Contratar a una empresa para que se encargue del marketing digital del colegio es fácil. Externalizar anuncios y poner pancartas en la fachada también. En cambio, gestionar la reputación y la generación de confianza en nuestra oferta es más complicado, porque no podemos delegarlo, deberemos hacerlo nosotros mismos y no veremos enseguida los resultados de cada acción. Y cuando no lo hacemos, tampoco se provoca un perjuicio inmediato.
Muchos directivos ven demasiado complicadas las acciones de marketing educativo, cuando la conexión entre la causa y el efecto no es evidente, y acaban prefiriendo delegar el marketing a una agencia. Entonces, reciben informes sobre leads, páginas visitadas y conversiones aparentemente espectaculares. Pero cuando llegan las matrículas… a menudo no hay tantas como se esperaba.Es que sin esa actuación diaria más difícil, sí, pero que es el motor del marketing que funciona y a la vez es muestra de un liderazgo real, podríamos incluso estar dilapidando el dinero.
¿Y si elegimos, en cambio, hacerlo bien? Hay formas de abordar estratégicamente este otro marketing, sin ser expertos en marketing.