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Speaker 1 (00:00):
Pero la suma nominal que constituye el precio de mercado
de cualquier mercancía está necesariamente regulada no tanto por la
cantidad de plata que según la ley deben contener las
monedas como por la cantidad que según la experiencia contienen realmente.
Esta suma nominal, por consiguiente, es necesariamente mayor cuando la
moneda está envilecida por los recortes y el desgaste que
(00:22):
cuando se aproxima a su valor legal. En el transcurso
del siglo actual, la moneda de plata no ha estado
nunca tan por debajo de su peso legal como lo
está hoy. Pero aunque se haya muy desgastada, su valor
ha sido mantenido gracias al de la moneda de oro
por la cual se cambia. Aunque la moneda de oro,
antes de la última recuñación, estaba también muy envilecida, no
(00:45):
lo estaba tanto como la de plata. En 1695, por el contrario,
el valor de la moneda de plata no fue sostenido
por el de la de oro, y una guinea se
cambiaba entonces habitualmente por 30 chelines de la degradada moneda de plata.
Antes de la última reacuñación del oro, el precio de
la plata en barras rara vez superaba los 5 chelines y 7
(01:07):
peniques la onza, lo que resulta 5 peniques superior al precio
de acuñación. Pero en 1695 el precio normal de la plata
en barras era de 6 chelines y 5 peniques la onza, o
sea 15 peniques por encima del precio de acuñación. Incluso antes
de la última reacuñación del oro, entonces, la moneda, tanto
(01:28):
de oro como de plata, no estaba más del 8%
por debajo de su valor legal, en comparación con la
plata en barras. En 1695, por el contrario, se suponía que
estaba un 25% por debajo de ese valor. Pero a
comienzos del siglo actual, es decir, inmediatamente después de la
(01:48):
gran reacuñación en tiempos del rey Guillermo, la mayoría de
la moneda de plata debió estar más cerca de su
peso legal que hoy. Asimismo, en el curso del presente
siglo no ha habido ninguna gran calamidad pública, como la
guerra civil, que pudiese desalentar los cultivos o interrumpir el
comercio interior del país. Y aunque la prima, que estuvo
(02:09):
en vigor durante la mayor parte de este siglo, debió
inevitablemente subir el precio del cereal algo por encima de
lo que habría sido en las condiciones vigentes del cultivo,
también a lo largo del siglo la prima ha tenido
tiempo suficiente para generar los efectos benéficos que usualmente se
le imputan, como fomentar el cultivo y aumentar así la
cantidad de cereal en el mercado nacional. Así puede suponerse,
(02:32):
bajo los principios de un sistema que examinaré después. que
contribuyó a bajar el precio del cereal de un lado
y a subirlo de otro. Muchos opinan que hizo algo más.
En los 64 primeros años de este siglo, el precio medio
del cuartal de 9 bucels del mejor trigo en el mercado
de Windsor, según las cuentas del Colegio de Eton, fue
(02:54):
de 2 libras 6 y 19 sobre 32 peniques, lo que es cerca de 10
chelines y 6 peniques, o más del 25% más barato de
lo que había sido en los 64 últimos años del siglo pasado,
y cerca de 9 chelines y 6 peniques más barato de lo
que fue durante los 16 años que precedieron a 1636, cuando
(03:16):
se puede conjeturar que el descubrimiento de las ricas minas
de América ejercía su impacto pleno, y como un chelín
más barato de lo que fue en los 26 años anteriores a 1620,
antes de que el descubrimiento tuviese dicho impacto. Según estos cálculos,
el precio medio del trigo de calidad media, durante esos 64
(03:36):
primeros años del siglo presente, fue de cerca de 32 chelines
el cuartal de 8 bucels. El valor de la plata, entonces,
parece haber subido en proporción al del cereal durante el
transcurso del siglo actual, y probablemente había empezado a hacerlo
algún tiempo antes de que concluyese el anterior. En 1687 el
(03:58):
precio del cuartal de nueve bucels del mejor trigo en
el mercado de Windsor era de un libra cinco chelines
dos peniques, el precio más bajo registrado desde 1595. En 1688, el
señor Gregory King, un hombre célebre por sus conocimientos de
estas materias, estimó el precio medio del trigo para el
(04:18):
productor en años de moderada abundancia en tres chelines seis
peniques el bucel, o veintiocho chelines el cuartal. Por precio
del productor entiendo lo que se llama a veces el
precio de contrato, o el precio al que el granjero
acuerda entregar al comerciante una cierta cantidad de trigo durante
un número determinado de años. Como un contrato de este
(04:39):
tipo ahorra al granjero el coste y las molestias de
vender en el mercado, el precio de contrato es generalmente
menor de lo que se supone ha de ser el
precio medio del mercado. Según el señor King el precio
de contrato corriente entonces era de 28 chelines el cuartal en
años de abundancia moderada. Me han confirmado que antes de
la escasez ocasionada por la extraordinaria serie reciente de malas cosechas,
(05:02):
tal era el precio de contrato habitual en los años normales.
En 1688 el Parlamento otorgó la prima sobre la exportación de granos.
Los señores de la tierra, que representaban entonces una proporción
del Parlamento aún superior a la actual, habían advertido que
el precio monetario del cereal estaba bajando. La prima fue
(05:24):
un expediente para elevarlo artificialmente hasta el alto precio al
que a menudo había sido vendido en los tiempos de
Carlos I y Carlos II. Debía por tanto mantenerse hasta
que el precio del trigo subiese hasta 48 chelines el cuartal,
esto es, 20 chelines o 5 diagonal 7 más caro que el que
el señor. King había estimado ese mismo año como el
(05:45):
precio del productor en épocas de moderada abundancia. Si sus
cálculos merecen siquiera una pequeña fracción de la reputación que
han cosechado universalmente, entonces 48 chelines el cuartal era un precio
que salvo en años de extraordinaria escasez resultaba inconcebible en
esos tiempos sin el concurso de una medida como la prima.
(06:06):
Pero el gobierno del rey Guillermo no se hallaba entonces
plenamente estabilizado, y no estaba en condiciones de negar nada
a los propietarios, de quienes en esos mismos momentos estaba
solicitando por vez primera el impuesto anual sobre la tierra.
El valor de la plata relativamente al del cereal, por tanto,
había probablemente subido algo antes de finales del siglo pasado,
(06:27):
y continuó haciéndolo durante buena parte del actual, aunque la
acción necesaria del subsidio debe haber impedido que suba tanto
como hubiese ocurrido en otra circunstancia, dada la situación de
la agricultura. En años de abundancia, y al ocasionar una
exportación extraordinaria, la prima inevitablemente eleva el precio del cereal
por encima del que habría regido en esos años. El
(06:51):
fin declarado de esta medida fue alentar el cultivo al
mantener al precio del trigo incluso en los años de
mayor abundancia. Es verdad que en años de aguda escasez
la prima ha sido generalmente suspendida. Pero debe haber surtido
su efecto sobre los precios aún en muchos de esos años.
Debido a la exportación extraordinaria a que da lugar en
(07:12):
los años de abundancia, debe con frecuencia haber impedido que
la plenitud de un año compensase la escasez de otro. Así,
tanto en tiempos de abundancia como de escasez, el subsidio
aumenta el precio del cereal por encima del que naturalmente
habría existido dadas las condiciones de la agricultura. Si durante
los 64 primeros años de este siglo, entonces, el precio medio
(07:35):
ha sido menor que durante los 64 últimos años del siglo pasado,
debió haber sido en las mismas condiciones de la agricultura
mucho menor de no haber mediado la acción de la prima.
Podría argumentarse que sin el subsidio las condiciones de la
agricultura no habrían sido las mismas. Más adelante explicaré cuáles
son los efectos de esta medida sobre la agricultura del
(07:57):
país cuando trate el caso particular de las primas. Ahora
subrayaré tan sólo que ese aumento en el valor de
la plata con respecto al cereal no se ha limitado
a Inglaterra. ha sido registrado en Francia durante el mismo periodo,
y casi en la misma proporción también, por tres recopiladores
de precios de los granos muy fidedignos, diligentes y laboriosos,
(08:19):
el señor Dupré de S.T. Maur, el señor Mesance y
el autor del ensayo sobre la política de granos. Pero
en Francia la exportación de cereales estuvo prohibida por la
ley hasta 1764, y resulta difícil suponer que casi la misma
disminución en el precio registrada en un país, a pesar
de dicha prohibición, se debió en otro al estímulo extraordinario
(08:41):
a la exportación. Sería quizás más pertinente considerar a esta
variación en el precio monetario medio del cereal más bien
como el efecto de una elevación gradual en el valor
real de la plata en el mercado europeo, que como
el efecto de una caída en el valor real medio
del cereal. Ya ha sido señalado que el cereal es,
a lo largo de lapsos prolongados de tiempo, una medida
(09:04):
más precisa del valor que la plata o quizás que
cualquier otra mercancía. Cuando el cereal, después del descubrimiento de
las fértiles minas de América, subió tres y cuatro veces
por encima de su precio monetario anterior, el cambio fue
universalmente atribuido no a ningún aumento en el valor real
del cereal sino a la caída en el valor real
de la plata. Si durante los 64 primeros años de este siglo, entonces,
(09:29):
el precio monetario medio del grano ha bajado algo con
respecto a lo que fue durante la mayor parte del
siglo pasado, deberíamos análogamente imputar esta variación no a ninguna
caída en el valor real del trigo sino a algún
aumento en el valor real de la plata en el
mercado europeo. Es verdad que el elevado precio de los
granos en los últimos 10 o 12 años ha suscitado la sospecha
(09:50):
de que el valor real de la plata persiste en
caer en el mercado europeo. Pero ese alto precio del
cereal parece evidentemente el efecto de la situación climática extraordinariamente
desfavorable y debe por tanto ser calificado como un fenómeno
no permanente sino transitorio y ocasional. Durante los últimos 10 o 12
años las cosechas han sido malas en casi toda Europa,
(10:13):
y los disturbios en Polonia han incrementado considerablemente la escasez
en todos esos países que solían aprovisionarse en ese mercado
durante los años de carestía. Una serie tan larga de
malas cosechas, aunque no es un acontecimiento común, tampoco es
en absoluto único. Cualquier que haya estudiado la historia de
los precios del cereal en el pasado no tendrá dificultad
(10:35):
en apuntar varios otros ejemplos similares. Además, 10 años de escasez
extraordinaria no son más raros que 10 años de abundancia extraordinaria.
El bajo precio del cereal entre 1741 y 1750, ambos inclusive, bien
puede contraponerse a su elevado precio durante los últimos 8 o 10 años.
(10:58):
Entre 1741 y 1750 el precio medio del cuartal de nueve bucels
de trigo de la mejor calidad en el mercado de Windsor,
según las cuentas del Colegio de Eton, fue de sólo
un libra trece chelines nueve y cuatro quintos peniques, lo
que está casi seis chelines tres peniques por debajo del
precio medio de los primeros 64 años de este siglo. El
(11:19):
precio medio del cuartal de ocho bucels de trigo mediano resultó,
según esas cuentas, de sólo un libra seis chelines ocho
peniques durante esos diez años. Pero entre 1741 y 1750 el subsidio
debió impedir que el precio del cereal cayese tanto en
el mercado nacional como naturalmente debió haberlo hecho. Durante esos 10
(11:42):
años la cantidad exportada de todas las clases de granos,
según aparece registrada en los libros de aduanas, no fue
inferior a 8 millones 29 mil 156 cuartales y un bucel. El subsidio
pagado por esa cantidad ascendió a 1.514.962 libras 17 chelines 4 y medio peniques.
(12:03):
Por ello en 1749 el señor Pelam, entonces primer ministro, declaró
en la Cámara de los Comunes que durante los tres
años precedentes la suma sufragada en concepto de subsidios a
la exportación de cereal había sido exorbitante. No le faltaban
razones para formular esa observación, y habría tenido todavía más
el año siguiente. En ese solo año las primas pagadas
(12:26):
llegaron al menos a 324 176 libras 10 chelines 6 peniques. Es innecesario destacar
hasta qué punto esta exportación forzada debió haber aumentado el
precio del cereal en el mercado nacional por encima del
que habría sido en otra circunstancia. Al final de las
estadísticas adjuntas a este capítulo el lector encontrará las cifras
(12:48):
concretas de esos 10 años, separados de los demás. También hallará
los datos de los 10 años precedentes, cuyo promedio, aunque bajo,
no es tan inferior al promedio general de los 64 primeros
años del siglo. El año 1740, sin embargo, fue un año
de extraordinaria penuria. Los 20 años anteriores a 1750 bien pueden contraponerse
(13:10):
a los 20 anteriores a 1770. Los primeros estuvieron claramente por debajo
de la media general del siglo, a pesar de la
presencia de uno o dos años de carestía, y los
segundos se situaron ampliamente por encima de dicha media, a
pesar de la presencia de uno o dos años de baratura,
(13:31):
como por ejemplo 1759. Si los primeros no hubiesen estado tan
por debajo de la media como los segundos lo estuvieron
por encima, podríamos imputarlo a la prima. El cambio ha
sido evidentemente demasiado súbito como para atribuirlo a ninguna variación
en el valor de la plata, que siempre es lenta
y gradual. La brusquedad de la modificación sólo puede ser
(13:53):
explicada por una causa que actúa de forma brusca, la
oscilación accidental del clima. Es verdad que el precio monetario
del trabajo ha subido en Gran Bretaña durante el siglo actual.
No obstante, ello no parece haber sido tanto el efecto
de una disminución en el valor de la plata en
el mercado europeo como de un aumento en la demanda
de trabajo en Gran Bretaña, derivada de la considerable y
(14:17):
casi generalizada prosperidad del país. En Francia, un país no
tan próspero, se ha observado que desde mediados del siglo
pasado el precio monetario del trabajo ha caído gradualmente junto
al precio monetario del cereal. Se dice que allí, tanto
en el siglo pasado como en este, los jornales del
trabajo corriente han sido de forma bastante uniforme un vigésimo
(14:39):
del precio medio de un septier de trigo, medida que
contiene poco más de cuatro bucels de Winchester. Ya se
ha indicado que la retribución real del trabajo, las cantidades
reales de cosas necesarias y convenientes para la vida que
se entregan al trabajador, ha crecido considerablemente en Gran Bretaña
durante el siglo actual. El aumento en su precio monetario
(15:00):
no parece haber sido el efecto de ninguna disminución en
el valor de la plata en el mercado general europeo
sino de un incremento en el precio real del trabajo
en el mercado particular de Gran Bretaña, debido a las
circunstancias especialmente favorables del país. Durante algún tiempo después del
descubrimiento de América, la plata continuó vendiéndose al mismo precio
(15:21):
que antes o apenas ligeramente por debajo. Los beneficios de
la minería fueron durante algún tiempo muy caudalosos y se
situaron notablemente por encima de su tasa natural. Los que
importaban el metal en Europa, en Pero, pronto percibieron que
no podían colocar toda su importación anual a un precio
tan elevado. Y la plata gradualmente se intercambió por un
(15:44):
número menor de bienes. Su precio se hundió paulatinamente hasta
que llegó a su nivel natural, o el que era
justo suficiente para pagar las tasas naturales de los salarios
del trabajo, los beneficios del capital y la renta de
la tierra que permiten que pueda ser traída desde la
mina hasta el mercado. Ya se apuntó antes que en
la mayor parte de las minas de plata del Perú,
(16:06):
el impuesto de un décimo de la producción bruta pagado
al rey de España absorbe toda la renta de la tierra.
Este impuesto fue originalmente de la mitad, pero pronto bajó
a un tercio, después a un quinto y finalmente a
un décimo. En la mayoría de las minas de plata
peruanas eso es lo único que queda después de reponer
el capital del empresario junto con sus beneficios corrientes, y
(16:29):
parece haber un amplio acuerdo de que esos beneficios, que
una vez fueron altos, son hoy los mínimos compatibles con
el funcionamiento de las minas. El impuesto al rey de
España fue reducido a un quinto de la plata registrada en 1504, 41
años antes de que fueran descubiertas las minas de Potosí, en 1545.
(16:50):
A lo largo de 90 años, hasta 1636, esas minas, las más
ricas de América, tuvieron tiempo suficiente para surtir plenamente sus efectos,
o reducir el valor de la plata en el mercado
europeo hasta el mínimo compatible con la continuación del pago
de ese impuesto al rey de España. 90 años es
un lapso suficiente para reducir a cualquier mercancía de la
(17:13):
que no exista monopolio a su precio natural, o al
precio mínimo al que pueda seguir vendiéndose durante un tiempo considerable,
mientras paga a sí mismo un impuesto. El precio de
la plata en el mercado europeo pudo bajar todavía más,
haciendo necesario o bien reducir el impuesto sobre ella no
sólo a un décimo, como en 1736, sino a un vigésimo,
(17:35):
igual que ocurre con el oro, o bien cerrar la
mayoría de las minas americanas que están hoy en explotación.
Una de las causas que probablemente impidió que ello sucediera,
y que no sólo mantuvo el valor de la plata
en el mercado europeo sino que lo elevó algo por
encima de lo que era a mediados del siglo pasado,
fue el aumento gradual de la demanda de plata, o
(17:56):
la expansión paulatina del mercado para la producción de las
minas de plata de América. Desde el descubrimiento de América
el mercado para la producción de sus minas de plata
se ha vuelto cada vez más amplio. En primer lugar,
el mercado europeo se ha extendido paulatinamente. Desde el descubrimiento
de América, la mayor parte de Europa ha progresado notablemente. Inglaterra, Holanda, Francia,
(18:22):
Alemania e incluso Suecia, Dinamarca y Rusia han avanzado apreciablemente
tanto en agricultura como en industria. Italia no parece haber retrocedido.
La decadencia italiana es anterior a la conquista del Perú,
desde entonces se ha recuperado un poco. Se supone que
España y Portugal sí han retrocedido. Pero Portugal es una
(18:44):
parte muy pequeña de Europa y el declive de España
no es tan agudo como generalmente se cree. A comienzos
del siglo XVI España era un país paupérrimo, incluso comparándolo
con Francia, que ha progresado mucho desde entonces. Es famoso
el comentario de Carlos V, que viajó a menudo por
los dos países, cuando dijo que había de todo en
(19:05):
Francia y faltaba de todo en España. La creciente producción
de la agricultura y las manufacturas europeas debió necesariamente requerir
un aumento gradual en la cantidad de moneda de plata
para hacerla circular, y el mayor número de personas acaudaladas
también debió demandar más cantidad de vajillas y otros adornos
de plata. En segundo lugar, América es ella misma un
(19:27):
nuevo mercado para la producción de sus propias minas de
plata y como el desarrollo de su agricultura, industria y
población es mucho más rápido que el de los países
más prósperos de Europa, su demanda debe ampliarse mucho más velozmente.
Las colonias son un nuevo mercado que, en parte para
moneda y en parte para orfebrería, requieren un abastecimiento creciente
(19:48):
de plata a lo largo de un vasto continente donde
nunca hubo demanda antes. Buena parte de las colonias españolas
y portuguesas son también nuevos mercados. Antes de que Nueva Granada, Yucatán,
Paraguay y Brasil fueran descubiertos por los europeos, estaban habitados
por pueblos salvajes que no conocían las manufacturas ni la agricultura,
(20:09):
que hoy están presentes en un grado destacable en todos ellos.
Incluso México y Perú, aunque no pueden ser considerados como
mercados completamente nuevos, son sin duda mucho más amplios que
nunca antes. A pesar de los fantásticos relatos que se
han publicado acerca del espléndido estado de esos países en
la antigüedad, cualquier que estudie con un mínimo de objetividad
(20:32):
la historia de su descubrimiento y conquista observará que en
lo relativo a los oficios, la agricultura y el comercio,
sus habitantes eran mucho más ignorantes que los tártaros de
la Ucrania de hoy. Incluso los peruanos, la nación más
civilizada de las dos, aunque empleaban el oro y la
plata como adorno, no acuñaban moneda de ninguna clase. Todo
(20:53):
su comercio era de trueque, y no había por tanto
casi ninguna división del trabajo entre ellos. Quienes cultivaban la
tierra se veían obligados a construir sus propias casas, a
hacer sus muebles, vestidos, zapatos y aperos de labranza. Los
escasos artesanos que había entre ellos eran mantenidos por el rey,
los nobles y los curas, y eran probablemente sus esclavos.
(21:17):
Entre todas las artes antiguas de México y Perú jamás
han suministrado un solo producto a Europa. Los ejércitos españoles,
aunque casi nunca superaban los 500 hombres, y con frecuencia no
llegaban ni a la mitad, se vieron en todas partes
ante agudas dificultades para procurarse el sustento. Las hambrunas que
se dice que ocasionaron casi en cualquier lugar donde llegaban,
(21:39):
en países que al mismo tiempo se quieren pintar como
muy poblados y bien cultivados, demuestran suficientemente que las historias
sobre su gran población y excelentes cultivos no son en
buena medida más que fábulas. Las colonias españolas tienen un
gobierno que en muchos aspectos es menos favorable a la agricultura,
el progreso y el aumento de la población que el
(22:00):
gobierno de las colonias inglesas. No obstante, están avanzando en
esos renglones mucho más rápido que ningún país de Europa.
Parece que en un suelo fértil y clima suave, la
gran abundancia y baratura de la tierra, circunstancia común a
toda nueva colonia, es una ventaja tan intensa como para
compensar muchos defectos en la administración. Frezier, que visitó el
(22:24):
Perú en 1713, sostiene que Lima tenía entre 25 y 28 mil habitantes. Ulloa,
que vivió en el mismo país entre 1740 y 1746, afirma que
tenía más de 50.000. La divergencia entre sus datos sobre la
población de otras ciudades importantes de Chile y Perú es análoga,
(22:45):
y como no parece haber motivos para dudar de los
datos de ninguno, indican un aumento que resulta apenas inferior
al registrado en las colonias inglesas. América, por lo tanto,
es un nuevo mercado para la producción de sus propias
minas de plata, cuya demanda debe aumentar con mucha más
velocidad que la del país más próspero de Europa. En
(23:07):
tercer lugar, las Indias Orientales son otro mercado para la
producción de las minas de plata de América, y un
mercado que desde los tiempos del primer descubrimiento de dichas
minas ha demandado una cantidad creciente de plata. Desde esa época,
el comercio directo entre América y las Indias Orientales, realizado
mediante los barcos que zarpan de Acapulco, ha crecido sin cesar,
(23:29):
y el intercambio indirecto a través de Europa ha crecido
a un ritmo incluso superior. Durante el siglo XVI, los
portugueses eran la única nación europea que practicaba un comercio
regular con las Indias Orientales. En los últimos años de
ese siglo los holandeses empezaron a avanzar sobre ese monopolio
y en unos pocos años los expulsaron de sus principales
(23:51):
asentamientos en la India. A lo largo de buena parte
del siglo pasado esas dos naciones se repartieron el grueso
del comercio de las Indias orientales y el comercio de
los holandeses creció en una proporción mayor a lo que
descendió el portugués. Los ingleses y los franceses comerciaron algo
con la India en el siglo pasado, pero su actividad
(24:11):
se ha expandido marcadamente en el siglo actual. El comercio
en las Indias orientales de los suecos y los daneses
se inicia en este siglo. Y hoy hasta los moscovitas
comercian regularmente con China mediante una especie de caravanas que
recorren por tierra el camino a través de Siberia y
Tartaria hasta Pekín. El comercio de todas estas naciones con
(24:32):
las Indias Orientales ha crecido casi sin interrupción, salvo el
de Francia, cuyo comercio fue virtualmente aniquilado por la última guerra.
El creciente consumo en Europa de artículos de las Indias
Orientales es tan amplio que permite una extensión de la
actividad de todas ellas. El té, por ejemplo, era un
producto escasamente consumido en Europa antes de mediados del siglo pasado.
(24:57):
Pero hoy el valor del té importado por la compañía
inglesa de las Indias Orientales sólo para consumo de sus
compatriotas asciende a más de un millón y medio por año,
e incluso así no da abasto, pues un gran volumen
se introduce sistemáticamente de contrabando desde los puertos de Holanda,
desde Gotemburgo en Suecia y también desde la costa de Francia,
mientras duró la prosperidad de la Compañía Francesa de las
(25:20):
Indias Orientales. El consumo de la porcelana de la China,
de las especias de las Molucas, de los tejidos de
Bengala y de otros muchos artículos ha crecido casi al
mismo ritmo. El tonelaje de los barcos europeos destinados al
comercio con las Indias Orientales, en pero, no superó en
ningún momento durante el último siglo al tonelaje de la
(25:41):
compañía inglesa de las Indias Orientales antes de la última
reducción de su flota. Pero en las Indias Orientales, especialmente
en la China y el Hindustán, el valor de los
metales preciosos era, cuando los europeos empezaron a comerciar con
esos países, mucho más alto que en Europa, y todavía
lo sigue siendo. En países arroceros, que generalmente tienen dos
(26:04):
y a veces tres cosechas en el año, cada una
de ellas más copiosa que cualquier cosecha normal de trigo,
la abundancia de comida debe ser mucho mayor que la
de cualquier país cerealero de la misma extensión. Por eso
dichos países están más poblados. En ellos, además, al contar
los ricos con un mayor exceso de alimentos por encima
(26:25):
de su consumo, tienen medios para comprar una cantidad mucho
más grande de trabajo de otras personas. Así, el séquito
de un magnate de China o Hindustán es, desde todos
los puntos de vista, mucho más abundante y espléndido que
el de las personas más ricas de Europa. El mismo
exceso de alimentos de que disponen les permite entregar una
(26:46):
cantidad mayor de los mismos a cambio de aquellos productos
singulares y raros con que la naturaleza los provee en
cantidades insignificantes, como las piedras y metales preciosos, los principales
objetos con que rivalizan los ricos. Por eso, aunque las
minas que abastecían al mercado indio hubiesen sido tan fértiles
como las que abastecían al europeo, esas mercancías se hubiesen
(27:08):
intercambiado naturalmente por una cantidad mayor de alimentos en la
India que en Europa. Pero las minas que suministraban al
mercado indio con metales preciosos parecen haber sido sustancialmente menos
ricas que las que suministraban al mercado europeo, y las
que lo abastecían de piedras preciosas incluso menos. los metales preciosos,
(27:28):
por lo tanto, se intercambiaba naturalmente en la India por
una cantidad algo mayor de piedras preciosas que en Europa,
y por una cantidad de alimentos mucho mayor. El precio
monetario de los diamantes, la superfluidad máxima, era un poco menor,
y el de los alimentos, la necesidad máxima, mucho menor
en un sitio que en otro. Pero ya ha sido
(27:51):
subrayado que el precio real del trabajo, la cantidad real
de cosas necesarias para la vida que obtiene el trabajador,
es menor en China y el Hindustán, los dos grandes
mercados de la India, que en ningún lugar de Europa.
Los salarios del trabajador adquieren allí una cantidad menor de comida,
y como el precio monetario de los alimentos es mucho
menor en la India que en Europa, el precio monetario
(28:14):
del trabajo es allí inferior en un doble aspecto, por
la pequeña cantidad de comida que puede adquirir y por
el bajo precio de esa comida. Pero en países con
artes y oficios equivalentes, el precio monetario de la mayor
parte de las manufacturas será proporcional al precio monetario del trabajo,
y aunque las manufacturas de China y el Hindustán son
inferiores a las de Europa, no parecen serlo mucho. El
(28:38):
precio monetario de la mayoría de las manufacturas, entonces, será
naturalmente bastante menor en esos grandes imperios que en ningún
lugar de Europa. Además, en la mayoría de Europa el
coste del transporte por tierra encarece notablemente tanto el precio
real como el precio nominal de muchas manufacturas. Cuesta más trabajo,
y por ello más dinero, traer las materias primas al
(29:01):
mercado y después el producto manufacturado. La extensión y variedad
de la navegación interior en la China y el Hindustán
ahorran el grueso de ese trabajo, y consiguientemente de ese dinero,
y reducen así todavía más el precio real y el
nominal de casi todas sus manufacturas. Por todo esto, los
metales preciosos son una mercancía que siempre ha sido y
(29:23):
todavía es extremadamente beneficioso transportar desde Europa hasta la India.
Casi no hay mercancía que consiga allí un precio mejor,
o que en proporción a la cantidad de trabajo y
mercancías que cuesta en Europa pueda comprar o dirigir una
mayor cantidad de trabajo y mercancías en la India. Es
más ventajoso llevar allí plata que oro. En China y
(29:44):
casi todos los demás mercados de la India la proporción
entre plata y oro de ley es de 10 o a
lo sumo 12 a 1, mientras que en Europa es 14 o 15 a 1.
En China y los demás mercados de la India 10 o
a lo sumo 12 onzas de plata comprarán una onza de oro,
en Europa se necesitan 14 o 15 onzas. Por ello, en los
(30:04):
cargamentos de los barcos europeos que zarpan hacia la India
uno de los artículos más valiosos ha sido generalmente la plata.
Es el más valioso en los barcos de Acapulco que
viajan hacia Manila. La plata del nuevo continente parece ser
así uno de los principales capítulos del comercio entre los
dos extremos del antiguo, y es en buena medida gracias
(30:25):
a ella que esas regiones tan remotas de la tierra
resultan conectadas. Para abastecer un mercado tan enorme, la cantidad
de plata traída desde las minas cada año debe ser
no sólo suficiente para hacer frente al incremento incesante de
monedas y otros artículos de plata que demandan todos los
países prósperos, sino para compensar el continuo desgaste y destrucción
(30:47):
de la plata que tiene lugar en todos los países
que emplean dicho metal. Es muy notable el desgaste de
los metales preciosos por el uso cuando están amonedados y
por el uso y la limpieza cuando se utilizan como
vajilla y adornos, en el caso de mercancías que se
hallan tan extendidas. Sólo esto ya exigiría una amplia oferta anual.
(31:07):
La destrucción de estos metales en algunas industrias, aunque quizás
no sea tan abultada en comparación con el total como
el desgaste gradual, es de todas formas mucho más notable
al ser mucho más rápida. Se dice que sólo en
las industrias de Birminam, la cantidad de oro y plata
empleada anualmente en dorar y platear, y que ya nunca
se podrá recuperar y reincorporar a dichos metales, vale más de 50.000
(31:31):
libras esterlinas. Con eso podremos hacernos una idea de lo
vasto que debe ser su consumo en todo el mundo,
sea en industrias como las de Birminam, o en encajes, bordados,
tejidos de oro y plata, el dorado de libros, muebles, etc. Asimismo,
una cantidad apreciable debe perderse todos los años en el
(31:51):
transporte de dichos metales de un sitio a otro por
tierra y por mar. En la mayor parte de los
gobiernos de Asia, además, una pérdida todavía mayor debe provenir
de la muy generalizada costumbre de esconder tesoros en las
entrañas de la tierra, porque el conocimiento de su localización
desaparece a menudo con la persona que los oculta. Según
(32:13):
los datos más fiables la cantidad de oro y plata
importada en Cádiz y Lisboa, que incluye no sólo lo
registrado sino también lo que se supone que entra de contrabando,
llega a 6 millones de libras esterlinas cada año. De acuerdo
a los datos del señor Mejéns, la importación media anual
de metales preciosos en España en un lapso de seis años,
(32:34):
de 1748 a 1753, ambos inclusive, y en Portugal en siete años,
de 1747 a 1753, ambos inclusive, ascendió a 1.101.107 libras de peso en
plata y a 49.940 libras de peso en oro. La plata,
(32:55):
a 62 chelines la onza Troy supone 3.413.431 libras 10 chelines esterlinas. El oro,
a 44 guineas y media la libra Troy, suma 2.333.446 libras 14 chelines esterlinas.
La suma de ambos es 5.746.878 libras 4 chelines esterlinas. Este autor
(33:23):
nos asegura que las cifras de importación registradas son exactas
y nos detalla los lugares de procedencia del oro y
la plata y la cantidad registrada de cada uno. También
toma en consideración las cantidades de cada metal que supone
pueden haber sido contrabandeadas. La rica experiencia de este sabio
comerciante otorga a sus opiniones un peso considerable. Según el
(33:46):
elocuente y a veces bien informado autor de la historia
filosófica y política de los establecimientos y del comercio de
los europeos en las dos Indias la importación media anual
registrada de oro y plata en España en un lapso
de once años, de 1754 a 1764, ambos inclusive, fue de 13,984,185,3,5 piastras
de 10 reales. Calculando lo que pudo haber entrado de contrabando,
(34:16):
supone que la importación total anual pudo ascender a 17 millones
de piastras, lo que a 4 chelines 6 peniques la piastra equivale
a 3 millones 825 mil libras esterlinas. También detalla los sitios de
procedencia del oro y la plata y las cantidades registradas
desde cada uno. Añade que si estimamos la cantidad de
(34:37):
oro importada anualmente a Lisboa desde Brasil por el impuesto
pagado al rey de Portugal de un quinto del metal
de ley, sería de 18 millones de cruzados o 45 millones de
libras francesas, o sea, unos 2 millones de libras esterlinas. Teniendo
en cuenta el posible contrabando, por tanto, la importación total
anual de metales preciosos en España y Portugal asciende a 6.075.000
(34:59):
libras esterlinas. Me han confirmado que varios otros cómputos fidedignos,
aunque manuscritos, concuerdan en estimar esa importación anual en una
media cercana a 6 millones de libras esterlinas, a veces un
poco más y a veces un poco menos. La importación
anual de metales preciosos en Cádiz y Lisboa no es
(35:21):
ciertamente el total de la producción anual de las minas
de América. Una parte se remite todos los años desde
Acapulco a Manila, una parte se dirige al comercio de
contrabando que las colonias españolas entablan con las de otras
naciones europeas, y una parte se queda indudablemente en el país.
Las minas de América, por otro lado, no son las
(35:42):
únicas minas de oro y plata que hay en la tierra,
aunque sí son con diferencia las más productivas. La producción
de todas las demás minas conocidas es en comparación reconocidamente insignificante,
y también se sabe que la mayor parte de su
producción se importa anualmente a Cádiz y Lisboa. Pero el
consumo sólo de Birminam, a razón de 50.000 libras al año,
(36:04):
equivale a la centésima vigésima parte de la mencionada importación
anual de 6 millones. El consumo total anual de oro y plata, entonces,
en todo el mundo donde se emplean esos metales, quizás
se aproxime a la producción anual total.¿ Acaso el sobrante
no sea sino el suficiente para abastecer la creciente demanda
de los países prósperos? Quizás se haya situado por debajo
(36:27):
de dicha demanda, de forma tal de empujar un poco
al alza al precio de esos metales en el mercado europeo.
La cantidad de cobre y de hierro llevada anualmente de
la mina al mercado es desde cualquier perspectiva mucho mayor
que de oro y plata. Pero no concebimos que por
esa razón dichos metales ordinarios puedan multiplicarse por encima de
(36:47):
la demanda o volverse gradualmente más baratos.¿ Por qué vamos
a imaginar que lo harán los metales preciosos? Aunque los
metales ordinarios son más duros, también se los emplea de
formas más duras y, como su valor es menor, se
tiene menos cuidado en su preservación. Los metales preciosos no
son necesariamente eternos, igual que los comunes, y están expuestos
(37:10):
a pérdidas, desgaste y destrucción de innumerables maneras distintas. El
precio de los metales, aunque susceptible de variaciones lentas y paulatinas,
cambia menos de año a año que casi cualquier otro
producto de la Tierra, y el precio de los metales
preciosos es todavía menos susceptible de modificaciones que el de
los metales ordinarios. Esta extraordinaria estabilidad en el precio de
(37:34):
los metales se basa en su durabilidad. El cereal traído
al mercado el año pasado será por completo o casi
por completo consumido bastante antes de que termine este año.
Pero puede que una parte del hierro que fue llevado
de la mina hasta el mercado hace 200 o 300 años se
utilice todavía, y quizás también una parte del oro extraído
(37:54):
de la mina hace 2 o 3 mil años. Las diversas cantidades
de cereal que en años diferentes debe satisfacer el consumo
del mundo siempre estará más o menos en proporción a
la producción respectiva de cada uno de esos años. Pero
la proporción entre las cantidades diferentes de hierro que pueden
ser utilizadas en dos años distintos se verá muy poco
(38:15):
afectada por ninguna divergencia accidental en la producción de las
minas de hierro en esos dos años. Y la proporción
entre las cantidades de oro se verá todavía menos afectada
por cualquier diferencia similar en la producción de las minas
de oro. En consecuencia, aunque la producción de la mayor
parte de las minas metálicas varía de año en año
quizás más que la del grueso de los campos cerealeros,
(38:37):
esas variaciones no tienen el mismo efecto en el caso
del precio de los metales como en el caso del
precio del cereal. Variaciones en la proporción entre los valores
respectivos del oro y la plata Antes del descubrimiento de
las minas de América, el valor del oro fino con
respecto a la plata fina se fijaba en las diversas
casas de la moneda de Europa entre una proporción de 1
(38:59):
a 10 y de 1 a 12, esto es, una onza de oro
de fino se suponía que valía a entre 10 y 12 onzas
de plata fina. Hacia mediados del siglo pasado pasó a
ser de entre 1 a 14 y 1 a 15, o sea, una onza
de oro fino se supuso que valía a entre 14 y 15
onzas de plata fina. El oro aumentó su valor nominal,
(39:20):
o la cantidad de plata que se daba a cambio
de él. Ambos metales bajaron en su valor real, o
en la cantidad de trabajo que podían comprar, pero la
plata se hundió más que el oro. Aunque tanto las
minas americanas de oro como de plata cedían en fertilidad
a las conocidas hasta entonces, la riqueza de las minas
de plata era relativamente mayor que las de oro. Las
(39:43):
grandes cantidades de plata llevadas anualmente desde Europa hasta la
India ha reducido el valor de ese metal en proporción
al del oro en algunas colonias inglesas. En la Casa
de la Moneda de Calcuta, una onza de oro fino
se supone que vale 15 onzas de plata fina, igual que
en Europa. Resulta en la seca quizás demasiado cara para
(40:03):
la cotización que alcanza en el mercado de Bengala. En China,
la proporción de oro a plata sigue siendo aún de 1
a 10 o 1 a 12. Se dice que en Japón es de 1 a 8.
Según las estadísticas del señor Mechens, la proporción entre las
cantidades de oro y plata importadas anualmente en Europa es
de cerca de 1 a 22, es decir, por cada onza de
(40:27):
oro se importan un poco más de 22 onzas de plata.
Él supone que el gran volumen de plata remitido anualmente
a las Indias Orientales reduce la cantidad de dicho metal
que permanece en Europa a la proporción de 1 a 14 o 15,
o sea, la proporción de sus valores. Supone que la
proporción entre sus valores debe necesariamente ser la misma que
(40:48):
entre sus cantidades, y que sería por tanto de 1 a 22
si no fuera por esa gran exportación de plata. Pero
la relación normal entre los valores respectivos de dos mercancías
no es necesariamente igual que entre las cantidades de las
mismas que son habitualmente traídas al mercado. El precio de
una res, estimado en 10 guineas, es unas 60 veces el de
(41:10):
un cordero, que cuesta 3 chelines 6 peniques, pero sería ridículo inferir
de ello que normalmente hay en el mercado 60 corderos por
cada vacuno, y sería igualmente absurdo deducir que como una
onza de oro usualmente comprará de 14 a 15 onzas de plata,
entonces hay habitualmente en el mercado sólo 14 o 15 onzas de
plata por cada onza de oro. Probablemente la cantidad de
(41:34):
plata que hay en el mercado guarda una proporción con
respecto a la cantidad de oro mucho mayor que la
que guarda el valor de una cierta cantidad de oro
con respecto al valor de la misma cantidad de plata.
La suma total de una mercancía barata en el mercado
es no sólo normalmente más grande sino también de mayor
valor que la suma total de una mercancía cara. La
(41:54):
cantidad total de pan que se trae anualmente al mercado
no sólo es más grande que la cantidad total de
carne sino también de mayor valor, y la cantidad total
de carne que la cantidad total de aves de corral,
y la de aves de corral que la de aves silvestres.
Hay tantos más compradores para la mercancía barata que para
la cara que se puede vender no sólo más cantidad
(42:15):
de aquella sino también un valor mayor. La cantidad total, entonces,
de la mercancía barata debe ser normalmente mayor en proporción
a la cantidad total de la cara que el valor
de una cantidad determinada de la cara lo es en
proporción al valor de la misma cantidad de la barata.
Al comparar los metales preciosos mutuamente, la plata es la
(42:35):
mercancía barata y el oro la cara. Debería naturalmente esperarse,
por lo tanto, que en el mercado haya siempre no
sólo más cantidad sino más valor de plata que de oro.
Si un hombre posee un poco de ambos, y compara
su vajilla de plata con sus utensilios de oro, comprobará
cegaramente que no sólo la cantidad sino también el valor
(42:56):
de la primera excede con mucho al de los segundos.
Hay numerosas personas, además, que tienen muchos artículos de plata
y ninguno de oro, incluso, si los tienen, no pasan
de ser cajas de reloj, estuches de rapé y pequeñas
alhajas que en total rara vez son de mucho valor.
Es verdad que en la moneda británica el valor del
(43:16):
oro es con mucho el preponderante, pero esto no ocurre
en todos los países. En las monedas de algunas naciones
el valor de los dos metales es casi el mismo.
En la moneda escocesa, antes de la unión con Inglaterra,
el oro prevalecía un poco, según las cifras de la
Casa de la Moneda. En la moneda de muchos países
(43:37):
lo que prepondera es la plata. En Francia, las sumas
grandes se pagan generalmente en ese metal y es difícil
conseguir más oro del necesario para llevar en el bolsillo.
No obstante, el valor mayor de los artículos de plata
con respecto a los de oro, que rige en todos
los países, más que compensa la preponderancia del oro amonedado
(43:58):
sobre la plata, que sólo aparece en algunos. Aunque en
un sentido la plata siempre ha sido y probablemente siempre
será mucho más barata que el oro, en otro sentido
puede decirse que el oro, en la situación actual del
mercado español, es quizás algo más barato que la plata.
Se dice que una mercancía es cara o barata no
sólo con arreglo a la grandeza o pequeñez absoluta de
(44:21):
su precio normal, sino con arreglo a que el precio
se sitúa más o menos por encima del precio mínimo
al que sea posible traerla al mercado durante un tiempo considerable.
Este precio mínimo es el que apenas repone, con un
beneficio moderado, el capital que debe ser empleado en llevarla allí.
Es el precio que nada aporta al terrateniente y que
(44:41):
se resuelve en salarios y beneficio. Pero en el estado
actual del mercado de España, el oro está ciertamente más
próximo a este precio mínimo que la plata. El impuesto
del rey de España sobre el oro es de sólo
un vigésimo sobre el metal de ley, o un 5%,
mientras que su impuesto sobre la plata es de un décimo,
o un 10%. Ya ha sido destacado que estos impuestos
(45:05):
representan toda la renta en la mayor parte de las
minas de oro y plata de la América Española, y
que se paga el del oro todavía peor que el
de la plata. Los beneficios de los empresarios de las
minas de oro, asimismo, dado que muy rara vez amasan
una fortuna, deben ser en general aún más moderados que
los de los empresarios de las minas de plata. En consecuencia,
(45:27):
el precio del oro español, como proporciona menos renta y
menos beneficio, debe estar en el mercado de España algo
más cerca del precio mínimo al que compensa transportarlo hasta
allí que el precio de la plata española. Cuando se
tienen en cuenta todos los gastos, parece que en el
mercado español la cantidad total de un metal no se
venderá con tanta facilidad como la cantidad total del otro.
(45:51):
Es verdad que el impuesto del rey de Portugal sobre
el oro del Brasil es el mismo que el antiguo
impuesto del rey de España sobre la plata de México
y Perú, un quinto del metal de ley. Por lo tanto,
puede resultar incierto que en el mercado general de Europa
el volumen total del oro americano llegue a un precio
más cercano al mínimo compatible con su transporte hasta allí
(46:11):
que el volumen total de la plata americana. El precio
de los diamantes y otras piedras preciosas puede estar quizás
todavía más cerca incluso que el precio del oro del
mínimo al que es posible ponerlos en el mercado. Mientras
su pago sea posible, no es muy probable que se
renuncie a ninguna parte de un impuesto que no sólo
se aplica sobre lo que más conviene grabar, lo lujoso
(46:34):
y superfluo, sino que además genera un ingreso tan copioso.
Sin embargo, la misma imposibilidad de pagar lo que hizo
necesario en 1736 reducirlo de un quinto a un décimo puede
obligar en el futuro a rebajarlo todavía más, de la
misma manera en que fue necesario disminuir el impuesto sobre
el oro a un vigésimo. Todas las personas que han
(46:55):
estudiado la situación de las minas de plata en la
América Española coinciden en señalar que, al igual que todas
las demás minas, su explotación se vuelve paulatinamente más cara
debido a la mayor profundidad a la que se deben
ejecutar los trabajos y al mayor gasto de drenar el
agua y de ventilar esas profundidades. Estas causas, que equivalen
(47:15):
a una escasez creciente de plata, puesto que puede afirmarse
que una mercancía se vuelve más escasa cuando resulta más
difícil y caro obtener una cantidad determinada de la misma,
deben con el tiempo suscitar alguno u otro de los
efectos siguientes. El incremento en el coste puede ser compensado plenamente, primero,
por un aumento proporcional en el precio del metal o segundo,
(47:37):
por una disminución proporcional en el impuesto sobre la plata
o tercero, en parte por uno de estos expedientes y
en parte por el otro. Este último caso es muy probable.
Así como el precio del oro subió con relación al
de la plata, a pesar de la acusada reducción del
impuesto sobre el oro, el precio de la plata puede
subir en relación con el trabajo y las mercancías, a
(48:00):
pesar de una reducción equivalente en el impuesto sobre la plata.
Aunque esas reducciones sucesivas del impuesto pueden no impedir por
completo la elevación del valor de la plata en el
mercado europeo, sin duda la retrasarán en mayor o menor medida.
Gracias a esas reducciones se abrirán muchas minas que antes
no podían ser explotadas porque no podían pagar el impuesto antiguo,
(48:23):
y la cantidad de plata transportada anualmente al mercado será
siempre algo mayor que lo que sería de otro modo,
y por tanto menor el valor de cualquier cantidad dada
de la misma. Como consecuencia de la reducción de 1736, el
valor de la plata en el mercado europeo, aunque quizás
hoy no sea tan bajo como antes de dicha reducción,
(48:43):
es probablemente al menos un 10% más bajo de lo
que habría sido si la Corte de España continuase exigiendo
la antigua contribución. Los hechos y argumentos expuestos hasta aquí
me inducen a creer, o más precisamente a sospechar y conjeturar,
porque la mejor opinión que me puedo formar sobre esta
cuestión acaso no merezca el nombre de creencia. que a
(49:04):
pesar de esa reducción el valor de la plata durante
el transcurso del siglo actual ha empezado a aumentar en
el mercado europeo. Es verdad que el aumento, si es
que ha habido uno, ha sido hasta hoy tan pequeño
que después de todo lo que se ha dicho puede
que muchas personas no tengan claro no sólo el que
este hecho se haya producido, sino que no se haya
producido lo contrario, es decir, que el valor de la
(49:28):
plata esté todavía cayendo en el mercado europeo. Ha de subrayarse,
sin embargo, que cualquiera sea la importación anual de oro
y plata, debe hacer un cierto periodo en el que
el consumo anual de dichos metales iguale a dicha importación.
Su consumo crecerá a medida que lo haga su masa,
o más bien en una proporción mucho mayor. Al aumentar
(49:50):
su masa, su valor disminuye. Se los emplea más y
cuida menos, y su consumo aumenta consiguientemente más que su volumen.
Después de un cierto periodo, por lo tanto, el consumo
anual de estos metales deberá así coincidir con su importación anual,
siempre que esta importación no crezca constantemente, cosa que no
se cree que suceda actualmente. Si cuando el consumo anual
(50:14):
se equipara a la importación anual esta importación gradualmente se contrae,
durante algún tiempo el consumo puede superar la importación. La
masa de dichos metales puede disminuir gradual e imperceptiblemente y
su valor aumentar también de forma gradual e imperceptible hasta
que al estabilizarse otra vez la importación, el consumo se
ajuste gradual e imperceptiblemente a lo que admita la importación anual.
(50:38):
Bases para la conjetura de que el valor de la
plata todavía está disminuyendo El aumento de la riqueza en Europa,
y la idea popular de que cuando la cantidad de
metales preciosos se eleva con el incremento de la riqueza
su valor disminuye, puede quizás predisponer a muchas personas a
creer que su valor todavía está cayendo en el mercado europeo,
y el aumento paulatino en el precio de muchos productos
(51:01):
de la tierra podría confirmar este diagnóstico. Ya he intentado
demostrar que ese aumento en la cantidad de metales preciosos
que se produce en todo país con la expansión de
la riqueza no tiende a disminuir su valor. El oro
y la plata fluyen naturalmente hacia un país rico, por
la misma razón que acuden al mismo toda clase de
lujos y rarezas, no porque son allí más baratos que
(51:23):
en países más pobres sino porque son más caros, o
porque se obtiene por ellos un mejor precio. Lo que
los atrae es esta superioridad en el precio. Tan pronto
como desaparece deja necesariamente de acudir. He procurado explicar también
que con la excepción del cereal y otros vegetales cuyo
cultivo deriva sólo del trabajo humano, todas las otras clases
(51:45):
de materias primas, el ganado, las aves, la caza de
todo tipo, los fósiles y minerales útiles de la tierra, etc.,
se vuelven naturalmente más caros a medida que la sociedad
avanza hacia la riqueza y el progreso. Aunque esas mercancías,
por tanto, se intercambien por una cantidad de plata mayor
que antes, no se deduce de ello que la plata
(52:07):
se haya vuelto realmente más barata o que adquiera menos
trabajo que antes, sino que esas mercancías se han vuelto
en realidad más caras o que compran más trabajo que antes.
Con el progreso y los adelantos lo que aumentan no
es sólo su precio nominal sino también su precio real.
El alza del precio nominal no es consecuencia de ninguna
(52:27):
declinación en el valor de la plata sino del alza
en su precio real. Distintos efectos del progreso sobre el
precio real de las tres diferentes clases de producción de
materias primas. Estas diferentes clases de materias primarias de la
tierra pueden agruparse en tres. La primera comprende las que
el trabajo humano es incapaz de multiplicar. La segunda, las
(52:50):
que puede multiplicar en proporción a la demanda. y la
tercera corresponde a aquellas donde la eficacia del trabajo humano
es o limitada o incierta. En el curso del enriquecimiento
y el progreso, el precio real de la primera clase
puede subir hasta cualquier grado de extravagancia, y no parece
estar limitado por frontera alguna. El precio de la segunda,
(53:12):
aunque puede subir considerablemente, enfrenta no obstante un límite cierto
que no puede cruzar durante mucho tiempo. El de la tercera,
aunque su tendencia natural es aumentar con el progreso y
la riqueza, puede ocurrir que ante un mismo grado de
progreso a veces descienda, a veces permanezca constante y a
veces suba más o menos, según que distintos accidentes hagan
(53:34):
que los esfuerzos del trabajo humano en la multiplicación de
esa clase de materias primas tengan más o menos éxito.
Primera clase La primera clase de materias primas cuyo precio
aumenta con el progreso y las riquezas es aquella que
(53:56):
el poder del trabajo humano es incapaz de multiplicar. Consiste
en aquellas cosas que la naturaleza produce sólo en cantidades
limitadas y que al ser de carácter muy perecedero es
imposible almacenar la producción de diversas temporadas. Así ocurre con
casi todas las aves y los peces raros y extraordinarios,
muchas variedades de caza, casi todas las aves silvestres, en
(54:19):
especial las migratorias, y muchas otras cosas. Cuando se expande
la riqueza y el lujo que acompaña esa expansión, la
demanda de ellas probablemente se incrementará también, y no habrá
esfuerzo humano capaz de aumentar la oferta mucho más allá
de lo que era antes de ese alza en la demanda.
En consecuencia, al permanecer la cantidad de esas mercancías igual,
(54:42):
o casi igual, mientras que la competencia para adquirirla sube
sin cesar, su precio puede elevarse hasta cualquier grado de exorbitancia,
y no parece enfrentar límite alguno. Si las becadas se
pusieran tan de moda que su precio fuese de 20 guineas
la pieza, ningún afán de laboriosidad humana podría incrementar el
número de las que llegan al mercado muy por encima
(55:03):
del actual. Así puede explicarse el alto precio pagado por
los romanos, en tiempos de su máximo esplendor, por aves
y peces raros. Esos precios no fueron el efecto de
un bajo valor de la plata en esa época, sino
del gran valor de esas rarezas y curiosidades que el
trabajo humano no podía multiplicar a placer. El valor real
(55:24):
de la plata durante un tiempo antes y después de
la caída de la República era más alto en Roma
de lo que es hoy en casi toda Europa. El
precio pagado durante la República por el modio o pecte
trigo del diezmo de Sicilia era de tres estercios, o
unos seis peniques esterlinos. Este precio era probablemente menor al
precio medio de mercado, porque la obligación de entregar su
(55:46):
trigo a esa tasa era considerada como un impuesto sobre
los granjeros sicilianos. Así, cuando los romanos necesitaban más cereal
del que les proporcionaba el diezmo de trigo, estaban obligados
por una serie de condiciones a pagar el exceso a
la tasa de cuatro sestercios el peck, u ocho peniques esterlinos.
Este era probablemente estimado como el precio moderado y razonable,
(56:09):
es decir, el precio contractual corriente o medio de entonces,
equivalente a unos veintiún chelines el cuartal. Antes de los
últimos años de escasez, el precio contractual corriente del trigo
inglés era de 28 chelines el cuartal, y es un trigo
de calidad inferior al siciliano y se vende generalmente en
el mercado europeo a un precio menor. Por lo tanto
(56:31):
en esos tiempos el valor de la plata debía estar
con relación al actual en una proporción inversa de 3 a 4,
esto es, 3 onzas de plata compraban entonces la misma cantidad
de trabajo y mercancías que 4 onzas hoy. Así, cuando se
lee en Plinio que Sello compró un ruiseñor blanco como
regalo para la emperatriz Agripina por seis mil sestercios, equivalentes
(56:52):
a unas cincuenta libras actuales, y que Asinio Célere adquirió
un mújol rojo a ocho mil sestercios, unas sesenta y
seis libras de hoy, la exorbitancia de estos precios, por
mucho que nos sorprenda, nos parecerá un tercio menor a
lo que en realidad fue. Los precios reales, la cantidad
de trabajo y subsistencias que se daban a cambio de ellos,
(57:13):
eran como un tercio mayores que lo que su precio
nominal nos parece hoy. Sello entregó a cambio del ruiseñor
un poder sobre una cantidad de trabajo y provisiones equivalente
a lo que hoy podrían comprar 66 libras 13 chelines 4 peniques, y
Asinio Célere intercambió el mujol rojo por el poder sobre
una cantidad equivalente a lo que hoy comprarían 88 libras 17 chelines 9,1
(57:34):
diagonal 3 peniques. Lo que dio lugar a esos precios exorbitantes
no fue tanto la abundancia de plata como la abundancia
de mano de obra y medios de subsistencia de que
disponían los romanos más allá de lo que necesitaban para
su propio uso. La cantidad de plata de que disponían
era considerablemente menor a la que podrían haber conseguido hoy
(57:57):
con la misma cantidad de trabajo y provisiones. Segunda clase
La segunda clase de materias primas cuyo precio aumenta con
las riquezas y el progreso corresponde a las que pueden
ser multiplicadas por el trabajo humano en proporción a la demanda.
Consisten en aquellos animales y plantas útiles que en países
(58:19):
no cultivados la naturaleza produce con tanta profusión que tienen
poco o ningún valor, y que a medida que avanzan
los cultivos son desplazados por una producción más rentable. Durante
un extenso periodo de progreso, su cantidad disminuye continuamente, mientras
que su demanda aumenta sin interrupción. Su valor real, entonces,
(58:40):
la cantidad real de trabajo que compran o dirigen, sube
gradualmente hasta que al final llega tan alto que los
vuelve tan rentables como cualquier cosa que el ser humano
pueda cultivar en la tierra mejor y más fértil. Una
vez alcanzado ese nivel, no lo puede superar. Si lo hiciera,
pronto se asignarían más tierra y trabajo a incrementar su cantidad.
(59:02):
Por ejemplo, cuando el precio del ganado sube tanto que
resulta tan rentable cultivar tierra para obtener alimento para él
como para el hombre, no puede subir más. Si lo hiciera,
entonces se destinarían más campos cerealeros a pastos. La extensión
de los cultivos, al disminuir la superficie de pastos silvestres,
disminuye la cantidad de carne que la naturaleza produce sin
(59:25):
trabajo ni cultivo, y al aumentar el número de los
que pueden dar cereal o, lo que es lo mismo,
el precio de cereal a cambio de carne, aumenta la demanda.
El precio de la carne, por lo tanto, y consecuentemente
del ganado, debe aumentar paulatinamente hasta llegar a un nivel
en el que resulta tan rentable destinar las tierras más
fértiles y mejor cultivadas a producir alimento para el ganado
(59:49):
como a producir cereales. Pero siempre deberá ser tarde en
la evolución del progreso cuando el cultivo puede ser tan
extendido como para empujar el precio del ganado hasta esa cumbre,
y hasta que llegue a esa altura, si el país
está progresando, su precio deberá subir sin cesar. Hay quizás
algunas partes de Europa donde el precio del ganado no
(01:00:09):
ha alcanzado ese nivel aún. No lo había alcanzado en
parte alguna de Escocia antes de la Unión. Si el
ganado escocés se hubiese limitado siempre a las fronteras del
mercado de Escocia, en un país donde la cantidad de
tierra que sólo puede destinarse a la alimentación del ganado
es proporcionalmente tan amplia con respecto a la que puede
destinarse a otros objetivos, hubiese sido quizás imposible que su
(01:00:33):
precio creciera jamás tanto como para volver rentable el cultivo
de la tierra para alimentarlo. Ya ha sido destacado que
el precio del ganado en Inglaterra, en las proximidades de Londres,
parece que llegó a ese nivel a comienzos del siglo pasado,
pero no fue probablemente hasta mucho después cuando su impacto
se sintió en los condados más remotos, y puede que
(01:00:53):
en algunos no lo haya hecho todavía. De todos modos,
sin embargo, de todos los diversos renglones que componen esta
segunda clase de productos primarios, es quizás el ganado aquel
cuyo precio primero llega hasta ese nivel en la evolución
de su desarrollo. Hasta que el precio del ganado alcance
ese registro no parece posible que la mayor parte de
(01:01:15):
las tierras, incluso las de mejores posibilidades, puedan ser plenamente cultivadas.
En todas las fincas tan apartadas de la ciudad como
para que resulte imposible transportar el abono desde allí, es decir,
en la mayoría de las fincas de un país grande,
la superficie de tierra bien cultivada deberá guardar proporción con
la cantidad de abono que la propia finca produce, lo
(01:01:37):
que a su vez estará en proporción con el número
de cabezas de ganado que tenga. La tierra es abonada
bien al pastar al ganado sobre ella o bien al
ser alimentado en establos y llevado después su estiércol hasta ella.
Pero salvo que el precio del ganado sea suficiente para
pagar la renta y el beneficio de la tierra cultivada,
el granjero no podrá hacerlo pastar en ella, y menos
(01:01:59):
todavía alimentarlo en el establo. El ganado puede ser alimentado
en establo sólo con el producto de la tierra roturada
y cultivada, puesto que recoger el producto escaso y disperso
de las tierras aereales y sin cultivar requeriría demasiado trabajo
y resultaría demasiado caro. Si el precio del ganado, entonces,
no es suficiente para pagar la producción de la tierra
(01:02:20):
mejorada y cultivada cuando se le permite pastar en ella,
el precio será menos suficiente todavía para pagar por esa
producción cuando debe ser recogida con mucho más trabajo adicional
y llevada hasta el establo. En dichas circunstancias, por lo tanto,
no será rentable alimentar en el establo a ni una
cabeza de ganado más de las necesarias para el cultivo.
(01:02:42):
pero éstas nunca podrán suministrar abono suficiente para mantener constantemente
en buenas condiciones a todas las tierras que son capaces
de cultivar. El abono que proporcionan, al ser insuficiente para
toda la granja, será naturalmente reservado para las tierras en
donde pueda ser aplicado de forma más ventajosa o conveniente,
las tierras más fértiles o quizás las más cercanas al corral.
(01:03:05):
En consecuencia éstas serán mantenidas permanentemente en buenas condiciones y
preparadas para la labranza. El resto se dejará en su
mayor parte en erial y apenas producirá más que unos
pastos paupérrimos, apenas suficientes para mantener en pie a un
puñado de reces dispersas y hambrientas. La finca tendrá mucho
menos ganado que el que necesitaría para cultivarse plenamente, pero
(01:03:28):
a menudo tendrá más del necesario con relación a su
producción efectiva. Una porción de esas tierras incultas, después de
ser pastoreadas de esta forma tan miserable durante seis o
siete años, podrán ser aradas y rendir quizás una o
dos pobres cosechas de avena de mala calidad o de
otros cereales ordinarios hasta que, completamente agotadas, deban reposar y
(01:03:49):
ser dejadas como pastos otra vez, mientras que otra porción
es arada y agotada hasta que deba reposar a su vez.
Tal era el sistema de administración en todas las tierras
bajas de Escocia antes de la Unión. Las tierras que
siempre estaban adecuadamente abonadas y en buenas condiciones rara vez
superaban un tercio o un cuarto de la finca, y
(01:04:09):
en ocasiones no llegaban a un quinto o un sexto.
El resto no era abonado jamás, aunque una porción determinada
era de forma rotativa cultivada y agotada. Es evidente que
bajo este esquema incluso aquella fracción de las tierras de
Escocia susceptibles de buena labranza era capaz de rendir muy
poco en comparación a sus posibilidades. Pero por desventajoso que
(01:04:31):
parezca el sistema, antes de la unión el bajo precio
del ganado lo hacía casi inevitable. Si a pesar del
gran aumento en su precio todavía prevalece en una amplia
sección del país ello se debe en muchos lugares sin
duda a la ignorancia y apego a las viejas costumbres,
pero en la mayor parte a los obstáculos insalvables que
el curso natural de las cosas opone al establecimiento inmediato
(01:04:53):
o veloz de un sistema mejor, primero, a la pobreza
de los arrendatarios, que no han tenido tiempo todavía de
comprar las cabezas de ganado suficientes para cultivar completamente sus tierras,
el Mismo aumento en el precio que les haría ventajoso
mantener más ganado hace que les sea más difícil adquirirlo,
y segundo, a que no han tenido tiempo de poner
(01:05:15):
a sus campos en situación de mantener adecuadamente más ganado,
en el supuesto de que pudiesen comprarlo. El aumento en
las cabezas de ganado y la roturación de los campos
deben ir a la par, y el uno no puede
ir mucho más deprisa que la otra. Si no hay
más ganado no podrá haber más roturación, pero no podrá
haber un aumento considerable en las cabezas de ganado si
(01:05:37):
no hay una gran mejora en las tierras, puesto que
de otro modo los campos no podrán mantenerlas. Estos obstáculos
naturales al establecimiento de una mejor administración no pueden ser
removidos si no es mediante un periodo prolongado de frugalidad
y trabajo, y deberá transcurrir medio siglo, o acaso un siglo,
antes de que el viejo sistema, que se halla en
(01:05:57):
paulatina decadencia, pueda ser definitivamente abolido en todo el país.
No obstante, de todas las ventajas comerciales que Escocia ha
obtenido de la unión con Inglaterra, quizás la mayor ha
sido este aumento en el precio del ganado. no sólo
ha incrementado el valor de todas las propiedades en las
tierras altas sino que también ha sido probablemente la principal
(01:06:19):
causa del progreso de las tierras bajas. La vasta extensión
de tierra sin cultivar en todas las nuevas colonias, que
durante muchos años no pueden destinarse a otra cosa que
no sea la alimentación del ganado, hace que pronto el
ganado abunde extraordinariamente, y en todas las cosas una gran
abundancia ocasiona una gran baratura. Aunque todo el ganado de
(01:06:41):
las colonias europeas en América provino originalmente de Europa, allí
pronto se multiplicó tanto que hasta los caballos vagaban por
los bosques en estado salvaje, sin que propietario alguno considerase
que valía la pena reclamarlos. Debe transcurrir mucho tiempo después
del primer asentamiento de esas colonias hasta que resulte rentable
alimentar el ganado con la producción de la tierra cultivada.
(01:07:04):
Las mismas causas, por tanto, la falta de abono y
la desproporción entre el ganado empleado en el cultivo y
la tierra que debe cultivar, introducirán probablemente allí el mismo
sistema de labranza que el que aún permanece en vigor
en tantas partes de Escocia. El señor Calm, el viajero sueco,
cuando se refiere al estado del cultivo en algunas de
(01:07:24):
las colonias inglesas de América del Norte, que recorrió en 1749,
subraya que le resulta ardo reconocer la personalidad de la
nación inglesa, tan diestra en todas las diversas ramas de
la agricultura. Según cuenta, casi no abonan sus campos cerealeros,
cuando una parcela ha quedado agotada tras varias cosechas sucesivas,
(01:07:45):
roturan y cultivan otro trozo de tierra virgen, y cuando
éste se agota pasan a un tercero. Dejan a su
ganado deambular por los bosques y otros sitios sin cultivar,
donde está casi muerto de hambre, porque hace ya tiempo
que acabaron con casi todos los pastos anuales, al recogerlos
demasiado pronto en primavera, sin darles tiempo a que florezcan
(01:08:06):
o esparzan sus semillas. Sus pastos naturales eran, al parecer,
los mejores de esa zona de América del Norte, y
cuando los europeos se asentaron allí por vez primera solían
crecer muy espesos y tener hasta tres o cuatro pies
de altura. Le aseguraron que un trozo de tierra que
cuando él escribió no podía mantener una vaca, antes habría
(01:08:26):
podido mantener cuatro, y cada una habría rendido cuatro veces
más leche que aquella. La pobreza de los pastos había ocasionado,
según su opinión, la degradación de su ganado, que degeneraba
sensiblemente en cada generación. No era probablemente muy distinto a
esa raza enclenque que era muy común en Escocia hace
(01:08:47):
treinta o cuarenta años, y que tanto ha mejorado ya
en la mayor parte de las tierras bajas, y no
por un cambio en la casta, aunque en algunos lugares
se ha recurrido a este expediente, sino por un más
rico método de alimentación. Entonces, aunque debe pasar mucho tiempo
en la evolución del progreso antes de que el ganado
adquiera un precio que vuelva rentable el cultivar la tierra
(01:09:08):
para alimentarlo, él es de entre todos los diversos componentes
de esta segunda clase de productos primarios el que lo
alcanza antes, porque hasta que lo logra parece imposible que
el progreso pueda arribar cerca del grado de perfección que
registra en muchos lugares de Europa. Si el ganado es
de los primeros, los venados están entre los últimos de
esos productos en alcanzar dicho precio. En Gran Bretaña el
(01:09:33):
precio de los ciervos, por exorbitante que pueda parecer, no
es ni de lejos suficiente para compensar el gasto de
un coto para criarlos, como saben bien aquellos que han
tenido alguna experiencia en la alimentación de dichos animales. Si
no fuera así, la cría del ciervo se volvería pronto
una actividad corriente en la ganadería, como lo fue la
cría de esos pequeños pájaros llamados tordos entre los antiguos romanos.
(01:09:58):
Barrón y Columela aseguran que era un quehacer en extremo lucrativo.
Se dice que también lo es en algunas partes de
Francia el engorde de los hortelanos, unas aves migratorias que
llegan escuálidas al país. Si los venados continúan de moda,
y la riqueza y el lujo de Gran Bretaña se
expanden como lo han venido haciendo desde hace algún tiempo,
(01:10:18):
su precio muy probablemente llegará a ser incluso más alto
de lo que es hoy. Entre la etapa del desarrollo
donde se registra el precio máximo de algo tan necesario
como el ganado y la etapa donde llega a dicho
precio algo tan superfluo como el venado media un prolongado
intervalo durante el cual, arriban a ese precio máximo numerosas
otras materias primas, unas más temprano y otras más tarde,
(01:10:41):
según diversas circunstancias. Así, en todas las granjas un cierto
número de aves de corral se mantiene con los desperdicios
de los graneros y establos. Como se alimentan con lo
que de otro modo se perdería, resultan una pura ganancia,
y como al granjero no le cuestan prácticamente nada, se
puede permitir venderlas muy baratas. Casi todo lo que obtendrá
(01:11:04):
a cambio será beneficio, y el precio difícilmente será tan
bajo como para desanimarle a mantener ese número. Pero en
países mal cultivados, y por lo tanto escasamente poblados, las
aves criadas de esa manera, sin gasto alguno, resultan a
menudo suficientes para satisfacer plenamente a la demanda. En tal
estado de cosas, entonces, son frecuentemente tan baratas como la
(01:11:28):
carne o cualquier otro tipo de alimento de origen animal.
No obstante, la cantidad total de aves de corral que
una granja puede criar así sin gastos deberá ser siempre
mucho menor que la cantidad total de carne que se
cría en la misma, y en tiempos de riqueza y
lujo se prefiere siempre más lo raro que lo común,
aunque su mérito sea algo inferior. Por lo tanto, a
(01:11:50):
medida que se expanden la riqueza y el lujo, como
consecuencia del progreso y los cultivos, el precio de las
aves de corral sube gradualmente sobre el de la carne,
hasta que al final llega tan alto que resulta rentable
cultivar tierra para alimentarlas. Una vez que llega a este nivel,
ya no puede subir más. Si lo hiciera, se destinaría
(01:12:11):
pronto más tierra a ese propósito. En varias provincias de
Francia la cría de aves de corral es considerada un
capítulo muy importante de la economía rural y lo suficientemente
rentable para estimular al granjero a que con dicho objetivo
cultive una cantidad considerable de maíz y alforfón. Un granjero
de tipo medio tendrá allí en ocasiones hasta 400 aves en
(01:12:33):
su corral. La cría de aves no ha adquirido aún
en Inglaterra tanta importancia. De todos modos, son ciertamente más
caras en Inglaterra que en Francia, puesto que se importan
grandes cantidades desde ese país. En la evolución de la economía,
el periodo en el que cada tipo de alimento de
origen animal resulta más caro debe ser naturalmente el inmediatamente
(01:12:56):
anterior a la práctica generalizada de cultivar la tierra para
alimentar al animal correspondiente. Durante un tiempo antes de que
esa práctica se generalice, la escasez deberá necesariamente impulsar el
precio hacia arriba. Una vez establecida, se suelen descubrir nuevos
métodos de alimentación que permiten al granjero criar sobre la
(01:13:16):
misma superficie de tierra una cantidad mucho mayor de alimento animal.
La abundancia no sólo le obliga a vender más barato,
sino que como consecuencia de esas mejoras puede permitirse vender
más barato, si no pudiese hacerlo, la abundancia no duraría mucho.
Con toda probabilidad, ha sido de esta forma que la
introducción del cultivo de trébol, nabos, zanahorias, coles, etc., ha
(01:13:41):
contribuido a deprimir el precio corriente de la carne en
el mercado de Londres por debajo de lo que era
a comienzos del siglo pasado. El cerdo, que se alimenta
de basura y devora ansiosamente muchas cosas que todos los
demás animales útiles rechazan, es mantenido originalmente, igual que las
aves de corral, como un puro beneficio. En la medida
(01:14:03):
en que el número de los animales que puedan ser
así criados a un coste bajo o nulo resulte suficiente
para satisfacer plenamente a la demanda, su carne llega al
mercado a un precio inferior al de cualquier otra. Pero
cuando la demanda se eleva más allá de lo que
puede abastecer esa cantidad, cuando resulta necesario cultivar alimentos para
criar y engordar cerdos, de la misma manera que para
(01:14:25):
criar y engordar otros animales, el precio inevitablemente sube y
se vuelve proporcionalmente más caro o más barato que otras
carnes según que la naturaleza del país y el estado
de su agricultura hagan que alimentar a los cerdos sea
más o menos costoso que alimentar a otra clase de ganado.
Según el señor Buffon, en Francia el precio de la
(01:14:45):
carne de cerdo es casi igual al de la carne
de vaca. En la mayor parte de Gran Bretaña resulta
algo más elevado. La notable alza en el precio tanto
de los cerdos como de las aves de corral en
Gran Bretaña ha sido frecuentemente atribuida a la disminución del
número de los llamados cátiges y otros pequeños campesinos, algo
que en toda Europa ha sido el precedente inmediato del
(01:15:07):
progreso y los mejores cultivos, pero que al mismo tiempo
ha contribuido a elevar el precio de esos artículos más
temprano y más rápido de lo que habría sucedido en
otra circunstancia. Así como las familias más pobres pueden a
menudo mantener un gato o un perro sin coste alguno,
los campesinos más pobres pueden mantener normalmente unas pocas aves
o una cerda con su cría a un coste insignificante.
(01:15:32):
Los escasos desperdicios de su propia mesa, el suero, la
leche descremada y el suero de mantequilla suministran parte de
su comida a esos animales que encuentran el resto en
los campos vecinos, sin producir perjuicio sensible alguno. Al disminuir
el número de esos pequeños campesinos, entonces, la cantidad de
estas provisiones que son producidas a coste bajo o nulo
(01:15:54):
debe ciertamente caer de forma marcada, y su precio consecuentemente
debe haber aumentado más temprano y más velozmente de lo
que habría ocurrido de otro modo. Tarde o temprano, no obstante,
en el proceso del desarrollo, debe en cualquier caso subir
hasta la altura máxima posible, o el precio que paga
el trabajo y el coste de cultivar la tierra que
(01:16:15):
le suministra alimento también como se pagan en la mayor
parte de las otras tierras cultivadas. El negocio de la
leche y sus derivados es originalmente, igual que la cría
de cerdos y aves, un puro beneficio. El ganado que
era necesario mantener en la granja producía más leche que
la demandada por sus crías o por la familia del granjero,
(01:16:35):
y todavía más si la estación era propicia. Pero de
todos los productos de la tierra, probablemente el más perecedero
es la leche. En las estaciones cálidas, cuando abunda más,
apenas puede mantenerse 24 horas. Al convertirla en mantequilla, el granjero
conserva una pequeña parte durante una semana, al convertirla en
(01:16:57):
mantequilla salada la puede conservar durante un año, al convertirla
en queso, almacena una parte mucho mayor durante varios años.
Una parte de todo esto se destina al uso de
su propia familia, el resto va al mercado y procura
obtener allí el mejor precio posible, que no puede ser
tan bajo como para desanimado enviar allí el sobrante del
(01:17:17):
consumo de su casa. Si resulta muy bajo, es probable
que administre su vaquería de forma negligente y desaseada, no
considerará conveniente reservar un sitio o edificio concreto para la
misma y la expondrá a ser realizada en medio del humo,
la suciedad y los desperdicios de su cocina. Así ocurría
con casi todas las granjas lecheras en Escocia hace 30 o 40 años,
(01:17:40):
y ocurre en muchas de ellas todavía hoy. Las mismas
causas que incrementan paulatinamente el precio de la carne, el
aumento de la demanda y, como efecto del progreso del país,
la disminución de la cantidad de ganado que puede ser
alimentada a coste bajo o nulo, aumentan de la misma
forma el precio de los productos lácteos, que se conecta
(01:18:00):
naturalmente con el de la carne o con el coste
de alimentar al ganado. El precio incrementado permite pagar más trabajo,
atención y limpieza. La vaquería se hace más merecedora de
los cuidados del granjero, y la calidad de la producción
mejora paulatinamente. El precio finalmente llega a ser tan alto
que resulta rentable destinar parte de las tierras más fértiles
(01:18:24):
y mejor cultivadas a la alimentación del ganado exclusivamente para
la vaquería, y cuando llega a esa altura ya no
puede subir más, porque si lo hiciera pronto se asignaría
más tierra a este propósito. parece haber arribado a ese
nivel en la mayor parte de Inglaterra, donde mucha tierra
buena es empleada de esa manera. Salvo las proximidades de
(01:18:44):
unas pocas grandes ciudades, no parece haber llegado todavía a
esa altura en ninguna parte de Escocia, donde los granjeros
no suelen emplear tierras buenas para el alimento del ganado
destinado a la vaquería. El precio de la producción, aunque
ha subido muy considerablemente en estos últimos años, es probablemente
todavía demasiado bajo para permitir tal cosa. La inferioridad de
(01:19:07):
su calidad en comparación con las vaquerías de Inglaterra se
corresponde cabalmente con la inferioridad del precio. Pero esta menor
calidad es más bien el efecto del menor precio que
su causa. Aunque la calidad fuese mucho mejor, en las
actuales circunstancias no creo que la mayor parte de los
productos lácteos que se traen al mercado se pudiese vender
(01:19:27):
a un precio mucho más alto, y probablemente el precio
actual no compense el coste de tierra y trabajo necesario
para producir una calidad mucho mejor. A pesar de la
superioridad en el precio, en la mayor parte de Inglaterra
no se considera al negocio de la leche como un
empleo más rentable de la tierra que el cultivo de
los cereales o el engorde del ganado, los dos grandes
(01:19:48):
renglones de la agricultura. Y en la mayor parte de Escocia,
por lo tanto, ni siquiera ha llegado todavía a esa rentabilidad.
Es evidente que en ningún país las tierras podrá ser
plenamente cultivadas y mejoradas hasta que el precio de cada
producto que el trabajo humano cultiva en ellas ha llegado
tan alto como para cubrir el coste de esas mejoras
(01:20:09):
y cultivos. Para ello, el precio de cada producto en
concreto debe ser suficiente, primero, para pagar la renta de
las buenas tierras cerealeras, y segundo, para pagar el trabajo
y el gasto del granjero también como lo son habitualmente
en las buenas tierras cerealeras, o, en otras palabras, para
reponer con los beneficios corrientes el capital que invierte. Este
(01:20:32):
aumento en el precio de cada producto en concreto debe
ser evidentemente anterior a la roturación y cultivo de la
tierra destinada a producirlo. La ganancia es el objetivo de
cualquier mejora, y no merece ese nombre lo que acarrea
una pérdida como consecuencia necesaria. Pero mejorar una tierra con
vistas a un producto cuyo precio nunca compensará los costes
(01:20:52):
tendrá como consecuencia necesaria a una pérdida. Si la mejora
y cultivo completo del país es, y sin duda lo es,
el máximo beneficio público, este incremento en el precio de
todas las distintas clases de productos primarios debe ser considerado
no como una calamidad pública sino como el necesario precedente
y acompañante del mayor de los beneficios sociales. Asimismo, el
(01:21:17):
alza en el precio nominal o monetario de esas diversas
materias primas no ha sido el efecto de ninguna degradación
en el valor de la plata sino de un alza
en el precio real de aquellas. No sólo valen una
cantidad mayor de plata sino una cantidad mayor de trabajo
y elementos de subsistencia que antes. Así como cuesta una
mayor cantidad de trabajo y provisiones el llevarlas al mercado,
(01:21:39):
una vez que están allí representan o equivalen a una
cantidad mayor. Tercera clase Hay determinadas materias primas que la
naturaleza ha vuelto una suerte de apéndices de otras, de
forma tal que la cantidad de las primeras que puede
tener un país se haya necesariamente limitada por la cantidad
(01:22:01):
de las segundas. Por ejemplo, la cantidad de lana y
cueros de cualquier país está inevitablemente limitada por el número
del ganado mayor y menor que en él pueda criarse.
Este número se haya a su vez limitado por el
nivel del progreso y la naturaleza de su agricultura. Podría
pensarse que las mismas causas que en la marcha del
(01:22:22):
progreso aumentan gradualmente el precio de la carne deberían tener
el mismo efecto sobre los precios de la lana y
el cuero, y elevarlos en similar proporción. Así sucedería probablemente,
si en los rudos comienzos del desarrollo el mercado de
estas últimas mercancías estuviese restringido dentro de fronteras tan estrechas
como las del mercado de la primera. Pero la extensión
(01:22:44):
de sus mercados respectivos es por regla general muy diferente.
El mercado de la carne está casi en todas partes
limitado a la región que la produce. Irlanda y una
parte de la América Británica practican un intenso comercio en
alimentos salados, pero tengo entendido que son los únicos países
que lo hacen en el mundo comercial, o que exportan
(01:23:04):
una parte apreciable de sus carnes. El mercado de lana
y pieles, por el contrario, rara vez está limitado en
los comienzos del desarrollo al país que las produce. Pueden
ser transportadas con facilidad a países lejanos, la lana sin
preparación alguna y las pieles con muy poca, y como
constituyen materiales para muchas manufacturas, la industria de otros países
(01:23:27):
puede generar una demanda para ellas, aunque la del país
que las produce no genere ninguna. En países mal cultivados,
y por eso escasamente habitados, el precio de la lana
y el cuero es en proporción al del animal entero
mucho mayor que en países donde, al estar el progreso
y la población más desarrollados, hay más demanda de carne.
(01:23:49):
El señor Hume observa que en la época de los
sajones el vellón valía dos quintos de la oveja entera,
y que esa proporción era muy superior a la actual.
Me han asegurado que en algunas provincias de España se
mata a menudo a las ovejas nada más que para
aprovechar su lana y su cebo. El resto se deja
pudrir sobre la tierra o es devorado por animales salvajes
o aves de rapiña. Si esto en España ocurre a veces,
(01:24:13):
en Chile, Buenos Aires y muchos otros lugares de la
América Española ocurre constantemente y el ganado vacuno es sistemáticamente
sacrificado sólo por el cuero y el cebo. Lo mismo
solía suceder en la española mientras estuvo infestada de bucaneros,
antes de que el asentamiento, roturación y poblamiento de las
plantaciones francesas, que hoy se extienden a lo largo de
(01:24:34):
la costa de casi toda la mitad occidental de la isla,
incrementara el valor del ganado de los españoles, que siguen
poseyendo no sólo la parte oriental de la costa sino
todo el interior montañoso del país. Aunque con el desarrollo
y la población el precio del animal entero necesariamente sube,
ello afecta probablemente más al precio de la carne que
(01:24:55):
al de la lana y el cuero. El mercado de
la carne, limitado en el estado rudo de la sociedad
siempre al país que la produce, debe inevitablemente extenderse en
proporción al progreso y población de ese país. Pero como
el mercado de la lana y el cuero incluso en
un país bárbaro se extiende con frecuencia a todo el mundo,
muy rara vez puede ampliarse en la misma proporción. El
(01:25:18):
estado de todo el mundo comercial pocas veces se verá
muy afectado por el progreso de un país individual, y
después de ese progreso el mercado de dichas mercancías podrá
permanecer igual o casi igual que antes. Pero se puede
esperar que en el curso natural de las cosas dicho
mercado se expandirá en alguna medida. En particular, si las
manufacturas que emplean esas mercancías como materiales llegan a florecer
(01:25:42):
en el país, el mercado, aunque no crecería mucho, al
menos se aproximaría bastante más a la fuente de suministro,
y el precio de esos materiales podrá al menos subir
en la suma que se gastaba normalmente al transportarlos a
países remotos. Por lo tanto, aunque no subirá en la
misma proporción que el de la carne, debería naturalmente subir
(01:26:03):
algo y ciertamente no debería disminuir. Ahora bien, en Inglaterra,
a pesar de la situación floreciente de su industria lanera,
el precio de la lana ha caído muy significativamente desde
los tiempos de Eduardo III. Muchos documentos fidedignos atestiguan que
durante el reinado de dicho príncipe, mediados del siglo XIV,
(01:26:24):
en torno a 1339, el precio estimado como moderado y razonable
por cada todo 28 libras de lana inglesa no bajaba de 10
chelines de la moneda de entonces, que contenían, a 12 peniques
la onza, 6 onzas de plata peso de la torre, equivalentes
a unos 30 chelines de hoy. En la actualidad, 21 chelines el
(01:26:45):
tod es un buen precio por la lana inglesa de
máxima calidad. Así, el precio monetario de la lana en
la época de Eduardo III con relación a su precio
monetario de hoy era como de 10 a 7. La superioridad de
su precio real era todavía mayor. A 6 chelines y 8 peniques
el cuartal, el precio de 12 bucels de trigo era en
(01:27:06):
esos tiempos de 10 chelines. A 28 chelines el cuartal, 21 chelines es
hoy el precio de sólo 6 bucels. La proporción, por consiguiente,
entre los precios reales de entonces y de hoy es
como de 12 a 6, o de 2 a 1. En aquellos tiempos un
tot de lana habría comprado dos veces la cantidad de
(01:27:27):
provisiones que compraría hoy, y por ello dos veces la
cantidad de trabajo, siempre que la retribución real del trabajo
hubiese sido la misma en ambos periodos. Esta rebaja en
el valor real y nominal de la lana nunca habría
tenido lugar como consecuencia del curso natural de los acontecimientos,
ha sido el efecto de la violencia y el artificio.
(01:27:48):
En primer lugar, por la prohibición absoluta de exportar lana
de Inglaterra. En segundo lugar, por el permiso para importar
lana española libre de aranceles. En tercer lugar, por la
prohibición de exportarlo desde Irlanda a ningún otro país salvo Inglaterra.
Como consecuencia de estas reglamentaciones, el mercado para la lana inglesa,
en lugar de resultar en cierto grado ampliado como consecuencia
(01:28:12):
del desarrollo de Inglaterra, ha sido confinado al mercado local,
donde se permite la competencia con la lana de varios
países y donde se obliga que compita con la lana
de Irlanda. Como además la industria de la lana en
Irlanda es tan desalentada como resulta posible sin violar la
justicia y la equidad, los irlandeses sólo pueden manufacturar localmente
(01:28:32):
una pequeña fracción de su lana, y se ven forzados
a enviar la mayor parte a Gran Bretaña, el único
mercado que se les permite. No he encontrado documentación tan
fiable con respecto al precio de los cueros en épocas antiguas.
La lana era habitualmente pagada al rey en concepto de subsidio,
y la valoración que se le daba en ese subsidio indica,
(01:28:53):
hasta cierto punto, cuál era su precio corriente. Este no
fue el caso de los cueros. No obstante, y a
partir de unas cuentas del año 1425 entre el prior de
Bursester en Oxford y uno de sus canónigos, Fleetwood nos
da el precio, al menos en esa ocasión concreta. 5
cueros de buey a 12 chelines, 5 cueros de vaca a 7 chelines
y 3 peniques, 36 cueros de oveja de 2 años a 9 chelines, 16 cueros
(01:29:16):
de ternera a 2 chelines. En 1425 doce chelines contenían más o
menos la misma cantidad de plata que 24 chelines de hoy.
Según estas cuentas, entonces, un cuero de buey valía la
misma cantidad de plata que cuatro chelines cuatro quintos de
(01:29:38):
nuestra moneda actual. Su precio nominal era mucho más bajo
que hoy. Pero a 6 chelines y 8 peniques el cuartal, 12 chelines
habrían comprado entonces 14 bucels y 4 quintos de trigo que a 3
chelines y 6 peniques el bucel costarían hoy 51 chelines 4 peniques. Un
cuero de buey, por lo tanto, habría comprado entonces tanto
(01:30:01):
trigo como 10 chelines y 3 peniques comprarían hoy. Su valor real
era de 10 chelines y 3 peniques actuales. En esa época, cuando
el ganado estaba medio muerto de hambre durante buena parte
del invierno, su tamaño no podía ser muy grande. Un
cuero de buey que pese cuatro stone de 16 libras a
verdupois no está mal en nuestros tiempos, y en aquellos
(01:30:24):
habría sido considerado muy bueno. Pero a media corona el stone,
que según creo es hoy, febrero de 1773, el precio corriente,
un cuero así costará sólo 10 chelines. Por tanto, aunque su
precio nominal es mayor que antes, su precio real, la
cantidad real de provisiones que comprará o de que dispondrá
(01:30:45):
es algo más baja. El precio de los cueros de vaca,
según las cuentas mencionadas, se halla en la proporción normal
con el de los cueros de buey. El de los
cueros de oveja está muy por encima, porque quizás se
vendían con lana. El de los cueros de ternera, por
el contrario, está muy por debajo de esa proporción. En
(01:31:06):
países donde el precio del ganado es muy reducido, las
terneras que no son necesarias para mantener el número de
cabezas suelen ser sacrificadas muy jóvenes, así ocurría en Escocia
hace 20 o 30 años. Se ahorra así la leche, porque el
precio de aquellas no compensaría al de esta. Sus cueros,
en consecuencia, valen generalmente muy poco. El precio de los
(01:31:30):
cueros es mucho menor hoy que hace algunos años, debido
probablemente a la supresión de los aranceles sobre las pieles
de foca y a la autorización durante un tiempo limitado
de la importación sin aranceles de cueros desde Irlanda y
las plantaciones, concedida en 1769. Si se toma la media del
siglo actual, su precio real ha sido probablemente mayor que
(01:31:51):
en esos tiempos pasados. La naturaleza de la mercancía la
hace no tan adecuada como la lana para ser transportada
a mercados tan distantes. Sufre más daños al ser almacenada.
Un cuero ensalazón se estima menos que uno crudo y
se vende a un precio menor. Esta circunstancia necesariamente debe
tender a deprimir el precio de los cueros producidos en
(01:32:14):
un país que no los manufactura y se ve obligado
a exportarlos, y a aumentar el precio de los producidos
en un país que los manufactura. debe tender a disminuir
su precio en un país bárbaro y a elevarlo en
un país desarrollado e industrial. Debe por ello tender a
bajarlo en tiempos primitivos y a subirlo en los modernos.
(01:32:34):
Nuestros curtidores, además, no han tenido el éxito de nuestros
industriales del paño en su tarea de convencer al país
de que la seguridad de la comunidad depende mucho de
la prosperidad de su industria, por ello han disfrutado de
menos apoyo. La exportación de cueros ha sido prohibida y
declarada delito. Su importación desde países extranjeros ha sido sujeta
(01:32:55):
a un arancel, y aunque ha sido suprimido para las
pieles importadas de Irlanda y las plantaciones. Solo durante cinco años,
Irlanda no ha sido limitada al mercado de Gran Bretaña
para la venta de sus cueros excedentes o los que
no manufactura localmente. Sólo en estos últimos años los cueros
del ganado corriente han sido incluidos en la lista de
(01:33:15):
mercancías que las plantaciones no pueden enviar sino a la
madre patria. El comercio de Irlanda no ha sufrido todavía
opresión alguna en este ramo con objeto de proteger a
la industria de Gran Bretaña. Sean cuáles fueren las reglamentaciones
que tiendan a rebajar el precio de la lana o
el cuero por debajo de lo que sería natural, en
un país desarrollado y cultivado deberán tender en alguna medida
(01:33:37):
a elevar el precio de la carne. Tanto el precio
del ganado grande como del pequeño, alimentado en tierras roturadas
y cultivadas, debe ser suficiente para pagar la renta y
el beneficio que el terrateniente y el granjero esperan de
una tierra mejorada y cultivada. Si no es así, pronto
dejarán de alimentarlo. Por lo tanto, cualquier fracción de ese
(01:34:00):
precio que no sea pagada por la lana y el
cuero deberá ser pagada por la carne. La forma en
que el precio se divida entre las diferentes partes del
animal es indiferente a los propietarios y granjeros, siempre que
se pague en su totalidad. En un país desarrollado y cultivado, así,
sus intereses como terratenientes y granjeros no se ven afectados
(01:34:20):
por tales regulaciones, aunque sí pueden serlo sus intereses como consumidores,
debido al aumento en el precio de las provisiones. La
situación sería muy diferente en un país atrasado y no cultivado,
donde el grueso de la tierra sólo podría dedicarse a
la alimentación del ganado, en cuyo valor la lana y
el cuero constituirían la parte principal. Sus intereses como propietarios
(01:34:43):
y granjeros se verían profundamente afectados por esas reglamentaciones y
su interés como consumidor es muy poco. La caída en
el precio de la lana y el cuero no elevaría
en este caso el precio de la carne, al no
ser la mayoría de la tierra aplicable a otro destino
aparte de la cría del ganado, se seguiría alimentando al
mismo número. Acudiría del matadero al mercado la misma cantidad
(01:35:06):
de carne. Su demanda no sería mayor que antes. Su precio,
en consecuencia, se mantendría sin cambios. El precio total del
ganado caería, y con el tanto la renta y el
beneficio de todas las tierras donde el ganado fuese el
producto principal, es decir, la mayoría de las tierras del país.
(01:35:27):
En esas circunstancias, la perpetua prohibición de exportar lana, habitual
pero muy equivocadamente atribuida a Eduardo III, sería la reglamentación
más destructiva que se pudiese concebir. no sólo reduciría el
valor efectivo del grueso de las tierras del reino, sino
que al disminuir el precio de la especie más importante
de ganado pequeño, retrasaría marcadamente su progreso ulterior. El precio
(01:35:51):
de la lana de Escocia cayó acusadamente como consecuencia de
la unión con Inglaterra, que le cerró el amplio mercado
de Europa y la restringió al mercado estrecho de Gran Bretaña.
El valor de la mayoría de las tierras en los
condados del sur de Escocia, que son fundamentalmente regiones laneras,
habría sido profundamente afectado por este acontecimiento si el aumento
(01:36:12):
en el precio de la carne no hubiese compensado plenamente
la caída en el precio de la lana. Así como
la eficacia del trabajo humano en aumentar la cantidad de
lana o cuero es limitada en la medida en que
depende de la producción del país donde se ejerce, también
es incierta en la medida en que depende de la
producción de otros países. y no depende tanto de la
(01:36:33):
cantidad que produzcan como de la cantidad que no manufacturan,
y de las restricciones que juzguen conveniente aplicar sobre las
exportaciones de esos productos primarios. Estas circunstancias, al ser por
completo independientes del trabajo local, necesariamente tornan a la eficacia
de sus esfuerzos en más o menos incierta. En la
(01:36:53):
multiplicación de esta clase de materias primas, por lo tanto,
la eficacia de la labor humana es no sólo limitada
sino también insegura. Es igualmente limitada e incierta en la
multiplicación de otra rama muy importante de la producción primaria,
la cantidad de pescado que se trae al mercado. Es
limitada por la situación del país, por la proximidad o
(01:37:15):
lejanía de entre sus diversas provincias y el mar, por
el número de sus lagos y ríos, y por lo
que podría denominarse fertilidad o esterilidad de los mares, lagos
y ríos en lo que respecta a esa materia prima.
A medida que se expande la población, cuando el producto
anual de la tierra y el trabajo del país crece gradualmente,
hay más compradores de pescado. Y estos compradores poseen además
(01:37:38):
una cantidad y variedad mayor de otros bienes o, lo
que es lo mismo, el precio de una cantidad y
variedad mayor de otros bienes, para dar a cambio. Será,
en pero, generalmente imposible abastecer el mercado más amplio y
extendido sin emplear una cantidad de trabajo proporcionalmente mayor a
la empleada para abastecer el mercado limitado y estrecho. Un
(01:38:00):
mercado que pasa de demandar sólo mil a demandar diez
mil toneladas anuales de pescado en pocas ocasiones podrá ser
abastecido sin emplear más de diez veces la cantidad de
trabajo que antes bastaba para abastecerlo. El pescado debe ser
generalmente capturado a una distancia mayor, habrá que utilizar barcos
más grandes y recurrir a toda clase de equipos más caros.
(01:38:22):
El precio real de esta mercancía, por lo tanto, naturalmente
crece con el desarrollo. Así ha ocurrido en mayor o
menor medida en todos los países. Aunque el éxito de
una jornada particular de pesca es cuestión sumamente incierta, puede
sin embargo suponerse que si se considera el curso de
un año o de varios años, y se atiende a
(01:38:43):
la localización del país, la eficacia general de la industria
para traer una cantidad determinada de pescado al mercado resulta
entonces bastante cierta, sin duda, así lo es. pero como
depende más de la localización del país que del estado
de su riqueza e industria, y como por ello puede
ser la misma en diversos países en momentos distintos del desarrollo,
(01:39:04):
y muy diferente en los mismos periodos. Su conexión con
el progreso es incierta y es a esta incertidumbre a
la que me refiero. Para incrementar la cantidad de los
diferentes minerales y metales que son extraídos de las entrañas
de la tierra, en especial la de los más preciosos,
la eficacia del trabajo humano no parece limitada, pero es
(01:39:24):
completamente incierta. La cantidad de metales preciosos que hay en
cualquier país no está limitada por condiciones locales, como la
fertilidad o esterilidad de sus propias minas. Esos metales a
menudo abundan en países que carecen de minas. Su cantidad
en cada país parece depender de dos circunstancias diferentes. Primero,
(01:39:46):
de su poder de compra, del estado de su industria,
del producto anual de su tierra y su trabajo, a
consecuencia de lo cual puede permitirse asignar una cantidad mayor
o menor de trabajo y provisiones a traer o adquirir
superfluidades tales como oro y plata, bien de sus propias
minas o bien de las de otros países. Y segundo,
de la productividad o esterilidad de las minas que en
(01:40:06):
cada momento dado suministran esos. Metales al mundo comercial. La
cantidad de dichos metales en los países más apartados de
las minas se verá más o menos afectada por dicha
productividad o esterilidad con arreglo a la facilidad y baratura
del transporte de esos metales, de su pequeño volumen y
gran valor. Su cantidad en China o Hindustán debió verse
(01:40:29):
más o menos afectada por la abundancia de las minas
de América. En la medida en que su cantidad en
cualquier país determinado depende de la primera de esas circunstancias,
el poder de compra, su precio real, como el de
todos los lujos y superfluidades, probablemente aumentará con la riqueza
y el crecimiento del país y caerá con su pobreza
(01:40:49):
y depresión. Los países que tienen un copioso excedente de
trabajo y provisiones pueden permitirse comprar esos metales a cambio
de una cantidad de trabajo y artículos de subsistencia mayor
que países que no cuentan con excedentes tan abultados. En
tanto su cantidad en cualquier país dado depende de la
segunda de esas circunstancias, la productividad o esterilidad de las
(01:41:10):
minas que abastecen al mundo comercial, su precio real. La
cantidad real de trabajo y provisiones que pueden comprar o
con la que se pueden intercambiar, indudablemente se hundirá más
o menos en proporción a la fertilidad, y aumentará en
proporción a la esterilidad de esas minas. La productividad o
improductividad de las minas que en cualquier momento dado abastecen
(01:41:31):
al mundo comercial, sin embargo, es una circunstancia que lógicamente
no guardará conexión alguna con el estado de la industria
de ningún país en concreto. Incluso parece que no la
guardará con la del mundo en general. Es cierto que
a medida que las artes y el comercio se extienden
sobre una mayor superficie de la tierra, la búsqueda de
(01:41:51):
nuevas minas, al desplegarse sobre un área mayor, tendrá más
posibilidades de éxito que cuando está confinada dentro de límites
más estrechos. Pero el descubrimiento de nuevas minas, a medida
que las viejas se van agotando paulatinamente, es asunto de
la máxima incertidumbre, que ninguna destreza ni laboriosidad humana es
capaz de superar. Es sabido que todos los indicios son dudosos,
(01:42:14):
y sólo el descubrimiento y explotación rentable de una nueva
mina puede determinar la realidad de su valor y hasta
de su misma existencia. En esa búsqueda no hay límites
definidos ni al posible éxito ni al fracaso del esfuerzo humano.
Es posible que tras un siglo o dos se descubran
nuevas minas más fértiles que ninguna de las conocidas hasta ahora,
(01:42:36):
y es igualmente posible que la mina más productiva que
se descubra entonces sea más pobre que cualquiera que haya
sido explotada antes del descubrimiento de las minas de América.
El que tenga lugar uno u otro de esos acontecimientos
es de insignificante importancia para la riqueza y prosperidad real
del mundo, para el valor real del producto anual de
la tierra y el trabajo de la humanidad. Su valor nominal,
(01:42:59):
la cantidad de oro y plata en la que ese
producto anual se pueda expresar o representar, será sin duda
muy diferente, pero su valor real, la cantidad real de
trabajo que pueda comprar o comandar será exactamente la misma.
Un chelín podrá representar en un caso apenas el trabajo
que representa hoy un penique, y en otro caso un
penique podrá representar tanto como un chelín hoy. Pero en
(01:43:23):
un caso quien lleve un chelín en su bolsillo no
habrá sido más rico que el que lleve un penique hoy,
y en el otro quien tenía un penique hará sido
tan rico como el que lleve hoy un chelín. La
baratura o abundancia de los artículos de oro y plata
sería la única ventaja que el mundo cosecharía en un caso,
y la carestía y escasez de tales insignificantes superfluidades sería
(01:43:44):
el único inconveniente que padecería en el otro. Concluye la
digresión sobre las variaciones en el valor de la plata.
La mayoría de los autores que han recopilado los precios
monetarios de las cosas en la antigüedad parecen haber considerado
al bajo precio monetario del cereal y de los bienes
en general, o en otras palabras al alto valor del
(01:44:04):
oro y la plata como prueba no sólo de la
escasez de dichos metales sino de la pobreza y el
atraso del país en esa época. Esta idea está relacionada
con el sistema de economía política que sostiene que la
riqueza nacional consiste en la abundancia y la pobreza nacional
en la escasez de oro y plata, un sistema que
procuraré analizar y explicar con detalle en el cuarto libro
(01:44:25):
de esta investigación. Aquí sólo subrayaré que el elevado valor
de los metales preciosos no es prueba alguna de la
pobreza y atraso de ningún país en el momento en
que ello sucede. es prueba tan sólo de la improductividad
de las minas que en ese momento abastecían al mundo comercial.
Un país pobre, así como no puede comprar más que
(01:44:46):
uno rico, tampoco puede permitirse pagar más por el oro
y la plata que el rico, el valor de esos metales,
en consecuencia, no es probable que sea mayor en el
primero que en el segundo. En China, un país mucho
más rico que ninguna región de Europa, el valor de
los precios metales es mucho más elevado que en parte
alguna de Europa. En la medida en que la riqueza
(01:45:09):
de Europa se ha elevado agudamente desde el descubrimiento de
las minas de América, el valor del oro y la
plata ha disminuido gradualmente. Pero esta disminución en su valor
no ha provenido del incremento en la riqueza real de
Europa o del producto anual de su tierra y su trabajo,
sino del descubrimiento accidental de minas más ricas que ninguna
de las conocidas antes. El aumento en la cantidad de
(01:45:32):
oro y plata en Europa, y la expansión de su
industria y su agricultura, son dos acontecimientos que aunque han
casi coincidido en el tiempo, derivan de causas muy diversas,
y virtualmente no tienen conexión entre sí. El uno ha
surgido merced a un mero accidente, en el que ni
la prudencia ni la política han desempeñado papel alguno. El
(01:45:53):
otro ha derivado de la decadencia del sistema feudal y
del establecimiento de un gobierno que ha otorgado a la
actividad económica el único estímulo que necesita, una tolerable seguridad
de que va a disfrutar del fruto de su propio esfuerzo. Polonia,
donde aún rige el sistema feudal, es hoy un país
tan miserable como lo era antes del descubrimiento de América.
(01:46:14):
Sin embargo, el precio monetario del cereal ha subido y
el valor real de los metales preciosos ha bajado en
Polonia de la misma forma que en otros lugares de Europa.
Su cantidad, entonces, debe hacer aumentado allí como en otros sitios,
y casi en la misma proporción con respecto al producto
anual de su tierra y su trabajo. Pero al parecer
(01:46:35):
ese aumento en la cantidad de dichos metales no ha
expandido ese producto anual, no ha mejorado la industria ni
la agricultura del país, ni el nivel de vida de
sus habitantes. Los países dueños de las minas, España y Portugal,
son quizás los países más pobres de Europa después de Polonia.
Sin embargo, el valor de los metales preciosos debe ser
(01:46:56):
menor en España y Portugal que en el resto de Europa,
puesto que de allí arriban a todo el resto de
Europa encarecidos no sólo con el flete y el seguro
sino con el coste del contrabando, al estar su exportación
o bien prohibida o bien sujeta a gravámenes. En proporción
al producto anual de la tierra y el trabajo, por
lo tanto, su cantidad debe ser mayor allí que en
(01:47:17):
ninguna otra parte de Europa, esos países, no obstante, son
más pobres que la mayoría de los países de Europa.
Aunque en España y Portugal el sistema feudal ha sido abolido,
no ha sido reemplazado por uno mucho mejor. Así como
el bajo valor del oro y la plata no es
prueba de la riqueza y prosperidad del país que lo registra,
(01:47:38):
tampoco un valor alto, o un precio monetario bajo de
los bienes en general o del cereal en particular, es
prueba alguna de su pobreza y atraso. Pero aunque el
bajo precio monetario de los bienes en general o del
cereal en concreto no es prueba de la pobreza y
el atraso de una época, el bajo precio monetario de
algunos bienes en particular, como el ganado, las aves, la caza, etc.
(01:48:01):
en proporción al del cereal es una prueba decisiva. Demuestra nítidamente, primero,
su gran abundancia con respecto al cereal, y consecuentemente la
amplia extensión de tierra que ocupan en proporción a la
que ocupa el cereal, y segundo, el bajo valor de
esta tierra en proporción a la tierra cerealera, y consiguientemente
el estado no cultivado ni mejorado del grueso de las
(01:48:23):
tierras del país. Demuestra palmariamente que el capital y la
población del país no guardan la misma proporción con la
extensión de su territorio como ocurre normalmente en los países civilizados,
y que la sociedad está en ese momento y en
esa sociedad apenas en su infancia. Del alto o bajo
precio monetario de los bienes en general o del cereal
(01:48:44):
en particular podemos inferir sólo que las minas que en
ese momento abastecen al mundo comercial de oro y plata
son fértiles o estériles, y no que el país es
rico o pobre. pero del elevado o reducido precio monetario
de algunos bienes con respecto a otros podemos inferir con
cierto grado de verosimilitud que casi es certidumbre que es
rico o pobre, que el grueso de sus tierras están
(01:49:06):
mejoradas o no, y que se haya bien en un
estado más o menos atrasado, bien en uno más o
menos civilizado. Toda elevación en el precio monetario de los
bienes que deriva completamente de la rebaja en el valor
de la plata afectará a todas las clases de artículos
por igual, y sus precios aumentarán globalmente un tercio, un
cuarto o un quinto, según que la plata pierda un tercio,
(01:49:29):
un cuarto o un quinto de su valor anterior. Pero
el aumento en el precio de las provisiones, que ha
sido objeto de tanto análisis y debate, no afecta a
todas las provisiones por igual. Tomando al siglo presente como media,
incluidos aquellos que explican el aumento del precio del cereal
por la caída en el valor de la plata, se
reconoce en general que ese aumento ha sido mucho menor
(01:49:51):
que el registrado en otras clases de provisiones. El aumento
en estas clases, por lo tanto, no puede ser explicado
completamente por la disminución en el valor de la plata.
Hay que tomar en consideración otras causas, y las mencionadas
anteriormente podrán quizás explicar el aumento en esas clases específicas
de provisiones que se han encarecido con respecto al cereal,
(01:50:14):
sin recurrir a la supuesta rebaja en el valor de
la plata. En lo que hace al precio del cereal,
durante los 64 primeros años del siglo actual y antes de
la extraordinaria serie de malas cosechas, ha sido algo más
bajo que durante los 64 últimos años del siglo pasado. El
hecho es ratificado no sólo por las cifras del mercado
(01:50:35):
de Windsor sino por las tasaciones públicas de los distintos
condados de Escocia y por los datos de muchos mercados
de Francia, recogidos con gran diligencia y precisión por el
señor Mesance y por el señor Dupré de ST Maur.
Los datos son más completos de lo que podría esperarse
en un asunto naturalmente tan difícil de investigar. En lo
(01:50:56):
referido al elevado precio del cereal durante los diez o
doce últimos años, se lo puede explicar suficientemente por el
rigor del clima, sin suponer ninguna rebaja en el valor
de la plata. La opinión, entonces, de que el valor
de la plata está cayendo continuamente no está fundada en
observaciones precisas ni sobre los precios del cereal ni sobre
(01:51:17):
los de esas otras provisiones. Podría argumentarse que la misma
cantidad de plata, incluso de acuerdo con los datos aquí presentados,
compra hoy una cantidad mucho menor de diversas clases de
provisiones de lo que habría comprado durante una parte del
siglo pasado, y que el discernir si este cambio se
debe a un aumento en el valor de esos bienes
(01:51:37):
o a una caída en el valor de la plata
es establecer tan sólo una distinción vana e inútil, que
de nada puede servir a la persona que tiene una
cierta cantidad de plata con la que acudir al mercado,
o un cierto ingreso fijo en dinero. Ciertamente no pretendo
que el conocimiento de esa distinción le permita comprar más barato,
(01:51:57):
pero no será por ello completamente inútil. La distinción podrá
servir al gobierno al proporcionarle una prueba sencilla de la
prosperidad del país. Si el aumento en el precio de
algún tipo de provisiones se debe totalmente a la caída
en el valor de la plata, se debe a una
circunstancia de la que nada puede inferirse, salvo la productividad
(01:52:17):
de las minas americanas. La riqueza real del país, el
producto anual de su tierra y su trabajo, puede a
pesar de dicha circunstancia estar reduciéndose paulatinamente, como en Portugal
y Polonia, o aumentando, como en la mayor parte del
resto de Europa. Pero si ese aumento en el precio
de algún tipo de provisiones se debe a la elevación
(01:52:38):
en el valor real de la tierra que las produce,
a su mayor fertilidad, o a que como consecuencia de
las mejoras y los buenos cultivos ha sido preparada para
producir cereales, se debe a una circunstancia que indica claramente
la prosperidad y el estado progresivo del país. La tierra
constituye con diferencia la parte mayor, más importante y duradera
(01:52:58):
de la riqueza de cualquier país extenso. Debe ser cegaramente
útil para la comunidad, o al menos le proporcionará alguna satisfacción,
el contar con una prueba tan palpable del valor creciente
de la parte más grande, importante y duradera de su riqueza.
También puede resultar de alguna utilidad para la sociedad en
la regulación de la remuneración pecuniaria de algunos de sus
(01:53:20):
servidores más modestos. Si ese aumento en el precio de
alguna clase de provisiones se debe a una caída en
el valor de la plata, su retribución pecuniaria, siempre que
no hubiese sido antes muy alta, debería ciertamente ser aumentada
en proporción a esa caída. Si no lo es, su
remuneración real será evidentemente disminuida de forma proporcional. Pero si
(01:53:43):
el aumento en el precio proviene de un aumento en
el valor, como consecuencia de la fertilidad mejorada de la
tierra que produce dichas provisiones, entonces el decidir en qué
proporción se debe aumentar cualquier remuneración, o incluso si debe
aumentarse en alguna, se convierte en una cuestión mucho más delicada.
La extensión de las mejoras y los cultivos, así como
(01:54:05):
necesariamente aumenta más o menos en proporción al precio del
cereal el precio de toda suerte de alimentos de origen animal,
también necesariamente reduce, creo, el de toda clase de alimentos vegetales,
porque al elevar la productividad de la tierra aumenta su abundancia. Asimismo,
las mejoras en la agricultura introducen muchas clases de alimentos
(01:54:25):
vegetales que, al requerir menos tierra y no más trabajo
que los cereales, llegan más baratos al mercado. Así sucede
con las patatas y el maíz, el llamado cereal indio,
quizás los dos adelantos más significativos que la agricultura europea,
y acaso la misma Europa, ha recogido de la vasta
extensión de su comercio y su navegación. Muchas clases de
(01:54:48):
alimentos vegetales, por añadidura, que en la etapa primitiva de
la agricultura se limitan a la huerta y son cultivados
con la asada, en un estado más avanzado se introducen
en los campos y son cultivados con el arado, como
sucede con los nabos, las zanahorias, las coles, etc. Por
lo tanto, si en el desarrollo económico el precio real
(01:55:08):
de unas clases de alimentos necesariamente sube, el de otras
necesariamente baja, y se vuelve todavía más complejo el determinar
en qué medida el aumento en unas puede compensar la
caída en las otras. Cuando el precio real de la
carne del matadero alcanza su cota máxima, algo que, salvo
quizás con respecto al cerdo, ha ocurrido con respecto a
(01:55:29):
todas las otras carnes en la mayor parte de Inglaterra
hace más de un siglo, todo aumento ulterior en cualquier
otro tipo de alimento animal no podrá influir mucho en
las condiciones de vida de las clases inferiores del pueblo.
La situación de los pobres en la mayor parte de
Inglaterra no puede cegaramente verse tan perjudicada por ningún aumento
en el precio de las aves, pescados, aves silvestres o venados,
(01:55:52):
como aliviada por la caída en el precio de las patatas.
En los presentes tiempos de escasez, el elevado precio del
cereal sin duda castiga a los pobres. Pero en momentos
de moderada abundancia, cuando el cereal se sitúa en su
precio corriente o medio, el aumento natural en el precio
de cualquier otra clase de materias primas no los afecta demasiado.
(01:56:15):
Sufren quizás más por el incremento artificial que los impuestos
han ocasionado en algunos artículos manufacturados como la sal, el jabón,
las pieles, las velas, la malta, la cerveza, etc. Efectos
del progreso sobre el precio real de las manufacturas La
disminución gradual del precio de casi todas las manufacturas es
(01:56:36):
el efecto natural del progreso. El precio de la mano
de obra disminuye probablemente en todas sin excepción. como consecuencia
de la mejor maquinaria, la mayor destreza y una más
adecuada división y distribución del trabajo, todas ellas efectos naturales
del desarrollo. Se requiere una cantidad de trabajo mucho menor
para fabricar cualquier producto, y aunque el precio real del
(01:56:59):
trabajo debe aumentar considerablemente como consecuencia de la prosperidad social,
esa gran disminución en la cantidad compensará con creces el
mayor aumento que pueda registrar el precio. Existen ciertamente unas
pocas manufacturas en las que el aumento inevitable en el
precio real de sus materiales más que compensará todas las
ventajas que el desarrollo puede introducir en su fabricación. En
(01:57:22):
el trabajo de ensambladores y carpinteros, y en los trabajos
corrientes de evanistería, el aumento necesario en el precio real
de la madera, consecuencia de la roturación de las tierras,
más que compensará todas las ventajas derivadas de la mejor maquinaria,
la mayor destreza y la más adecuada división y distribución
del trabajo. pero en todos los casos en los que
(01:57:43):
el precio real de los materiales no aumente en absoluto,
o no lo haga de forma apreciable, el de las
mercancías manufacturadas caerá marcadamente. Esta disminución en el precio ha sido,
en el transcurso de este siglo y el anterior, muy
notable en aquellas manufacturas cuyas materias primas son los metales
más corrientes. Hoy puede comprarse por 20 chelines un reloj mejor
(01:58:07):
que uno que en el siglo pasado habría costado 20 libras.
Los artículos de cuchillería y hierrería, los juguetes fabricados con
los metales más ordinarios, todos los bienes conocidos como productos
de Birmingham y Sheffield se han abaratado significativamente en el
mismo periodo, aunque quizás no tanto como los relojes. La
(01:58:27):
rebaja ha sido en cualquier caso suficiente para asombrar a
los trabajadores de todo el resto de Europa, que en
muchos casos admiten ser incapaces de producir artículos de igual
calidad por el doble de precio, e incluso por el triple.¿
Acaso no haya manufacturas en las que la división del
trabajo puede ser tan profundizada, o en las que la
maquinaria permita tanta variedad de adelantos, como en las que
(01:58:49):
emplean los metales corrientes como materia prima? Durante el mismo lapso,
no ha habido una reducción tan destacable en el precio
de las manufacturas textiles. Tengo entendido que, por el contrario,
durante los últimos 25 o 30 años el precio del paño más
fino se ha incrementado algo en proporción a su calidad.
(01:59:09):
Se dice que ello se debe al alza considerable en
el precio de los materiales, que consisten fundamentalmente en lana española.
El precio del paño de Yorkshire, elaborado totalmente con lana inglesa,
ha caído durante este siglo bastante en proporción a su calidad.
De todos modos, la calidad es algo tan discutible que
para mí todas las informaciones de este tipo son algo inciertas.
(01:59:33):
En la industria del paño la división del trabajo es
casi la misma hoy que hace un siglo, y la
maquinaria empleada no es muy distinta. Puede haber habido, en pero,
ligeros progresos en ambas, que quizás hayan ocasionado alguna disminución
en el precio. La reducción, no obstante, parecerá mucho más
(01:59:53):
patente e innegable si se compara el precio de estas
manufacturas hoy con el de un pasado mucho más remoto,
a finales del siglo XV, cuando el trabajo estaba probablemente
mucho menos subdividido y la maquinaria era mucho más imperfecta
que en la actualidad. En 1487, el cuarto año del reinado
de Enrique VII, se estableció que Cualquiera que venda al
(02:00:17):
por menor una yarda ancha de la grana más fina,
o cualquier otro paño de fina hechura, por encima de 16 chelines,
pagará una multa de 40 chelines por cada yarda vendida. En
esa época, por lo tanto, no se estimaba como irrazonable
para una yarda del paño más fino a un precio
de 16 chelines, que contenían más o menos la misma cantidad
(02:00:38):
de plata que 24 chelines de nuestra moneda, y como esa
fue una ley suntuaria, es probable que ese paño se
vendiera habitualmente más caro. Hoy se consideraría que una guinea
es el precio máximo. Por lo tanto, aunque la calidad
de los paños se supusiera constante, y la actual es
probablemente muy superior, incluso con ese supuesto el precio monetario
(02:01:00):
del paño más fino parece haberse reducido notablemente desde finales
del siglo XV. Pero su precio real ha caído todavía
mucho más. El precio medio de un cuartal de trigo
era entonces, y lo fue durante mucho tiempo después, de
seis chelines y ocho peniques. 16 chelines, por tanto, era
(02:01:20):
el precio de dos cuartales y más de tres bucels
de trigo. Valorando el cuartal de trigo de hoy a 28 chelines,
el precio real de la yarda de paño fino en
esos tiempos debía ser igual al menos a 3 libras, 6 chelines
y 6 peniques de hoy. La persona que lo compraba debía
entregar el control de una cantidad de trabajo y provisiones
(02:01:40):
equivalente a lo que esa suma podría comprar en la actualidad.
La reducción en el precio real de los tejidos más vastos,
aunque considerable, no lo ha sido tanto como en el
de los tejidos finos. En 1463, el tercer año del reinado
de Eduardo IV, se dispuso que ningún criado de labranza,
(02:02:02):
ni trabajador corriente, ni sirviente de ningún artesano que viva
fuera de una ciudad o burgo, utilizará en su vestimenta
paño alguno superior a dos chelines la yarda ancha. En
el tercer año de Eduardo cuatro dos chelines contenía casi
la misma cantidad de plata que cuatro chelines de hoy.
Pero el paño de Yorkshire que hoy se vende a
(02:02:22):
cuatro chelines la yarda es probablemente muy superior a cualquier
cosa fabricada entonces para el vestido de los sirvientes ordinarios
más pobres. Incluso el precio monetario de su indumentaria, por
lo tanto, en proporción a su calidad, es algo más
bajo hoy que en aquellos tiempos. Su precio real es
ciertamente mucho más bajo. Se consideraba entonces que diez peniques
(02:02:45):
era el precio moderado y razonable de un bucel de trigo.
Dos chelines, por tanto, era el precio de dos bucels
y casi dos pecs de trigo, que hoy, a tres
chelines y seis peniques el bucel, valdrían ocho chelines y
nueve peniques. Para conseguir una yarda de paño el sirviente
pobre debía entregar el poder de compra de una cantidad
(02:03:06):
de provisiones equivalente a lo que ocho chelines y nueve
peniques comprarían hoy. Esta es también una ley suntuaria, que
restringe el lujo y la extravagancia de los pobres. Su vestimenta,
por ello, debía ser mucho más cara. La misma ley
prohibía a aquella clase de personas el uso de medias
cuyo precio superase los catorce peniques el par, equivalentes a
(02:03:29):
veintiocho peniques de hoy. Pero 14 peniques era entonces el precio
de un bucel y casi 2 pecs de trigo que en
la época actual, a 3 chelines y 6 peniques el bucel, costarían 5
chelines y 3 peniques. Hoy consideraríamos que este es un precio
exorbitante para un par de medias para un criado de
la más baja condición. Pues en esos tiempos hubiese debido
(02:03:52):
pagar por el par una suma equivalente realmente a ese precio.
En época de Eduardo IV no se conocía en ninguna
parte de Europa el arte de tejer medias de punto.
Confeccionaban sus medias con paño común, lo que puede haber
sido una de las causas de su carestía. Se dice
que la primera persona que vistió medias en Inglaterra fue
(02:04:13):
la reina Isabel, que las recibió como regalo del embajador
de España. La maquinaria utilizada en las manufacturas de lana,
tanto ordinarias como finas, era mucho más imperfecta en esa
época que ahora. Desde entonces ha recibido tres mejoras fundamentales,
además probablemente de muchas menores, de las que es ardo
(02:04:33):
discernir tanto el número como la importancia. Las tres mejoras
fundamentales son, primero, el cambio de la rueca y el
uso por la rueda de hilar, que produce el doble
con la misma cantidad de trabajo. Segundo, el uso de
varias máquinas muy ingeniosas que facilitan y abrevian en una
proporción todavía mayor el enrollamiento del hilo de estambre y
(02:04:53):
de lana, es decir, la preparación y acondicionamiento de la
trama y la urdimbre antes de ponerlas en el telar,
una operación que antes de la invención de esas máquinas
debía ser extremadamente rápida. fatigosa y problemática. Tercero, el empleo
del batán para dar cuerpo al paño, en vez de
golpearlo en el agua. Hasta principios del siglo XVI no
(02:05:15):
se conocían los molinos de viento y de agua ni
en Inglaterra ni que yo sepa en ninguna parte de
Europa al norte de los Alpes. En Italia había sido
introducido algún tiempo antes. La consideración de estas circunstancias quizás
puede explicar en alguna medida por qué el precio real
tanto de los tejidos ordinarios como de los finos era
tanto más elevado entonces que ahora. Costaba una gran cantidad
(02:05:39):
de trabajo el traer los bienes al mercado. Una vez
que llegaban allí, por lo tanto, debían comprar o ser
intercambiados por el precio de una cantidad mayor. Los artículos
más vastos debían fabricarse antaño en Inglaterra de la misma
manera en que siempre se han fabricado en los países
donde las artes y la industria están en su infancia.
(02:06:00):
Se trataba probablemente de una industria familiar, en la que
todas las diversas partes de la labor eran ocasionalmente realizadas
por los diversos miembros de casi todas las familias. Pero
era sólo el trabajo que hacían cuando no había nada
más que hacer, y no era la actividad principal por
la cual ninguno de ellos obtenía la mayor parte de
su subsistencia. Ya se ha destacado que el trabajo desarrollado
(02:06:22):
de esta forma arriba al mercado siempre más barato que
aquel que constituye el fondo principal o único de la
subsistencia del trabajador. Los artículos más finos, por otro lado,
no eran entonces fabricados en Inglaterra sino en la rica
y comercial región de Flandes, y los fabricaban entonces, igual
que ahora, personas que derivan toda su subsistencia, o la
(02:06:44):
parte principal de la misma, de esa labor. Se trataba
además de una manufactura extranjera, que debía pagar algún arancel
al rey, al menos el antiguo derecho de tonelaje o
de peso. Este gravamen no era probablemente muy elevado. No
era entonces la política de Europa la de restringir la
importación de productos extranjeros mediante aranceles altos, sino más bien
(02:07:07):
la de estimularla, para que los comerciantes pudiesen abastecer, al
precio más asequible, a las clases altas con las conveniencias
y lujos que desearan, y que la industria de su
propio país era incapaz de suministrar. La consideración de estas
circunstancias explica en alguna medida por qué antaño el precio
real de las manufacturas ordinarias era en proporción a las
(02:07:28):
más finas tanto más bajo que en la actualidad. Conclusión
del capítulo Para concluir este muy largo capítulo destacaré que
todo progreso en las condiciones de la sociedad tiende directa
o indirectamente a elevar la renta de la tierra, a
incrementar la riqueza real del terrateniente, su poder de compra
sobre el trabajo o el producto del trabajo de otra gente.
(02:07:52):
La extensión de las roturaciones y cultivos tiende a elevarla directamente.
La cuota del propietario sobre la producción se eleva necesariamente
cuando lo hace la producción. El aumento en el precio
real de aquellos productos primarios que es primero el efecto
de la extensión de la roturación y el cultivo, y
después la causa de que se extiendan todavía más, por
(02:08:13):
ejemplo el alza en el precio del ganado, también tiende
a subir la renta del terrateniente directamente y en una
proporción aún mayor. El valor real de la parte del propietario,
su poder real sobre el trabajo de otras personas, no
sólo aumenta con el valor real de la producción, sino
que aumenta también proporcionalmente. Después del aumento en su precio real,
(02:08:35):
la recolección de esa producción no requiere más trabajo que antes.
Una parte menor, entonces, será suficiente para reponer, con el
beneficio corriente, el capital que emplea al trabajo. Una parte mayor,
en consecuencia, pertenecerá al terrateniente. Todos los adelantos en las
capacidades productivas del trabajo que tiendan directamente a reducir el
(02:08:58):
precio real de las manufacturas tienden indirectamente a incrementar la
renta real de la tierra. El propietario intercambia la parte
de sus materias primas que exceda a su propio consumo,
o lo que es lo mismo, el precio de esa parte,
por productos manufacturados. Todo lo que reduzca el precio de estos,
aumenta el de aquellas. Una cantidad igual de productos primarios
(02:09:21):
se vuelve así equivalente a una cantidad mayor de bienes
manufacturados y el terrateniente puede comprar una cantidad mayor de
las conveniencias, adornos o lujos que necesita. Todo aumento en
la riqueza real de la sociedad, todo aumento en la
cantidad de trabajo útil empleada en ella, tiende indirectamente a
elevar la renta real de la tierra. Una cierta fracción
(02:09:43):
de este trabajo se dirige naturalmente a la tierra. se
emplea un número mayor de hombres y de cabezas de
ganado en su cultivo, la producción aumenta con el aumento
del capital que de esa forma se emplea en obtenerla
y la renta se eleva junto con la producción. La
situación opuesta, la ausencia de mejoras, la falta de adelantos,
la caída en el precio real de cualquier parte de
(02:10:05):
la producción primaria de la tierra, el aumento en el
precio real de las manufacturas debido a la decadencia de
las artes y la industria, la depresión de la riqueza
real de la sociedad, todo ello tiende por el contrario
a reducir la renta real de la tierra, a reducir
la riqueza real del propietario, a disminuir su poder de
compra sobre el trabajo o sobre el producto del trabajo
(02:10:27):
de otras personas. El producto anual total de la tierra
y el trabajo de cualquier país, o lo que es
lo mismo, el precio total de ese producto anual, se
divide naturalmente, como ya ha sido subrayado, en tres partes,
la renta de la tierra, los salarios del trabajo y
los beneficios del capital, y constituye el ingreso de tres
(02:10:47):
categorías distintas de personas que viven de rentas, de salarios
y de beneficios. Estas son las tres grandes clases fundamentales
y constitutivas de toda sociedad civilizada, de cuyos ingresos se
derivan en última instancia los de cualquier otra clase. El
interés de la primera de estas tres grandes categorías, como
(02:11:08):
se desprende de lo que se acaba de exponer, se
halla estricta e inseparablemente conectado con el interés general de
la sociedad. Todo lo que promueva u obstaculiza el uno,
necesariamente promueve u obstaculiza el otro. Cuando las autoridades deliberan
sobre cualquier regulación de comercio o política, los propietarios de
la tierra nunca pueden desviarlas con objetivo de promover el
(02:11:30):
interés de su propia clase en particular, al menos si
tienen un conocimiento aceptable de dicho interés. Es verdad que
en demasiadas ocasiones no lo tienen. Ellos forman la única
de las tres clases cuyo ingreso no les cuesta ni
trabajo ni preocupaciones, puede decirse que acude a sus manos espontáneamente,
sin que ellos elaboren plan ni proyecto alguno con tal objetivo.
(02:11:54):
Esa indolencia, que es el efecto natural de una posición
tan cómoda y segura, los vuelve con mucha frecuencia no
sólo ignorantes sino incapaces del ejercicio intelectual necesario para prever
y comprender las consecuencias de cualquier reglamentación pública. El interés
de la segunda clase, la de quienes viven de su salario,
está tan conectada con el interés de la sociedad como
(02:12:15):
el de la primera. Ya se ha demostrado que los
salarios del trabajador nunca son tan altos como cuando la
demanda de trabajo sube continuamente o cuando la cantidad empleada
crece considerablemente cada año. Cuando esta riqueza real de la
sociedad se estanca, sus salarios pronto quedan reducidos a lo
que apenas le alcanza para mantener a su familia o
(02:12:36):
reproducir la raza de los trabajadores. Cuando la sociedad decae,
los salarios bajan incluso más. La clase de los propietarios
quizás pueda ganar más que la de los trabajadores con
la prosperidad de la sociedad, pero no hay categoría que
sufra más que ellos con su decadencia. Ahora bien, aunque
el interés del trabajador está íntimamente vinculado al de la sociedad,
(02:12:58):
él es incapaz de comprender ese interés o de percibir
su conexión con el suyo propio. Su condición no le
deja tiempo para adquirir la información necesaria, y su educación
y costumbres lo vuelven por lo general incapaz de juzgar
incluso si estuviese plenamente informado. En las deliberaciones públicas, por
lo tanto, su voz es poco escuchada y menos atendida,
(02:13:20):
salvo en algunas ocasiones especiales, cuando sus reclamaciones son animadas,
asusadas y apoyadas por sus patronos, pero no en defensa
de su interés sino del de los patronos. Sus empleadores
constituyen la tercera categoría, la de quienes viven del beneficio.
El capital empleado para obtener un beneficio es quien pone
en movimiento a la mayor parte del trabajo útil de
(02:13:43):
cualquier sociedad. Los planes y proyectos de los empleadores del
capital regulan y dirigen las operaciones más importantes del trabajo,
y el beneficio es el fin de todos esos planes
y proyectos. pero al revés de la renta y los salarios,
la tasa de beneficio no aumenta con la prosperidad ni
cae con la depresión de la sociedad. Por el contrario,
(02:14:03):
es naturalmente baja en los países ricos y alta en
los pobres, y siempre es máxima en las sociedades que
se precipitan más rápido hacia la ruina. El interés de
esta tercera clase, entonces, no guarda la misma relación con
el interés general de la sociedad que el de las
otras dos. Los comerciantes e industriales son, en ese orden,
(02:14:25):
las dos clases de personas que normalmente emplean los capitales
más grandes y que por su riqueza atraen la mayor
atención pública. Como están durante toda su vida elaborando planes
y proyectos, tienen a menudo más inteligencia que el grueso
de los terratenientes. Sin embargo, como sus pensamientos se ejercitan
normalmente en torno a los intereses de su rama particular
(02:14:47):
de actividad y no a los intereses sociales, sus opiniones,
aunque se expresen con la mayor buena fe, lo que
no siempre es el caso, tendrán mucho más peso en
relación con el primero de estos objetivos que con el segundo.
Su superioridad sobre un señor de la tierra no estriba
tanto en su conocimiento del interés general sino en que
perciben mejor sus propios intereses que en los suyos. Gracias
(02:15:10):
a esta superioridad en el conocimiento de sus intereses han
podido aprovecharse a menudo de su generosidad y le han
persuadido de que renuncie a su propio interés y al
del público, llevándolo a una convicción muy ingenua pero honesta,
que el interés general coincidía con el de ellos y
no con el de él. El interés de los empresarios
en cualquier rama concreta del comercio o la industria es
(02:15:32):
siempre en algunos aspectos diferente del interés común y a
veces su opuesto. El interés de los empresarios siempre es
ensanchar el mercado pero estrechar la competencia. La extensión del
mercado suele coincidir con el interés general, pero el reducir
la competencia siempre va en contra de dicho interés, y
sólo puede servir para que los empresarios, al elevar sus
(02:15:54):
beneficios por encima de lo que naturalmente serían, impongan en
provecho propio un impuesto absurdo sobre el resto de sus compatriotas.
Cualquier propuesta de una nueva ley o regulación comercial que
provenga de esta categoría de personas debe siempre ser considerada
con la máxima precaución, y nunca debe ser adoptada sino
después de una investigación prolongada y cuidadosa, desarrollada no sólo
(02:16:17):
con la atención más escrupulosa sino también con el máximo recelo.
porque provendrá de una clase de hombres cuyos intereses nunca
coinciden exactamente con los de la sociedad, que tienen generalmente
un interés en engañar e incluso oprimir a la comunidad,
y que de hecho la han engañado y oprimido en
numerosas oportunidades. Libro 2 De la naturaleza, acumulación y empleo del
(02:16:42):
capital Introducción En aquel estado primitivo de la sociedad en
el que no existe división del trabajo, los intercambios son
escasos y cada persona se autoabastece. No es necesario que
ningún capital sea acumulado o almacenado de antemano para llevar
adelante las actividades de la sociedad. Cada hombre procura satisfacer
(02:17:05):
mediante su propio trabajo las necesidades ocasionales que tenga, en
la medida que se suscitan. Cuando tiene hambre se va
al bosque a cazar, cuando su atuendo se desgasta, se
viste a sí mismo con la piel del primer animal
grande que case, cuando su choza empieza a derrumbarse, la
repara lo mejor que pueda con los árboles y tepes
que tenga más cerca. Pero cuando la división del trabajo
(02:17:27):
ha sido cabalmente implantada, el producto del trabajo de un
hombre le satisfará sólo una parte muy pequeña de sus
eventuales necesidades. La mayoría de ellas se satisfacen con el
producto del trabajo de otras personas que él adquirirá con
el producto, o lo que es lo mismo, con el
precio del producto del suyo propio. Dicha compra, sin embargo,
(02:17:49):
no podrá ser realizada hasta después que el producto de
su trabajo haya sido no sólo completado sino vendido. Es
indispensable por ello almacenar bienes de diverso tipo para que
pueda mantenerse y abastecerse de materiales y herramientas durante el
tiempo suficiente para que tengan lugar esos dos acontecimientos. Un
tejedor no puede dedicarse por completo a su labor si
(02:18:10):
antes no ha hecho acopio en algún lugar, sea propio
o de otra persona, de unas existencias suficientes para mantenerse
y contar con los materiales y herramientas para trabajar, antes
de haber no sólo terminado la tela sino de haberla vendido. Evidentemente,
esta acumulación debe ser previa a poder aplicar su trabajo
a esa actividad particular durante ese tiempo. Así como la
(02:18:34):
acumulación del capital debe ser, en la naturaleza de las cosas,
previa a la división del trabajo, el trabajo puede ser
más subdividido sólo en proporción a que el capital haya
sido previamente más acumulado. La cantidad de materiales que el
mismo número de personas pueden elaborar crece en una gran
proporción a medida que el trabajo se va subdividiendo, y
(02:18:55):
como las operaciones de cada trabajador se reducen gradualmente a
un grado mayor de sencillez, se inventan diversas máquinas nuevas
para facilitar y abreviar dichas operaciones. A medida que la
división del trabajo avanza, por lo tanto, para dar empleo
permanente al mismo número de trabajadores hay que acumular antes
la misma cantidad de provisiones pero una cantidad mayor de
(02:19:16):
herramientas y materiales de los que habrían sido necesarios en
una etapa más primitiva. Además, el número de trabajadores en
cada rama de la producción generalmente aumenta con la división
del trabajo en esa rama, o más bien es el
aumento de los trabajadores lo que les permite subdividirse de
esa forma. De la misma manera en que la acumulación
(02:19:36):
del capital es condición previa para esos grandes adelantos en
las capacidades productivas del trabajo, dicha acumulación conduce naturalmente a
esos adelantos. La persona que emplea su capital en contratar trabajo,
inevitablemente desea ocuparlo de forma tal que dé lugar a
la mayor producción posible. Procura, entonces, tanto aplicar entre sus
(02:19:58):
empleados la mejor distribución del trabajo como suministrarles las mejores
máquinas que consiga inventar o que pueda comprar. Su capacidad
en ambos aspectos está normalmente en proporción a su capital
o al número de trabajadores que pueda emplear. La magnitud
de las actividades de cualquier país no sólo aumenta con
la expansión del capital que la sostiene sino que, como
(02:20:19):
consecuencia de dicha expansión, el mismo grado de actividad da
lugar a una producción mucho mayor. Tales son en general
las consecuencias del aumento del capital sobre el trabajo y
sus facultades productivas. En el libro que ahora comienza procuro
explicar la naturaleza del capital, los efectos de su acumulación
sobre distintas clases de capital y las consecuencias de los
(02:20:42):
diversos empleos de esos capitales. El libro se divide en
cinco capítulos. En el primer capítulo analizo las diversas partes
o ramas en las que naturalmente se divide el capital,
sea de un individuo o de una gran sociedad. En
el segundo, explico la naturaleza y la acción del dinero,
considerado como una rama especial del capital general de la sociedad.
(02:21:06):
El capital que se acumula puede ser invertido por su propietario,
o puede ser prestado a otra persona. En los capítulos
tercero y cuarto examino la forma en que opera en
ambas situaciones. El quinto y último capítulo versa sobre los
distintos efectos que los diversos empleos del capital inmediatamente ejercen
sobre la magnitud de la actividad de la nación y
(02:21:27):
sobre el producto anual de la tierra y el trabajo.
Capítulo 1 DE LA DIVISIÓN DEL CAPITAL Cuando el capital que
posee un hombre es apenas suficiente para mantenerlo durante unos
pocos días o unas pocas semanas, rara vez piensa en
obtener del ingreso alguno. lo consume tan frugalmente como puede,
procura conseguir con su trabajo algo que pueda reemplazarlo antes
(02:21:50):
de que se agote por completo. En este caso, su
ingreso deriva exclusivamente de su trabajo. Tal es la situación
de los trabajadores pobres en todos los países. Pero cuando
posee un capital suficiente para mantenerlo durante meses o años,
intenta naturalmente obtener un ingreso de la mayor parte del mismo,
(02:22:10):
y reserva para su consumo inmediato sólo lo indispensable para
mantenerse hasta que ese ingreso empiece a fluir. Su capital, entonces,
se divide en dos partes. La parte que él espera
le pueda suministrar dicho ingreso es lo que se llama
propiamente capital. La otra es la que satisface su consumo inmediato,
y consiste o bien en, primero, aquella porción de su
(02:22:34):
capital total reservada originalmente para este propósito, o segundo, en
su ingreso, derivado de cualquier fuente, a medida que llega
a sus manos, o tercero, en objetos comprados con algunos
de los dos fondos anteriores, y que todavía no han
sido consumidos totalmente, tales como vestidos, muebles y cosas por
el estilo. El capital que las personas habitualmente destinan a
(02:22:57):
su propio consumo inmediato consiste en una, otra o las
tres categorías mencionadas. Hay dos maneras diferentes de asignar el
capital para que rinda un ingreso o beneficio a su inversionista.
En primer lugar, puede ser invertido en cultivar, elaborar o
comprar bienes, y venderlos con un beneficio. El capital invertido
(02:23:18):
de esta forma no produce ingreso ni beneficio alguno a
su propietario mientras continúa en su posesión o conserva su forma.
Los bienes del comerciante no le rinden ingreso ni beneficio
mientras no los venda a cambio de dinero, y el
dinero tampoco lo hace mientras no es a su vez
intercambiado por bienes. Su capital continuamente sale de sus manos
(02:23:39):
de una forma y regresa a ellas de otra, y
sólo le aporta un beneficio a través de esa circulación
o intercambios sucesivos. Tales capitales pueden ser denominados, con toda propiedad,
capitales circulantes. En segundo lugar, puede ser invertido en la
roturación de la tierra, en la compra de máquinas útiles
(02:23:59):
e instrumentos de trabajo, o en cosas así que rindan
un ingreso o beneficio sin cambiar de dueño y sin circular.
Esos capitales, entonces, pueden ser apropiadamente llamados capitales fijos. Las
distintas actividades requieren proporciones también muy diferentes entre los capitales
fijos y circulantes invertidos en ellas. El capital de un comerciante,
(02:24:23):
por ejemplo, es por completo capital circulante. No necesita máquinas
ni instrumentos de trabajo, salvo que se consideren tales su
tienda o su almacén. Una fracción del capital de todo
artesano o industrial debe estar fijo en los instrumentos de
su labor. Esta fracción es pequeña en algunos casos y
grande en otros. Un maestro sastre no necesita más instrumentos
(02:24:46):
que un paquete de agujas. Los de un maestro zapatero
son algo más caros, pero no mucho más. Los del
tejedor sí superan con mucho a los del zapatero. La
mayor parte del capital de todos estos maestros artesanos, de
todos modos, es circulante, sea en salarios de sus trabajadores
o en el precio de sus materiales, y es reembolsado
(02:25:09):
con un beneficio a través del precio de sus productos.
En otras actividades se necesita una capital fijo mucho mayor.
En la industria del hierro, por ejemplo, el horno de fundición,
la forja y la máquina de cortar son medios de
producción que no pueden ser construidos sin un abultado coste.
En las minas de carbón y otras, la maquinaria necesaria
(02:25:31):
para drenar el agua y otros propósitos es con frecuencia
incluso más cara. La parte del capital del granjero asignada
a los instrumentos de la agricultura es capital fijo, la
invertida en salarios y manutención de sus sirvientes es capital circulante.
Obtiene un beneficio del primero al conservar su posesión y
del segundo desprendiéndose de él. El precio o valor de
(02:25:54):
su ganado para labranza es un capital fijo igual que
el de los instrumentos, su manutención corresponde a un capital circulante,
igual que la de los trabajadores. El granjero obtiene un
beneficio al conservar el ganado de labranza y al desprenderse
de lo que constituye su mantenimiento. Tanto el precio como
la manutención del ganado que es comprado y engordado no
(02:26:15):
para trabajar sino para la venta son capitales circulantes. El
granjero recoge un beneficio al desprenderse de ellos. Un rebaño
de ovejas o de vacas, en un país que se
dedica a su cría, que es adquirido no para la
labranza ni para la venta, sino para conseguir un beneficio
a través de su lana, su leche y sus crías,
es un capital fijo. Se obtiene un beneficio conservándolos. Su
(02:26:40):
manutención es un capital circulante. El beneficio se recoge desprendiéndose
de él, porque regresa tanto con su propio beneficio como
con el beneficio del precio total del ganado en el
precio de la lana, la leche y las crías. El
valor total de las semillas es propiamente capital fijo. Aunque
va y vuelve del granero a la tierra, no cambia
(02:27:02):
nunca de dueño y por ello no se puede decir
con propiedad que circula. El granjero consigue un beneficio no
por su venta sino por su multiplicación. El capital global
de cualquier país o sociedad es el mismo que poseen
todos sus habitantes o miembros y por tanto se divide
naturalmente en las mismas tres secciones, cada una de las
cuales tiene una función o papel específico. La primera es
(02:27:26):
la porción reservada para el consumo inmediato y cuya característica
es que no proporciona un ingreso o beneficio. Consiste en
las existencias de comida, vestimentas, muebles, etc., adquiridas por sus
consumidores pero que no las han consumido todavía por completo.
También integran esta primera sección los alojamientos que tenga el
(02:27:47):
país en cualquier momento dado. El capital invertido en una casa,
si pasa a ser ocupada por su propietario, deja en
ese instante de servir como capital o de aportar ingreso
alguno al dueño. Como tal, una vivienda no contribuye al
ingreso de quien la habita, es indudablemente muy útil para él,
como lo son su atuendo y sus muebles, que no
(02:28:08):
obstante forman parte de su gasto, no de su ingreso.
Si se entrega a un inquilino a cambio de un alquiler,
como la casa de por si no produce nada, el
inquilino deberá siempre pagar el alquiler mediante otro ingreso que
obtenga de su trabajo, o capital, o tierra. Así, aunque
una casa puede rendir un ingreso a su dueño y
(02:28:29):
servirle de ese modo como un capital, no rinde nada
para el país ni cumple funciones de capital para él,
y el ingreso de toda la sociedad nunca puede ser
ni mínimamente incrementado a través de ella. La indumentaria y
los muebles, análogamente, a veces rinden un ingreso y actúan
así como capital para personas individuales. En países donde son
(02:28:51):
frecuentes los bailes de disfraces, el alquiler de disfraces por
una noche es un negocio. Los tapiceros alquilan a menudo
muebles por meses o años. Hay empresarios que alquilan muebles
para funerales durante un día o una semana. Muchas personas
alquilan casas amuebladas y obtienen una renta no sólo por
el uso de la casa sino también por el de
(02:29:13):
los muebles. Sin embargo, el ingreso proveniente de tales objetos
debe en última instancia provenir de alguna otra fuente. De
todas las partes del capital, sea de un individuo o
de una sociedad, que se reserva para el consumo inmediato,
el invertido en casas es el que se consume más despacio.
Unos vestidos pueden durar varios años, unos muebles, medio siglo
(02:29:37):
o un siglo, pero unas casas bien construidas y adecuadamente
cuidadas durarán muchos siglos. No obstante, aunque el periodo hasta
su consumo total es más prolongado, siguen siendo un capital
destinado al consumo inmediato, tanto como la indumentaria o los muebles.
La segunda de las tres secciones en que se divide
el capital general de la sociedad corresponde al capital fijo,
(02:30:00):
cuya característica es que suministra un ingreso o un beneficio
sin circular o cambiar de dueño. Se compone fundamentalmente de
cuatro categorías. Primero, todas las máquinas útiles y medios que
facilitan y abrevian el trabajo. Segundo, todos los edificios rentables
que son medios para procurar un ingreso no sólo al
(02:30:22):
dueño que los alquila a cambio de una renta, sino
a la persona que los posee y paga la renta
a cambio de ellos, las tiendas, almacenes, talleres, casas de
labranza con todas las construcciones necesarias, establos, graneros, etc. Se
trata de algo muy diferente de las casas para vivir,
son más bien medios de producción y como tal pueden
(02:30:43):
ser considerados. Tercero, las mejoras de la tierra, lo que
se ha invertido provechosamente en roturarlas, trenarlas, cercarlas, abonarlas y
dejarlas en el estado más conveniente para su labranza y cultivo.
Una granja puesta a punto bien puede ser enfocada desde
la misma perspectiva que las máquinas útiles que facilitan y
(02:31:04):
abrevian el trabajo, y mediante las cuales un mismo capital
circulante proporciona a su inversionista un ingreso mucho más copioso.
Una granja en buenas condiciones es tan ventajosa y más
durable que ninguna de esas máquinas, y a menudo no
requiere más reparación que la aplicación más rentable del capital
del granjero invertido en cultivarla. Cuarto, las capacidades adquiridas y
(02:31:27):
útiles de los habitantes o miembros de la sociedad. La
adquisición de talentos, merced a la manutención de quien los
adquiere durante su educación, estudio o aprendizaje, siempre comporta un
gasto real, que es un capital que podríamos decir que
está fijo en su persona. Esos talentos integran su fortuna,
pero también la de la sociedad a la que pertenece.
(02:31:49):
La mayor destreza de un trabajador puede ser considerada igual
que una máquina o medio de producción que facilita y
abrevia el trabajo y que, aunque supone un cierto gasto,
lo reembolsa con un beneficio. La tercera y última sección
en que se divide naturalmente el capital global de la
sociedad es el capital circulante, cuya característica es que rinde
(02:32:10):
un ingreso sólo al circular o cambiar de dueño. También
se compone de cuatro categorías. Primero, el dinero que permite
que circulen las otras tres y se distribuyan entre sus
correspondientes consumidores. Segundo, la cantidad de provisiones que están en
posesión del carnicero, el ganadero, el granjero, el comerciante de granos,
(02:32:32):
el cervecero, etc., y de cuya venta esperan recoger un beneficio. Tercero,
los materiales, sean primarios o más o menos manufacturados, para
los vestidos, muebles y edificios, que aún no están incorporados
bajo alguna de esas formas, sino que permanecen en las
manos de los cultivadores, industriales, merceros y pañeros, comerciantes de madera,
(02:32:55):
carpinteros y ensambladores, fabricantes de ladrillos, etc. Cuarto y último,
el producto acabado y completo, pero que aún está en
poder del comerciante o industrial, y no ha sido entregado
o distribuido todavía a los que serán sus consumidores. Es
la producción terminada que vemos a menudo en los locales
del herrero, el evanista, el orfebre, el joyero, el comerciante
(02:33:19):
de porcelanas, etc. El capital circulante consiste así en las provisiones,
materiales y productos acabados de todo tipo que están en
poder de sus negociantes respectivos, y en el dinero necesario
para que circulen y sean distribuidos entre quienes finalmente los
usarán o consumirán. De estas cuatro partes hay tres, las provisiones,
(02:33:40):
los materiales y los artículos terminados, que con regularidad, bien anualmente,
bien en un periodo más o menos largo, son retirados
de este capital y colocados en el capital fijo o
en el capital destinado al consumo inmediato. Todo capital fijo
se origina en y exige ser permanentemente sostenido por un
capital circulante. Todas las máquinas útiles y los instrumentos de
(02:34:04):
producción derivan originalmente de un capital circulante que provee los
materiales con los que están hechos y la manutención de
los trabajadores que los fabrican. Requieren asimismo un capital del
mismo tipo para mantenerlos en buen estado. Ningún capital fijo
puede rendir ingreso alguno sino a través de un capital circulante.
(02:34:24):
Las máquinas más útiles y los medios de trabajo no
producen nada sin el capital circulante que le suministra los
materiales que necesitan y la manutención de los trabajadores que
los manejan. La tierra, por más mejorada que esté, no
generará ingreso alguno sin un capital circulante que mantenga a
los trabajadores que cultivan y recogen su producción. El único
(02:34:46):
fin y propósito de los capitales fijos y circulantes es
conservar y aumentar el capital reservado para el consumo inmediato.
Este es el capital que alimenta, viste y aloja al pueblo,
cuya riqueza o pobreza depende de lo mucho o poco
que esos capitales puedan aportar al fondo destinado al consumo inmediato.
Es tan abultada la parte del capital circulante que se
(02:35:08):
retira continuamente para ser colocada en las otras dos ramas
del capital general de la sociedad, que requiere a su
vez permanentes aportaciones, sin las cuales pronto dejaría de existir.
Estas aportaciones provienen principalmente de tres fuentes, el producto de
la tierra, de las minas y de la pesca. Ellas
proporcionan constantemente provisiones y materiales, parte de los cuales es
(02:35:32):
después incorporada en productos terminados con el fin de reponer
los alimentos, materiales y artículos terminados que son constantemente retirados
del capital circulante. De las minas se obtiene lo necesario
para conservar e incrementar la parte del mismo que consiste
en dinero. Aunque en el curso normal de los negocios,
esta parte no es, como las otras tres, inevitablemente retirada
(02:35:55):
del mismo para dirigirse a las otras dos ramas del
capital general de la sociedad, deberá sin embargo, como todas
las cosas, al final desgastarse y consumirse, y en ocasiones
también perderse o enviarse al extranjero. Por lo tanto, requerirá
reposiciones permanentes, aunque sin duda mucho más reducidas. La explotación
(02:36:15):
de la tierra, las minas y la pesca necesita tanto
capital fijo como capital circulante, y su producción repone con
un beneficio no sólo estos capitales sino todos los demás
de la sociedad. Así, el agricultor anualmente reembolsa al industrial
las provisiones que éste consumió y los materiales con los
que trabajó el año anterior, y el industrial repone al
(02:36:37):
granjero los productos terminados que éste ha desgastado y consumido
durante el mismo lapso. Tal el intercambio efectivo que se
lleva a cabo todos los años entre esas dos clases
de personas, aunque rara vez sucede que el producto bruto
de una se trueque directamente por el producto manufacturado de
la otra, puesto que pocas veces ocurre que el granjero
venda su cereal y su ganado, su lino y su lana,
(02:36:59):
precisamente a la misma persona de la cual compra los vestidos,
muebles e instrumentos de trabajo que necesita. El granjero vende
su producción a cambio de dinero, con el que adquiere,
en cualquier parte, los productos manufacturados que necesita. La tierra
incluso repone al menos en parte los capitales que explotan
las minas y la pesca. Es el producto de la
(02:37:21):
tierra el que pesca a los peces de las aguas,
y el producto de la superficie de la tierra es
el que extrae los minerales de sus entrañas. La producción
de la tierra, las minas y la pesca, cuando su
fertilidad natural es la misma, está en proporción a la
magnitud y a la correcta utilización de los capitales empleados
en esas actividades Cuando los capitales son iguales y están
(02:37:44):
igualmente bien utilizados, está en proporción a su fertilidad natural
En todos los países donde existe una seguridad aceptable, cada
hombre con sentido común intentará invertir todo el capital de
que pueda disponer con objeto de procurarse o un disfrute
presente o un beneficio futuro. Si lo destina a obtener
un disfrute presente, es un capital reservado para su consumo inmediato.
(02:38:09):
Si lo destina a conseguir un beneficio futuro, obtendrá ese
beneficio bien conservando ese capital o bien desprendiéndose de él,
en un caso es un capital fijo y en el
otro un capital circulante. Donde haya una seguridad razonable, un
hombre que no invierta todo el capital que controla, sea
suyo o tomado en préstamo de otras personas, en alguna
(02:38:30):
de esas tres formas deberá estar completamente loco. Es verdad
que en los infortunados países donde los hombres están siempre
temerosos de la violencia de sus superiores, con frecuencia entierran
y ocultan la mayor parte de sus capitales, para tenerlos
siempre a mano y poder llevarlos a algún lugar seguro
en caso de verse amenazados por cualquiera de esos desastres
(02:38:50):
a los que siempre están expuestos. Se dice que esta
práctica es común en Turquía, Hindustán y, según creo, en
la mayoría de los demás estados de Asia. Parece que
fue habitual entre nuestros antepasados durante la violencia del sistema feudal.
Los tesoros descubiertos eran considerados entonces una parte no despreciable
(02:39:11):
del ingreso de los principales soberanos de Europa. Eran tesoros
hallados ocultos en la tierra, y sobre los que nadie
podía demostrar derecho alguno. Eran vistos entonces como algo tan
importante que se aceptaban siempre como pertenecientes al soberano, y
nunca ni al descubridor ni al propietario de la tierra,
salvo que éste tuviese un derecho sobre ellos concedido mediante
(02:39:33):
cláusula contractual expresa. Se lo situaba al mismo nivel que
las minas de oro y plata que, salvo cláusula específica
en el título de propiedad, se suponía que jamás se
hallaban comprendidas dentro de la propiedad de la tierra, algo
que sí ocurría con minas de menor importancia, como las
de plomo, estaño, cobre y carbón. Capítulo 2 Del Dinero Considerado
(02:39:56):
como una rama especial del capital general de la sociedad
o del gasto de mantenimiento del capital nacional. En el
libro primero se ha demostrado que el precio de la
mayor parte de las mercancías se resuelve en tres partes
empleadas en producirlas y traerlas al mercado, y que pagan
los salarios del trabajo, los beneficios del capital y la
renta de la tierra, que existen, desde luego, algunas mercancías
(02:40:19):
cuyo precio se compone de sólo dos de esas partes,
los salarios y los beneficios, que hay muy pocas cuyo
precio sólo consiste en una, los salarios, y que el
precio de toda mercancía forzosamente se Resuelve en una u
otra de esas partes, o en las tres, toda fracción
del mismo que no vaya a parar a renta ni
a salarios, necesariamente constituirá un beneficio para alguien. Al suceder esto,
(02:40:44):
como se ha demostrado, con respecto a cada mercancía individual,
también debe suceder lo propio con respecto a todas las
mercancías que integran el producto total de la tierra y
el capital de cualquier país tomado en su conjunto. El
precio o valor de cambio total de ese producto anual
debe dividirse en las mismas tres partes y distribuirse entre
los diferentes habitantes del país en forma de salarios de
(02:41:07):
su trabajo, beneficios de su capital o renta de su tierra.
Pero aunque el valor total del producto anual de la
tierra y el trabajo de cualquier país se divide así
entre sus habitantes y constituye un ingreso para ellos, así
como distinguimos en una finca privada entre renta bruta y neta,
establecemos idéntica distinción en el ingreso de todos los habitantes
(02:41:28):
de un gran país. La renta bruta de una finca
particular comprende todo lo que paga el granjero, la renta neta,
lo que le queda en limpio al terrateniente después de
deducir los gastos de administración, reparaciones y todas las demás
cargas inevitables, o lo que puede permitirse asignar a su
capital reservado para consumo inmediato sin perjudicar a su propiedad
(02:41:50):
o gastar en su mesa, equipamiento, adornos para su casa
y muebles, y sus placeres y diversiones personales. Su riqueza
real está en proporción a su renta neta, no bruta.
El ingreso real de los habitantes de un gran país
comprende todo el producto anual de su tierra y su trabajo,
su ingreso neto, lo que les queda en limpio después
(02:42:11):
de deducir los gastos de mantener, primero, su capital fijo y, segundo,
su capital circulante, o lo que, sin reducir su capital,
pueden asignar al fondo reservado para el consumo inmediato, o
gastar en su subsistencia, en comodidades y diversiones. Su riqueza real, asimismo,
está en proporción a su ingreso neto, no bruto. Es
(02:42:34):
evidente que los gastos de mantenimiento del capital fijo deben
quedar excluidos del ingreso neto de la sociedad. Ni los
materiales necesarios para el mantenimiento de sus máquinas útiles e
instrumentos de producción, sus beneficios rentables, etc., ni el producto
del trabajo necesario para elaborar esos materiales en su forma adecuada,
(02:42:54):
pueden nunca formar parte de él. El precio de dicho
trabajo ciertamente puede hacerlo, ya que los trabajadores así ocupados
pueden asignar todo el valor de sus salarios a su
capital reservado para consumo inmediato. Pero en otros tipos de
trabajo tanto el precio como el producto se integran en
ese capital, el precio al de los trabajadores y el
(02:43:14):
producto al de otras personas, cuya subsistencia, conveniencias y diversiones
resultan incrementadas gracias a la labor de esos trabajadores. El
objetivo del capital fijo es aumentar las capacidades productivas del
trabajo o permitir que un mismo número de trabajadores obtenga
una producción mucho mayor. En una granja donde todas las
(02:43:35):
edificaciones necesarias, cercas, drenajes, comunicaciones, etc., están en perfecto orden,
el mismo número de trabajadores y cabezas de ganado de
labranza recogerán una producción muy superior a otra de la
misma extensión e idéntica calidad de tierra, pero no provista
de las mismas comodidades. En la industria un mismo número
(02:43:56):
de personas, auxiliadas por la mejor maquinaria, fabricarán una cantidad
muy superior de bienes que si tuviesen medios de producción
más imperfectos. La suma adecuadamente invertida en un capital fijo
de ese tipo resulta siempre reembolsada con un beneficio copioso,
e incrementa el producto anual en un valor muy superior
al requerido para obtener esos adelantos. Sin embargo, esos adelantos
(02:44:21):
siempre exigen una sección determinada de la producción. Una cierta
cantidad de materiales, y el trabajo de un cierto número
de personas, que podían ser ambos empleados inmediatamente para aumentar
la comida, el vestido y el alojamiento, la subsistencia y
las comodidades de la sociedad, son así desviadas a otro empleo,
sin duda muy provechoso, pero de todas maneras diferente. Por
(02:44:45):
esta razón todos los adelantos mecánicos que permiten a un
mismo número de personas realizar la misma cantidad de trabajo
con una maquinaria más barata y sencilla que antes son
considerados siempre como provechosos para cualquier sociedad. Una cierta cantidad
de materiales y el trabajo de un cierto número de
operarios que antes eran empleados en manejar una maquinaria más
(02:45:06):
compleja y cara pueden ser destinados después a aumentar la
cantidad de trabajo para el cual sirva esa o cualquier
otra maquinaria. Si el empresario de una gran industria que
dedica mil libras por año a mantener su maquinaria puede
reducir su gasto en 500, destinará naturalmente las otras 500 a la
compra de materiales adicionales que serán elaborados por un número
(02:45:28):
adicional de trabajadores. En consecuencia, la cantidad del trabajo que
su maquinaria podía realizar resultará naturalmente incrementada, y con ella
todas las ventajas y comodidades que la sociedad deriva de
dicho trabajo. El gasto en el mantenimiento del capital fijo
en un país grande puede adecuadamente ser comparado con las
(02:45:48):
reparaciones en una finca particular. El gasto en reparaciones puede
ser con frecuencia necesario para sostener la producción de la
finca y consiguientemente tanto la renta bruta del propietario como
su renta neta. Cuando gracias a una mejor administración puede
ser reducido sin provocar ninguna disminución en la producción, la
renta bruta permanece igual que antes, y la renta neta
(02:46:11):
es necesariamente incrementada. Pero aunque todo el gasto para mantener
el capital fijo debe ser así forzosamente excluido del ingreso
neto de la sociedad, no ocurre lo mismo con el
gasto para mantener el capital circulante. De las cuatro categorías
que componen este último capital, dinero, provisiones, materiales y productos acabados,
(02:46:33):
las tres últimas, como ya ha sido destacado, son regularmente
separadas del mismo y ubicadas en el capital fijo de
la sociedad o en el fondo reservado para el consumo inmediato.
Cualquier parte de esos bienes consumibles que no se utilice
para mantener al primero va a parar al segundo y
forma parte del ingreso neto de la sociedad. El mantenimiento
(02:46:54):
de estas tres partes del capital circulante, por lo tanto,
no retira fracción alguna del ingreso neto de la sociedad,
aparte de la necesaria para conservar el capital fijo. El
capital circulante de una sociedad es a este respecto diferente
del de una persona. El de una persona no integra
en absoluto su ingreso neto, que debe consistir sólo en
(02:47:16):
sus beneficios. Pero aunque el capital circulante de cada individuo
es parte del de la sociedad a la que pertenece,
no es por ello totalmente excluido del ingreso neto de
la misma. Aunque todos los bienes de la tienda de
un comerciante en ningún caso pueden ubicarse en su propio
fondo reservado para el consumo inmediato, si pueden estar en
el de otras personas quienes, a partir de un ingreso
(02:47:39):
derivado de otras fuentes, pueden reembolsarle regularmente su valor, junto
con los beneficios, sin ocasiones disminución alguna ni en su
capital ni en el de ellos. Por lo tanto, el
dinero es la única parte del capital circulante de la
sociedad cuyo mantenimiento puede ocasionar alguna disminución en su ingreso neto.
(02:47:59):
El capital fijo y esa parte del capital circulante que
consiste en dinero, en la medida en que afectan el
ingreso de la sociedad, guardan entre sí un notable parecido. Primero,
las máquinas, instrumentos de trabajo, etc., exigen un cierto gasto,
ante todo para construirlos y después para mantenerlos, y aunque
(02:48:19):
los dos gastos integran el ingreso bruto de la sociedad,
son deducciones del neto. El fondo de dinero que circula
en cualquier país requiere un cierto gasto, primero para reunirlo
y después para mantenerlo, y aunque ambos gastos forman parte
del ingreso bruto de la sociedad, son de la misma
forma deducciones del neto. Una cierta cantidad de materiales muy valiosos,
(02:48:42):
oro y plata, y de trabajo muy delicado, en vez
de aumentar el fondo reservado para el consumo inmediato, subsistencias,
conveniencias y diversiones de las personas, resulta empleado en mantener
un grandioso pero costoso instrumento del comercio, a través del
cual cada persona de la sociedad, a la que se
asigna de la debida proporción, consigue sus subsistencias, comodidades y diversiones. Segundo,
(02:49:07):
las máquinas e instrumentos de trabajo, etc., que componen el
capital fijo sea de un individuo o de una sociedad,
no integran el ingreso bruto ni el neto de ninguno
de ellos. El dinero, a través del cual todo el
ingreso de la sociedad se distribuye regularmente entre sus diversos miembros,
tampoco integra dicho ingreso. La vasta rueda de la circulación
(02:49:29):
es por completo diferente de los bienes que hace circular.
El ingreso de la sociedad consiste en todos esos bienes,
pero no en la rueda que los circula. Al calcular
el ingreso bruto o neto de cualquier sociedad debemos siempre deducir,
de la circulación anual total de dinero y bienes, el
valor total del dinero, de los que ni siquiera un
(02:49:49):
cuarto de penique forma parte. Si esta proposición se presenta
como dudosa o paradójica es sólo por la ambigüedad del lenguaje.
Cuando se explica en la forma adecuada y se comprende
debidamente casi resulta evidente por sí misma. Cuando se habla
de una suma concreta de dinero a veces se quiere
indicar nada más que las piezas de metal de las
(02:50:10):
que se compone, y a veces se incluye alguna oscura
referencia a los bienes que pueden obtenerse a cambio de ella,
o al poder de compra que su posesión comporta. Así,
cuando se dice que la circulación monetaria en Inglaterra ha
sido calculada en 18 millones, sólo se quiere expresar la cantidad
de piezas de metal que según han calculado, o más
bien supuesto, algunos autores, circula en ese país. Pero cuando
(02:50:36):
afirmamos que una persona dipone de 50 o 100 libras por año,
normalmente expresamos no sólo la cantidad de piezas de metal
que se le entregan anualmente sino el valor de los
bienes que puede comprar o consumir en un año. Habitualmente
queremos referirnos a lo que eso debería ser su nivel
de vida o la cantidad y calidad de cosas necesarias
y convenientes para la vida que puede permitirse comprar. cuando
(02:51:00):
por una suma concreta queremos manifestar no sólo la cantidad
de piezas de metal de las que se compone, sino
también incluir en su significado alguna oscura referencia a los
bienes que se pueden comprar con ella. La riqueza o
ingreso que en tal caso denota es igual sólo a
uno de los dos valores confundidos ambiguamente por la misma palabra,
y más adecuadamente al segundo que al primero, más a
(02:51:21):
lo que el dinero vale que al dinero en sí.
Si una persona tuviese una pensión de semanal de una guinea,
puede en el curso de una semana comprar con ella
una cantidad determinada de subsistencias, comodidades y diversiones. En la
medida en que esa cantidad sea grande o pequeña lo
serán sus riquezas reales, su ingreso semanal real. Su ingreso
(02:51:43):
semanal ciertamente no es igual a la Guinea y a
lo que pueda comprar con ella, sino sólo a uno
u otro de esos dos valores iguales, y más precisamente
al segundo que al primero, a lo que la Guinea
vale más que a la Guinea misma. Si a esa
persona la pensión le fuese pagada no en oro sino
en una letra semanal de una Guinea, su ingreso ciertamente
(02:52:04):
no consistiría en un trozo de papel, sino en lo
que podría obtener a cambio de él. Una guinea puede
ser considerada como una letra por una cierta cantidad de
necesidades y comodidades, negociable en todas las tiendas de la vecindad.
El ingreso de la persona que recibe la letra no
consiste en una pieza de oro sino en el valor
de aquella, en lo que obtiene a cambio de ella.
(02:52:27):
Si no pudiese cambiarse por nada, como una letra sobre
un quebrado, entonces no valdría más que el más inútil
trozo de papel. Aunque de la misma forma el ingreso
semanal o anual de todos los diversos habitantes de cualquier
país puede ser y con frecuencia en realidad es pagado
en dinero, sus riquezas reales, el ingreso semanal o anual
(02:52:47):
real de todos ellos en conjunto, debe ser mayor o
menor en proporción a la cantidad de bienes de consumo
que puedan comprar con ese dinero. El ingreso total del
conjunto evidentemente no es igual a la suma del dinero
y los bienes, sino sólo a uno de esos dos valores,
y más correctamente al segundo que al primero. Si con
frecuencia expresamos el ingreso de una persona en las piezas
(02:53:10):
de metal que recibe anualmente, es porque el número de
esas piezas regula la dimensión de su poder de compra,
o el valor de los bienes que anualmente puede permitirse consumir.
Seguimos pensando que su ingreso consiste en este poder de
compra o de consumo y no en las piezas que
lo otorgan. Esto es suficientemente evidente con respecto a un individuo,
(02:53:31):
pero lo es más aún con respecto a la sociedad.
El número de piezas de metal pagadas anualmente a una
persona es con frecuencia exactamente igual a su ingreso, y
por ello resulta la expresión más adecuada y sintética de
su valor. Pero las piezas de metal que circulan en
una sociedad nunca pueden ser iguales al ingreso de todos
sus miembros. Como la misma Guinea que paga la pensión
(02:53:54):
semanal de una persona hoy, puede pagar la de otra
mañana y la de una tercera pasado mañana. El número
de piezas de metal que circula por año en cualquier
país debe siempre ser de un valor muy inferior al
total de las pensiones monetarias pagadas con ellas. Pero el
poder de compra, o los bienes que pueden sucesivamente ser
adquiridos con el total de esas pensiones monetarias a medida
(02:54:16):
que son pagadas, debe ser siempre exactamente igual al valor
de esas pensiones. Y lo mismo debe ocurrir con el
ingreso de las diferentes personas a quienes les son entregadas.
Ese ingreso, por lo tanto, no puede consistir en esas
piezas de metal, cuya cantidad es tan inferior a su valor,
sino en el poder de compra, en los bienes que
(02:54:36):
pueden ser comprados sucesivamente a medida que circulan de mano
en mano. El dinero, entonces, la amplia rueda de la circulación,
el gran instrumento del comercio, como todos los demás medios
de producción, aunque forma parte, y una parte muy importante,
del capital, no integra el ingreso de la sociedad a
la que pertenece, y aunque las piezas de metal de
(02:54:59):
las que se compone distribuyen en el transcurso de su
circulación anual el ingreso que debidamente corresponde a cada persona,
ellas mismas no forman parte de ese ingreso. Tercero y último,
las máquinas e instrumentos de trabajo que forman el capital
fijo guardan un parecido adicional con esa sección del capital
circulante que es el dinero. Así como todo ahorro en
(02:55:20):
el coste de construir y mantener esas máquinas, siempre que
no disminuya la capacidad productiva del trabajo, es una mejora
en el ingreso neto de la sociedad. De la misma
forma todo ahorro en el coste de recolectar y conservar
esa parte del capital circulante consistente en dinero es una mejora.
exactamente de la misma clase. De qué manera todo ahorro
(02:55:42):
en el gasto de mantenimiento del capital fijo mejora el
ingreso neto de la sociedad es algo bastante claro y
en parte ha sido ya explicado. El capital total de
todo empresario está necesariamente dividido entre su capital fijo y
su capital circulante. Mientras su capital monetario permanezca igual, cuanto
menor sea una parte, mayor será inevitablemente la otra. El
(02:56:05):
capital circulante es el que suministra los materiales, paga los
salarios y pone a la actividad en movimiento. Todo ahorro,
por tanto, en el coste de mantener el capital fijo,
que no reduzca las capacidades productivas del trabajo, debe incrementar
el fondo que pone a las actividades económicas en marcha,
y consecuentemente al producto anual de la tierra y el trabajo,
(02:56:27):
al ingreso real de cualquier sociedad. La sustitución de la
moneda de oro y plata por el papel moneda equivale
a reemplazar un instrumento de trabajo muy costoso por uno
muy barato y a veces igualmente útil. La circulación se
lleva a cabo mediante una nueva rueda, cuya construcción y
mantenimiento cuesta menos que la anterior. Sin embargo, la forma
(02:56:50):
en que esta operación es realizada y la manera en
que tiende a incrementar el ingreso bruto o neto de
la sociedad no resulta tan evidente y puede por ello
requerir una explicación adicional. Hay muchas clases de papel moneda,
pero los billetes de bancos y banqueros son la más
conocida y la que cumple mejor ese cometido. Cuando las
(02:57:10):
personas de cualquier país tienen tanta confianza en la fortuna,
honradez y prudencia de un banquero como para creer que
siempre pagará cualquier cantidad de sus pagarés que se le
pueda presentar, esos documentos llegan a tener la misma aceptación
que la moneda de oro y plata, porque se confía
que esta moneda puede ser en cualquier momento obtenida a
cambio de ellos. Supongamos que un banquero presta sus pagarés
(02:57:34):
a sus clientes por una suma de 100,000 libras. Como esos
papeles cumplen todas las funciones del dinero, sus deudores le
pagan el mismo interés que si les hubiese prestado una
cantidad igual en moneda. Ese interés es la fuente de
su ganancia. Aunque una parte de esos papeles vuelve continuamente
hacia él para ser pagada, otra parte sigue circulando durante
(02:57:56):
meses e incluso años. Así, aunque tiene en circulación pagarés
por importe de 100,000 libras, le será normalmente suficiente mantener una
provisión de 20,000 libras de oro y plata para hacer frente
a las demandas eventuales de reembolso. Mediante esta operación, entonces, 20,000
libras en oro y plata cumplen todas las funciones que
(02:58:17):
en otro caso habrían cumplido 100,000. Se pueden realizar los mismos intercambios.
La misma cantidad de bienes pueden circular y ser distribuidos
a sus consumidores respectivos mediante sus pagarés por valor de 100.000
libras que por un valor igual en monedas de oro
y plata. De esta forma, se pueden ahorrar de la
circulación del país 80.000 libras en oro y plata, y si
(02:58:39):
al mismo tiempo otras operaciones de este tipo son realizadas
por numerosos bancos y banqueros diferentes, toda la circulación puede
mantenerse con sólo la quinta parte del oro y la
plata que se necesitaría en otro caso. Supongamos, por ejemplo,
que en un país la circulación monetaria total es en
un momento dado de un millón de libras esterlinas y
(02:59:00):
que esta suma es suficiente para hacer circular todo el
producto anual de su tierra y trabajo. Supongamos también que
algún tiempo después diversos bancos y banqueros emiten pagarés al
portador por importe de un millón de libras y reservan
en sus cajas 200.000 libras para hacer frente a las demandas eventuales.
Habría entonces en circulación 800.000 libras en oro y plata y
(02:59:22):
un millón en papel, o un total de 1.800.000 libras. Pero
el producto anual de la tierra y el trabajo del
país requería antes sólo un millón para circular y distribuirse
entre sus consumidores, y ese producto anual no puede ser
inmediatamente aumentado por esas operaciones bancarias. Después de ellas, entonces,
(02:59:43):
bastará un millón de libras para la circulación. Los bienes
comprados y vendidos son exactamente los mismos que antes y
basta la misma cantidad de dinero para comprarlos y venderlos.
El canal de la circulación, si se me permite la expresión,
permanece inalterado. Hemos supuesto que un millón es suficiente para
(03:00:03):
llenar ese canal. Por lo tanto, todo lo que se
derrame en el por encima de esa suma no puede
fluir y se desbordará. Al verter en el 1.800.000 libras habrá
un desborde de 800.000, puesto que esa suma está por encima
de lo que puede ser empleado en la circulación del país.
Pero aunque esta suma no puede ser empleada localmente, es
(03:00:25):
demasiado valiosa para que se la deje permanecer inactiva. En consecuencia,
será remitida al exterior para que encuentre allí el empleo
rentable que no puede hallar en el país. El papel,
en pero, no puede remitirse al extranjero, al estar lejos
de los bancos que lo emiten y del país donde
su pago puede ser legalmente exigido, no será aceptado en
(03:00:46):
los pagos ordinarios. Por lo tanto, lo que será remitido
al extranjero serán 800.000 libras en oro y plata, y el
canal de la circulación permanecerá lleno con un millón en papel,
en lugar del millón en aquellos metales que había antes.
No es concebible que esa copiosa cantidad de oro y
plata que es enviada al exterior lo sea sin motivo alguno,
(03:01:09):
ni que sus propietarios pretendan regalarla a países extranjeros. Lo
que harán será intercambiarla por bienes extranjeros de algún tipo,
para satisfacer el consumo de algún otro país extranjero o
el suyo propio. Si emplean el dinero en comprar bienes
en un país para abastecer el consumo de otro, lo
que se llama comercio de tránsito, todo beneficio que obtengan
(03:01:31):
será una adición al ingreso neto de su propio país.
Es como un fondo nuevo, creado para poner en marcha
una nueva labor, las actividades locales se llevan ahora a
cabo mediante el papel, y el oro y la plata
se convierten en el capital de esa nueva labor. Si
destinan el dinero a comprar bienes extranjeros para su consumo
(03:01:51):
local pueden, en primer lugar, comprar aquellos bienes que serán
probablemente consumidos por personas ociosas que nada producen, tales como
vinos extranjeros, sedas, etc. O, en segundo lugar, pueden adquirir
un fondo adicional de materiales, herramientas y provisiones, con objeto
de mantener y emplear un número adicional de personas laboriosas,
(03:02:13):
que reproducen el valor de su consumo anual, con un beneficio.
En tanto es empleado de la primera forma, promueve la prodigalidad,
incrementa el gasto y el consumo sin aumentar la producción
o sin establecer ningún fondo permanente para sostener ese gasto,
y resulta en todos los aspectos perjudicial para la sociedad.
(03:02:33):
En tanto es empleado de la segunda forma, promueve la actividad,
y aunque incrementa el consumo de la sociedad, aporta un
fondo permanente para sostener ese consumo, porque las personas que
consumen reproducen, con un beneficio, el valor total de su
consumo anual. El ingreso bruto de la sociedad, el producto
anual de su tierra y su trabajo, es incrementado por
(03:02:55):
el valor que el trabajo de dichas personas añade a
los materiales con los que operan, y el ingreso neto
por lo que permanece de ese valor después de deducir
lo que sea necesario para mantener las herramientas e instrumentos
de la producción. Parece no sólo probable sino casi inevitable
que el grueso del oro y la plata expulsados al
exterior por esas medidas bancarias que se utilice en la
(03:03:17):
compra de bienes extranjeros para el consumo local deberá ser
empleado en la compra de los bienes de esta segunda clase.
Aunque algunas personas individuales a veces aumentan muy considerablemente sus
gastos sin que lo hagan sus ingresos, podemos estar seguros
de que no lo hará ninguna clase o estamento de personas.
Aunque los principios normales de prudencia no siempre orientan la
(03:03:38):
conducta de cada individuo, siempre influyen sobre la de la
mayoría de cualquier clase social. Pero el ingreso de las
gentes ociosas, consideradas como una clase, no puede ser aumentado
ni en lo más mínimo por esas operaciones bancarias. Su
gasto general, entonces, no puede ser incrementado apreciablemente gracias a ellas,
(03:03:59):
aunque ello sí puede ocurrir y ocurre en realidad con
unos pocos individuos dentro del grupo. Al ser igual o
casi igual la demanda de bienes extranjeros por las gentes ociosas,
es probable que sea muy pequeña la parte del dinero
expulsado al exterior por dichas operaciones bancarias que se emplee
en la compra de esos bienes para su uso. la
mayor parte se destinará naturalmente al empleo de trabajo y
(03:04:22):
no al sostenimiento de la ociosidad. Cuando se estima la
cantidad de trabajo que puede emplear el capital circulante de
cualquier sociedad, hay que considerar tan sólo aquellas partes que
consisten en provisiones, materiales y artículos terminados. La otra, que
consiste en dinero, y que sirve sólo para hacer circular
a las otras tres, siempre debe ser deducida. Para poner
(03:04:45):
en marcha una actividad se necesitan tres cosas, materiales para elaborar,
herramientas para el trabajo y salarios o retribución por la
cual se hace el trabajo. El dinero no es un
material ni una herramienta, y aunque el salario del trabajador
se paga habitualmente en dinero, su ingreso real, igual que
el de cualquier otra persona, no consiste en dinero sino
(03:05:06):
en lo que el dinero vale, no en las piezas
de metal sino en lo que se puede comprar con ellas.
La magnitud de la actividad que cualquier capital puede poner
en movimiento debe ser evidentemente igual al número de trabajadores
a los que puede suministrar materiales, herramientas y una manutención
adecuadas a la naturaleza de la labor. El dinero puede
(03:05:27):
ser necesario para adquirir los materiales y las herramientas, así
como para la manutención de la mano de obra. Pero
la cantidad de actividad que pone en funcionamiento el capital
ciertamente no es igual a la suma de ese dinero
y los materiales, herramientas y subsistencias que con él se compran,
sino sólo a uno de esos dos valores, y más
precisamente al segundo que al primero. Cuando el papel moneda
(03:05:51):
reemplaza al oro y la plata, la cantidad de materiales,
herramientas y subsistencias que puede suministrar todo el capital circulante
puede aumentar por el valor total del oro y la
plata que antes empleaban en su compra. El valor de
la gran rueda de la circulación y distribución se añade
a los bienes que circulan y son distribuidos a través suyo.
(03:06:11):
La operación se parece en alguna medida a la del
empresario de una gran fábrica que, como consecuencia de alguna
innovación mecánica, retira su vieja maquinaria y suma la diferencia
entre su precio y el de la nueva a su
capital circulante, al fondo del que provee a sus trabajadores
con materiales y salarios. Es probablemente imposible determinar cuál es
(03:06:31):
la proporción entre el dinero que circula en un país
y el valor total del producto anual que gracias a
él circula. Diversos autores la han estimado en un quinto,
un décimo, un vigésimo y un trigésimo de ese valor.
Pero por pequeña que sea la proporción entre el dinero
circulante y el valor total del producto anual, como sólo
una parte de ese producto, y con frecuencia una parte pequeña,
(03:06:55):
se destina al mantenimiento de la actividad económica, siempre guardará
una proporción muy considerable con respecto a esa parte. Por
lo tanto, cuando merced al papel el oro y la
plata necesarios para la circulación quedan reducidos quizás a un
quinto de su cantidad anterior. Si el valor de la
mayor parte de los restantes cuatro quintos se añade a
(03:07:15):
los fondos destinados al mantenimiento de la actividad, ello debe
representar un caudaloso añadido al volumen de esa actividad, y
consecuentemente al valor del Producto Anual de la Tierra y
el Trabajo. Una operación de este tipo se ha desarrollado
en Escocia durante los últimos 25 o 30 años, con el establecimiento
de nuevos bancos en casi todas las ciudades importantes, e
(03:07:37):
incluso en algunas poblaciones rurales. Los efectos han sido precisamente
los descritos antes. Los negocios del país son casi completamente
realizados con los billetes de esos bancos, con los que
habitualmente se hacen las compras y los pagos de todo tipo.
La plata aparece muy pocas veces, salvo en el cambio
(03:07:57):
de un billete de 20 chelines, y el oro aparece todavía menos.
Y aunque no todas esas empresas han mostrado una conducta intachable,
y ello ha requerido una ley del Parlamento para regularlas,
a pesar de ello el país ha obtenido evidentemente un
gran beneficio gracias a su labor. He oído decir que
el comercio de la ciudad de Glasgow se duplicó en
(03:08:19):
unos 15 años, después de la primera instalación de los bancos allí,
y que el comercio de Escocia se ha más que
cuadruplicado desde el establecimiento de los dos bancos públicos de Edimburgo,
uno de los cuales, llamado el Banco de Escocia, fue
creado por ley del Parlamento en 1695, el otro, denominado Banco Real,
por concesión real en 1727. No pretendo saber si el comercio
(03:08:44):
de Escocia en general o de la ciudad de Glasgow
en particular se ha incrementado efectivamente en una proporción tan
abultada durante un lapso tan breve. Si alguno de ellos
ha crecido así, ello parece algo demasiado grande como para
responder a la acción exclusiva de esta causa. Sin embargo,
lo que en ningún caso puede dudarse es de que
el comercio y la industria de Escocia se han expandido
(03:09:07):
muy considerablemente en ese periodo, y que los bancos han
contribuido significativamente a esa expansión. El valor de la moneda
de plata que circulaba en Escocia antes de la Unión, en 1707,
y que inmediatamente después de ella fue llevada al Banco
de Escocia para ser reacuñada, era de 411.117 libras 10 chelines 9 peniques esterlinas.
(03:09:32):
No hay cifras sobre las monedas de oro, pero parece
por la antigua contabilidad de la Casa de la Moneda
de Escocia que el valor del oro acuñado anualmente era
algo superior al de la plata. Hubo también en esa
ocasión numerosas personas que, al desconfiar que se les fuese
a devolver el dinero, no llevaron su plata al Banco
de Escocia, y hubo además monedas inglesas que no fueron reclamadas.
(03:09:55):
En consecuencia, el valor total del oro y la plata
que circulaba en Escocia antes de la unión no puede
ser calculado en menos de un millón de libras esterlinas.
Constituía casi toda la circulación de ese país, porque aunque
el circulante del Banco de Escocia, que entonces carecía de competidores,
era considerable, parece que sólo representaba una fracción muy pequeña
(03:10:17):
del total. En la actualidad la circulación de Escocia no
puede ser menor a 2 millones, y no es probable que
la parte consistente en oro y plata llegue a medio millón.
Pero aunque el oro y la plata que circulan en
Escocia han experimentado tan brusca reducción en este periodo, sus
riquezas reales y su prosperidad no sufrieron nada parecido. Por
(03:10:39):
el contrario, su agricultura, industria y comercio, el producto anual
de su tierra y su trabajo, indiscutiblemente han aumentado. La
mayor parte de los bancos y banqueros emiten sus billetes
o pagarés mediante el descuento de letras de cambio, es decir,
adelantando el dinero sobre ellas antes de su vencimiento. Sobre
(03:10:59):
cualquier suma que adelanten, siempre descuentan el interés legal hasta
el vencimiento de la letra. El pago de la letra,
a su vencimiento, reembolsa al banco el valor del dinero adelantado,
con un beneficio neto en intereses. El banquero no adelanta
oro y plata al comerciante cuya letra descuenta, sino sus
propios pagarés o billetes y tiene la ventaja de poder
(03:11:21):
descontar por una suma mayor, por el valor total de
sus billetes que él sabe por experiencia que circulan normalmente.
Está así en condiciones de recoger una ganancia neta en
intereses sobre una suma muchísimo mayor. El comercio de Escocia,
que hoy no es muy grande, lo era aún menos
cuando se establecieron los dos primeros bancos, y estas empresas
(03:11:43):
habrían tenido muy poca actividad si se hubiesen limitado al
descuento de letras de cambio. Inventaron por ello otro método
para emitir sus billetes o pagarés, la concesión de lo
que llamaron cuentas de caja, por las que otorgaban crédito
hasta un monto determinado, por ejemplo, dos o tres mil libras,
a cualquier individuo que presentase dos personas de indudable solvencia
(03:12:04):
y que poseyeran buenas propiedades rústicas, que garantizasen en su
nombre que sería reembolsada cuando fuese requerida cualquier suma que
le hubiese sido prestada, dentro de los límites del crédito,
junto con él. Interés legal. Creo que es habitual conceder
créditos de este tipo en todo el mundo. Pero las
condiciones tan fáciles que aceptan los bancos escoceses para el
(03:12:27):
reembolso de los créditos son cosa característica suya, y probablemente
han sido la causa principal tanto de la intensa actividad
de esas empresas como del beneficio que la sociedad ha
recibido de ella. Todo aquel que consigue un crédito de
este tipo en alguna de esas compañías y pide prestadas
mil libras, por ejemplo, puede devolver esta suma en pequeñas cuotas,
(03:12:49):
de 20 o 30 libras cada una, y el banco le descuenta
una parte proporcional del interés del principal desde el día
en que paga la primera cuota hasta que de esa
forma repone el total. En consecuencia, a todos los comerciantes
y a casi todos los empresarios les conviene mantener esas
cuentas de caja y están por ello interesados en promover
la labor de esas compañías aceptando sus billetes en todos
(03:13:12):
los pagos y alentando a todos sobre los que puedan
influir para que hagan lo mismo. Los bancos, cuando sus
clientes les piden dinero, en general lo adelantan bajo la
forma de sus propios billetes. Los comerciantes los entregan a
los industriales a cambio de bienes, los industriales a los
granjeros a cambio de materiales y provisiones, los granjeros a
(03:13:33):
los terratenientes como renta, los terratenientes los vuelven a pagar
a los comerciantes por las comodidades y lujos con que
los abastecen y los comerciantes los devuelven a los bancos
para cancelar sus cuentas de caja o reembolsar lo que
podrían haberles pedido en préstamo, y así mediante ello se
efectúan las transacciones de casi todo. El negocio monetario del país.
(03:13:55):
De ahí la vasta actividad de esas compañías. Por medio
de esas cuentas de caja todo comerciante pueden llevar a
cabo sin imprudencia un negocio mucho más vasto que el
que podrían desarrollar de otro modo. Si hay dos comerciantes,
uno en Londres y el otro en Edimburgo, que emplean
el mismo capital en la misma labor, el de Edimburgo
(03:14:16):
puede sin imprudencia ampliar su actividad y dar empleo a
más personas que el de Londres. El comerciante de Londres
deberá siempre mantener una considerable suma de dinero, en su
caja fuerte o en la de su banquero, que no
le pagará interés por ella, para hacer frente a los
requerimientos que continuamente se le harán para que pague los
bienes que compra a crédito. Supongamos que el monto normal
(03:14:39):
de esa suma sea de 500 libras. El valor de los
bienes en su almacén deberá ser siempre de 500 libras menos
de lo que podría haber sido si no hubiese estado
el obligado a mantener esa suma inactiva. Supongamos que mueve
todo su capital, o bienes por el valor de todo
su capital, una vez al año. Al verse forzado a
(03:14:59):
mantener inactiva una suma tan abultada, debe vender en un
año un valor en bienes 500 libras menor a lo que
habría ocurrido en otro caso. Sus beneficios anuales quedarán rebajados
en lo que habría podido ganar con 500 libras más de bienes,
y el número de personas empleadas en elaborar tales mercancías
será inferior en el número que hubiese podido contratar un
(03:15:20):
capital de 500 libras más. El comerciante de Edimburgo, por su parte,
no mantiene nada de dinero para responder a demandas eventuales.
Cuando éstas se producen, les hace frente con su cuenta
de caja en el banco, y gradualmente repone la suma
pedida en préstamos con el dinero o billetes que obtiene
de la venta de sus bienes. Así, con el mismo capital, puede,
(03:15:44):
sin imprudencia, tener siempre en su almacén una mayor cantidad
de artículos que el comerciante londinense, y por ello puede
tanto obtener un mayor beneficio para sí mismo como ofrecer
empleo permanente a un número mayor de personas laboriosas que
preparan esos artículos para el mercado. De ahí el copioso
beneficio que el país recibe de esta actividad. Podría pensarse
(03:16:06):
que el descuento de letras de cambio representa para los
comerciantes ingleses una facilidad equivalente a las cuentas de caja
de los comerciantes escoceses. Ha de recordarse, sin embargo, que
los escoceses pueden descontar sus letras de cambio tan cómodamente
como los ingleses y cuentan además con la facilidad adicional
de sus cuentas de caja. Todo el papel moneda que
(03:16:28):
puede circular en cualquier país nunca puede ceder el valor
del oro y la plata que reemplaza o que, suponiendo
que el comercio sea el mismo, circularía allí si no
hubiese billetes. Si el billete más pequeño de Escocia es
el de 20 chelines, la totalidad de los mismos que puede
circular no superará la suma de oro y plata que
sería necesaria para efectuar las transacciones anuales que por valor
(03:16:51):
de 20 chelines o más se realizan en ese país. Si
los billetes se ceden esa suma, como el sobrante no
podría ser remitido al extranjero ni utilizado en la circulación
del país, se produciría un inmediato reflujo de dicho sobrante
a los bancos, para ser intercambiado por oro y plata.
Muchas personas percibirían que tienen más billetes que los necesarios
(03:17:13):
para sus transacciones locales, y como no podrían enviarlo al extranjero,
exigirían inmediatamente su reintegro a los bancos. Una vez que
este papel superfluo fuese convertido en oro y plata, sería
fácil para esas personas encontrar un uso para el mismo,
remitiéndolo al exterior, pero sería imposible encontrarlo mientras conservase la
(03:17:33):
forma de papel. Por lo tanto, se produciría una carrera
contra los bancos con todos esos billetes superfluos, y si
hubiese la más mínima dificultad o retraso en los pagos
sería mayor. La alarma que ello ocasionaría necesariamente intensificaría la carrera.
Más allá de los gastos comunes a cualquier sector, como
el coste del alquiler, los salarios de los sirvientes, empleados, contables, etc.,
(03:17:58):
los costes específicos de los bancos caen fundamentalmente en dos capítulos. Primero,
el coste de mantener siempre en sus cajas fuerte, para
responder a las demandas eventuales de los tenedores de sus billetes,
una vasta suma de dinero, cuyos intereses pierden, y segundo,
el coste de reponer el dinero que sale de esas
cajas en la medida que se vacían al. Hacer frente
(03:18:21):
a esas demandas ocasionales. Un banco que emite más papel
que el que puede ser utilizado en la circulación del
país y cuyo exceso está retornando continuamente al banco para
su reembolso, debe incrementar la cantidad de oro y plata
de sus cofres no en proporción a esta emisión excesiva
de su circulante sino en una proporción mucho mayor, porque
(03:18:41):
sus billetes refluirán al banco mucho más rápido de lo
que correspondería según el exceso de su cantidad. Por lo tanto,
ese banco deberá expandir el primer capítulo de sus costes
no proporcionalmente a este aumento artificial de su actividad, sino
mucho más que proporcionalmente. Además, aunque las arcas de tales
compañías se llenan con mayor abundancia, también se vacían mucho
(03:19:05):
más velozmente que si sus negocios se mantuviesen en límites
más razonables, y su rellenado debe comportar no sólo un
coste más abultado sino también más constante e ininterrumpido. La
moneda retirada sin cesar de sus cajas fuerte en tan
vastas sumas tampoco puede ser empleada en la circulación del país.
Se obtiene a cambio de un papel que ha sido
(03:19:26):
emitido en exceso sobre lo que podría ser utilizado en
la circulación, con lo que ese dinero amonedado también está
por encima de lo que da de sí esa misma circulación.
Pero como no se permitirá a esa moneda el permanecer inactiva,
será en alguna forma remitida al exterior para que encuentre
allí ese empleo rentable que no encuentra en el interior.
Y esta exportación incesante de oro y plata, al aumentar
(03:19:49):
las dificultades debe también aumentar aún más los gastos del
banco para hacerse con más oro y plata con objeto
de rellenar esas cajas fuerte que se vacían tan vertiginosamente.
De ahí que esa expansión artificial de su labor obligue
al banco a elevar el segundo capítulo de sus costes
incluso más que el primero. Supongamos que los billetes de
(03:20:09):
un banco que la circulación del país puede fácilmente absorber
y emplear sumen exactamente 40.000 libras, y que el banco se
ve obligado a mantener siempre en sus cajas 10.000 libras en
oro y plata para responder ante demandas eventuales. Si este
banco intenta emitir 44.000 libras, las 4.000 que superan lo que la
circulación puede absorber refluirán al banco casi tan rápidamente como
(03:20:32):
sean emitidas. Para hacer frente a las demandas, entonces, este
banco deberá conservar en sus arcas no 11.000 libras sino 14.000. No
ganaría interés alguno por las 4.000 libras emitidas en exceso y
perdería el coste de acumular 4.000 libras en oro y plata
que saldrían de sus cajas tan pronto entraran en ellas.
(03:20:54):
Si todos los bancos comprendiesen y obedeciesen siempre a su
propio interés, nunca habría sobreabundancia de papel-moneda en la circulación.
Pero no todos los bancos han entendido ni obedecido siempre
a su propio interés, con lo que la circulación a
menudo se ha visto saturada de papel-moneda. por emitir billetes
en exceso, un exceso que siempre refluía para ser cambiado
(03:21:16):
por oro y plata. El Banco de Inglaterra se vio
durante muchos años obligado a acuñar oro por una suma
de entre 800 mil y un millón de libras por año,
o una media cercana a las 850 mil libras anuales. Para
esta cuantiosa acuñación, el banco se veía a menudo forzado,
debido al desgaste y degradación que caracterizaban al oro hace
(03:21:37):
algunos años, a comprar oro en lingotes al elevado precio
de 4 libras la onza, que acuñaba poco después a 3 libras 17 chelines 10,1
diagonal 2 peniques la onza, perdiendo así entre el 2,5 y el
3% sobre la acuñación de una suma tan enorme. Aunque
el banco no pagase el señoreaje y el gobierno se
(03:21:57):
hiciese cargo del coste de acuñación, esta generosidad estatal no
evitó gastos al banco. Los bancos escoceses, debido a un
exceso del mismo tipo, se veían todos obligados a contratar
agentes permanentes en Londres para obtener el dinero que necesitaban,
a un coste que rara vez era inferior al 1,5 o 2%.
(03:22:18):
El dinero era enviado en carretas y era asegurado por
los transportistas al coste adicional del 3% o quence challenge
por cada 100 libras. Esos agentes no siempre conseguían rellenar las
cajas fuertes de sus empleadores tan rápidamente como se vaciaban.
En este caso el recurso de los bancos era librar
sobre sus corresponsales en Londres letras de cambio por la
(03:22:40):
suma que necesitaban. Cuando esos corresponsales más tarde giraban contra
los bancos para reembolsarse el dinero, más el interés y
una comisión, algunos de esos bancos, merced a la penuria
causada por su propia emisión excesiva, a veces no tenían
otra alternativa que librar una nueva serie de letras sobre
los mismos u otros corresponsales en Londres, de esta manera,
(03:23:03):
una misma suma, o letras por una misma suma, recorrían
más de dos o tres veces el mismo camino, y
el banco deudor siempre pagaba el interés y la Comisión
sobre el total acumulado. Incluso los bancos escoceses que jamás
se distinguieron por su extrema imprudencia eran forzados en ocasiones
a echar mano de este ruinoso recurso. La moneda de
(03:23:25):
oro pagada por el Banco de Inglaterra o por los
bancos escoceses a cambio de aquella fracción de sus billetes
que sería lo que podía ser empleado en la circulación
del país. Al estar también ella por encima de lo
que podía absorber la circulación, era a veces remitida al
exterior en la forma de moneda, a veces fundida y
enviada bajo la forma de lingotes, y a veces fundida
(03:23:46):
y vendida al Banco de Inglaterra al elevado precio de
cuatro libras la onza. Las piezas que eran transferidas al
exterior o fundidas eran cuidadosamente seleccionadas sólo entre las más nuevas,
más pesadas y mejores. En el interior, y mientras mantuviesen
la forma de moneda, esas piezas pesadas no valían más
que las livianas, pero valían más en el extranjero, o
(03:24:08):
cuando eran fundidas en lingotes en el interior. El Banco
de Inglaterra, a pesar de su enorme acuñación anual, comprobó
ante su estupefacción que cada año había la misma escasez
de moneda que el año anterior, y que a pesar
del caudal de nuevas y buenas monedas que el banco
emitía cada año, el estado de las monedas, en vez
de mejorar cada año más, empeoraba sin cesar. Cada año
(03:24:32):
se veía en la necesidad de acuñar casi la misma
cantidad de oro que había acuñado el año anterior, y
debido al aumento continuo en el precio del oro en lingotes,
ocasionado por el incesante desgaste y tijereteo, el coste de
esta gran acuñación anual subía todos los años. El Banco
de Inglaterra, al abastecer a sus propias cajas con moneda metálica,
(03:24:53):
está indirectamente obligado a hacerlo con todo el reino, al
cual está fluyendo permanentemente moneda desde esas cajas en las
formas más variadas. Por lo tanto, toda la moneda que
fuese necesaria para sostener esa circulación excesiva de billetes escoceses
e ingleses, toda deficiencia ocasionada por esa circulación excesiva en
la moneda necesaria para el reino, debía ser proporcionada por
(03:25:16):
el Banco de Inglaterra. Es indudable que los bancos escoceses
pagaron muy caro su imprudencia y negligencia. Pero el Banco
de Inglaterra pagó muy caro no sólo su propia imprudencia
sino también la imprudencia mucho más acusada de casi todos
los bancos escoceses. La causa original de esta emisión excesiva
de billetes fue la actividad exagerada de algunos especuladores temerarios
(03:25:39):
en ambas partes del Reino Unido. La cantidad que es
adecuado que un banco adelante a un comerciante o empresario
de cualquier tipo no es todo el capital que necesita,
y ni siquiera una parte considerable del mismo, sino sólo
aquella parte que en caso contrario se vería forzado a
conservar inactiva en efectivo para hacer frente a demandas eventuales.
(03:26:01):
Si los billetes que el banco le adelantan nunca superan
este valor, jamás podrán superar el valor del oro y
la plata que necesariamente circularían en el país si no
hubiese billetes. Jamás podrán superar la cantidad que la circulación
del país puede cómodamente absorber y emplear. Cuando un banco
descuenta una letra de cambio real a un comerciante, girada
(03:26:22):
por un auténtico acreedor sobre un auténtico deudor, y que
al momento de su vencimiento es realmente pagada por dicho deudor,
sólo le adelanta una parte del valor que en otro
caso debería mantener inactivo, para hacer frente a pagos ocasionales.
El reembolso de la letra, a su vencimiento, repone al
banco el valor que había adelantado más el interés. Las
(03:26:44):
cajas fuertes del banco que negocia así con sus clientes
se parecen a un estanque de agua del que emana
continuamente un chorro pero al que llega al mismo tiempo
otro chorro igualmente caudaloso que el primero, y así, sin
necesidad de cuidados y atenciones, el estanque se mantiene siempre
al mismo o casi al mismo nivel. El rellenado de
las cajas de un banco que opere de ese modo
(03:27:06):
apenas demandará gasto alguno. Aunque un comerciante no se exceda
en sus negocios, puede con frecuencia necesitar sumas de efectivo
aunque no tenga letras para descontar. Cuando un banco, aparte
de descontar sus letras, le adelanta en tales ocasiones esas
sumas contra su cuenta de caja y acepta la devolución
en cuotas a medida que vaya entrando el dinero por
(03:27:27):
la venta de sus bienes, con las facilidades que otorgan
los bancos escoceses, lo libera por completo de la necesidad
de mantener ninguna parte de su capital inactiva y en
efectivo para responder a demandas ocasionales. Cuando esas demandas aparecen,
puede hacerles frente con suficiencia mediante su cuenta de caja.
Pero el banco, al negociar con tales clientes, debe observar
(03:27:50):
con mucha atención si en el curso de un periodo breve,
por ejemplo, de 4, 5, 6 y 8 meses, el monto de las devoluciones
que recibe normalmente de ellos es o no plenamente coincidente
con lo que habitualmente les adelanta. Si en el curso
de tales periodos cortos las devoluciones de ciertos clientes son
en la mayoría de los casos iguales a los adelantos,
(03:28:12):
puede proseguir tranquilamente negociando con ellos. En tales casos, aunque
el flujo que sale de sus cajas puede ser muy caudaloso,
el flujo que entra continuamente será al menos tan caudaloso,
con lo que sin vigilancia ni precaución ulterior esas cajas
se mantendrán probablemente al mismo o casi al mismo nivel,
y casi nunca requerirán coste extraordinario alguno para ser rellenadas.
(03:28:36):
Por el contrario, si la suma de las devoluciones de
algunos clientes normalmente resulta mucho menor que los adelantos, no
puede con seguridad seguir tratando con ellos, al menos mientras
sigan actuando de esa manera. En tal caso, el flujo
que sale continuamente de sus cajas es necesariamente mucho más
caudaloso que el flujo que entra, y así, esas cajas
(03:28:57):
pronto deberán quedar totalmente exhaustas, salvo que sean rellenadas mediante
un gasto abultado y permanente. Por eso, los bancos de
Escocia tuvieron durante un largo tiempo mucho cuidado en requerir
devoluciones frecuentes y regulares a todos sus clientes y no
trataban con persona alguna, cualquiera que fuese su fortuna o crédito,
(03:29:18):
que no realizase con ellos lo que denominaban operaciones frecuentes
y regulares. Con esta estrategia, además de ahorrarse casi por
completo los gastos extraordinarios de reposición de sus cajas, cosecharon
otras dos ventajas muy importantes. Primero, su cautela les permitió
formarse juicios bastante precisos sobre las circunstancias prósperas o decadentes
(03:29:40):
de sus deudores, sin verse obligados a investigar en busca
de más pruebas de las que suministraba su propia contabilidad,
porque las personas son por regla general cumplidores o incumplidores
en sus pagos según pasen por una situación próspera o declinante.
Un ciudadano particular que presta dinero a media docena o
una docena de deudores puede, por sí mismo o a
(03:30:01):
través de sus agentes, observar y analizar de forma constante
y cuidadosa la conducta y situación de cada uno. Pero
un banco, que quizás preste dinero a 500 personas diferentes y
cuya atención está ocupada permanentemente por asuntos de la índole
más variada, no puede contar con información regular sobre la
conducta y condición de la mayoría de sus deudores más
(03:30:22):
allá de la que aportan sus propios libros. Es probable
que los bancos de Escocia hayan tenido esta ventaja en
la mente al requerir reintegros frecuentes y regulares a todos
sus clientes. Segundo, con esa precaución evitaron el riesgo de
emitir más billetes de los que la circulación del país
podía absorber y emplear sin dificultad. Cuando observaban que en
(03:30:44):
lapsos breves los reembolsos de un cliente en particular eran
casi siempre iguales a los adelantos que le habían hecho,
podían estar seguros de que los billetes que le habían
prestado no habían superado la cantidad de oro y plata
que en otro caso él habría debido conservar para responder
a demandas eventuales, y que, consiguientemente, el papel moneda que
habían hecho circular a través suyo no había superado la
(03:31:07):
cantidad de oro y plata que habría circulado en el
país de no existir billetes. La frecuencia, regularidad y monto
de sus devoluciones demostraban suficientemente que el monto de los
adelantos no había cedido aquella parte de su capital que
en otro caso él se habría visto forzado a conservar
inactivo y en efectivo, para hacer frente a demandas ocasionales,
(03:31:28):
es decir, para mantener al resto de su capital en
constante ocupación. Esa parte del capital es lo único que
en periodos moderados regresa continuamente a cualquier hombre de negocios
en la forma de dinero, sea billetes o monedas, y
continuamente se aleja de él en la misma forma. Si
los adelantos del banco exceden sistemáticamente esa parte de su capital,
(03:31:50):
el monto normal de sus reembolsos no podría en un
lapso moderado igualar al monto normal de los adelantos. El
flujo que gracias a sus negocios continuamente iría hacia el
banco no equivaldría al flujo que, debido a esos mismos negocios,
saldría continuamente del banco. Los adelantos de billetes, al ser
superiores a la cantidad de oro y plata que habría
(03:32:12):
debido conservar para afrontar demandas eventuales en caso de no
existir tales adelantos, pronto excederían al total de oro y plata.
Suponemos que el comercio sigue igual, necesarios para la circulación
del país si no hubiese billetes, y en consecuencia excederían
la cantidad que la circulación del país podría absorber y
emplear con facilidad, y se produciría un inmediato reflujo de
(03:32:34):
esos billetes sobrantes a Los diversos bancos de Escocia no
ponderaron esta segunda ventaja tan bien como la primera. cuando
gracias en parte a la facilidad del descuento de letras
y en parte a la de las cuentas de caja
los comerciantes solventes de cualquier país se ven liberados de
(03:32:54):
la obligación de mantener consigo parte alguna de su capital
inactiva y en efectivo para responder a pagos eventuales, no
pueden razonablemente esperar una ayuda ulterior de los bancos que,
llegados a ese punto, no deben prestarlas y actúan de
forma coherente con su propio interés. Si un banco respeta
su propio interés, no puede adelantar a un empresario ni
(03:33:15):
todo ni gran parte del capital circulante con el que opera,
porque aunque ese capital está continuamente regresando a sus manos
en la forma de dinero y alejándose de ellas en
la misma forma, las entradas están demasiado apartadas de las salidas,
y la suma de los reembolsos del empresario no podrá
igualar a la suma de los adelantos en los periodos
moderados que resultarán convenientes para el banco. Todavía menos podrá
(03:33:39):
el banco adelantarle cualquier parte considerable de su capital fijo,
del capital que el empresario de una fundición, por ejemplo,
emplea en construir la forja, el horno, talleres y depósitos,
casas para sus trabajadores, etc., del capital que el empresario
de una mina emplea en perforar sus pozos, en construir
máquinas para drenar agua, en hacer caminos y carriles para
(03:34:01):
las vagonetas, etc., del capital que la persona que emprende
mejoras en la tierra utiliza para roturar. Desecar, cercar, abonar
y arar los campos cereales y sin cultivar, para edificar
casas de labranza con todos los accesorios necesarios, establos, graneros, etc.
Los rendimientos del capital fijo son en casi todos los
(03:34:24):
casos mucho más lentos que los del capital circulante, y
esos gastos, incluso cuando se realizan con la máxima prudencia
y buen juicio, rara vez regresan al empresario antes de
un periodo de varios años, un lapso demasiado extenso para
que resulte conveniente a un banco. Negociantes y otros empresarios pueden,
indudablemente y con toda corrección, llevar adelante una parte muy
(03:34:47):
considerable de sus operaciones con dinero prestado. Sin embargo, para
ser justos con sus acreedores, su propio capital debería en
estos casos ser suficiente para asegurar, si se me permite
la expresión, el capital de estos acreedores, o para volver
extremadamente improbable el que esos acreedores padezcan pérdidas, incluso si
(03:35:07):
el éxito de sus empresas resulta muy inferior al que esperaban.
Incluso con esta precaución, el dinero que es pedido en
préstamo y que no se va a devolver hasta después
de varios años no se debería pedir a un banco
sino que debería ser obtenido mediante un título o una
hipoteca de aquellas personas que se proponen vivir del interés
de su dinero, sin tomarse la molestia de invertir su
(03:35:29):
capital ellas mismas y que por ello están dispuestas a
prestar ese capital a personas solventes que lo requieren durante
varios años. Es evidente que un banco, que presta su
dinero sin el coste del papel sellado, ni minutas de
notarios por la formalización de los títulos y las hipotecas
y que acepta la devolución con tantas facilidades como los
bancos de Escocia, será un acreedor muy cómodo para esos
(03:35:52):
negociantes y empresarios. Pero también está claro que tales negociantes
y empresarios serán deudores muy incómodos para ese banco. Han
pasado más de 25 años desde que el papel moneda emitido
por los diversos bancos de Escocia llegó a ser igual,
o acaso ligeramente superior, a lo que la circulación del
país podía absorber y emplear con comodidad. Esas compañías habían
(03:36:16):
brindado ya entonces toda la asistencia a los empresarios de
Escocia que los bancos y banqueros pueden brindar de forma
coherente con su propio interés. Habían hecho incluso algo más.
Habían exagerado sus negocios un poco y habían incurrido en
esa pérdida, o al menos esa disminución del beneficio que
dicho negocio sistemáticamente recoge del más pequeño grado de exceso
(03:36:38):
en su actividad. Los empresarios, al obtener tanta ayuda de
los bancos, aspiraron a tener todavía más. Parecían creer que
los bancos podían extender sus créditos hasta cualquier suma que
se les demandase sin incurrir en coste alguno, aparte de
unas pocas resmas de papel. Se quejaron de la estrechez
de miras y actitud pusilánime de los directivos de los
(03:37:00):
bancos que, según decían, no ampliaban sus créditos en proporción
a la extensión de la economía del país. Sin duda,
cuando hablaban de extensión de la economía del país se
referían a la extensión de sus propios negocios más allá
de lo que era posible con su propio capital o
con los créditos que obtuviesen de personas individuales en la
forma usual de títulos e hipotecas. Parecen haber pensado que
(03:37:23):
los bancos tenían la obligación moral de suplir esa deficiencia
y suministrarles todo el capital que necesitaban. Los bancos, sin embargo,
sostenían una opinión diferente, y cuando rehusaron ampliar sus créditos
algunos empresarios recurrieron a un expediente que durante un tiempo
satisfizo sus demandas, a un coste mucho mayor pero de
forma tan efectiva como podría haber resultado de una ampliación
(03:37:46):
ilimitada del crédito bancario. El expediente era el bien conocido
del peloteo, de letras, de girarse letras recíprocamente, algo a
lo que empresarios infelices han recurrido a veces cuando están
al borde de la bancarrota. La práctica de conseguir dinero
de esta forma es conocida desde hace mucho tiempo en Inglaterra,
y se dice que durante la última guerra, cuando los
(03:38:09):
exorbitantes beneficios del comercio supusieron una acusada tentación a las
actividades exageradas, estuvo vastamente extendida. Desde Inglaterra fue llevada a
Escocia y allí, en proporción al escaso comercio y el
muy moderado capital del país, pronto adquirió mucha mayor extensión
que la que nunca conoció en Inglaterra. La estrategia del
(03:38:31):
peloteo de letras es tan conocida por todos los empresarios
que podría pensarse que explicarla resultará inútil. Pero como este
libro puede llegar a las manos de quienes no son
hombres de negocios, y como los efectos de esta costumbre
sobre el sector bancario no son probablemente bien comprendidos ni
siquiera por los propios hombres de negocios, intentaré explicarla tan
(03:38:52):
claramente como pueda. Las costumbres de los comerciantes, establecidas cuando
las bárbaras leyes de Europa no garantizaban el cumplimiento de
sus contratos, y que han sido incorporadas durante el curso
de los dos últimos siglos en la legislación de todas
las naciones europeas, han concedido privilegios tan extraordinarios a las
letras de cambio que se adelanta dinero sobre ellas con
(03:39:14):
más facilidad que sobre cualquier otra obligación, especialmente cuando su
plazo de vencimiento es tan breve como de dos o
tres meses. Si cuando la letra vence el librado no
la paga en el momento en que se le presenta,
es declarado en ese mismo instante quebrado. La letra es
protestada y regresa al librado quien, si no la paga
de inmediato, es declarado a sí mismo en quiebra. Si
(03:39:38):
antes de llegar a la persona que la presenta al
librado para su pago ha pasado por las manos de
varias otras personas, que sucesivamente se adelantaron una a otra
su valor en dinero o mercancías, y que para certificar
que habían recibido ese valor, todas la han endosado por turno,
es decir, han firmado al dorso de la letra. Cada
endosante resulta responsable ante el tenedor de la letra por
(03:40:00):
ese valor y si no lo paga es igualmente declarado
en quiebra. Aunque el librador, el librado y los endosantes
de la letra fueran personas de dudosa solvencia, la brevedad
del plazo de vencimiento daba alguna seguridad al tenedor de
la letra. Aunque es probable que todos ellos quiebren, es
dudoso que caigan en la bancarrota todos en un lapso
(03:40:20):
tan corto. Esta casa es una ruina, se dice el
fatigado viajero a sí mismo, y no tardará mucho en
venirse abajo, pero como no es probable que se derrumbe
esta noche, me arriesgaré a dormir en ella hoy. Supongamos
que el comerciante A de Edimburgo libra una letra de
cambio sobre B en Londres, pagadera a dos meses. En realidad,
(03:40:42):
B en Londres no le debe nada a A en Edimburgo,
pero acuerda aceptar la letra de A, con la condición
de que antes de que venza su plazo regirará sobre
A en Edimburgo, por la misma suma más el interés
y la comisión, otra letra, asimismo pagadera a dos meses.
Y así B, antes de que transcurran los primeros dos meses,
libra otra vez esta letra sobre A en Edimburgo quien,
(03:41:04):
a su vez, antes de que pasen los segundos dos meses,
libra una segunda letra sobre B en Londres, también a
dos meses. Antes de que venzan los terceros dos meses,
B en Londres relibra sobre A en Edimburgo otra letra,
siempre a dos meses. En algunas ocasiones esta práctica ha
durado meses e incluso años enteros, y la letra siempre
(03:41:26):
regresa a Enedimburgo con las comisiones e intereses acumulados de
todas las letras anteriores. El interés era del 5% anual,
y la comisión nunca era inferior a medio por ciento
por cada libramiento. Al repetirse esta comisión más de seis
veces por año, cualquier dinero que aconsiga por este expediente
le costará necesariamente más del 8% al año, y a
(03:41:49):
veces mucho más, si el precio de la comisión aumentaba
o cuando se veía obligado a pagar interés compuesto sobre
las comisiones y los intereses de las letras anteriores. A
este expediente se lo denominaba financiación por circulación. En un
país donde los beneficios corrientes del capital en la mayor
parte de los proyectos empresariales se supone que rondan entre
(03:42:10):
el 6 y el 10%, sólo una especulación sumamente afortunada podía
rendir lo suficiente para cubrir el enorme coste al que
se tomaba dinero en préstamo para realizarla y recoger además
un buen beneficio para el empresario. Sin embargo, se acometieron
muchas y grandes empresas durante varios años sin ninguna otra
financiación que la que podía obtenerse a un coste tan exorbitante.
(03:42:34):
Los empresarios tenían sin duda, en sus sueños, una visión
muy clara de copiosos beneficios. Cuando despertaban, sin embargo, sea
al final de sus proyectos, sea cuando no eran capaces
de hacerlos avanzar más, creo que muy pocas veces tenían
la buena suerte de encontrarlos. Las letras que A en
Edimburgo libraba sobre B en Londres las descontaba regularmente dos
(03:42:57):
meses antes de su vencimiento en algún banco de Edimburgo,
y las letras que B en Londres relibraba sobre A
en Edimburgo, las descontaba con idéntica regularidad en el banco
de Inglaterra o en algún otro banco de Londres. Todo
lo que era adelantado a cambio de esas letras circulantes
era adelantado en Edimburgo en billetes de los bancos escoceses
y en Londres, cuando se descontaban en el banco de Inglaterra,
(03:43:20):
en billetes de ese banco. Aunque las letras sobre las
que se adelantaban los billetes eran todas pagadas puntualmente según vencían,
el valor que realmente había sido adelantado sobre la primera
letra nunca regresaba a los bancos, porque antes de que
venciera cada letra se libraba otra por un monto ligeramente
superior a la letra que estaba a punto de ser pagada,
(03:43:41):
y el descuento de esa otra letra era condición necesaria
para el pago de la que estaba próxima a vencer.
Este pago, entonces, era totalmente ficticio. El flujo que a
través de estas letras de cambio giratorias había salido de
las cajas fuertes de los bancos nunca era compensado por
ningún flujo que verdaderamente entrase en ellas. Los billetes emitidos
(03:44:04):
contra esas letras de peloteo alcanzaban en algunas ocasiones al
fondo total necesario para poner en práctica extensos y grandiosos
proyectos empresariales en la agricultura, el comercio o la industria,
y no se limitaban a aquella fracción del mismo que
de no haber habido billetes el empresario debía haber mantenido
inactivo y en efectivo para responder a demandas ocasionales. Por
(03:44:26):
lo tanto, el grueso de dichos billetes estaba por encima
del valor del oro y la plata que habrían circulado
en ausencia de papel moneda. Era por ello superior a
lo que la circulación del país podía absorber y emplear
con facilidad, y de ahí que retornase inmediatamente a los
bancos para ser cambiado por oro y plata, que los
bancos debían agenciarse de la mejor manera que pudiesen. Era
(03:44:49):
un capital que esos empresarios habían obtenido astutamente de los
bancos no sólo sin su conocimiento ni deliberada aceptación sino quizás,
durante algún tiempo, sin que tuvieran la más mínima sospecha
de que realmente lo habían adelantado. Cuando dos personas que
continuamente se giran y sobregiran recíprocamente descuentan sus letras en
el mismo banco, el banquero descubrirá su estratagema de inmediato
(03:45:12):
y verá claramente que no está negociando con su propio
capital sino con el que él les está adelantando. Pero
este descubrimiento no es tan sencillo cuando ellos descuentan sus
letras a veces con un banquero y a veces con otro,
y cuando las mismas dos personas no están de forma
incesante peloteándose mutuamente sino que recorren un amplio círculo de empresarios,
(03:45:33):
conscientes de su interés en asistirse recíprocamente en este método
de obtener financiación, con lo que vuelven prácticamente imposible distinguir
entre una letra de cambio real y una ficticia, entre
una letra librada por un acreedor real. sobre un deudor
real y una letra en la que no hay propiamente
un acreedor real sino un banco que la descuenta, y
en la que no hay un deudor real sino el
(03:45:55):
empresario que hace uso del dinero. Cuando un banquero llega
a este descubrimiento, puede que lo haga demasiado tarde y
compruebe que ya ha descontado las letras de esos empresarios
en una suma tal que si interrumpe sus descuentos los
arrastrará irremisiblemente a la quiebra y que, al arruinarlos, quizás
se arruine él también. por eso, y en aras de
(03:46:15):
su propio interés y seguridad. Puede concluir que en una
situación tan peligrosa es necesario seguir adelante durante algún tiempo
aunque procurando retirarse gradualmente e interponiendo por eso cada día
dificultades mayores a los descuentos, con objeto de forzar paulatinamente
a esos empresarios a recurrir a otros banqueros o a
otros métodos para conseguir financiación, de forma de escapar el
(03:46:37):
mismo del círculo lo más pronto que pueda. Las dificultades
que por esa razón el Banco de Inglaterra, los principales
banqueros de Londres y hasta los más prudentes bancos escoceses
empezaron a poner a los descuentos después de un tiempo,
y cuando todos ellos habían ido ya demasiado lejos, no
sólo alarmaron a esos empresarios sino que los enfurecieron en
(03:46:58):
grado sumo. llamaron a sus problemas, cuya causa inmediata indudablemente
fue esa prudente y necesaria cautela de los bancos, los
problemas del país, y dijeron que esos problemas del país
se debían exclusivamente a la ignorancia, pusilanimidad y mala gestión
de los bancos, que se resistían a ayudar con la
suficiente generosidad a los inspirados proyectos de quienes se afanaban
(03:47:20):
para embellecer, mejorar y enriquecer al país. Parecían pensar que
el deber de esos bancos era prestarles todo lo que
pedían y por el tiempo en que lo pedían. Pero
los bancos, al rehusar así seguir prestando a quienes en
realidad ya habían prestado demasiado, escogieron el único método que
tenían a mano para salvar su propio crédito o el
(03:47:40):
crédito público del país. En el medio del clamor y
la angustia fue establecido un nuevo banco en Escocia, con
el objetivo expreso de aliviar la penuria del país. El
propósito era noble pero la ejecución fue imprudente, y la
naturaleza y causas de los problemas que pretendía resolver no
fueron quizás bien comprendidas. Este banco fue más abierto que
(03:48:04):
ningún otro, tanto en la concesión de cuentas de caja
como en el descuento de letras de cambio. Con respecto
a estas últimas, casi parece no haber hecho distinción alguna
entre letras reales y de peloteo, y las descontó a
todas por igual. Era principio declarado de este banco el adelantar,
si había una seguridad razonable, todo el capital a ser
(03:48:25):
invertido en empresas cuyos rendimientos son los más lentos y lejanos,
como ocurre con los de la tierra. Llegó a afirmarse
incluso que la promoción de tales empresas era el primordial
de entre los animosos objetivos por los que había sido constituido.
Merced sin duda a su generosidad en la concesión de
cuentas de caja y en el descuento de letras de cambio,
(03:48:45):
emitió una caudalosa cantidad de sus billetes. Pero como el
grueso de esos billetes estaba por encima de lo que
la circulación del país podía absorber y emplear sin dificultades,
hubo un reflujo de los mismos hacia el banco para
ser cambiados por oro y plata tan rápido como eran emitidos.
Sus cajas fuertes nunca estuvieron adecuadamente llenas. El capital del banco,
(03:49:09):
suscrito en dos ocasiones distintas, llegó a 160.000 libras, de las
que se exigió el desembolso del 80%. Esta suma debía
pagarse en una serie de plazos. Una gran parte de
sus propietarios, cuando pagaron el primer plazo, abrieron una cuenta
de caja en el banco, y los directivos, al creerse
(03:49:29):
en la obligación de tratar a los propietarios con la
misma generosidad con que trataban a todas las demás personas,
autorizaron a muchos de ellos a pedir prestado de sus
cuentas de caja lo que pagaron en los plazos siguientes.
Por lo tanto, tales pagos sólo ponían en una caja
lo que un momento antes había sido sacado de otra.
Aunque las cajas de este banco hubiesen estado repletas, su
(03:49:52):
emisión excesiva las habría vaciado más rápido de lo que
habrían podido rellenarlas recurriendo a expedientes no tan ruinosos como
el de girar sobre Londres y cuando la letra vencía
la pagaban, con interés y comisiones, librando otra letra sobre
la misma plaza. Al estar sus cajas tan poco llenas,
se dice que fueron arrastrados hacia esa estrategia muy pocos
(03:50:13):
meses después de empezar sus operaciones. Los patrimonios de los
propietarios de este banco ascendían a varios millones, y al
suscribir el contrato fundacional del banco se comprometían realmente a
responder a todas sus obligaciones. Debido al enorme crédito que
tan cuantioso respaldo le confería Pudo, a pesar de su
exageradamente generosa administración, proseguir con el negocio durante más de
(03:50:36):
dos años. Cuando se vio obligado a interrumpir sus operaciones,
tenía en circulación billetes por unas 200.000 libras. Para sostener la
circulación de estos billetes, que refluían sin cesar tan pronto
eran emitidos, recurrió continuamente al giro de letras de cambio
sobre Londres, en número y valor siempre crecientes, y que
(03:50:57):
cuando dejó de funcionar ascendían a más de 600.000 libras. Así,
en poco más de dos años, el banco adelantó a
diferentes personas más de 800.000 libras al 5%. Sobre las 200.000 libras
emitidas en billetes, este 5% quizás podría ser considerado como
ganancia neta, sin deducción alguna salvo los gastos de administración.
(03:51:21):
Pero por las más de 600.000 libras por las que libraba
permanentemente letras de cambio sobre Londres debía pagar en interés
y comisiones más del 8%, y consecuentemente perdía más del
3% en más de las tres cuartas partes de su negocio.
Las operaciones de este banco parecen haber producido efectos opuestos
a los perseguidos por las personas que lo proyectaron y dirigieron.
(03:51:45):
Pretendieron apoyar las valientes empresas, pues por tales las tenían,
que había entonces en diversos lugares del país, y al
mismo tiempo, al atraer todo el negocio bancario, suplantar a
los demás bancos escoceses, en especial los establecidos en Edimburgo,
cuya reticencia en descontar letras había levantado algunas protestas. Es
(03:52:05):
indudable que el banco proporcionó un alivio temporal a esos
empresarios y les permitió continuar con sus negocios por dos
años más de lo que hubiesen podido en otra circunstancia.
Pero lo que hizo fue dejar que se endeudaran todavía más,
y así cuando llegó la ruina, se desató con más
violencia sobre ellos y sobre sus acreedores. En consecuencia, las
(03:52:26):
operaciones de este banco, en lugar de aliviar, en última
instancia realmente agravaron los problemas que esos empresarios se habían
creado a sí mismos y a su país. Habría sido
mucho mejor para ellos, sus acreedores y su país si
la mayoría de ellos se hubiesen visto obligados a cerrar
sus negocios dos años antes. Sin embargo, el desahogo temporal
(03:52:48):
que este banco proporcionó a esos empresarios probó ser un
alivio real y permanente para los demás bancos escoceses. Todos
los que operaban con letras de peloteo, que los demás
bancos se mostraban tan reacios a descontar, acudieron al nuevo banco,
donde fueron recibidos con los brazos abiertos. Así, esos otros
bancos consiguieron escapar muy sencillamente de ese círculo fatal, del
(03:53:12):
que no habrían podido desembarazarse sin incurrir en abultadas pérdidas
y acaso también en algún grado de descrédito. A largo plazo, entonces,
las operaciones de este banco incrementaron los problemas reales del
país que pretendían resolver y aliviaron de una gran dificultad
a los competidores que pretendían desplazar. Cuando el banco abrió
(03:53:33):
sus puertas, algunos creyeron que por más rápido que se
vaciaran sus cajas, siempre podría rellenarlas con dinero obtenido sobre
los títulos de aquellos a quienes adelantaba sus billetes. La
experiencia pronto los convenció de que este método era demasiado
lento para satisfacer sus propósitos, y que las arcas mal
llenadas inicialmente y que se vaciaban a tanta velocidad sólo
(03:53:55):
podían ser repuestas mediante el ruinoso expediente de girar letras
sobre Londres y cuando vencían pagarlas con nuevas letras sobre
la misma plaza, con comisiones e intereses acumulados. Aunque pudieron
de esta forma obtener dinero tan rápidamente como lo demandaban,
cada operación no le supuso beneficio alguno sino una pérdida,
de forma que a largo plazo siempre se habrían arruinado
(03:54:17):
como empresa mercantil, aunque no tan pronto gracias al costoso
truco de las letras de peloteo. No podían conseguir nada
con el interés de los billetes, al estar por encima
de lo que la circulación del país podía sin dificultad
absorber y emplear. Había un reflujo de los mismos hacia
el banco para ser cambiados por oro y plata en
el momento en que eran emitidos. Para reembolsar sus billetes
(03:54:40):
el banco debía endeudarse permanentemente. Todo el coste de este endeudamiento,
del empleo de agentes que buscaban personas con dinero para prestar,
la negociación con estas personas, la redacción de los títulos
o contratos correspondientes, debía recaer sobre el banco y constituir
una pérdida neta en su balance. El plan de rellenar
(03:55:00):
sus cajas de esta manera puede ser comparado con el
de un hombre de cuyo estanque fluye sin cesar un
chorro hacia el exterior, pero al que no entra chorro alguno,
y que se propone mantener el nivel del estanque rellenándolo
mediante el empleo de un cierto número de personas que
fuesen y volviesen sin cesar con cubos a un pozo
situado a algunas millas de distancia. Pero aunque la estrategia
(03:55:22):
hubiese probado ser no sólo factible sino también rentable para
el banco como empresa, el país no hubiese derivado de
ella beneficio alguno sino al contrario, una pérdida considerable. La
operación no podía aumentar ni en lo más mínimo la
cantidad de dinero a prestar, sólo podía lograr convertir a
ese banco en una suerte de oficina general de préstamos
(03:55:42):
para todo el país. Los que necesitasen un préstamo hubiesen
debido solicitarlo a este banco en vez de a las
personas particulares que habían prestado su dinero al banco. Pero
un banco que presta dinero quizás a 500 personas diferentes, en
su mayoría casi desconocidas para sus directivos, no es probable
que sea más prudente en la elección de sus deudores
(03:56:03):
que una persona privada que presta su dinero a unas
pocas personas que conoce y en cuya conducta sobria y
frugal tiene razones para confiar. Los deudores de ese banco,
cuya conducta he intentado describir, probablemente eran en su mayoría
quiméricos proyectistas que giraban y sobregiraban letras de cambio, e
iban a emplear el dinero en empresas extravagantes que, a
(03:56:25):
pesar de toda la ayuda que recibiesen, probablemente no llevarían
jamás a buen término y que, si acaso eran completadas,
jamás cubrirían lo que realmente habrían costado, jamás generarían un
fondo capaz de mantener una cantidad de trabajo igual a
la que se había. Invertido en ellas. Los sobrios y
frugales deudores de las personas privadas, por el contrario, emplearían
(03:56:49):
probablemente el dinero prestado en empresas prudentes, proporcionadas a sus
capitales y que, aunque tendrían menos brillo y grandiosidad que
las otras, tendrían más seguridad y rentabilidad, repondrían con un
amplio beneficio todo lo que se hubiese invertido en ellas,
y suministrarían así un fondo capaz de mantener una cantidad
de trabajo muy superior a la invertida en ellas. El
(03:57:11):
éxito de la mencionada estrategia, por lo tanto, sin incrementar
en lo más mínimo el capital del país, sólo habría
transferido la mayor parte del mismo desde empresas prudentes y
rentables a empresas imprudentes y no rentables. La opinión del
famoso señor Lowe era que la economía escocesa languidecía por
falta de dinero. Propuso remediar esta deficiencia mediante un banco especial,
(03:57:34):
que emitiese billetes por un monto equivalente al valor de
toda la tierra del país. cuando planteó su propuesta por
vez primera, el parlamento escocés no juzgó adecuado adoptarla. Después
sí lo hizo, con algunas variaciones, el duque de Orleans,
entonces regente de Francia. La idea de que es posible
(03:57:54):
multiplicar el papel moneda hasta cualquier límite fue la base
real de lo que se conoce como el sistema del mesesepi,
acaso el proyecto bancario y bursátil más extravagante que el
mundo haya conocido. Las diversas operaciones del proyecto son explicadas
de forma tan cabal, nítida y prolija por el señor
Duvernay en su examen de las reflexiones políticas sobre el
(03:58:16):
comercio y las finanzas del señor Dutotte, que no daré
aquí detalles sobre ellas. Sus principios fundamentales son explicados por
el propio señor Lowe en su discurso sobre el dinero
y el comercio, que publicó en Escocia cuando presentó por
primera vez su proyecto. Las espléndidas aunque visionarias ideas expuestas
en esta y otras obras sobre los mismos principios todavía
(03:58:38):
impresionan a mucha gente, y acaso en parte hayan contribuido
al exceso de actividades bancarias que ha sido recientemente tan
criticado en Escocia y otros lugares. El Banco de Inglaterra
es el mayor banco emisor de billetes de Europa. Fue
constituido por una ley del Parlamento, mediante carta de privilegio
concedida con el Gran Sello, con fecha 27 de julio de 1694.
(03:58:59):
Adelantó entonces al gobierno la suma de 1.200.000 libras por una
anualidad de 100.000 libras o 96.000 libras anuales de intereses al 8%, y 4.000
anuales en concepto de gastos de administración. Hay razones para
pensar que el crédito del nuevo gobierno, establecido por la Revolución,
(03:59:23):
era muy pobre, puesto que se vio obligado a pedir
prestado a un tipo de interés tan elevado. En 1697 se
permitió al banco ampliar su capital mediante una aportación de 1.171.010 chelines.
Su capital total ascendía entonces a 2.201.171.010 chelines. Se dijo que
(03:59:46):
esa ampliación fue realizada para apoyar al crédito público. En 1696
los vales se cotizaban al 40, 50 y 60% de descuento, y
los billetes de banco al 20%. Durante la gran reacuñación
de la plata, que tuvo lugar en esa época, el
banco decidió interrumpir el pago de sus billetes, lo que
(04:00:07):
le ocasionó un inevitable descrédito. Por la ley C-7 del
séptimo año del reinado de Ana, el banco adelantó y
pagó al tesoro la suma de 400.000 libras, con lo que
llevaba adelantadas 1.600.000 libras por su anualidad original de 96.000 libras de
intereses y 4.000 de gastos. En 1708, por lo tanto, el crédito
(04:00:30):
del gobierno era tan bueno como en de los particulares,
puesto que podía endeudarse al 6% la tasa legal común
y de mercado en esos tiempos. Por la misma ley
el banco canceló letras del Tesoro por 1.775.027 libras 17 chelines 10,1 diagonal 2
peniques al 6% de interés, y fue al mismo tiempo
autorizado a tomar suscripciones para doblar su capital. Así, en 1708
(04:00:57):
el capital del banco era de 4.402.343 libras, y había adelantado
al gobierno 3.375.027 libras 17 chelines 10,1 diagonal 2 peniques. Ofreciendo un 15% consiguió 656.204
libras un chelín 9 peniques en 1709, y al 10% 501.449 libras 12 chelines 11
peniques en 1710. Con esas dos suscripciones, el capital del banco
(04:01:17):
ascendió a 5.559.995 libras 14 chelines 8 peniques. Por ley calle 8 del tercer
(04:01:41):
año de Jorge I, el banco presentó dos millones de
letras del tesoro para ser canceladas. Había adelantado entonces al gobierno 5.375.027
libras 17 chelines 10 peniques. Por ley calle 21 del octavo año de
Jorge y el banco compró acciones de la Compañía de
los Mares del Sur por valor de 4 millones libras, y en 1722,
(04:02:05):
a raíz de las suscripciones realizadas para hacer frente a
esta compra, su capital se incrementó en 3 millones 400 mil libras.
En ese momento, entonces, el banco había adelantado al Estado 9.375.027
libras 17 chelines 10,1 diagonal 2 peniques y su capital era de solo. 8.959.995
libras 14 chelines 8 peniques. Fue entonces cuando la suma que el
(04:02:37):
banco había dado al gobierno, y por la que cobraba interés,
se dio por vez primera a su capital, o la
suma por la que pagaba dividendos a los propietarios, en
otras palabras. El banco empezó a tener un capital indiviso
por encima del que tenía dividido, y así ha ocurrido
desde entonces. En 1746 el banco había prestado al Estado, en
(04:02:58):
diferentes ocasiones, 11.686.800 libras, mientras que su capital dividido había sido
ampliado a través de diversas suscripciones hasta 10.780.000 libras. La situación
de esas dos sumas ha permanecido inalterada desde entonces. Por
ley calle 25 del cuarto año de Jorge III el banco
(04:03:19):
aceptó pagar al Estado por la renovación de su Carta
de Constitución 110.000 libras sin intereses ni reembolsos. Esta suma, por
lo tanto, no incrementó ninguna de las otras dos. El
dividendo del banco ha cambiado según las variaciones registradas en
la tasa de interés que, en diversos momentos, ha cobrado
por el dinero prestado al gobierno, así como por otras circunstancias.
(04:03:44):
Esta tasa de interés ha sido gradualmente reducida desde el 8
al 3%. En los últimos años el dividendo del banco
ha sido del 5,5%. La estabilidad del Banco de Inglaterra
es igual a la del Estado británico. Para que sus
acreedores llegaran a sufrir alguna pérdida tendría que perder todo
lo que ha prestado a la nación. Ningún otro banco
(04:04:07):
se puede establecer en Inglaterra por ley parlamentaria o tener
más de seis miembros. No es simplemente un banco como
los demás, sino un importante mecanismo del Estado. Recibe y
paga el grueso de las anualidades que se deben a
los acreedores del Estado, pone en circulación las letras de
uno tesoro y adelanta al gobierno el monto anual de
(04:04:27):
los impuestos sobre la tierra y sobre la malta, que
con frecuencia no son pagados sino con varios años de demora.
En estas diferentes actuaciones, su deber para con el Estado
le ha obligado a abarrotar la circulación con billetes. También
descuenta letras de comerciantes, y en diversas oportunidades ha defendido
el crédito de las principales casas no sólo de Inglaterra
(04:04:49):
sino de Hamburgo y Holanda. Se dice que en una ocasión, en 1763,
prestó para este objetivo en una semana cerca de 1.600.000 libras,
gran parte de ellas en oro, pero no puedo confirmar
ni la magnitud de la suma ni la brevedad del plazo.
En otros casos, esta gran compañía se vio forzada a
(04:05:10):
pagar en monedas de seis peniques. Las más prudentes operaciones
de la banca no expanden la actividad del país al
aumentar su capital sino al convertir en activa y productiva
a una sección mayor de lo que ocurriría en otra circunstancia.
Aquella parte del capital que un hombre de negocios debe
mantener inactiva o en efectivo para hacer frente a demandas
(04:05:30):
eventuales es un capital muerto, mientras permanezca en esas condiciones
no produce nada, ni para él ni para su país.
La juiciosa acción de los bancos le permiten convertir ese
capital muerto en capital activo y productivo, en materiales para elaborar,
en herramientas con las que trabajar, en provisiones y subsistencias
a obtener por el trabajo, en capital que produce algo
(04:05:53):
para él y para su país. Las monedas de oro
y plata que circulan en cualquier país, y por las
cuales el producto de su tierra y su trabajo circula
anualmente y es distribuido a sus consumidores correspondientes es, igual
que el efectivo del hombre de negocios, todo capital muerto.
Es una fracción muy valiosa del capital del país, pero
(04:06:13):
que no le produce nada. La prudente actividad bancaria, al
sustituir por papel una gran parte del oro y la plata,
permite al país convertir una amplia sección de su capital
muerto en capital activo y productivo, en capital que produce
algo para el país. El dinero de oro y plata
que circula en cualquier país puede muy bien compararse con
(04:06:34):
una carretera, que aunque permite la circulación y el transporte
hacia el mercado de todos los pastos y cereales del país,
no produce nada de ninguno de ellos. La juiciosa acción
de los bancos proporciona, si puedo emplear una metáfora tan violenta,
una especie de carretera aérea, y permite que el país
convierta una gran parte de sus carreteras en buenos campos
(04:06:55):
de pastos y cereales, con lo que incrementa de forma
muy considerable el producto anual de su tierra y su trabajo.
Debe advertirse, sin embargo, que aunque el comercio y la
industria del país puedan ser algo mayores, jamás estarán tan
seguros cuando viajan, por así decirlo, suspendidos por las alas
de dédalo del papel moneda, como cuando viajan apoyados en
(04:07:16):
el sólido suelo del oro y la plata. Además de
los accidentes a los que se hayan expuestos por la
torpeza de quienes dirigen los billetes, corren otros muchos riesgos,
de los que ni la prudencia ni la destreza de
tales directores los pueden librar. Una guerra fracasada, por ejemplo,
en la que el enemigo se apodera de la capital
y consecuentemente del tesoro en el que se apoya el
(04:07:39):
crédito del papel moneda, ocasionaría una confusión mucho mayor en
un país cuya circulación consta exclusivamente de billetes que en
uno cuyo circulante se componga en su mayoría de oro
y plata. Al perder valor el medio habitual del comercio,
no habría intercambio sino por trueque o acrédito. Como todos
los impuestos serán pagados en billetes, el soberano no podrá
(04:08:01):
pagar a sus tropas ni abastecer sus almacenes, y la
situación del país será mucho más irrecuperable que si el
grueso de su circulación hubiese estado formada por oro y plata.
Un soberano preocupado por mantener siempre a sus dominios en
una condición en la que resulte más fácil defenderlos debería,
en consecuencia, vigilar no sólo ante la multiplicación excesiva de
(04:08:22):
billetes que arruina a los propios bancos que los emiten,
sino incluso ante la multiplicación que les permite ocupar con
ellos el grueso de la circulación del país. La circulación
de cualquier país se divide en dos ramas distintas, la
de los comerciantes entre sí y la de los comerciantes
con los consumidores. Aunque las mismas piezas monetarias, de papel
(04:08:44):
o de metal, puedan ser empleadas a veces en una
circulación y a veces en la otra, como ambas tienen
lugar constantemente y al mismo tiempo, cada una requiere una
determinada cantidad de dinero, de un tipo u otro, para
ser llevada a cabo. El valor de los bienes que
circulan entre los comerciantes nunca puede superar el valor de
los que lo hacen entre los comerciantes y los consumidores,
(04:09:06):
porque todo lo que compran los comerciantes está destinado en
última instancia a ser vendido a los consumidores. La circulación
entre los hombres de negocio, al ser al por mayor,
requiere por regla general una suma abultada para cada transacción individual.
La circulación entre los hombres de negocio y los consumidores,
por el contrario, al ser normalmente al por menor, requiere
(04:09:29):
frecuentemente sumas muy pequeñas, y a menudo basta con un
chelín o incluso medio penique. Pero las sumas reducidas circulan
mucho más rápido que las grandes. Un chelín cambia de
manos más frecuentemente que una guinea, y medio penique más
frecuentemente que un chelín. Así, aunque las compras anuales de
todos los consumidores son de un valor al menos igual
(04:09:51):
a las de todos los comerciantes, pueden ser realizadas con
una cantidad de dinero muy inferior, las mismas piezas. Al
circular más velozmente, sirven para muchas más compras de una
clase que de la otra. El papel moneda puede ser
regulado para limitarlo en especial a la circulación entre comerciantes
o para extenderlo a la mayor parte de la circulación
(04:10:12):
entre comerciantes y consumidores. Cuando no circulan billetes inferiores a 10 libras,
como ocurre en Londres, el papel moneda se limita fundamentalmente
a la circulación entre los comerciantes. Cuando un billete de 10
libras llega a manos de un consumidor, éste se ve
generalmente obligado a cambiarlo en la primera tienda en la
que compre bienes por 5 chelines, y así a menudo retorna
(04:10:36):
a las manos de un hombre de negocios antes de
que el consumidor pueda gastar una cuadragésima parte del mismo.
Cuando los billetes son emitidos por sumas tan pequeñas como 20 chelines,
como en Escocia, el papel moneda se extiende a una
parte considerable de la circulación entre comerciantes y consumidores. Antes
de la ley del Parlamento que puso fin a la
(04:10:57):
circulación de los billetes de 15 chelines, se extendía sobre una
parte aún mayor. En los circulantes de América del Norte
se emitía normalmente papel por valores tan reducidos como un cheline,
y abarcaba casi toda la circulación. Algunos billetes en Yorkshire
llegaron a emitirse por sumas tan insignificantes como seis peniques.
(04:11:19):
Cuando se autorizan y practican habitualmente emisiones de billetes por
sumas tan pequeñas, se permite y estimula que mucha gente
sin medio se conviertan en banqueros. Una persona cuyos pagarés
por cinco libras, o incluso por veinte chelines, serían rechazados
por todo el mundo, conseguiría que los aceptasen sin escrúpulos
y los extendiese por seis peniques. Pero las frecuentes bancarrotas
(04:11:43):
a las que tan menesterosos banqueros estarían cegaramente expuestos podrían
ocasionar notables dificultades y a veces incluso grandes calamidades a
mucha gente pobre que hubiese recibido sus billetes como pago.
Lo mejor sería quizás que no se tolerase en parte
alguna del reino la emisión de billetes de menos de
cinco libras. En tal caso, el papel moneda probablemente se
(04:12:06):
limitaría en todo el reino a la circulación entre comerciantes,
tal como ocurre hoy en Londres, donde no se emiten
billetes de menos 10 libras. En la mayor parte del reino 5
libras es una suma que aunque quizás no compre más
que la mitad de bienes, es tan estimada, y tan
pocas veces gastada de golpe, como 10 libras en el profuso
dispendio de Londres. Debe subrayarse que cuando el papel moneda
(04:12:30):
es restringido a la circulación entre hombres de negocio, como
en Londres, siempre hay abundancia de oro y plata. Cuando
se extiende al grueso de la circulación entre comerciantes y consumidores,
como en Escocia e incluso más en Norteamérica, expulsa del
país al oro y a la plata casi por completo,
y todas las transacciones corrientes en el comercio interior pasan
(04:12:51):
a efectuarse con billetes. La supresión de los billetes de 15
chelines supuso un respiro ante la escasez de oro y
plata en Escocia, que sería probablemente mayor si se eliminasen
los de 20 chelines. Se dice que desde la supresión de
algunos de sus billetes, esos metales se han vuelto más
abundantes en América, y también se cuenta que eran más
(04:13:12):
abundantes antes de que apareciesen esos billetes. Aunque el papel
moneda se restringiese a la circulación entre comerciantes, los bancos
y los banqueros podrían brindar el mismo apoyo a la
industria y el comercio del país que si los billetes
cubriesen casi toda la circulación. El dinero en efectivo que
un comerciante debe mantener para hacer frente a demandas ocasionales
(04:13:34):
se destina a la circulación entre él y otros comerciantes
a quienes compra mercancías. No necesita tener nada para la
circulación entre él y los consumidores, porque ellos son sus
clientes y le entregan dinero en efectivo en lugar de pedírselo. Así,
aunque la emisión de billetes fuese prohibida excepto en sumas
que lo concentrasen en la circulación entre comerciantes, los bancos
(04:13:57):
y los banqueros podrían evitar que los hombres de negocio
reservasen para sí ninguna parte importante de su capital inactivo
y en efectivo para pagos eventuales, en parte mediante descuentos
de letras de cambio reales y en parte con préstamos
sobre cuentas de caja. incluso en ese caso podrían prestar
la máxima ayuda que bancos y banqueros pueden facilitar adecuadamente
(04:14:18):
a los empresarios de cualquier tipo. Se podría argumentar que
el impedir a personas privadas que acepten billetes de un banquero,
por cualquier suma grande o pequeña, cuando ellas están dispuestas
a hacerlo, o el impedir a un banquero que emita
esos billetes cuando todos sus vecinos están dispuestos a aceptarlos,
es una violación manifiesta de esa libertad natural que la
(04:14:39):
ley debe apoyar, no infringir. Es indudable que tales reglamentaciones
pueden ser consideradas en cierto modo como violaciones de la
libertad natural. Ahora bien, todo ejercicio de la libertad natural
de unos pocos individuos que pueda poner en peligro la
seguridad de todas las sociedades y debe ser restringido por
las leyes de todos los estados, de los más libres
(04:15:01):
y los más despóticos. La obligación de construir muros para
evitar la propagación de incendios es una violación de la
libertad natural y exactamente de la misma clase que las
reglamentaciones de la actividad bancaria que aquí se proponen. Un
papel moneda consistente en billetes de banco emitidos por personas
de indiscutible solvencia, pagaderos incondicionalmente a la vista y que
(04:15:24):
se paguen de hecho en el instante de ser presentados,
es en todos los aspectos de igual valor que la
moneda de oro y plata, puesto que a cambio de
ello se puede conseguir en cualquier momento oro y plata.
Todo lo que sea comprado o vendido a cambio de
ese papel debe necesariamente ser comprado y vendido tan barato
como lo sería a cambio de oro y plata. Se
(04:15:45):
ha dicho que el aumento del papel moneda, al elevar
la cantidad y consiguientemente reducir el valor del total circulante,
necesariamente incrementa el precio monetario de las mercancías. Pero como
la cantidad de oro y plata retirada de la circulación
es siempre igual a la cantidad de papel añadida a ella,
el papel moneda no expande necesariamente la cantidad del circulante total.
(04:16:08):
Desde comienzos del siglo pasado hasta hoy, las provisiones nunca
fueron tan baratas en Escocia como en 1759 aunque entonces, merced
a los billetes de 15 chelines, había más papel moneda en
el país que ahora. La relación entre el precio de
los alimentos en Escocia y en Inglaterra es la misma
hoy que antes de la gran multiplicación de bancos en Escocia.
(04:16:31):
En la mayoría de los casos el cereal es tan
barato en Inglaterra como en Francia, aunque hay mucho papel
moneda en Inglaterra y en Francia apenas circula. En 1751 y 1752,
cuando el señor Hume publicó sus discursos políticos, y un
tiempo después de la vasta multiplicación de billetes en Escocia,
(04:16:52):
se registró una acusada subida en el precio de los alimentos,
debida probablemente a las inclemencias del tiempo y no a
la multiplicación del papel moneda. Ocurriría ciertamente lo contrario con
un papel moneda consistente en billetes cuyo pago inmediato dependiese
en algún respecto de la buena voluntad de los emisores
o de alguna condición que el tenedor no siempre pudiese cumplir,
(04:17:14):
o que no fuesen exigibles hasta después de un cierto
número de años, y no rindieran entre tanto interés alguno.
Es evidente que ese papel moneda caería más o menos
por debajo del valor del oro y la plata, según
que se supusiese que la dificultad o incertidumbre en su
pago inmediato fuese mayor o menor, o según el periodo
más o menos prolongado en el que dicho pago fuese exigible.
(04:17:37):
Hace algunos años los bancos escoceses acostumbraban a insertar en
sus billetes lo que llamaban la cláusula opcional, mediante la
cual se comprometían a pagar al portador o bien en
el momento de presentar el billete o bien, y esto
era opción de los directivos, seis meses después, con el
añadido del interés legal. Los directivos de algunos de esos
bancos se aprovecharon en ocasiones de tal cláusula, y amenazaban
(04:18:00):
a quienes querían cambiar un número abultado de sus billetes
por oro y plata con recurrir a ellas y tales
demandantes no se contentaban con sólo una fracción de lo
que exigían. Los billetes de esos bancos formaban entonces el
grueso del circulante en Escocia, y esta incertidumbre en el
pago necesariamente degradó su valor por debajo del dinero de
oro y plata. en el tiempo en que prosiguió este abuso,
(04:18:24):
que prevaleció esencialmente en 1762, 1763 y 1764, mientras que el cambio entre
Londres y Carlyle estaba a la par, entre Londres y
Danfries llegó a veces al 4% contra Durofries, aunque esta
ciudad no dista ni 30 millas de Carlyle. Pero en Carlyle
las cuentas eran pagadas en oro y plata, mientras que
(04:18:46):
en Danfries eran pagadas en billetes de los bancos escoceses,
y la incertidumbre de obtener monedas de oro y plata
a cambio de esos billetes deprimió su valor en un
4% por debajo del de la moneda. La misma ley
del Parlamento que eliminó los billetes de 15 chelines suprimió esta
cláusula opcional y restauró así el cambio entre Inglaterra y
(04:19:07):
Escocia a su tasa natural, es decir, a la que
imponía el curso del comercio y las transferencias. En el
papel moneda de Yorkshire, el pago de una suma tan
pequeña como seis peniques dependía a veces de la condición
de que el portador del billete trajera el cambio de
una guinea a la persona que lo había emitido, condición
que los tenedores de esos billetes veían a menudo difícil
(04:19:29):
de cumplir y que debe haber devaluado ese circulante por
debajo de la moneda de oro y plata. Una ley
del Parlamento declaró ilegales todas esas cláusulas y suprimió, como
en Escocia, todos los pagarés o billetes pagaderos al portador
por debajo del valor de 20 chelines. El papel moneda en
América del Norte no consistía en billetes pagaderos al portador
(04:19:51):
a la vista sino en títulos del gobierno, cuyo pago
no era exigible hasta varios años después de la emisión.
y aunque los gobiernos de la colonia no pagaban interés
a los tenedores de este papel, lo declararon y convirtieron
en moneda de curso legal por el valor pleno al
que había sido emitido. Pero suponiendo que la seguridad en
la colonia fuese perfecta, 100 libras pagaderas a un plazo de 15 años,
(04:20:15):
por ejemplo, en un lugar donde el interés está al 6%,
apenas valen más de 40 libras en dinero efectivo. Así, obligar
a una creedora a aceptar eso como reembolso pleno de
una deuda de 100 libras prestadas en efectivo constituía un acto
de tan violenta injusticia como el que quizás jamás haya
sido cometido por ningún otro país que pretendiese ser libre.
(04:20:38):
Tiene las características evidentes de haber sido originalmente lo que
el honesto y sincero Dr. Douglas nos asegura que fue
un estratagema de deudores fraudulentos para estafar a sus acreedores.
Es verdad que el gobierno de Pensilvania pretendió, al emitir
papel moneda por vez primera en 1722, hacer a ese papel
de igual valor que el oro y la plata, estableciendo
(04:21:00):
pena sobre todos aquellos que establecieran alguna diferencia en el
precio de sus bienes al venderlos a cambio de papel
del gobierno y a cambio de oro y plata, una
regulación igualmente tiránica pero mucho menos eficaz que la que
se proponía defender. El derecho positivo puede hacer que un
chelín sea medio legal de pago de una guinea, porque
puede hacer que los tribunales de justicia estimen liberado al
(04:21:22):
deudor que haya pagado un chelín. Pero ninguna ley positiva
puede obligar a una persona que vende bienes, y que
tiene libertad de vender o no, a aceptar en su
precio un chelín como equivalente a una guinea. A pesar
de las reglamentaciones de este tipo, en el curso de
los intercambios con Gran Bretaña se vio que 100 libras esterlinas
(04:21:43):
eran ocasionalmente consideradas equivalentes en algunas de las colonias a 130
libras y en otras a una suma tan abultada como 1.000.
100 libras, estas diferencias en el valor surgían de la
diferencia en la cantidad del papel emitido en las diversas
colonias y en el periodo y seguridad del plazo de
su pago y redención finales. Por lo tanto, ninguna ley
(04:22:04):
fue tan justa como la del Parlamento, tan criticada sin
razón en las colonias, que declaró que en adelante no
se podría emitir allí papel moneda que fuese medio legal
de pago. Pensilvania fue siempre más moderada en sus emisiones
de papel moneda que ninguna otra de nuestras colonias. Por
eso se dice que el valor de sus billetes nunca
(04:22:25):
se hundió por debajo del valor del oro y la
plata existentes antes de la primera emisión de su papel moneda.
Antes de esa emisión, la colonia había aumentado la denominación
de su moneda y, mediante una ley de la asamblea,
ordenó que cinco chelines esterlinos valiesen en la colonia seis
y tres peniques, y después seis y ocho peniques. Una
(04:22:47):
libra en dinero de la colonia, entonces, incluso cuando ese
dinero era de oro y plata, estaba más del 30%
por debajo del valor de una libra esterlina, y bajó
mucho más cuando el dinero fue convertido en papel. El
objetivo de la elevación de la denominación fue impedir la
exportación de oro y plata, al hacer que cantidades iguales
(04:23:07):
de esos metales valiesen más en la colonia que en
la metrópoli. Pudieron comprobar, sin embargo, que el precio de
todos los bienes que procedían de la metrópoli subió exactamente
en la misma proporción en la que subió la denominación
de su moneda, con lo que su oro y plata
se exportaron al mismo ritmo de siempre. Al ser el
papel moneda de cada colonia aceptado como pago de los
(04:23:30):
impuestos provinciales, por el pleno valor al que había sido emitido,
necesariamente derivó de este uso un valor adicional, por encima
del que habría tenido según el plazo real o supuesto
de su cobro y redención final. Este valor adicional era
mayor o menor según que la cantidad de papel emitido
hubiese estado más o menos por encima de lo que
podría haberse empleado en el pago de los impuestos de
(04:23:52):
la colonia que lo emitía. En todas las colonias era
mucho mayor a lo que podría haberse utilizado de esa forma.
Un soberano que dispusiese que una cierta proporción de sus
impuestos debe ser pagada en papel moneda de un cierto
tipo puede otorgar con ello un cierto valor a ese papel,
incluso aunque el plazo de su pago y redención final
(04:24:12):
dependa por completo de la voluntad del propio soberano. Si
el banco que emite ese papel cuida que su cantidad
siempre esté por debajo de lo que podría emplearse fácilmente
de esa manera, la demanda del mismo sería tal que
podría pagarse una prima por el mismo, o ser vendido
en el mercado por algo más que la cantidad de
oro y plata en lugar de la cual fue emitido.
(04:24:34):
Algunos explican por esta razón lo que dio en llamarse
el agio del banco de Ámsterdam, o la superioridad del
dinero bancario sobre el dinero corriente, aunque los billetes del
banco no puedan ser cobrados a voluntad de los tenedores.
El grueso de las letras de cambio extranjeras deben ser
pagadas en dinero bancario, es decir, mediante una transferencia en
(04:24:54):
las cuentas del banco, y dicen que los directivos del
banco son lo suficientemente prudentes como para mantener la cantidad
total de papel moneda siempre por debajo de la demanda
derivada de este uso. Por ello, afirman, el dinero bancario
se cotiza con prima, o tiene un agio del 4 o
5% sobre la misma suma nominal en la moneda de
(04:25:14):
oro y plata del país. Veremos más tarde, sin embargo,
que lo que se cuenta del Banco de Ámsterdam es
en buena medida una quimera. Un papel moneda cuyo valor
caiga por debajo del de la moneda de oro y
plata no hunde por ello el valor de esos metales,
ni ocasiona que una cantidad igual de los mismos se
intercambie por una cantidad menor de bienes de cualquier otra clase.
(04:25:37):
La proporción entre el valor del oro y la plata
y el de los bienes de otro tipo no depende
en ningún caso de la naturaleza o cantidad de un
papel moneda concreto que pueda circular en un momento determinado,
sino de la riqueza o pobreza de las minas que
en ese momento abastezcan con esos metales al gran mercado
del mundo comercial. Depende de la proporción entre la cantidad
(04:25:58):
de trabajo necesaria para llevar una cierta cantidad de oro
y plata al mercado y la necesaria para llevar allí
una cierta cantidad de otros bienes. Si se impide a
los banqueros el emitir billetes o pagarés al portador inferiores
a una denominación determinada, y si están sujetos a la
obligación del pago inmediato e incondicional de esos billetes en
(04:26:18):
el momento en que les sean presentados, sus actividades pueden
ser dejadas en todos los demás aspectos en completa libertad,
con total seguridad para el público. La reciente multiplicación de
compañías bancarias en las dos partes del Reino Unido, un
acontecimiento que ha alarmado a mucha gente, aumenta la seguridad
de la nación en lugar de disminuirla. Obliga a todos
(04:26:41):
los bancos a ser más circunspectos en su conducta y
al no expandir sus billetes más allá de su debida
proporción con el efectivo, a protegerse frente a esas carreras
maliciosas que la rivalidad de tantos competidores siempre puede suscitar
entre ellos. Limita la circulación de cada banco a un
círculo más estrecho y constriñe sus billetes a un número menor.
(04:27:02):
Al dividir la circulación total entre más partes, la quiebra
de una empresa, un accidente que inevitablemente ocurre en algunas ocasiones,
resulta menos grave para el público. Esta libre competencia fuerza
también a los banqueros a ser más generosos con sus clientes,
porque de otro modo se los arrebatarán sus rivales. Por
regla general, si cualquier rama de los negocios o cualquier
(04:27:25):
división del trabajo es beneficiosa para la comunidad, lo será
tanto más cuando más libre y más amplia sea la competencia.
Capítulo 3 De la acumulación del capital o del trabajo productivo
e improductivo Hay un tipo de trabajo que aumenta el
valor del objeto al que se incorpora, y hay otro
tipo que no tiene ese efecto. En tanto produce valor,
(04:27:48):
el primero puede ser llamado trabajo productivo, y el segundo,
trabajo improductivo. El operario industrial añade generalmente al valor de
los materiales con los que trabaja el de su propia
manutención y el del beneficio de su patrono. Por el contrario,
la labor de un sirviente no añade valor a nada.
Aunque el obrero industrial recibe su salario del patrono, en
(04:28:11):
realidad no le cuesta nada, porque el valor de ese
salario resulta normalmente restaurado, junto con un beneficio, en el
mayor valor del objeto sobre el que emplea su trabajo.
La manutención de un sirviente, en cambio, nunca es repuesta.
Un hombre se hace rico si contrata a una multitud
de obreros, pero se hace pobre si mantiene a una
(04:28:32):
multitud de sirvientes. El trabajo de estos últimos tiene valor
y merece una remuneración tanto como el de los primeros.
Pero el trabajo de un operario industrial se fija e
incorpora en un objeto concreto o mercancía vendible que perdura
por algún tiempo después de finalizado el trabajo. Representa, por
así decirlo, una cierta cantidad de trabajo acumulada y almacenada
(04:28:55):
para ser empleada, si es necesario, en otra ocasión. El objeto,
o lo que es lo mismo, el precio del objeto
puede más tarde, si resulta necesario, poner en movimiento una
cantidad de trabajo igual a la que originalmente lo produjo.
Pero el trabajo de un sirviente, por el contrario, no
se fija ni incorpora en ningún objeto concreto ni mercancía vendible.
(04:29:19):
normalmente sus servicios perecen el mismo momento de ser prestados,
y rara vez dejan tras de sí rastro o valor
alguno a cambio del cual pueda conseguirse después una cantidad
igual de servicios. Algunos de los trabajos más respetables de
la sociedad son como el de los sirvientes, no producen
valor alguno que se fije o incorpore en un objeto
permanente o mercancía vendible, que perdure una vez realizado el trabajo,
(04:29:43):
y a cambio del cual se pueda procurar después una
misma cantidad de trabajo. El soberano, por ejemplo, y todos
los altos cargos que los sirven, tanto de justicia como militares,
el ejército y la marina completos, son trabajadores improductivos. Son
servidores públicos y son mantenidos con una fracción del producto
(04:30:03):
anual del trabajo de otras personas. Sus servicios, por honorables,
útiles o necesarios que sean, no producen nada a cambio
de lo cual pueda conseguirse después igual cantidad de servicios.
La protección, seguridad y defensa de la comunidad, que son
el efecto de su trabajo este año, no comprará la protección,
seguridad y defensa del año que viene. En la misma
(04:30:27):
categoría hay que situar a algunas de las profesiones más
serias e importantes y también a algunas de las más frívolas, sacerdotes, abogados, médicos,
hombres de letras de todas las clases, actores, bufones, músicos,
cantantes de ópera, bailarines, etc. El trabajo del más modesto
de todos ellos tiene un valor, determinado según los mismos
(04:30:50):
principios que regulan el de cualquier otra suerte de trabajo,
y el del más noble y útil no produce nada
que pueda después comprar o procurar una cantidad igual de trabajo.
Como la declamación del actor, la arenga del orador y
la melodía del músico, la labor de todos ellos perece
en el mismo instante de su producción. Los trabajadores productivos,
(04:31:10):
los improductivos y los que no trabajan en absoluto, son
todos ellos mantenidos con el producto anual de la tierra
y el trabajo del país. Este producto puede ser muy grande,
pero jamás será infinito, siempre tendrá unos límites. Por eso,
según que la proporción destinada cada año a mantener brazos
improductivos sea menor o mayor, quedará para los productivos más
(04:31:33):
en un caso y menos en otro. Y el producto
anual del año siguiente será consecuentemente mayor o menor, si
exceptuamos las producciones espontáneas de la tierra, todo el producto
anual es el efecto del trabajo productivo. Aunque todo el
producto anual de la tierra y el trabajo de cualquier
país está destinado indudablemente en última instancia a satisfacer el
(04:31:54):
consumo de sus habitantes y procurarles un ingreso, cuando surge
primero de la tierra o de las manos de los
trabajadores productivos se divide naturalmente en dos partes. Una de ellas,
a menudo la mayor, se dirige a reponer el capital
o a renovar las provisiones, materiales y artículos terminados que
han sido retirados del capital, la otra constituye el ingreso
(04:32:15):
del propietario del capital, su beneficio, o el ingreso de
alguna otra persona, como renta de su tierra. Así, del
producto de la tierra una parte repone el capital del
granjero y otra parte paga su beneficio y la renta
del terrateniente, y constituye de tal manera un ingreso tanto
para el propietario del capital, en carácter de beneficio, como
(04:32:36):
para otra persona, en carácter de renta de su tierra.
De la misma forma, del producto de una gran industria
una parte, y siempre la mayor, repone el capital del empresario,
y la otra parte paga su beneficio y representa así
un ingreso para el propietario del capital. La parte del
producto anual de la tierra y el trabajo de cualquier
(04:32:57):
país que repone el capital nunca se invierte en otra
cosa que no sea mantener brazos productivos. Sólo paga salarios
de trabajadores productivos. La parte que se destina al ingreso,
como beneficio o como renta, puede sostener indistintamente brazos productivos
e improductivos. Cualquiera sea la parte de su fortuna que
(04:33:18):
un hombre invierte como capital, siempre espera reponerla con un beneficio.
Por eso la emplea en mantener manos productivas, tras servir
como capital para él, representa un ingreso para ellas. Cuando
invierte una parte en sostener manos improductivas de cualquier tipo,
esa parte resulta desde ese mismo instante retirada de su
(04:33:38):
capital y colocada en el fondo reservado para su consumo inmediato.
Los trabajadores improductivos y todos los que no trabajan en
absoluto viven del ingreso, o bien, en primer lugar, de
la parte del producto anual que se destina originalmente al
ingreso de algunas personas, como renta de la tierra o
beneficios del capital, o en segundo lugar, de la parte
(04:33:59):
destinada originalmente sólo a la reposición del capital y manutención
de trabajadores productivos, pero que una vez que llega a
su poder, toda sección que supere la indispensable subsistencia puede
ser gastada. indistintamente en mantener brazos productivos o improductivos. Así,
no sólo el gran señor o el comerciante acaudalado pueden
(04:34:20):
tener sirvientes domésticos, sino también el trabajador común, si gana
lo suficiente. También puede el trabajador común ir al teatro
o a una función de marionetas y contribuir así al
sostenimiento de un conjunto de trabajadores improductivos. O puede pagar
impuestos y así colaborar en la manutención de otro conjunto,
ciertamente más honorable y útil, pero igualmente improductivo. Pero ninguna
(04:34:43):
sección del producto anual originalmente destinada a reponer el capital
es dirigida jamás hacia el sostenimiento de mano de obra
improductiva sino después de haber puesto en marcha su complemento
íntegro de trabajo productivo o todo el que podía movilizar
dada la forma en que fue invertido. Antes de que
pueda gastar una parte de su salario de esa manera,
(04:35:03):
el trabajador debe haber recibido su paga por el trabajo realizado.
Esa parte es además generalmente pequeña. Se trata del sobrante
de su ingreso solamente, y a los trabajadores productivos rara
vez le sobra mucho. Suelen tener algo, en pero, y
en el pago de impuestos puede que la amplitud de
su número compense en alguna medida la pequeñez de sus
(04:35:25):
contribuciones individuales. En todos los sitios, por tanto, las fuentes
principales de las que obtiene su subsistencia la mano de
obra improductiva son la renta de la tierra y los
beneficios del capital. Se trata de los dos ingresos de
los que los beneficiarios disfrutan de un sobrante mayor. Ambos
pueden mantener indistintamente trabajo productivo o improductivo, aunque parecen sentir
(04:35:49):
predilección por este último. El gasto de un gran señor
alimenta por regla general a mucha más gente ociosa que trabajadora.
El comerciante acaudalado, aunque mantiene con su capital sólo a
gente laboriosa, cuando se trata de su gasto, es decir,
del empleo de su ingreso, alimenta a la misma clase
de personas que el gran aristócrata. La proporción, en consecuencia,
(04:36:13):
entre los brazos productivos e improductivos en cada país depende
estrechamente de la relación entre esa parte del producto anual
que tan pronto como surge de la tierra o de
las manos de los trabajadores productivos se destina a reponer
el capital y la que adopta la forma de ingreso,
sea como renta o como beneficio. Esta relación diverge mucho
(04:36:33):
entre los países ricos y los pobres. En la actualidad,
y en los países opulentos de Europa, una parte muy grande,
con frecuencia la más grande, del producto de la tierra
es destinada a la reposición del capital del agricultor rico
e independiente, y la otra al pago de sus beneficios
y de la renta del terrateniente. Pero antiguamente, cuando prevalecía
(04:36:56):
el sistema feudal, bastaba una fracción muy reducida del producto
para reponer el capital invertido en los cultivos. Habitualmente consistía
en unas pocas reces miserables, que se alimentaban sólo de
la producción espontánea de las tierras cereales y que podían,
en consecuencia, ser consideradas como integrantes de esa producción espontánea.
(04:37:17):
Pertenecían por lo general al terrateniente y eran adelantadas por
él a los ocupantes de la tierra. A él le
pertenecía también todo el resto del producto, fuese como renta
por su tierra o como beneficio por su escuálido capital.
Los ocupantes de la tierra eran normalmente siervos, cuyas personas
y efectos le pertenecían también. Los que no eran siervos
(04:37:39):
eran arrendatarios voluntarios, y aunque la renta que pagaban era
con frecuencia nominalmente muy pequeña, en realidad absorbía todo el
producto de la tierra. El Señor podía en cualquier momento
reclamarles trabajo en tiempos de paz y servicio en tiempos
de guerra. Aunque vivían alejados de su casa, eran tan
dependientes de él como los sirvientes que habitaban en ella.
(04:38:01):
El producto total de la tierra pertenecía al Señor porque
podía disponer del trabajo y el servicio de todos aquellos
que dicho producto mantenía. En la situación actual de Europa,
la cuota del terrateniente rara vez supera a un tercio
y en ocasiones no llega a un cuarto del producto
total de la tierra. La renta de la tierra, sin embargo,
(04:38:22):
en todas las zonas adelantadas, se ha triplicado y cuadruplicado
desde aquellos tiempos antiguos, y así un tercio o un
cuarto del producto anual es tres o cuatro veces más
grande que lo que antes era el total. Con el desarrollo,
aunque la renta sube en proporción a la superficie, baja
en proporción al producto de la tierra. En las naciones
(04:38:43):
ricas de Europa se emplean hoy cuantiosos capitales en el
comercio y la industria. En la antigüedad, el exiguo comercio
y las escasas y toscas manufacturas requerían muy poco capital. Estos,
no obstante, debieron rendir abultados beneficios. En ninguna parte el
tipo de interés era inferior al 10% y los beneficios
(04:39:04):
debían ser suficientes para soportar un interés tan elevado. Hoy
en los sitios avanzados de Europa la tasa de interés
no es superior al 6% y en los más adelantados
es del 4, 3 y hasta del 2%. Aunque aquella sección del
ingreso de los habitantes derivada de los beneficios del capital
siempre es mayor en los países ricos que en los pobres,
(04:39:26):
ello se debe a que el capital es mucho más grande,
vistos en proporción al capital, los beneficios son generalmente muy inferiores.
Por lo tanto, aquella parte del producto anual que según
surge de la tierra o de las manos de los
trabajadores productivos se destina a reponer el capital es no
sólo mucho mayor en los países ricos que en los pobres,
(04:39:46):
sino que guarda una proporción mucho más grande con respecto
a la que se destina de inmediato a ingreso, sea
como renta o como beneficio. Los fondos dedicados a la
manutención de trabajo productivo no sólo son mayores en los
primeros que en los segundos sino que guardan una proporción
mucho mayor con respecto a aquellos que, aunque puedan ser
invertidos en el sostenimiento de brazos productivos o improductivos, muestran
(04:40:09):
generalmente una predilección por estos últimos. La proporción entre esos
diferentes fondos necesariamente determina en cualquier país el carácter general
de sus habitantes en lo que respecta a la laboriosidad
u ociosidad. Somos más trabajadores que nuestros antepasados porque hoy
los fondos dedicados al sostenimiento del trabajo son proporcionalmente mucho
(04:40:31):
mayores que los dedicados a sostener a los ociosos que
lo que eran hace dos o tres siglos. Nuestros antepasados
eran ociosos porque no había el suficiente estímulo al trabajo.
Dice el refrán que es mejor jugar gratis que trabajar gratis.
En ciudades comerciales e industriales, donde las clases más bajas
del pueblo son mantenidas esencialmente por la inversión del capital,
(04:40:54):
son en general laboriosas, sobrias y prósperas, como en muchas
ciudades inglesas y en casi todas las holandesas. En las
ciudades que viven básicamente de la residencia temporal o permanente
de una corte, y en las que las gentes modestas
son mantenidas por el gasto del ingreso, resultan por lo
general perezosas, disolutas y pobres, como en Roma, Versalles, Compiegne
(04:41:16):
y Fontainebleau. Salvo en Rouen y Burdeos, hay muy poco
comercio o industria en las ciudades francesas llamadas parlamentarias, y
el pueblo llano, sostenido fundamentalmente por el gasto de los
miembros de las Cortes de Justicia y de quienes acuden
a pleitear ante ellas, es normalmente perezoso y pobre. La
intensa actividad de Rouen y Burdeos parece deberse exclusivamente a
(04:41:39):
su localización. Rouen es necesariamente el centro comercial de casi
todos los artículos que vienen de países extranjeros o de
las provincias marítimas de Francia y van a ser consumidos
en la gran ciudad de París. Burdeos es el depósito
de los vinos que se producen en las orillas del
Garona y sus afluentes, una de las regiones vinícolas más
(04:41:59):
ricas del mundo y que produce el vino más adecuado
para la exportación y que mejor se adapta al paladar
de los países extranjeros. Localizaciones tan ventajosas necesariamente atraen un
copioso capital por el vasto empleo que le garantizan, y
la inversión de este capital es la causa del dinamismo
de esas dos ciudades. En las demás ciudades parlamentarias de
(04:42:21):
Francia se emplea apenas más capital que el necesario para
abastecer su propio consumo, es decir, apenas más que el
mínimo que puede invertirse en ellas. Lo mismo puede decirse
de París, Madrid y Viena. De estas tres ciudades, París
es con diferencia la más laboriosa, pero París misma es
el mercado principal de todas las industrias allí establecidas, y
(04:42:43):
su propio consumo es el objeto principal de todas sus actividades. Londres,
Lisboa y Copenhague son quizás las únicas tres ciudades de
Europa que son a la vez residencia permanente de una
corte y al mismo tiempo ciudades comerciales, o ciudades cuya
actividad no se concentra sólo en su propio consumo sino
que abarca también el de otras ciudades y países. La
(04:43:05):
localización de las tres es extremadamente ventajosa y las adapta
naturalmente para ser centros comerciales de una gran parte de
los artículos destinados a ser consumidos en lugares lejanos. En
una ciudad donde se gasta un ingreso muy considerable, el
emplear provechosamente un capital para otro propósito que no sea
satisfacer el consumo de la misma ciudad es probablemente más
(04:43:27):
difícil que en otra donde las clases inferiores no tienen
otro sostén que el que derivan de la inversión de
ese capital. La ociosidad del grueso de las personas mantenidas
a costa del ingreso probablemente corrompe la laboriosidad de aquellas
que deberían ser mantenidas mediante la inversión de capital, y
vuelve menos rentable el invertir capital allí que en otros lugares.
(04:43:49):
Antes de la Unión había muy poco comercio e industria
en Edimburgo. Una vez que el parlamento escocés dejó de
reunirse allí, y cuando dejó de ser la residencia obligada
de la nobleza y los caballeros de Escocia, pasó a
ser una ciudad con algo de comercio e industria. Sigue
siendo aún la sede las principales cortes de justicia escocesas,
(04:44:09):
de las oficinas de aduanas e impuestos, etc. Por tanto,
se sigue gastando allí un ingreso apreciable. Es en comercio
e industria muy inferior a Glasgow, cuyos habitantes viven fundamentalmente
de la inversión de capital. Se ha observado que los
habitantes de una gran ciudad, tras haber alcanzado un notable
progreso en las manufacturas, se han tornado perezosos y pobres
(04:44:32):
debido a que un gran señor instaló su residencia en
la vecindad. La proporción entre capital e ingreso, entonces, parece
determinar en todas partes la relación entre trabajo y ocio.
Cuando predomina el capital, prevalece el trabajo, cuando lo hace
el ingreso, se impone la pereza. Cada incremento o disminución
(04:44:53):
del capital, por lo tanto, tiende naturalmente a incrementar o
disminuir la cantidad real de trabajo, el número de brazos
productivos y consiguientemente el valor de cambio del producto anual
de la tierra y el trabajo del país, la riqueza
real y el ingreso de todos sus habitantes. Los capitales
crecen con la frugalidad y disminuyen con la prodigalidad y
(04:45:14):
el desorden. Todo lo que una persona ahorre de su
ingreso lo añade a su capital y lo invierte ella
misma en emplear un número adicional de brazos productivos o
permite que lo haga otra persona, prestándoselo a cambio de
un interés, es decir, una participación en los beneficios. Así
como el capital de un individuo sólo puede expandirse merced
(04:45:35):
a lo que ahorre de su ingreso anual o sus
ganancias anuales, lo mismo sucede con el capital de una sociedad,
que es lo mismo que el capital de todos los
individuos que la componen y sólo puede crecer de la
misma forma. La causa inmediata del aumento del capital es
la frugalidad, no el trabajo. El trabajo ciertamente suministra el
objeto que la parsimonia acumula. pero por mucho que consiga
(04:45:59):
el trabajo, si la sobriedad no lo ahorra y acumula,
el capital jamás podrá crecer. La frugalidad, al incrementar el
fondo destinado al sostenimiento de la mano de obra productiva,
tiende a incrementar el número de esa mano de obra
cuyo trabajo aumenta el valor del objeto al que se incorpora.
Tiende así a aumentar el valor de cambio del producto
(04:46:20):
anual de la tierra y el trabajo del país. pone
en marcha una cantidad adicional de trabajo, lo que otorga
un valor adicional al producto anual. El ahorro anual es
consumido de forma tan regular como el gasto anual, y
además casi en el mismo tiempo, pero es consumido por
un conjunto diferente de personas. La fracción de su ingreso
(04:46:41):
que un hombre rico gasta anualmente es en la mayoría
de los casos consumida por invitados ociosos y sirvientes, que
nada dejan tras de sí en compensación por su consumo.
La fracción que ahorra anualmente y que al buscar una
rentabilidad la invertirá inmediatamente como capital resulta igualmente consumida, y
casi en el mismo tiempo, pero por otra clase de personas, trabajadores,
(04:47:04):
operarios y artesanos que reproducen con un beneficio el valor
de su consumo anual. Supongamos que recibe su ingreso en dinero.
Si lo gasta completamente, los alimentos, vestidos y alojamiento que
pueda comprar se distribuirán entre la primera clase de personas.
Si ahorra una parte, al buscar una rentabilidad la invertirá
(04:47:25):
de inmediato como capital para el mismo o para otro,
y los alimentos, vestidos y alojamiento que con ellas se
puedan comprar quedarán reservados para la segunda clase de personas.
El consumo es el mismo, pero los consumidores son distintos.
con lo que un hombre frugal ahorra por año no
sólo aporta el sostén de un número adicional de trabajadores
(04:47:46):
productivos para ese año o el siguiente sino que, como
el fundador de un hospicio, dota por así decirlo un
fondo perpetuo para el sostén de un número igual en
el futuro. La dotación y funcionamiento perpetuos de este fondo
no están ciertamente garantizados por una ley, fideicomiso o escritura
de manos muertas. Están siempre protegidos, en pero, por un
(04:48:08):
principio muy poderoso, el interés claro y evidente de cada
individuo que pueda participar en el mismo. Ninguna sección del
fondo podrá ser empleada después en algo distinto de mantener
trabajo productivo sin una pérdida evidente para la persona que
así la desvía del destino que le corresponde. El pródigo
la desvía de esa manera. Al no limitar su gasto
(04:48:31):
a su ingreso, liquida su capital. Igual que quien pervierte
los ingresos de una fundación religiosa y los gasta en
objetivos profanos, él paga los salarios de la ociosidad con
los fondos que la frugalidad de sus antepasados había, por
así decirlo, consagrado al sostén de la laboriosidad. Al reducir
los fondos dedicados al empleo de trabajo productivo, necesariamente disminuye,
(04:48:54):
en lo que de él dependa, la cantidad de ese
trabajo que añade valor al objeto al que se incorpora y,
en consecuencia, el valor del producto anual de la tierra
y el trabajo de todo el país, la riqueza e
ingresos reales de sus habitantes. Si la prodigalidad de unos
no fuese compensada por la frugalidad de otros, la conducta
de cada pródigo, al alimentar al perezoso con el pan
(04:49:16):
del trabajador, no sólo tiende a empobrecerlo a él sino
también a su país. Aunque el gasto del derrochador se
concentrase en mercancías nacionales y no comprase ninguna extranjera, sus
efectos sobre los fondos productivos de la sociedad serían los mismos.
Cada año seguiría habiendo una cierta cantidad de alimentos y
vestidos que deberían haber sostenido a trabajadores productivos y que
(04:49:39):
sería empleada en sostener a trabajadores improductivos. Cada año, entonces,
el valor del producto anual de la tierra y el
trabajo del país seguiría siendo algo menos de lo que
podría haber sido en otra circunstancia. Se podría argumentar que
si ese gasto no se vuelca en mercancías extranjeras, ni
ocasiona exportación alguna de oro y plata, la cantidad de
(04:50:01):
dinero que permanece en el país es la misma que antes.
Pero si la cantidad de alimentos y vestidos consumidos por
trabajadores improductivos hubiese sido asignada a trabajadores productivos, habría reproducido,
con un beneficio, todo el valor de su consumo. En
este caso también habría permanecido inalterada la cantidad de dinero
del país y además habría habido una reproducción de un
(04:50:24):
valor igual en mercancías consumibles. Tendríamos dos valores en vez
de uno. Además, no puede mantenerse durante mucho tiempo la
misma cantidad de dinero en un país donde disminuye el
valor del producto anual. El único uso del dinero es
la circulación de bienes. A través de las provisiones, los
(04:50:45):
materiales y los artículos terminados son comprados y vendidos y
distribuidos entre sus correspondientes consumidores. Así, la cantidad de dinero
que puede ser empleada anualmente en cualquier país debe estar
determinada por el valor de los bienes consumibles que anualmente
circulan en él. Estos deben consistir o bien en el
producto inmediato de la tierra y el trabajo del país
(04:51:07):
mismo o en lo que ha sido adquirido con alguna
parte de este producto. Su valor, en consecuencia, debe disminuir
cuando lo hace el valor de dicho producto y al
mismo tiempo la cantidad de dinero empleada en su circulación.
Pero el dinero que esta disminución anual de la producción
arroja fuera de la circulación nacional no permanecerá inactivo. El
(04:51:29):
interés de cualquiera que lo posea exigirá que sea utilizado.
Al carecer de empleo nacional será remitido al extranjero, a
pesar de todas las leyes y prohibiciones, y dedicado allí
a comprar bienes que puedan resultar útiles en el país.
Su exportación anual proseguirá así durante algún tiempo añadiendo algo
al consumo anual del país por encima del valor de
(04:51:50):
su propio producto anual. Lo que fue ahorrado del producto
anual durante la prosperidad y utilizado en comprar oro y plata,
contribuirá durante un breve lapso a sostener su consumo durante
la adversidad. En este caso, la exportación de oro y
plata no es la causa sino el efecto de la
depresión y puede incluso durante un corto espacio de tiempo
(04:52:11):
aliviar la miseria de esa depresión. Por otro lado, la
cantidad de dinero en cualquier país debe naturalmente aumentar cuando
lo hace el valor del producto anual. Al ser mayor
el valor de los bienes que circulan cada año en
la sociedad, ello requerirá una cantidad mayor de dinero para
hacerlo circular. Una parte del mayor producto, por lo tanto,
(04:52:33):
será naturalmente empleada en la compra, allí donde se pueda,
de la cantidad adicional de oro y plata necesaria para
que circule el resto. El aumento de esos metales no
será en tal caso la causa de la prosperidad pública,
sino su efecto. El oro y la plata son adquiridos
en todas partes de la misma forma. El alimento, vestido
(04:52:54):
y alojamiento, el ingreso y manutención de todos aquellos cuyo
trabajo y capital se ha invertido en traerlos al mercado
constituye el precio de los mismos, tanto en el Perú
como en Inglaterra. El país que pueda pagar ese precio
no permanecerá mucho tiempo sin la cantidad de esos metales
que necesite, y ningún país podrá conservar durante mucho tiempo
(04:53:14):
una cantidad que no necesite. Cualquiera sea, entonces, lo que
concibamos como la riqueza e ingresos reales de un país,
sea el valor del producto anual de su tierra y trabajo,
como dicta la razón, o la cantidad de metales preciosos
que circulan en el mismo, como supone el prejuicio vulgar,
en cualquiera de los dos casos todo pródigo es un
(04:53:35):
enemigo público y todo hombre frugal un benefactor público. Los
efectos de la mala administración son a menudo iguales que
los del despilfarro. Toda empresa disparatada y malograda en la agricultura,
las minas, las pesquerías, el comercio o la industria tiende
de la misma forma a disminuir los fondos destinados al
sostenimiento del trabajo productivo. Aunque en todas esas empresas el
(04:53:59):
capital es consumido sólo por brazos productivos, como es invertido
de forma imprudente, esos brazos no reproducen el valor pleno
de su consumo, y siempre habrá una disminución en lo
que podrían haber sido los fondos productivos de la sociedad.
Es cierto que la prodigalidad o la mala administración de
individuos rara vez afectan considerablemente a la situación de todo
(04:54:20):
un gran país, porque el derroche o imprudencia de algunos
siempre resultan más que compensados por la frugalidad y sobriedad
de otros. Con respecto al derroche, el principio que impulsa
a gastar es la pasión por el placer presente, que
aunque resulta a veces violenta y muy difícil de contener,
es por lo general sólo momentánea y ocasional. Pero el
(04:54:41):
principio que anima al ahorro es el deseo de mejorar
nuestra condición, un deseo generalmente calmo y desapasionado que nos
acompaña desde la cuna y no nos abandona hasta la tumba.
En todo el intervalo que separa esos dos momentos es
probable que no haya un solo instante en que las
personas se encuentren tan perfecta y plenamente satisfechas con su
situación que no abriguen deseo alguno de cambio o mejora,
(04:55:04):
de ninguna clase. El medio a través del cual la
mayoría de la gente aspira a mejorar su condición es
el aumento de su fortuna. Se trata de una fórmula
vulgar y evidente, y la forma en que más verosímilmente
pueden incrementar su fortuna es ahorrar y acumular una parte
de lo que obtengan, sea de forma regular y anual,
o sea en algunas ocasiones extraordinarias. Aunque el principio del
(04:55:28):
gasto prevalece en casi todos los hombres alguna vez, y
en algunos hombres siempre, en la mayoría de ellos, tomando
el promedio de todo el transcurso de su vida, el
principio de frugalidad no sólo parece prevalecer sino predominar de
manera aplastante. En lo que hace a la mala administración,
el número de empresas prudentes y triunfantes es en todas
(04:55:49):
partes muy superior al de empresas imprudentes y malogradas. A
pesar de todas nuestras quejas sobre la frecuencia de las quiebras,
los infelices que padecen esta desgracia son una parte insignificante
del total de quienes se dedican al comercio y otros negocios.¿
Acaso no representen más del uno por mil?¿ La bancarrota
acaso sea la calamidad más devastadora y humillante que pueda
(04:56:12):
ocurrirle a una persona inocente? La mayor parte de la gente,
en consecuencia, es lo suficientemente cuidadosa como para eludirla. Es
verdad que algunos no lo logran, así como otros no
escapan de la horca. Las grandes naciones nunca se empobrecen
por el despilfarro y la mala administración del sector privado,
(04:56:32):
aunque a veces sí por el derroche y la mala
gestión del sector público. Todo o casi todo el ingreso
público en la mayoría de los países se dedica a
mantener trabajadores improductivos. Así son los que componen una corte espléndida,
un amplio cuerpo eclesiástico, grandes flotas y ejércitos, que nada
producen en tiempos de paz, y que en tiempos de
(04:56:53):
guerra nada consiguen que pueda compensar el coste de mantenerlos,
ni siquiera mientras dura la guerra. Como esa gente no
produce nada, vive sólo del producto del trabajo de otras personas.
Si se multiplican en un número innecesario, puede que en
un año concreto consuman una cuota tan abultada de ese
producto que no dejen lo suficiente para mantener a los
(04:57:15):
trabajadores productivos que deben reproducirlo el año siguiente. El producto
del año siguiente, en tal caso, será inferior al del
año anterior, y si el mismo desorden prosigue, el del
tercer año será inferior al del segundo. Esos brazos improductivos,
que deberían ser sostenidos sólo por una parte del excedente
del ingreso del pueblo, pueden llegar a consumir una parte
(04:57:37):
enorme del ingreso total, y obligar así a un número
tan grande a liquidar sus capitales, a reducir los fondos
destinados al mantenimiento del trabajo productivo, que toda la frugalidad
y sobriedad de los individuos no sea capaz de compensar
el despilfarro y degradación de la producción ocasionados por este
forzado y violento saqueo del capital. Sin embargo, la experiencia
(04:58:00):
demuestra que la frugalidad y buena administración es en la
mayoría de los casos suficiente para compensar no sólo la
prodigalidad y desbarajuste de los individuos, sino el derroche del Estado.
El esfuerzo uniforme, constante e ininterrumpido de cada persona en
mejorar su condición, el principio del que originalmente se derivan
tanto la riqueza pública como la privada, es con frecuencia
(04:58:22):
tan poderoso como para mantener el rumbo natural de las
cosas hacia el progreso, a pesar tanto del despilfarro del
gobierno como de los mayores errores de administración. Actúa igual
que ese principio desconocido de la vida animal que frecuentemente
restaura la salud y el vigor del organismo no sólo
a pesar de la enfermedad sino también de las absurdas
recetas del médico. El valor del producto anual de la
(04:58:45):
tierra y el trabajo de cualquier nación sólo puede ser
aumentado si crece el número de sus trabajadores productivos o
la capacidad productiva de los trabajadores productivos que ya están empleados.
Es evidente que el número de sus trabajadores productivos nunca
puede ser incrementado considerablemente si no es como consecuencia de
la expansión del capital o de los fondos destinados a mantenerlos.
(04:59:07):
La capacidad productiva del mismo número de trabajadores no puede
aumentar sino como resultado de un añadido o mejora en
las máquinas e instrumentos que facilitan y abrevian el trabajo,
o de una mejor división y distribución del trabajo. En
ambos casos se requiere casi siempre un capital mayor. Solo
con un capital adicional podrá un empresario cualquiera suministrar a
(04:59:29):
sus trabajadores una maquinaria más adelantada o organizar mejor la
distribución de la actividad entre ellos. Cuando la tarea a
realizar consiste en una serie de partes, el mantener a
todas las personas empleadas constantemente de una forma requiere un
capital mucho mayor que cuando cada persona está ocasionalmente ocupada
de cada una de las diversas partes de la tarea. Entonces,
(04:59:51):
cuando comparamos la situación de un país en dos periodos
diferentes y observamos que el producto anual de su tierra
y su trabajo es manifiestamente mayor en el segundo que
en el primero, que sus tierras están mejor cultivadas, sus
industrias más numerosas y florecientes y su comercio más extendido,
podemos estar seguros que su capital debe haber aumentado en
el intervalo de los dos periodos, y que se debe
(05:00:13):
haber añadido al mismo más por la buena administración de
algunos que lo que ha. sido retirado sea por el
mal manejo de otros o por el despilfarro del gobierno.
Comprobaremos que tal ha sido el caso en la mayoría
de los países en todas las épocas razonablemente ordenadas y pacíficas,
incluso en aquellos que no disfrutaron de los gobiernos más
prudentes y parsimoniosos. Para formarnos un juicio correcto deberemos comparar
(05:00:39):
el estado de la nación en periodos algo distantes entre sí.
El desarrollo es con frecuencia algo tan gradual que en
periodos próximos el progreso no sólo es imperceptible, sino que
puede ocurrir que la decadencia de ciertas ramas de la
economía o de ciertas zonas del país, algo que puede
ocurrir aunque el país en general atraviese una intensa prosperidad,
(05:00:59):
despierte frecuentemente la sospecha de que todas las riquezas y
las actividades están decayendo. El producto anual de la tierra
y el trabajo de Inglaterra, por ejemplo, es ciertamente mucho
mayor de lo que era hace poco más de un siglo,
cuando la restauración de Carlos II. Aunque creo que pocas
personas pondrían esto en duda, fue raro que pasaran cinco
(05:01:21):
años a lo largo de todo este periodo sin que
se publicara un libro o folleto, escrito con la habilidad
suficiente como para causar alguna impresión en el gobierno, con
la pretensión de demostrar que la riqueza de la nación
se estaba hundiendo a pasos agigantados, que el país estaba despoblado,
la agricultura olvidada, la industria languideciente y el comercio estancado.
(05:01:43):
No todas esas publicaciones fueron panfletos partidistas, desdichados productos de
la falsedad y la venalidad. Muchos de ellos fueron escritos
por personas muy sinceras y muy inteligentes, que sólo escribían
lo que pensaban y por ninguna otra razón sino porque
así lo pensaban. El producto anual de la tierra y
el trabajo en Inglaterra, asimismo, fue mayor cuando la restauración
(05:02:06):
que lo que podemos suponer que era cien años antes,
cuando subió al trono la reina Isabel. Tenemos también razones
para estimar que en ese momento el país estaba mucho
más desarrollado que un siglo antes, cuando las disensiones entre
las casas de York y Lancaster tocaban a su fin.
Incluso entonces estaba probablemente en mejores condiciones que cuando la
(05:02:27):
conquista Normanda, y mejor durante ésta que en el confuso
periodo de la heptarquía sajona. Y hasta en ese momento
tan remoto el país se hallaba ciertamente más desarrollado que
en tiempos de la invasión de Julio César, cuando sus
habitantes estaban en una situación similar a la de los
salvajes de América del Norte. Sin embargo, en todos esos
(05:02:47):
periodos hubo no sólo abundante derroche privado y público, varias
guerras costosas e innecesarias, intensa desviación del producto anual de
la manutención de brazos productivos hacia la de brazos improductivos,
sino que en algunas ocasiones, en la confusión del conflicto civil,
se produjo una liquidación y destrucción de capital de tal
calibre que cualquiera supondría que no sólo retrasó la acumulación
(05:03:10):
natural de riquezas, algo que ciertamente ocurrió, sino que dejó.
al país al final del periodo más pobre que al principio.
En la etapa más feliz y afortunada de todas, la
que ha transcurrido desde la restauración cuántas perturbaciones y desgracias
han sobrevenido que, de haber sido previstas, habrían hecho esperar
no simplemente el empobrecimiento sino la ruina total del país.
(05:03:34):
el incendio y la peste de Londres, las dos guerras
con Holanda, los desórdenes de la Revolución, la guerra en Irlanda,
las cuatro costosas guerras con Francia de 1688, 1702, 1742 y 1756, además de
las dos insurrecciones de 1715 y 1745. Durante las cuatro guerras con
(05:03:58):
Francia la nación se endeudó en más de 145 millones, además
de todos los gastos anuales extraordinarios que ocasionaron, con lo
que el total no puede ser estimado en menos de 200 millones.
Igualmente grande es la sección del Producto Anual de la
Tierra y el trabajo del país que ha sido en
distintos momentos desde la Revolución empleada en sostener un número
(05:04:19):
extraordinario de trabajadores improductivos. Pero si esas guerras no hubiesen
forzado a un capital tan grande en esa dirección, la
mayoría del mismo habría sido naturalmente invertida en la manutención
de brazos productivos, cuyo trabajo habría repuesto con un beneficio
todo el valor de su consumo. El valor del producto
anual de la tierra y el trabajo del país habría
(05:04:40):
sido por ello incrementado notablemente en cada año, y el
aumento de cada año habría aumentado todavía más el del
año siguiente. Se habrían construido más casas, roturado más tierras,
y las que se hubiesen roturado antes habrían sido mejor cultivadas,
se habrían establecido más industrias, y las ya instaladas habrían
progresado más. Y no es fácil conjeturar el nivel al
(05:05:03):
que podrían haber llegado en la actualidad la riqueza y
el ingreso reales del país. Aunque el derroche del gobierno
indudablemente retrasó el desarrollo natural de Inglaterra hacia la riqueza
y el progreso, no fue capaz de detenerlo. El producto
anual de su tierra y su trabajo es evidentemente muy
superior hoy que en la restauración o la revolución. Por
(05:05:24):
lo tanto, el capital invertido anualmente en el cultivo de
esa tierra y el mantenimiento de ese trabajo debe ser
también muy superior. Frente a todas las exacciones del Estado,
este capital ha sido silenciosa y paulatinamente acumulado por la
frugalidad privada y el buen comportamiento de los individuos, por
su esfuerzo universal, continuo e ininterrumpido en mejorar su propia condición.
(05:05:48):
Este esfuerzo, protegido por la ley y que gracias a
la libertad se ha ejercitado de la manera más provechosa,
es lo que ha sostenido el desarrollo de Inglaterra hacia
la riqueza y el progreso en casi todos los tiempos pasados,
y es de esperar que lo siga haciendo en el futuro.
Y así como Inglaterra nunca tuvo la suerte de contar
con un gobierno parsimonioso, tampoco ha sido la frugalidad la
(05:06:11):
virtud característica de sus habitantes. Resulta por ello una grandísima
impertinencia y presunción de reyes y ministros el pretender vigilar
la economía privada de los ciudadanos, y restringir sus gastos
sea con leyes suntuarias o prohibiendo la importación de artículos
extranjeros de lujo. Ellos son, siempre y sin ninguna excepción,
(05:06:31):
los máximos dilapidadores de la sociedad. Que vigilen ellos sus gastos,
y dejen confiadamente a los ciudadanos privados que cuiden de
los suyos. Si su propio despilfarro no arruina al Estado,
el de sus súbditos jamás lo hará. Así como la
frugalidad aumenta el capital público y el dispendio lo disminuye,
la conducta de aquellos cuyo gasto coincide con su ingreso,
(05:06:54):
al no acumularlo pero tampoco liquidarlo, ni lo aumenta ni
lo disminuye. Sin embargo, algunas clases de gasto parecen contribuir
más a la riqueza pública que otras. El ingreso de
un individuo puede ser gastado en objetos que son consumidos
de inmediato y en los que el gasto de un
día ni alivia ni sostiene al de otro, o puede
(05:07:15):
ser gastado en objetos más durables, que pueden ser por
ello acumulables, y en los que el gasto de un
día puede, a su elección, aliviar o sostener e incrementar
el efecto del gasto del día siguiente. Por ejemplo, un
hombre con fortuna puede gastar su ingreso en comidas suntuosas
y copiosas, en mantener un gran número de sirvientes domésticos,
o en una multitud de perros y caballos. O se
(05:07:38):
puede contentar con una mesa frugal y unos pocos servidores,
y destinar el grueso de su gasto en adornar su
casa o su residencia campestre, en edificios útiles u ornamentales,
en muebles útiles o de adorno, en coleccionar libros, estatuas, cuadros,
o en objetos más frívolos, joyas, cachivaches y chucherías. ingeniosas
(05:07:58):
de diversa suerte o en la máxima fruslería en reunir
un vasto guardarropa de finos vestidos como hizo el favorito
y ministro de un gran príncipe que murió pocos años
atrás Si dos hombres de igual fortuna gastan su ingreso
el uno fundamentalmente de una forma y el otro de
la otra, la magnificencia de la persona cuyo gasto se
destinó básicamente a mercancías durables sería cada día mayor, y
(05:08:22):
el gasto de cada día contribuiría a mantener y realzar
el efecto del gasto del día siguiente, la riqueza del otro,
por el contrario, no sería mayor al final del periodo
que al comienzo. El primero sería al final del periodo
el más rico de los dos. Tendría una cantidad de
bienes de diverso tipo, que aunque podrían no valer todo
lo que han costado, siempre valdrían algo. Pero en el
(05:08:45):
caso del segundo no quedaría rastro ni vestigio de su gasto,
y los efectos de diez o veinte años de derroche
estarían tan aniquilados como si jamás hubiesen existido. Así como
una de las clases de gasto es más favorable que
la otra para la riqueza de una persona, igual ocurre
con la riqueza de una nación. Las casas, muebles e
(05:09:06):
indumentaria de los ricos, al poco tiempo, se vuelven útiles
para las clases bajas y medias del pueblo, que pueden
comprarlos cuando sus superiores se cansan de ellos y así,
cuando este tipo de gasto se extiende entre todas las
personas de fortuna, mejoran las comodidades generales de toda la población.
En países que han sido ricos durante mucho tiempo se
(05:09:27):
puede ver a menudo a las clases inferiores en posesión
tanto de casas como de muebles en perfecto estado, pero
que no pudieron ser construidas ni fabricados para su uso.
Lo que fue residencia de la familia Seymour es hoy
una posada junto a la carretera de Bas. La cama
de matrimonio de Jacobo y de Gran Bretaña, que su
reina trajo consigo desde Dinamarca como regalo digno de ser
(05:09:49):
presentado por un soberano a otro, decoraba hace unos años
una taberna en Dunfermline. En algunas ciudades antiguas que o
bien están estancadas o han sufrido cierta decadencia a veces
no puede encontrarse ni una sola casa que haya sido
edificada para sus habitantes actuales. Además, si se entra en
alguna de esas casas, con frecuencia pueden verse muebles anticuados
(05:10:12):
pero excelentes y muy bien conservados, que tampoco pudieron ser
fabricados para ellos. Los palacios nobles, villas magníficas, grandes colecciones
de libros, estatuas, cuadros y otras curiosidades son con frecuencia
adorno y orgullo no sólo del vecindario sino de todo
el país al que pertenecen. Versalles es un adorno y
(05:10:32):
un honor para Francia, Stowe y Wilton para Inglaterra. Italia
sigue suscitando una suerte de veneración por los monumentos de
este tipo que posee, aunque la riqueza que los produjo
y el genio que los proyectó parece haberse extinguido, quizás
por no haber conservado la misma ocupación. El gasto en
mercancías durables, asimismo, es favorable no sólo a la acumulación
(05:10:55):
sino también a la frugalidad. Si una persona en un
momento dado se excede en el mismo, puede remediarlo fácilmente
sin exponerse a la censura pública. Pero el reducir considerablemente
el número de sirvientes, convertir la mesa de la profusión
a la sobriedad, desmantelar todo su equipo una vez que
lo ha montado, son alteraciones que inevitablemente serán detectadas por
(05:11:18):
los vecinos, y que se supone que implican alguna clase
de reconocimiento de una mala conducta anterior. Por ello son
pocos lo que habiendo sido tan desgraciados como para precipitarse
excesivamente en esta clase de gasto tienen después el coraje
de reformarse antes de que la ruina y la bancarrota
los fuerzan a ello. Pero si en un momento determinado
(05:11:38):
una persona ha gastado excesivamente en casas, muebles, libros o pinturas,
ninguna imprudencia podrá inferirse de un cambio en su conducta.
Esos son objetos en los que con frecuencia el gasto
ulterior resulta innecesario gracias a un gasto anterior. Cuando una
persona deja de gastar, no parece que lo haya hecho
porque haya sobrepasado sus medios de fortuna, sino porque ha
(05:12:00):
satisfecho sus caprichos. El gasto en mercancías durables proporciona además
empleo a un número de personas mayor que si se
destina a la hospitalidad más dispendiosa. De las 200 o 300 libras
de peso en artículos alimenticios hervidos en un gran festín,
quizá la mitad es arrojada a la basura, y siempre
hay una buena cantidad tirada y desperdiciada. Pero si el
(05:12:24):
gasto de la fiesta se hubiese invertido en dar empleo
a albañiles, carpinteros, tapiceros, mecánicos, etc., una cantidad de provisiones
de igual valor habría sido distribuida entre un número mayor
de personas, que las habrían adquirido en pequeñas cantidades y
no habrían perdido ni malgastado una sola onza. El gasto
de esta forma además mantiene brazos productivos, y en la otra, improductivos. Así,
(05:12:50):
de una forma aumenta el valor de cambio del producto
anual de la tierra y el trabajo del país, y
de la otra lo disminuye. No quiero decir con todo
esto que una clase de gasto denota siempre un espíritu
más abierto y generoso que la otra. Cuando un hombre
rico gasta su ingreso esencialmente en hospitalidad, comparte la mayor
parte con sus amigos y compañeros, pero cuando lo emplea
(05:13:12):
en la compra de mercancías durables, a menudo gasta todo
en su propia persona, y no da nada a nadie
sin recibir a cambio un equivalente. Este último tipo de gasto,
por lo tanto, especialmente cuando se dirige hacia objetos frívolos
como pequeños adornos para vestidos y muebles, joyas, baratijas y chucherías,
con frecuencia caracteriza a una personalidad no sólo superficial sino
(05:13:36):
también mezquina y egoísta. Todo lo que quiero decir es
que una clase de gasto, en la medida en que
siempre ocasiona alguna acumulación de mercancías valiosas, al ser más
favorable a la frugalidad privada y consecuentemente al incremento del
capital público, y en tanto mantiene trabajadores productivos más que improductivos,
contribuye más que la otra al crecimiento de la riqueza colectiva.
(05:14:00):
CAPÍTULO 4 DEL CAPITAL PRESTADO CON INTERÉS El prestamista siempre considera
que los fondos prestados con interés son capital. Espera que
a su debido tiempo le serán devueltos y que en
el ínterin el prestamista le pagará una cierta renta anual
por el uso de los mismos. El prestamista los puede
invertir como capital o emplearlos para su consumo inmediato. Si
(05:14:23):
los invierte como capital, los emplea en la manutención de
trabajados reproductivos, que reproducen su valor con un beneficio. En
tal caso puede reponer su capital y pagar el interés
sin enajenar ni liquidar ninguna otra fuente de ingreso. Si
los emplea para consumo inmediato asume el papel del pródigo
y disipa en la manutención del perezoso lo que estaba
(05:14:44):
destinado a sostener al trabajador. En este caso no puede
reponer el capital ni pagar el interés sin enajenar o
liquidar otra fuente de ingreso, como la propiedad o renta
de la tierra. El capital prestado con interés es sin
duda empleado ocasionalmente de las dos formas, pero mucho más
a menudo en la primera que en la segunda. Una
(05:15:05):
persona que pide prestado para gastar se arruinará pronto, y
el que le preste tendrá por lo general motivos para
arrepentirse de su estupidez. Prestar o pedir prestado por ese motivo,
en consecuencia, siempre que no haya una usura desmesurada, es
en todos los casos contrario a los intereses de ambas partes.
Y aunque es indudable que en ocasiones la gente hace
(05:15:26):
una cosa u otra podemos estar seguros, por la consideración
que todas las personas tienen de lo que les conviene,
de que no ocurre tan frecuentemente como a veces se piensa.
Si se pregunta a cualquier persona rica a cuál de
las dos clases de gente ha prestado el grueso de
su capital, a las que piensa que lo emplearán de
forma rentable o a los que lo gastarán ociosamente, se
(05:15:47):
echará a reír ante la pregunta. Incluso entre los prestamistas,
que no son personas famosas en el mundo por su frugalidad,
el número de los moderados y laboriosos supera con mucho
al de los derrochadores y perezosos. Los únicos a quienes
se presta habitualmente dinero sin esperar que hagan de él
un uso muy rentable son los señores de la tierra
(05:16:07):
que piden préstamos hipotecarios. Podría decirse que gastan lo que
piden prestado antes de recibirlo. Normalmente han consumido tanta cantidad
de bienes, adelantados a crédito por tenderos y comerciantes, que
se ven obligados a pedir dinero a interés para poder
pagar la deuda. El capital tomado a préstamo repone los
(05:16:27):
capitales de esos tenderos y comerciantes que los hidalgos rurales
no habrían podido reponer con las rentas de sus fincas.
No es en realidad tomado en préstamo para gastarlo sino
para reembolsar un capital gastado con anterioridad. Casi todos los
préstamos con interés se concretan en dinero, sea en billetes,
oro o plata. Pero lo que el prestamista en realidad desea,
(05:16:51):
y lo que el prestatario en realidad le facilita, no
es el dinero sino lo que el dinero vale, o
los bienes que puede adquirir. Si lo desea como fondo
para su consumo inmediato, son sólo esos bienes de consumo
los que incluye en dicho fondo. Si lo desea como
capital para emplear trabajo, incluye sólo los bienes que servirán
a los trabajadores como herramientas, materiales y manutención necesarios para
(05:17:15):
llevar a cabo su tarea. Mediante el préstamo el prestamista
asigna al prestatario, por así decirlo, el derecho a una
cierta porción del producto anual de la tierra y el
trabajo del país, para ser empleada como el prestatario desee.
La cantidad de capital, o como es normalmente expresado, de
dinero que puede ser en cualquier país prestada con interés
(05:17:37):
no está determinada por el valor del dinero, sea billetes
o monedas, que sirve como instrumento de los diferentes préstamos
realizados en el país, sino por el valor de esa
parte del producto anual que, tan pronto como surge de
la tierra o de las manos de los trabajadores productivos,
es destinada no simplemente a reponer un capital, sino un
capital que el propietario no quiere. Invertir el mismo. Como
(05:18:01):
esos capitales son habitualmente prestados y devueltos en dinero, dan
lugar a lo que se llama fondo monetario, es distinto
de los fondos de la tierra, el comercio y la industria,
porque en estos los dueños emplean sus propios capitales. Incluso
como fondo monetario el dinero no es sino, por así decirlo,
el medio que traspasa de mano en mano los capitales
(05:18:22):
cuyos propietarios no deseen invertirlos ellos mismos. Esos capitales pueden
ser indefinidamente mayores a la cantidad de dinero que les
sirve como instrumento de traspaso, y las mismas piezas monetarias
pueden servir sucesivamente para muchos préstamos diferentes, así como para
muchas compras distintas. Por ejemplo, Ale presta a W mil libras,
(05:18:44):
con las que W inmediatamente compra bienes a B por
mil libras. Al no necesitar B el dinero, se lo
presta a X, e inmediatamente X compra hacia otras mil
libras de bienes. De la misma manera y por la
misma razón, se las presta a I, que nuevamente compra
con ellas bienes a D. De tal forma las mismas piezas,
(05:19:05):
sean de metal o de papel, pueden en pocos días
servir como instrumento para tres préstamos diferentes y tres compras distintas,
cada uno de ellos igual en valor a la cantidad
total de esas piezas. Lo que los tres prestamistas A,
B y C prestan a los tres prestatarios W, X, Y,
es el poder para realizar tales compras. En dicho poder
(05:19:27):
estriban tanto el valor como la utilidad de los préstamos.
El capital prestado por los tres prestamistas es igual al
valor de los bienes que pueden ser comprados con él
y es tres veces mayor que el del dinero con
el que las compras son realizadas. Esos préstamos, no obstante,
pueden estar perfectamente garantizados si los bienes adquiridos por los
(05:19:49):
diversos deudores son asignados de forma tal de reponer con
un beneficio un valor igual sea de metal o papel.
Y como las mismas piezas monetarias pueden servir así como
instrumento de distintos préstamos por 3 o por idéntica razón por 30
veces su valor, de la misma manera pueden servir sucesivamente
como instrumento de devolución. Un capital prestado con interés puede
(05:20:11):
de esta forma ser considerado como un traspaso del prestamista
al prestatario de una cierta porción del producto anual, con
la condición de que el prestatario debe, mientras perdure el préstamo,
transferir anualmente al prestamista una porción más pequeña, denominada interés,
y al final del mismo una porción igual a la
que le fue transferida inicialmente, denominada reembolso. Aunque el dinero,
(05:20:34):
sea de papel o de metal, sirve generalmente como el
medio de traspaso tanto de la suma mayor como de
la menor, es en sí mismo algo totalmente distinto de
la cosa transferida. El fondo monetario en cada país naturalmente
crece en proporción con la fracción del producto anual que
una vez que surge de la tierra o de las
manos de los trabajadores productivos se destina a reponer un capital.
(05:20:57):
El incremento de esos capitales especiales de los que los
propietarios pretenden obtener un ingreso sin tener que invertirlos ellos
mismos acompaña naturalmente al incremento general del capital, o en
otras palabras, a medida que aumenta el capital, la cantidad
del mismo que se presta a interés aumenta gradualmente también.
A medida que la cantidad de capital que se presta
(05:21:18):
con interés aumenta, el interés o precio que debe ser
pagado por el uso de ese capital necesariamente disminuye, no
sólo por las causas generales que llevan a que el
precio de mercado de las cosas habitualmente caiga cuando su
cantidad sube, sino por otras causas peculiares y específicas de
este caso. A medida que los capitales se expanden en
(05:21:38):
cualquier país, los beneficios que pueden ser obtenidos invirtiéndolos inevitablemente disminuyen.
Se vuelve paulatinamente más difícil encontrar en el país una
inversión rentable para cualquier capital nuevo. Surge en consecuencia una
competencia entre los diferentes capitales y el dueño de uno
se afanará en invertir su capital donde ya lo ha
(05:21:59):
invertido otro. En la mayoría de las ocasiones no puede
expulsar a este otro sin ofrecer condiciones más razonables. No
sólo debe vender más barato lo que tenga, sino que
además para conseguirlo debe además a veces comprarlo más caro.
La demanda de trabajo productivo, merced al incremento de los
fondos destinados a mantenerlo, crece cada día más. Los trabajadores
(05:22:23):
encuentran empleo con facilidad, pero los propietarios de los capitales
no encuentran fácilmente trabajadores para emplear. Su competencia eleva los
salarios y deprime los beneficios. Pero cuando lo que puede
obtenerse por el uso de un capital es de esta
forma reducido, por así decirlo, desde ambos extremos, el precio
que ha de pagarse por su uso, es decir, la
(05:22:46):
tasa de interés, inevitablemente debe disminuir. El señor Lack, el
señor Loy y el señor Montesquieu, así como muchos otros autores,
conjeturaron que el incremento en la cantidad de oro y plata,
como consecuencia de la indias occidentales españolas, fue la causa
real de la disminución del tipo de interés en casi
(05:23:06):
toda Europa. Según ellos, al haberse reducido el valor de
esos metales, también debía haberlo hecho necesariamente el valor del
empleo de cualquier porción de los mismos, y por ello
el precio que debía pagarse por ese empleo. Esta idea,
que parece a primera vista tan razonable, ha sido cabalmente
expuesta por el señor Ume, con lo que quizás resulte
(05:23:27):
innecesario abundar en ella. Sin embargo, la siguiente argumentación, breve
y directa, quizás pueda servir para explicar más claramente la
falacia que parece haber confundido a estos caballeros. Antes del
descubrimiento de las indias occidentales españolas, el tipo de interés
habitual en Europa era del 10%. Desde entonces ha bajado al 6, 5, 4
(05:23:52):
y 3%. Supongamos que en cada país el valor de
la plata cayó exactamente en la misma proporción que la
tasa de interés, que en esos países, por ejemplo, cuando
el interés bajó del 10 al 5%, la misma cantidad de
plata pudo comprar la mitad de los bienes que podía
comprar antes. Creo que este supuesto no se cumple en
(05:24:13):
ninguna parte, pero es el más favorable a la opinión
que me propongo examinar. Incluso bajo este supuesto es totalmente
imposible que la reducción en el valor de la plata
tenga la más mínima tendencia a reducir el tipo de interés.
Si en esos países 100 libras no valen hoy más que 50 antes, 10
libras no valdrán más que lo que antes valían 5. Cualesquiera
(05:24:35):
hayan sido las causas que rebajaron el valor del capital,
también necesariamente habrán bajado el del interés, y exactamente en
la misma proporción. La relación entre el valor del capital
y el del interés debe haber permanecido constante, como si
la tasa nunca se hubiese alterado. Y al contrario, si
cambia la tasa, la relación entre esos valores cambia necesariamente.
(05:24:59):
Si 100 libras hoy no valen más que 50 antes, 5 libras hoy
no pueden valen más que 2 libras y 10 chelines antes. Al
reducir el tipo de interés del 10 al 5%, estamos dando
por el empleo de un capital que suponemos vale la
mitad que antes, un interés igual sólo a un cuarto
de lo que valía antes. Todo aumento en la cantidad
(05:25:21):
de plata, si la cantidad de mercancías que circula gracias
a ella permanece constante, no puede tener otro efecto que
el de disminuir el valor de dicho metal. El valor
nominal de todos los bienes será mayor, pero su valor
real será precisamente el mismo que antes. Serán intercambiados por
un número mayor de piezas de plata, pero la cantidad
(05:25:42):
de trabajo que representarán, el número de personas que podrán
mantener y ocupar será exactamente igual. El capital del país
será el mismo, aunque se requerirá un número mayor de
piezas para transferir una porción igual del mismo de unas
manos a otras. El medio de traspaso, como la escritura
es de un notario verborreico, será más embarazoso, pero la
(05:26:04):
cosa traspasada será la misma que antes y sólo podrá
producir los mismos efectos. Los fondos para la manutención del
trabajo productivo siguen inalterados, y la demanda del mismo también.
Su precio o salarios, por tanto, aunque serán pagados en
un número mayor de piezas de plata, comprarían la misma
cantidad de bienes. Los beneficios del capital serían los mismos,
(05:26:28):
nominal y realmente. Los salarios se computan normalmente según la
cantidad de plata pagada al trabajador. Cuando ella aumenta, entonces,
sus salarios puede parecer que lo hacen también. Pero los
beneficios no son calculados por el número de piezas de
plata pagadas sino por la proporción entre esas piezas y
el total del capital invertido. Así, en un país concreto
(05:26:51):
se dice que los salarios ordinarios del trabajo son 5 chelines
a la semana, y los beneficios normales del capital son
del 10%. Pero como el capital total de la sociedad
sería el mismo que antes, la competencia entre los diversos
capitales individuales entre los que se divide sería también la misma.
todo el mundo negociaría con idénticas ventajas y desventajas. La
(05:27:15):
proporción corriente entre capital y beneficio, por lo tanto, sería
la misma y por consiguiente el interés normal sobre el dinero,
dado que lo que normalmente ha de pagarse por el
uso del dinero está necesariamente determinado por lo que normalmente
se obtiene con él. Todo incremento en la cantidad de
mercancías que circulan anualmente en el país, si la cantidad
(05:27:36):
de dinero que las hace circular no se modifica, produce,
por el contrario, numerosos otros efectos importantes, además de incrementar
el valor del dinero. El capital del país, aunque puede
ser nominalmente el mismo, aumenta en realidad. Puede que siga
siendo expresado en idéntica cantidad de moneda, pero comanda ahora
(05:27:57):
una cantidad mayor de trabajo. La cantidad de trabajo productivo
que puede mantener y emplear aumenta, y con ello la
demanda de trabajo. Los salarios suben naturalmente con la demanda,
aunque parezca que bajan. Puede que sean pagados con una
cantidad menor de dinero, pero esa cantidad menor puede comprar
más bienes que los que antes compraba una cantidad mayor.
(05:28:20):
Los beneficios del capital serán menores en realidad y en apariencia.
Al aumentar el capital total del país, la competencia entre
los diversos capitales que lo integran aumenta con él. Los
propietarios de esos capitales se ven forzados a contentarse con
una proporción menor del producto del trabajo que respectivamente emplean.
(05:28:40):
El interés del dinero, siempre siguiendo los pasos de los
beneficios del capital, puede ser así acusadamente disminuido, aunque el
valor del dinero, o la cantidad de bienes que cada
suma concreta puede comprar, aumente considerablemente. En algunos países el
interés del dinero ha sido prohibido por ley. Pero como
siempre se puede hacer algo con el dinero, siempre se
(05:29:03):
ha de pagar algo por su uso. Y la experiencia
ha demostrado que esta reglamentación, en vez de impedir el
mal de la usura, lo ha agudizado. El deudor se
ha visto obligado a pagar no sólo por el uso
del dinero sino por el riesgo que su acreedor corre
por aceptar un pago por dicho uso. Podría decirse que
se ha visto obligado a asegurar a su acreedor contra
(05:29:24):
las sanciones de la usura. En los países donde se
permite el interés, la ley, con objeto de prevenir la
extorsión de la usura, generalmente fija el tipo de interés
máximo que se puede cobrar sin penalidad. Este tipo siempre
debería estar algo por encima del precio de mercado mínimo
o el precio habitualmente pagado por aquellos que pueden garantizar
(05:29:45):
la máxima seguridad. Si la tasa legal es fijada por
debajo de la tasa mínima de mercado, sus efectos serán
casi los mismos que los de una prohibición absoluta del interés.
El acreedor no prestará su dinero por menos de lo
que vale su uso, y el deudor deberá pagarle por
el riesgo que afronta al aceptar el valor pleno de
ese uso. Si resulta fijada exactamente al precio mínimo de mercado,
(05:30:10):
entonces personas honradas que respetan las leyes de su país
arruinarán el crédito de todos los que no puedan ofrecer
la máxima seguridad, y que se verán obligados a recurrir
a usureros exorbitantes. En un país como Gran Bretaña, donde
se presta dinero al gobierno al 3% y a ciudadanos
privados muy seguros al 4 y 4 y medio, la tasa legal
del 5% quizás sea la adecuada. Ha de subrayarse que
(05:30:36):
el tipo de interés legal debería estar por encima del
mínimo de mercado, pero no muy por encima. Si el
interés legal en Gran Bretaña, por ejemplo, fuese estipulado al 8
o 10%, la mayor parte del dinero prestable sería prestado
a pródigos y aventureros, porque sólo ellos estarían dispuestos a
pagar un interés tan alto. Las personas moderadas, que no
(05:30:58):
darán por el uso del dinero más que una fracción
de lo que esperan obtener con su uso, no se
aventurarán en esa competencia. Una gran parte del capital del
país sería así apartado de las manos de quienes con
más probabilidad podrían hacer un uso rentable y provechoso del mismo,
e iría a parar a quienes probablemente lo desperdiciarían y destrozarían.
(05:31:19):
Cuando el tipo legal de interés, por el contrario, es
fijado un poco por encima del tipo mínimo de mercado,
siempre serán preferidos como prestatarios los moderados, y no los
pródigos y los aventureros. La persona que presta dinero obtiene
virtualmente lo mismo de los primeros que de los segundos,
y su dinero está mucho más seguro en manos de
un grupo de personas que en manos del otro. Una
(05:31:42):
gran parte del capital del país es así asignado a
quienes con más probabilidad lo emplearán provechosamente. Ninguna ley puede
reducir el tipo de interés corriente por debajo del tipo
mínimo de mercado cuando la ley es promulgada. A pesar
del Edicto de 1766, por el cual el rey de Francia
intentó rebajar el tipo de interés del 5 al 4%, el
(05:32:05):
dinero siguió prestándose en Francia al 5%, y la ley
fue burlada de varias maneras distintas. Puede apuntarse que el
precio de mercado corriente de la tierra depende en todas
partes del tipo de interés corriente de mercado. La persona
que posee un capital del que espera obtener un ingreso
sin tomarse la molestia de invertirlo el mismo, ha de
(05:32:26):
optar entre comprar tierra con él o prestarlo a interés.
La mayor seguridad de la tierra, junto con otras ventajas
que en casi todos los sitios tiene esa clase de
propiedad lo dispondrán generalmente a aceptar un ingreso menor de
la tierra que el que podría obtener prestando su dinero
con interés. Esas ventajas son suficientes como para compensar una
(05:32:47):
cierta diferencia de ingresos, pero no más que una cierta diferencia.
Si la renta de la tierra cae mucho por debajo
del interés del dinero, nadie comprará tierra, cuyo precio corriente
pronto disminuirá. Por el contrario, si las ventajas compensan con
mucho esa diferencia, todo el mundo se lanzará a comprar tierras,
cuyo precio subirá al poco tiempo. Cuando el interés era
(05:33:10):
del 10%, la tierra se vendía normalmente por las rentas
de 10 y 12 años. A medida que el interés cayó al 6, 5
y 4%, el precio de la tierra subió hasta las
rentas de 20, 25 y 30 años. El tipo de interés de mercado
es mayor en Francia que en Inglaterra, y el precio
normal de la tierra es menor. En Inglaterra se vende
(05:33:33):
generalmente por 30 años de renta, en Francia por 20 años de renta.
Capítulo 5 De los distintos empleos de los capitales Aunque todos
los capitales están destinados sólo a mantener trabajo productivo, la
cantidad de ese trabajo que los mismos capitales pueden poner
en marcha varía inmensamente según sus empleos, y lo mismo
(05:33:55):
ocurre con el valor que cada empleo aporta al producto
anual de la tierra y el trabajo del país. Un
capital puede ser invertido en cuatro formas diferentes. Primero, en
procurar los materiales en bruto anualmente demandados para uso y
consumo de la sociedad. Segundo, en elaborar y preparar esos
materiales para su inmediato uso y consumo. Tercero, en transportar
(05:34:17):
los materiales en bruto o ya elaborados desde los lugares
donde abundan hacia los lugares donde faltan. O, por último,
en dividir esos productos en pequeñas porciones para que se
adapten a las demandas ocasionales. En la primera forma se
emplean los capitales de todos aquellos que emprenden la mejora
o cultivo de tierras, minas o pesquerías, en la segunda,
(05:34:38):
los de los fabricantes, en la tercera, los de los
comerciantes mayoristas, y en la cuarta, los de los minoristas.
Es difícil concebir una forma de emplear un capital que
no pueda ser clasificada en alguna u otra de estas cuatro.
Cada uno de estos cuatro métodos de invertir un capital
es fundamentalmente necesario para la existencia o extensión de los
(05:34:59):
otros tres o para la conveniencia general de la sociedad.
Si no se emplease un capital en suministrar materias primas
en bruto con un cierto grado de abundancia, no podrían
existir ni industria ni comercio. Si no se emplease un
capital para elaborar aquellos materiales en bruto que requieren mucha
preparación antes de estar listos para su uso y consumo,
(05:35:21):
o bien no serían producidos jamás, porque no habría demanda
para ellos, o si se produjeran espontáneamente no tendrían ningún
valor de cambio y no podrían añadir nada a la
riqueza de la sociedad. Si no se emplease un capital
en el transporte, sea de materias primas o artículos elaborados,
desde los lugares donde abundan hacia los lugares donde faltan,
(05:35:42):
no se produciría de ellos más que lo necesario para
el consumo en las proximidades de su lugar de producción.
El capital del comerciante intercambia el exceso de producción en
un sitio por el de otro, y así estimula la
actividad y aumenta el bienestar en ambos. Si no se
emplease un capital en separar y dividir ciertas porciones de
las materias primas o los artículos manufacturados en secciones pequeñas
(05:36:06):
que se adapten a las demandas ocasionales de quienes los necesitan,
cada persona se vería obligada a comprar una cantidad de
bienes superior a lo que le exigen sus necesidades inmediatas.
Si no existiese el oficio del carnicero, por ejemplo, cada
persona debería comprar cada vez una res o una oveja entera.
Esto sería en general incómodo para los ricos y mucho
(05:36:28):
más para los pobres. Si un artesano modesto fuese forzado
a adquirir cada vez las provisiones de un mes o
de seis meses, una gran parte de los fondos que
emplea como capital en sus instrumentos de trabajo o en
el mobiliario de su tienda, y que le rinden un ingreso,
debería emplearlos en aquella parte que reserva para su consumo
inmediato y que no le genera ingreso alguno. Para una
(05:36:51):
persona en su condición, nada sería más conveniente que poder
comprar sus alimentos cada día o incluso cada hora, según
los necesite. Así podría emplear casi la totalidad de sus
fondos como capital, y producir por ello un valor mayor,
el beneficio que obtiene compensa con creces el precio adicional
que el beneficio del minorista impone sobre los bienes. Los
(05:37:13):
prejuicios de algunos escritores contra los tenderos y comerciantes carecen
totalmente de fundamento. No sólo no es necesario grabarlos con
impuestos o limitar su número, sino que jamás podrán dañar
al público multiplicándose, aunque sí pueden dañarse mutuamente al hacerlo.
La cantidad de comestibles que pueden ser vendidos en una
ciudad determinada está limitada por la demanda de dicha ciudad
(05:37:36):
y sus cercanías. El capital, entonces, que puede ser empleado
en el negocio de las tiendas de comestibles no puede
ceder el que sería suficiente para comprar dicha cantidad. Si
ese capital se divide entre dos tenderos diferentes, su competencia
hará que ambos vendan más barato que si estuviera en
manos de uno solo, y si se divide entre 20, su
(05:37:58):
competencia sería mucho mayor, y la posibilidad de que se
combinen para elevar el precio mucho menor. Es posible que
la competencia arruinea a algunos de ellos, pero ocuparse de
este asunto concierne a las partes afectadas y debe ser
dejado a su discreción. Nunca puede perjudicar al consumidor ni
al productor, al contrario, tenderá a hacer que los minoristas
(05:38:20):
vendan más barato y compren más caro que si toda
la actividad estuviese monopolizada por una o dos personas. Es
posible que algunos de ellos engañen a un cliente ingenuo
para que compre lo que no necesite. Sin embargo, la
importancia de este problema es demasiado pequeña como para merecer
la atención pública y tampoco se resolvería necesariamente reduciendo el
(05:38:42):
número de comerciantes. Por poner el ejemplo que levanta más sospechas,
no es la multitud de tabernas la causa de la
disposición general al alcoholismo entre el pueblo llano, sino que
esa disposición, originada en otras causas, necesariamente da pie a
que haya una multitud de tabernas. Las personas cuyos capitales
son invertidos en cualquiera de esas cuatro maneras son ellas
(05:39:05):
mismas trabajadores productivos. Su trabajo, cuando está bien orientado, se
fija e incorpora en el objeto o mercancía vendible al
que se aplica, y generalmente aumenta su precio en al
menos el valor de su propia manutención y consumo. Los
beneficios del granjero, del industrial, del comerciante y del tendero
provienen todos del precio de los bienes que producen los
(05:39:27):
dos primeros y que los dos últimos compran y venden.
Ahora bien, capitales iguales invertidos en cada una de esas
cuatro formas pondrán de inmediato en funcionamiento a cantidades de
trabajo productivo muy diversas, y aumentarán en proporciones también diferentes
el valor del producto anual de la tierra y el
trabajo de la sociedad a la que pertenecen. El capital
(05:39:49):
del tendero repone, con sus beneficios, el del comerciante a
quien le compra los bienes, y permite así que pueda
continuar con su negocio. El tendero mismo es el único
trabajador productivo que emplea inmediatamente. Sus beneficios constituyen el valor
total que su empleo añade al producto anual de la
tierra y el trabajo de la sociedad. El capital del
(05:40:11):
comerciante mayorista repone, con sus beneficios, los capitales de los
agricultores e industriales a los que compra los materiales en
bruto y elaborados con los que comercia, y así les
permite a ellos continuar con sus respectivas actividades. Con ello
contribuye indirectamente a mantener el trabajo productivo de la sociedad
y a incrementar el valor de su producto anual. Su
(05:40:33):
capital también emplea a los marineros y cargadores que transportan
sus bienes de un sitio a otro y aumenta el
precio de esos bienes no sólo en el valor de
sus beneficios, sino en el de los salarios de estos.
Este es todo el trabajo productivo que pone inmediatamente en
movimiento y todo el valor que añade inmediatamente al producto anual.
(05:40:53):
Su acción en ambos aspectos es mucho más importante que
la del capital del tendero. Una parte del capital del
industrial se emplea como capital fijo en los medios de
producción y repone junto con sus beneficios el capital de
otro manufacturero a quien se los compra. Una parte de
su capital circulante se invierte en la compra de materiales
y repone con sus beneficios los capitales de los agricultores
(05:41:16):
y mineros a quienes se los compra. Pero una gran
parte del mismo es siempre, bien anualmente o en periodos
más cortos, distribuida entre los trabajadores que contrata. Aumenta el
valor de esos materiales a través de sus salarios y
de los beneficios que los patronos obtienen sobre el fondo
total de salarios, materiales e instrumentos de producción utilizados en
(05:41:38):
su actividad. En consecuencia, pone de inmediato en funcionamiento una
cantidad de trabajo productivo mucho mayor y añade al producto
anual de la tierra y el trabajo de la sociedad
un valor mucho mayor que el mismo capital en manos
de cualquier comerciante mayorista. En igualdad de circunstancias, ningún capital
moviliza más cantidad de trabajo productivo que el capital del agricultor.
(05:42:01):
No sólo son trabajadores productivos sus peones, sino también su
ganado de labranza. Además, en la agricultura la naturaleza trabaja
junto al hombre, y aunque su trabajo no cuesta nada,
su producción tiene valor, tanto como el del trabajador mejor pagado.
Las operaciones más importantes de la agricultura parecen apuntar no
tanto al incremento de la fertilidad de la tierra, aunque
(05:42:24):
lo hacen, sino a la dirección de esa fertilidad hacia
la producción de las plantas más convenientes para el hombre.
Un campo cubierto de espinos y maleza puede a menudo
producir tanta cantidad de vegetales como la mejor viña o
el mejor campo cerealero. La plantación y el cultivo frecuentemente
regulan más que animan la fertilidad activa de la naturaleza,
(05:42:44):
y tras todo el trabajo, siempre resta una buena sección
de la tarea a ser realizada por ella. Por lo tanto,
los trabajadores y el ganado empleados en la agricultura no
sólo dan lugar, como los obreros de la manufactura, a
una reproducción igual a su propio consumo, o al capital
que los emplea junto con los beneficios del dueño, sino
a un valor muy superior. Además del capital del granjero
(05:43:08):
y sus beneficios, dan lugar a la renta del terrateniente.
Esta renta puede ser considerada como el producto de las
fuerzas de la naturaleza cuyo uso cede el terrateniente al granjero.
será mayor o menor según lo sea la supuesta extensión
de esas fuerzas o en otras palabras según la fertilidad
natural o artificial de la tierra después de deducido compensar
(05:43:30):
todo que puede considerarse el trabajo de las personas lo
que queda es la labor de la naturaleza rara vez
es menos que la cuarta parte del producto total y
a menudo es más de un tercio una misma cantidad
de trabajo productivo empleado en la manufactura jamás ocasionará una
reproducción así En la industria el hombre lo hace todo
(05:43:50):
y la naturaleza nada, y la reproducción siempre deberá ser
proporcional a la fuerza de los agentes que la determinan.
Por lo tanto, el capital invertido en la agricultura no
sólo pone en funcionamiento una cantidad de trabajo productivo mayor
que el mismo capital invertido en la industria, sino que
en proporción al trabajo productivo que emplea, añade al producto
(05:44:11):
anual de la tierra y el trabajo del país, a
la riqueza e ingresos reales de sus habitantes, un valor
mucho mayor. De todas las formas en que un capital
se puede invertir, es con diferencia la más beneficiosa para
la sociedad. Los capitales invertidos en la agricultura y en
el comercio minorista en cualquier sociedad siempre deben residir dentro
(05:44:33):
de esa sociedad. Su empleo está limitado a lugares concretos,
una granja y una tienda. Y también, aunque haya excepciones,
deben pertenecer a miembros residentes de dicha sociedad. El capital
de un comerciante mayorista, por el contrario, no tiene una
residencia necesaria en ninguna parte y puede vagar de lugar
(05:44:54):
en lugar, según pueda comprar barato y vender caro. El
capital de un industrial evidentemente debe residir donde su manufactura
se lleva a cabo, pero donde deba tener lugar no
está necesariamente determinado. Muchas veces puede hallarse localizado a gran
distancia tanto del lugar donde surgen las materias primas como
del lugar donde la manufactura elaborada es consumida. Lyon está
(05:45:18):
muy lejos tanto de los sitios que le suministran los
materiales para sus productos como de los que los consumen.
Las personas elegantes de Sicilia visten sedas elaboradas en otros
países con materiales que produce el suyo propio. Una parte
de la lana de España es elaborada en Gran Bretaña,
y parte de esos tejidos es después enviada nuevamente a España.
(05:45:39):
El que el comerciante cuyo capital exporta el producto excedente
de una sociedad sea nativo o extranjero resulta de muy
poca importancia. Si es un extranjero, el número de los
trabajadores productivos es inferior apenas en uno a lo que
sucedería si fuese un nativo, y el valor del producto
anual de la sociedad inferior sólo en los beneficios de
(05:46:00):
esa persona. Los marineros o cargadores que contrata pueden pertenecer
indiferentemente a su país, al país de su patrono o
algún tercer país, de igual forma que si fuese un nativo.
El capital de un extranjero añade valor al producto excedente
de la sociedad igual que el de un nativo, al
intercambiarlo por algo para lo que exista una demanda local.
(05:46:22):
Repone con la misma eficacia el capital de la persona
que produce ese excedente y le permite que continúe con
su negocio, es decir, el servicio mediante el cual el
capital de un comerciante mayorista fundamentalmente contribuye a sostener el
trabajo productivo y a incrementar el valor del producto anual
de la sociedad en la que está. Más importante resulta
(05:46:42):
que el capital del industrial resida en el país. necesariamente
pone en marcha una cantidad de trabajo productivo mayor y
añade un valor mayor al producto anual de la tierra
y el trabajo de la sociedad. Puede, sin embargo, ser
muy útil al país aunque no resida en él. Los
capitales de los industriales británicos que elaboran el lino y
(05:47:04):
el cáñamo importados anualmente desde las costas del Báltico son
sin duda muy útiles para los países que los producen.
Esos materiales son una parte de la producción excedente de
esos países, que de no ser intercambiada anualmente por algo
que tiene allí una demanda carecerían de valor y dejarían
pronto de ser producidos. Los comerciantes que los exportan reponen
(05:47:25):
los capitales de la gente que los producen y los
estimulan así a continuar la producción, y los industriales británicos
reponen los capitales de esos comerciantes. De igual forma que
una persona individual, un país individual puede no tener el
capital suficiente para roturar y cultivar todas sus tierras, fabricar
y preparar toda su producción en bruto para uso y
(05:47:47):
consumo inmediato, y transportar el excedente tanto de las materias
primas como de los artículos elaborados a esos mercados remotos
donde pueden ser intercambiados por algo para lo que exista
demanda en el país. Los habitantes de muchas partes de
Gran Bretaña no tienen capital suficiente para roturar y cultivar
todas sus tierras. Una buena parte de la lana de
(05:48:08):
los condados del sur de Escocia, tras un extenso trayecto
a lo largo de muy deficientes carreteras, es manufacturada en Yorkshire,
a falta de capitales para elaborarla en la propia región.
Hay bastantes ciudades industriales pequeñas en Gran Bretaña cuyos habitantes
no poseen el capital suficiente para transportar el producto de
su industria a esos mercados distantes donde hay demanda para él.
(05:48:32):
Si existen comerciantes entre ellos, son sólo agentes de comerciantes
más ricos que residen en las grandes ciudades. Cuando el
capital de un país no es suficiente para todos esos
tres objetivos, la cantidad de trabajo productivo que ponga en
funcionamiento dentro del país será mayor en proporción a la
cuota del capital que sea invertida en la agricultura, y
(05:48:53):
lo mismo sucederá con el valor que su inversión añada
al producto anual de la tierra y el trabajo de
la sociedad. Detrás de la agricultura, el capital invertido en
la industria moviliza a una cantidad de trabajo productivo mayor
y añade más valor al producto anual. El invertido en
el comercio de exportación tiene el efecto menor de los tres.
(05:49:14):
El país que no cuenta con bastante capital para esos
tres fines no ha llegado todavía al nivel de riqueza
para el que está naturalmente destinado. Ahora bien, el intentar
acometer los tres de forma prematura y sin capital suficiente
no es ciertamente el camino más corto para que una
sociedad adquiera el capital necesario, como tampoco lo es para
(05:49:34):
un individuo. El capital de todos los individuos de una
nación tiene límites, igual que los tiene el de un
solo individuo, y es capaz de abordar sólo algunos objetivos.
El capital de todas las personas de una nación es
incrementado igual que el de una sola persona, por la
constante acumulación de todo lo que puedan ahorrar de su ingreso.
(05:49:55):
Por lo tanto, es probable que aumente más rápidamente cuando
es invertido de la forma que genere el máximo ingreso
para todos los habitantes del país, puesto que así podrán
ahorrar el máximo. Y el ingreso de los habitantes del
país se halla necesariamente en proporción al valor del producto
anual de su tierra y su trabajo. La causa principal
(05:50:15):
del veloz progreso de nuestras colonias americanas hacia la riqueza
y el crecimiento es que hasta hoy han invertido casi
todos sus capitales en la agricultura. No tienen industrias, con
la excepción de esas rudas manufacturas domésticas que necesariamente acompañan
al desarrollo agrícola y que son obra de las mujeres
y los niños de cada familia. La mayor parte tanto
(05:50:37):
del comercio de exportación de América como de su comercio
de cabotaje se realiza con capitales de comerciantes residentes en
Gran Bretaña. Incluso los depósitos y almacenes desde donde se
venden los bienes al por menor en algunas provincias, en
especial en Virginia y Maryland, pertenecen en muchos casos a
comerciantes que residen en la metrópoli, y representan uno de
(05:50:58):
los pocos casos en los que el comercio minorista de
una sociedad se desarrolla con los capitales de los que
no son miembros de ella. Si los americanos, sea por
presiones combinadas o cualquier otro medio coercitivo, interrumpen la importación
de manufacturas europeas, y al entregar así el monopolio a
sus compatriotas que pudiesen fabricar artículos similares desvían una fracción
(05:51:20):
apreciable de su capital hacia esta actividad. En lugar de
acelerar el crecimiento en el valor de su producto anual
lo retardarían, y en lugar de promover el progreso de
su país hacia la riqueza y el crecimiento reales lo obstruirían.
Esto ocurriría incluso en mayor grado si intentaran, de la
misma forma, monopolizar ellos mismos todo su comercio de exportación.
(05:51:42):
Es verdad que las etapas de la prosperidad humana no
parecen haber sido jamás tan prolongadas como para permitir a
un gran país adquirir el capital suficiente para los tres propósitos,
salvo quizás si hemos de creer los extraordinarios relatos acerca
de la riqueza y los cultivos en China, en el
Antiguo Egipto y el Antiguo Estado del Indostán. Incluso esos
(05:52:03):
tres países, según todas las informaciones los más ricos que
ha habido nunca sobre la tierra, son esencialmente célebres por
su agricultura y su industria. No parecen haber sido eminentes
por su comercio exterior. Los antiguos egipcios sentían una supersticiosa
aversión hacia el mar, en la India prevalece una superstición análoga,
(05:52:23):
y los chinos jamás se destacaron por su comercio exterior.
El grueso de la producción excedente de esos tres países
fue siempre exportada por extranjeros, que a cambio de ella
entregaban alguna otra cosa que tuviese demanda allí, generalmente oro
y plata. Según, pues, las diferentes proporciones en que un
mismo capital se emplee en la agricultura, la industria y
(05:52:46):
el comercio mayorista, pondrá en movimiento a una cantidad mayor
o menor de trabajo productivo, y añadirá un valor mayor
o menor al producto anual de su tierra y su trabajo.
La diferencia es también muy abultada según las distintas clases
de comercio mayorista en las que se invierta cualquier sección
del mismo. Todo comercio mayorista es de tres clases, el
(05:53:11):
comercio interior, el comercio exterior de consumo y el comercio
de tránsito. El comercio interior es la compra de productos
de un país y su venta en otra parte del
mismo país. Abarca tanto el comercio terrestre como el de cabotaje.
El comercio exterior de consumo adquiere bienes extranjeros para ser
consumidos en el interior. El comercio de tránsito efectúa las
(05:53:34):
transacciones del comercio de países extranjeros o lleva la producción
excedente de unos a otros. El capital invertido en la
compra de productos de un país y su venta en
otro lugar del mismo país generalmente repone en cada operación
dos capitales distintos invertidos en la agricultura o la industria
de ese país, y les permite así continuar esa inversión.
(05:53:56):
Cuando retira de la residencia de un comerciante mercancías por
un cierto valor, generalmente entrega a cambio al menos un
valor igual en otras mercancías. Cuando en ambos casos se
trata de productos nacionales, necesariamente repone por cada operación dos
capitales diferentes que habían sido ambos empleados en mantener trabajo productivo,
y les permite por ello que continúen haciéndolo. El capital
(05:54:20):
que envía manufacturas escocesas a Londres y trae de vuelta
cereales y manufacturas inglesas a Edimburgo, necesariamente repone en cada
operación dos capitales británicos que estaban invertidos en la agricultura
o la industria de Gran Bretaña. El capital empleado en
la compra de bienes extranjeros para ser consumidos localmente, cuando
esta compra se efectúa con productos nacionales, también repone por
(05:54:44):
cada operación dos capitales distintos, pero sólo uno está invertido
en el mantenimiento de una actividad nacional. El capital que
remite artículos británicos a Portugal y trae de vuelta bienes
portugueses a Gran Bretaña, repone en cada operación un solo
capital británico. El otro es portugués. Aunque los rendimientos, entonces,
(05:55:05):
del comercio exterior de consumo fueran tan rápidos como los
del comercio interior, el capital empleado en él otorgará sólo
la mitad de estímulos a la actividad o al trabajo
productivo del país. Pero muy rara vez giran los rendimientos
del comercio exterior de consumo más velozmente que los del
comercio interior. Los rendimientos del comercio interior se producen generalmente
(05:55:27):
antes de que concluya el año, y en ocasiones tres
o cuatro veces en el año. Los rendimientos del comercio
exterior de consumo casi nunca se generan antes de finalizado
un año, y en ocasiones no antes de dos o
tres años. En consecuencia, un capital invertido en el comercio
interior hará 12 operaciones, o saldrá y volverá a entrar 12 veces
(05:55:49):
antes de que un capital empleado en el comercio exterior
de consumo lo haga una vez. Si los capitales son iguales,
uno brindará 24 veces más estímulo y apoyo a la actividad
del país que el otro. Los bienes extranjeros para consumo
nacional pueden a veces ser adquiridos no con productos nacionales
sino con otros artículos extranjeros. Estos últimos, en pero, deben
(05:56:13):
haber sido comprados o inmediatamente con el producto de la
actividad nacional o con algo que ha sido adquirido con él,
puesto que si se exceptúa el caso de la guerra
y la conquista, jamás se puede comprar bienes extranjeros sino
a cambio de algo que ha sido producido en el país,
bien inmediatamente antes, bien después de dos o más intercambios distintos.
(05:56:33):
Los efectos, por tanto, de un capital invertido en un
comercio exterior de consumo de tantos rodeos son en todos
los aspectos los mismos que los del capital empleado en
el comercio más directo del mismo tipo, salvo en que
los rendimientos finales estarán probablemente más distantes, puesto que dependerán
de los rendimientos de dos o tres intercambios exteriores diferentes.
(05:56:54):
Si el lino y el cáñamo de riga se compran
con el tabaco de Virginia, que ha sido adquirido con
manufacturas británicas, el comerciante debe aguardar a los giros de
dos transacciones distintas antes de que pueda invertir el mismo
capital en la recompra de una cantidad similar de manufacturas británicas.
Si el tabaco de Virginia hubiese sido comprado no con
(05:57:15):
manufacturas británicas sino con el azúcar y el ron de Jamaica,
adquiridos con esas manufacturas, debería aguardar un giro más. Si
esas dos o tres transacciones exteriores diferentes son llevadas a
cabo por dos o tres comerciantes distintos, de los que
el segundo compra los bienes importados por el primero, y
el tercero los importados por el segundo para exportarlos el
(05:57:36):
a su vez, cada comerciante obtendrá en este caso los
rendimientos de su capital más rápidamente, pero los rendimientos finales
de todo el capital empleado en el comercio serán tan
lentos como siempre. Si el capital total invertido en este
comercio de tantos rodeos pertenece a un comerciante o a
tres resulta igual para el país, aunque pueda no ser
(05:57:57):
así para los comerciantes concretos. En ambos casos se habrá
de emplear un capital tres veces mayor para intercambiar un
cierto valor en manufacturas británicas por una cierta cantidad de
lino y cáñamo que el que habría sido necesario si
las manufacturas y el lino y el cáñamo se hubiesen
intercambiado directamente. Por eso, el capital total invertido en un
(05:58:18):
comercio exterior de consumo de tantos rodeos brindará generalmente menos
estímulo y apoyo al trabajo productivo del país que un
capital igual invertido en un comercio más directo de la
misma clase. Sea cual fuere la mercancía foránea con la
que se puedan adquirir bienes extranjeros para consumo local, ello
no suscitará ninguna divergencia esencial en la naturaleza del comercio
(05:58:40):
ni en el estímulo y apoyo que podrá brindar al
trabajo productivo del país del que se compra. Si se
compran con oro del Brasil, por ejemplo, o con plata
del Perú, este oro y esta plata, igual que el
tabaco de Virginia, deben haber sido comprados con algo que
o bien era el producto de la actividad del país
o que fue adquirido con alguna otra cosa que sí
(05:59:01):
lo era. En lo relativo al trabajo productivo del país,
por tanto, el comercio exterior de consumo que es realizado
con oro y plata tiene todas las ventajas y todos
los inconvenientes de cualquier otro comercio exterior de consumo del
mismo rodeo, y repondrá tan rápido o tan despacio el
capital inmediatamente invertido en el sostén de ese trabajo productivo.
(05:59:23):
Parece incluso tener una ventaja sobre otro comercio exterior similar.
El transporte de esos metales de un sitio a otro,
al ser de pequeño volumen y gran valor, es menos
costoso que el de casi cualquier otro artículo extranjero del
mismo valor. Su flete es más barato y su seguro
igual de barato, y además, no hay bienes menos susceptibles
(05:59:44):
de sufrir daños en su transporte. Por consiguiente, se podrá
frecuentemente comprar una cantidad igual de bienes extranjeros con una
cantidad menor del producto de una actividad nacional utilizando oro
y plata que recurriendo a cualquier otra mercancía extranjera. La
demanda del país podrá así ser abastecida mejor y a
un precio menor de esta forma que de ninguna otra.
(06:00:07):
Más adelante tendré ocasión de estudiar con más detenimiento la
posibilidad de que un comercio de esta clase, por la
continua exportación de dichos metales, contribuya a empobrecer al país
que lo practica. La sección del capital de un país
invertida en el comercio de tránsito es totalmente retirada del
sostén del trabajo productivo de dicho país y se destina
(06:00:27):
a mantener el de países extranjeros. Aunque en cada operación
pueda reponer dos capitales, ninguno de ellos pertenecerá al país
en cuestión. El capital de un comerciante holandés que lleva
cereales de Polonia a Portugal y trae de vuelta a
Polonia los frutos y los vinos de Portugal repone en
cada operación dos capitales, ninguno de los cuales ha sido
(06:00:49):
invertido en sostener el trabajo productivo de Holanda, uno lo
apoya en Polonia y otro en Portugal. Lo único que
retorna regularmente a Holanda son los beneficios, que constituyen la
única adición que este comercio necesariamente aporta al producto anual
de la tierra y el trabajo de dicho país. Es
verdad que cuando el comercio de tránsito de un país
(06:01:09):
determinado recurre a barcos y marineros de ese país, la
parte del capital invertido que paga el flete se distribuye
entre y moviliza a un cierto número de trabajadores productivos
del país. Casi todas las naciones que han tenido una
participación respetable en el comercio de tránsito lo han realizado
de hecho de esa manera. El comercio mismo ha derivado
(06:01:31):
su nombre de esa circunstancia, al ser las gentes de
esos países los transportistas hacia otros países. Pero no es
esencial a la naturaleza del comercio que sea así. Por ejemplo,
un comerciante holandés puede invertir su capital en las transacciones
del comercio entre Polonia y Portugal y llevar las producciones
excedentes respectivas no en barcos holandeses sino británicos. Puede suponerse
(06:01:55):
que eso es lo que efectivamente hace. Es por eso
que el comercio de tránsito ha sido considerado particularmente ventajoso
para un país como Gran Bretaña, cuya defensa y seguridad
dependen del número de sus marineros y de sus barcos.
Pero el mismo capital puede emplear a tantos marineros y
barcos en el comercio exterior de consumo, o incluso en
(06:02:16):
el comercio interior, si se realiza con navegación de cabotaje,
que en el comercio de tránsito. El número de marinos
y navíos que un capital determinado puede emplear no depende
de la naturaleza del comercio sino en parte de la
proporción entre el volumen de los bienes y su valor,
y en parte de la distancia entre los puertos que
haya que tocar, y en especial de la primera de
(06:02:37):
estas circunstancias. El comercio del carbón entre Newcastle y Londres,
por ejemplo, emplea más barcos que todo el comercio de
tránsito de Inglaterra, aunque esos puertos no se hallan muy alejados.
Por lo tanto, el forzar mediante estímulos extraordinarios hacia el
comercio de tránsito a una fracción mayor del capital de
cualquier país que la que naturalmente se invertiría en el
(06:03:00):
mismo no siempre expandirá la flota de ese país. El capital, entonces,
empleado en el comercio interior de cualquier país brindará generalmente
estímulo y mantenimiento a una mayor cantidad de trabajo productivo
de ese país, e incrementará el valor de su producto
anual más que un mismo capital invertido en el comercio
exterior de consumo. Y el capital empleado en este último
(06:03:22):
comercio en ambos aspectos tiene una ventaja incluso mayor sobre
un capital igual empleado en el comercio de tránsito. La
riqueza de todo país, y su poder en la medida
en que el poder depende de la riqueza, estará siempre
en proporción al valor de su producto anual, el fondo
del cual se pagan todos los impuestos. Pero el gran
objeto de la economía política de cualquier país es incrementar
(06:03:45):
la riqueza y el poder de ese país. No debería,
por tanto, otorgar preferencia o estímulo superior al comercio exterior
de consumo sobre el comercio interior ni al comercio de
tránsito sobre ninguno de los otros dos. no debería ni
forzar ni atraer hacia ninguno de esos dos canales una
cuota mayor del capital del país de la que naturalmente
(06:04:06):
fluiría hacia ellos espontáneamente. Ahora bien, cuando el curso de
las cosas, sin restricciones ni violencias, naturalmente da lugar a
cada una de esas diversas ramas del comercio, entonces no
sólo resultan ventajosas, sino necesarias e indispensables. Cuando la producción
de cualquier rama concreta de la economía supera a la
(06:04:28):
demanda del país, el excedente debe remitirse al exterior y
ser intercambiado por algo para lo que exista una demanda
en el país. Sin esa exportación, una parte del trabajo
productivo del país deberá cesar y el valor de su
producto anual disminuir. La tierra y el trabajo de Gran
Bretaña producen más cereales, tejidos de lana y herramientas que
(06:04:50):
lo que requiere la demanda nacional. Es sólo mediante esa
exportación que este excedente puede adquirir un valor suficiente para
compensar el trabajo y los gastos que comporta su producción.
Las cercanías de la costa marítima o de las orillas
de los ríos navegables resultan localizaciones ventajosas para la industria
sólo porque facilitan la exportación e intercambio de las producciones
(06:05:12):
excedentes por otras, cosas más demandadas allí. Cuando los bienes
extranjeros adquiridos así con la producción local excedentaria, son ellos
mismos excedentarios con respecto a la demanda nacional, el sobrante
de ellos debe ser enviado otra vez al exterior, e
intercambiado por algo que tenga más demanda en el país. Unas 96.000
(06:05:33):
barricas de tabaco se compran anualmente en Virginia y Maryland
con parte de la producción excedente de Gran Bretaña. Pero
la demanda de Gran Bretaña no absorbe quizás más de 14.000.
Si las 82.000 restantes, por tanto, no pudieran ser exportadas a
cambio de algo que tuviese más demanda en el país,
su importación deberá detenerse de inmediato, y con ella el
(06:05:55):
trabajo productivo de todos aquellos habitantes de Gran Bretaña que
en la actualidad están ocupados preparando los bienes con los
que esas 82.000 barricas son adquiridas anualmente. Esos bienes, que son
parte del producto de la tierra y el trabajo de
Gran Bretaña, al no tener mercado nacional y al serle
suprimido el que tenían en el exterior, deberán dejar de producirse.
(06:06:17):
El comercio exterior de consumo con más rodeos, por lo tanto,
puede en algunas ocasiones ser tan necesario como el más
directo para mantener el trabajo productivo del país y el
valor de su producto anual. Cuando el capital de un
país aumenta en tal grado que no puede ser todo
invertido en abastecer el consumo y mantener el trabajo productivo
(06:06:37):
de ese país, el excedente rebosa hacia el comercio de
tránsito y es invertido en cumplir el mismo papel en
otros países. El comercio de tránsito es el efecto natural
y el síntoma de una copiosa riqueza nacional, pero no
es una causa natural de la misma. Los hombres de
Estado que intentaron favorecerlo con estímulos especiales confundieron el efecto
(06:06:58):
y el síntoma con la causa. En proporción a su
superficie y población, Holanda es con diferencia el país más
rico de Europa y tiene por eso la cuota mayor
de su comercio de tránsito. Inglaterra, quizás el segundo país
más rico de Europa, posee también una participación relevante en
el mismo, aunque lo que habitualmente se considera comercio de
(06:07:20):
tránsito de Inglaterra es probablemente a menudo nada más que
un comercio exterior de consumo con rodeos. Así son, en
buena medida, los comercios por los que se llevan a
los mercados europeos los bienes de las Indias orientales y occidentales,
y de América. Esos bienes son generalmente adquiridos o bien
inmediatamente con la producción británica o con alguna otra cosa
(06:07:42):
que ha sido comprada con esa producción, y los rendimientos
finales de esos comercios son habitualmente usados o consumidos en
Gran Bretaña. El comercio realizado con buques británicos en los
diversos puertos del Mediterráneo y algún comercio similar llevado a
cabo por mercaderes británicos entre puertos de la India, representan
probablemente las ramas principales de lo que es en realidad
(06:08:04):
el comercio de tránsito de Gran Bretaña. La extensión del
comercio interior y del capital que puede ser invertido en
el mismo, se haya necesariamente limitada por el valor del
producto excedente de todos esos lugares apartados del país que
tienen la oportunidad de intercambiar sus producciones respectivas mutuamente. La
del comercio exterior de consumo está limitada por el valor
(06:08:26):
de la producción excedente del conjunto del país y de
lo que pueda ser comprado con ella. La del comercio
de tránsito está limitada por el valor de la producción
excedente de todos los países del mundo. Su extensión posible, entonces,
es en cierto modo infinita en comparación a la de
los otros dos, y puede ser capaz de absorber los
mayores capitales. El motivo que determina que el propietario de
(06:08:51):
un capital cualquiera lo invierta en la agricultura o la
industria o en alguna rama particular del comercio mayorista o
minorista es exclusivamente la consideración de su propio beneficio privado.
Las diferentes cantidades de trabajo productivo que puede poner en
funcionamiento y los distintos valores que puede añadir al producto
anual de la tierra y el trabajo de la sociedad,
(06:09:12):
según se emplee en una u otra actividad, jamás entran
en sus pensamientos. En consecuencia, en países donde la agricultura
es el quehacer más rentable, y la agricultura y la
roturación las vías más directas hacia una espléndida fortuna, los
capitales de los individuos serán naturalmente invertidos en la forma
más provechosa para el conjunto de la sociedad. Sin embargo,
(06:09:35):
los beneficios de la agricultura no parecen ser superiores a
los de las demás actividades en ninguna parte de Europa.
En cada rincón de Europa ha habido empresarios extravagantes en
estos últimos años han divertido al público con maravillosos relatos
sobre los beneficios que pueden obtenerse del cultivo y la
mejora de las tierras. Sin entrar a analizar en detalle
(06:09:56):
sus cálculos, una observación muy simple nos demostrará que sus
resultados deben ser falsos. Todos los días comprobamos que existen
fortunas extraordinarias adquiridas en el transcurso de una vida en
el comercio y en la industria, con frecuencia a partir
de un capital muy pequeño y en ocasiones inexistente. Es
probable que en este siglo en Europa no se pueda
(06:10:18):
encontrar ni un solo ejemplo de una fortuna similar acumulada
en la agricultura en el mismo tiempo y con el
mismo capital. Asimismo, en todos los grandes países de Europa
hay mucha tierra buena todavía sin cultivar, y la mayor
parte de la que está cultivada está lejos de haber
sido mejorada todo lo que podría. La agricultura, en consecuencia,
(06:10:39):
está en casi todas partes en condiciones de absorber un
capital mucho mayor del que se ha invertido en ella
hasta hoy. En los dos libros siguientes explicaré con detalle
las circunstancias de la política de Europa que han otorgado
a las actividades de las ciudades una ventaja sobre las
del campo tan considerable que hacen que las personas particulares
(06:10:59):
a menudo consideren más ventajoso emplear sus capitales en los
más distantes comercios de tránsito de Asia y América que
en mejorar y cultivar las tierras más fértiles de su
propia región. Libro 3 De los diferentes progresos de la riqueza
en distintas naciones. Capítulo 1 Del progreso natural de la riqueza
(06:11:26):
Así como es natural que la subsistencia preceda a la
comodidad o al lujo, el trabajo que produce la primera
precede al que suministra los segundos. El cultivo y mejora
del campo que suministra la subsistencia, entonces, debe ser necesariamente
anterior al crecimiento de la ciudad, que sólo suministra comodidades
y lujos. Es sólo el producto excedente del campo, o
(06:11:48):
lo que supera a la manutención de los cultivadores, lo
que constituye la subsistencia de la ciudad, que sólo puede
expandirse cuando lo haga ese producto excedente. Es cierto que
la ciudad no siempre deriva toda su subsistencia de los
campos vecinos, y a veces ni siquiera de todo el
territorio al que pertenece, y aunque esto no representa una
excepción a la regla general, ha dado lugar a grandes
(06:12:10):
variaciones en el progreso de la riqueza en diferentes épocas
y naciones. El orden de cosas que la necesidad impone
en general, aunque no en todos los países, resulta en
cada país concreto promovido por las inclinaciones naturales de las personas.
Si las instituciones humanas no hubiesen nunca torcido esas inclinaciones,
(06:12:31):
las ciudades jamás habrían crecido más allá de lo que
podía permitir la roturación y cultivo del territorio donde se
hallaban situadas, al menos hasta que ese territorio hubiese estado
completamente roturado y cultivado. Si los beneficios son iguales, o
prácticamente iguales, la mayoría de los hombres preferirán invertir sus
capitales en la mejora y cultivo de la tierra que
(06:12:52):
en las manufacturas o el comercio exterior. El hombre que
invierte su capital en la tierra lo tiene más a
la vista y controlado, y su fortuna es menos susceptible
de accidentes que la del comerciante, que con frecuencia se
ve obligado a ponerla al albur no sólo de los
vientos y las olas sino de elementos aún más inciertos,
la insensatez y la injusticia humanas, al conceder cuantiosos créditos
(06:13:14):
en países lejanos a individuos cuya personalidad y cuyas condiciones
rara vez conoce cabalmente. El capital del terrateniente, por el contrario,
ceñido a la mejora de su tierra, parece estar tan
seguro como la naturaleza de los asuntos humanos pueda admitir. Además,
la belleza del campo, los placeres de la vida rural,
(06:13:35):
la paz de espíritu que depara y la independencia que
efectivamente proporciona, siempre que la injusticia de las leyes humanas
no lo perturbe, tienen un encanto que atrae en mayor
o menor medida a todo el mundo, y como el
cultivo de la tierra fue el destino original del hombre,
en cada etapa de su existencia parece conservar una predilección
por esta actividad primitiva. Está claro que sin la ayuda
(06:13:58):
de algunos artesanos el cultivo de la tierra sólo puede
realizarse con grandes incomodidades y continuas interrupciones. El granjero necesita
a menudo los servicios de herreros, carpinteros, fabricantes de ruedas
y arados, albañiles y fabricantes de ladrillos, curtidores, zapateros y sastres.
Estos artesanos también se necesitan a veces mutuamente, y como
(06:14:21):
su residencia, al revés que la del granjero, no está
necesariamente ligada a un lugar concreto, se agrupan naturalmente cerca
unos de otros, formando así una pequeña ciudad o pueblo.
Pronto se les unen el carnicero, el cervecero, el panadero
y otros muchos artesanos y comerciantes minoristas, necesarios o convenientes
(06:14:41):
para satisfacer sus demandas ocasionales, y que contribuyen a expandir
aún más la ciudad. Los habitantes de la ciudad y
los del campo se prestan un servicio recíproco. La ciudad
es un mercado o feria permanente a donde acuden los
habitantes del campo para cambiar sus productos primarios por productos manufacturados.
(06:15:02):
Este es el comercio que provee a los habitantes de
la ciudad tanto de los materiales para su trabajo como
de los medios para su subsistencia. La cantidad de artículos
terminados que venden a los habitantes del campo necesariamente regula
la cantidad de materiales y provisiones que compran. Por lo tanto,
ni su actividad ni su subsistencia pueden aumentar si no
(06:15:22):
es en proporción al aumento de la demanda por el
campo de artículos terminados, y esta demanda sólo puede aumentar
en proporción a la extensión de la roturación y el cultivo.
De ahí que si las instituciones humanas no hubiesen perturbado
el curso natural de las cosas, el desarrollo y enriquecimiento
progresivo de las ciudades habría sido en toda sociedad política
(06:15:43):
una consecuencia proporcionada a la mejora y cultivo de las tierras.
En nuestras colonias de América del Norte, donde todavía es
fácil conseguir tierra sin roturar, no se han establecido aún
en las ciudades industrias cuyos productos han de venderse muy
lejos de ellas. Cuando un artesano en Norteamérica acumula un
poco más de capital que lo que necesita para llevar
(06:16:05):
a cabo su labor de abastecimiento de las regiones cercanas,
nunca intenta utilizarlo para montar con él una industria para
vender en mercados lejanos, sino que lo invierte en la
compra y roturación de tierras incultas. Pasa de artesano a labrador,
y ni los altos salarios ni la fácil subsistencia que
ese país garantiza a los artesanos son capaces de seducirlo
(06:16:25):
para que trabaje para otros en vez de para sí mismo.
Siente que un artesano es un sirviente de sus clientes,
de los que obtiene su subsistencia, pero que en cambio
un cultivador que labra su propia tierra y obtiene la
subsistencia que necesita del trabajo de su propia familia, es
en realidad un amo y señor, independiente del resto del mundo.
(06:16:47):
Por otro lado, en países donde no existe tierra inculta
o donde no se la puede conseguir fácilmente, todo artesano
que acumule más capital del necesario para sus labores eventuales
en las cercanías, trata de preparar artículos que puedan venderse
más lejos. El herrero levanta una suerte de taller y
el tejedor una industria de telas de hilo o paños
(06:17:07):
de lana. Con el tiempo, estas manufacturas se van subdividiendo gradualmente,
y así se mejoran y refinan de múltiples maneras fácilmente imaginables,
y sobre las que por esa razón es innecesario abundar
en explicaciones ulteriores. En la búsqueda de empleo para un capital,
y bajo condiciones de igualdad o práctica igualdad en los beneficios,
(06:17:29):
la industria es naturalmente preferida al comercio exterior, por la
misma razón que la agricultura es preferida a la industria.
Igual que el capital del terrateniente o granjero está más
seguro que el del industrial, así el capital del industrial,
al estar siempre ante sus ojos y bajo su control,
se halla más seguro que el del comerciante internacional. Es
(06:17:50):
verdad que en cualquier etapa de cualquier sociedad, lo que
sobre tanto de la producción bruta como de la elaborada
debe ser remitida al extranjero para ser intercambiada por algo
para lo que haya demanda en el país. tiene muy
poca importancia que el capital que transporta ese sedente al
exterior sea nacional o extranjero. Si la sociedad no ha
acumulado el capital suficiente para cultivar todas sus tierras y
(06:18:13):
para manufacturar completamente todas sus materias primas, sería enormemente ventajoso
que esas materias fuesen exportadas por un capital extranjero para
que todo el capital de la sociedad pueda ser invertido
en actividades más útiles. La riqueza del Antiguo Egipto, la
de China y el Hindustán demuestran claramente que una nación
puede alcanzar un alto grado de opulencia aunque el grueso
(06:18:36):
de su comercio de exportación sea realizado por extranjeros. El
progreso de nuestras colonias de Norteamérica y las Indias Occidentales
habría sido mucho menos rápido si en la exportación de
su producción excedente no se hubiesen invertido otros capitales que
los suyos propios. Por lo tanto, según el curso natural
de las cosas, la mayor parte del capital en toda
(06:18:58):
sociedad que crece se dirige primero a la agricultura, después
a la industria y por último al comercio exterior. Este
orden es algo tan natural que se ha cumplido en
cierto grado en todas las sociedades que han poseído algún territorio.
se debió cultivar una parte de sus tierras antes de
que se pudieran establecer ciudades de alguna importancia, y se
(06:19:18):
debió poner en marcha alguna clase de industria manufacturera rudimentaria
antes de que pudieran empezar a pensar en dedicarse al
comercio exterior. Pero aunque este orden natural de las cosas
debe haber regido en cierto grado en todas las sociedades,
ha sido en muchos aspectos radicalmente invertido en los modernos
estados de Europa. El comercio exterior de algunas de sus
(06:19:40):
ciudades ha introducido todas sus manufacturas más refinadas o que
podían ser vendidas en lugares lejanos, y las industrias y
el comercio exterior han ocasionado juntos las mejoras principales en
la agricultura. Los usos y costumbres impuestos por la naturaleza
de sus gobiernos primitivos, y que permanecieron cuando esos gobiernos
fueron profundamente modificados, los forzaron necesariamente a seguir este orden
(06:20:04):
antinatural y retrógrado. Capítulo 2 Del desaliento de la agricultura en
la antigua Europa tras la caída del Imperio Romano Cuando
las naciones germánicas y hesitas invadieron las provincias occidentales del
Imperio Romano, las perturbaciones que siguieron a tan profunda revolución
duraron varios siglos. La rapiña y violencia que los bárbaros
(06:20:26):
ejercieron contra los antiguos habitantes interrumpieron el comercio entre las
ciudades y el campo. Las ciudades quedaron desiertas y el
campo sin cultivar, y las provincias del oeste de Europa,
que bajo el imperio romano habían disfrutado de un alto
grado de riqueza, se hundieron en el estado más bajo
de pobreza y barbarie. Mientras perduraron los desórdenes, los jefes
(06:20:48):
y líderes principales de dichas naciones adquirieron o usurparon la
mayor parte de las tierras de esas provincias. El grueso
de las mismas estaba sin cultivar, pero ninguna fracción de ellas,
cultivada o no, quedó sin propietario. Todas fueron apropiadas y
la mayor parte por un puñado de grandes propietarios. El
(06:21:08):
acaparamiento de tierras incultas, aunque fue una gran calamidad, pudo
haber sido transitoria. Pudieron pronto haber sido divididas otra vez
y separadas en pequeñas parcelas a través de herencias o ventas.
La ley de la primogenitura impidió que fuesen divididas por herencias,
y la introducción de las vinculaciones impidió que fuesen divididas
(06:21:29):
por enajenación. Cuando la tierra, igual que los bienes muebles,
es considerada sólo como medio de subsistencia y placer, la
ley natural de la herencia la divide, como hace con ellos,
entre todos los hijos de la familia, entre todos cuya
subsistencia y placer puede suponerse que tienen el mismo interés
para el Padre. Esta ley natural de la sucesión rigió
(06:21:51):
entre los romanos, que no efectuaron más distinción entre el
mayor y el menor ni entre el hombre y la
mujer en la herencia de las tierras que nosotros en
la distribución de los muebles. Pero cuando la tierra pasó
a ser considerada no sólo meramente como medio de subsistencia
sino también de poder y protección, se pensó que era
mejor que fuese transmitida sin división a una sola persona.
(06:22:13):
En aquellos tiempos convulsos, cada gran terrateniente era una especie
de pequeño príncipe. Sus arrendatarios eran sus súbditos. Él era
su juez, y en algunos aspectos su legislador en la
paz y su jefe en la guerra. Guerreaba según su
propia discreción, a menudo contra sus vecinos y a veces
contra su soberano. La seguridad de una finca rústica, entonces,
(06:22:37):
la protección que su propietario podía garantizar a quienes vivían
en ella, dependía de su extensión. Dividirla era arruinarla y
exponer a cualquiera de sus partes a ser oprimida y
engullida por las incursiones de los vecinos. Y así se
impuso la ley de la primogenitura en las herencias de
la propiedad de la tierra, no inmediatamente por cierto sino
(06:22:58):
a lo largo de un proceso, por la misma razón
por la que ha sido generalmente aplicada en la sucesión
de las monarquías, aunque no se haya aplicado en su
institución original. Para que el poder y consiguientemente la seguridad
de la monarquía no se vea debilitado por la división,
debe transmitirse de forma completa a un solo hijo. Para
determinar a qué hijo se ha de otorgar tan importante
(06:23:20):
preferencia debe existir una ley general, basada no en las
dudosas distinciones del mérito personal sino en alguna diferencia clara
y evidente que no admita discusión. Entre los hijos de
una misma familia no puede haber diferencias indisputables que no
sean de sexo o de edad. El sexo masculino es
universalmente preferido al femenino, y cuando las demás cosas son iguales,
(06:23:43):
el de más edad va antes que el más joven.
De ahí el origen del derecho de primogenitura y de
lo que se llama línea sucesoria. Con frecuencia las leyes
continúan en vigor mucho después que hayan desaparecido las circunstancias
que las provocaron y que eran las únicas que constituían
su razón de ser. En la situación actual de Europa,
(06:24:03):
el propietario de un acre de tierra está tan seguro
de su posesión como el propietario de 100.000. El derecho de primogenitura,
sin embargo, todavía sigue siendo respetado, y como es de
entre todas las instituciones la más adecuada para mantener el
orgullo de las distinciones familiares, es probable que perdure durante
muchos siglos. En cualquier otro aspecto, nada puede ser más
(06:24:27):
opuesto al interés real de una familia numerosa que el
derecho que empobrece a todos los hijos para enriquecer a uno.
Las vinculaciones son consecuencia natural del derecho de primogenitura. Fueron
establecidas para preservar la línea sucesoria, cuya primera idea fue
el derecho de primogenitura, y para obstaculizar que cualquier fracción
(06:24:47):
de la finca original abandonase la línea propuesta sea por donación,
legado o enajenación, sea por la insensatez o la desgracia
de alguno de los sucesivos propietarios. Las vinculaciones eran completamente
desconocidas para los romanos. Ni las sustituciones ni los fideicomisos
se les parecen en nada, a pesar de que algunos
(06:25:07):
juristas franceses hayan considerado conveniente vestir a la institución moderna
con el lenguaje y la indumentaria de esas más antiguas.
Cuando las vastas posesiones de tierras eran una suerte de principados,
las vinculaciones pueden haber estado justificadas. Igual que las denominadas
leyes fundamentales de algunas monarquías, podían con frecuencia impedir que
(06:25:29):
el capricho o la extravagancia de un hombre pusiese en
peligro la seguridad de miles. Pero en la situación presente
de Europa, cuando las fincas grandes y pequeñas obtienen su
seguridad de las leyes del país, nada puede ser más absurdo.
están basadas en el más infundado de los supuestos, el
supuesto de que cada generación sucesiva de seres humanos no
(06:25:50):
tiene el mismo derecho al planeta y a todo lo
que encierra, y que la propiedad de la generación presente
debe ser restringida y regulada según el capricho de quienes
llevan quizás 500 años muertos. Las vinculaciones, sin embargo, siguen en
vigor en buena parte de Europa, en especial en aquellos
países en donde una noble cuna es requisito necesario para
(06:26:11):
disfrutar honores civiles o militares. Se pensó que las vinculaciones
eran necesarias para mantener este privilegio exclusivo de la nobleza
en los altos cargos y honores del país, y una
vez que dicha clase usurpó injustamente una ventaja sobre el
resto de sus conciudadanos, se pensó que era razonable que
tuviera otra, para impedir que la pobreza la tornase en ridícula.
(06:26:34):
Se dice que el derecho común de Inglaterra aborrece las
perpetuidades y que por eso son allí más restringidas que
en cualquier otra monarquía europea, pero siguen existiendo. Se estima
que actualmente más de un quinto y quizás más de
un tercio de las tierras de Escocia se encuentran bajo
vinculación estricta. De esta manera no sólo fueron acaparadas amplias
(06:26:55):
extensiones de tierra inculta por algunas familias sino que la
alternativa de que fuesen otra vez divididas fue en la
medida de lo posible vedada para siempre. Rara vez ocurre,
en pero, que un gran propietario sea un excelente cultivador.
En los caóticos tiempos que dieron lugar a esas instituciones
bárbaras el gran propietario estaba ya bastante ocupado con defender
(06:27:16):
sus propios territorios o con extender su jurisdicción y autoridad
sobre los de sus vecinos. No tenía tiempo libre para
vigilar el cultivo y mejora de los campos. Una vez
que el establecimiento de la ley y el orden le
dio ese tiempo, muchas veces no tenía la afición y
casi siempre carecía de las habilidades necesarias. Si los gastos
(06:27:37):
de su casa y su persona igualaban o superaban su ingreso,
lo que ocurría con mucha frecuencia, no tenía capital para
emplearlo de esa forma. Si era ahorrador, generalmente veía más
rentable invertir sus ahorros anuales en nuevas compras más que
en la mejora de su antigua propiedad. El cultivo rentable
de la tierra, como cualquier otra empresa, exige prestar una
(06:28:00):
atención minuciosa a los pequeños ahorros y pequeñas ganancias, algo
de lo que rara vez es capaz una persona que
ha nacido con una copiosa fortuna, aunque sea de naturaleza frugal.
La condición de un hombre de esas características lo dispone
naturalmente a atender más al ornato que satisface sus caprichos
que a un beneficio que apenas necesita. Desde su infancia
(06:28:22):
se ha acostumbrado a preocuparse por la elegancia de sus atavíos,
su equipo, su casa y sus muebles. El tipo de
mentalidad que este hábito naturalmente moldea sigue presente cuando él
llega a pensar en la mejora de las tierras. Quizás
embellezca cuatrocientos o quinientos acres en los alrededores de su casa,
a un coste que supera diez veces lo que la
(06:28:42):
tierra vale después de las mejoras, y comprobará que si
se dedica a mejorar todas sus posesiones de la misma forma,
y no está preparado para hacerlo de ninguna otra, estará
en quiebra antes de haber completado la décima parte de
la tarea. Todavía hay en las dos partes del Reino
Unido grandes fincas que han permanecido sin interrupción en las
manos de la misma familia desde la época de la
(06:29:04):
anarquía feudal. Si se compara su situación con la de
las posesiones de los pequeños propietarios de las cercanías no
será necesario ningún otro argumento para convencerse de hasta qué
punto esas propiedades tan extensas son contrarias al progreso de
la agricultura. Si eran pocas las mejoras que podían esperarse
de dichos grandes propietarios, menos se podía esperar de aquellos
(06:29:27):
que las ocupaban. En la antigua Europa los ocupantes de
la tierra eran todos arrendatarios a voluntad del Señor. Todos
o casi todos eran esclavos, pero su esclavitud era más
suave que la vigente entre los antiguos griegos o romanos,
o incluso que la actual en nuestras colonias de las
Indias occidentales. Se suponía que pertenecían más directamente a la
(06:29:49):
tierra que al Señor, de ahí que pudiesen ser vendidos
con ella, pero no separadamente. Podían casarse sólo con el
consentimiento de su Señor, quien no podía después disolver el
matrimonio vendiendo al marido y la mujer a personas diferentes.
Si mutilaba o asesinaba a alguno se exponía a una
cierta pena, pero generalmente era pequeña. Los colonos por su
(06:30:12):
parte no podían comprar propiedades, lo que adquirían lo compraban
a su señor y él podía arrebatárselo a placer. Toda
roturación y cultivo desarrollados a través de estos esclavos eran
considerados como efectuados por el amo. Todo era a su costa.
La semilla, el ganado y los aperos de labranza eran suyos.
(06:30:32):
Todo redundaba en su beneficio y los esclavos no podían
conseguir más que su subsistencia cotidiana. En este caso, por
lo tanto, era el propietario el que realmente ocupaba su
tierra y la cultivaba a través de sus siervos. Esta
suerte de esclavitud perdura todavía en Rusia, Polonia, Hungría, Bohemia,
Moravia y otras partes de Alemania. Sólo ha sido completamente
(06:30:56):
abolida en las regiones del oeste y del sur de Europa.
Si rara vez pueden esperarse grandes mejoras de grandes propietarios,
todavía menos pueden esperarse cuando emplean a esclavos como sus trabajadores.
Creo que la experiencia de todos los tiempos y naciones
demuestra que el trabajo de los esclavos, aunque parece costar
sólo su manutención, es en última instancia el más caro
(06:31:19):
de todos. Una persona que no puede adquirir propiedad alguna
no puede tener otro interés que comer el máximo posible
y trabajar el mínimo. Es sólo mediante la violencia, y
nunca por su propio interés, que se puede extraer de
esa persona un esfuerzo superior al suficiente para comprar su
propia manutención. Plinio y Columela subrayan el grado en que
(06:31:40):
degeneró el cultivo de los cereales en la antigua Italia,
y hasta qué punto resultó poco rentable al patrono cuando
fue realizado por esclavos. Tampoco era mejor en la antigua
Grecia en tiempos de Aristóteles. Cuando Platón describe las leyes
de la república ideal, sostiene que mantener cinco mil hombres ociosos,
el número de guerreros necesarios para su defensa, con sus
(06:32:02):
mujeres y sirvientes, requeriría un territorio de extensión y fertilidad ilimitadas,
como las llanuras de Babilonia. El orgullo del hombre hace
que ame el dominio, y nada le mortifica más que
el verse obligado a condescender a persuadir a sus inferiores.
Siempre que la ley lo autorice y la naturaleza del
trabajo lo permita, entonces, preferirá generalmente el servicio de esclavos
(06:32:26):
que el de hombres libres. La plantación de azúcar o
tabaco puede soportar el coste del cultivo con esclavos. Pero
no parece que el cereal lo permita actualmente. En las
colonias inglesas, cuya producción principal son los cereales, la mayor
parte del trabajo es realizada por hombres libres. La reciente
decisión de los cuáqueros de Pensilvania de liberar a todos
(06:32:48):
sus esclavos negros induce a pensar que no pueden ser muchos,
en caso contrario jamás habrían acordado esa medida. En nuestras
colonias azucareras, por el contrario, todo el trabajo es hecho
por esclavos, y en las tabaqueras la mayor parte. Los
beneficios de una plantación de azúcar en cualquiera de nuestras
colonias de las Indias Occidentales son normalmente muy superiores a
(06:33:11):
los de cualquier otro cultivo en Europa o América. Y
los beneficios de una plantación de tabaco, aunque menores que
los del azúcar, son mayores que los del cereal, como
ya ha sido apuntado. Ambos casos pueden soportar los costes
del cultivo con esclavos, aunque el azúcar lo hace mejor
que el tabaco. Por ello el número de negros en
(06:33:32):
proporción al de blancos es mucho mayor en nuestras colonias
azucareras que en las tabaqueras. Al cultivo con esclavos de
la antigüedad sucedió gradualmente una suerte de granjeros conocidos hoy
en Francia con el nombre de métallers y en latín
coloni partiarí. Hace tanto tiempo que no existen en Inglaterra
que no sé cómo llamarlos en inglés. El propietario le
(06:33:54):
suministraba semillas, ganado e instrumentos de labranza, en suma, todo
el capital necesario para cultivar la granja. El producto se
dividía en partes iguales entre el propietario y el granjero,
después de separar la parte considerada indispensable para mantener el capital,
que era restituida al dueño cuando el granjero dejaba la
tierra o era forzado a abandonarla. La tierra ocupada por
(06:34:18):
tales arrendatarios es cultivada en realidad a expensas del propietario
tanto como la ocupada por esclavos. Hay sin embargo una
diferencia absolutamente crucial entre ambos casos. Esos arrendatarios, al ser
hombres libres, pueden adquirir propiedad, y al conservar una cierta
fracción del producto de la tierra tienen un nítido interés
en que el producto total sea el máximo posible, para
(06:34:41):
que su proporción también lo sea. Un esclavo, por el contrario,
que nada puede adquirir salvo su manutención, atiende a su
propia comodidad y hace que la tierra produzca el mínimo
posible sobre dicha manutención. Esta suerte de servidumbre llegó finalmente
a ser un completo fastidio, y las posesiones con villanaje
gradualmente desaparecieron en la mayor parte de Europa, probablemente en
(06:35:05):
parte por esa ventaja y en parte por las intromisiones
que el soberano, siempre celoso de los grandes señores, gradualmente
estimuló entre sus vasallos para que se apartasen de la
autoridad de éstos. No obstante, el momento y la forma
en que tan importante revolución se llevó a cabo constituyen
uno de los puntos más oscuros de la historia moderna.
(06:35:26):
La Iglesia de Roma reivindica una gran responsabilidad en ello,
y es verdad que ya en el siglo XII Alejandro
III promulgó en una bula la emancipación universal de los esclavos,
pero parece haber sido más una exhortación piadosa que una
ley que exigía la estricta obediencia de los fieles. La
esclavitud continuó después en todo el mundo durante varios siglos,
(06:35:47):
hasta que fue gradualmente abolida merced a los dos intereses mencionados,
el del propietario por un lado y el del soberano
por el otro. Un siervo emancipado, y que al mismo
tiempo puede continuar en posesión de la tierra, sólo podía
cultivarla mediante los adelantos del terrateniente, y por ello debe
haber sido lo que los franceses llaman un« metailleur». Pero
(06:36:08):
a esta clase de cultivadores nunca les podría interesar invertir
en mejoras adicionales de la tierra ninguna parte del pequeño
capital que fuesen capaces de ahorrar de su cuota de
la producción, puesto que el señor, que no invertía nada,
habría de llevarse la mitad de lo producido. El diezmo,
que es apenas la décima parte de la producción, es
un grave obstáculo para las mejoras. Por tanto, un impuesto
(06:36:32):
equivalente a la mitad de la producción debe haber sido
una barrera frente a ellas igualmente eficaz. Puede que al
Metayer le interesara hacer que la tierra produjera el máximo
con el capital suministrado por el propietario, pero jamás le
interesará mezclar con el ninguna parte de su propio capital.
En Francia, donde se dice que cinco sextas partes del
(06:36:53):
reino se hallan aún ocupadas por ese tipo de cultivadores,
los propietarios se quejan de que sus metayers aprovechan cualquier
oportunidad para utilizar el ganado de sus amos en el
transporte y no en el cultivo, puesto que en un
caso recogen ellos todo el beneficio y en el otro
lo comparten con el terrateniente. Esta suerte de arrendatarios todavía
subsiste en algunos lugares de Escocia, donde se les llama
(06:37:16):
still bowed. Los antiguos arrendatarios ingleses, que según el varón
Hilbert y el doctor Blackstone eran más bien administradores del
señor que granjeros propiamente dichos, eran probablemente de esa misma clase.
Después de esta especie de arrendatarios vinieron, pero muy gradualmente,
auténticos agricultores, que cultivaban la tierra con su propio capital,
(06:37:39):
pagando una determinada renta al propietario. Cuando esos granjeros tienen
un arrendamiento por un número dado de años, puede que
en ocasiones les interese invertir una parte de su capital
en mejoras ulteriores de la tierra, puesto que esperan recuperar
su inversión, con un amplio beneficio, antes de que venza
su contrato. Pero la posesión de estos granjeros fue durante
(06:38:00):
mucho tiempo en extremo precaria, y aún lo es en
muchas partes de Europa. Cualquiera que comprase la tierra podría
legalmente desahuciarlos antes del vencimiento de su contrato, en Inglaterra
podía hacerse incluso mediante la acción ficticia de una Common Recovery.
Si eran ilegalmente expulsados por la violencia de su señor,
la acción judicial reparadora era extremadamente imperfecta, no siempre los
(06:38:25):
restauraba en la posesión de la tierra sino que les
fijaba una indemnización que nunca equivalía a la pérdida real.
Incluso en Inglaterra, el país de Europa donde quizás se
ha respetado más al campesinado libre, no fue hasta el
año 14 del reinado de Enrique VII cuando se inventó la
acción de desahucio, por la cual el arrendatario recupera no
sólo los daños sino la posesión, y su demanda no
(06:38:47):
concluye con la incierta sentencia de un solo tribunal. Esta
acción ha sido un remedio tan eficaz que en la actualidad,
cuando el terrateniente litiga por la posesión de la tierra,
rara vez recurre a las acciones que verdaderamente le corresponden
en tanto que propietario, como las de dominio o entrada,
sino que litiga en nombre de su arrendatario con la
acción de desahucio. Por tanto, en Inglaterra la seguridad del
(06:39:11):
arrendatario es la misma que la del propietario. Además, en
Inglaterra un arrendamiento vitalicio de 40 chelines anuales es un dominio
absoluto sobre una finca y autoriza al arrendatario a votar
por un miembro del Parlamento. Y como el grueso de
los campesinos libres tienen dominios de este tipo, toda su
clase se vuelve respetable a los ojos de sus terratenientes,
(06:39:33):
por la importancia política que ello les confiere. Pienso que,
salvo Inglaterra, en ninguna parte de Europa puede el arrendatario
construir sobre un terreno que no tiene contratado y confiar
en que el dueño no se aprovechará de una mejora
tan importante. Esas leyes y costumbres tan favorables al campesinado
libre han contribuido a la grandeza actual de Inglaterra probablemente
(06:39:56):
más que todas sus tan alabadas reglamentaciones comerciales. La ley
que protege a los arrendamientos más prolongados contra sucesores de
cualquier tipo es, que yo sepa, privativa de Gran Bretaña.
Fue establecida en Escocia ya en 1449, por ley de Jacobo II.
Sin embargo, su benéfica influencia ha sido obstruida por las vinculaciones,
(06:40:19):
porque los que heredaban propiedades vinculadas no podían arrendadas por
plazos muy largos, y frecuentemente no podían hacerlo por más
de un año. Una ley posterior del Parlamento moderó algo
los obstáculos, pero todavía siguen siendo demasiado estrictos. Además, como
ningún arrendamiento en Escocia otorga derecho a votar por un
(06:40:40):
miembro del Parlamento, los señores respetan a los campesinos menos
que en Inglaterra. Aunque en otras partes de Europa se
creyó conveniente asegurar a los arrendatarios contra herederos y compradores,
los plazos de esta protección se limitaron a periodos muy cortos.
Por ejemplo, en Francia fueron de nueve años desde el
comienzo del arrendamiento. Es verdad que recientemente el plazo ha
(06:41:03):
sido ampliado hasta 27 años, pero el lapso es aún demasiado
breve para estimular al arrendatario a realizar las mejoras más importantes. Antiguamente,
en toda Europa los propietarios de la tierra eran los legisladores.
Por ello, las leyes referidas a la tierra eran redactadas
según lo que ellos suponían que eran los intereses del propietario.
(06:41:26):
Imaginaron que le convenía que ningún contrato firmado por sus
predecesores le impidiese disfrutar por muchos años del valor pleno
de su tierra. La avaricia y la injusticia son siempre miopes,
y ellos no percibieron en qué medida esas reglamentaciones iban
a obstruir las mejoras y a perjudicar por eso el
interés verdadero del terrateniente a largo plazo. Además de pagar
(06:41:48):
la renta, en tiempos antiguos se suponía que los granjeros
debían prestar al señor un gran número de servicios, que
rara vez eran especificados en los contratos de arrendamiento ni
regulados por ninguna norma precisa, sino que dependían de los
usos y costumbres del feudo o varonía. En consecuencia, al
ser estos servicios casi totalmente arbitrarios, sometían al arrendatario a
(06:42:11):
múltiples vejaciones. La abolición en Escocia de todos los servicios
que no estén precisamente estipulados en el contrato de arrendamiento
ha mejorado mucho y en pocos años las condiciones de
los campesinos en ese país. Las prestaciones públicas a que
estaba obligado el campesinado no eran menos arbitrarias que las privadas.
(06:42:31):
La construcción y conservación de carreteras, una servidumbre que tengo
entendido todavía subsiste en todas partes, aunque con distintos niveles
de opresión según los países, no era la única. Cuando
las tropas del rey, su séquito, familia o funcionarios de
toda clase, cruzaban por cualquier parte del país, los campesinos
estaban obligados a suministrarles caballos, carruajes y provisiones, a un
(06:42:55):
precio regulado por quien recibía los bienes. Creo que Gran
Bretaña es la única monarquía de Europa donde esta vejación
ha sido abolida por completo. Todavía subsiste en Francia y Alemania.
Los impuestos que debían soportar eran tan irregulares y opresivos
como las prestaciones. Los antiguos señores, aunque siempre eran muy
(06:43:17):
reacios a brindar a su soberano ninguna ayuda pecuniaria, le
permitían de buen grado que cobrase impuestos a sus granjeros,
y no supieron ver en qué grado esto iba a
afectar en última instancia a sus propios ingresos. La teille,
que todavía existe en Francia, es un ejemplo de esos
antiguos tributos. Es un gravamen sobre los beneficios supuestos del granjero,
(06:43:39):
que allí estiman según el capital que haya invertido en
la granja. Por lo tanto, su interés estará en tener
el mínimo posible y emplear así el mínimo posible en
su cultivo y nada en su mejora. Si algún capital
se acumula en las manos de un granjero francés, la
teille equivale casi a una prohibición de invertirlo en la tierra. Además,
(06:44:00):
se supone que este impuesto deshonra a cualquiera que sea
sometido al mismo, lo degrada no sólo por debajo del
nivel de un caballero sino incluso del de un villano,
y lo deben pagar todos los que arrienden tierras de otros.
Ningún caballero, ni siquiera un villano con capital se expondrá
a esa degradación. En consecuencia, el impuesto no sólo impide
(06:44:21):
que el capital que se acumula gracias a la tierra
sea invertido en su mejora, sino que además aleja de
ella a todos los demás capitales. Los antiguos diezmos y decimoquintos,
tan corrientes antaño en Inglaterra, fueron tributos de igual naturaleza
que la teye, en la medida en que afectaban a
la tierra. Con todas estas trabas, eran pocas las mejoras
(06:44:43):
que podían esperarse de los ocupantes de la tierra. Esa
clase de personas, incluso con toda la libertad y la
seguridad que proporciona la ley, siempre prospera sorteando grandes desventajas.
En comparación con el propietario, el granjero es como el
comerciante que negocia con dinero prestado frente al que lo
hace con sus propios fondos. El capital de ambos puede progresar,
(06:45:06):
pero si su conducta es la misma, el del primero
debe evolucionar más lentamente que el del segundo, debido a
la amplia sección de sus beneficios que es absorbida por
los intereses del préstamo. Análogamente, las tierras cultivadas por el granjero,
si la conducta es la misma, serán mejoradas más despacio
que las cultivadas por el propietario, debido a la cuota
(06:45:27):
del producto que se destina a la renta y que,
si el granjero fuese el propietario, podría invertirse en una
mejora adicional de la tierra. El estatus del granjero, asimismo,
es por naturaleza inferior al del dueño. En la mayor
parte de Europa los campesinos son considerados como una clase
inferior al grueso de los comerciantes y artesanos, y en
(06:45:49):
toda Europa como una clase inferior a los grandes mercaderes
y los maestros artesanos. Rara vez sucederá que un hombre
con algún capital abandone una clase superior para colocarse en
una inferior. Por lo tanto, incluso en el estado actual
de Europa, es probable que haya muy pocos capitales que
se desplacen desde otras profesiones hacia la mejora y cultivo
(06:46:10):
de la tierra. Esto ocurre quizás en mayor grado en
Gran Bretaña que en ningún otro país, si bien incluso
allí los grandes capitales que en algunos lugares se hayan
invertido en granjas han sido generalmente adquiridos en la agricultura,
la actividad en la que acaso el capital se acumule
más lentamente que en ninguna otra. Sin embargo, después de
(06:46:31):
los pequeños propietarios, las principales mejoras en todos los países
corren a cargo de los granjeros más ricos e importantes.
Su número posiblemente sea mayor en Inglaterra que en cualquier
otra monarquía europea. Parece que en las repúblicas de Holanda
y de Berna, en Suiza, los granjeros no van a
la saga de los ingleses. Además de todo lo dicho,
(06:46:54):
la antigua política de Europa fue contraria a la mejora
y cultivo de la tierra, fuese ésta explotada por el
dueño o por el agricultor. Primero, debido a la prohibición
general de exportar cereales sin un permiso especial, una reglamentación
que parece haber estado vastamente extendida. Y segundo, por las
restricciones impuestas al comercio interior, no sólo de cereales sino
(06:47:15):
de casi cualquier otro producto agrícola, por las leyes absurdas
contra los acaparadores. revendedores y especuladores, y por los privilegios
otorgados a ferias y mercados. Ya se ha observado la
forma en que la prohibición de exportar cereales, junto a
algunos estímulos a su importación, obstruyó el cultivo en la
antigua Italia, a pesar de ser por naturaleza el país
(06:47:37):
más fértil de Europa, y en aquel entonces la sede
del mayor imperio del mundo. No es fácil conjeturar hasta
qué punto dichas restricciones al comercio interior de esta mercancía,
junto con la prohibición de exportarla, pueden haber desanimado el
cultivo en países menos fértiles y con circunstancias menos favorables.
CAPÍTULO 3 DE LA APARICIÓN Y DESARROLLO DE CIUDADES Y PUEBLOS
(06:48:00):
TRAS LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO Tras la caída del
Imperio Romano, los habitantes de ciudades y pueblos no se
vieron en mejor situación que los del campo. Es verdad
que se trataba de una clase de personas muy distinta
de los primeros habitantes de las antiguas repúblicas de Grecia
(06:48:22):
e Italia. En estas últimas vivían los dueños de las tierras,
entre los que inicialmente se dividió el territorio, y que
creyeron conveniente construir sus casas cercanas unas de otras y
cercar el conjunto con una muralla, con objeto de tener
una defensa común. Después del final del Imperio Romano, por
el contrario, los propietarios de las tierras vivieron generalmente en
(06:48:45):
castillos fortificados dentro de sus propios campos, rodeados por sus
arrendatarios y servidores. Las ciudades fueron habitadas fundamentalmente por comerciantes
y artesanos, que en esa época se hallaban en una
condición servil o casi servil. Los privilegios concedidos por antiguos
estatutos a los habitantes de algunas de las principales ciudades
(06:49:06):
europeas muestran claramente cómo estarían antes de tales concesiones. Unas
personas que recibieron como privilegio el derecho a dar a
sus hijas en matrimonio sin el consenso del Señor, el
que a su muerte sus bienes pudiesen ser heredados por
sus hijos y no por el Señor, y el poder
disponer de sus bienes mediante un testamento, debían estar con
anterioridad a tales concesiones en una situación de servidumbre igual
(06:49:29):
o casi igual a la de quienes vivían en el campo.
Debieron ser sin duda personas muy pobres, que solían deambular
con sus mercancías de lugar en lugar y de feria
en feria, como los boneros y chalanes de hoy en día.
En todos los países de la Europa de entonces, de
igual forma que en los estados tártaros de Asia actualmente,
se aplicaban impuestos sobre los viajeros y sus bienes cuando
(06:49:52):
cruzaban algunos feudos, pasaban por ciertos puentes, llevaban sus géneros
de un lugar a otro en una feria, y cuando
levantaban allí una caseta o tenderete para venderlos. En Inglaterra
esos impuestos eran denominados peaje, pontazgo, estadaje y postazgo. En
algunas ocasiones el rey, en otras un gran señor, tenía
(06:50:13):
autoridad para declarar exentos de esos tributos a algunos comerciantes,
en especial los que residían en sus dominios. Tales comerciantes,
aunque en otros aspectos se hallaban en una condición servil
o casi servil, eran por esa razón llamados comerciantes francos.
En compensación, solían pagar a su protector una especie de
(06:50:33):
impuesto anual de capitación. En esa época era raro otorgar
protección sin que mediase alguna prenda de valor, y quizás
este impuesto puede ser considerado como una compensación por lo
que sus protectores perdían con la exención de los demás tributos.
Los impuestos de capitación y las exenciones fueron al principio
exclusivamente personales y afectaban sólo a algunas personas, bien durante
(06:50:56):
toda su vida o como los protectores decidiesen. Los muy
imperfectos catastros de varias ciudades de Inglaterra mencionan a menudo
el impuesto que algunos habitantes pagaban al rey o a
algún otro gran señor por esta clase de protección, indicando
lo que pagaba cada uno, y a veces registran sólo
el monto total de dichos gravámenes. Pero por servir que
(06:51:17):
haya sido la condición original de los habitantes urbanos, es
evidente que lograron la independencia y la libertad mucho antes
que los campesinos. La parte de los ingresos reales que
provenía de dichos impuestos de capitación en cualquier ciudad era
normalmente arrendada durante un determinado número de años por un
tanto alzado, a veces a la autoridad del condado, y
(06:51:38):
a veces a otras personas. Frecuentemente los mismos ciudadanos gozaban
del crédito suficiente como para arrendar los ingresos de ese
tipo que se originaban en su propia ciudad, y se
hacían responsables mancomunada e individualmente de la totalidad de la renta.
Estos arrendamientos eran bastante convenientes para la hacienda de los
soberanos de toda Europa, que solían arrendar feudos enteros a
(06:52:02):
sus pobladores, que se hacían responsables de toda la renta.
Mancomunada y solidariamente, a cambio se les permitía recaudarla a
su manera, y pagarla al tesoro real a través de
sus propios administradores, con lo que daban a resguardo de
la insolencia de los funcionarios del rey. Circunstancia considerada en
esa época de la máxima importancia. Al principio, esas rentas
(06:52:24):
se arrendaron a los ciudadanos probablemente igual que a cualquier
otro arrendatario, es decir, sólo por un número dado de años.
Con el tiempo, no obstante, se generalizó la práctica de
arrendarlas en feudo, es decir a perpetuidad, fijándose una renta
que no podía aumentar después. Al convertirse el pago en perpetuo,
(06:52:45):
se convirtieron naturalmente también en perpetuas las exenciones a cambio
de las cuales era realizado. Así, dichas exenciones dejaron de
ser personales y no pudieron ser consideradas después como pertenecientes
a individuos en tanto individuos sino en tanto ciudadanos de
determinadas villas en particular, que fueron por eso llamadas villas francas,
(06:53:05):
por la misma razón por la que ellos fueron denominados
ciudadanos francos o comerciantes francos. Junto con esta concesión se
otorgaba normalmente a los ciudadanos de la villa que la
recibía los importantes privilegios antes mencionados, dar a sus hijas
en matrimonio, que sus hijos fuesen sus herederos, y poder
disponer de sus bienes mediante testamento. No sé si tales
(06:53:27):
privilegios eran antes otorgados habitualmente a ciudadanos concretos, en tanto individuos,
junto con la libertad de comerciar. No es improbable que
así haya sido, pero no tengo datos fehacientes. En cualquier caso,
al haber sido librados de los signos principales de la
servidumbre y la esclavitud, se convirtieron en personas libres, en
(06:53:48):
el sentido que damos hoy a la palabra libertad. Esto
no fue todo. Generalmente se integraron al mismo tiempo en
comunidades o corporaciones, con el privilegio de contar con magistrados
y ayuntamientos propios, dictar ordenanzas para su gobierno, levantar murallas
para su propia defensa y someter a todos los habitantes
(06:54:08):
a una suerte de disciplina militar, obligándolos como se decía
antes a velar y custodiar, es decir, a guardar y
defender esas murallas noche y día contra cualquier ataque e incidente.
En Inglaterra se los eximió por regla general de ser
llevados a los tribunales de ciento y de condado, y
todos los litigios que se plantearan entre ellos, salvo los
(06:54:29):
que afectaran a la corona, eran resueltos por sus propios magistrados.
En otros países se les concedió a menudo una jurisdicción
mayor y más extensa. Posiblemente resultó necesario otorgar a las
ciudades que arrendaban sus impuestos algún tipo de jurisdicción efectiva
para que pudiesen obligar a sus ciudadanos a pagar. En
(06:54:49):
aquellos tiempos de desorden habría sido extremadamente inconveniente el obligarlas
a buscar esa clase de justicia en ningún otro tribunal.
Pero lo que resulta extraordinario es que los soberanos de
toda Europa hayan intercambiado de esa manera por una renta fija,
que nunca podría aumentar, la rama de sus ingresos que
era probablemente la más susceptible de aumentar con el curso
(06:55:10):
natural de las cosas, sin requerir gasto ni atención por
su parte, y que hayan, además, erigido así voluntariamente una
especie de repúblicas independientes en el corazón mismo de sus dominios.
Para comprender esto es preciso recordar que en aquel entonces
prácticamente ningún soberano de Europa era capaz de proteger en
todo el ámbito de sus dominios a la parte más
(06:55:32):
débil de sus súbditos contra la tiranía de los grandes señores.
Aquellos a quienes la ley no podía amparar, y que
no eran lo suficientemente fuertes como para defenderse por sí solos,
se veían forzados o bien a solicitar la protección de
algún gran señor, y a convertirse en sus esclavos o
vasallos para conseguirla, o bien a agruparse en una liga
(06:55:52):
de defensa mutua para la protección general de todos. Los
habitantes de las ciudades y burgos, considerados individualmente, carecían del
poder para defenderse, pero si se integraban con sus vecinos
en una liga de defensa mutua, entonces podían ofrecer una
resistencia nada desdeñable. Los señores despreciaban a los ciudadanos o burgueses,
(06:56:13):
a los que contemplaban no sólo como miembros de una
clase distinta sino como un grupo de esclavos emancipados, casi
como seres de una especie diferente de la suya. La
riqueza de los burgueses siempre provocaba su envidia e indignación,
y los saqueaban cada vez que podían sin piedad ni remordimiento. Naturalmente,
los ciudadanos odiaban y temían a los señores. Y el
(06:56:37):
rey también los odiaba y temía, pero aunque quizás podía
despreciar a los burgueses, no tenía motivos ni para odiarlos
ni para temerlos. Por lo tanto, el interés común dispuso
a los ciudadanos a apoyar al rey, y a éste
a apoyarlos a ellos contra los señores. Los burgueses eran
los enemigos de sus enemigos, y el interés del rey
(06:56:57):
era darles tanta seguridad e independencia frente a esos enemigos
como fuese posible. Al permitirles nombrar sus propios magistrados, dictar
ordenanzas para su propio gobierno, construir murallas para su propia
defensa y someter a los ciudadanos a una suerte de
disciplina militar, el rey hizo todo lo que estaba en
su mano para otorgar a las ciudades los medios de
(06:57:18):
seguridad e independencia frente a los señores feudales. Sin la
organización de un gobierno estable de ese tipo, sin la
autoridad para obligar a los habitantes a actuar según un
plan o sistema determinado, no habría sido posible una liga
voluntaria de defensa mutua que les suministrara seguridad permanente alguna
o que les permitiese brindar al rey un apoyo apreciable.
(06:57:40):
Al otorgarles el arrendamiento de su propia ciudad a cambio
de un tanto alzado eliminó de la mente de aquellos
a quienes deseaba tener como amigos, y acaso podría decirse
como aliados. Todo fundamento de recelo o sospecha de que
los iba a oprimir en el futuro, sea elevando la
renta que debía pagar la ciudad, sea entregando el arrendamiento
a algún otro. De ahí que los príncipes que peores
(06:58:03):
relaciones mantenían con sus señores feudales hayan sido los más
generosos en las concesiones de esa clase que otorgaron a
sus burgos. El rey Juan de Inglaterra, por ejemplo, fue
un extremadamente munificente benefactor de sus ciudades. Felipe I de
Francia perdió toda autoridad sobre sus nobles. Hacia el final
(06:58:23):
de su reinado su hijo Luis, llamado después Luis el Gordo,
consultó según refiere el padre Daniel a los obispos de
los dominios reales sobre cuáles serían los medios más adecuados
para poner coto a las tropelías de los grandes señores.
El consejo que le dieron se dividió en dos propuestas.
Una fue el establecimiento de un nuevo orden jurídico, mediante
(06:58:44):
el nombramiento de magistrados y ayuntamientos en todas las ciudades
importantes de sus dominios. La otra fue la formación de
una milicia, para que los habitantes de esas ciudades, bajo
el mando de sus propios magistrados, acudiesen cuando fuese necesario
en ayuda del monarca. De esa época data, según los
historiadores franceses, la institución de los magistrados y ayuntamientos urbanos
(06:59:08):
en Francia. La mayor parte de las villas francas de
Alemania recibieron sus primeras cartas de privilegios durante los desgraciados
reinados de los príncipes de la Casa de Soavia, y
entonces empezó a tener un poder formidable la famosa Liga Anseática.
La milicia urbana no parece haber sido entonces inferior a
la rural, y como podía ser convocada más fácilmente cuando
(06:59:30):
se presentaba súbitamente la ocasión, a menudo se hallaba en
mejor posición en sus disputas con los señores vecinos. En
países como Italia o Suiza, donde merced a su distancia
de la sede principal del gobierno, o por la fuerza
natural del propio país, o por cualquier otra razón, el
soberano llegó a perder toda su autoridad. Las ciudades se
(06:59:50):
convirtieron en general en repúblicas independientes y conquistaron a todos
los nobles de las cercanías, obligándolos a desmantelar sus castillos
y a vivir en las ciudades, como otros tantos pacíficos habitantes.
Esta es, en resumen, la historia de la República de
Berna y de muchas otras ciudades suizas. Con la excepción
de Venecia, cuyas circunstancias son algo distintas, también es la
(07:00:14):
historia de todas las repúblicas italianas de importancia, que en
un gran número nacieron y perecieron entre finales de siglo
XII y comienzos del XVI. En países como Francia e Inglaterra,
donde la autoridad del soberano, aunque a menudo muy reducida,
nunca resultó completamente destruida, las ciudades no tuvieron la oportunidad
(07:00:35):
de llegar a ser plenamente independientes. Pero se adquirieron una
importancia tan considerable que el soberano no podía, sin su consentimiento,
aplicarles más impuestos que la mencionada renta de la ciudad. Eran,
por consiguiente, convocadas para enviar a sus diputados a la
asamblea de los estados del reino, en donde podían, junto
(07:00:55):
con el clero y la nobleza, otorgar en ocasiones críticas
alguna ayuda extraordinaria al rey. Asimismo, como en general tendían
a ser más favorables a su autoridad, a veces sus
diputados eran utilizados por el rey en esas asambleas como
contrapeso frente al poder de los grandes señores. Este es
el origen de la representación de los burgos en los
(07:01:16):
estados generales de todas las grandes monarquías de Europa. Y
así fue como se impuso en las ciudades el orden
y el buen gobierno, y junto con ellos la libertad
y la seguridad de las personas, en un tiempo en
el que los campesinos estaban expuestos a toda clase de atropellos.
Los hombres en esa situación de indefensión están satisfechos naturalmente
(07:01:37):
con apenas lo necesario para subsistir, puesto que la adquisición
de algo más sólo podría desatar la injusticia de sus opresores.
Por el contrario, cuando las personas están seguras de disfrutar
del producto de su trabajo, naturalmente se esfuerzan en mejorar
su condición y adquirir no sólo cosas necesarias para la
vida sino también cosas convenientes y elegantes. Por eso las
(07:02:00):
actividades destinadas a producir más allá de la mera subsistencia
se establecieron en las ciudades mucho antes de que se
generalizasen en las comarcas rurales. Si un pequeño capital se
acumulaba en las manos de un pobre agricultor oprimido por
la servidumbre feudal, él naturalmente lo ocultaba con gran cuidado
de la mirada de su patrono, al que en otro
caso habría pertenecido, y aprovechaba la primera oportunidad para escapar
(07:02:24):
a la ciudad. La ley era entonces tan indulgente con
los habitantes de las ciudades, y se deseaba tanto disminuir
el poder de los señores sobre los habitantes del campo,
que si él era capaz de sustraerse allí de la
persecución de su señor durante un año, ya era un
hombre libre para siempre. Por lo tanto, todo el capital
acumulado por la parte más laboriosa de los habitantes del
(07:02:46):
campo se refugió naturalmente en las ciudades, los únicos santuarios
donde las personas que lo habían adquirido podían sentirse seguras.
Es verdad que los habitantes de una ciudad siempre deben
en última instancia obtener del campo su subsistencia y todos
los materiales y medios para su trabajo. Pero los habitantes
de una ciudad situada cerca del mar o de un
(07:03:07):
río navegable no se ven necesariamente obligados a obtenerla en
los campos vecinos. Sus posibilidades son mucho más amplias y
pueden recurrir a los rincones más remotos del mundo, sea
para conseguirla a cambio de sus productos manufacturados, sea actuando
como transportistas entre países lejanos, e intercambiando sus productos. Una
(07:03:28):
ciudad podía así alcanzar una gran riqueza y esplendor mientras
que la pobreza y la miseria reinaban no sólo en
sus campos vecinos sino en todos aquellos países con los
que comerciaba. Cada uno de esos países, considerado individualmente, quizás
podía suministrar sólo una pequeña parte de su subsistencia o
su actividad, pero todos ellos en conjunto le aportaban una
(07:03:49):
copiosa subsistencia y una gran actividad. Dentro del estrecho círculo
del comercio de entonces, hubo algunos países ricos e industriosos.
Tal fue el caso del imperio griego a lo largo
de toda su existencia, y el de los sarracenos durante
los reinados de los abasidas. También ocurrió lo mismo en
Egipto hasta que fue conquistado por los turcos en una
(07:04:11):
parte de la costa de Berbería y en todas las
provincias de España que estuvieron bajo el dominio de los moros.
Las primeras ciudades de Europa cuyo comercio las elevó a
un nivel apreciable de opulencia fueron las italianas. Se hallaba
entonces Italia en el centro de la parte desarrollada y
civilizada del mundo. Las cruzadas favorecieron también extraordinariamente a algunas
(07:04:35):
ciudades italianas, aunque forzosamente frenaron el progreso de la mayor
parte de Europa, porque ocasionaron un gran despilfarro de capital
y una aguda pérdida de habitantes. Los enormes ejércitos que
marcharon desde todas partes hacia la conquista de Tierra Santa
estimularon notablemente la navegación de Venecia, Génova y Pisa, a
veces porque sus barcos las transportaban hasta allí, y constantemente
(07:04:59):
porque les llevaban las provisiones. Dichas ciudades fueron, por así decirlo,
la intendencia de esos ejércitos, y el frenesí más destructivo
que jamás asoló a las naciones europeas fue para esas
repúblicas una fuente de riqueza. Los habitantes de las ciudades comerciales,
al importar las manufacturas modernas y los onerosos lujos de
(07:05:20):
los países ricos, alimentaron la vanidad de los grandes propietarios,
que ansiosamente compraron esos bienes entregando a cambio grandes cantidades
de la producción primaria de sus tierras. El comercio de
la mayor parte de Europa en esa época, en consecuencia,
consistía fundamentalmente en el intercambio de sus materias primas por
los artículos manufacturados de las naciones más civilizadas. Así la
(07:05:44):
lana de Inglaterra se cambiaba por los vinos de Francia
y por los paños finos de Flandes, igual que se
intercambian hoy los cereales de Polonia por los vinos y
aguardientes de Francia y por las sedas y terciopelos de
Francia e Italia. De esta forma el comercio introdujo el
gusto por las manufacturas más finas y modernas en países
que no las producían. Pero cuando este gusto llegó a
(07:06:06):
ser tan general que dio lugar a una demanda considerable,
los mercaderes, con objeto de ahorrarse el coste del transporte,
intentaron naturalmente establecer industrias del mismo tipo en su propio país.
Así se originaron las primeras manufacturas para su venta en
mercados lejanos en las provincias occidentales de Europa después de
la caída del Imperio Romano. Debe observarse que ningún país
(07:06:30):
grande ha subsistido nunca ni podría subsistir sin ninguna industria,
y cuando se dice que un país así no tiene industria,
siempre se debe entender por ello a las manufacturas más
finas y modernas, o las que son adecuadas para el
comercio a grandes distancias. En todo país grande tanto los
vestidos como los muebles de la abrumadora mayoría de la
gente son el producto de su propia industria. Esto ocurre
(07:06:53):
todavía en mayor grado en los países pobres, de los
que comúnmente se dice que no tienen manufacturas, que en
los ricos, donde se dice que abundan. En lo segundo
se ve que la proporción de productos extranjeros entre los
vestidos y muebles de las clases más bajas del pueblo
es mucho mayor que en los primeros. Las manufacturas adecuadas
(07:07:13):
para la venta en lugares lejanos fueron establecidas en los
diversos países de dos formas distintas. A veces, como se
dijo antes, fueron introducidas por la acción abrupta, si puede
emplearse esa expresión, de los capitales de algunos comerciantes y empresarios,
que las establecieron imitando a industrias extranjeras similares. Tales manufacturas son, entonces,
(07:07:37):
la criatura del comercio exterior, y tal fue el caso
de las antiguas industrias de las sedas, los terciopelos y
brocados que florecieron en Nucca durante el siglo XIII. Las
arrojó de allí la tiranía de uno de los héroes
de Maquiavelo, Castruccio Castracani. En 1310 900 familias fueron expulsadas de Lubca, 31
(07:07:57):
de las cuales se refugiaron en Venecia, donde se ofrecieron
para instalar la industria de la seda. Su oferta fue aceptada,
se les concedieron bastantes privilegios y comenzaron la manufactura con 300 trabajadores.
Ese fue también el origen de la industria de paños
finos que floreció antiguamente en Flandes y que fue introducida
en Inglaterra a comienzos del reinado de Isabel, y así
(07:08:20):
sucede hoy con las manufacturas de seda de Lyon y Spitalfields.
Al ser estas industrias una imitación de las extranjeras, generalmente
utilizan materias primas extranjeras. Cuando surgió la industria de Venecia,
sus materiales provenían todos de Sicilia y el Levante. La
más antigua manufactura de lupca operaba a sí mismo con
(07:08:41):
materiales extranjeros. El cultivo de la morera y la cría
del gusano de seda no parecen haberse generalizado en el
norte de Italia antes del siglo XVI. Esas actividades no
fueron implantadas en Francia hasta el reinado de Carlos IX.
Las manufacturas de Flandes recurrían básicamente a lanas españolas e inglesas.
(07:09:03):
La lana española fue la materia empleada, no en la
primera industria lanera de Inglaterra, pero sí en la primera
capaz de vender en mercados lejanos. Al día de hoy
más de la mitad de las materias primas de las
manufacturas de Lyon son sedas extranjeras, en sus comienzos eran
la totalidad o casi la totalidad. Es probable que prácticamente
(07:09:23):
ninguno de los materiales de la industria de Spitalfields pueda
jamás ser producido en Inglaterra. La sede de tales manufacturas,
al ser generalmente proyectos empresariales de unos pocos individuos, es
a veces una ciudad marítima y a veces una ciudad
del interior, de acuerdo con lo que determine su interés,
criterio o capricho. Otras veces las industrias destinadas al comercio
(07:09:47):
exterior crecen naturalmente, como si fuera de forma espontánea, a
partir del gradual refinamiento de la industria popular y primitiva
que siempre existe incluso en los países más pobres y atrasados.
Estas manufacturas operan generalmente con los materiales que produce el país,
y con frecuencia se las ve refinarse y progresar primero
en aquellas regiones que no están extraordinariamente lejos aunque sí
(07:10:10):
a una distancia apreciable del mar y a veces incluso
de cualquier transporte por agua. Una región del interior, naturalmente
fértil y fácil de cultivar, produce un abultado excedente de
provisiones por encima de lo necesario para mantener a los cultivadores,
y debido al coste del transporte terrestre y las incomodidades
de la navegación fluvial a menudo puede ser difícil el
(07:10:31):
envío de ese excedente al exterior. La abundancia, en consecuencia,
abarata las provisiones y estimula a un amplio número de
trabajadores a instalarse en la vecindad, al comprobar que su
esfuerzo les procura allí más bienes necesarios y cómodos para
la vida que en otro sitio. Elaboran los materiales que
produce la tierra e intercambian sus productos terminados, o lo
(07:10:53):
que es lo mismo, su precio, por más materias primas
y provisiones. Añaden un nuevo valor al excedente de la
producción bruta al ahorrar el gasto de su transporte hasta
la costa o hasta un mercado distante, y entregan a
los agricultores a cambio de esa producción algo que es
útil o grato para ellos y a un precio más
atractivo que el que obtenían antes. Aparte de un mejor
(07:11:16):
precio por su producción excedente, los cultivadores pueden comprar más
baratos otros artículos que necesiten. Resulta así que tienen tanto
el estímulo como la capacidad para incrementar esa producción excedente
con una roturación ulterior y un mejor cultivo de la tierra.
Y de la misma forma como la fertilidad de la
tierra hizo nacer a la industria, así el progreso de
(07:11:37):
la industria reacciona sobre la tierra e incrementa aún más
su fertilidad. Las manufacturas abastecen primero a las proximidades y después,
cuando el trabajo progresa y se refina, a mercados más alejados.
Ni los productos primarios ni las manufacturas más vastas pueden
soportar sin una enorme dificultad el coste de un extenso
(07:11:57):
viaje por tierra, pero en cambio las manufacturas más refinadas
y modernas sí pueden. Con frecuencia encierran en un volumen
pequeño el precio de una gruesa cantidad de materias primas.
Una pieza de fino paño, por ejemplo, que sólo pesa 80 libras,
contiene el precio no sólo de 80 libras de lana sino
a veces el de varios miles de libras de peso
(07:12:19):
de cereales, la manutención de los distintos trabajadores y sus
empleadores inmediatos. El cereal, que difícilmente podría ser exportado en
su propia forma, resulta así exportado como una manufactura terminada
y puede llegar hasta los rincones más remotos del mundo.
De esta forma han surgido naturalmente, y se podría decir
(07:12:40):
que por iniciativa propia, las manufacturas de Leeds, Halifax, Seffield,
Birmingham y Wolverhampton. Estas industrias son el fruto de la agricultura.
En la historia moderna de Europa, su extensión y progreso
ha sido generalmente posterior al de las industrias que fueron
fruto del comercio exterior. Inglaterra era célebre por la industria
(07:13:01):
de paños finos hechos con lana española un siglo antes
de que pudiese venderse en el exterior el producto de
las industrias que hoy florecen en los lugares antes mencionados.
La ampliación y mejora de estas últimas no podía tener
lugar sino como consecuencia de la extensión y progreso de
la agricultura, el último y más importante efecto del comercio exterior,
(07:13:21):
y de las industrias introducidas por éste de forma inmediata,
como explicaré seguidamente. Capítulo 4 de Cómo el comercio de las
ciudades contribuyó al progreso del campo El crecimiento y las
riquezas de las ciudades comerciales e industriales contribuyó al progreso
y cultivo de los países donde se encontraban de tres
formas diferentes. En primer lugar, al proporcionar un mercado vasto
(07:13:46):
y accesible para los productos del campo estimularon su cultivo
y mejoramiento ulterior. Esta ventaja no se limitó a los
países donde se hallaban situadas sino que se extendió en
mayor o menor grado a todos aquellos con los que comerciaban.
Proporcionaron a todos un mercado para una parte de su
producción bruta o elaborada y consecuentemente estimularon la actividad y
(07:14:08):
el progreso de todos. Pero su propio país, por razones
de distancia, obtuvo de dicho mercado el máximo beneficio. Al
soportar sus productos primarios un coste menor por el transporte,
los comerciantes pudieron pagar a los agricultores un mejor precio
por ellos y al mismo tiempo venderlos a los consumidores
tan baratos como los que procedían de países más lejanos.
(07:14:31):
En segundo lugar, la riqueza acumulada por los habitantes de
las ciudades fue a menudo invertida en la compra de
las tierras que se ponían a la venta, que en
su mayoría se hallaban sin cultivar. La ambición común de
los mercaderes es convertirse en hacendados, y cuando lo hacen
resultan ser por regla general los que mejor cultivan la tierra.
Un comerciante está acostumbrado a invertir su dinero esencialmente en
(07:14:54):
empresas rentables, mientras que un caballero rural está habituado a
emplearlo fundamentalmente en sus gastos. Uno contempla a menudo su
dinero alejarse de él para retornar con un beneficio, el otro,
una vez que se desprende de su dinero, rara vez
espera volverlo a ver. Estos hábitos diferentes naturalmente afectan a
su temperamento y disposición en cualquier labor. Un comerciante es
(07:15:18):
normalmente un empresario audaz, un hacendado, un empresario tímido. El
uno no titubea en invertir un amplio capital en la
mejora de su tierra, cuando hay una perspectiva probable de
incrementar su valor en proporción a la inversión. El otro,
si tiene algún capital, lo que no siempre ocurre, rara
vez se arriesga a invertirlo de esa forma. Si realiza
(07:15:41):
una mejora, generalmente no es con un capital sino con
lo que pueda ahorrar de su ingreso anual. Todo el
que haya tenido la fortuna de vivir en una ciudad
mercantil situada en un país atrasado habrá observado a menudo
cuánto más animosas eran las iniciativas de ese tipo adoptadas
por los comerciantes que las acometidas por los hacendados. Además,
(07:16:02):
los hábitos de orden, economía y diligencia que la actividad
mercantil naturalmente forma en un comerciante lo vuelven mucho más
apto para ejecutar con rentabilidad y éxito cualquier empresa de
mejoras en el campo. En tercer y último lugar, el
comercio y la industria establecieron gradualmente el orden y el
buen gobierno, y con ellos la libertad y la seguridad
(07:16:23):
de los individuos, entre unos habitantes del campo que antes
habían vivido en un estado de guerra permanente con sus
vecinos y de dependencia servil con sus superiores. De todos
sus efectos este ha sido el menos destacado, pero es
con diferencia el más importante. El único autor que lo
ha subrayado, que yo sepa, es el señor Hume. En
(07:16:44):
un país que no tenga comercio exterior ni una industria moderna,
un gran propietario, al no poder intercambiar por nada la
mayor parte de la producción de sus tierras que supere
la manutención de sus cultivadores, consume la totalidad en la
rústica hospitalidad de su casa. Si esa producción excedente alcanza
para mantener cien o mil hombres, no puede hacer otro
(07:17:05):
uso de ella aparte de mantener cien o mil hombres.
Por eso, está constantemente rodeado de una multitud de dependientes
y criados que carecen de un equivalente para darle a
cambio de su manutención, y que al ser alimentado sólo
por su generosidad le deben obediencia, por lo mismo que
los soldados deben obediencia al príncipe que les paga. Ello
(07:17:25):
explica que antes de la extensión del comercio y la
industria en Europa, la hospitalidad de los ricos y los grandes,
desde el soberano al menor de los señores feudales, sobrepasaba
a cualquier cosa que podamos concebir hoy. El salón de
Westminster era el comedor de Guillermo el Rojo, y es
posible que frecuentemente no alcanzara para dar cabida a sus invitados.
(07:17:47):
Se consideraba un rasgo de magnificencia de Tomás B. Kettel
que revistiese el piso de su salón con heno limpio
o juncos, para que los caballeros e hidalgos que no
disponían de asientos no estropeasen sus elegantes vestidos cuando se
sentaban en el piso para cenar. Se cuenta que el
gran duque de Warwick agasajaba diariamente en sus diversos palacios
campestres a 30.000 personas, y aunque este número bien puede ser exagerado,
(07:18:12):
el verdadero debió ser muy grande como para dar pie
a semejante exageración. Una hospitalidad análoga era desplegada no hace
muchos años en diversas partes de las tierras altas de Escocia,
y parece ser un fenómeno común a todas las naciones
donde el comercio y la industria son poco conocidos. He visto,
cuenta el Dr. Pocock, a un jefe árabe cenar en
(07:18:33):
las calles de una ciudad a donde había llegado a
vender su ganado, e invitar a todos los transeúntes, incluso
a los mendigos, a sentarse con él y compartir su banquete.
Los ocupantes de la tierra eran en todos los aspectos
tan dependientes de los grandes propietarios como sus sirvientes. Incluso
aquellos que no eran siervos eran arrendatarios a voluntad y
(07:18:55):
pagaban una renta desde cualquier punto de vista desproporcionada a
los medios de subsistencia que la tierra les suministraba. Algunos
años atrás, una renta corriente en las tierras altas de
Escocia por tierras que mantenían a una familia era una corona,
media corona, una oveja o un cordero. Todavía es así
hoy en algunos sitios, y el dinero no compra actualmente
(07:19:17):
más mercancías allí que en otros lugares. En un país
donde la producción excedente de una gran finca debe ser
consumida en la propia finca, a menudo le convendrá al
propietario que una fracción sea consumida lejos de su casa,
siempre que quienes la consuman sean tan dependientes de él
como sus criados y sirvientes. Se evita así las molestias
(07:19:37):
de una familia o un séquito demasiado numerosos. Un arrendatario
a voluntad, que posee tierra suficiente para mantener a una
familia a cambio de una renta ínfima es tan dependiente
del propietario como cualquier criado o sirviente y debe obedecerlo
de manera igualmente incondicional. Un propietario de esas características, igual
que alimenta a sus criados y sirvientes en su casa,
(07:20:00):
alimenta a sus arrendatarios en las suyas. La subsistencia de
ambos deriva de su benevolencia y el que la sigan
recibiendo depende de su buena voluntad. El poder de los
antiguos varones se basaba en la autoridad que en ese
estado de cosas necesariamente ejercían los grandes propietarios sobre sus
arrendatarios y sirvientes. Forzosamente acabaron siendo jueces de paz y
(07:20:23):
jefes en la guerra de todos los que vivían en
sus tierras. Eran capaces de mantener el orden y hacer
cumplir la ley en sus dominios porque cada uno de
ellos podía dirigir la fuerza de todos los habitantes contra
las faltas de uno solo. Ninguna otra persona poseía autoridad
suficiente para hacerlo, en especial, no la poseía el rey.
(07:20:44):
En aquellos tiempos lejanos, el rey era apenas algo más
que el mayor de los terratenientes, al que los demás
propietarios guardaban una cierta consideración en aras de la defensa
común frente a sus enemigos comunes. Si el rey hubiese
intentado por su cuenta y riesgo, y contando sólo con
su autoridad, obligar al pago de una pequeña suma en
las tierras de un gran propietario, donde todos los habitantes
(07:21:07):
estaban armados y acostumbrados a defenderse mutuamente, le habría costado
el mismo esfuerzo que extinguir una guerra civil. En consecuencia,
estaba forzado a dejar a la administración de justicia en
la mayor parte del país en manos de los que
podían administrarla, y por la misma razón a dejar el
mando de la milicia campesina en manos de aquellos a
quienes la milicia obedecía. Es equivocado pensar que esas jurisdicciones
(07:21:32):
territoriales provinieron del derecho feudal. Varios siglos antes de que
el nombre de derecho feudal fuese conocido en Europa los
grandes terratenientes gozaban del derecho al odial no sólo a
ejercer la suprema jurisdicción civil y penal sino también a
reclutar tropas, acuñar moneda e incluso promulgar ordenanzas para el
gobierno de sus pueblos. La autoridad y jurisdicción de los
(07:21:55):
lores sajones en Inglaterra fue tan grande antes de la
conquista como la de cualquier lord normando después de ella,
aunque el derecho feudal no se convirtió en derecho común
en Inglaterra hasta después de la conquista. Es una cuestión
de hecho e indiscutible que los grandes señores de Francia
poseyeron alodialmente una amplia autoridad y jurisdicción mucho antes de
que las leyes feudales se aplicasen en ese país. Esas
(07:22:18):
autoridades y jurisdicciones necesariamente brotaban de la situación de la
propiedad y las costumbres, tal como se acaba de exponer.
Sin necesidad de remontarnos al pasado más remoto de las
monarquías francesa o inglesa, tenemos en tiempos muy posteriores pruebas
abundantes de que dichos efectos siempre deben derivarse de tales causas.
(07:22:39):
Hace menos de treinta años el Señor. Camerón de Lochiel,
un caballero de Lochabar, en Escocia, que no era ni
juez de paz, ejercía la suprema jurisdicción penal sobre su pueblo,
a pesar de no contar con derecho legal alguno, puesto
que no era lo que se llamaba entonces un norte regalía,
ni siquiera un arrendatario importante, sino un mero vasallo del
(07:23:00):
duque de Arguile. Se dice que lo hacía con la
máxima equidad, aunque sin ningún formalismo procesal, y no es
improbable que las condiciones de esa parte del país hiciesen
entonces necesario que él asumiese esa autoridad para mantener la
tranquilidad pública. Este caballero, cuya renta nunca superó las 500 libras anuales,
(07:23:20):
llevó a 800 hombres consigo a la rebelión de 1745. La introducción
del derecho feudal puede ser considerada como un intento de
moderar la autoridad de los grandes lores alodiales, no de extenderla.
Estableció una subordinación normal, acompañada de una larga lista de
servicios y deberes, desde el rey hasta el más humilde
(07:23:42):
de los propietarios. Durante la minoría de edad del terrateniente,
la renta y la administración de sus tierras iban a
parar a su superior inmediato, y por consiguiente las de
los grandes propietarios a manos del rey, que quedaba a
cargo de la manutención y educación del pupilo, y que
en su calidad de tutor se suponía que tenía derecho
a decidir con quién había de casarse éste, siempre que
(07:24:04):
el matrimonio no desmereciese su rango. Pero aunque esta institución
tendía necesariamente a fortalecer la autoridad del rey y a
debilitar la de los grandes propietarios, no podía hacer ni
lo uno ni lo otro en un grado suficiente como
para establecer el orden y el buen gobierno sobre todos
los habitantes del país, porque no alteraba suficientemente la condición
(07:24:25):
de la propiedad y las costumbres que originaban los desórdenes.
La autoridad continuó siendo como antes, demasiado débil en la
cabeza y demasiado fuerte en las extremidades, y la fuerza
excesiva de los miembros inferiores era la causa de la
debilidad de la cabeza. Después de instituirse la subordinación feudal,
el rey fue tan impotente como antes para reprimir la
(07:24:46):
violencia de los grandes lores. Ellos siguieron guerreando a discreción,
de forma casi permanente unos contra otros, y a menudo
contra el rey, y el campo abierto siguió siendo escenario
de violencia, rapiña y desorden. Pero lo que la violencia
de las instituciones feudales jamás habría podido lograrlo consiguió gradualmente
la acción silenciosa e imperceptible del comercio exterior y las manufacturas.
(07:25:11):
Ellos proveyeron paulatinamente a los grandes propietarios con algo por
lo que podían intercambiar todo el producto excedente de sus
tierras y que podían consumir ellos mismos sin compartirlo con
arrendatarios ni sirvientes. La máxima vil de los poderosos parece
haber sido siempre, todo para nosotros, nada para los demás. Así,
tan pronto como descubrieron un método para consumir el valor
(07:25:34):
total de sus rentas ellos mismos, no se mostraron dispuestos
a compartirlo con otras personas. por un par de hebillas
de diamantes, o por otra cosa tan frívola e inútil,
eran capaces de intercambiar la manutención, o lo que es
lo mismo, el precio de la manutención de mil hombres
durante un año, y con ello todo el poder y
autoridad que así podrían haber conseguido. Pero esas hebillas serían
(07:25:58):
de su uso exclusivo y ningún ser humano tendría la
menor participación en ellas, mientras que con la vieja forma
de gastar habrían participado en el gasto al menos mil personas.
Este punto resultó completamente decisivo para orientar las preferencias de
quienes tenían que optar por un método u otro. Y así,
para satisfacer la más pueril, despreciable y sórdida de todas
(07:26:21):
las vanidades, enajenaron gradualmente todo su poder y autoridad. En
un país donde no existe comercio exterior ni manufacturas finas,
una persona que disponga de 10.000 libras anuales no puede destinar
sus ingresos a otra cosa que a mantener quizás a
mil familias, que necesariamente estarán todas a sus órdenes. En
(07:26:41):
la Europa de hoy un hombre con un ingreso de 10.000
libras anuales puede gastarlo totalmente, y en general lo gasta,
sin mantener directamente a 20 personas, ni mandar sobre más de 10 lacayos,
a los que no vale la pena dar órdenes. Es
posible que indirectamente mantenga a un número de personas tan
numeroso o incluso más numeroso que el que habría podido
(07:27:02):
mantener con el antiguo sistema de gasto. Aunque la cantidad
de productos valiosos por los que intercambia su ingreso total
sea muy pequeña, el número de trabajadores empleados en recogerlos
y elaborarlos debe necesariamente haber sido muy grande. El alto
precio de esos productos deriva generalmente de los salarios de
dichos trabajadores y los beneficios de todos sus empleadores inmediatos.
(07:27:26):
Al pagar ese precio está pagando indirectamente todos esos salarios
y beneficios, y contribuye así a mantener a esos trabajadores
y sus patronos. Normalmente contribuye, en pero, en una proporción
muy reducida de cada uno, a la décima parte de
la manutención anual de unos pocos, a la centésima de muchos,
y a la milésima o incluso diezmilésima parte de algunos.
(07:27:49):
Por lo tanto, aunque aporta a la manutención de todos,
son todos más o menos independientes de él, porque por
regla general todos pueden sobrevivir sin él. Cuando los grandes
terratenientes gastan sus rentas en mantener a sus arrendatarios y sirvientes,
cada uno de ellos mantiene a los suyos con exclusividad.
Cuando las gastan en el sustento de comerciantes y artesanos
(07:28:12):
pueden mantener en conjunto quizás al mismo número que antes
o acaso a uno mayor, si se considera el despilfarro
que suele caracterizar a la hospitalidad rústica. Pero cada uno
de ellos individualmente representa una parte muy pequeña del sustento
de cualquier individuo de ese gran número. Cada comerciante o
artesano se gana la vida no gracias a un cliente
(07:28:33):
sino gracias a cien o a mil. Aunque les esté
reconocido a todos en alguna medida, no depende totalmente de
ninguno de ellos. Al incrementarse paulatinamente de esta manera los
gastos personales de los grandes propietarios, era inevitable que el
número de sus sirvientes disminuyera hasta que finalmente desaparecieron por completo.
(07:28:54):
La misma causa llevó a que gradualmente se desprendieran de
los arrendatarios que no necesitaban. Las haciendas se ampliaron y
los ocupantes de la tierra, a pesar de las quejas
sobre la despoblación, fueron reducidos al número necesario para cultivarla
según el imperfecto estado de la roturación y las mejoras
en esos tiempos. Al desprenderse de bocas innecesarias, y al
(07:29:16):
extraer del granjero el valor pleno de la tierra arrendada,
el propietario obtuvo un mayor excedente, o lo que es
lo mismo, el precio de un mayor excedente, y los
comerciantes e industriales pronto le facilitaron un método para que
se lo gastase en sí mismo, igual que había hecho
con el resto de su ingreso. Al continuar actuando la
misma causa, estaba deseoso de elevar sus rentas por encima
(07:29:39):
de lo que sus tierras podían proporcionar en las condiciones
vigentes de roturación. Sus arrendatarios sólo podían aceptarlo con una condición,
la seguridad de sus posesiones durante un número de años
suficiente para que tuviesen tiempo de recuperar con un beneficio
cualquier suma que hubiesen invertido en la mejora ulterior de
la tierra. La onerosa vanidad del terrateniente lo dispuso a
(07:30:01):
aceptar esa condición, y de ahí nacieron los arrendamientos a
largo plazo. Ni siquiera un arrendatario a voluntad, que paga
el valor íntegro de la tierra, es absolutamente dependiente del terrateniente.
Las ventajas pecuniarias que recibe el uno del otro son
recíprocas y equivalentes, y ese arrendatario jamás expondrá ni su
(07:30:22):
vida ni su fortuna en el servicio del propietario. Pero
si tiene un contrato de larga duración, entonces es completamente independiente,
y su propietario no puede esperar de él ni el
más insignificante servicio más allá de lo que esté expresamente
estipulado en el contrato o impuesto por las leyes corrientes
y conocidas del país. Al independizarse los arrendatarios de esta forma,
(07:30:45):
y al haber sido despedidos los sirvientes, los grandes propietarios
ya no fueron capaces de interrumpir la acción normal de
la justicia ni de perturbar la paz del país. Vendieron
su primogenitura, no por un plato de lentejas como Esaú,
en un momento de hambre y necesidad, sino en el
desenfreno de la abundancia, a cambio de baratijas y fruslerías
(07:31:06):
propias para servir más como juguetes de niños que como
objetivos serios de hombres, y se convirtieron en personas tan
insignificantes como cualquier comerciante o burgués acomodado. Se estableció un
gobierno normal tanto en el campo como en la ciudad,
pues nadie tenía el poder suficiente como para perturbar su
acción ni en un sitio ni en otro. Quizá no
(07:31:27):
tenga relación con este punto, pero no puedo evitar subrayar
que las familias de rancia tradición, que poseen un gran
patrimonio que ha pasado de padres a hijos a lo
largo de muchas generaciones, son muy raras en los países comerciales.
Por el contrario, en lugares donde hay poco comercio, como
Gales o las tierras altas de Escocia, resultan muy comunes.
(07:31:49):
Las historias árabes están llenas de genealogías y hay una,
escrita por un cantártaro, traducida a varias lenguas europeas, que
prácticamente no contiene otra cosa. Ello prueba que las familias
antiguas son muy comunes en esas naciones. En lugares donde
un hombre rico no puede gastar su ingreso sino en
mantener tantas personas como pueda, no es fácil que gaste desmedidamente,
(07:32:12):
y su benevolencia rara vez es tan impetuosa como para
intentar mantener a más personas de las que puede. Pero
cuando le es posible gastar el más copioso ingreso en
su propia persona, con frecuencia su gasto no tiene límites,
porque con frecuencia no los tiene su vanidad o su
amor propio. Por eso es raro que las riquezas en
los países ricos perduren mucho tiempo en el seno de
(07:32:34):
una misma familia, a pesar de las reglas rigurosas que
se imponen para impedir su disipación. En los países poco desarrollados,
por el contrario, con frecuencia lo hacen sin necesidad de
disposición legal alguna, puesto que en las naciones de pastores,
como los tártaros y los árabes, la naturaleza perecedera de
sus propiedades necesariamente hace que esas reglamentaciones no sean posibles.
(07:32:58):
Y así tuvo lugar en el bienestar público una revolución
de la máxima importancia, debido a dos clases muy distintas
de personas que no tenían la menor intención de servir
al público. El único objetivo de los grandes propietarios era
gratificar la vanidad más pueril. Los comerciantes y artesanos, mucho
menos ridículos, actuaron puramente según su propio interés y siguieron
(07:33:21):
su propia regla de mercachifles de sacar un penique de
allí donde se pueda sacar un penique. Nadie fue consciente
ni pudo prever la profunda revolución que gradualmente derivó de
la insensatez de unos y la laboriosidad de otros. De
esta manera el comercio y la industria de las ciudades
en la mayor parte de Europa no fueron la consecuencia
(07:33:41):
de la mejora y cultivo de los campos, sino su causa.
Pero como este orden es contrario al curso natural de
las cosas, resulta necesariamente lento e incierto. Puede compararse el
lento crecimiento de aquellos países europeos cuya riqueza depende sobre
todo de su comercio e industria con los rápidos avances
de nuestras colonias norteamericanas, cuya riqueza se basa exclusivamente en
(07:34:04):
la agricultura. Se supone que la población no se duplica
en Europa en menos de 500 años, pero en varias de
nuestras colonias de América del Norte lo ha hecho en 20
o 25 años. El derecho de mayorazgo y diversas vinculaciones impiden
la división de las grandes fincas en Europa, lo que
impide la multiplicación de pequeños propietarios. Pero un pequeño propietario,
(07:34:27):
que conoce cada palmo de su reducido territorio, que lo
contempla con el afecto que naturalmente inspira la propiedad, especialmente
la pequeña propiedad, y que por eso disfruta no sólo
al cultivarlo sino también al adornarlo, es por regla general
el emprendedor más esforzado, el más inteligente y el que
tiene más éxito. Además, las mismas reglamentaciones excluyen a tanta
(07:34:50):
tierra del mercado que siempre hay más capitales para comprar
que tierra para vender, con lo cual la que se
vende lo hace siempre a un precio de monopolio. La
renta nunca cubre el interés del dinero con el que
se la adquiere, y resulta por añadidura cargada con reparaciones
y otros pagos ocasionales a los que no está expuesto
el interés del dinero. En toda Europa la compra de
(07:35:12):
tierra es una inversión muy poco rentable para un capital modesto.
Es verdad que algunas veces cuando un hombre de moderada
fortuna se retira puede escoger invertir su pequeño capital en
la tierra, en busca de una mayor seguridad. También un profesional,
cuyos ingresos provengan de otra fuente, disfruta a menudo al
conservar sus ahorros de esa manera. Pero un hombre joven
(07:35:35):
que en lugar de dedicarse al comercio o a otra
profesión invierta un capital de dos o tres mil libras
en la compra y cultivo de un pequeño predio, aunque
puede confiar en vivir feliz e independiente, debe despedirse para
siempre de toda esperanza de alcanzar una gran fortuna o celebridad,
algo que si emplease su capital de otra forma tendría
las mismas posibilidades de conseguir que cualquier otra persona. Esa persona, además,
(07:36:00):
si no puede aspirar a convertirse en propietario, a menudo
desdeñará el ser un granjero. En consecuencia, la minúscula cantidad
de tierra disponible en el mercado y su elevado precio
impiden que se inviertan en su cultivo y mejora un
gran número de capitales que lo habrían hecho en otras circunstancias.
En América del Norte, por el contrario, un capital de 50
(07:36:22):
o 60 libras es con frecuencia suficiente para poner en marcha
una plantación. La compra y roturación de tierras incultas es
allí la inversión más rentable de los capitales pequeños y grandes,
y el camino más seguro hacia la riqueza y la
fama que se pueden alcanzar en ese país. En realidad
la tierra en Norteamérica se puede comprar prácticamente gratis, o
(07:36:43):
a un precio muy por debajo del valor de su
producción natural. Esto es inconcebible en Europa y en cualquier
país donde toda la tierra lleve mucho tiempo siendo propiedad privada.
Pero si las fincas rústicas fuesen a la muerte de
cualquier propietario con una familia numerosa divididas por partes iguales
entre los hijos, lo normal sería que la finca fuese vendida.
(07:37:04):
Llegaría tanta tierra al mercado que ya no podría venderse
a un precio de monopolio. La renta neta de la
tierra se acercaría al interés del dinero invertido en su
adquisición y un capital reducido podría ser invertido en la
compra de tierras con la misma rentabilidad que en cualquier
otra cosa. Debido a la fertilidad natural de su suelo,
a la gran extensión de su costa marítima en proporción
(07:37:27):
al territorio total, y a los muchos ríos navegables que
fluyen en su interior y facilitan el transporte fluvial de
las zonas más apartadas, Inglaterra está quizás mejor dotada por
la naturaleza que ningún otro gran país de Europa para
ser la sede del comercio exterior, de las industrias que
venden en mercados lejanos y de todo el progreso que
de ello puede derivarse. Además, desde comienzos del reinado de Isabel,
(07:37:51):
la legislación inglesa ha prestado especial atención a los intereses
del comercio y la industria, y en realidad no hay
país en Europa, ni siquiera la propia Holanda, donde la
ley es en términos generales tan propicia para esas actividades.
De ahí que en todo este periodo el comercio y
la industria se hayan desarrollado de forma sostenida. Es cierto
(07:38:12):
que el cultivo y mejora del campo también ha progresado gradualmente,
pero ha seguido lentamente y a distancia el progreso más
dinámico del comercio y las manufacturas. El grueso del país
ya debía estar cultivado antes del reinado de Isabel, pero
una parte importante permanece aún inculta, y el cultivo de
la mayor parte es muy inferior al que podría ser.
(07:38:34):
La legislación inglesa, no obstante, favorece a la agricultura no
sólo indirectamente mediante la protección comercial sino a través de
varios estímulos directos. Salvo en tiempos de escasez, la exportación
de cereales no sólo es libre sino que además es
incentivada mediante una prima. En tiempos de moderada abundancia, la
(07:38:54):
importación de cereales extranjeros resulta encarecida mediante aranceles que en
la práctica equivalen a una prohibición. La importación de ganado
en pie, salvo desde Irlanda, está siempre prohibida, y la
excepción irlandesa es relativamente reciente. En consecuencia, los agricultores gozan
de un monopolio frente a sus compatriotas en los dos
(07:39:15):
principales artículos de la producción primaria, el pan y la carne.
Aunque esos incentivos son en última instancia probablemente ilusorios, como
demostraré más adelante, demuestran al menos suficientemente la buena intención
del gobierno de apoyar a la agricultura. pero mucho más
importante que ellos es que los campesinos de Inglaterra disfrutan
(07:39:36):
de toda la seguridad, independencia y respetabilidad que la ley
puede proporcionar. Por lo tanto, ningún país en que existan
los mayorazgos, se paguen diezmos y se admitan en algunos
casos las vinculaciones, aunque sean opuestas al espíritu del derecho,
puede fomentar la agricultura más que Inglaterra. y sin embargo
la condición de sus cultivos es la que ha sido
(07:39:58):
antes mencionada.¿ Cuál podría ser si la ley no hubiese
otorgado incentivos directos a la agricultura, aparte de los que
surgen indirectamente del desarrollo del comercio, y hubiese mantenido a
los campesinos en la misma condición en que se haya
en la mayoría de los otros países de Europa? Han
pasado ya más de 200 años desde el inicio del reinado
(07:40:19):
de Isabel, un periodo muy largo con relación a lo
que suele durar la prosperidad humana. Francia tuvo una importante
participación en el comercio exterior casi un siglo antes de
que Inglaterra se destacase como país comercial. La Marina de
Francia era considerable, según los cánones del momento, antes de
la expedición de Carlos VIII a Nápoles. Pero el cultivo
(07:40:42):
y la roturación de Francia es en conjunto inferior al
de Inglaterra. La legislación del país nunca ha otorgado los
mismos incentivos directos a la agricultura. El comercio exterior de
España y Portugal con las demás partes de Europa es
muy importante, aunque se lleve a cabo en barcos extranjeros.
El comercio con sus colonias es realizado con sus propios
(07:41:04):
barcos y es mucho mayor, debido a la gran extensión
y riqueza de esas colonias. Pero ese comercio no ha
dado lugar en ninguno de los dos países a una
industria importante para la venta en mercados lejanos, y la
mayor parte del territorio de ambos se halla todavía sin cultivar.
El comercio exterior de Portugal es el más antiguo de Europa,
(07:41:25):
con la excepción de Italia. Italia es el único país
de Europa que se roturó y cultivó completamente gracias al
comercio exterior y las manufacturas fabricadas para su venta en
mercados distantes. Según Ghiacciardini, antes de la invasión de Carlos VIII,
Italia se hallaba cultivada tanto en sus partes más montañosas
y yermas como en las llanuras más fértiles. Es probable
(07:41:49):
que la ventajosa localización del país y el gran número
de estados independientes que había entonces hayan contribuido significativamente a
este cultivo generalizado. Sin embargo, y a pesar de la
opinión de este historiador, uno de los más juiciosos y
prudentes de los tiempos modernos, es posible que Italia no
estuviese entonces mejor cultivada que la Inglaterra de hoy. El
(07:42:12):
capital que cualquier país adquiere a través del comercio y
la industria es una posesión completamente precaria e incierta hasta
que una parte se vincula con el cultivo y mejora
de sus tierras. Se ha dicho con toda corrección que
un mercader no es necesariamente ciudadano de país alguno. En
buena medida le resulta indiferente donde desarrolla su negocio, y
(07:42:32):
un insignificante inconveniente hará que retire su capital y toda
la actividad que pone en movimiento de un país y
lo destine a otro. No se puede sostener que parte
alguna del mismo pertenezca a un país en particular hasta
que se derrame, por así decirlo, sobre su faz, sea
en la forma de construcciones o de mejoras duraderas en
sus tierras. No queda hoy ningún vestigio de la copiosa
(07:42:56):
riqueza que se dice poseyeron la mayoría de las ciudades ansiáticas,
salvo en oscuros relatos de los siglos XIII y XIV.
No está claro ni siquiera dónde estaban algunas de ellas
ni a qué ciudades europeas corresponden los nombres latinos de algunas.
Pero aunque las desgracias de Italia a finales del siglo
XV y comienzos del XVI redujeron apreciablemente el comercio y
(07:43:18):
la industria de las ciudades de Lombardía y Toscana, esas
regiones están todavía entre las más pobladas y mejor cultivadas
de Europa. Las guerras civiles de Flandes y el gobierno
español que la sucedió liquidaron el abundante comercio de Amberes,
Gante y Brujas, pero Flandes es todavía una de las
provincias más ricas, mejor cultivadas y más pobladas de Europa.
(07:43:40):
Los trastornos habituales debidos a las guerras y los gobiernos
agotan fácilmente las fuentes de aquella riqueza que surge sólo
del comercio. La que proviene del más sólido progreso agrícola
es mucho más perdurable y no puede ser destruida, salvo
por las convulsiones más violentas ocasionadas por las depredaciones de
naciones hostiles y bárbaras que se prolongan durante un siglo
(07:44:01):
o dos, como las que tuvieron lugar antes y después
de la caída del Imperio Romano en las provincias occidentales
de Europa. Libro 4 de los sistemas de economía política. La
economía política, considerada como una rama de la ciencia del
hombre de Estado o legislador, se plantea dos objetivos distintos,
(07:44:22):
en primer lugar, conseguir un ingreso o una subsistencia abundantes
para el pueblo, o más precisamente que el pueblo pueda
conseguir ese ingreso o esa subsistencia por sí mismo, y
en segundo lugar, proporcionar al Estado o comunidad un ingreso
suficiente para pagar los servicios públicos. La diferente evolución de
la riqueza en distintas épocas y naciones ha dado lugar
(07:44:44):
a dos sistemas de economía política con relación al enriquecimiento
de los pueblos. Un sistema puede ser denominado comercial y
el otro agrícola. Procuraré analizar ambos de la forma más
completa y clara que pueda, y empezaré por el sistema mercantil,
que es el moderno y el mejor conocido en nuestro
país y nuestro tiempo. I. Se supone que un país rico,
(07:45:08):
igual que una persona rica, es un país donde abunda
el dinero, y se supone que acopiar oro y plata
en cualquier país es el medio más sencillo de enriquecerlo.
El señor Lack observa que el oro y la plata
constituyen la parte más sólida y sustancial de la riqueza
mueble de una nación, y piensa por ello que la
multiplicación de esos metales debe ser el objetivo principal de
(07:45:30):
su política económica. Otros creen que si una nación pudiese
separarse del resto del mundo, poco importaría si el dinero
que circulase en ella fuese abundante o escaso. Pero piensan
que ocurre lo contrario cuando los países tienen conexiones con
naciones soberanas y están obligados a entablar guerras en el
exterior y a mantener flotas y ejércitos en lugares distantes.
(07:45:54):
Esto no puede hacerse, sostienen, sin remitir dinero para pagarlos,
y una nación no puede remitir mucho dinero al exterior
si no cuenta con bastante en el interior. Como consecuencia
de estas nociones populares, todas las naciones de Europa han estudiado,
aunque con poco fruto, cualquier medio posible para acumular oro
y plata. España y Portugal, propietarias de las principales minas
(07:46:18):
que suministran esos metales a Europa, han prohibido su exportación
bajo severísimas penas o la han sometido a elevados aranceles.
Prohibiciones análogas formaron parte antiguamente de la política de la
mayor parte de las otras naciones europeas. Cuando esos países
se hicieron comerciales, los mercaderes comprobaron que dicha prohibición resultaba
(07:46:40):
en muchas ocasiones extremadamente inconveniente, y por ello protestaron ante
esa medida debido a que perjudicaba al comercio. Argumentaron primero
que la exportación de oro y plata para adquirir bienes
extranjeros no siempre disminuía la cantidad de esos metales en
el reino. Al contrario, con frecuencia la aumentaba porque, esos
(07:47:00):
bienes podían ser exportados a países extranjeros y, al ser
vendidos allí con un amplio margen de beneficio, hacían entrar
al país un tesoro muy superior al que había sido
originalmente retirado para adquirirlas. El señor Moon compara esta acción
del comercio exterior con la siembra y la cosecha en
la agricultura. Afirmaron en segundo lugar que esa prohibición no
(07:47:23):
era capaz de impedir la exportación de oro y plata,
porque debido a su reducido volumen en proporción a su
valor podían ser fácilmente contrabandeados. Dicha exportación sólo podía ser
evitada prestando atención a lo que llamaban balanza comercial. Cuando
un país exporta más valor del que importa queda un
saldo a su favor a cargo de países extranjeros, que
(07:47:44):
necesariamente es pagado con oro y plata, lo que incrementa
la cantidad de esos metales en el reino. Pero cuando
importa por más valor del que exporta el saldo es
en contra del país, que lo ha de pagar de
la misma manera, con lo que esa cantidad disminuye. Prohibir
en tal caso la exportación de esos metales no impediría
que se produjese, sino que sólo la encarecería al hacerla
(07:48:08):
más peligrosa. Esos argumentos eran en parte correctos y en
parte sofismas. Eran correctos cuando sostenían que la exportación de
oro y plata en el comercio podía ser a menudo
ventajosa para el país y que ninguna prohibición impediría esa
exportación si las personas veían que les convenía. Pero eran
sofismas cuando suponían que la preservación o el aumento en
(07:48:30):
la cantidad de dichos metales requerían más atención por el
gobierno que la preservación o aumento en la cantidad de
cualquier otra mercancía útil, que la libertad de comercio siempre
consigue suministrar adecuadamente, sin ninguna atención de ese tipo. También
eran sofismas, quizás, al subrayar que el precio del cambio
elevado necesariamente aumentaba lo que llamaban la balanza comercial desfavorable,
(07:48:53):
o que ocasionaba la exportación de una cantidad mayor de
oro y plata. Es evidente que ese precio alto era
extremadamente perjudicial para los comerciantes que tenían que pagar sumas
en países extranjeros. Debían entregar más dinero para comprar las
letras de cambio que sus banqueros les giraban sobre esos países.
(07:49:13):
Pero aunque el riesgo derivado de la prohibición puede ocasionar
gastos extraordinarios a los banqueros, no necesariamente extrae más dinero
del país. Este gasto sería generalmente desembolsado en el país,
en el contrabando de dinero hacia el exterior, y rara
vez ocasionaría la exportación de seis peniques más de lo
necesario para pagar la letra. Además, el alto precio de
(07:49:36):
los cambios dispondría naturalmente a los comerciantes a equilibrar lo
más posible sus exportaciones y sus importaciones, para que ese
alto precio fuese pagado sobre una suma tan pequeña como
resultase posible. Asimismo, si el precio de los cambios es elevado,
ello opera necesariamente como un impuesto, al elevar el precio
de los bienes importados y disminuir por ello su consumo,
(07:49:59):
lo que tiende no a aumentar sino a disminuir lo
que denominaban la balanza comercial desfavorable y consiguientemente la exportación
de oro y plata. En cualquier caso, esos argumentos convencieron
a la gente hacia la que fueron dirigidos. Los comerciantes
los dirigieron a los parlamentos, a los consejos de los príncipes,
a los nobles y caballeros. Fueron argumentos lanzados por quienes
(07:50:23):
supuestamente entendían el comercio hacia quienes sabían que de eso
no sabían nada. La experiencia demostraba a los nobles y
a los caballeros, tanto como a los mercaderes, que el
comercio exterior enriquecía al país, pero ninguno sabía cómo o
de qué manera. Lo que los comerciantes sabían perfectamente era
cómo los enriquecía a ellos. Era su oficio saberlo. Pero
(07:50:46):
conocer de qué manera enriquecía al país caía fuera de
su competencia. No consideraban nunca la cuestión, salvo cuando solicitaban
alguna modificación en las leyes relativas al comercio exterior. Entonces
resultaba necesario decir alguna cosa sobre los efectos benéficos del
comercio exterior y sobre la manera en que esos efectos
(07:51:06):
eran obstaculizados por la legislación vigente. A las personas que
debían decidir sobre las medidas a adoptar, el argumento de
que el comercio exterior traía dinero al país y que
las leyes en cuestión impedían que entrase tanto como entraría
en otro caso, les parecía plenamente satisfactorio. Y el argumento
producía el resultado deseado. La atención de los gobiernos se
(07:51:30):
desplazó de la vigilancia contra la exportación de oro y
plata a la vigilancia de la balanza comercial, única causa
que podía aumentar o disminuir esos metales. De una preocupación
estéril se pasó a otra mucho más intrincada y embarazosa,
pero igualmente estéril. El título del libro de Moon, La
riqueza de Inglaterra por el comercio exterior, se convirtió en
(07:51:51):
la máxima fundamental de la economía política. El comercio interior
o local, que es el más importante de todos, el
comercio que con un mismo capital genera el mayor ingreso
y crea el máximo empleo para la población del país,
fue considerado como mero subsidiario del comercio exterior. Un país
sin minas propias debe indudablemente obtener su oro y plata
(07:52:13):
en el exterior, igual que obtiene sus vinos un país
sin viñedos. No es necesario que el Estado atienda más
a uno de estos objetos que al otro. Podemos confiar
con total seguridad en que el comercio libre nos proveerá
del vino que necesitamos, y con la misma seguridad en
que siempre nos suministrará todo el oro y toda la
plata que podamos comprar o emplear en la circulación de
(07:52:35):
nuestras mercancías o en otros usos. La cantidad de cualquier
mercancía que el trabajo humano puede comprar o producir se
regula naturalmente en cualquier país por la demanda efectiva o
la demanda de aquellos que están dispuestos a pagar el
total de la renta, el trabajo y los beneficios que
hay que pagar para prepararla y traerla al mercado. Pero
(07:52:56):
ninguna mercancía se regula más fácil y precisamente según esa
demanda efectiva que el oro y la plata, porque debido
a su pequeño volumen y gran valor, ninguna mercancía puede
ser transportada de un sitio a otro más fácilmente. Cuando
la cantidad de oro y plata importada en un país
supera a la demanda efectiva, ninguna vigilancia estatal impedirá su exportación.
(07:53:18):
Todas las sanguinarias leyes de España y Portugal no son
capaces de conservar el oro y la plata en esos países.
Si el oro y la plata escasean en un país
que tiene medios para comprarlos, hay más expedientes para sustituirlos
que si se trata de casi cualquier otra mercancía. Si
faltan las materias primas de las manufacturas, la industria se detiene.
(07:53:41):
Si faltan alimentos, la gente pasa hambre. Pero si falta dinero,
el trueque puede reemplazarlo, aunque con muchos inconvenientes. La compraventa
a crédito, y la cancelación recíproca de los créditos de
los comerciantes, una vez por mes o por año, puede
reemplazarlo con menos inconvenientes. Un papel moneda bien regulado puede
(07:54:03):
suministrarlo no sólo sin ningún problema, sino en ocasiones con
algunas ventajas. Desde cualquier punto de vista, entonces, nunca se
emplea más innecesariamente la acción del gobierno que cuando se
dirige a vigilar la preservación o el aumento de la
cantidad de dinero de un país. Y sin embargo, no
hay queja más extendida que la de la escasez de dinero.
(07:54:26):
El dinero, como el vino, siempre será escaso para los
que no tienen medios para comprarlo ni crédito para tomarlo prestado.
Los que tienen cualquiera de ellos rara vez echarán en
falta el dinero o el vino que necesiten. Sería ridículo
proceder seriamente a demostrar que la riqueza no consiste en
dinero ni en oro ni plata sino en lo que
el dinero puede comprar, y sólo vale porque lo puede comprar.
(07:54:50):
Es evidente que el dinero siempre forma parte del capital nacional,
pero ya ha sido explicado que generalmente esa parte es
pequeña y siempre es la menos rentable del mismo. El
comerciante sabe que es más fácil comprar bienes con dinero
que dinero con bienes, pero ello no es así porque
la riqueza consiste esencialmente en dinero, sino porque el dinero
(07:55:10):
es el instrumento del comercio reconocido y establecido, a cambio
del cual todas las cosas se entregan sin problemas, pero
que no siempre resulta igualmente sencillo obtener a cambio de
cualquier cosa. Pero aunque un comerciante en concreto, con abundancia
de artículos en su almacén, puede a veces arruinarse al
no conseguir venderlos a tiempo, la nación o el país
(07:55:31):
no están expuestos al mismo accidente. Si el oro y
la plata no pudiesen ser obtenidos a cambio de los
bienes destinados a comprarlos, la nación no se arruinaría. Sin
duda sufriría pérdidas e inconvenientes y se vería forzada a
recurrir a los expedientes necesarios para reemplazar a la moneda.
pero el producto anual de su tierra y su trabajo
(07:55:53):
seguiría siendo el mismo o casi el mismo. Y aunque
los bienes no siempre obtienen dinero con la misma facilidad
con la que el dinero obtiene bienes, a largo plazo
ocurre lo contrario, éstos lo consiguen a aquel más fácilmente
que a la inversa. Los bienes sirven para muchas cosas
aparte de adquirir dinero, pero el dinero sólo sirve para
(07:56:13):
comprar bienes. Por lo tanto, el dinero necesariamente corre tras
los bienes pero los bienes no siempre ni necesariamente corren
tras el dinero. Se dice que los bienes de consumo
son perecederos mientras que el oro y la plata perduran,
y que si no fuera por su exportación podrían ser
acumulados durante muchos años, lo que incrementaría espectacularmente la riqueza
(07:56:35):
del país. Se concluye de ahí que nada es más
perjudicial para la nación que el comercio que entrega una
mercancía tan duradera a cambio de otras tan efímeras. Sin embargo,
no pensamos que es desventajoso el comercio de artículos ingleses
de ferretería por vinos de Francia, y eso que los
utensilios de ferretería son muy duraderos. Si no fuese por
(07:56:56):
su exportación podrían ser acumulados durante largos años, lo que
incrementaría espectacularmente la cantidad de ollas y sartenes del país.
Fácilmente se comprende, sin embargo, que el número de estos
utensilios está limitado en cualquier lugar por el uso que
se pueda hacer de ellos. Que sería absurdo tener más
ollas y sartenes de las necesarias para cocinar los alimentos
(07:57:18):
que habitualmente se consumen allí, y que si la cantidad
de vituallas aumenta, el número de ollas y sartenes aumentaría
rápidamente también, y una parte de la cantidad incrementada de
vituallas se invertiría en su compra o en la manutención
de un número adicional. de los trabajadores que las fabrican.
Debería comprenderse de forma igualmente inmediata que la cantidad de
(07:57:40):
oro y plata está limitada en cualquier país por el
uso que se pueda hacer de ellos, que su uso
consiste en la circulación de mercancías, como moneda, y el
suministro de una especie de mobiliario doméstico, como la vajilla,
que la cantidad de dinero en cualquier país está regulada
por el valor de las mercancías que circulan gracias a ella,
si aumenta ese valor, una fracción del mismo será inmediatamente
(07:58:02):
remitida al exterior. para comprar, en cualquier parte, la cantidad
adicional de moneda necesaria para hacerlo circular. Que la cantidad
de vajilla está regulada por el número y riqueza de
las familias privadas que se permiten esa clase de magnificencias,
si aumenta el número y la riqueza de esas familias,
es probable que una. Sección de esta riqueza incrementada se
(07:58:25):
destina a la compra, en cualquier parte, de una cantidad
adicional de vajilla, que intentar aumentar la riqueza de cualquier
país introduciendo o bloqueando en él a una cantidad innecesaria
de oro y plata es tan absurdo como intentar aumentar
el bienestar de las familias obligándolas a tener un número
innecesario de utensilios de cocina. No siempre es necesario acumular
(07:58:47):
oro y plata para que un país pueda entablar guerras
en el exterior y mantener flotas y ejércitos en países lejanos.
Las flotas y los ejércitos no son mantenidos con oro
y plata sino con bienes de consumo. La nación que tenga,
gracias al producto anual de su actividad local, gracias al
ingreso anual proveniente de su tierra, trabajo y capital, los
(07:59:08):
medios para comprar esos bienes en países distantes, puede financiar
guerras en el exterior. Las mercancías más adecuadas para ser
transportadas a lugares lejanos con objeto de adquirir allí la
paga o las provisiones de un ejército, son las manufacturas
más finas y modernas, que contienen un alto valor en
un reducido volumen, y que por ello pueden ser exportadas
(07:59:30):
a grandes distancias con un coste pequeño. Un país cuya
industria produzca un amplio excedente anual de tales manufacturas, que
normalmente son exportadas a países extranjeros, puede sostener durante muchos
años una onerosa guerra en el exterior no sólo sin
exportar ninguna cantidad importante de oro o plata, sino incluso
sin tener ninguna cantidad para exportar. La importación de oro
(07:59:54):
y plata no es el principal ni mucho menos el
único beneficio que una nación deriva de su comercio exterior.
Cualesquiera sean los sitios que entablan dicho comercio, todos ellos
obtienen del mismo dos tipos de ventajas. El comercio exterior
retira la parte excedente del producto de su tierra y
su trabajo, para la que no existe demanda en el país,
(08:00:14):
y trae de vuelta a cambio de ella otra cosa
para la que sí hay demanda. Así, la estrechez del
mercado local no impide que la división del trabajo en
ninguna rama de las artes o las manufacturas alcance el
grado más alto de perfección. Al abrir un mercado más
amplio para cualquier parte del producto de su trabajo que
pueda exceder el consumo del país, lo estimula a mejorar
(08:00:36):
sus capacidades productivas y a expandir su producto anual al máximo,
y de esta manera a incrementar el ingreso y la
riqueza reales de la sociedad. La importación del oro y
la plata que sean necesarios en los países que carecen
de minas es indudablemente una parte del comercio exterior, pero
una parte sumamente insignificante. Si un país se lanza al
(08:00:58):
comercio exterior sólo por esa razón, apenas necesitará fletar un
barco por siglo. No ha sido gracias a la importación
de oro y plata que el descubrimiento de América ha
enriquecido a Europa. La abundancia de las minas americanas ha
vuelto a esos metales más baratos. Una vajilla de plata
puede comprarse hoy con la tercera parte del cereal, o
(08:01:20):
la tercera parte del trabajo que habría costado en el
siglo XV. Pero cuando una mercancía pasa a venderse por
la tercera parte de su precio habitual, no sólo sucede
que los que la compraban antes pueden comprar tres veces más,
sino que la mercancía desciende a un nivel donde aparecen
muchos otros compradores, quizás 10 o 20 veces más que antes. Así,
(08:01:41):
en Europa puede haber hoy no sólo 3 sino 20 o 30 veces
la cantidad de artículos de oro y plata que habría,
incluso en su estadio actual de desarrollo, si las minas
de América nunca hubiesen sido descubiertas. En esa medida Europa
ha cosechado sin duda una ventaja real, pero cegaramente insignificante.
El descubrimiento de América, no obstante, dio lugar a un
(08:02:04):
cambio mucho más fundamental. Al abrir un nuevo e inagotable
mercado para todas las mercancías de Europa dio lugar a
nuevas divisiones del trabajo y progresos en las artes que
jamás habrían tenido lugar en el estrecho círculo del antiguo comercio,
por falta de un mercado que comprase la mayor parte
de la producción. La capacidad productiva del trabajo mejoró, la
(08:02:26):
producción aumentó en todos los países europeos y con ella
el ingreso y la riqueza reales de sus habitantes. Las
mercancías de Europa eran casi todas desconocidas en América y
muchas de América lo eran en Europa. Por ello se
estableció un nuevo conjunto de intercambios que antes habría sido
inconcebible y que por naturaleza debía resultar tan provechoso para
(08:02:48):
el nuevo continente como ciertamente lo fue para el viejo.
la salvaje injusticia de los europeos hizo que un acontecimiento
que debería haber sido beneficioso para todos resultase ruinoso y
destructivo para varios de esos infortunados países. El descubrimiento del
paso a las Indias Orientales por el Cabo de Buena Esperanza,
que ocurrió casi al mismo tiempo, abrió un campo para
(08:03:11):
el comercio exterior quizás más extenso que el descubrimiento de América,
a pesar de la mayor distancia. Sólo había dos naciones
en América que superaban el nivel de salvajismo, y fueron
destruidas casi al mismo tiempo que descubiertas. El resto eran salvajes.
Pero los imperios de China, Hindustán, Japón y varios otros
(08:03:32):
de las Indias Orientales, aunque no tenían minas ricas en
oro y plata, eran mucho más ricos en todos los
demás aspectos, mejor cultivados y más adelantados en todas las
artes y manufacturas que México o Perú, incluso aunque demos crédito,
y claramente no lo merecen. A los exagerados relatos de
los escritores españoles sobre la antigua condición de esos imperios.
(08:03:55):
Las naciones ricas y civilizadas siempre pueden comerciar entre sí
por un valor muy superior al de su comercio con
salvajes y bárbaros. Sin embargo, Europa ha obtenido hasta el
presente muchas menos ventajas de su comercio con las Indias
Orientas que con el de América. Los portugueses monopolizaron para
sí mismos el comercio con las Indias Orientales durante casi
(08:04:16):
un siglo, y las otras naciones europeas sólo podían enviar
o recibir bienes de allí indirectamente, a través de ellos.
Cuando los holandeses empezaron a ganarles terreno a principios del
siglo pasado, privilegiaron a una compañía con la exclusividad de
todo su comercio con las indias orientales. Ingleses, franceses, suecos
(08:04:37):
y daneses siguieron su ejemplo, con lo que ninguna nación
de Europa se ha beneficiado aún del comercio libre con
las indias orientales. No es necesario buscar ningún otro motivo
para explicar por qué nunca ha sido tan provechoso como
el comercio con América que está, entre casi todas las
naciones de Europa y sus propias colonias, abierto a todos
sus súbditos. El dinero en el lenguaje popular significa riqueza,
(08:05:02):
y esta noción tan ambigua se ha vuelto tan familiar
entre nosotros que incluso aquellos que saben que es absurda
olvidan sus propios principios y en su argumentación la dan
por supuesta como si fuera una verdad cierta e innegable.
Algunos de los mejores autores ingleses que han escrito sobre
el comercio afirman inicialmente que la riqueza de un país
no consiste en su oro ni su plata sino en
(08:05:23):
sus tierras, casas y bienes de todo tipo. Pero en
el curso de su análisis, las tierras, casas y bienes
parecen escapar de su memoria, y la fuerza de su
argumentación recae a menudo en el supuesto de que toda
la riqueza consiste en oro y plata, y que la
multiplicación de esos metales es el gran objetivo de la
industria y el comercio de la nación. Una vez establecidos
(08:05:45):
los dos principios, a saber, que la riqueza consiste en
oro y plata, y que esos metales pueden ser adquiridos
por los países que no tienen mina sólo mediante la
balanza comercial, o exportando más de lo que se importa,
el propósito principal de la política económica necesariamente pasó a
ser el disminuir todo lo posible la importación de bienes
extranjeros para consumo local y el aumentar todo lo posible
(08:06:08):
la exportación de la producción nacional. Sus dos máquinas para
enriquecer al país, en consecuencia, fueron las restricciones a la
importación y los estímulos a la exportación. Las restricciones a
la importación fueron de dos clases. Primero, restricciones a la
importación desde cualquier país de aquellos bienes extranjeros consumidos localmente
(08:06:31):
y que podían ser producidos localmente. Segundo, restricciones a la
importación de bienes de casi cualquier tipo desde aquellos países
con los que se suponía que la balanza comercial era desfavorable.
Estas restricciones consistían a veces en aranceles elevados y a
veces en absolutas prohibiciones.