La forma de esas clases
seguirá dependiendo de la diligencia del profesor, y dicha diligencia
guardará probablemente una proporción con los motivos que tenga para ejercerla. Además,
una jurisdicción foránea de esta clase es susceptible de ser
practicada de forma ignorante y caprichosa. Es por naturaleza arbitraria
(04:40:42):
y discrecional, y las personas que la aplican, al no
asistir a las clases del profesor y quizás al no
comprender las ciencias que debe enseñar, rara vez son capaces
de hacerlo con buen criterio. Por la insolencia de su cargo, además,
a menudo le es indiferente la forma en que lo ejercen,
y son muy capaces de censurar al profesor o quitarle
(04:41:02):
su puesto de forma temeraria y sin causa justificada. La
persona sometida a una jurisdicción de este tipo es necesariamente
degradada y en vez de volverse una de las personas
más respetables de la sociedad se vuelve una de las
más ruines y despreciables. La única forma que tiene de
evitar eficazmente el trato desconsiderado al que siempre está expuesto
(04:41:23):
es buscar una protección poderosa, y es probable que pueda
ganarse esta protección no tanto por la capacidad o diligencia
en su trabajo sino por el servilismo hacia la voluntad
de sus superiores y por su disposición permanente a sacrificar
ante esa voluntad, los derechos, el interés y el honor
de la corporación que integra. Cualquiera que haya visto funcionar
(04:41:43):
durante un tiempo a la administración de una universidad francesa
habrá podido comprobar los efectos que naturalmente se derivan de
una jurisdicción arbitraria y foránea de esta clase. Todo lo
que fuerce a un cierto número de estudiantes a dirigirse
hacia un colegio o universidad determinada, de forma independiente del
mérito o reputación de sus profesores, tiende en alguna medida
(04:42:05):
a disminuir la necesidad de ese mérito o esa reputación.
Cuando se puede acceder a los privilegios de los graduados
en Artes, Leyes, Medicina y Teología sólo residiendo un cierto
número de años en ciertas universidades, ello fuerza necesariamente a
una cantidad de estudiantes a esas universidades independientemente de los
(04:42:25):
méritos o reputación de los profesores. Los privilegios de los
graduados son una suerte de estatutos de aprendizaje, y su
contribución al progreso de la educación ha sido análoga a
la contribución de los otros estatutos de aprendizaje al progreso
de las artes y manufacturas. Las fundaciones caritativas de becas, pensiones, bolsas, etc.,
(04:42:46):
necesariamente adscriben a unos estudiantes a ciertos colegios de forma
totalmente independiente de los méritos de esos colegios. Si los
estudiantes que recibiesen esas donaciones caritativas tuviesen plena libertad de
elegir el colegio que les pareciese mejor, esa libertad podría
incentivar la emulación entre los diversos colegios. Por el contrario,
(04:43:07):
una reglamentación que prohibiese incluso a los miembros independientes de
un colegio el dejarlo e ingresar en otro sin haber
obtenido antes la autorización del primero tendería muy eficazmente a
extinguir dicha emulación. Si en cada colegio el tutor o
profesor que va a instruir al estudiante en todas las
artes y las ciencias no puede ser elegido voluntariamente por
(04:43:28):
el estudiante sino que es designado por el director, y
si en caso de negligencia, incapacidad o maltrato el estudiante
no puede cambiar de profesor sin permiso previo, este sistema
no sólo tendería a extinguir toda emulación entre los diferentes
tutores del mismo colegio sino a disminuir en todos ellos
considerablemente la necesidad de diligencia y Atención a sus respectivos alumnos.
(04:43:51):
Aunque estos profesores fueran muy bien pagados por sus estudiantes,
estarán tan poco propensos a atenderlos como los que no
son pagados por ellos y no tienen otra retribución que
su salario. Si el profesor es hombre sensato, deberá resultarle
desagradable el ser consciente de que en sus clases dice
o lee a sus estudiantes cosas absurdas o poco menos
(04:44:12):
que absurdas. También le resultará ingrato observar cómo sus estudiantes
desertan sus clases o las atienden con muestras evidentes de negligencia,
desprecio y burla. Entonces, si debe dar un cierto número
de clases, estos solos motivos bastarán sin ningún otro interés
para disponerlo a esforzarse y conseguir que sus lecciones sean
(04:44:32):
razonablemente buenas. Sin embargo, hay diversas estratagemas a las que
se puede recurrir y que efectivamente moderarán el filo de
esos incentivos a la diligencia. En vez de explicar el
mismo a sus alumnos la ciencia en la que se
propone instruirlos, puede leerles algún libro, y si este libro
está escrito en una lengua extranjera y muerta puede traducirlo
(04:44:54):
a sus alumnos o, lo que le causaría menos problemas,
puede hacer que se lo traduzcan ellos, y al dejar
caer algún comentario aquí y allá puede fantasear con la
idea de que está dando una lección. Podrá hacerlo con
un mínimo de conocimientos y esfuerzo, y no se expondrá
al menosprecio y la mofa, ni a decir nada que
sea verdaderamente tonto, absurdo o ridículo. La disciplina del colegio,
(04:45:17):
al mismo tiempo, le permitirá obligar a todos sus alumnos
a que asistan regularmente a sus pseudo-lecciones y a que
se comporten con la máxima decencia y respeto mientras dure
su actuación. La disciplina de los colegios y universidades es
algo que se concibe no para el beneficio de los
estudiantes sino para el interés, o mejor dicho para la
tranquilidad de los profesores. Su objetivo en todos los casos
(04:45:42):
en mantener la autoridad del profesor, y sea que cumpla
sus obligaciones o no, obligar a los estudiantes a comportarse
ante él siempre como si las cumpliese con la máxima
diligencia y capacidad. Presupone sabiduría y virtud perfectas en un lado,
y falta de juicio e insensatez máximas en el otro.
Sin embargo, creo que no hay ejemplos de profesores que
(04:46:03):
verdaderamente cumplan con sus obligaciones sin que la mayoría de
los estudiantes cumplan con las suyas. Nunca se requiere disciplina
para forzar la asistencia a lecciones que merecen ser atendidas,
algo que es notorio en cualquier lugar donde esas lecciones
se impartan. Es evidente que se necesita algún grado de
fuerza y restricción para obligar a los niños, o a
(04:46:24):
los muy jóvenes, a recibir la educación que se concibe
necesaria para ellos durante ese periodo temprano de su vida.
Pero después de los 12 o 13 años, siempre que el profesor
haga bien su trabajo, ninguna parte de la educación necesita
de la fuerza o la coacción. La mayor parte de
los jóvenes son tan generosos que, lejos de ser propensos
(04:46:44):
a descuidar o menospreciar las enseñanzas de su profesor, siempre
que muestra intenciones serias de series útil, se inclinan generalmente
a perdonar hasta una gran incorrección en el cumplimiento de
su deber y a veces incluso a ocultar a la
opinión pública una buena parte de las negligencias de grueso calibre.
Hay que subrayar que aquellas partes de la educación para
(04:47:05):
las que no existen instituciones públicas son generalmente mejor enseñadas.
Cuando un joven acude a una escuela de esgrima o baile,
no siempre aprende a esgrimir o bailar a la perfección,
pero es raro que no aprenda a hacerlo. Los buenos
efectos de las escuelas de equitación no son tan evidentes.
El gasto de una escuela de equitación es tan abultado
(04:47:27):
que en la mayoría de los sitios es una institución pública.
Las tres secciones más fundamentales de la educación literaria, leer,
escribir y contar, siguen siendo impartidas más bien por escuelas
privadas y no públicas, y pocas veces ocurre que alguien
deje de aprenderlas en el grado en que necesita conocerlas.
En Inglaterra las escuelas públicas están mucho menos corrompidas que
(04:47:50):
las universidades. En las escuelas se enseña a los jóvenes,
o al menos se les puede enseñar griego y latín,
es decir, lo que los maestros pretenden enseñar y lo
que se espera que enseñen. Pero en las universidades a
los jóvenes no se les enseña y no siempre hay
medios adecuados para que se les pueda enseñar las ciencias
que estas corporaciones tienen como objetivo enseñar. La remuneración del
(04:48:14):
maestro depende en la mayoría de los casos principalmente, y
en algunos casos totalmente de las tasas u honorarios que
pagan sus alumnos. las escuelas no tienen privilegios exclusivos para
que una persona alcance los honores de la graduación no
es necesario que aporte un certificado de haber estudiado un
cierto número de años en una escuela pública si se
(04:48:36):
le examina y se comprueba que entiende lo que allí
se enseña no se le hace ninguna pregunta sobre el
lugar donde lo aprendió puede afirmarse que las partes de
la educación que son habitualmente enseñadas en las universidades no
son enseñadas demasiado bien Sin embargo, de no haber sido
por estas instituciones no habrían sido enseñadas en absoluto, con
(04:48:57):
lo que tanto el individuo como la sociedad habrían sufrido
mucho por la falta de esas partes tan importantes de
la educación. En la filosofía antigua cualquier enseñanza sobre la
naturaleza de la mente humana o la divinidad estaba integrada
en la física. Estas entidades, en cualquier cosa que se
pueda suponer que consiste su esencia, eran parte del amplio
(04:49:18):
sistema del universo, y partes que generaban efectos de la
máxima importancia. Todo lo que la razón humana pudiese concluir
o conjeturar acerca de ellas formaba dos capítulos, aunque indudablemente
dos capítulos singularmente relevantes, de la ciencia que procuraba explicar
el origen y la evolución del gran sistema del universo.
(04:49:38):
Pero en la Universidades de Europa, cuando la filosofía pasó
a ser enseñada en subordinación a la teología, resultó natural
que estos dos capítulos fuesen abordados con más atención que
ningún otro de la ciencia. fueron paulatinamente extendidos más y más,
y subdivididos en numerosos capítulos menores, hasta que al final
la doctrina del espíritu, sobre la que tan poco se
(04:50:00):
puede conocer, llegó a ocupar en el sistema de la
filosofía tanto lugar como la doctrina de los cuerpos, de
la que tanto se puede conocer. Las doctrinas que se
ocupan de esos dos campos fueron consideradas como dos ciencias distintas.
La llamada metafísica o neumática fue colocada en contraposición a
la física, y cultivada no sólo como la más sublime
(04:50:22):
de las dos sino también la más útil para los
objetivos de una profesión concreta. La experimentación y la observación,
a partir de las cuales una atención cuidadosa es capaz
de realizar tantos descubrimientos útiles, fueron prácticamente abandonadas por completo.
Y se prestó una gran atención a una materia en
la que el estudio más cuidadoso, tras un puñado de
(04:50:43):
verdades muy sencillas y casi evidentes, no puede descubrir sin
oscuridad e incertidumbre. Cuando esas dos ciencias fueron contrapuestas, la
comparación entre ambas dio lugar naturalmente a una tercera, llamada ontología,
o ciencia que se ocupa de las cualidades y atributos
comunes a las materias de las otras dos. Pero si
(04:51:03):
la mayor parte de la metafísica o neumática en las
escuelas eran puras sutilezas y sofismas, ellas eran todo lo
que había en la telaraña científica de la ontología, a
la que a veces también se llamaba metafísica. El objeto
que se proponía investigar la antigua filosofía moral eran las
razones de la felicidad y la perfección del hombre, considerado
(04:51:24):
no sólo como individuo sino como miembro de una familia,
de un estado y de la gran sociedad de la humanidad.
En esa filosofía los deberes de la vida humana eran
considerados en subordinación a la felicidad y perfección de la misma.
Pero cuando la filosofía moral, igual que la natural, pasó
a ser enseñada sólo como servidora de la teología, los
(04:51:45):
deberes de la vida humana pasaron a ser considerados esencialmente
como subordinados a la felicidad de una vida futura. En
la filosofía antigua la perfección de la virtud era presentada
para la persona que la poseía como necesariamente productiva de
la más perfecta felicidad en esta vida. En la filosofía
moderna resultó frecuentemente presentada como generalmente, o más bien como
(04:52:07):
casi siempre incompatible con ningún grado de felicidad en esta vida,
y se podía alcanzar el cielo sólo mediante la penitencia
y la mortificación, por la austeridad y la humildad del monje,
no por la conducta liberal, entusiasta y generosa del hombre.
La filosofía moral en la mayor parte de las escuelas
se reducía en muchos casos sólo a la casuística y
(04:52:28):
a una moral ascética. Y así la más importante de
todas las ramas de la filosofía se transformó en la
más corrompida. De esta forma, el curso normal de la
educación filosófica en el grueso de las universidades de Europa
fue el siguiente. Se enseñaba primero lógica y después ontología.
En tercer lugar venía la neumatología, que comprendía la doctrina
(04:52:51):
de la naturaleza del alma humana y la divinidad. En
cuarto lugar venía un sistema degradado de filosofía moral, que
se consideraba directamente conectado con las doctrinas de la neumatología,
con la inmortalidad del alma humana y con los premios
y castigos que cabía esperar de la justicia divina para
una vida futura. Las enseñanzas concluía con un sistema breve
(04:53:13):
y superficial de física. Las modificaciones practicadas en los cursos
antiguos de filosofía en las universidades europeas tenían como objetivo
la educación de los eclesiásticos, y pretendían que fuese una
introducción más adecuada para el estudio de la teología. Pero
la cantidad adicional de sutileza y sofistería, la casuística y
(04:53:34):
la moral ascética que esas modificaciones plantearon no la volvieron
ciertamente más adecuada para la educación de caballeros y personas
de mundo, ni más indicada para fomentar la inteligencia o
mejorar los sentimientos. Este curso de filosofía es lo que
todavía se dicta en el grueso de las universidades de Europa,
con más o menos diligencia según que la constitución de
(04:53:55):
cada universidad haga que la diligencia sea más o menos
necesaria para los profesores. En algunas de las universidades más
ricas y mejor dotadas los tutores se contentan con enseñar
un puñado de rasgos y fragmentos inconexos de ese curso corrupto,
e incluso eso lo enseñan de forma muy negligente y superficial.
La mayor parte de los adelantos que en los tiempos
(04:54:17):
modernos se han hecho en las diversas ramas de la
filosofía han tenido lugar en la mayor parte de los
casos fuera de las universidades, aunque es indudable que algunos
han sucedido dentro de ellas. El grueso de las universidades
no han sido muy propensas a adoptar esos adelantos, una
vez que fueron realizados, y bastantes de esas sociedades eruditas
(04:54:37):
han elegido seguir siendo durante mucho tiempo los santuarios donde
buscaron protección las doctrinas derrumbadas y los prejuicios obsoletos, tras
haber sido desalojados de todos los demás rincones del planeta.
Por regla general las universidades más ricas y mejor dotadas
han sido las más lentas en la adopción de esas
mejoras y las más reacias a permitir cambios profundos en
(04:54:58):
los planes de estudio establecidos. Dichas mejoras fueron introducidas con
más facilidad en algunas de las universidades más pobres, cuyos profesores,
al derivar de su reputación buena parte de su sustento,
estaban obligados a prestar más atención a las nuevas corrientes
de opinión en el mundo. Pero aunque las escuelas públicas
(04:55:18):
y universidades de Europa fueron en un principio pensadas para
la instrucción de una profesión concreta, la de los clérigos,
y aunque no siempre fueron muy diligentes en enseñar a
sus alumnos ni siquiera las ciencias que se suponía eran
necesarias para dicha profesión, paulatinamente trajeron hacia sí mismas la
educación de buena parte de las demás personas, en especial
(04:55:39):
la de casi todos los caballeros y personas de fortuna.
No parecía haber un método mejor para invertir con ventaja
el largo intervalo que media entre la infancia y ese
periodo de la vida en que las personas empiezan a
dedicarse con seriedad a las actividades reales del mundo, las
actividades en las que trabajarán hasta el fin de sus días.
Sin embargo, la mayor parte de lo que se enseña
(04:56:01):
en las escuelas y universidades no parece constituir la mejor
preparación para esas actividades. Se extiende más y más en
Inglaterra la costumbre de enviar a los jóvenes a viajar
por países extranjeros nada más acabar el colegio, sin enviarlos
a universidad alguna. Se dice que nuestros jóvenes suelen regresar
de sus viajes muy mejorados. Un joven que se marcha
(04:56:24):
al extranjero a los 17 o 18 años y que vuelve a
casa a los 21, lo hace con 3 o 4 años más a
sus espaldas y en una etapa en la que es
muy difícil dejar de mejorar mucho en 3 o 4 años. En
sus viajes habitualmente adquiere algún conocimiento de una o dos
lenguas extranjeras, aunque un conocimiento que rara vez es suficiente
(04:56:44):
para permitirle hablarlas o escribirlas correctamente. Por lo demás, normalmente
vuelve a casa más engreído, menos escrupuloso, más libertino y
menos capaz de dedicarse seriamente al estudio o al trabajo
que lo que estaría si hubiese pasado ese periodo breve
en su propio país. Al viajar tan joven, al despilfarrar
en la disipación más frívola los años más preciosos de
(04:57:07):
su vida, lejos de la vigilancia y control de sus
padres y familiares, en lugar de consolidar y confirmar cualquier
costumbre útil que su educación anterior haya podido suscitar en él,
necesariamente la debilita o liquida. Sólo el descrédito en que
están sumiéndose las universidades pudo popularizar una práctica tan absurda
como la de viajar a una edad tan temprana. Al
(04:57:29):
enviar a su hijo al extranjero, un padre se libera
al menos de algo tan desagradable como que su hijo
el gazanee, sea desatendido y se arruinea ante sus propios ojos.
Cuando la filosofía y la retórica se pusieron de moda,
las clases más altas solían enviar a sus hijos a
las escuelas de los filósofos y retóricos para que recibieran
(04:57:49):
instrucción en esas ciencias. Pero esas escuelas no eran financiadas
por el Estado. Durante mucho tiempo apenas fueron toleradas por él.
La demanda de filosofía y retórica fue durante mucho tiempo
tan pequeña que sus primeros profesores no podían encontrar un
empleo permanente en ninguna ciudad y se veían obligados a
viajar de un lugar a otro. Así vivieron Zenón de Elea, Protágoras, Gorgias,
(04:58:15):
Hipias y muchos otros. Cuando la demanda aumentó, las escuelas
de filosofía y retórica se volvieron sedentarias, primero en Atenas
y después en otras ciudades. El Estado, sin embargo, nunca
las incentivó más allá de asignarles un lugar especial para
sus actividades, algo que a veces también hacían donantes privados.
(04:58:36):
El Estado asignó la Academia a Platón, el Liceo a
Aristóteles y el Pórtico a Zenón de Sitia, el fundador
de los estoicos. Pero Epicuro legó sus jardines a su escuela.
Y hasta los tiempos de Marco Antonio ningún profesor recibió
salario alguno del Estado, ni tuvo otros emolumentos salvo los
honorarios o tazas de sus alumnos. El subsidio que ese
(04:58:58):
emperador filósofo concedió a uno de sus maestros de filosofía,
según nos cuenta Luciano, probablemente no sobrevivió al emperador. No
había nada parecido a los privilegios de la graduación, y
no era necesario asistir a ninguna de esas escuelas para
poder practicar un oficio o una profesión. Si la opinión
establecida sobre su utilidad no podía atraer alumnos hacia ellas,
(04:59:22):
la ley no obligaba a nadie a que fuese ni
retribuía a nadie por el hecho de ir. Los maestros
no tenían jurisdicción alguna sobre sus estudiantes, ni ninguna autoridad
salvo esa autoridad natural que la virtud y las capacidades
superiores nunca dejan de suscitar entre los jóvenes con respecto
a aquellos a quienes se confía cualquier parte de su educación.
(04:59:43):
En Roma el estudio del derecho civil formaba parte de
la educación de algunas familias, aunque no de la mayoría
de los ciudadanos. Ahora bien, los jóvenes que deseaban adquirir
conocimientos legales no tenían ninguna escuela pública a la cual asistir,
y no tenían otro método de estudio que no fuese
la compañía de los parientes y amigos que se suponía
eran versados en esa materia. se admitirá fácilmente que las
(05:00:07):
habilidades civiles y militares de los griegos y los romanos
fueron al menos equivalentes a las de cualquier nación moderna.
Quizás nuestro prejuicio sea el sobrevalorar esas habilidades. Pero en
cualquier caso, y salvo en lo relativo a los ejercicios militares,
el Estado no parece haberse tomado muchas molestias en desarrollar
esas habilidades. Sin embargo, hubo maestros para instruir a las
(05:00:31):
clases altas de esas naciones en todas las artes y
las ciencias que según las circunstancias de su sociedad era
necesario que conocieran. La demanda de dicha instrucción produjo lo
que produce siempre, el talento para satisfacerla, y la emulación
que sistemáticamente ocasiona la libre competencia condujo a ese talento
hasta un muy elevado grado de perfección. en la atención
(05:00:54):
que despertaban, en la influencia que tenían sobre las opiniones
y principios de sus oyentes, en su facultad para dar
determinado tono y carácter a la conducta y conversación de
dichos oyentes, los filósofos antiguos estuvieron muy por encima de
cualquier profesor de hoy. En los tiempos modernos, la diligencia
de los maestros públicos está más o menos corrompida por
(05:01:15):
las circunstancias que la vuelven más o menos independiente de
su éxito y reputación en sus respectivas profesiones. Además, sus
salarios sitúan al maestro particular que pretenda competir con ellos
en la misma posición que un mercader que pretenda comerciar
sin subvenciones en competencia con los que comercian con un
copioso subsidio. Si vende sus bienes casi al mismo precio
(05:01:37):
no podrá obtener el mismo beneficio, y su destino irremediable
será la pobreza y la miseria, si no la quiebra
y la ruina. Si trata de venderlos a un precio
bastante mayor, tendrá probablemente tan pocos clientes que sus circunstancias
no serán mucho mejores. Asimismo, los privilegios de la graduación
son en muchos países necesarios o al menos sumamente convenientes
(05:02:00):
para la mayoría de las personas en las profesiones eruditas,
es decir, para el grueso de los que necesitan una
educación avanzada. Pero esos privilegios sólo pueden ser obtenidos asistiendo
a las clases de los profesores públicos. La asistencia más
atenta a las mejores clases de un profesor privado no
siempre dan derecho a exigirlos. Por todas estas causas el
(05:02:23):
profesor privado de cualquiera de las ciencias que habitualmente se
enseñan en las universidades es en los tiempos modernos por
regla general considerado como perteneciente a la clase más baja
de los hombres de letras. Un hombre que tenga verdaderamente
capacidades no podrá encontrar para ellas una aplicación más humillante
y menos rentable. Así, las dotaciones de escuelas y colegios
(05:02:45):
no sólo han corrompido la diligencia de los profesores públicos
sino que han vuelto casi imposible que haya buenos profesores particulares.
Si no hubiera instituciones educativas públicas no se enseñaría ninguna
doctrina ni ninguna ciencia para las que no existiese alguna demanda,
o que las circunstancias del momento no volviesen necesario, o
conveniente o al menos elegante aprender. A un profesor particular
(05:03:09):
nunca le interesaría enseñar ni un sistema periquitado y obsoleto
de una ciencia reconocida como útil, ni una ciencia ampliamente
considerada como una inútil y pedante sarta de sofismas y absurdos.
Esos sistemas, esas ciencias, sólo pueden subsistir en corporaciones educativas
cuya prosperidad y cuyos ingresos son en gran medida independientes
(05:03:30):
de su reputación y absolutamente independientes de su laboriosidad. Si
no hubiera instituciones educativas públicas, un caballero que con aplicación
e inteligencia pasara por un curso completo con arreglo a
las circunstancias de su tiempo, no saldría después en la
más completa ignorancia de todo lo que forma parte habitual
de la conversación de los caballeros y personas de mundo.
(05:03:53):
No hay instituciones públicas para la educación de las mujeres,
y en consecuencia en su instrucción habitual no hay nada inútil,
ni absurdo, ni fantástico. Podría preguntarse entonces,¿ debería el Estado
prestar alguna atención a la educación del pueblo? En algunos
casos las condiciones de la sociedad necesariamente colocan a la
(05:04:13):
mayor parte de las personas en una situación tal que
naturalmente forma en ellas, sin ninguna intervención del Estado, casi
todas las capacidades y virtudes que esas condiciones requieren, o
quizás admiten. En otros casos las condiciones de la sociedad
no colocan al grueso de los individuos en esa situación,
y se necesita alguna intervención del Estado para impedir la
(05:04:35):
corrupción y degeneración casi total de la gran masa de
la población. Con el desarrollo de la división del trabajo,
el empleo de la mayor parte de quienes viven de
su trabajo, es decir, de la mayoría del pueblo, llega
a estar limitado a un puñado de operaciones muy simples,
con frecuencia sólo a una o dos. Ahora bien, la
(05:04:55):
inteligencia de la mayoría de las personas se conforma necesariamente
a través de sus actividades habituales. Un hombre que dedica
toda su vida a ejecutar unas pocas operaciones sencillas, cuyos
efectos son quizás siempre o casi siempre los mismos, no
tiene ocasión de ejercitar su inteligencia o movilizar su inventiva
para descubrir formas de eludir dificultades que nunca enfrenta. Por
(05:05:18):
ello pierde naturalmente el hábito de ejercitarlas y en general
se vuelve tan estúpido e ignorante como pueda volverse una
criatura humana. La torpeza de su mente lo torna no
sólo incapaz de disfrutar o soportar una fracción de cualquier
conversación racional, sino también de abrigar cualquier sentimiento generoso, noble
o tierno, y en consecuencia de formarse un criterio justo
(05:05:39):
incluso sobre muchos de los deberes normales de la vida privada.
No puede emitir juicio alguno acerca de los grandes intereses
de su país, y salvo que se tomen medidas muy
concretas para evitarlo, es igualmente incapaz de defender a su
país en la guerra. La uniformidad de su vida estacionaria
naturalmente corrompe el coraje de su espíritu y le hace
(05:06:00):
aborrecer la irregular, incierta y aventurera vida de un soldado.
Llega incluso a corromper la actividad de su cuerpo y
lo convierte en incapaz de ejercer su fortaleza con vigor
y perseverancia en ningún trabajo diferente del habitual. De esta forma,
parece que su destreza en su propio oficio es adquirida
a expensas de sus virtudes intelectuales, sociales y marciales. Y
(05:06:23):
en cualquier sociedad desarrollada y civilizada este es el cuadro
en que los trabajadores pobres, es decir, la gran masa
del pueblo, debe necesariamente caer, salvo que el Estado tome
medidas para evitarlo. Lo contrario sucede en las sociedades llamadas bárbaras,
de cazadores, pastores e incluso labradores en esa etapa rudimentaria
(05:06:43):
de la agricultura que precede al progreso industrial y a
la extensión del comercio exterior. En esas sociedades las diversas
ocupaciones de cada hombre lo fuerzan a ejercitar sus capacidades
y a inventar expedientes para salvar dificultades que aparecen constantemente.
La inventiva está siempre alerta y la mente no llega
a caer en la aletargada idiotez que en las sociedades
(05:07:05):
civilizadas parece entumecer la inteligencia de casi todas las clases
bajas de la población. Aunque en una sociedad primitiva existe
mucha variedad en las ocupaciones de cada persona, no hay
tanta en las de la sociedad en su conjunto. Cada
persona hace o es capaz de hacer casi cualquier cosa
que otra persona haga o sea capaz de hacer. En
(05:07:26):
una sociedad civilizada, por el contrario, aunque hay poca variedad
en las ocupaciones de la mayoría de los individuos, hay
una variedad casi infinita en las del conjunto de la sociedad.
Esta multiplicidad de ocupaciones presenta una variedad casi ilimitada de
objetos para la contemplación de los pocos que, al no
estar atados a ninguna ocupación particular, tienen el ocio y
(05:07:47):
la inquietud necesarias para estudiar lo que hacen los demás.
La contemplación de esa variedad tan amplia necesariamente ejercita sus
mentes en comparaciones y combinaciones continuas, y hace que sus
inteligencias sean en grado extraordinario agudas y comprensivas. Sin embargo,
si estos pocos no están ubicados en unas situaciones muy especiales,
(05:08:09):
sus grandes habilidades podrán honrarles a ellos pero contribuirán muy
poco al buen gobierno o felicidad de su sociedad. Pese
a las notables aptitudes de esos pocos, todas las partes
más nobles de la naturaleza humana pueden en buena medida
embotarse y extinguirse en la gran masa de la gente.
La educación del pueblo ya no requiere quizás más la
(05:08:29):
atención del Estado en una sociedad civilizada y comercial que
la de las personas de rango y fortuna. Las gentes
de rango y fortuna tienen normalmente 18 o 19 años cuando ingresan
en el negocio, profesión u oficio en el que se
proponen destacar. Antes de ese momento cuentan con mucho tiempo
para adquirir, o para prepararse para adquirir más tarde, todos
(05:08:51):
los conocimientos que pueden granjearles la estima pública o hacerlas
merecedoras de ellas. Sus padres o tutores suelen preocuparse de
que así ocurra y en la mayoría de los casos
están plenamente dispuestos a pagar lo que sea necesario para
conseguir ese objetivo. Si no siempre están esas personas bien educadas,
rara vez se debe a la falta de dinero gastado
(05:09:12):
en su educación sino a la mala utilización de ese dinero.
Con el pueblo ya no ocurre lo contrario. Dispone de
poco tiempo para dedicarlo a la educación. Los padres apenas
pueden mantener a los hijos, y apenas puedan éstos trabajar
deben aplicarse a algún oficio con el que puedan ganarse
la vida. Este oficio será normalmente tan simple y uniforme
(05:09:35):
que ejercitará poco la inteligencia. Al mismo tiempo, el trabajo
será tan constante y severo que dejará poco tiempo de
ocio y menos inquietud para hacer y ni siquiera para
pensar en ninguna otra cosa. Pero aunque el pueblo llano
en una sociedad civilizada no pueda tener tanta educación como
la gente de rango y fortuna, las partes más fundamentales
(05:09:55):
de la educación, leer, escribir y contar, pueden ser adquiridas
en una etapa tan temprana de la vida que la
mayoría de quienes se dedican a las ocupaciones más modestas
tienen tiempo de aprenderlas antes de poder ser empleados en
esas ocupaciones. Con un gasto muy pequeño el Estado puede facilitar,
estimular e incluso imponer sobre la gran masa del pueblo
(05:10:16):
la necesidad de adquirir esos elementos esenciales de la educación.
El Estado puede facilitar esa adquisición estableciendo en todas las
parroquias o distritos una pequeña escuela donde los niños puedan
estudiar pagando una tasa tan moderada que incluso un trabajador
común sea capaz de pagarla. El maestro sería pagado por
el Estado en parte pero no totalmente, porque si fuera totalmente,
(05:10:38):
o incluso principalmente pagado por el Estado, pronto se acostumbraría
a desatender su trabajo. El Estado puede incentivar la adquisición
de esos conocimientos muy fundamentales mediante la concesión de pequeños
premios y distintivos honoríficos a los niños de familias humildes
que sobresalgan en ellos. El Estado puede obligar a casi
(05:10:59):
todo el pueblo a conocer esos elementos fundamentales de la
educación estableciendo un examen obligatorio sobre ellos para ingresar en
una corporación o ejercer un oficio en un pueblo o
ciudad corporativa. Un cobarde, un hombre incapaz de defenderse o
de vengarse, evidentemente carece de una de las partes más
fundamentales de la personalidad humana. Es tan mutilado y deforme
(05:11:21):
en su mente como otro puede hacerlo en su cuerpo
al no tener o no poder usar sus miembros más esenciales.
Es evidentemente el más desdichado y miserable de los dos,
porque la felicidad y la desgracia residen siempre en la
mente y dependen mucho más de que la mente esté
sana o enferma, entera o mutilada, que de que lo
esté el cuerpo. Incluso aunque el espíritu marcial del pueblo
(05:11:44):
no fuera empleado en la defensa de la sociedad, el
evitar que esa suerte de mutilación, deformidad y miseria mental
que inevitablemente acarrea la cobardía se extienda por toda la
sociedad bien merece la más seria atención del gobierno, y
de manera análoga a como la merecería la prevención de
la propagación de la lepra o cualquier otra enfermedad repugnante
y odiosa, aunque no fuese mortal ni peligrosa, y aunque
(05:12:07):
no se derivase de su intervención. Otro bien público que
la prevención de una calamidad de tamaña dimensión. Lo mismo
puede decirse de la grosera ignorancia y estupidez que en
una sociedad civilizada parecen tan frecuentemente entumecer la inteligencia de
todas las clases inferiores del pueblo. Una persona que no
esté en el uso de las facultades intelectuales de un
(05:12:29):
ser humano es y cabe más despreciable que un cobarde
y parece estar mutilada y deformada en una parte del
carácter de la naturaleza humana incluso más esencial. Aunque el
Estado no obtuviese ventaja alguna de la educación de las
clases inferiores del pueblo, igual debería cuidar que no quedasen
completamente sin instrucción. Ahora bien, el Estado deriva una ventaja
(05:12:50):
considerable de esa educación. Cuando más instruida está la gente
menos es engañada por los espejismos del fanatismo y la superstición,
que con frecuencia dan lugar a terribles perturbaciones entre las
naciones ignorantes. Un pueblo educado e inteligente, además, siempre es
más decente y ordenado que uno ignorante y estúpido. Cada
(05:13:11):
persona se siente individualmente más respetable y más susceptible de
obtener el respeto de quienes son legalmente sus superiores, con
lo que está más dispuesta a respetar a estos superiores.
El pueblo está más preparado para investigar y es más
capaz de descubrir las protestas interesadas de la facción y
la sedición, y por eso está menos expuesto a dejarse
(05:13:31):
arrastrar a una oposición injustificada e innecesaria frente a las
medidas del gobierno. En los países libres, donde la seguridad
del gobierno depende considerablemente del juicio favorable que el pueblo
se forme de su conducta, debe ser evidentemente de la
máxima importancia el que el pueblo no la enjuicie de
forma precipitada o caprichosa. Las instituciones destinadas a la instrucción
(05:13:54):
de personas de todas las edades son principalmente las que
se ocupan de la educación religiosa. Esta es una clase
de instrucción cuyo objetivo no es preparar a los seres
humanos para ser buenos ciudadanos en este mundo sino prepararlos
para un mundo distinto y mejor en una vida futura.
Los maestros que enseñan la doctrina que comprende esta educación,
(05:14:14):
igual que todos los maestros, pueden depender completamente para su
sustento de las contribuciones voluntarias de sus auditorios o pueden
obtenerlo a través de algún otro fondo que la legislación
de su país les asigne, tal como una finca rústica,
un diezmo o impuesto territorial, un salario determinado o estipendio.
Su esfuerzo, su celo y laboriosidad serán probablemente mucho mayores
(05:14:37):
en el primer caso que en el segundo. En este
sentido los maestros de las nuevas religiones siempre han gozado
de una considerable ventaja al atacar las creencias antiguas y establecidas,
cuyos clérigos, al disfrutar reposadamente de sus beneficios, descuidan el
mantener vivo el fervor de la fe y la devoción
en la gran masa del pueblo, y al entregarse a
(05:14:58):
la indolencia llegan a ser totalmente incapaces de acometer una
reacción vigorosa en defensa de su propia posición. Los clérigos
de una religión oficial y bien dotada a menudo se
convierten en hombres de erudición y elegancia, que poseen todas
las virtudes de los caballeros o las que atraen la
estima de los caballeros, sin embargo, tienden gradualmente a perder
(05:15:18):
las cualidades, buenas y malas, que les proporcionaron autoridad e
influencia sobre las clases inferiores de la población, y que
quizás fueron las causas originales del éxito y consolidación de
su religión. Tales clérigos, al ser atacados por un grupo
de iluminados populares y audaces, aunque sean estúpidos e ignorantes,
se sienten absolutamente indefensos, igual que las indolentes, afeminadas y
(05:15:43):
bien comidas naciones del sur de Asia cuando fueron invadidas
por los activos, curtidos y hambrientos tártaros del norte. Ante
una emergencia de ese tipo un clero en tales condiciones
no tiene habitualmente otra alternativa que acudir al magistrado civil
para que persiga, aniquile o expulse a sus adversarios, en
tanto perturbadores de la tranquilidad pública. Así fue como la
(05:16:06):
iglesia católica romana requirió al poder civil para que persiguiese
a los protestantes, y la iglesia de Inglaterra para que
persiguiese a los disidentes, y así lo hacen en general
todas las religiones cuando han disfrutado durante uno o dos
siglos de la seguridad de una institucionalización legal y se
ven imposibilitadas para oponer una resistencia enérgica frente a cualquier
(05:16:27):
nueva secta que pretenda atacar su doctrina o disciplina. En
estas ocasiones la ventaja en cuanto a la sabiduría y
la buena escritura puede a veces estar en manos de
la iglesia oficial. Pero las artes de la popularidad, todas
las artes de ganar prosélitos están siempre en el lado
de sus adversarios. Esas artes han sido desde hace mucho
(05:16:47):
tiempo desatendidas por el bien financiado clero de la religión oficial,
y en la actualidad son cultivadas esencialmente por los disidentes
y metodistas. En la Iglesia de Roma la laboriosidad y
el celo del clero inferior se mantienen vivos gracias al
poderoso motivo del propio interés en mayor grado que en
ninguna religión protestante oficial. Buena parte del clero parroquial deriva
(05:17:10):
una fracción muy considerable de su sustento de los donativos
voluntarios de los fieles, una fuente de ingresos que la
confesión les brinda muchas oportunidades de incrementar. Las órdenes mendicantes
obtiene la totalidad de su subsistencia de dichos donativos. A
ellos les ocurre lo mismo que a los úsares y
a la infantería ligera de algunos ejércitos, si no hay botín,
(05:17:32):
no hay paga. El clero parroquial es como los profesores
cuya remuneración depende en parte de su salario y en
parte de las tasas u honorarios que obtienen de sus alumnos,
y estos últimos deben en alguna medida depender siempre de
su laboriosidad y reputación. Las órdenes mendicantes son como los
profesores cuya subsistencia depende exclusivamente de su esfuerzo. Por ello
(05:17:55):
se ven forzadas a emplear cualquier medio para animar la
devoción del pueblo llano. Maquiavelo observa que la fundación de
las dos grandes órdenes mendicantes de Santo Domingo y San
Francisco en los siglos XIII y XIV reavivó la fe
y devoción languidecientes de la Iglesia católica. En los países
católicos romanos el espíritu devoto se debe sólo a los
(05:18:15):
monjes y al clero parroquial más pobre. Los grandes dignatarios
de la iglesia, con todas las características de los caballeros
y hombres de mundo, y a veces con las de
los eruditos, se cuidan bien de mantener la disciplina necesaria
sobre sus subordinados, pero rara vez se preocupan de la
educación del pueblo. Pero cualesquiera que hayan sido los efectos
(05:18:36):
buenos o malos de la financiación independiente del clero, rara
vez la obtuvieron gracias a alguna acción de estos efectos.
Las épocas de violenta controversia religiosa han sido en general
épocas de conflictos políticos igualmente violentos. En tales ocasiones, cada
partido político vio o creyó que le interesaba aliarse con
uno u otro de los contendientes religiosos, algo que sólo
(05:18:59):
podía hacerse adoptando o al menos apoyando los dogmas de
dicha secta. La religión que tenía la buena fortuna de
aliarse con el vencedor, necesariamente compartía la victoria de su aliado,
con cuyo favor y protección pronto podía en alguna medida
silenciar y someter a todas sus adversarias. Si la política
nunca hubiese reclamado la ayuda de la religión, si los
(05:19:22):
vencedores jamás hubiesen abrazado en la victoria los dogmas de
una secta con preferencia sobre los de otra, entonces se
podría haber tratado a todas las religiones de forma imparcial
y haber permitido a todas las personas que eligiesen el
sacerdote y la religión que prefiriesen. En tal caso habría
habido sin duda una gran multitud de creencias religiosas. Es
(05:19:43):
probable que casi todas las diferentes congregaciones hubiesen formado una
pequeña secta por sí mismas o cultivado algunos dogmas particulares.
Cada predicador se habría sentido en la obligación de realizar
el máximo esfuerzo y de emplear todas las artes para
preservar e incrementar el número de sus discípulos. Pero como
todos los demás maestros habrían sentido la misma necesidad, ningún
(05:20:06):
predicador o secta de predicadores habría alcanzado un éxito demasiado arrollador.
El celo interesado y activo de los maestros religiosos sólo
puede ser peligroso y problemático cuando hay nada más que
una secta socialmente tolerada, o cuando toda una gran sociedad
está divida en dos o tres grandes religiones, y los
predicadores de cada una actúan en concierto y bajo una
(05:20:28):
disciplina y jerarquía regulares. Pero ese celo debe ser totalmente
inocuo cuando la sociedad se divide en doscientas o trescientas
o quizás en miles de minúsculas sectas, ninguna de las
cuales es lo suficientemente importante como para perturbar la tranquilidad pública.
Los predicadores de cada creencia, al verse rodeados por doquier
(05:20:48):
por más adversarios que partidarios, se verían forzados a aprender
ese candor y moderación que rara vez se observan en
los maestros de las amplias religiones cuyos dogmas, al ser
apoyados por el magistrado civil, son venerados por casi todos
los habitantes de vastos reinos e imperios, y que por
tanto no ven entorno suyo más que seguidores, discípulos y
(05:21:09):
humildes admiradores. Los predicadores de cada pequeña religión, al encontrarse
prácticamente aislados, estarían obligados a respetar a los de casi
todas las demás, y las concesiones mutuas que descubrirían que
les es conveniente y cómodo hacerse unos a otros podrán
con el tiempo quizás reducir las doctrinas de la mayoría
de ellas a esa religión racional y pura, libre de
(05:21:31):
toda dosis de absurdo, impostura o fanatismo, que los hombres
sabios de todas las épocas anhelaron ver establecida. Esa religión,
sin embargo, es algo que la legislación nunca ha podido
establecer hasta hoy y quizás nunca pueda hacerlo en país alguno,
porque en lo relativo a la religión la legislación positiva
siempre ha sido y acaso siempre será en cierta medida
(05:21:53):
influida por la superstición y fanatismo del pueblo. Este proyecto
de gobierno eclesiástico, o más adecuadamente de ausencia de gobierno
eclesiástico es lo que la secta llamada de los Independientes,
sin duda una secta de impetuosos iluminados, pretendió fundar en
Inglaterra hacia el final de la Guerra Civil. De haber
sido establecida, aunque sus orígenes eran muy poco filosóficos, probablemente
(05:22:17):
habría producido actualmente la buena voluntad y la moderación más
filosóficas con respecto a toda clase de principios religiosos. El
proyecto arraigó en Pensilvania, y aunque allí los cuáqueros son
los más numerosos, la ley en verdad no favorece a
ninguna creencia sobre las demás, y se dice que allí
ha generado esa templanza y moderación filosóficas. En toda sociedad civilizada,
(05:22:40):
en toda sociedad donde se ha afianzado completamente la jerarquía
de rangos, hay siempre dos esquemas o sistemas morales distintos
vigentes al mismo tiempo. Uno puede ser denominado el estricto
o austero, y el otro el liberal o si se
prefiere el relajado. El primero es generalmente admirado y reverenciado
por el pueblo llano, el segundo es habitualmente más estimado
(05:23:02):
y adoptado por lo que se llama la gente distinguida.
La principal diferencia entre estos dos esquemas o sistemas opuestos
es el grado de desaprobación que deberían merecernos los vicios
de la lidiandad, los vicios que surgen de la copiosa
prosperidad y del exceso de alegría y buen humor. en
el sistema liberal o relajado el lujo, la profusión y
(05:23:22):
hasta el regocijo desordenado, la búsqueda del placer hasta un
cierto grado de intemperancia, el quebrantamiento de la castidad, al
menos en uno de los dos sexos, etc., siempre que
no vengan acompañados de una grosera falta de decoro y
que no conduzcan a la falsedad o la injusticia. Son
tratados por regla general con mucha indulgencia y son con
(05:23:42):
facilidad justificados o perdonados totalmente. En el sistema austero, por
el contrario, esos excesos son contemplados con el máximo aborrecimiento
y repugnancia. Los vicios frívolos son siempre ruinosos para el
pueblo llano, y una sola semana de imprudencia y disipación
a menudo basta para destruir a un pobre trabajador para siempre,
(05:24:02):
y a que la desesperación lo arrastre a cometer los
delitos más terribles. Las personas mejores y más sabías del
pueblo llano, por ello, siempre aborrecen y detestan dichos excesos,
que la experiencia les demuestra resultan inmediatamente fatales para la
gente de su condición. Por el contrario, el desorden y
la extravagancia de muchos años no siempre arruinarán a un
(05:24:25):
hombre distinguido y la gente de esa categoría suele creer
que la capacidad de permitirse un cierto grado de excesos
es una de las ventajas de su fortuna, y la
libertad de hacerlo sin censura o reproche es uno de
los privilegios propios de su clase. En consecuencia, los miembros
de su rango contemplan a dichos excesos con escasa desaprobación
y lo censuran muy poco o nada en absoluto. Casi
(05:24:49):
todas las creencias religiosas nacieron entre el pueblo llano y
de allí obtuvieron generalmente sus primeros y más numerosos prosélitos.
Por eso es casi una regla invariable que esas religiones
adopten el sistema de moral austero. Un hombre de rango
y fortuna es por su situación un miembro distinguido de
una gran sociedad, que se fija en todos sus actos
(05:25:10):
y le obliga por ello a que él haga otro tanto.
Su autoridad y categoría dependen mucho del respeto que le
tenga la sociedad. Él no osará hacer nada que lo
desacredite o deshonre ante la sociedad, y se verá obligado
a la estricta observancia de las reglas morales, liberales o austeras,
que el amplio consenso social prescriba para las personas de
(05:25:31):
su rango y fortuna. Un hombre de baja condición, por
el contrario, estará lejos de ser un miembro distinguido de
ninguna gran sociedad. Mientras permanezca en un pueblo rural su
comportamiento puede ser vigilado y él puede ser obligado a cuidarlo.
pero tan pronto como llega a una gran ciudad se
hunde en la oscuridad y el anonimato. Nadie observa ni
(05:25:53):
vigila su conducta, y de ahí que sea muy susceptible
de descuidarla el mismo y de abandonarse a toda clase
de vicios y despilfarros inmorales. Y nunca será tan eficaz
su salida de esa oscuridad, nunca atraerá su conducta más
atención de la sociedad respetable, como cuando ingresa en una
pequeña secta religiosa. De ahí que en las religiones pequeñas
(05:26:15):
la moral de la gente humilde haya sido casi siempre
notablemente regular y ordenada, por lo general mucho más que
en la iglesia oficial. Las normas morales de esas religiones pequeñas,
en realidad, han sido con frecuencia desagradablemente rigurosas y antisociales.
Sin embargo, hay dos remedios muy sencillos y eficaces mediante
(05:26:36):
cuya acción conjunta el Estado puede corregir, sin violencias, todo
lo que sea antisocial o desagradablemente estricto en la moral
de las pequeñas religiones en que puede dividirse el país.
El primero de esos remedios es el estudio de la
ciencia y la filosofía, que el Estado puede volver prácticamente
universal entre las personas de rango y fortuna medios o altos,
(05:26:57):
y no pagando salarios a profesores que los vuelvan negligentes
y ociosos sino instituyendo una suerte de prueba, incluso sobre
las ciencias más elevadas y difíciles, a ser tomada a
todas las personas antes de permitirles ejercer una profesión liberal,
o antes de que puedan presentarse como candidatas a un puesto. Honorable,
de confianza y provecho. Si el Estado impusiese a estas
(05:27:20):
clases de hombres la necesidad de estudiar, no debería preocuparse
en absoluto de suministrarles los profesores adecuados. Pronto hallarían ellos
mismos mejores profesores que ninguno que podría proporcionarles el Estado.
La ciencia es el gran antídoto contra el veneno del
fanatismo y la superstición, y allí donde todas las clases
superiores estén libres del mismo, las clases inferiores no podrán
(05:27:44):
estar muy expuestas a él. El segundo de los remedios
es la frecuencia y alegría de las diversiones públicas. si
el Estado las estimula, es decir, si garantiza la completa
libertad a todos aquellos que por su propio interés procuren
sin escándalo ni indecencia entretener y divertir al público con pinturas, poesía, música, baile,
(05:28:06):
con toda clase de representaciones y exhibiciones teatrales, entonces podría
conseguir disipar fácilmente en la mayoría del pueblo ese humor
melancólico y apagado que casi siempre es el caldo de
cultivo de la superstición y el fanatismo. Las diversiones públicas
siempre han sido objeto del temor y odio de todos
los iluminados promotores de esos extravíos populares. La alegría y
(05:28:28):
el buen humor que esas diversiones inspiran son totalmente incompatibles
con el estado de ánimo más adecuado para sus objetivos
y sobre el que más eficazmente pueden actuar. Las representaciones teatrales, además,
al exponer frecuentemente sus estratagemas al ridículo público, y a
veces hasta a la execración pública, son más aborrecidas por
(05:28:49):
ellos que ninguna otra diversión. En un país donde la
ley no favorece a los maestros de una religión más
que a los de otra, no es necesario que ninguno
de ellos tenga una dependencia especial o inmediata del soberano
o poder ejecutivo, ni que el soberano tenga ningún papel
en designarlos o destituirlos de sus cargos. En tal situación
(05:29:09):
no tendría que ocuparse de ellos para nada, salvo para
mantenerlos en paz, igual que al resto de sus súbditos,
es decir, impedirles que se persigan, abusen u opriman mutuamente.
En países donde hay una religión establecida u oficial ocurre
todo lo contrario. En este caso el soberano nunca está
seguro salvo que tenga los medios para influir en un
(05:29:31):
grado considerable sobre la mayor parte de los maestros de
esa religión. El clero de todos los diferentes países de
Europa llegó a convertirse en una suerte de ejército espiritual,
ciertamente disperso en multitud de cuarteles, pero cuyos movimientos y
operaciones podían ser dirigidas por una sola cabeza y ordenados
con arreglo a un plan uniforme. El clero de cada
(05:29:54):
país podía ser considerado como un destacamento particular de ese ejército,
cuyas operaciones podían ser fácilmente apoyadas y secundadas por los
demás destacamentos acuartelados en los diversos países de alrededor. Cada
destacamento no sólo era independiente del soberano del país donde
se hallaba acuartelado y del que se mantenía, sino que
(05:30:14):
además dependía de un soberano extranjero, que en cualquier momento
podía dirigir sus armas hacia el soberano de ese país
en particular y apoyarlas con las armas de todos los
otros destacamentos. Esas armas eran las más formidables que se
puedan concebir. En la antigua Europa, antes del desarrollo de
las artes y las manufacturas, la riqueza del clero le
(05:30:36):
otorgaba la misma clase de influencia sobre el pueblo llano
que la que la riqueza de los grandes varones les
otorgaba sobre sus respectivos vasallos, arrendatarios y servidores. En las
vastas propiedades territoriales que la equivocada piedad tanto de los
príncipes como de los particulares concedió a la iglesia, se
establecieron jurisdicciones de igual naturaleza que la de los grandes señores,
(05:30:58):
y por la misma razón. Igual que los grandes varones,
el clero no podía obtener ninguna ventaja de su copioso
excedente sobre sus ingresos salvo que lo empleara en la
profusa hospitalidad y en la más amplia caridad. La hospitalidad
y la caridad de los clérigos no sólo les concedieron
el control sobre una gran fuerza temporal sino que también
(05:31:18):
incrementaron el peso de sus armas espirituales. Esas virtudes les
atrajeron el máximo respeto y veneración de las clases bajas
del pueblo, porque muchas eran alimentadas por ellos de forma
permanente y casi todas lo eran de forma ocasional. Todo
lo que perteneciese a un estamento tan popular, sus posesiones, privilegios, doctrinas,
(05:31:39):
aparecía ante los ojos del pueblo llano como sagrado, y
cualquier violación de ellos, real o pretendida, era visto como
un acto de la máxima perversión y profanación sacrílega. En
tal estado de cosas, si el soberano con frecuencia se
veía en dificultades para resistir a la confederación de un
puñado de grandes nobles, no es sorprendente que enfrentase dificultades
(05:32:01):
aún mayores para resistir a la fuerza unida del clero
de sus propios dominios, sostenida por la del clero de
todos los dominios vecinos. En dichas circunstancias lo asombroso no
es que fuese en algunas ocasiones obligado a ceder, sino
que haya sido capaz de oponer alguna resistencia. En el
estado de cosas de la mayor parte de Europa en
(05:32:21):
los siglos X, XI, XII y XIII, y durante algún
tiempo antes y después de ese periodo, la constitución de
la Iglesia de Roma puede ser considerada como la coalición
más formidable que nunca se formó contra la autoridad y
seguridad del gobierno civil, e igualmente contra la libertad, la
razón y la felicidad de la humanidad, que sólo pueden
florecer cuando el gobierno civil es capaz de protegerlas. En
(05:32:45):
esa constitución, los más groseros espejismos de la superstición contaron
con el apoyo de los intereses privados de un número
tal de personas que los colocaron al abrigo de cualquier
asalto del raciocinio humano. Porque aunque la razón humana quizás
hubiese podido desvelar, incluso ante los ojos del pueblo llano,
algunos de los engaños de la superstición jamás habría podido
(05:33:06):
disolver la red de los intereses particulares. Si esta constitución
hubiese sido atacada sólo por los endebles esfuerzos del razonamiento humano,
habría perdurado para siempre. Pero esa inmensa y bien tupida trama,
que ni toda la sabiduría ni toda la virtud de
los hombres podrían haber sacudido, y mucho menos quebrado, fue
(05:33:26):
por el desarrollo natural de las cosas primero debilitada, después
parcialmente destruida y quizás en el curso de unos pocos
siglos se desmorone hasta su ruina total. El progreso paulatino
de las artes, la industria y el comercio, las mismas
causas que aniquilaron el poder de los grandes señores, destruyeron
de la misma forma todo el poder temporal del clero
(05:33:47):
en la mayor parte de Europa. En la producción de
las artes, la industria y el comercio los clérigos, como
los grandes varones, vieron algo por lo que podían intercambiar
sus productos primarios, y descubrieron así el medio para gastar
todos sus ingresos en sus personas, sin hacer partícipes de
ellos a otra gente. Su caridad devino gradualmente menos generalizada,
(05:34:09):
y su hospitalidad menos liberal y menos profusa. Sus dependientes
se volvieron por ello menos numerosos y de a poco
fueron desapareciendo por completo. Los clérigos además, igual que los nobles,
anhelaban obtener una renta más elevada de sus propiedades, para
poder gastarla de igual forma en la gratificación de su
propia vanidad y extravagancia. Pero esta renta incrementada sólo podía
(05:34:34):
obtenerse firmando contratos con sus arrendatarios, que se volvieron así
en buena medida independientes de ellos. La trama de intereses
que vinculaba a las clases bajas del pueblo y al
clero se fue de esta manera aflojando y disolviendo. y
el poder de la iglesia llegó a ser reducido en
casi toda Europa al derivado de su autoridad espiritual, e
(05:34:54):
incluso esa autoridad espiritual resultó muy debilitada al dejar de
ser apoyada por la caridad y la hospitalidad del clero.
Las clases inferiores de la población dejaron de mirar a
este estamento como consuelo de sus aficiones y alivio de
su indigencia. Al contrario, les irritaba y disgustaba la vanidad,
lujo y dispendio de los clérigos más opulentos, que parecían
(05:35:16):
gastarse en sus propios placeres lo que siempre había sido
considerado patrimonio de los pobres. A medida que el clero
tenía menos influencia sobre el pueblo, el Estado tenía más
sobre el clero, con lo que éste tenía menos poder
y menos inclinación a perturbar al Estado. La autoridad de
la Iglesia de Roma se hallaba en esa situación de
decadencia cuando las disputas de las que surgió la Reforma
(05:35:39):
comenzaron en Alemania y se extendieron muy pronto a toda Europa.
Las nuevas doctrinas fueron acogidas por doquier con un intenso
fervor popular. Fueron propagadas con el celo entusiasta que habitualmente
anima al espíritu partidista cuando ataca a la autoridad establecida.
Los maestros en esas doctrinas, aunque en otros aspectos no
(05:36:00):
eran más ilustrados que muchos de los teólogos que defendían
a la iglesia oficial, parecían en general más versados en
historia eclesiástica y en el origen y evolución del sistema
de opiniones sobre el que se basaba la autoridad de
la iglesia, con lo que gozaban de alguna ventaja en
casi todos los debates. La austeridad de sus costumbres les
confirió autoridad sobre el pueblo llano, que contrastó la estricta
(05:36:22):
regularidad de su conducta con la existencia desordenada de la
mayor parte de su propio clero. Aventajaban además en un
grado todavía mayor a sus adversarios en todas las artes
de la popularidad y el reclutamiento de prosélitos, artes que
los altaneros y pomposos hijos de la iglesia habían descuidado
desde hacía mucho, porque para ellos eran en buena medida inútiles.
(05:36:44):
Las razones de las nuevas doctrinas eran algo atractivo para algunos,
su novedad lo era para muchos, y el odio y
desprecio hacia el clero oficial las volvían atractivas para un
número todavía mayor. Pero con diferencia el máximo número se
vio atraído por la elocuencia fervorosa, apasionada y fanática, aunque
con frecuencia vasta y rústica, con que fueron predicadas en
(05:37:05):
casi todas partes. El éxito de las nuevas doctrinas fue
tan generalizado y arrollador que los príncipes que en ese
momento tenían malas relaciones con la corte de Roma pudieron
gracias a ellas derrocar fácilmente a la iglesia en sus
propios dominios, porque había perdido el respeto y la veneración
de las clases humildes del pueblo y apenas podía oponer resistencia.
(05:37:27):
En esta crítica situación la corte papal con dificultad pudo
fomentar la amistad de los poderosos soberanos de Francia y España,
y el de España era entonces emperador de Alemania. Con
su ayuda fue capaz, aunque no sin agudos problemas y
caudalosos derramamientos de sangre, de suprimir u obstruir significativamente el
progreso de la reforma en sus dominios. También estaba dispuesta
(05:37:50):
a complacer al rey de Inglaterra. Pero en las circunstancias
de la época no podía hacerlo sin ofender a un
soberano aún más importante, Carlos V, rey de España y
emperador de Alemania. De ahí que Enrique VIII, aunque no
abrazó él mismo la mayor parte de las doctrinas de
la Reforma, se apoyó en su difusión y pudo suprimir
(05:38:10):
todos los monasterios y abolir la autoridad de la Iglesia
de Roma en sus dominios. Entre los seguidores de la Reforma,
dispersos a lo largo y ancho de Europa, no había
un tribunal general que, como el de la Corte de
Roma o un concilio ecuménico pudiese zanjar todas sus disputas
y prescribir a todos con irresistible autoridad los límites exactos
(05:38:31):
de la ortodoxia. Por lo tanto, cuando los partidarios de
la Reforma en un país diferían de sus correligionarios en otro,
como carecían de un juez común al que apelar, la
cuestión nunca podía ser zanjada, y hubo entre ellos muchas
controversias de esta naturaleza. Las más interesantes para la paz
y el bienestar de la sociedad civil fueron las relativas
(05:38:52):
al gobierno de la Iglesia y al derecho a conferir
beneficios eclesiásticos, que dieron lugar a las dos partes o
creencias principales entre los reformadores, los luteranos y los calvinistas,
las únicas cuya doctrina y disciplina han adquirido rango legal
en algún lugar de Europa. Los partidarios de Lutero, junto
a lo que se denomina la Iglesia de Inglaterra, conservaron
(05:39:14):
en mayor o menor medida la administración episcopal, establecieron la
jerarquía en el clero, concedieron al soberano el derecho a
disponer sobre los obispados y otros beneficios consistoriales en sus dominios,
y lo convirtieron así en la verdadera cabeza de la Iglesia.
Este sistema de gobierno fue desde el principio favorable a
la paz, el orden y la sumisión al soberano civil.
(05:39:37):
nunca ha dado lugar a ningún tumulto o conmoción civil
en los países donde ha llegado a establecerse. Por el contrario,
los secuaces de Zwinglio, o más exactamente los de Calvino,
confirieron a los fieles de cada parroquia el derecho a
elegir su propio pastor cuando la iglesia quedara vacante, y
decretaron al mismo tiempo la más absoluta igualdad entre el clero.
(05:39:59):
Mientras que la primera de estas medidas estuvo en vigor
no produjo más que desorden y confusión, y tendió a
corromper la moral tanto del clero como de los fieles.
La segunda medida no parece haber tenido más que efectos beneficiosos.
Mientras los fieles de cada parroquia mantuvieron el derecho de
elegir a sus propios pastores, actuaron casi siempre bajo la
(05:40:20):
influencia del clero, y en general de sus miembros más
facciosos y fanáticos. Con objeto de preservar su influencia en
esas elecciones populares muchos clérigos se volvieron o pretendieron volverse
ellos mismos fanáticos, incentivaron el fanatismo entre los fieles y
apoyaron casi siempre al candidato más fanático. La igualdad que
(05:40:41):
la forma presbiteriana de administración eclesiástica impone entre el clero consiste, primero,
en la igualdad de autoridad o jurisdicción eclesiástica, y segundo,
en la igualdad de beneficios. En todas las iglesias presbiterianas
la igualdad de autoridad es perfecta, pero la de beneficios no.
Sin embargo, la diferencia entre un beneficio y otro rara
(05:41:02):
vez es tan considerable como para tentar ni siquiera al
poseedor de uno muy reducido hacer la corte a su
patrono para conseguir uno más elevado mediante las artes viles
de la adulación y la obsecuencia. Cuando todos los beneficios
de la iglesia son iguales ninguno puede ser muy abultado,
y esta mediocridad, aunque evidentemente puede ser llevada demasiado lejos,
(05:41:24):
tiene efectos muy convenientes. Sólo una moral ejemplar puede dar
dignidad a un hombre de pequeña fortuna. Los vicios de
la frivolidad y la vanidad necesariamente lo vuelven ridículo, y
además son tan ruinosos para él como para el pueblo llano.
En consecuencia, se ve obligado a seguir en su conducta
el sistema moral que el pueblo humilde más respeta. Consigue
(05:41:47):
su estima y afecto mediante el plan de vida que
su propio interés y posición le haría seguir. El pueblo
ya no lo ve con esa amabilidad con que habitualmente
consideramos a la persona que se aproxima a nuestra condición
pero que pensamos debería ocupar una mejor. La amabilidad de
las gentes naturalmente suscita la suya. llega a preocuparse de
(05:42:07):
su instrucción y a vigilar que sean ayudadas y aliviadas.
Ni siquiera desprecia los prejuicios de unas personas tan favorablemente
dispuestas hacia él, y jamás las trata con ese aire
despreciativo y arrogante tan habitual en los orgullosos dignatarios de
las iglesias opulentas y bien financiadas. De ahí que el
clero presbiteriano tenga quizás más influencia sobre las mentes del
(05:42:29):
pueblo llano que el clero de cualquier otra religión oficial.
Y por eso sólo en los países presbiterianos se asiste
sin persecución a la conversión completa del pueblo, casi como
un solo hombre, a la iglesia oficial. En los países
donde los beneficios eclesiásticos son en su mayoría sumamente moderados,
una cátedra universitaria es por regla general un cargo mejor
(05:42:51):
que cualquier beneficio. En este caso, las universidades pueden seleccionar
y escoger para su claustro entre todos los clérigos del país,
que en casi todas partes forman de lejos el grupo
más numeroso de hombres de letras. Por el contrario, cuando
los beneficios eclesiásticos son en muchos casos muy copiosos, la
iglesia naturalmente recluta de las universidades a la mayoría de
(05:43:15):
sus hombres de letras eminentes, que suelen encontrar algún patrono
que se honra al procurarles un beneficio eclesiástico. En el
primer caso es probable que veamos a las universidades repletas
de los hombres de letras más eminentes que pueda haber
en el país. En el segundo caso veremos a pocos
hombres sobresalientes en ellas, y esos pocos serán jóvenes, que
(05:43:36):
probablemente serán apartadas de ellas antes de hacer acumulado la
experiencia y conocimientos suficientes como para series útiles. El señor
de Voltaire subraya que el padre Porré, un jesuita de
no mucha importancia en la República de las Letras, era
el único profesor que habían tenido en Francia cuyas obras
valía la pena leer. Debe sin duda llamar la atención
(05:43:58):
el que en un país que ha producido tantos hombres
de letras sobresalientes, casi ninguno haya sido profesor universitario. Creo
que la observación del señor de Voltaire no es sólo
válida en Francia sino en todos los demás países católicos romanos.
Es raro encontrar en ellos a un hombre de letras
relevante que sea profesor en alguna universidad, salvo quizás en
(05:44:19):
las profesiones de derecho y medicina, profesiones de las que
no es probable que la iglesia vaya a sacarlos para sí.
Después de la iglesia de Roma, la más rica y
mejor financiada de la cristiandad es la iglesia de Inglaterra.
De ahí que en Inglaterra la iglesia esté continuamente drenando
a las universidades sus miembros mejores y más capaces, y
(05:44:40):
es tan difícil como en cualquier país católico romano encontrar
allí a un hombre de letras importante que sea conocido
y apreciado en Europa. Por el contrario, en Ginebra, en
los cantones protestantes suizos, en los países protestantes de Alemania, Holanda, Escocia,
Suecia y Dinamarca, los más sobresalientes hombres de letras que
(05:45:00):
han producido han sido, no todos, ciertamente, pero la gran mayoría,
profesores universitarios. En esos países las universidades arrebatan incesantemente a
la iglesia casi todos sus hombres de letras de mayor peso.¿
Acaso valga la pena destacar que con la excepción de
los poetas, unos pocos oradores y un puñado de historiadores,
(05:45:22):
la inmensa mayoría de los otros hombres de letras importantes
tanto de Grecia como de Roma fueron profesores, públicos o particulares,
y en general de filosofía o retórica? Esto fue así
desde los tiempos de Lisias e Isócrates, de Platón y Aristóteles,
hasta los de Plutarco y Epicteto, de Suetonio y Quintiliano.
El imponer sobre cualquier hombre la necesidad de enseñar, año
(05:45:45):
tras año, una rama concreta de la ciencia parece ser
realmente el método más eficaz para convertirlo en un maestro
de la misma. Al verse obligado a recorrer cada año
el mismo camino, si no es un incapaz, es inevitable
que en unos pocos años acabe profundamente familiarizado con todos
sus aspectos. Y si sobre un punto en particular se
(05:46:06):
forma un juicio precipitado es muy probable que lo corrija
cuando el año próximo vuelva en sus lecciones a reconsiderar
la misma cuestión. Así como el ser profesor de ciencia
es claramente el empleo natural de un hombre de letras,
también es quizás la educación más adecuada para transformarlo en
un hombre de sabiduría y conocimientos sólidos. La mediocridad de
(05:46:27):
los beneficios eclesiásticos tiende naturalmente a orientar al grueso de
los hombres de letras del país hacia la ocupación donde
al mismo tiempo pueden ser más útiles al público y
pueden recibir la mejor educación posible. tiende a hacer que
sus conocimientos sean tan sólidos y tan útiles como sea posible.
Nótese que el ingreso de cualquier religión oficial, con la
(05:46:49):
excepción del derivado de la propiedad de tierras o fincas,
es una rama del ingreso general del Estado, que se
desvía de esta forma hacia un objetivo muy diferente de
la defensa del Estado. El diezmo, por ejemplo, es en
realidad un impuesto territorial, que impide que los propietarios de
tierras puedan contribuir a la defensa del país como lo
harían en otra circunstancia. La renta de la tierra, asimismo,
(05:47:13):
es según algunos el único fondo, y según otros el
fondo principal que en todas las monarquías satisface en última
instancia las necesidades del Estado. Cuanto mayor sea la sección
de este fondo que se entregue a la Iglesia, es
evidente que quedará menos para el Estado. Se puede aceptar
como máxima evidente que, si todas las demás cosas no cambian,
(05:47:35):
cuanto más rica sea la iglesia más pobre deberá ser
necesariamente el soberano, por un lado, o el pueblo, por
el otro, y en cualquier caso menor será la capacidad
del Estado para defenderse. En varios países protestantes, en particular
en todos los cantones protestantes de Suiza, el ingreso que
antes pertenecía a la Iglesia Católica Romana, los diezmos y
(05:47:56):
las tierras eclesiásticas, ha probado ser un fondo suficiente no
sólo para pagar salarios adecuados al clero oficial sino para
sufragar con pocos o ningún añadido todos los demás gastos públicos.
La más opulente iglesia de la cristiandad no mantiene mejor
la uniformidad de la fe, el fervor de la devoción,
el espíritu de orden, regularidad y moral austera en la
(05:48:18):
gran masa del pueblo que la pobremente dotada iglesia de Escocia.
Todos los buenos efectos civiles y religiosos que una religión
oficial presuntamente general son producidos por ella tan cabalmente como
por cualquier otra. La mayoría de las iglesias protestantes de Suiza,
que por regla general tienen menos recursos que la iglesia
de Escocia, producen esos efectos en un grado todavía mayor.
(05:48:42):
Además del gasto necesario para que el soberano pueda cumplir
sus deberes, se requiere un cierto desembolso para el sostén
de su dignidad. Este gasto varía tanto con las diferentes
etapas del desarrollo como con las diversas formas de gobierno.
En una sociedad desarrollada y rica, donde todas las clases
del pueblo gastan cada día más en sus casas, sus muebles,
(05:49:05):
sus mesas, sus vestidos y sus equipos, no puede esperarse
que el soberano sea la única persona que vaya contra
la corriente. En consecuencia, de forma natural o más bien necesaria,
él procede también a gastar más en todas esas cosas.
Parece como si su propia dignidad así lo exigiese. En
lo relativo a la dignidad, un rey está más por
(05:49:27):
encima de sus súbditos que lo que puede suponerse que
está el primer magistrado de una república sobre sus conciudadanos,
con lo que se necesitará un gasto mayor para sostener
esa dignidad mayor. Es natural que esperemos más esplendor en
la corte de un rey que en la residencia de
un dux o burgomaestre. Los gastos de defensa de la
sociedad y de mantenimiento de la dignidad del magistrado supremo
(05:49:50):
se realizan en beneficio de toda la sociedad. Es por
ello razonable que sean sufragados por la contribución general de
toda la sociedad, y que todos sus miembros contribuyan de
la forma más aproximada posible en proporción a sus capacidades respectivas.
También puede indudablemente afirmarse que el gasto de la Administración
de Justicia es desembolsado en beneficio de la sociedad en
(05:50:12):
su conjunto. No es por ello inadecuado que sea sufragado
por la contribución general de toda la sociedad. Pero las
personas que ocasionan este gasto son aquellas que por haber
sido injustas en alguna forma u otra hacen necesario la
búsqueda de compensación o protección de los tribunales de justicia.
Y las personas más inmediatamente beneficiadas por ese gasto son
(05:50:34):
aquellas a las que los tribunales restauran en sus derechos
o mantienen en los mismos. El gasto de la Administración
de Justicia, en consecuencia, puede muy adecuadamente ser sufragado por
la contribución particular de alguno de estos grupos de personas
o por ambos, según demande la ocasión, es decir, mediante
las tasas judiciales. No debería ser necesario recurrir a la
(05:50:57):
contribución general de toda la sociedad, salvo para las condenas
de aquellos delincuentes que no tengan ingreso ni patrimonio alguno
suficiente para pagar esas tasas. Los gastos locales o provinciales
cuyo beneficio es local o provincial, por ejemplo el coste
de la policía de una ciudad o distrito, deberían ser
pagados por un ingreso local o provincial, y nunca representar
(05:51:19):
una carga sobre el ingreso general de la sociedad. Es
injusto que el conjunto de la sociedad financie un gasto
que beneficia sólo a una parte de la misma. El
gasto en la conservación de buenas carreteras y vías de
comunicación es indudablemente beneficioso para toda la sociedad, y puede
por ello sin injusticia alguna ser financiado mediante la aportación
(05:51:40):
general del conjunto de la sociedad. Sin embargo, este gasto
es más inmediata y directamente beneficioso para los que viajan
o transportan bienes de un sitio a otro y a
los que consumen dichos bienes. Los derechos de portazgo y
los peajes en Inglaterra y otros países hacen recaer el
gasto completamente sobre esos grupos de personas y liberan así
(05:52:01):
de una pesada carga al ingreso general de la sociedad.
De la misma forma, el gasto de las instituciones educativas
y de instrucción religiosa es evidentemente beneficioso para el conjunto
de la sociedad y por ello podría sin ninguna injusticia
ser sufragado por la contribución general de toda la sociedad.
Sin embargo, este gasto podría ser totalmente financiado, quizás con
(05:52:25):
igual propiedad e incluso con alguna ventaja, por aquellos que
reciben el beneficio inmediato de esa educación y esa instrucción,
o por la contribución voluntaria de aquellos que piensan que
las necesitan. Cuando las obras o instituciones públicas beneficiosas para
toda la sociedad no pueden ser mantenidas o de hecho
no son mantenidas por la contribución de aquellos de sus
(05:52:46):
miembros que resultan más directamente beneficiados por ellas, entonces esta
deficiencia debe ser cubierta por la contribución general de
Speaker 3 (05:52:53):
toda la sociedad. 2. El ingreso que debe
Speaker 2 (05:53:01):
sufragar no sólo los gastos de defensa de la sociedad
y de sostén de la dignidad del primer magistrado sino
todos los otros gastos necesarios del gobierno para los que
la Constitución del Estado no ha provisto ningún ingreso específico
debe provenir, primero, de algún fondo que pertenezca al soberano
o al Estado, y que es independiente del ingreso de
la población o, segundo, de los ingresos de la población.
(05:53:25):
Los fondos o fuentes de ingreso que pertenezcan especialmente al
soberano o al Estado deben consistir en capital o en tierra.
El soberano, como cualquier otro propietario de capital, puede derivar
del mismo un ingreso, sea empleándolo el mismo, sea prestándolo.
En un caso su ingreso es un beneficio, y en
el otro un interés. El ingreso de un jefe tártaro
(05:53:49):
o árabe consiste en beneficios. Surge principalmente de la leche
y de las crías de sus propias manadas y rebaños,
cuya administración es supervisada por el mismo, al ser el
principal pastor o ganadero de su horda o tribu. Sin embargo,
es sólo en esta etapa temprana y primitiva del gobierno
civil que el beneficio puede representar la parte principal del
(05:54:10):
ingreso público de un Estado monárquico. En algunas ocasiones las
pequeñas repúblicas han derivado un ingreso copioso del beneficio de
empresas mercantiles. Se dice que la República de Hamburgo lo
ha obtenido de los beneficios de una bodega pública y
una farmacia. No puede ser muy grande el estado cuyo
soberano tiene tanto tiempo libre como para convertirse en comerciante
(05:54:33):
de vinos o farmacéutico. En estados más importantes el beneficio
de un banco público ha constituido una fuente de ingresos.
Así ha ocurrido no sólo en Hamburgo sino en Venecia
y Ámsterdam. Algunas personas han sugerido que se podría pensar
en un ingreso de este tipo en un imperio tan
vasto como el de Gran Bretaña. La experiencia parece probar
(05:54:55):
que la administración ordenada, atenta y austera de aristocracias como
las de Venecia y Ámsterdam resulta extremadamente adecuada para la
conducción de empresas de este tipo. Pero como mínimo resulta
mucho más dudoso que se pueda confiar con alguna seguridad
la gestión de una empresa similar a un gobierno como
el de Inglaterra que, cualesquiera puedan ser sus virtudes, jamás
(05:55:17):
ha alcanzado fama de administrador eficiente. que en tiempo de
paz generalmente se ha conducido con el derroche indolente y
negligente que quizás sea natural en las monarquías, y que
en tiempos de guerra ha actuado sistemáticamente con la imprudente
extravagancia en que suelen caer las democracias. El correo es
propiamente una empresa mercantil. El Estado adelanta los gastos para
(05:55:40):
establecer las diferentes oficinas y comprar o alquilar los caballos
y carruajes necesarios, y los recupera con un suculento beneficio
mediante las tarifas pagadas por la correspondencia. Creo que es
la única empresa que ha sido gestionada con éxito por
cualquier tipo de gobierno. El capital a adelantar no es
muy considerable. El negocio no tiene misterio alguno. Y los
(05:56:04):
rendimientos no sólo son ciertos sino inmediatos. Pero los príncipes
se han lanzado con frecuencia a muchas otras empresas y
han aspirado, igual que las personas privadas, a amasar fortunas
convirtiéndose en empresarios de los negocios corrientes. Casi nunca lo
han conseguido, porque el derroche que siempre caracteriza a los
(05:56:24):
asuntos de los príncipes lo hacía prácticamente imposible. Los funcionarios
de un príncipe consideran que la riqueza de su patrono
es inagotable, no se preocupan de a qué precio compran,
a qué precio venden, ni cuánto cuesta el transporte de
sus bienes de un sitio a otro. Estos agentes viven
con frecuencia con el boato de los príncipes y a
veces también, a pesar de esa profusión, manipulando adecuadamente sus
(05:56:48):
cuentas acumulan fortunas principescas.
Speaker 4 (05:56:57):
No hay dos naturalezas
Speaker 2 (05:56:59):
más incompatibles que las de empresario y soberano. Si el
espíritu comercial de la compañía inglesa de las Indias Orientales
la convierte en pésima soberana, el espíritu de soberanía la
convierte en pésima comerciante. Un estado puede a veces derivar
parte de sus ingresos públicos del interés del dinero, igual
que de los beneficios del capital. Si ha acumulado un tesoro,
(05:57:22):
puede prestar parte a estados extranjeros o a sus propios súbditos.
Pero la inestable y perecedera naturaleza del capital y el
crédito los vuelve poco confiables para nutrir los fondos principales
de ese ingreso seguro, estable y permanente que es lo
único que puede dar seguridad y dignidad a un Estado.
La tierra es un fondo de naturaleza más estable y permanente,
(05:57:44):
y por eso la renta de las tierras públicas fue
la principal fuente de ingresos públicos de numerosas grandes naciones.
En las antiguas monarquías de Europa, la renta de una
gran finca rústica bastaba, en circunstancias normales, para hacer frente
a todos los gastos necesarios del gobierno. En la situación
presente de la mayor parte de las monarquías civilizadas de Europa,
(05:58:07):
la renta de todas las tierras apenas igualaría a los
ingresos que obtienen del pueblo en tiempos de paz. Aunque
no existe en Europa hoy ningún estado civilizado que obtenga
una parte apreciable de sus ingresos públicos de la renta
de tierras estatales, todavía hay vastas extensiones de tierra que
pertenecen a las coronas. Se trata en general de montes,
(05:58:29):
pero a veces montes en los que se puede recorrer
bastantes millas sin ver un solo árbol. En todas las
grandes monarquías europeas la venta de las tierras reales podría
generar una gran suma de dinero que, aplicada al pago
de la deuda pública, dejaría deshipotecados a unos ingresos mucho
mayores que los que nunca han producido esas tierras a
las coronas. Si las tierras reales se vuelven propiedad privada,
(05:58:52):
en pocos años estarían bien roturadas y bien cultivadas. El
ingreso que en cualquier monarquía civilizada obtiene la corona de
las tierras reales, aunque parece no costar nada a los ciudadanos,
en realidad cuesta más a la sociedad que probablemente cualquier
otro ingreso similar de la corona. En todos los casos
sería del interés de la sociedad el reemplazar este ingreso
(05:59:15):
real por otro similar y repartir las tierras entre la población,
y quizás la mejor forma de hacerlo sea mediante su
pública subasta. En consecuencia, las dos fuentes de ingreso que
pueden pertenecer particularmente al soberano o al Estado, el capital
público y las tierras públicas, resultan ser fondos inadecuados e
insuficientes para sufragar los gastos necesarios de cualquier Estado grande
(05:59:38):
y civilizado. La mayor parte de este gasto debe ser
financiado mediante impuestos de alguna clase, el pueblo aporta una
fracción de su ingreso privado para constituir el ingreso público
del soberano o el Estado. El ingreso privado de las personas,
tal como se demostró en el primer libro de esta investigación,
proviene en última instancia de tres fuentes, renta, beneficio y salario.
(06:00:02):
Todo impuesto debe ser finalmente pagado a partir de alguna
o algunas de estas tres clases de ingresos. Se verá
seguidamente que muchos impuestos no son pagados al final por
el fondo o la fuente de ingresos sobre la que
se pretende que recaigan. Pero antes de examinar los impuestos
en detalle, es necesario establecer los siguientes cuatro cánones de
(06:00:23):
la tributación en general. Los súbditos de cualquier Estado deben
contribuir al sostenimiento del gobierno en la medida de lo
posible en proporción a sus respectivas capacidades, es decir, en
proporción al ingreso del que respectivamente disfrutan bajo la protección
del Estado. El gasto del gobierno en los individuos de
una gran nación es como el gasto de la administración
(06:00:44):
de una gran finca para los copropietarios, que están obligados
a contribuir en proporción a sus intereses respectivos en dicha finca.
La igualdad o desigualdad de la tributación consiste en la
observación o incumplimiento de esta regla. De una vez y
para siempre ha de notarse que todo impuesto que finalmente
incida sobre sólo una de las tres fuentes de ingreso
(06:01:05):
antes mencionadas es un impuesto necesariamente desigual porque no afecta
a las otras dos. En el siguiente análisis de los
impuestos casi no prestaré atención a esta clase de desigualdad,
y en la mayor parte de los casos me concentraré
en el examen de la desigualdad que surge cuando un
impuesto en particular incide desigualmente sobre el ingreso privado particular
(06:01:25):
que grava. El impuesto que cada individuo debe pagar debe
ser cierto y no arbitrario. El momento del pago, la
forma del mismo, la cantidad a pagar, todos deben resultar
meridianamente claros para el contribuyente y para cualquier otra persona.
Cuando esto no sucede así, cada persona sujeta al impuesto
(06:01:46):
se halla en cierta medida en manos del recaudador, que
puede aumentar el impuesto sobre algún contribuyente molesto o arrancarle,
por su terror ante tal incremento, alguna propina o regalo.
La incertidumbre en la tributación estimula la insolencia y favorece
la corrupción de una clase de personas naturalmente impopulares, incluso
allí donde no son insolentes ni corruptas. La certidumbre sobre
(06:02:09):
lo que cada individuo debe pagar es algo tan importante
en la imposición que pienso que la experiencia de todas
las naciones demuestra que un alto grado de desigualdad no
es un mal tan considerable como un pequeño grado de incertidumbre.
Todos los impuestos deben ser recaudados en el momento y
la forma que probablemente resulten más convenientes para el contribuyente.
(06:02:31):
Un impuesto sobre la renta de la tierra o de
las casas que se pague al mismo tiempo que habitualmente
se pagan esas rentas es recaudado en el momento probablemente
más conveniente para el contribuyente. Los impuestos sobre bienes de
lujo son todos finalmente pagados por el consumidor y generalmente
en una forma que le resulta muy conveniente. Los paga
(06:02:51):
de a poco, según compra esos bienes. Como tiene además
la libertad de comprar o no comprar, si alguna vez
sufre un perjuicio considerable debido a esos impuestos, será por
su culpa. Todos los impuestos deben estar diseñados para extraer
de los bolsillos de los contribuyentes o para impedir que
entre en ellos la menor suma posible más allá de
(06:03:12):
lo que ingresan en el Tesoro Público del Estado. Un
impuesto puede extraer o impedir que entre a los bolsillos
de la gente mucho más de lo que ingresa en
el tesoro público de las cuatro formas siguientes. Primero, su
recaudación puede requerir un gran número de funcionarios, cuyos salarios
pueden absorber una gran parte del producto del impuesto y
(06:03:32):
cuyas cisas pueden imponer a la población un tributo adicional. Segundo,
puede obstruir el trabajo del pueblo y desanimado a ingresar
en ciertas ramas de actividad que podrían dar sustento y
empleo a grandes multitudes. Al obligar a la gente a
pagarlo se puede disminuir de esa forma o quizás destruir
algunos de los fondos que les permitirían pagarlo más fácilmente. Tercero,
(06:03:55):
por las confiscaciones y otras penas en las que pueden
incurrir los desgraciados que intentan evadir el impuesto sin éxito,
puede a menudo arruinarlos y liquidar así el beneficio que
la sociedad podría haber recibido gracias a la inversión de
sus capitales. Un impuesto excesivo genera una gran tentación de evadirlo.
pero las penas por la evasión aumentan en proporción a
(06:04:16):
la tentación. La ley, en oposición a todos los principios
normales de la justicia, crea primero la tentación y castiga
después a los que ceden ante ella, y normalmente además
amplía el castigo en proporción a la misma circunstancia que
debería contribuir a aligerarlo, la tentación de cometer el delito. Cuarto,
al someter al pueblo a la frecuente visita y la
(06:04:38):
odiosa inspección de los recaudadores, lo expone innecesariamente a muchos inconvenientes,
vejaciones y opresiones. Y aunque la vejación no es estrictamente
hablando un gasto, es ciertamente equivalente al gasto que cada
persona estaría dispuesta a pagar para librarse de ella. A
través de alguna u otra de estas cuatro vías, los
impuestos resultan frecuentemente más gravosos para los ciudadanos que beneficiosos
(06:05:02):
para el soberano. Un impuesto sobre la renta de la
tierra puede ser establecido según una cantidad fija o variable
con la renta efectiva de la tierra. Un impuesto territorial
como el británico, fijado en cada distrito según una regla determinada,
aunque pueda ser equitativo al principio, se vuelve necesariamente desigual
(06:05:22):
con el tiempo, según los grados distintos de progreso y
descuido del cultivo en las diferentes partes del país. Este
impuesto es así contrario al primero de los cánones mencionados,
pero perfectamente coherente con los otros tres. La ventaja que
el terrateniente ha obtenido por la constancia de la valoración
de todas las tierras británicas en el impuesto territorial se
(06:05:44):
ha debido principalmente a otras circunstancias ajenas por completo a
la naturaleza del impuesto. En parte se ha debido a
la gran prosperidad de casi todo el país, con lo
que las rentas en casi todas las fincas de Gran
Bretaña han aumentado sin cesar. La valoración de la tierra
está expresada en dinero, y, el valor de la plata
(06:06:06):
ha sido bastante uniforme y el patrón monetario no ha
cambiado ni en peso ni en ley. Por lo tanto,
en circunstancias diferentes de las que efectivamente tuvieron lugar, esta
valoración constante podría haberse vuelto un agudo inconveniente para los
contribuyentes o para el Estado. Y en el curso del
tiempo esas circunstancias inevitablemente, tarde o temprano, se producirán. pero
(06:06:30):
aunque los imperios, como todas las obras humanas, han probado
ser hasta hoy mortales, a pesar de ello todos los
imperios aspiran a la inmortalidad. Toda constitución, entonces, que pretenda
ser tan permanente como el imperio, debería ajustarse no a
algunas circunstancias concretas sino a todas, no debería adecuarse a
las circunstancias transitorias, ocasionales o accidentales sino a las necesarias
(06:06:54):
y por eso inmutables. Un impuesto sobre la renta de
la tierra variable ante cualquier cambio en la renta, o
que suba o baje según el progreso o desatención del cultivo,
es lo que recomienda como el más equitativo de todos
los impuestos esa escuela de hombres de la raza franceses
que se llaman a sí mismos economistas. Sostienen que todos
(06:07:14):
los impuestos inciden en última instancia sobre la renta de
la tierra y deben por lo tanto ser establecidos equitativamente
sobre el fondo que finalmente ha de pagarlos. Es evidentemente
correcto que todos los impuestos recaigan con equidad sobre el
fondo que en última instancia los paga. Pero sin entrar
en la incómoda discusión de los argumentos metafísicos con los
(06:07:35):
que sostienen su ingeniosa teoría, aparecerá claramente en el análisis
siguiente que impuestos inciden finalmente sobre la renta de la
tierra y cuáles recaen sobre algún otro
Speaker 3 (06:07:44):
fondo. La objeción
Speaker 2 (06:07:50):
más grave que puede plantearse frente a un impuesto territorial
variable de este tipo es que puede ir en contra
de las mejoras de la tierra. Es claro que el
propietario estará menos dispuesto a realizar mejoras y el soberano,
que nada ayuda en el gasto, va a compartir el
beneficio de esas mejoras. En todas las variaciones de la
situación de la sociedad, en el progreso y decadencia de
(06:08:12):
la agricultura, en todos los cambios en el valor de
la plata y en los del patrón monetario, un impuesto
de esta naturaleza se ajustaría a las circunstancias espontáneamente y
sin ninguna acción del gobierno. Será en consecuencia más adecuado
establecerlo como una disposición perpetua e inmutable, más que como
un impuesto que se recauda según una valoración determinada. Un
(06:08:35):
impuesto sobre la tierra establecido según una valoración y un
registro general, por más equitativo que sea inicialmente, se convertirá
en desigual en el transcurso de un periodo de tiempo
muy breve. Para impedir que eso ocurra se necesitaría la
intervención continua y minuciosa del Estado sobre la situación y
la producción de todas las granjas del país. Una atención
(06:08:57):
tan incompatible con la naturaleza del Estado que es improbable
que tenga lugar durante un tiempo prolongado. Y si efectivamente
tiene lugar es probable que a largo plazo ocasione a
los contribuyentes mucho más inconvenientes y vejaciones que alivio. Los
impuestos sobre la producción de la tierra son en realidad
impuestos sobre la renta, y aunque originalmente son adelantados por
(06:09:18):
el agricultor, al final los paga el terrateniente. Cuando una
cierta porción de la producción ha de ser pagada como impuesto,
el granjero procura calcular lo mejor que pueda cuál será
el valor probable de esta porción, un año con otro,
y efectúa una deducción proporcional en la renta que acuerda
pagar al propietario. Los diezmos y cualquier otro impuesto similar
(06:09:40):
sobre la tierra, aunque aparentan ser perfectamente equitativos, en realidad
son sumamente desiguales, porque una fracción determinada de la producción
equivaldrá en situaciones diferentes a una fracción muy distinta de
la renta. Un diezmo sobre la renta de tierras ricas
puede ser un impuesto no superior a un quinto o
cuatro chelines por libra, mientras que en tierras pobres puede
(06:10:01):
a veces equivaler a un impuesto de la mitad o
de diez chelines por libra. Así como el diezmo es
a menudo un tributo muy desigual sobre la renta, también
es un agudo desaliento para las mejoras del terrateniente y
el cultivo del agricultor. Si la iglesia ha de llevarse
una cuota tan abultada del beneficio, el uno no se
arriesgará a acometer las mejoras más importantes, que generalmente son
(06:10:25):
las más caras, ni el otro a cultivar las especies
más valiosas, que también suelen ser las que más cuestan.
Cuando en vez de una porción determinada del producto de
la tierra, o del precio de una cierta porción, el
impuesto o diezmo requiere el pago de una cierta suma
de dinero, entonces ese gravamen es de idéntica naturaleza al
impuesto inglés sobre la tierra. Ni aumenta ni disminuye con
(06:10:49):
la renta de la tierra. Ni anima ni desanima a
las mejoras. La renta de una casa puede dividirse en
dos partes, se podría llamar con propiedad a una renta
del edificio, a la otra se la denomina normalmente renta
del solar. La renta del edificio es el interés o
beneficio del capital invertido en la construcción de la casa.
(06:11:11):
Toda la parte de la renta de una casa que
exceda lo suficiente para pagar ese beneficio razonable es naturalmente
la renta del solar, y allí donde el propietario del
solar y el del edificio son personas diferentes, es en
la mayoría de los casos pagada completamente al primero. Esta
renta excedente es el precio que el ocupante de la
casa paga por alguna ventaja real o supuesta derivada de
(06:11:33):
su situación. En las casas de campo, alejadas de las
grandes ciudades, donde existe abundante suelo donde elegir, la renta
del solar es prácticamente cero, o no más que lo
que la tierra sobre la que se levanta la casa
podría rendir si fuese empleada en la agricultura. Las rentas
del solar son generalmente máximas en la capital y en
(06:11:53):
aquellas partes especiales de la misma donde la demanda de
casa sea más intensa, sea cual fuere la razón de
dicha demanda, comercio y negocios, placer y sociedad, o simple
vanidad y moda. Un impuesto sobre la renta de las casas,
a pagar por el arrendatario y proporcional a la renta
total de cada casa, no podría afectar a la renta
(06:12:13):
del edificio, al menos durante mucho tiempo. Si el constructor
no obtuviese su beneficio razonable, dejaría el negocio, esto aumentaría
la demanda de edificios, lo que al poco tiempo restauraría
su beneficio al equilibrio con el de las demás actividades.
Tampoco podría un impuesto de esta clase incidir totalmente sobre
la renta del solar, sino que se dividiría y recaería
(06:12:36):
en parte sobre el ocupante de la casa y en
parte sobre el propietario del suelo. La división sería probablemente
muy diversa según las circunstancias y un impuesto de este
tipo afectará por ello de forma muy desigual al ocupante
de la casa y al dueño del solar. La desigualdad
con la que el impuesto incidiría sobre los dueños de
los diversos solares provendría totalmente de la desigualdad accidental de
(06:13:00):
esta división. Pero la desigualdad con la que incidiría sobre
los ocupantes de las casas no se debería a esta
causa sino a otra. La proporción del alquiler de la
casa con respecto a los gastos necesarios para vivir cambia
según los diferentes niveles de fortuna. Es probablemente más elevada
en los niveles más altos y disminuye gradualmente, de forma
(06:13:21):
que en general es la mínima en el nivel mínimo.
Las necesidades de la vida representan el mayor gasto de
los pobres. Les es difícil conseguir comida y gasta el
grueso de sus reducidos ingresos en comprarla. Los lujos y
vanidades representan el principal gasto de los ricos, y una
mansión magnífica embellece y realza todos los demás lujos y
(06:13:43):
adornos que poseen. Así, un impuesto sobre la renta de
las casas recaerá en general más sobre los ricos, y
esta clase de desigualdad no es disparatada. Resulta razonable que
los ricos financien el gasto público no sólo en proporción
a su ingreso, sino en una cantidad más que proporcional.
Las rentas solariegas son todavía más adecuadas para la imposición
(06:14:06):
que las rentas de las casas. Un impuesto sobre las
rentas de los solares no elevaría la renta de las casas.
Incidiría totalmente sobre el propietario, que siempre actúa como un
monopolista y extrae la renta máxima que puede obtenerse por
el uso de su suelo. Se obtendrá por el más
o menos según los competidores sean ricos o pobres, el
(06:14:27):
máximo número de competidores ricos está en la capital y
allí es donde se registran las rentas solariegas más elevadas.
Tanto las rentas de los solares como las rentas normales
de la tierra son una especie de ingreso que el
propietario en muchos casos disfruta sin ningún esfuerzo o cuidado
por su parte. Aunque se le quite una fracción de
ese ingreso para financiar los gastos del Estado no se
(06:14:50):
desanima por ello a ninguna actividad. El producto anual de
la tierra y el trabajo de la sociedad, la riqueza
e ingreso real del grueso de la población, podrá ser
después del impuesto igual que antes. Probablemente es por esto
que las rentas solariegas y las rentas ordinarias de la
tierra son la suerte de ingreso más adecuada para soportar
un impuesto específico. En este sentido las rentas de los
(06:15:14):
solares son incluso más adecuadas para impuestos particulares que la
renta normal de la tierra. Esta última se origina en
muchos casos al menos en parte por el cuidado y
buena administración del propietario. Un impuesto muy gravoso podría desanimar
excesivamente dicho cuidado y buena administración. Las rentas solariegas, en
(06:15:34):
tanto excedan a la renta corriente de la tierra, provienen
exclusivamente de la buena administración del soberano que al proteger
la actividad de toda la población o la de los
habitantes de un lugar concreto les permite pagar por el
suelo donde edifican sus casas más que su valor real
o compensar a su propietario por más de la pérdida
que podría sufrir debido a este uso de la misma.
(06:15:56):
Nada es más razonable que un fondo que debe su
existencia al buen gobierno del Estado soporte un impuesto específico
o contribuya al sostenimiento de dicho gobierno más que el
grueso de los demás fondos. Aunque en muchos países de
Europa hay impuestos sobre la renta de las casas no
se de ninguno donde las rentas de los solares sean
objeto de tributación separada. Es probable que los diseñadores de
(06:16:19):
los impuestos hayan encontrado dificultades en discernir la parte de
la renta que debe ser considerada renta del solar y
la parte que debe ser considerada renta del edificio. No obstante,
no parece muy complicado distinguir entre esas dos partes. En
Inglaterra se han regulado los impuestos sobre las casas según
alguna circunstancia obvia que se pensó guardaba alguna proporción con
(06:16:41):
la renta. El primer impuesto de este tipo fue el llamado,
dinero del hogar, un tributo de dos chelines por hogar.
Para averiguar cuántos hogares había en cada casa era necesario
que los recaudadores entraran en cada una de sus habitaciones.
Esta odiosa visita hizo odioso al impuesto. Poco después de
(06:17:02):
la revolución fue abolido como un signo de esclavitud. Más
tarde se estableció un impuesto sobre las ventanas. La principal
objeción frente a estos tributos es su desigualdad, una desigualdad
de la peor especie porque a menudo inciden más sobre
los pobres que sobre los ricos. Una casa de 10 libras
de alquiler en una población rural puede tener más ventanas
(06:17:24):
que una casa de 500 libras de alquiler en Londres. Son impuestos,
por tanto, directamente opuestos al primero de los cuatro cánones mencionados,
aunque no son contrarios a los otros tres. La tendencia
natural del impuesto sobre las ventanas y de todos los
demás tributos sobre las casas es reducir las rentas. Evidentemente,
(06:17:46):
cuanto más pague una persona por el impuesto, menos podrá
pagar por la renta. Desde el establecimiento del impuesto sobre
las ventanas, en Pero, las rentas de las casas han
subido en mayor o menor medida en casi todas las
ciudades y pueblos de Gran Bretaña que conozco. El incremento
generalizado en la demanda de casas ha sido tal que
(06:18:06):
ha elevado las rentas más de lo que el impuesto
sobre las ventanas las ha podido bajar. Es una de
las numerosas pruebas de la gran prosperidad del país y
del creciente ingreso de sus habitantes. De no haber sido
por el impuesto, las rentas probablemente habrían crecido más. El
ingreso o beneficio que procede del capital se divide naturalmente
(06:18:26):
en dos partes, la que paga el interés y pertenece
al dueño del capital y la parte excedente por encima
de lo necesario para pagar el interés. Es evidente que
esta última parte del beneficio no puede ser grabada directamente.
Es la compensación, y en la mayoría de los casos
apenas una compensación moderada, por el riesgo y problemas de
(06:18:48):
la inversión del capital. El empresario debe tener esta compensación,
porque en caso contrario no podría, si actuase de forma
coherente con su propio interés, continuar con su inversión. Si
fuese por tanto grabado directamente en proporción a la totalidad
de su beneficio se vería obligado a elevar su tasa
de beneficio o a cargar el impuesto sobre el interés
(06:19:09):
del dinero, es decir, a pagar menos interés. Si eleva
la tasa de su beneficio en proporción al impuesto, aunque
él lo adelanta, el impuesto es en última instancia pagado
por dos grupos diferentes de personas según la forma en
que invierta su capital. Si lo invierte como un capital
agrícola en el cultivo de la tierra, puede elevar su
(06:19:29):
tasa de beneficio sólo reteniendo una porción mayor, o lo
que es lo mismo, el precio de una porción mayor
del producto de la tierra. Y como esto sólo puede
hacerse reduciendo la renta, la incidencia final del impuesto es
sobre el terrateniente. Si lo invierte como un capital comercial
o industrial, sólo puede elevar su tasa de beneficio elevando
el precio de sus bienes, en cuyo caso el impuesto
(06:19:52):
recae finalmente sobre los consumidores de esos bienes. Si no
eleva su tasa de beneficio, debe cargar todo el impuesto
sobre la parte del mismo asignada al interés del dinero.
Puede pagar menos interés por cualquier capital que tome prestado,
y en tal caso todo el peso del impuesto recae
en última instancia sobre el interés del dinero. A primera
(06:20:14):
vista parece que el interés del dinero es igualmente susceptible
de tributación que la renta de la tierra. Igual que
la renta de la tierra, es un producto neto que
permanece después de compensar completamente el riesgo y el inconveniente
de invertir el capital. Un impuesto sobre la renta de
la tierra no puede elevar las rentas, porque el producto
(06:20:34):
neto que queda después de reponer el capital del granjero,
junto con su beneficio razonable, no puede ser mayor después
del impuesto que antes. Por la misma razón, un impuesto
sobre el interés del dinero no puede aumentar el tipo
de interés, porque se supone que la cantidad de capital
o dinero del país, como la cantidad de tierra, es
(06:20:55):
la misma después y antes del impuesto. Pero hay dos
circunstancias diferentes que hacen que el interés del dinero sea
un objeto imponible mucho más inadecuado que la renta de
la tierra. Primero, la cantidad y valor de la tierra
que posee cualquier persona nunca puede ser un secreto. pero
la cantidad de capital que posee es casi siempre un
(06:21:16):
secreto y además cambia continuamente. Una inspección de la vida
privada de las personas y una inspección que para ajustar
el impuesto vigilase todas las fluctuaciones de sus fortunas, sería
una fuente de vejaciones tan continuas e interminables que ningún
pueblo sería capaz de soportar. Segundo, la tierra no se
puede mover, mientras que el capital lo puede hacer con facilidad.
(06:21:40):
El propietario de tierra es necesariamente un ciudadano de un
país concreto donde se ubica su finca. El propietario de
capital es un ciudadano del mundo y no está necesariamente
atado a ningún país. Si se le expone a una
inspección vejatoria para someterlo a un impuesto gravoso abandonará el
país y se llevará su capital a otro lugar donde
(06:22:01):
pueda hacer negocios o disfrutar de su fortuna con más tranquilidad.
El capital cultiva la tierra y emplea al trabajo. Un
impuesto que expulse al capital de un país tiende a
drenar todas las fuentes de ingreso, tanto del soberano como
de la sociedad. Su expulsión necesariamente disminuye en mayor o
menor grado no sólo los beneficios del capital sino también
(06:22:23):
la renta de la tierra y los salarios del trabajo.
De ahí que las naciones que han intentado grabar el
ingreso derivado del capital se hayan limitado a una estimación
muy superficial y más o menos arbitraria, en vez de
recurrir a inspecciones severas de ese tipo. La extrema desigualdad
e incertidumbre de un impuesto evaluado de esa manera sólo
(06:22:44):
pueden ser compensadas por una extrema moderación, de resultas de
la cual cualquier hombre se ve agravado tan por debajo
de su ingreso real que no se moleste porque su
vecino pague aún menos. En algunos países se establecen impuestos
extraordinarios sobre los beneficios del capital, a veces cuando se
invierte en algunas ramas especiales de la economía, y a
(06:23:04):
veces cuando se invierte en la agricultura. Ahora bien, un
impuesto sobre los beneficios del capital invertido en una rama
concreta de la economía nunca recae en última instancia sobre
los empresarios, que normalmente deben conseguir un beneficio razonable, y
que bajo la libre competencia rara vez pueden conseguir más
que dicho beneficio, sino que lo hace siempre sobre los consumidores,
(06:23:26):
que son obligados a pagar a través del precio de
los bienes el impuesto adelantado por el empresario y por
regla general con algún recargo. Cuando un impuesto de esta
clase es proporcional a la actividad del empresario, resulta finalmente
pagado por el consumidor y no ocasiona ningún problema al empresario.
Cuando no es proporcional sino que es el mismo para
(06:23:48):
todos los empresarios, resulta también pagado al final por el consumidor,
pero favorece al gran empresario y perjudica al pequeño. Cuando
se establece un impuesto sobre los beneficios de un capital
invertido en una rama específica de la economía, los empresarios
se cuidan de no traer al mercado más bienes de
los que puedan vender a un precio suficiente para reembolsarse
(06:24:09):
lo que adelantaron en concepto del impuesto. Algunos retiran parte
de sus capitales de la actividad y el mercado resulta
menos abastecido que antes. El precio de los bienes aumenta
y el pago final del impuesto corresponde al consumidor. Pero
cuando un impuesto así se aplica a los beneficios del
capital invertido en la agricultura, a los granjeros no les
(06:24:31):
interesa retirar ninguna parte de su capital de esa inversión.
Cada granjero ocupa una cantidad determinada de tierra, por la
que paga renta. Para cultivar adecuadamente esa renta se necesita
una cierta cantidad de capital, y si el granjero retira
cualquier fracción de ese capital necesario, no es probable que
tenga por ello más capacidad para pagar la renta o
(06:24:53):
el impuesto. Con objeto de pagar el impuesto jamás resultará
de su interés el disminuir la cantidad producida, ni por
lo tanto el abastecer al mercado más escasamente que antes.
El impuesto, en consecuencia, nunca le permitirá elevar el precio
de sus productos y reembolsarse descargando sobre el consumidor el
pago final. Ahora bien, el granjero debe obtener un beneficio razonable,
(06:25:17):
igual que cualquier otro empresario, porque en caso contrario abandonará
su negocio. Una vez establecido un impuesto de estas características,
la única forma que tiene de conseguir ese beneficio razonable
es pagar menos renta al terrateniente. Cuanto más sea forzado
a pagar por el impuesto, menos podrá pagar en concepto
de renta. Es indudable que si se aplica el impuesto
(06:25:40):
durante la vigencia de un arrendamiento, puede agobiar o arruinar
al granjero. Pero una vez renovado el contrato deberá recaer
siempre sobre el propietario. Los impuestos que graban en Holanda
a los sirvientes domésticos no graban el capital sino el gasto,
y en esa medida se parecen a los tributos sobre
los bienes de consumo. El impuesto de una guinea por
(06:26:02):
cada sirviente, que se acaba de aprobar en Gran Bretaña,
es de este tipo. Afecta principalmente a los sectores medios.
Una persona con 200 libras al año podrá tener un sirviente,
pero una persona con 10,000 libras no tendrá 50. Este impuesto no
afecta a los pobres. Los impuestos sobre los beneficios del
(06:26:24):
capital en inversiones particulares nunca pueden afectar al interés del dinero.
Nadie prestará su dinero a menos interés a los que
ejercen las actividades grabadas que a los que ejercen las exentas.
Pero los impuestos sobre los ingresos derivados del capital en
todas las inversiones, si el gobierno los recauda con alguna eficacia,
recaerán en muchos casos sobre el interés del dinero. Mientras
(06:26:48):
la propiedad permanezca bajo la posesión de una misma persona,
los impuestos que se hayan aplicado sobre ella nunca han
pretendido disminuir o arrebatar parte alguna de su valor capital,
sino sólo una parte del ingreso que deriva de ese valor.
Pero cuando la propiedad cambia de manos, cuando es transmitida
de los muertos a los vivos, o de los vivos
a los vivos, con frecuencia se le aplican impuestos que
(06:27:11):
necesariamente le quitan una parte de su valor capital. Las
transferencias de cualquier clase de propiedad de los muertos a
los vivos, y las de propiedades inmuebles, tierras y casas,
entre los vivos, son transacciones que en su naturaleza son
o públicas y notorias, o no pueden ser ocultadas durante
mucho tiempo. Por tanto, tales transacciones pueden ser grabadas directamente.
(06:27:35):
Las transferencias de capital o propiedades muebles entre vivos mediante
préstamos monetarios son a menudo transacciones secretas, y siempre puede
conseguirse que lo sean. Por ello, es difícil grabadas directamente.
Se las ha grabado indirectamente de dos maneras distintas. Primero,
al requerir que la escritura en la que consta la
(06:27:55):
obligación del pago sea redactada en un papel o pergamino
que haya pagado un cierto impuesto de timbre, o en
caso contrario no tiene validez. Segundo, al exigir, bajo la
misma pena de invalidación, que sea anotada en un registro,
público o secreto, y que deba pagar unos derechos de registro.
De la misma forma, se han aplicado frecuentemente impuestos de
(06:28:17):
timbre y derechos de registro sobre los documentos de transferencia
de propiedades de cualquier tipo de los muertos a los vivos,
y sobre los de transferencia de propiedades inmuebles entre vivos,
transacciones que es fácil grabar directamente. Estas formas tributarias de
timbres y registros son una invención muy moderna. En el
transcurso de poco más de un siglo los impuestos de
(06:28:39):
timbre se han vuelto prácticamente universales en Europa y los
derechos de registro son algo muy común. No hay arte
que los gobiernos aprendan uno de otro con tanta presteza
como el de arrebatar el dinero de los bolsillos del pueblo.
Todos los impuestos sobre la transferencia de propiedad de cualquier clase,
en la medida en que disminuyen el valor capital de
(06:29:00):
esa propiedad, tienden a disminuir los fondos destinados al mantenimiento
de trabajo productivo. En mayor o menor medida, son todos
impuestos contrarios al ahorro y que elevan el ingreso del soberano,
que rara vez mantiene otra cosa que no sean trabajadores improductivos,
a expensas del capital de la gente, que mantiene sólo
trabajadores productivos. El registro de las hipotecas y en general
(06:29:25):
de todos los títulos sobre la propiedad inmueble, en tanto
proporcionan una mayor seguridad tanto a los acreedores como a
los compradores, resultan extremadamente beneficiosos para la comunidad. El registro
de la mayor parte de los otros contratos es a
menudo inconveniente e incluso peligroso para las personas sin que
la sociedad obtenga ventaja alguna. Todos los registros que deban
(06:29:48):
mantenerse en secreto no deberían existir. El crédito de las
personas ciertamente no debería depender de una seguridad tan endeble
como la probidad y religión de los funcionarios menores de
la hacienda pública. Pero cuando los derechos de registro se
han convertido en una fuente de ingresos para el soberano,
los funcionarios de los registros se han multiplicado sin fin,
(06:30:09):
tanto para los documentos que deberían registrarse como para los
que no deberían hacerlo. En Francia existen registros secretos de
varias clases. Estos abusos son el efecto natural, aunque quizás
no necesario, de dichos impuestos. Mientras no cambien la demanda
de trabajo y el precio de las provisiones, un impuesto
(06:30:30):
directo sobre los salarios del trabajo no puede tener otro
efecto que el de elevarlos en algo más que el impuesto. Supongamos,
por ejemplo, que en un lugar determinado la demanda de
trabajo y el precio de los alimentos sean tales que
el salario normal resultase de 10 chelines a la semana, y
que se establece un impuesto sobre los salarios de un
quinto o de cuatro chelines por libra. Si la demanda
(06:30:53):
de trabajo y el precio de las provisiones no cambian,
seguiría siendo necesario que el trabajador pudiese adquirir subsistencias por 10
chelines a la semana, es decir, que tuviese después del
impuesto un salario de 10 chelines. Pero para que tenga esos 10
chelines después del impuesto, el precio del trabajo en ese
lugar deberá aumentar, y no hasta 12 chelines sino hasta 12 chelines
(06:31:16):
y 6 peniques. Es decir, para permitirle pagar un impuesto de
un quinto, su salario deberá pronto necesariamente aumentar no sólo
en un quinto sino en un cuarto. Cualquiera sea la
proporción del impuesto, los salarios deberán en todos los casos
subir no en esa proporción sino en una más elevada.
Un impuesto directo sobre los salarios, entonces, aunque quizás lo
(06:31:40):
pueda pagar el trabajador de su bolsillo, no es en
realidad adelantado por él, al menos si la demanda de
trabajo y el precio medio de los alimentos resultan idénticos
antes y después del impuesto. En todos estos casos no
sólo el impuesto sino algo más que el impuesto será
adelantado por la persona que es su inmediato empleador. La
incidencia final será distinta según las distintas personas. El aumento
(06:32:04):
que un impuesto así ocasiona en el salario del trabajador
industrial será adelantado por el empresario, que podrá y deberá cargarlo,
junto con un beneficio, en el precio de sus bienes.
El pago final de este incremento en los salarios, por
lo tanto, junto con el beneficio adicional del empresario, recae
en el consumidor. El aumento que un impuesto así ocasiona
(06:32:27):
en los salarios del trabajo rural será adelantado por el granjero,
que para mantener al mismo número de trabajadores que antes
deberá invertir un capital mayor. Con objeto de recuperar este
capital mayor junto con los beneficios normales, será necesario que
retenga una porción mayor, o lo que es lo mismo,
el precio de una porción mayor del producto de la tierra,
(06:32:47):
y en consecuencia que pague menos renta al propietario. La
incidencia final de este aumento de salarios, por consiguiente, recae
sobre el terrateniente, junto con el beneficio adicional del granjero
que lo adelanta. En todos los casos, un impuesto directo
sobre los salarios debe, a largo plazo, ocasionar tanto una
(06:33:08):
reducción mayor de la renta de la tierra como un
incremento mayor en el precio de los bienes manufacturados que
el que se habría producido de haberse recaudado la misma
suma por un impuesto en parte sobre la renta de
la tierra y en parte sobre los bienes de consumo.
Si los impuestos directos sobre los salarios no siempre ocasionan
una elevación proporcional en dichos salarios es porque generalmente dan
(06:33:30):
lugar a una caída considerable en la demanda de trabajo.
Los efectos habituales de tales impuestos han sido la depresión
de la actividad económica, la disminución del empleo de los
pobres y la caída en el producto anual de la
tierra y el trabajo del país. Un impuesto sobre los
salarios rurales no aumenta el precio de los productos primarios
en proporción al impuesto, por la misma razón de que
(06:33:53):
un impuesto sobre el beneficio de los granjeros tampoco lo
hace en dicha proporción. Aunque estos impuestos son absurdos y destructivos,
han sido adoptados por muchos países. He demostrado en el
libro primero que la remuneración de los artistas talentosos y
los profesionales liberales guarda una cierta proporción con los emolumentos
(06:34:13):
de los oficios más modestos. En consecuencia, un impuesto sobre
esa remuneración sólo podría elevarla en una proporción algo superior
al impuesto. Si así no sucediera, al no quedar las
artes y las profesiones equilibradas con las demás actividades, serían
abandonadas de forma tal que pronto recuperarían ese equilibrio. Las
(06:34:35):
remuneraciones de los funcionarios no están reguladas por la libre
competencia en el mercado, como las de los oficios y
las profesiones, y por ello no siempre guardan una justa
proporción con lo que requiere la naturaleza de su trabajo.
Es posible que en la mayoría de los países sean
más altas de lo que debieran ser, porque las personas
que manejan la administración pública están normalmente dispuestas a remunerarse
(06:34:58):
a sí mismas y a remunerar a sus inferiores inmediatos
con más que suficiente generosidad. Por lo tanto, los emolumentos
de los funcionarios en la mayor parte de los casos
pueden ser perfectamente susceptibles de ser grabados. Además, las personas
que disfrutan de puestos en la administración pública, especialmente los
más lucrativos, son en todos los países objeto de envidia generalizada,
(06:35:22):
y un impuesto sobre sus remuneraciones, incluso aunque resulte mayor
que sobre cualquier otra clase de ingreso, es siempre un
impuesto muy popular. Los impuestos que se pretende que incidan
de forma indiferente sobre las distintas clases de ingresos son
los impuestos de capitación y los impuestos sobre los bienes
de consumo. Deben ser pagados de forma independiente del ingreso
(06:35:44):
que el contribuyente pueda poseer. Si se intenta que los
impuestos de capitación sean proporcionales a la fortuna o ingreso
de cada contribuyente, se convierten en totalmente arbitrarios. El estado
de la fortuna de una persona varía diariamente y sólo
puede ser estimado mediante una inquisición más intolerable que ningún
impuesto y que además se renovase al menos una vez
(06:36:06):
cada año. Su valoración, entonces, dependerá en la mayoría de
las circunstancias del buen o mal humor de los tasadores,
y será por ello completamente arbitraria e incierta. Si los
impuestos de capitación son proporcionales no a la supuesta fortuna
sino al rango del contribuyente, se convierten en totalmente desiguales,
(06:36:27):
puesto que las fortunas son a menudo desiguales dentro de
un mismo rango. En consecuencia, si se pretende que estos
impuestos sean equitativos, resultan por completo arbitrarios e inciertos, y
si se pretende que sean ciertos y no arbitrarios, resultan
totalmente desiguales. Ya sea el impuesto bajo o alto, la
(06:36:47):
incertidumbre es siempre una gran incomodidad. Si el impuesto es bajo,
se puede soportar un grado considerable de desigualdad, pero si
es alto se vuelve completamente intolerable. La imposibilidad de grabar
a las personas por capitación en proporción a su ingreso
parece haber ocasionado la invención de los impuestos sobre los
bienes de consumo. Al no saber el Estado cómo grabar
(06:37:10):
al ingreso de sus súbditos directa y proporcionalmente, lo intenta
grabar indirectamente con impuestos sobre sus gastos, que se supone
que en la mayor parte de los casos estarán casi
en proporción con sus ingresos. Como los salarios están siempre
regulados en parte por la demanda de trabajo y en
parte por el precio medio de los artículos necesarios para
(06:37:30):
la subsistencia, todo lo que aumente ese precio medio necesariamente
aumentará los salarios, para que el trabajador pueda seguir comprando
esos artículos necesarios determinados por la demanda de trabajo, sea creciente,
estacionaria o decreciente. Un impuesto sobre esos artículos necesariamente eleva
su precio en algo más que el monto del impuesto
(06:37:51):
porque el empresario, que adelanta el impuesto, debe generalmente reembolsárselo
con un beneficio. Un impuesto de esta naturaleza, en consecuencia,
ocasiona un aumento en los salarios proporcional a ese aumento
de precios. De esta manera un impuesto sobre las cosas
necesarias para la vida opera exactamente igual que un impuesto
(06:38:11):
directo sobre los salarios del trabajo. No sucede lo mismo
con los impuestos de los bienes de lujo, incluso aquellos
que consumen los pobres. El aumento en el precio de
las mercancías grabadas no necesariamente producirá un aumento en los salarios.
El alto precio de estos artículos no disminuye necesariamente la
capacidad de las clases inferiores del pueblo de sacar adelante
(06:38:34):
a sus familias. Todo incremento en el precio de las
cosas necesarias, salvo que sea compensado por un aumento proporcional
en los salarios, necesariamente disminuye en algún grado la capacidad
de los pobres para mantener a familias numerosas y consiguiente
ente para satisfacer la demanda de trabajo útil. Los impuestos
sobre los bienes de lujo no tienden a incrementar el
(06:38:57):
precio de ninguna mercancía aparte de las grabadas. Los impuestos
sobre los bienes necesarios, al elevar los salarios, necesariamente tienden
a aumentar el precio de todas las manufacturas y en
consecuencia a disminuir la extensión de su venta y consumo.
Los impuestos sobre los bienes de lujo son pagados en
última instancia por quienes los consumen, sin compensación alguna. Recaen
(06:39:21):
indiferentemente sobre todas las clases de ingreso, los salarios, los
beneficios y las rentas. Los impuestos sobre los bienes necesarios,
en tanto afectan a los trabajadores pobres, son finalmente pagados
en parte por los terratenientes, a través de la menor
renta de sus propiedades, y en parte por los consumidores ricos,
terratenientes u otros, a través del mayor precio de los
(06:39:44):
bienes manufacturados, y siempre con un notable recargo. El precio
más alto de las manufacturas que son realmente necesarias para
la vida y que integran el consumo de los pobres,
como los tejidos de lana más toscos, debe ser compensado
a los pobres con un aumento adicional en sus salarios.
Si las clases medias y altas comprendieran mejor sus intereses,
(06:40:06):
deberían oponerse sistemáticamente a cualquier impuesto sobre los bienes necesarios
para la vida y a cualquier impuesto directo sobre los
salarios del trabajo. El pago final tanto de uno como
de otro recae siempre sobre esas clases y siempre con
un abultado recargo. Incide más duramente sobre los terratenientes, que
siempre pagan por dos conceptos, en tanto propietarios, porque cae
(06:40:29):
su renta, y en tanto consumidores ricos, porque aumenta su gasto.
En un país cuyos
Speaker 4 (06:40:35):
inviernos son tan fríos como los de... Gran Bretaña,
Speaker 2 (06:40:44):
el combustible es durante esa estación estrictamente un bien necesario
para la vida, no sólo para cocinar los alimentos sino
para la subsistencia confortable de los muchos tipos de trabajadores
que trabajan en sus casas. El carbón es el combustible
más barato. El precio del combustible ha ejercido una influencia
tan intensa sobre el del trabajo que en toda Gran
(06:41:05):
Bretaña las industrias se han concentrado principalmente en las regiones carboníferas,
puesto que otras partes del país no resultaban competitivas debido
al elevado precio de este artículo. Asimismo, en algunas industrias
el carbón es un instrumento de trabajo indispensable, como en
las del vidrio, hierro y otros metales. Si un subsidio
(06:41:26):
es razonable, quizás sea el subsidio al transporte de carbón
de las partes del país donde abunda a las partes
donde escasea. Pero los legisladores, en lugar de un subsidio,
han aplicado allí un impuesto. Esta clase de tributos, aunque
suben el precio de la subsistencia, y por ello los salarios,
proporcionan al Estado un copioso ingreso, que quizás no podría
(06:41:48):
obtener fácilmente por ninguna otra vía. Pueden existir, en consecuencia,
buenas razones para mantenerlos. La prima a la exportación de cereales,
en la medida en que en el actual estado de
los cultivos tiende a incrementar el precio de ese artículo necesario,
produce los mismos efectos perniciosos, y en vez de suministrar
(06:42:09):
un ingreso al gobierno, con frecuencia le ocasiona un gran gasto.
Los altos aranceles a la importación de cereales extranjeros, que
en años de abundancia moderada equivalen a una prohibición, y
la prohibición absoluta de la importación de ganado en pie
o alimentos en salazón, tienen todos los malos efectos de
los impuestos sobre los artículos necesarios, pero no producen ningún
(06:42:30):
ingreso para el Estado. Los impuestos sobre los bienes necesarios
son mucho más altos en otros países que en Gran Bretaña.
Se dice que estos impuestos y otros parecidos, al aumentar
el coste del trabajo, han arruinado a buena parte de
la industria holandesa. En el libro cuarto de esta investigación
he demostrado que el sistema mercantil no ha sido muy
(06:42:53):
favorable al ingreso de la gran mayoría de la población
al producto anual de la tierra y el trabajo del país.
Pero tampoco parece haber sido muy favorable al ingreso del soberano,
al menos en lo que depende de los aranceles de aduanas.
Como resultado de dicho sistema, la importación de varias clases
de bienes ha sido radicalmente prohibida. Esta prohibición ha impedido
(06:43:16):
por completo en algunos casos, y en otros ha reducido
marcadamente la importación de esas mercancías, obligando a los importadores
a recurrir al contrabando. Ha impedido totalmente la importación de
tejidos de lana extranjeros, y ha disminuido considerablemente la de
tejidos de seda y terciopelo. En ambos casos ha aniquilado
(06:43:36):
por completo los ingresos de aduanas que podrían haberse recaudado
con esa importación. Los altos aranceles impuestos a la importación
de muchas clases de bienes extranjeros, con objeto de desalentar
su consumo en Gran Bretaña no han servido en muchos
casos más que para avivar el contrabando, y en todos
los casos han rebajado los ingresos aduaneros con respecto a
(06:43:57):
los que podrían haber generado unos aranceles más moderados. El
dicho del Dr. Swift, según el cual en la aritmética
de las aduanas 2 y 2 no suman 4 sino que a veces
suman sólo 1, es perfectamente válido con relación a esos aranceles
tan elevados, que jamás se habrían impuesto si el sistema
mercantil no nos hubiese enseñado en muchos casos a emplear
(06:44:18):
la imposición no como instrumento para conseguir ingresos sino para
conseguir el monopolio. Los subsidios que en ocasiones se conceden
a la exportación de productos y manufacturas locales, y los
reembolsos que se pagan a la reexportación del grueso de
los artículos extranjeros, han dado lugar a numerosos fraudes y
a una suerte de contrabando más destructivo para la hacienda
(06:44:39):
pública que ningún otro. Para conseguir el subsidio o el reembolso,
es bien conocido que en algunas ocasiones las mercancías son
fletadas y se hacen a la mar, sólo para ser
después clandestinamente desembarcadas en algún otro lugar del país. Como
se cobran altos aranceles sobre casi todos los bienes importados,
nuestros comerciantes importadores procuran contrabandear el máximo y declarar el
(06:45:03):
mínimo posible. Nuestros comerciantes exportadores, por el contrario, declaran más
de lo que exportan, a veces por vanidad y a
veces para obtener un subsidio o un reembolso. Como consecuencia
de todos estos fraudes, nuestras exportaciones son según los registros
de aduanas mucho mayores que nuestras importaciones, para indecible regocijo
(06:45:25):
de los políticos que miden la prosperidad nacional por lo
que llaman la balanza comercial. Todos los bienes importados, salvo
exenciones especiales y nada numerosas, deben pagar derechos de aduanas.
El registro del arancel es sumamente prolijo. Para que la
mayor parte de los miembros de una sociedad contribuyan a
(06:45:45):
la hacienda pública en proporción a su gasto respectivo no
es necesario grabar a todos y cada uno de los
artículos que integran dicho gasto. Se supone que los ingresos
derivados de los derechos de CISA o sobre consumos específicos
son tan igualitarios con respecto a los contribuyentes como los
derivados de los aranceles de aduanas, y los impuestos de
CISA se establecen sólo sobre unos pocos artículos de consumo
(06:46:08):
muy generalizado. Son muchos los que piensan que con una
buena gestión los derechos de aduanas podían limitarse a unos
pocos artículos sin pérdida alguna para el erario público y
con gran ventaja para el comercio exterior. Los impuestos altos
con frecuencia producen un ingreso público menor que el que
se obtendría con impuestos más moderados, a veces porque disminuyen
(06:46:30):
el consumo de las mercancías grabadas y a veces porque
estimulan el contrabando. Cuando la disminución del ingreso es el
efecto de la disminución del consumo sólo hay un remedio,
rebajar el impuesto. Cuando la disminución del ingreso es el
efecto del estímulo al contrabando, hay quizás dos remedios, reducir
la tentación del contrabando o aumentar la dificultad del contrabando.
(06:46:53):
La tentación del contrabando puede ser reducida sólo si se
rebaja el impuesto, y la dificultad del contrabando puede ser
incrementada sólo mediante el establecimiento de un sistema de administración
más adecuado para prevenirlo. Si con el nuevo sistema la
hacienda pública no sufriese pérdida alguna, el comercio y la
industria del país obtendrían un enorme beneficio. El comercio de
(06:47:16):
las mercancías libres de aranceles sería de lejos el más
importante y perfectamente libre. Entre esas mercancías estarían todos los
bienes necesarios y todas las materias primas para la industria.
En la medida en que la libre importación de cosas
necesarias reduciría su precio monetario medio en el mercado local,
reduciría el precio monetario del trabajo, pero sin reducir en
(06:47:39):
absoluto su retribución real. El valor del dinero está en
proporción a la cantidad de artículos necesarios para la vida
que puede comprar. Y el de las cosas necesarias para
la vida es por completo independiente de la cantidad de
dinero que puede obtenerse a cambio de ellas. La reducción
en el precio monetario del trabajo se vería necesariamente acompañado
(06:48:00):
por una reducción proporcional en el precio de las manufacturas nacionales,
que se volverían así más competitivas en los mercados extranjeros.
El precio de algunas manufacturas se reduciría en una proporción
incluso mayor, gracias a la libre importación de materias primas.
Cuando se ha propuesto cualquier nuevo impuesto sobre el azúcar,
(06:48:21):
nuestros plantadores se han quejado a menudo de que todo
el peso de tales tributos recae sobre los productores, no
sobre los consumidores, y alegan que ellos nunca pueden subir
el precio del azúcar después del impuesto por encima de
lo que era antes. Ella indica que el precio antes
del impuesto era un precio de monopolio, y el argumento
presentado para demostrar que el azúcar era un objeto inadecuado
(06:48:43):
para la imposición en realidad probaba que era quizás un
objeto adecuado, porque los beneficios de los monopolistas, cuando se
los puede grabar, son ciertamente los objetos más adecuados para
la imposición. Aunque los impuestos sobre los bienes de lujo,
al igual que el grueso de los derechos de aduana
y de sisa, recaen indistintamente sobre todas las diversas clases
(06:49:05):
de ingreso, y son pagados en última instancia o sin
compensación alguna por los que consumen las mercancías grabadas, no
siempre recaen de forma equitativa o proporcional sobre el ingreso
de cada persona. Como el gusto de cada hombre determina
el grado de su consumo, cada uno contribuye más en
proporción a su gusto que a su ingreso, el pródigo
contribuye más, el frugal menos. Los que viven en otro
(06:49:29):
país no contribuyen nada, a través de su consumo, al
sostén del estado del país donde se sitúa la fuente
de sus ingresos. Si en este país no hubiese impuestos
sobre la tierra ni derechos elevados sobre la transferencia de
propiedades muebles o inmuebles, como ocurre en Irlanda, esos absentistas
podrían cosechar un suculento ingreso gracias a la protección de
(06:49:50):
un Estado a cuyo sostenimiento no aportan ni un chelín.
No resulta por tanto asombroso que la idea de un
impuesto sobre los absentistas sea tan vastamente popular en ese país.
Pero con la excepción de estos casos tan peculiares, toda
desigualdad en la contribución individual derivada de esos impuestos es
mucho más que compensada por la circunstancia misma que da
(06:50:11):
lugar a esa desigualdad, la circunstancia de que la contribución
de cada persona es totalmente voluntaria, puesto que está completamente
en su mano el consumir la mercancía grabada o no.
De ahí que cuando estos impuestos son correctamente estipulados y
sobre las mercancías adecuadas, se los paga con menos refunfuños
que cualquier otro. Cuando son adelantados por el comerciante o
(06:50:33):
el industrial, el consumidor que en última instancia los paga
pronto los confunde en el precio de las mercancías y
casi se olvida de que está pagando un impuesto. Los
impuestos sobre los bienes de lujo son y siempre pueden
ser pagados gradualmente o en la medida en que los
contribuyentes necesiten comprar los bienes sobre los que se aplican.
(06:50:54):
En cuanto al tiempo y modo de pago son o
pueden ser los más convenientes de todos los impuestos. En
líneas generales, entonces, esos impuestos se ajustan mejor que cualquier
otro a los primeros tres cánones de la tributación, pero
vulneran desde cualquier punto de vista al cuarto. En proporción
a lo que ingresan en el tesoro público del Estado,
(06:51:15):
dichos impuestos siempre detraen de o impiden que entre en
los bolsillos de la población una cantidad mayor que prácticamente
ningún otro impuesto. Y lo hacen por las cuatro diferentes
vías en que es posible hacerlo. Primero, la recaudación de
esos tributos, incluso cuando se establecen de la forma más juiciosa,
requiere un gran número de funcionarios de aduanas y de
(06:51:37):
la CISA, cuyos salarios y gratificaciones equivalen a un impuesto
real sobre el pueblo pero que nada ingresa en el
tesoro público. Segundo, esos impuestos necesariamente dan lugar a alguna
obstrucción o desánimo en ciertas ramas de la economía. Como
siempre elevan el precio de la mercancía grabada, en esa
medida desalientan su consumo y en consecuencia su producción. Si
(06:52:00):
es una mercancía producida o elaborada en el país, se
invertirá menos trabajo en su cultivo o producción. Si es
una mercancía extranjera, cuyo precio es de esa forma elevado
a través del impuesto, las mercancías similares producidas localmente pueden
obtener alguna ventaja en el mercado nacional, y una cantidad
mayor de actividad local puede dirigirse hacia su producción. Pero
(06:52:23):
aunque ese aumento en el precio de una mercancía foránea
pueda estimular la actividad local en una rama concreta, necesariamente
desalienta la actividad en casi todas las demás. Cuanto más
caro compre el industrial de Birmingham el vino extranjero, más
barato deberá vender aquella fracción de su producción, o lo
que es lo mismo, el precio de aquella fracción con
(06:52:43):
la cual compra ese vino. Esa fracción adquiere menos valor
para él y tiene por ello menos incentivos para producirla.
Todos los impuestos sobre los bienes de consumo tienden a
reducir la cantidad de trabajo productivo por debajo de lo
que podría ser, sea en la elaboración de las mercancías grabadas,
si son nacionales, o en la elaboración de las mercancías
(06:53:04):
con las que ellas se compran, si son extranjeras. Esos
impuestos además siempre perturban en algún grado la asignación natural
de la actividad nacional y la dirigen hacia un canal
diferente y por regla general menos ventajoso que el que
seguiría espontáneamente. Tercero, la esperanza de evadir esos impuestos mediante
el contrabando ocasiona con frecuencia confiscaciones y otros castigos que
(06:53:28):
arruinan por completo al contrabandista, una persona que aunque indudablemente
tiene toda la culpa por violar las leyes de su país,
a menudo no viola las de la justicia natural, y
podría haber sido en todos los aspectos un ciudadano ejemplar
si las leyes de su país no hubiesen convertido en
delito algo que la naturaleza jamás pretendió que lo fuera.
(06:53:48):
En esos gobiernos corruptos donde existe como mínimo la sospecha
generalizada de que hay muchos gastos innecesarios y un pésimo
empleo de los ingresos públicos, las leyes que los guardan
son poco respetadas. No hay muchas personas con escrúpulos frente
a la defraudación cuando pueden realizarla sin perjurio y tienen
una oportunidad sencilla y segura de hacerlo. El afectar que
(06:54:10):
se sienten escrúpulos por comprar artículos de contrabando, aunque es
un incentivo manifiesto a la violación de las leyes fiscales
y al perjurio que casi siempre la acompaña, sería en
la mayoría de los países considerado como una muestra de
pedante hipocresía, algo que en vez de aumentar el prestigio
de una persona, sólo sirve para exponerla a la sospecha
de ser incluso un granuja mayor que el grueso de
(06:54:33):
sus vecinos. Mediante esta indulgencia del público, el defraudador es
a menudo estimulado a continuar con un trabajo al que
de ese modo le enseñan a considerar en alguna medida
como inocente, y cuando la severidad de las leyes fiscales
está a punto de caer sobre él, a menudo está
dispuesto a defender con violencia aquello que se ha acostumbrado
a concebir como su justa propiedad. De ser inicialmente quizás
(06:54:57):
más imprudente que delincuente, termina por convertirse en uno de
los más implacables y decididos violadores de las leyes de
la sociedad. Con la ruina del contrabandista, su capital, antes
invertido en el mantenimiento de trabajo productivo, resulta absorbido por
el ingreso del Estado o por el del funcionario de Hacienda,
e invertido en mantener trabajo improductivo, lo que disminuye el
(06:55:19):
capital general de la sociedad y el de la actividad
útil que de otro modo habría podido mantener. Cuarto, esos impuestos,
al someter a los que negocian con los bienes grabados
a visitas frecuentes e inspecciones odiosas de los recaudadores, los
exponen a veces sin duda a cierto grado de opresión,
y siempre a muchas incomodidades y vejaciones, y aunque la vejación,
(06:55:41):
como ya se ha apuntado, no en sentido estricto un gasto,
es ciertamente equivalente a lo que cualquier hombre estaría dispuesto
a pagar para librarse de ella. No obstante, los inconvenientes
que acaso sean en algún grado inseparables de los impuestos
sobre los bienes de consumo resultan menores para el pueblo
de Gran Bretaña que para el de cualquier otro país
(06:56:01):
cuyo estado sea igualmente costoso. Nuestro estado no es perfecto
y puede ser corregido, pero es tan bueno o mejor
que el de la mayoría de nuestros vecinos. Como consecuencia
de la idea de que los derechos sobre los bienes
de consumo eran impuestos sobre los beneficios de los empresarios,
esos derechos en algunos países han sido repetidos en cada
(06:56:22):
venta sucesiva de los bienes. Si se grababan los beneficios
del comerciante importador o empresario industrial, la equidad parecía exigir
que se hiciera lo propio con los de todos los
comerciantes intermedios situados entre ellos y el consumidor. La famosa
alcabala de España fue establecida según este principio. La recaudación
(06:56:42):
de este impuesto requiere una multitud de funcionarios de Hacienda
para vigilar el transporte de mercancías, no sólo de una
provincia a otra sino de una tienda a otra. En
la mayor parte de un país donde se imponga un
gravamen de estas características no se producirá nada para su
venta en mercados lejanos. De ahí que Ustaris impute al
(06:57:02):
alcabala la ruina de la industria española. Podría de igual
forma haberle atribuido la decadencia de la agricultura, puesto que
no sólo graba las manufacturas sino también los productos primarios.
El sistema impositivo uniforme que con pocas excepciones de escasa
significación existe en todas las partes del Reino Unido de
Gran Bretaña hace que el comercio interior del país y
(06:57:24):
el de cabotaje resulten casi totalmente libres. Esta libertad de
comercio interior, consecuencia de un sistema fiscal uniforme, es quizás
una de las causas principales de la prosperidad de Gran Bretaña,
porque cada gran país es necesariamente el mercado mejor y
más amplio para el grueso de su propia producción. Si
la misma libertad, consecuencia de la misma uniformidad, pudiese ser
(06:57:47):
extendida a Irlanda y las plantaciones, tanto la grandeza del
Estado como la prosperidad de todos los rincones del imperio
serían probablemente mayores de lo que son hoy. Los impuestos
sobre los artículos de consumo pueden ser recaudados por una
administración cuyos funcionarios son designados por el Estado y son
directamente responsables ante él, y en tal caso la recaudación
(06:58:09):
variará de año en año, o bien pueden concederse en
arriendo a cambio de una renta fija, en este caso
el arrendatario nombra a sus propios agentes que, aunque están
obligados a recaudar el impuesto en la manera que marque
la ley, se hallan bajo su inmediata supervisión y son
directamente responsables ante él. El arrendamiento de los impuestos nunca
(06:58:30):
puede ser la mejor y más eficiente manera de recaudados.
Por encima de lo necesario para pagar la renta estipulada,
los salarios de los agentes y todo el gasto de
su administración, el arrendatario debe siempre retirar de lo que
recauda un cierto beneficio, al menos proporcional al adelanto que
haya realizado, al riesgo que corre, a los problemas que
(06:58:51):
afronta y al conocimiento y habilidad que requiere el manejo
de una empresa tan sumamente complicada. Si el Estado monta
una administración bajo su propia y directa inspección, de la
misma naturaleza que la organizada por el arrendatario, al menos
se podrá ahorrar ese beneficio, que casi siempre es exorbitante.
El arrendar cualquier rama importante de los ingresos públicos exige
(06:59:14):
un gran capital o un gran crédito, circunstancias que por
sí solas limitan la competencia en este negocio a un
número de personas muy reducido. De los pocos que tienen
este capital o crédito, los que cuentan con la experiencia
y el conocimiento necesario son todavía menos, otra circunstancia que
restringe la competencia aún más. Los muy pocos que pueden
(06:59:35):
competir verán que les interesa más combinarse y llegar a
ser socios en vez de competidores, y cuando el arrendamiento
sale a subasta, sólo ofrecen una renta que está muy
por debajo de su valor real. En los países donde
se arriendan los ingresos públicos, los arrendatarios son generalmente las
personas más opulentas. Su riqueza suscitaría la indignación pública en
(06:59:57):
cualquier caso, pero lo hace aún más por la vanidad
que casi siempre acompaña a las fortunas recientes y la
frívola ostentación con que son habitualmente exhibidas. A veces no
sólo se arrienda un impuesto a cambio de una renta
fija sino que el arrendatario posee además el monopolio de
la mercancía grabada. Así sucede en Francia con el tabaco
(07:00:18):
y la sal. En tales casos el arrendatario no sólo
impone un exorbitante beneficio a la población sino 2. el beneficio
del arrendatario y el todavía más exorbitante beneficio del monopolista. 3.
En el estado rudo de la sociedad que precede a
(07:00:40):
la extensión del comercio y al progreso de la industria,
cuando los costosos lujos que sólo pueden proporcionar el comercio
y la industria son completamente desconocidos, una persona que posea
un gran ingreso sólo puede gastarlo o disfrutarlo manteniendo a
toda la gente que ese ingreso sea capaz de mantener,
tal como he procurado demostrar en el libro tercero de
esta investigación. En tal estado de cosas los grandes y
(07:01:03):
los ricos gastan en una hospitalidad sin lujo y una
liberalidad sin ostentación. Pero estos son, como he explicado en
ese mismo libro, unos gastos por los cuales no es
probable que la gente se arruine. El extenso periodo durante
el cual las fincas proseguían bajo la misma familia entre
nuestros antepasados feudales demuestra claramente la disposición general de la
(07:01:25):
gente a ajustar sus gastos a sus ingresos. En realidad,
casi no podían hacer otra cosa que atesorar cualquier dinero
que ahorrasen. El comercio no era una actividad bien vista
en un caballero y todavía menos el prestar dinero a interés,
algo que entonces estaba considerado usura y prohibido por la ley.
La misma disposición a ahorrar y atesorar que mostraban los
(07:01:48):
súbditos la tenía el soberano. En un país comercial donde
abunden lujos costosos de todo tipo el soberano, igual que
casi todos los grandes propietarios de sus dominios, gasta naturalmente
buena parte de su ingreso en la adquisición de esos lujos.
Su gasto normal llega a ser igual que su ingreso normal,
y será una suerte si no lo supera frecuentemente. La
(07:02:11):
acumulación de tesoros deja de ser posible y cuando exigencias
extraordinarias reclaman gastos extraordinarios, deberá necesariamente acudir a sus súbditos
en busca de ayuda. El actual y el último rey
de Prusia son los únicos grandes príncipes de Europa que
desde la muerte de Enrique IV de Francia se supone
que han amasado una fortuna considerable. La frugalidad que conduce
(07:02:33):
a la acumulación ha llegado a ser tan rara en
los estados republicanos como en los monárquicos. Las repúblicas italianas,
las provincias unidas de Holanda, todas están endeudadas. El cantón
de Berna es la única república de Europa que ha
acumulado un tesoro apreciable, las otras repúblicas suizas no lo
han hecho. El apego por alguna suerte de pompa, o
(07:02:55):
al menos por edificios espléndidos y otros adornos públicos, prevalece
a menudo tanto en la aparente sobriedad de la Cámara
de Senadores de una pequeña república como en la corte
disipada del más grande de los reyes. La falta de
frugalidad en tiempos de paz impone la necesidad de contraer
deudas en tiempos de guerra. Cuando estalla la guerra no
(07:03:16):
hay en el tesoro más dinero que el requerido para
hacer frente al gasto normal del gobierno durante la paz.
En la guerra la defensa del Estado exige un gasto
tres o cuatro veces superior y por tanto un ingreso
tres o cuatro veces superior al ingreso en tiempos de paz.
Aun suponiendo que el soberano tuviese los medios, que casi
nunca los tiene, para aumentar su ingreso en proporción al
(07:03:39):
aumento del gasto, la recaudación impositiva que daría lugar a
este ingreso incrementado no ingresará en el Tesoro hasta 10 meses
o un año después de establecidos los impuestos. Ante un
peligro inmediato se debe incurrir en un gasto inmediato y enorme,
que no puede esperar a los rendimientos lentos y graduales
de los nuevos impuestos. En tal situación el Estado no
(07:04:01):
tiene más recurso que el endeudamiento. La misma etapa comercial
de la sociedad que por acción de causas morales lleva
así al Estado a la necesidad de endeudarse, genera en
los súbditos tanto la capacidad como la inclinación a prestarle.
En un país donde abundan los comerciantes y los industriales
necesariamente abundan las personas que en cualquier momento tienen el
(07:04:22):
poder de adelantar una caudalosa suma de dinero al gobierno,
si así lo deciden. De ahí la capacidad de prestar
que tienen los súbditos de un Estado comercial. El comercio
y la industria rara vez florecen durante mucho tiempo en
un Estado que no disfruta de una administración regular de
la justicia, donde el pueblo no se siente seguro en
la posesión de sus propiedades, donde el cumplimiento de los
(07:04:45):
contratos no está amparado por la ley, y donde la
autoridad del Estado no se ocupa regularmente de obligar a
que paguen sus deudas todos aquellos que pueden pagarlas. En suma,
el comercio y la industria no pueden progresar en ningún
Estado donde no haya un cierto grado de confianza en
la justicia. La misma confianza que predispone a los grandes
(07:05:05):
comerciantes e industriales en condiciones normales a confiar sus propiedades
a la protección del Estado, los predispone en circunstancias extraordinarias
a confiarle al Estado el uso de sus propiedades. Al
prestar dinero al gobierno ni por un momento disminuyen su
capacidad de llevar adelante su comercio o su industria. Al contrario,
(07:05:25):
habitualmente la aumentan. La necesidad hace que el Estado en
la mayoría de las ocasiones esté dispuesto a pedir prestado
en términos sumamente ventajosos para el prestamista. La seguridad que
otorga al acreedor original es transferible a cualquier otro acreedor,
y a partir de la confianza universal en la justicia
estatal los títulos generalmente se venden en el mercado por
(07:05:47):
más que su valor de emisión. El comerciante o persona
acaudalada gana dinero cuanto le presta al Estado, y en
vez de disminuir su capital de giro lo aumenta. De
ahí la inclinación o disposición a prestar de los súbditos
de un Estado comercial. El gobierno de un Estado de
esa clase confía en esta capacidad y disposición de sus
(07:06:07):
súbditos a prestarle dinero en coyunturas extraordinarias. Sabe que puede
contar con la posibilidad de endeudarse, y por tanto se
considera libre del deber de ahorrar. En una etapa ruda
de la sociedad no hay grandes capitales comerciales e industriales.
Los individuos que atesoran todo el dinero que ahorran y
que ocultan su tesoro lo hacen porque desconfían en la
(07:06:30):
justicia del gobierno. En tal estado de cosas habrá muy
pocas personas capaces de prestar dinero al gobierno ante necesidades
extraordinarias y ninguna dispuesta a hacerlo. El soberano percibe que
deberá hacer frente a esas exigencias mediante el ahorro, puesto
que el endeudamiento le resultará absolutamente imposible. Esta percepción estimula
(07:06:52):
aún más su disposición natural a ahorrar. La evolución de
las enormes deudas que oprimen hoy a todas las grandes
naciones de Europa, y que a largo plazo probablemente las arruinen,
ha sido bastante uniforme. Las naciones, como las personas privadas,
han empezado a pedir prestado generalmente contra lo que podría
llamarse el crédito personal, sin garantizar o hipotecar ningún fondo
(07:07:15):
específico para el pago de la deuda. Cuando este recurso
ha fallado, han procedido a endeudarse contra la garantía o
hipoteca de fondos determinados. La llamada deuda flotante o no
consolidada de Gran Bretaña se contrajó por la primera de
esas vías. Consiste en parte en una deuda que no
paga o se supone que no paga interés, y que
(07:07:36):
se parece a las deudas de un ciudadano privado que
toma dinero a cuenta, y en parte en una deuda
que paga interés, y que se parece a la que
contrae un particular que firma una letra o pagaré. Las
letras del tesoro son deudas de este segundo tipo. El
Banco de Inglaterra, sea porque voluntariamente descuenta esas letras a
(07:07:56):
su valor de mercado o porque acuerda con el gobierno
el hacer circular letras de tesoro, es decir, rescatarlas a
la par y pagar el interés correspondiente, sostiene su valor
y facilita su circulación, y por eso permite con frecuencia
al gobierno incurrir en una muy cuantiosa deuda de este tipo.
Cuando se agota esta fuente y la obtención de dinero
(07:08:16):
requiere garantizar o hipotecar una rama concreta del ingreso público
para pagar la deuda, el gobierno lo ha hecho de
dos formas distintas. A veces ha estipulado esta vinculación o
hipoteca sólo por un periodo breve de tiempo, un año
o dos, por ejemplo, y a veces lo ha hecho
a perpetuidad. En un caso se suponía que el fondo
(07:08:36):
era suficiente para pagar en ese plazo limitado tanto el
principal como el interés de la deuda. En el otro
se suponía que era suficiente sólo para pagar el interés,
o una anualidad perpetua equivalente al interés, y el gobierno
tenía la opción libre de amortizar esta anualidad en cualquier momento,
pagando el principal de la deuda. Cuando se consigue dinero
(07:08:57):
por la primera vía se dice que es un anticipo,
y cuando se consigue por la segunda, que es una
deuda perpetua. En Gran Bretaña los impuestos anuales sobre la
Malta y sobre la tierra se anticipan regularmente todos los
años en virtud de una cláusula de préstamos que se
incluye siempre en las leyes que los establecen. El Banco
de Inglaterra generalmente adelanta las sumas que se esperan recaudar
(07:09:20):
con esos impuestos a un interés que desde la Revolución
ha oscilado entre el 8 y el 3 por ciento, y cobra
gradualmente conforme se van recaudando. Si existe un déficit, lo
que siempre ocurre, se financia con los ingresos del año siguiente. Así,
la única rama importante de los ingresos públicos que no
está hipotecada se gasta regularmente antes de ser recaudada. Igual
(07:09:45):
que un despilfarrador irresponsable, cuyas necesidades imperiosas no permiten que
aguarde hasta el pago regular de su ingreso, la práctica
habitual del Estado es pedir prestado a sus propios representantes
y agentes, y pagar interés por el uso de su
propio dinero. En el reinado del rey Guillermo y durante
buena parte del de la reina Ana, antes de que
(07:10:05):
nos hubiésemos familiarizado tanto como ahora con el recurso de
la deuda perpetua, el grueso de los nuevos impuestos se
establecían sólo durante un breve periodo de tiempo, no más
de cuatro, cinco, seis o siete años. Y una gran
parte de los créditos concedidos cada año consistía en préstamos
sobre anticipos de la recaudación de esos impuestos. Como la
(07:10:26):
recaudación resultó con frecuencia insuficiente para pagar en el plazo
estipulado el principal y el interés del dinero pedido en préstamo,
surgieron los déficits y fue necesario prolongar el plazo para enjugados.
Como consecuencia de diversas leyes, la mayoría de los impuestos
que antes habían sido establecidos sólo durante unos pocos años
se convirtieron en permanentes, con objeto de pagar no el
(07:10:49):
capital sino sólo el interés del dinero que había sido
tomado en préstamo sobre los mismos en diversos anticipos sucesivos.
Si el dinero no hubiese sido obtenido más que mediante anticipos,
el transcurso de pocos años habría bastado para liberar a
los ingresos públicos, sin necesidad de ninguna atención del gobierno,
salvo la de no sobrecargar el fondo con más deuda
(07:11:11):
de la que podía pagar en el plazo fijado, y
la de no pedir un segundo anticipo antes de que
hubiese vencido el primero. Pero casi todos los gobiernos europeos
han sido incapaces de estas atenciones. A menudo han sobrecargado
el fondo incluso con el primer anticipo, y cuando esto
no sucedió, en general se ocuparon de sobrecargarlo mediante un
(07:11:32):
segundo y un tercer anticipo formalizados antes del vencimiento del primero.
De esta manera, el fondo llegó a ser totalmente insuficiente
para pagar el principal y el interés del dinero tomado
en préstamo sobre el mismo, con lo que fue necesario
cargarlo sólo con el pago de los intereses, o de
una anualidad perpetua equivalente al interés, y esos imprevisores anticipos
(07:11:54):
dieron lugar a la más ruinosa práctica de la financiación perpetua.
Pero aunque esta práctica traslada el rescate de los ingresos
públicos desde una fecha fija a una tan indefinida que
probablemente no llegue jamás, como a través de ella se
puede obtener una suma mayor que mediante la vieja estrategia
de los anticipos, una vez que los hombres se familiarizaron
con la deuda perpetua, ella ha sido universalmente preferida cuando
(07:12:18):
se plantean agudas exigencias al Estado. El interés principal de
los que se ocupan de la administración pública siempre es
resolver los problemas del presente, la solución futura de la
hacienda pública es algo que dejan para la posteridad. Dado
que los gastos normales de la mayor parte de los
estados modernos en tiempos de paz son iguales o casi
(07:12:38):
iguales a sus ingresos normales, cuando estalla la guerra ni
quieren ni pueden incrementar sus ingresos en proporción al incremento
de sus gastos. No quieren hacerlo por temor a la
reacción del pueblo, que puede sentir pronto aversión hacia la
guerra si se produce un aumento de impuestos abultado y súbito,
y no pueden porque no saben qué impuestos serán suficientes
(07:12:58):
para recaudar el ingreso que necesitan. La facilidad del endeudamiento
los libera de la incómoda situación a que esa falta
de capacidad y de voluntad conduciría en otro caso. El
endeudamiento les permite, con un aumento muy moderado en los impuestos,
recaudar de año a año el dinero suficiente para financiar
la guerra, y mediante la práctica de la deuda perpetua
(07:13:20):
pueden obtener anualmente la máxima suma posible de dinero con
el mínimo aumento posible de impuestos. En los grandes imperios
hay mucha gente que vive en la capital y las
provincias alejadas del campo de batalla para la que la
guerra no representa molestia alguna. Están tranquilos y disfrutan leyendo
en los periódicos sobre las hazañas de sus flotas y ejércitos.
(07:13:41):
Para ellos esta diversión compensa la pequeña diferencia entre los
impuestos que pagan a causa de la guerra y los
impuestos a que estaban acostumbrados en tiempos de paz. Es
normal que se disguste en cuanto llega la paz, porque
acaba con su diversión y con mil visionarias esperanzas de
conquistas y glorias nacionales a cosechar si la guerra se
hubiese prolongado más. El apenimiento de la paz rara vez
(07:14:04):
les aligera de la mayor parte de los impuestos establecidos
durante la guerra. Estos han quedado hipotecados para pagar el
interés de la deuda contraída para financiarla. Si el antiguo
ingreso más los nuevos impuestos produce un superávit, después de
pagar el interés de dicha deuda y los gastos públicos corrientes,
quizás se pueda convertir en un fondo de amortización para
(07:14:26):
liquidar la deuda. Pero en primer lugar este fondo de amortización,
incluso suponiendo que no se destine a ningún otro objetivo,
es totalmente insuficiente para pagar toda la deuda contraída durante
la guerra en el transcurso de ningún periodo durante el
cual puede razonablemente esperarse que dure la paz, y en
segundo lugar, el fondo es casi siempre empleado para otros objetivos.
(07:14:50):
Incluso en la paz más absoluta tienen lugar acontecimientos que
exigen un gasto extraordinario, y al gobierno siempre le convendrá
sufragar este gasto desviando de su finalidad al fondo de
amortización que imponiendo nuevos tributos. El pueblo siente inmediatamente, en
mayor o menor medida, el efecto de cualquier nuevo impuesto.
(07:15:10):
Siempre levanta murmuraciones y suscita críticas. Cuanto más se multiplican
los impuestos, cuanto mayores sean las cuotas que pagan los
diversos objetos imponibles, más agudas son las protestas populares ante
cualquier nuevo impuesto, y más difícil resulta tanto el encontrar
objetos imponibles nuevos como el elevar mucho las tarifas que
ya pagan los antiguos. Pero una suspensión momentánea del pago
(07:15:33):
de la deuda no es percibida inmediatamente por el pueblo,
y no da lugar a murmuraciones ni críticas. El tomar
en préstamo del fondo de amortización es siempre una medida
obvia y sencilla para salir de un apuro. Cuanto más
se han acumulado las deudas públicas, cuanto más urgente resulta
el estudiar la forma de reducirlas, cuanto más peligroso y
(07:15:54):
ruinoso es el desvío de cualquier fracción del fondo de amortización,
menos probable resulta que la deuda pública sea reducida en
un grado significativo. Y más probable y más inevitable resulta
que el fondo de amortización sea desviado para financiar los
gastos públicos extraordinarios que tienen lugar en tiempos de paz.
Cuando una nación ya está sobrecargada con impuestos, lo único
(07:16:17):
que puede inducir al pueblo a someterse con tolerante paciencia
a un nuevo impuesto son las necesidades derivadas de una
nueva guerra, la animosidad de la venganza nacional o la
inquietud por la seguridad nacional. De ahí el habitual desvío
del fondo de amortización. En Gran Bretaña, desde el momento
en que recurrimos por vez primera al ruinoso expediente de
(07:16:38):
la deuda perpetua, la reducción de la deuda pública en
tiempos de paz jamás ha guardado ninguna proporción con su
acumulación en tiempos de guerra. La nueva deuda que probablemente
será contraída antes del final de la próxima campaña puede
que sea casi igual al conjunto de toda la vieja
deuda que ha podido ser liquidada mediante el ahorro del
ingreso corriente del Estado. Por lo tanto, el suponer que
(07:17:01):
la deuda pública puede ser amortizada por completo a través
del ahorro que se pueda realizar con los actuales ingresos
públicos es una absoluta quimera. Un autor ha planteado que
los fondos públicos de las diversas naciones endeudadas de Europa
son la acumulación de un gran capital añadido al capital
restante del país, con lo que el comercio se extiende,
(07:17:21):
la industria se multiplica y las tierras se cultivan y
mejoran mucho más que lo que sería posible sólo con
este capital restante. Él no se da cuenta de que
el capital que los primeros acreedores públicos adelantaron al gobierno
fue desde el momento mismo en que lo adelantaron equivalente
a una cierta porción del producto anual desviado desde la
función de capital hacia la función de ingreso, desde el
(07:17:43):
mantenimiento de trabajadores productivos hacia el de trabajadores improductivos y
destinado a ser gastado y despilfarrado sin esperanza alguna de
reproducción futura. Es verdad que a cambio del capital que
adelantaron obtuvieron una anualidad en los fondos públicos que en
la mayoría de los casos fue de un valor superior.
Es indudable que esta anualidad les repuso su capital y
(07:18:05):
permitió que desarrollaran sus actividades y negocios en el mismo
nivel que antes o quizás en uno más alto, es decir,
pudieron pedir prestado a otras personas un capital nuevo contra
el crédito de esa anualidad, o pudieron comprar un nuevo
capital propio vendiendo esa anualidad a otras personas, un capital
igual o mayor que el que habían adelantado al gobierno.
(07:18:26):
Ahora bien, este nuevo capital que ellos compraron o pidieron
prestado debía estar ya en el país y estaría invertido
como todos los capitales en el mantenimiento de trabajo productivo.
Cuando llegó a las manos de aquellos que habían adelantado
su dinero al gobierno, aunque en algún aspecto era para
ellos un capital nuevo, no lo era para el país.
Era sólo un capital retirado de ciertas inversiones para ser
(07:18:49):
destinado a otras. Aunque les repuso lo que habían adelantado
al gobierno, no se lo repuso al país. Si no
se lo hubiesen prestado al gobierno, habría habido en el
país dos capitales, dos porciones del producto anual invertidas en
sostener trabajo productivo, y no una. Cuando para pagar el
gasto público se recauda un ingreso durante el año a
(07:19:11):
partir de impuestos no hipotecados, una cierta fracción del ingreso
de los particulares se desvía del mantenimiento de una clase
de trabajo improductivo al mantenimiento de otra. Es claro que
una parte de lo que pagan por esos impuestos podría
haber sido acumulada en un capital y consiguientemente invertida en
el sostén de trabajo productivo, pero la mayor parte probablemente
(07:19:32):
se habría gastado y habría sido así invertida en el
mantenimiento de trabajo improductivo. Cuando el gasto público es financiado
de esta forma, ello indudablemente impide en cierto grado la
acumulación ulterior de nuevo capital, pero no ocasiona necesariamente la
destrucción de ningún capital existente. Cuando el gasto público es
financiado mediante deuda perpetua, es sufragado mediante la destrucción anual
(07:19:56):
de algún capital que existía antes en el país, por
la desviación dañina de una fracción del producto anual que
se destinaba con anterioridad a la manutención de trabajo productivo
hacia la de trabajo improductivo. Pero como en este caso
los impuestos son más moderados que lo que habrían sido
si se hubiese recaudado en el año el ingreso necesario
para hacer frente al mismo gasto, el ingreso privado de
(07:20:18):
las personas es por necesidad menos grabado y en consecuencia
su capacidad de ahorrar y acumular una parte de dicho
ingreso en un capital es mucho menos obstruida. Si la
deuda perpetua destruye más capital existente, al mismo tiempo es
un obstáculo menor para la acumulación o adquisición de un
capital nuevo que el que representa la financiación del gasto
(07:20:38):
público mediante un ingreso recaudado durante el año. Con el
sistema de la deuda, la frugalidad y el esfuerzo de
los ciudadanos pueden reparar más fácilmente las brechas que el
despilfarro y la extravagancia del gobierno puedan producir en el
capital general de la sociedad. Ahora bien, el sistema de
endeudamiento tiene esta ventaja con respecto al otro sólo mientras
(07:20:59):
dure la guerra. Si el gasto de la guerra fuese
sufragado siempre mediante un ingreso recaudado durante el año, los
impuestos de los que provendría ese ingreso extraordinario no durarían
más que la guerra. La capacidad de los ciudadanos para acumular,
aunque sería menor durante la guerra, sería mayor durante la
paz que bajo el sistema del endeudamiento. La guerra no
(07:21:21):
daría lugar necesariamente a la destrucción de ningún capital antiguo
y la paz ocasionaría la acumulación de mucho más capital nuevo.
Las guerras serían en general concluidas más rápidamente y se
declararían con menos facilidad. Además, cuando el endeudamiento adquiere cierto desarrollo,
la multiplicación de impuestos que acarrea a veces menoscaba la
(07:21:43):
capacidad de los ciudadanos para acumular incluso en tiempos de
paz tanto como el otro sistema lo hace en tiempos
de guerra. El ingreso privado de los ciudadanos de Gran
Bretaña está tan sobrecargado en épocas de paz y su
capacidad de acumulación tan obstruida como lo estarían en tiempos
de la más costosa de las guerras, si nunca se
hubiese adoptado el funesto sistema del endeudamiento. Se ha dicho
(07:22:05):
que el pago del interés de la deuda pública es
como si la mano derecha le pagara a la izquierda.
El dinero no sale del país. Es sólo una parte
del ingreso de un conjunto de habitantes que se transfiere
a otro, y la nación no resulta con ello empobrecida
ni en un cuarto de penique. Esta apología se basa
totalmente en la sofistería del sistema mercantil. Supone que toda
(07:22:29):
la deuda pública está en manos de los habitantes del país,
lo que no es cierto, pero aunque lo fuera no
sería por ello menos perniciosa. Las dos fuentes originales del
ingreso público y privado son la tierra y el capital.
El propietario de tierra está interesado, en aras de sus
propios ingresos, en mantener su finca en las mejores condiciones.
(07:22:51):
Pero debido a los diversos impuestos sobre la tierra el
ingreso del terrateniente puede ser tan disminuido, y debido a
diversos aranceles sobre los bienes necesarios y convenientes para la
vida su ingreso disminuido puede tener un valor real tan
pequeño que puede verse imposibilitado de acometer o mantener costosas mejoras,
y la agricultura del país deberá inevitablemente decaer. Cuando debido
(07:23:14):
a los distintos impuestos sobre las cosas necesarias y convenientes
para la vida los dueños e inversores del capital comprueban
en un país determinado que cualquier ingreso que de él
derivan no compra la misma, cantidad de esos bienes que
un mismo ingreso puede comprar en otros países estarán dispuestos
a trasladarse a algún otro lugar. Y cuando para recaudar
(07:23:34):
esos impuestos la mayoría de los comerciantes e industriales, es decir,
todos o la mayoría de los inversores de los grandes capitales,
resultan expuestos a las mortificantes y vejatorias inspecciones de los recaudadores,
esta disposición a marcharse se transformará pronto en una marcha efectiva.
La actividad del país necesariamente se resentirá con la pérdida
(07:23:55):
del capital que la sostenía y la ruina del comercio
y la industria seguirá a la decadencia de la agricultura.
La transferencia desde los propietarios de esas dos grandes fuentes
del ingreso, la tierra y el capital, desde las personas
directamente interesadas en las buenas condiciones de cada porción concreta
de tierra, y en la buena administración de cada porción
(07:24:16):
concreta de capital, hasta otro conjunto de personas, los acreedores públicos,
que no tienen esos intereses concretos. De la mayor parte
de sus ingresos debe ocasionar a largo plazo tanto el
abandono de la tierra como la liquidación o fuga del capital.
La práctica del endeudamiento ha debilitado gradualmente a todos los
(07:24:36):
estados que la han adoptado. Las precursoras fueron las repúblicas italianas.
Génova y Venecia, las únicas dos que tienen pretensiones de
una existencia independiente, se han visto debilitadas por ella. España
parece haber aprendido el sistema de las repúblicas italianas y,
sus impuestos son probablemente menos sensatos que los de ellas,
(07:24:58):
ha sido aún más debilitada, en proporción a su fuerza natural.
Las deudas de España son muy antiguas. El país se
hallaba profundamente endeudado antes de finalizar el siglo XVII, unos 100
años antes de que Inglaterra debiese un solo chelín. Francia,
a pesar de sus recursos naturales, languidece bajo una pesada
(07:25:19):
carga de similares características. La República de las Provincias Unidas
está tan debilitada por sus deudas como Génova o Venecia.¿
Puede ser totalmente inocua para Gran Bretaña una política que
ha arrastrado a todos los demás países a la debilidad
o la desolación? Podría argumentarse que los sistemas fiscales de
esos países son peores que el inglés. Así lo creo.
(07:25:44):
Pero hay que recordar que cuando el gobierno más sabio
agota todos los objetos imponibles correctos, en casos de apremiante
necesidad deberá recurrir a los incorrectos. la sabia República de
Holanda ha echado mano en ocasiones de impuestos tan inconvenientes
como la mayoría de los españoles. Ha comenzado otra guerra
antes de que se pudiese rescatar de manera apreciable el
(07:26:05):
ingreso público y al llegar a ser tan costosa como
la última guerra, puede desembocar por necesidad irresistible en un
sistema fiscal británico tan opresivo como el de Holanda o
incluso como el de España. Es verdad y honra a
nuestro actual sistema impositivo el que hasta ahora haya provocado
tan pocos problemas a la actividad económica que durante el
transcurso de las guerras más costosas la frugalidad y buena
(07:26:29):
conducta individuales han sido capaces, mediante el ahorro y la acumulación,
de reparar todas las brechas que el derroche y la
profusión del gobierno ha ocasionado en el capital general de
la sociedad. Gran Bretaña parece soportar con facilidad una presión
fiscal que nadie habría predicho que podría soportar hace medio siglo.
(07:26:49):
Pero no vayamos por Dios a concluir apresuradamente que es
capaz de soportar cualquier carga, y ni siquiera confiemos demasiado
en que pueda aguantar sin una notable penuria una presión
ligeramente superior a la que ya tiene sobre sí. Una
vez que las deudas públicas han alcanzado un cierto nivel,
creo que no hay ni un solo caso en que
hayan sido pagadas de forma honesta y completa. La liberación
(07:27:12):
de los ingresos públicos, si es que se ha producido,
siempre ha ocurrido mediante una quiebra, a veces declarada y
siempre efectiva, aunque frecuentemente mediante un pago simulado. La medida
más habitual para disfrazar la quiebra de la hacienda pública
a través de un pago simulado ha sido la elevación
de la denominación de la moneda. Por ejemplo, si por
(07:27:33):
ley del Parlamento o proclama real el valor nominal de
seis peniques se eleva a un chelín, y el de
veinte piezas de seis peniques a una libre esterlina, la
persona que bajo la antigua denominación había pedido prestados veinte chelines,
o casi cuatro onzas de plata, puede con la nueva
denominación pagarlos con veinte monedas de seis peniques, o algo
menos de dos onzas. Una deuda pública de unos 128 millones,
(07:27:58):
más o menos el capital de la deuda consolidada y
no consolidada de Gran Bretaña, podría de esta forma ser
pagada con unos 64 millones de nuestra moneda actual. Sería evidentemente
sólo un pago simulado, y los acreedores del Estado serían
en realidad estafados en 10 chelines por cada libra que se
les debía. Un pago simulado de esta clase. extiende la
(07:28:22):
calamidad a un notable número de otras personas inocentes. Da
lugar a una subversión generalizada y sumamente perniciosa de las
fortunas privadas, en la mayoría de los casos enriquece al
deudor ocioso y despilfarrador a expensas del acreedor trabajador y frugal,
y transfiere una gran parte del capital nacional desde las
manos que probablemente lo acrecentarían y mejorarían hacia las que
(07:28:44):
probablemente lo disiparán y destruirán. Cuando llega a ser necesario
que un Estado se declare en quiebra, exactamente igual que
cuando ocurre lo mismo con una persona, lo que resulta
menos deshonroso para el deudor y menos perjudicial para el
acreedor es una quiebra honesta, abierta y declarada. Se protege
muy poco el honor del Estado cuando para tapar la
(07:29:05):
desgracia de una quiebra real se recurre a un truco
de prestidigitación como ese, que se descubre tan fácilmente y
resulta tan extremadamente pernicioso. Pero todos los estados, antiguos y modernos,
cuando se han visto ante esa necesidad, han recurrido en
alguna ocasión a dicha estratagema. Con medidas como esa creo
(07:29:25):
que las monedas de todas las naciones han visto su
valor original gradualmente reducido cada vez más y la misma
suma nominal ha pasado paulatinamente a contener una cantidad de
plata cada vez menor. Con el mismo objetivo, las naciones
han adulterado en ocasiones la ley de sus monedas, es
decir han introducido una cantidad mayor de aleación
Speaker 4 (07:29:51):
Una elevación
Speaker 2 (07:29:52):
directa de la denominación de la moneda siempre es, y
por su naturaleza debe ser, una operación abierta y declarada.
Con ella se denomina a piezas de un peso y
volumen menor como antes se llamaba a piezas de un
peso y volumen mayor. La adulteración de la ley, por
el contrario, ha sido por regla general una operación disimulada.
(07:30:13):
Ambas medidas son injustas. Pero un aumento en el valor
nominal es una injusticia manifiesta, mientras que una adulteración es
una injusticia traicionera y fraudulenta. Por eso esta última operación,
tan pronto como es descubierta y jamás puede ser disimulada
durante mucho tiempo, siempre ha suscitado más indignación que la primera.
(07:30:34):
Después de haberse aumentado considerablemente su valor nominal, rara vez
la moneda vuelve a su peso anterior, pero después de
las más grandes adulteraciones casi siempre ha sido restaurada a
su ley anterior. Casi nunca hubo otra forma de aplacar
la furia y la indignación del pueblo. Parece completamente inútil
esperar que el ingreso público de Gran Bretaña pueda ser
(07:30:56):
completamente liberado o que se avance notablemente en su liberación,
mientras el superávit del ingreso sobre el gasto anual en
tiempos de paz sea tan pequeño. Es evidente que esa
liberación jamás tendrá lugar si no se produce un aumento
muy considerable en el ingreso público o una disminución igualmente
considerable en el gasto público. Un impuesto sobre la tierra
(07:31:18):
más equitativo, un impuesto más equitativo sobre la renta de
las casas y las reformas sugeridas en el capítulo anterior
en el sistema actual de aduanas y sisas quizás puedan,
sin incrementar la presión fiscal sobre la mayoría de la
población sino sólo distribuyendo las cargas más equitativamente sobre el conjunto,
generar un aumento considerable en los ingresos. pero ni el
(07:31:40):
más iluso de los proyectistas fantasearía con que un aumento
de esta naturaleza podría permitir abrigar esperanzas razonables de liberar
completamente a los ingresos públicos, y ni siquiera de avanzar
tanto en su liberación en tiempos de paz como para
prevenir o compensar la ulterior acumulación de deuda pública en
la próxima guerra. se podría conseguir un incremento mucho mayor
(07:32:01):
en el ingreso mediante la extensión del sistema fiscal británico
a todas las diversas provincias del imperio pobladas por gente
de origen británico o europeo. Pero es posible que esto
no pueda lograrse de forma coherente con los principios de
la Constitución británica sin admitir en el Parlamento británico, o
si se quiere en los estados generales del Imperio británico,
(07:32:22):
a una representación justa y equitativa de todas esas provincias,
y que la de cada provincia guarde la misma proporción
con el producto de sus impuestos como la representación de
Gran Bretaña guarda con el producto de los impuestos recaudados
en Gran Bretaña. los intereses privados de muchos individuos poderosos,
los prejuicios arraigados en grandes núcleos de la población parecen
(07:32:43):
por el momento constituir obstáculos tan agudos para un cambio
tan profundo que parecen difíciles y quizás totalmente imposibles de salvar.
Sin pretender determinar si una unión de ese tipo es
practicable o no, quizás no resulte fuera de lugar en
una obra especulativa como esta el considerar en qué medida
el sistema fiscal británico podría ser aplicable a todas las
(07:33:04):
distintas provincias del imperio, qué ingresos podrían esperarse si se aplicara,
y de qué manera una unión general de esa naturaleza
podría afectar la felicidad y prosperidad de las diversas provincias
que la integrasen. Esta especulación podría en el peor de
los casos ser considerada como una nueva utopía, ciertamente menos
entretenida pero no más inútil ni quimérica que la antigua.
(07:33:27):
Las cuatro ramas principales de la fiscalidad británica son el
impuesto sobre la tierra, los impuestos de timbre y los
distintos derechos de aduana y sisa. Irlanda es ciertamente tan
capaz como Gran Bretaña-Bajo de pagar un impuesto sobre la
tierra y nuestras plantaciones de América y las Indias Occidentales
lo son todavía más. Es claro que los impuestos de
(07:33:49):
timbre podrían ser aplicados sin variación alguna en todos los
países con los mismos o casi los mismos procedimientos legales
y contratos de transferencia de propiedades reales y personales. La
extensión de la legislación aduanera británica a Irlanda y las plantaciones,
siempre que fuese acompañada, como en justicia debería ser, por
(07:34:09):
una extensión de la libertad de comercio, sería enormemente ventajosa
para ambas. Todas las envidiosas restricciones que hoy oprimen al
comercio de Irlanda, y la distinción entre mercancías enumeradas y
no enumeradas de América, desaparecerían por completo. Los países al
norte del Cabo Finisterre estarían tan abiertos para cualquier fracción
(07:34:30):
de la producción de América como hoy lo están para
algunas partes de la misma los países a sur de
dicho Cabo. El comercio entre todas las diversas partes del
imperio británico llegarían a ser como consecuencia de la uniformidad
en la legislación aduanera tan libres como actualmente es el
comercio de cabotaje de Gran Bretaña. El imperio británico sería
(07:34:50):
en sí mismo un inmenso mercado interno para cualquier parte
de la producción de todas sus provincias. Una extensión del
mercado tan vasta pronto compensaría a Irlanda y a las
plantaciones de todo lo que pudiesen sufrir por el incremento
de los aranceles de aduanas. Los derechos de CISA son
la única parte del sistema fiscal británico que debería ser
(07:35:11):
modificada en algún aspecto para ser aplicada a las diferentes
provincias del imperio. Se podrían aplicar a Irlanda sin cambio alguno,
la producción y el consumo de ese reino son exactamente
de la misma naturaleza que los de Gran Bretaña. Pero
alguna modificación sería necesaria en su aplicación a América y
las Indias Occidentales, cuya producción y consumo son tan diferentes
(07:35:33):
de las británicas. Sería completamente imposible calcular con una precisión
razonable cuál podría ser el ingreso que este sistema impositivo
podría generar si se extendiese a todas las provincias del imperio.
En Gran Bretaña, el sistema recauda anualmente más de 10 millones
sobre menos de 8 millones de personas. Irlanda tiene 2 millones de
(07:35:56):
habitantes y según las informaciones presentadas al Congreso las 12 provincias
asociadas de América tienen más de 3. Pero esos datos pueden
haber sido exagerados, quizás para animar a su propia población
o para intimidar a la nuestra, con lo que supondremos
que nuestras colonias de América del Norte y las Indias
Occidentales en conjunto no cuentan con más de 3 millones de habitantes, así,
(07:36:18):
el Imperio Británico como un todo, en Europa y América,
no tiene más de 13 millones de habitantes. Si sobre una
población de menos de 8 millones este sistema impositivo recauda más
de 10 millones de libras esterlinas, sobre 13 millones debería recaudar más
de 16 millones 250 mil libras esterlinas. De este ingreso, suponiendo que
(07:36:41):
el sistema pudiese conseguirlo, habría que deducir el ingreso normalmente
recaudado en Irlanda y las plantaciones para sufragar el gasto
de sus respectivos gobiernos civiles. El gasto del gobierno civil
y militar de Irlanda junto con el interés de la
deuda pública suma, como media de los dos años anteriores
a marzo de 1775, algo menos de 750.000 libras por año. Según
(07:37:06):
una contabilidad muy precisa, el ingreso de las principales colonias
de América y las Indias Occidentales alcanzaba, antes del comienzo
de los disturbios actuales, las 141.800 libras. Estas cuentas omiten, sin embargo,
el ingreso de Maryland, de Carolina del Norte, y de
todas nuestras conquistas recientes en el continente y las islas,
(07:37:29):
lo que quizás represente 30 o 40 mil libras. Por lo tanto,
en números redondos, podemos suponer que el ingreso necesario para
mantener los gobiernos civiles de Irlanda y las plantaciones es
de un millón de libras. Quedaría en consecuencia un ingreso
de 15 millones 250 mil libras a ser destinadas a sufragar el
(07:37:49):
gasto general del imperio y el pago de la deuda pública.
Pero si del ingreso actual de Gran Bretaña se puede
apartar en tiempos de paz un millón para pagar dicha deuda,
de ese ingreso aumentado se podrían apartar 6 millones 250 mil. Este
copioso fondo de amortización, asimismo, podría ser expandido cada año
(07:38:09):
por el interés de la deuda cancelada el año anterior,
y así podría crecer tan rápidamente como para poder en
pocos años liquidar la totalidad de la deuda y restaurar
así completamente el vigor del imperio, actualmente debilitado y languideciente.
Al mismo tiempo el pueblo podría ser aligerado de algunos
de los impuestos más gravosos aplicados sobre los bienes necesarios
(07:38:31):
para la vida o sobre las materias primas para la industria.
Los trabajadores pobres vivirían mejor, trabajarían más barato y enviarían
sus bienes al mercado a un precio menor. La baratura
de sus bienes incrementaría la demanda de los mismos y
en consecuencia la demanda del trabajo de los que los producen.
Este aumento en la demanda de trabajo elevaría el número
(07:38:53):
y mejoraría las condiciones de vida de los trabajadores pobres.
Su consumo aumentaría y con él el ingreso derivado de
todos aquellos artículos que consumen y sobre los que aún
recayecen
Speaker 4 (07:39:03):
impuestos. No es contrario a
Speaker 2 (07:39:12):
la justicia que tanto Irlanda como América contribuyan a pagar
la deuda pública de Gran Bretaña. Dicha deuda ha sido
contraída en apoyo del gobierno establecido por la Revolución, un
gobierno al que los protestantes de Irlanda deben no sólo
la autoridad que hoy ostentan en su propio país sino
toda la seguridad que poseen del respeto a su libertad,
sus propiedades y su religión. Un gobierno al que varias
(07:39:34):
de las colonias de América deben sus actuales estatutos y
por consiguiente su actual constitución, y al que todas las
colonias de América deben la libertad, seguridad y propiedades que
han disfrutado desde entonces. La deuda pública no ha sido
contraída sólo para la defensa de Gran Bretaña sino para
la de todas las provincias del imperio, en particular, la
(07:39:56):
inmensa deuda contraída en la última guerra, y una buena
parte de la que se contrajó en la guerra anterior,
derivaron ambas, hablando propiamente, de la defensa de América. Por
la unión con Gran Bretaña, además del libre comercio, Irlanda
obtendría otras ventajas mucho más importantes y que compensarían con
creces cualquier aumento de impuestos que pudiese acompañar a dicha unión.
(07:40:19):
Mediante la unión con Inglaterra las clases medias y bajas
de Irlanda se libraron totalmente del poder de una aristocracia
que antes siempre las había oprimido. Gracias a una unión
con Gran Bretaña la mayoría del pueblo de todas las
clases de Irlanda se libraría de forma igualmente completa de
una aristocracia mucho más opresiva, una aristocracia no basada, como
(07:40:40):
la de Escocia. En diferencias naturales y respetables de cuna
y fortuna sino en las más odiosas de todas las diferencias,
las de los prejuicios religiosos y políticos, estas diferencias, más
que ninguna otra, estimulan tanto la insolencia de los opresores
como el odio y la indignación de los. oprimidos y
normalmente hacen que los habitantes de un mismo país sean
(07:41:02):
más hostiles entre sí que lo que nunca son los
pueblos de países distintos. Sin una unión con Gran Bretaña
es probable que durante muchas generaciones los habitantes de Irlanda
no se consideren un solo pueblo. Ninguna aristocracia opresiva ha
prevalecido jamás en las colonias. Pero incluso ellas ganarían considerablemente
(07:41:23):
en bienestar y tranquilidad si se unen a Gran Bretaña.
al menos se verían libres de esas facciones rencorosas y
virulentas que son inseparables de las democracias pequeñas y que
con tanta frecuencia dividen los sentimientos de sus pueblos y
perturban la paz de sus gobiernos, que formalmente son casi democráticos.
En el caso de una separación total de Gran Bretaña,
(07:41:45):
algo que si no es prevenido por una unión de
esta clase es muy probable que ocurra, esas facciones serán
diez veces más virulentas que nunca lo han sido. Antes
de estallar los disturbios actuales el poder coercitivo de la
metrópoli siempre fue capaz de impedir que tales banderías desembocasen
en nada peor que la brutalidad y los insultos más groseros.
(07:42:05):
Si ese poder coercitivo desaparece por completo, pronto llegará la
violencia abierta y el derramamiento de sangre. En los grandes
países unidos bajo un gobierno uniforme, el espíritu partidista normalmente
prevalece menos en las provincias remotas que en el centro
del imperio. La distancia entre esas provincias y la capital,
la sede principal de la ambición y los conflictos partidistas,
(07:42:29):
hace que las partes en pugna las tengan menos presentes,
y las vuelve a ellas espectadoras más indiferentes e imparciales
de la conducta de todos. El espíritu de partido prevalece
menos en Escocia que en Inglaterra. En el caso de
una unión prevalecería probablemente menos en Irlanda que en Escocia,
y las colonias probablemente disfrutarían en poco tiempo un grado
(07:42:51):
de concordia y unanimidad desconocido hoy en parte alguna del
imperio británico. Es verdad que Irlanda y las colonias se
verían sometidas a impuestos mayores que en la actualidad. Pero
como consecuencia de una diligente y honrada aplicación de los
ingresos públicos al pago de la deuda pública, la mayor
parte de esos impuestos no perdurarían mucho tiempo, y el
(07:43:12):
ingreso público de Gran Bretaña sería pronto reducido a lo
necesario para mantener una moderada administración en tiempos de paz.
Las adquisiciones territoriales de la Compañía de las Indias Orientales,
que pertenecen por derecho a la corona, es decir, al
Estado y al pueblo de Gran Bretaña, podrían llegar a
ser otra fuente de ingresos quizás más abundante que todas
(07:43:34):
las mencionadas hasta aquí. Se afirma que esos países son
más fértiles, más extensos y en proporción a su extensión
más ricos y más poblados que Gran Bretaña. Para conseguir
de ellos un ingreso mayor es probable que no sea
necesario implantar ningún sistema fiscal nuevo en países que ya
están grabados suficientemente y más que suficientemente. Quizás sea más
(07:43:56):
correcto aligerar y no intensificar la presión fiscal de esas
infelices regiones, y procurar obtener ingresos de ellas no a
través de nuevos impuestos sino impidiendo el fraude y la
mala gestión de la mayor parte de los que pagan actualmente.
Si se comprobase que es impracticable para Gran Bretaña el
conseguir un aumento apreciable de los ingresos a partir de
(07:44:16):
ninguno de los recursos antes mencionados, entonces la única alternativa
que le queda es disminuir sus gastos. En la forma
de recaudar y en la de gastar el ingreso público,
aunque ambas pueden ser mejoradas, Gran Bretaña es al menos
tan eficiente como cualquiera de las naciones vecinas. La administración
militar que mantiene para su propia defensa en tiempos de
(07:44:38):
paz es más modesta que la de ningún otro Estado
europeo que pueda pretender rivalizar con ella en riqueza o poder.
Ninguno de esos campos, por lo tanto, admite una reducción
considerable del gasto. El gasto de la administración de las
colonias en tiempos de paz era, antes del inicio de
los presentes disturbios, muy notable y es un gasto que
(07:44:59):
ciertamente debería ser eliminado totalmente si no se puede obtener
de ellas ingreso alguno. Este gasto permanente en épocas de paz,
aunque es muy abultado, es insignificante en comparación con lo
que nos ha costado la defensa de las colonias en
épocas de guerra. La última guerra, acometida exclusivamente a causa
de las colonias, costó a Gran Bretaña más de 90 millones,
(07:45:22):
como ya ha sido indicado. La guerra con España de 1739
fue emprendida principalmente a causa de las colonias, en ella
y en la guerra con Francia, que fue su consecuencia,
Gran Bretaña gastó más de 40 millones, una gran parte de
las cuales sería justo cargar a las colonias. En esas
dos guerras las colonias costaron a Gran Bretaña mucho más
(07:45:45):
del doble de lo que era la deuda pública al
comienzo de la primera de ellas. De no haber sido
por dichas guerras la deuda podría haber estado y probablemente
de hecho estaría hoy completamente pagada, y de no haber
sido por las colonias la primera de esas guerras podría
no haber sido declarada y la segunda con toda seguridad
no lo habría sido. Todo este gasto fue desembolsado porque
(07:46:07):
se suponía que las colonias eran provincias del Imperio Británico.
Pero unas regiones que no aportan ni ingresos ni fuerza
militar para apoyar al imperio no pueden ser consideradas como provincias.
Quizás puedan ser consideradas como apéndices, como una suerte de
equipo imperial, espléndido y ostentoso. Pero si el imperio no
(07:46:27):
puede hacer frente al gasto de mantener ese equipo debería
prescindir de él, y si no puede aumentar su ingreso
en proporción a su gasto, al menos debería ajustar su
gasto a su ingreso. Si las colonias, a pesar de
su rechazo a someterse a los impuestos británicos, han de
seguir siendo consideradas como provincias del imperio británico, su defensa
(07:46:48):
en una guerra futura podrá costarle a Gran Bretaña tanto
como jamás le costó en guerra alguna en el pasado.
Durante más de un siglo, los gobernantes de Gran Bretaña
han entretenido al pueblo con la fantasía de que poseía
un vasto imperio en la orilla oeste del Atlántico. Pero
este imperio ha existido hasta hoy sólo en la imaginación.
(07:47:08):
Hasta hoy no ha sido un imperio sino un proyecto
de imperio, no una mina de oro sino el proyecto
de una mina de oro, un proyecto que ha costado, cuesta,
y si continúa como hasta ahora probablemente costará una suma
inmensa sin probabilidad alguna de generar ningún beneficio, porque los
efectos del monopolio del comercio colonial, como se ha demostrado,
(07:47:28):
son para el grueso de la población una pura pérdida
en vez de un beneficio. Evidentemente ya es hora de
que nuestros gobernantes hagan realidad ese sueño dorado al que
quizás se han entregado tanto como el pueblo, o que
despierten del sueño ellos mismos y procuren despertar al pueblo.
Si el proyecto no puede ser llevado a cabo, entonces
debe ser abandonado. Si no se puede lograr que cualquier
(07:47:52):
provincia del imperio británico contribuya al sostenimiento de todo el imperio,
está claro que ha llegado el momento de que Gran
Bretaña se libere del gasto de defender a esas provincias
en tiempos de guerra y de sostener cualquier parte de
sus gobiernos civiles o militares en tiempos de paz, y
que en el futuro procure ajustar sus ideas y sus
planes a la mediocridad real de sus circunstancias. Sobre el
(07:48:15):
autor Adam Smith, 1723 a 1790. Economista y filósofo escocés. En la
historia de la economía, es considerado como el mayor exponente
de la economía clásica. Adam Smith basaba su ideario en
el sentido común. Frente al escepticismo, defendía el acceso cotidiano
(07:48:38):
e inmediato a un mundo exterior independiente de la conciencia.
Este pensador escocés creía que el fundamento de la acción
moral no se basa en normas ni en ideas nacionales,
sino en sentimientos universales, comunes y propios de todos los
seres humanos. En 1776, publica La riqueza de las naciones, sosteniendo
(07:48:59):
que la riqueza procede del trabajo de la nación. El
libro fue esencialmente un estudio acerca del proceso de creación
y acumulación de la riqueza, tema ya abordado por los
mercantilistas y fisiócratas, pero sin el carácter científico de la
obra de Smith. Este trabajo obtuvo para él el título
de fundador de la economía porque fue el primer estudio
(07:49:20):
completo y sistemático del tema. Pigeon, casa editorial, presentó La
riqueza de las naciones Autor, Adam Smith
Speaker 6 (07:49:32):
Titulo original, An Inquiry into the Nature and Causes of
the Wealth
Speaker 2 (07:49:38):
of Nations. Adam Smith, 1776. Gracias por escuchar este audiolibro. Esperamos
que lo hayas disfrutado. No olvides presionar el botón de
(07:49:58):
seguir y activar la campanita para que te notifiquemos cada
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