«He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.» (Santiago 5:11).
Santiago aquí nos habla de una bienaventuranza para los que sufren. No es nuestra reacción normal ante el sufrimiento. Al ver a una persona sufrir, nadie dice, mira que suerte que tiene que puede sufrir. Pero es curioso notar que el texto dice que tenemos por bienaventurados. O sea, Santiago parece decir que debemos envidiar a los que sufren. El contexto de la epístola nos ayuda a entender mejor este texto. La idea del texto original nos lleva a la bienaventuranza de los que se mantienen firmes en la prueba y no ceden ante la tentación. Debemos enlazar el pensamiento aquí con el del capítulo uno: «Bienaventurado el varón que soporta la tentación» (12). Debemos mirar con admiración a los que sufren pero se mantienen firmes en la prueba. Y es justo en este contexto Santiago invoca el ejemplo de Job. Ninguno querríamos intercambiar lugar con Job, pero todos vemos cómo no cedió en la prueba y salió incluso mejor, habiendo conocido a Dios más de cerca.
Nuestra meta debe ser mantenernos firmes en las tentaciones y pruebas que experimentamos en el día a día. Dios nos dará las fuerzas que necesitamos para mantenernos firmes en Él si estamos dispuestos a confiar en Él. (David Bell)